Sor Juana
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Todo el mundo conviene en reconocer el profundo contenido filosfico del poema de sor Juana Primero dueo. Pero, ciertamente, en ese poema campea una actitud que va mucho ms all de una azorada e inocente incursin en la filosofa. No se trata, evidentemente, de un poema en el que podamos rastrear ese contenido filosfico que, soterrado, subyace en el estrato ms hondo de toda verdadera poesa, aunque el poeta no siempre se percata de ello. Ni se trata tampoco de un poema filosfico de los que la historia universal de la literatura nos ofrece sobrados ejemplos y de los que, si se exceptan los poemas del alborear de la filosofa griega de Parmnides, Jenfanes y Herclito --, casi siempre se encuentran ausentes la buena poesa y la gran filosofa. Sor Juana no es filsofa. Lo que la acucia fundamentalmente es expresar, en trminos poticos, su rica experiencia humana, y el ansia de saber, la inquietud por rasgar los velos del mundo de su poca, constituyen, como es sabido, un ingrediente esencial de esa experiencia humana. Pero ese anhelo de claridad no se contenta con vagas intuiciones. Sor Juana, llevada de su ansia de saber, pone pie en el viejo continente aristotlico-tomista al mismo tiempo que percibe el oleaje, todava incierto, de la Modernidad. Esto quiere decir que el terreno en el que estn arraigadas sus ideas es el de la tradicin aristotlico-tomista. Lo cual no tiene nada de extrao dado que era el pensamiento dominante en su poca por ms que con Sigenza y Gngora, con Kino y el jesuita Kircher le llegaran tmidas rfagas del poderoso viento
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cartesiano. Y decimos tmidas rfagas porque a pesar de que el pensamiento de Descartes, que vive en la primera mitad del siglo XVII, aparece pujante, en tiempo de sor Juana segunda mitad de dicho siglo, las paredes del edificio novohispano dejan pocas rendijas para la penetracin de dicho pensamiento. Y no es casual que esas rendijas tarden todava algn tiempo en convertirse en brechas. El pensamiento de Descartes pone en primer plano la importancia de la razn humana en la investigacin de la naturaleza y en la persecucin de la verdad. Por ello tena que enfrentarse, ms o menos abiertamente, con la teologa y la escolstica tradicionales que rebajan el poder de la razn humana. Descartes estaba plenamente convencido del poder de la razn, de su capacidad de penetrar ilimitadamente en los secretos de la naturaleza. Al pensar as, en los momentos en que el capitalismo se desarrolla triunfalmente en los Pases Bajos e Inglaterra, expresaba los intereses de una nueva clase social la burguesa-- que irrumpa llena de vigor y confianza en sus propias fuerzas, ansiosa de tomar en sus manos la direccin de la historia. Era natural que en los pases donde el capitalismo no se haba desarrollado tan intensamente o en aquellos donde la estructura social se enmarcaba todava en relaciones feudales o semifeudales, el pensamiento de Descartes encontrara la ms firme resistencia. En nombre de la defensa de los principios y valores de las viejas relaciones sociales se combata encarnizadamente la concepcin filosfica moderna, expresada por el pensamiento cartesiano. Con todo, la segunda mitad del siglo XVII, en que transcurre la vida de sor Juana Ins de la Cruz, conoce una amplia difusin de las ideas modernas, no slo en los pases ms desarrollados desde el punto de vista capitalista, sino tambin en otros que iban a la zaga de ellos. Por lo que a esto se refiere, Espaa y sus colonias permanecen todava en una oscuridad apenas rasgada por las luces de los eclcticos: Tosca y Feijoo en Espaa, y Carlos de Sigenza y
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Gngoray sor Juana Ins de la Cruz en la Nueva Espaa. La presencia pujante, vigorosa, del pensamiento cartesiano, de las ideas modernas, tardar todava un siglo en manifestarse en los medios novohispanos. Y no poda ser de otra manera si se toma en cuenta la preocupacin que las nuevas ideas causaban en el nimo de los representantes ideolgicos de las viejas relaciones sociales. En 1663 todas las obras de Descartes fueron puestas en el "ndice de libros prohibidos". Y no slo en Espaa y sus colonias la difusin del pensamiento cartesiano encontraba duras resistencias, sino en la propia Europa. En 1671, un decreto de Ludovico XIV prohiba la enseanza de la filosofa de Descartes en los establecimientos de enseanza superior. Es decir, por los aos en que Sigenza y Gngora dejaba penetrar su pensamiento por los renovadores aires cartesianos y en que sor Juana Ins de la Cruz acusaba inequvocamente sus inquietudes por las ideas modernas, en la patria misma de Descartes la dbil burguesa francesa tena que plegarse todava, en el terreno ideolgico, a los dictados del absolutismo. Hemos bosquejado este rpido cuadro para que aquilatemos, en su verdadero alcance, las inquietudes modernas de sor Juana, teniendo presente qu era lo que, en verdad, con la aparicin de las nuevas ideas modernas, estaba en juego. Sera excesivo presentar a sor Juana como abanderada de la Modernidad en la Nueva Espaa. Ya hemos dicho y volvemos a repetirlo que su pensamiento estaba enraizado en la tradicin aristotlicotomista que las nuevas ideas pretendan socavar. Sin embargo, esta tradicin no es para ella una camisa de fuerza en la que se ahogara todo intento de respirar los aires que el pensamiento moderno traa. Por otra parte, sor Juana vive todava en una poca fronteriza, en la que modernidad y tradicin se dan la mano sin encontrarse todava, por lo que toca a la Nueva Espaa, separadas por un abismo. En sor Juana ambas corrientes penetran su pensamiento. Las ideas modernas son para ella un sesgo nuevo en el pensamiento, pero sin cortar las races con la tradicin. En este sentido, la renovacin presente no puede significar la ruptura
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con el pasado, sino la fructificacin plena, vigorosa, de simientes que ya estaban germinando. Y ahora, circunscribindonos a Primero dueo, tratemos de rastrear los elementos filosficos del poema y su filiacin tradicional y moderna.
El poema nos ofrece una visin del universo en sueos. El mundo se nos aparece cuando el sueo se ha apoderado de todo. Y es en el sueo precisamente donde el entendimiento humano lo conoce y se muestra lcido al captarlo. Qu sentido tiene todo esto? Como es sabido, no es la primera vez que un poeta suea o finge soar para darnos su visin del mundo. El sueo tiene viejas races en la poesa. De sueos est llena la poesa, sobre todo la del surrealismo. Pero, qu es lo que busca, en general, el poeta en el sueo? Busca las llaves del acceso a una nueva realidad o, mejor dicho, de la verdadera y plena realidad. Para los romnticos vivir es soar. Con el sueo la realidad gana en riqueza y profundidad. Con el surrealismo, el territorio del sueo crece hasta ahogar el de la vigilia. La vigilia es el dominio de la conciencia, de la inteligencia. El sueo es el reino de la subconciencia, en el que la acorralada razn deja que se manifieste plenay tumultuosamente la vida. Es un reino que desconoce la claridady la medida de la inteligencia. Paralizada sta, irrumpe todo el mundo de la subconsciencia, aprisionado hasta entonces por los grilletes de la lgica. Con el sueo la conexin lgica salta hecha pedazos y se oscurece el mundo de la razn. Pero lo que bajo el dominio de la razn es desorden, caos, confusin, surge a una nueva luz, a una nueva vida: a la vida que soterrada y oprimida yaca en el fondo del alma. Para un clsico como Argensola, el sueo es "imagen espantosa de la muerte", mundo o trasmundo en el que el hombre se
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aproxima a su condicin mortal y, por ello, desagradable. Para sor Juana, inserta en la tradicin literaria del barroco espaol, el sueo es tambin "imagen de la muerte" y, como sta, igualitaria fuerza que a todos domina: [...] cobarde embiste y vence perezoso con armas soolientas, desde el cayado humilde el cetro altivo sin que haya distintivo que el sayal de la prpura descienda.' Pero el sueo no es caos, sino orden. No es oscuridad, sino lucidez; no es afanoso abordaje del alma por los agitados pobladores de la subconsciencia, sino claridad, meridiana claridad de la conciencia. En el sueo el alma se sosiega, se serena, lejos de la turbacin, del ajetreo de la vigilia. He aqu una inversin radical de la concepcin tradicional del sueo. El sueo da lo que la vigilia niega: lucidez. La claridad y distincin que el pensamiento moderno busca, quedndose a solas con la conciencia, sor Juana las encuentra en el sueo, en esa regin tradicionalmente oscura en la que calla la conciencia. Ahora bien, por qu sor Juana en el poema de ms arranque filosfico que nos ha dejado, dndonos su visin del mundo y su concepcin del conocer mismo, hace que la lucidez de la conciencia emigre de la vigilia al sueo? Por qu cancela la vieja concepcin del sueo como mundo o estado en que se apaga la luz de la conciencia, o de la razn, y nos sumerge en l, precisamente, para exaltar la luz, la claridad de la razn misma? En la entraa de todo esto hay una preocupacin moderna que envuelve una nueva actitud ante la realidad misma. Para la filosofa tradicional, la realidad est ah, dada, sin que quepa duda alguna acerca de ella. Y esta vida terrena, cotidiana, est ah tamJuana Ins de la Cruz, Obrad completad. I. Lrica personal. Introd., ed. y notas de Alfonso Mndez Planearte. Mxico, FCE, 1951. 1
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bin con toda su consistencia. Aunque sta podr ser transitoria o antesala de otra ms plena y alta, como escaln temporal que lleva a la eternidad, ella es viday no sueo, es realidad plena, no ilusin o espejeante y huidiza realidad. As pues, el dilema realidad o sueo, realidad e irrealidad no tiene sentido. Se trata de dos realidades, aunque con diversa consistencia. Cuando Caldern de la Barca se plantea el problema de si la vida es sueo, o cuando Shakespeare dice que "estamos hechos de la madera de los sueos", se est minando la confianza ingenua del realismo aristotlico al invertir el orden tradicional realidad-sueo. En sor Juana, el problema se plantea en otros trminos. Ya no se trata de si la vida es vida o sueo o si el sueo es la verdadera realidad, una realidad ms alta que la vida misma. Se trata del problema de si el sueo es un estado de confusin o estado de lucidez. Pero, por qu pone sor Juana la lucidez en el sueo? Pues en la vigilia los sentidos nos engaan, y la inteligencia, limitada por los sentidos, no puede captar la esencia verdadera de las cosas. En el sueo, el alma, libre de la actividad de los sentidos, est ms cerca de la esencia de las cosas que en la realidad misma. Sor Juana se aparta de las cosas para estar ms cerca de ellas, de su esencia, de su verdad. Es lo mismo que ha hecho Descartes, pero por otra va. Tambin Descartes se aleja de las cosas, las pierde de vista para luego retornar a ellas, iluminndolas con la clara luz de la razn. En sor Juana la realidad se rescata desde el sueo; en Descartes, desde la razn. En unoy otro caso tenemos una actitud de cautela, cuando no de desprecio hacia los datos de los sentidos. En ambos casos, la misma exaltacin del poder de la razn. Sor Juana encuentra este poder plenamente desplegado, cuando los sentidos se adormecen, en el sueo; Descartes, cuando la razn ha cortado sus amarras con la actitud espontnea e ingenua del realismo aristotlico y parte de principios evidentes para la razn misma. Lo que Descartes pierde con su duda metdica es lo mismo que pierde sor Juana con su sueo metdico: la realidad que no ha pasado ante el tribunal supremo de la razn. Lo que es la duda
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para el filsofo francs es el sueo para la poeta mexicana: un repliegue transitorio de la conciencia para poder acercarse racionalmente a la realidad. Basten las consideraciones apuntadas para que nos percatemos del horizonte de modernidad en que se mueve la inquietud filosfica de sor Juana en cuanto al problema cardinal del conocimiento. Qu es, en definitiva, lo que va a hacer la filosofa moderna, desde Descartes? Desconfiar de los sentidos y buscar siempre el dictamen de la razn. De un extremo se pasar a otro; del empirismo al racionalismo; por salvar la razn se pierden los sentidos. Por este camino se llegar a la matematizacin de la naturaleza, que es el non plus ultra del racionalismo. Ahora bien, con ello, la realidad rica, viva, multiforme, se zafar del caamazo matemtico del racionalismo. Habr que esperar a que el racionalismo empobrezca la realidad a tal punto para que la filosofa trate nuevamente de integrar en una unidad los dos momentos inseparables del conocimiento: lo sensible y lo racional. Pero la actitud cartesiana estaba todava lejos de conceder a los sentidos sus derechos y, como reaccin frente al realismo ingenuo o el empirismo radical, cargaba el acento sobre la razn, sin permitir que compartiera con nadie su trono. Por eso se arrincona el aristotlico y tomista nihil
edt in intellectu quod priud non fuerit in sendu.
Tambin sor Juana, preocupada por el engao de los sentidos, adopta una actitud cautelosa, y para que la razn se abra paso plenamente, los suspende y descarga al alma de sus actividades:
As, pues, de profundo
sueo dulce los miembros ocupados, quedaron los sentidos del que ejercicio tienen ordinario trabajo, en fin, pero trabajo amado, si hay amable trabajo, si privados no, al menos suspendidos.
(p. 339)
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El racionalismo de sor Juana es tan radical como el cartesiano: no se contenta con la primaca de la razn, sino que lleva a la suspensin total de la actividad de los sentidos. De esta manera, el alma supera el engao sensorial y la razn se queda sola como criterio de verdad:
El alma, pues, suspensa del exterior gobierno en que ocupada en material empleo, o bien o mal da el da por gastado, solamente dispensa remota, si del todo separada no, a los de muerte temporal opresos lnguidos miembros, sosegados huesos, los gajes del calor vegetativo, el cuerpo siendo, en sosegada calma, un cadver con alma, muerto a la vida y a la muerte vivo... (p. 340)
Sor Juana viene a decirnos que en la vigilia el alma est bajo el gobierno de los sentidos y que slo en el sueo se libera de l. Por eso es el sueo y no la vigilia el estado de lucidez. Por eso ahora podemos comprenderlo escoge ese estado para darnos su visin del mundo y de las cosas. Ciertamente, al decirnos que el sueo es el estado de lucidez, sor Juana habla metafricamente. Pero decir que el alma conoce mejor cuando los sentidos duermen, cuando se suspende su gobierno, es algo ms que una bella metfora potica: es nada menos que la tesis cardinal del racionalismo moderno.
Cmo llega la autora de Primero dueo a esta tesis de la filosofa moderna? No se ha podido probar ni tampoco rechazar, con so-
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brado fundamento, que sor Juana conociera, de primera mano, el pensamiento cartesiano. Sin embargo, se admite que ideas cartesianas llegaran a ella ms o menos embozadas a travs de Sigenzay Gngora, cuya amistad cultivaba y en el que estudios recientes han podido rastrear huellas profundas del viraje cartesiano. De todas maneras, las ideas modernas ya floreciente en Europa revolotean en el mbito como seales aisladas, que se abran paso a travs de la armazn de la empolvada escolstica. Y es natural que unos ojos tan abiertos como los de sor Juana no dejaran de ver esas seales luminosas que algunas mentes avisadas iban dejando en el horizonte filosfico de la Nueva Espaa. Por otra parte, si sor Juana no conoca el pensamiento cartesiano y la visin aristotlico-tomista del mundo, que haba recibido, no habra vas de acceso a la filosofa moderna, tal vez hubo otras vas que contribuyeron tambin a despertar sus inquietudes por la Modernidad. Sor Juana no slo se nutri de la concepcin aristotlica del mundo, como puede colegirse de su doctrina del alma, que no era en modo alguno aristotlica. Para sor Juana el alma est en la crcel del cuerpo. Su esencia inmaterial se encuentra aherrojada en l. El cuerpo, los sentidos, impiden, por eso, que la inteligencia remonte su vuelo para alcanzar las altas cumbre de la verdad:
El al,na [...] en tanto, toda convertida a su inmaterial ser y esencia bella, aquella contemplaba, participaba de alto ser, centella que con similitud en s gozaba; y jugndose casi dividida de aquella que impedida siempre la tiene, corporal cadena, que grosera embaraza y torpe impide
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INCURSIONES ENSAYSTICAS el vuelo intelectual con que ya mide la cuantidad inmensa de la Esfera...
(p. 342) Dos viejas tesis filosficas del pensamiento griego palpitan bajo este ropaje potico. Una, el alma, liberada de la cadena del cuerpo, permite que la inteligencia emprenda libremente su vuelo. Otra, el alma es chispa o centella que participa de la esencia del "alto Ser", es decir, Dios. Todo esto es casi tan viejo como la filosofa misma. Es un eco lejano del pitagorismo y del neoplatonismo. No hay nada original en ello a no ser que ese eco platnico resuena aqu, en la Nueva Espaa, densamente cargada de una tradicin aristotlica, en la que la filosofa escolstica es ya como un cascarn con poca sustancia dentro. Cmo llegara a sor Juana esta influencia neoplatnica? En la literatura filosfica de la poca ---tal como se presenta en el documentado libro de Jos Mara Gallegos Rocafull sobre el pensamiento mexicano de los siglos XVI y XVII apenas pueden encontrarse manifestaciones fecundas de neoplatonismo. Un estudio que est por hacer acerca de este tema, espigando aqu y all, podra rastrear seales ms o menos luminosas de dicha corriente. Por lo que toca a Espaa, la huella de Platn no desaparece pese a la autoridad del aristotelismo escolstico. La difusin de la obra neoplatnica del judeo-hispano Len Hebreo en el siglo XVI, as como la de los cristianos platonizantes como Marsili Ficino, pona un acento neoplatnico en la poca. Una poca en la que se dej sentir fuertemente el platonismo como ha demostrado Menndez y Pelayo en su Hetorta de las idea., estticas en Fdpaa-- en grandes obras de la literatura espaola del siglo XVI, alcanzando su ms alta expresin en la oda de fray Luis de Len "A la msica de Salinas". Profundas huellas del platonismo se revelan tambin en el poeta Fernando de Herrera, en Cervantes mismo, en Francisco de Aldana y, por supuesto, en los
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msticos de los siglos XVI y XVII fray Luis de Granada, Juan de los ngeles, Diego de Estrella, etctera. El vigor del platonismo es tal que Menndez y Pelayo ha podido decir, por lo que toca a la esttica platnica, que sta "fue la filosofa popular en Espaa y en Italia durante todo el siglo XVI". Tomando en cuenta la estrecha dependencia ideolgica de la Nueva Espaa, respecto a la metrpoli, no hay que descartar que esa filosofa tuviera aqu tambin su correspondiente expresin. Si aqu no era la filosofa popular, al menos ingenios familiarizados con la literatura de la pennsula deban de absorber las ideas que eran ya lugares comunes de dicha filosofa. Entre ellas estaban las que ya hemos visto recogidas por sor Juana: el cuerpo como crcel del alma y el alma humana participando de la esencia divina. En consecuencia, el platonismo de sor Juana habra que buscarlo en el trato que indudablemente tuvo en la poesa espaola de los siglos XVI y XVII, particularmente con la de fray Luis de Len. De ella aprendi a despreciar el mundo de los sentidos, a alejarse del realismo ingenuo, limpiando as el camino de aquello que impeda a la razn elevarse majestuosa. El platonismo de sor Juana, que en ella se revela como algo fecundo, no le llevar a extraviarse en el misticismo lo que la hubiera alejado para siempre del pensamiento moderno Por el contrario, le servir para arar el terreno en el que han de fructificar sus inquietudes modernas.
EL MTODO DE CONOCIMIENTO
Asentado que los sentidos oscurecen el poder de la razn y que el alma, libre de las cadenas del cuerpo, permite que la inteligencia emprenda su vuelo, sor Juana expone toda una doctrina acerca del mtodo de conocimiento. De acuerdo con ella, la razn se mueve dentro de s misma, en "ambicioso anhelo", sin la presencia turbadora de los sentidos, o como dice bellamente: "Haciendo cubre de su propio vuelo" (p. 346).
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La razn se remonta y goza ufana en esta elevacin inmensa. Se alza para poder captar en una sola visin el universo. Es un acto de soberbia de la razn: aprehender en un solo acto la naturaleza toda: [...] la vista perspicaz, libre de anteojos, de sus intelectuales bellos ojos (sin que distancia toma ni de obstculo opaco se recele, de que interpuesto algn objeto cele), libre tendi por todo lo criado... (p. 346) No hay nada que arredre a la razn. Liberada de los sentidos cree abarcarlo todo en una sola mirada, pero fracasa en su ambicioso intento, pues el inmenso universo se le torna: Cmulo incomprehensible, aunque a la vista quiso manifiesto dar seas de posible, a la comprensin no, que entorpecida con la sobra de objetos, y excedida de la grandeza de ellos su potencia retrocedi cobarde. Los objetos estn a la vista, pero el entendimiento no los ve en este "inmenso agregado". Por querer ver todo, no ve nada. Por querer ver el bosque, se pierden de vista los rboles. No es posible captar el todo en un solo acto del entendimiento. No cabe intuicin del universo. No es posible prescindir de los pasos intermedios, de los conceptos en que hay que apoyarse para alcanzar la verdad. Sor Juana sale al paso, mucho antes de que aparezca, de toda esa excrecencia romntica que se empear una y otra vez en captar el universo en una intuicin. En lugar de la intuicin,
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sor Juana nos propone mirar el universo a travs de diversas ventanas: las diez categoras aristotlicas: [...] mas juzg conveniente a singular asunto reducirse, o separadamente una por una discurrir las cosas que vienen a ceirse en las que artificiosas dos veces cinco con Categoras... (p. 349) Es vana la pretensin de abarcar todo, con su riqueza y cualidad sensibles, con su concrecin, en un solo acto del entendimiento. As pues, no queda otro camino que ascender gradualmente de lo particular, de lo concreto, a los gneros y especiales, a los universales. [...] reduccin metafsica que ensea ciencia a formar de los universales, reparando, advertido, con el arte el defecto de no poder con un intuitivo conocer acto todo lo criado, sino que, haciendo escala, de un concepto en otro va ascendiendo grado a grado... (p. 350) El entendimiento humano es limitado. Dbiles son sus fuerzas. Slo as, ascendiendo de un concepto a otro, puede alcanzar la cumbre de la verdad. Hay que ir de idea en idea, por trechos, para no quedar reducida a la impotencia de la intuicin universal. Sor Juana tiene conciencia de que nos est proponiendo todo un mtodo de conocimiento: el que pudiramos llamar mtodo es-
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calar de conocimiento: "de esta serie seguir mi entendimiento / el mtodo quera". Hay, pues, en ella una preocupacin metdica, que la lleva a sealar cules son los lmites y las posibilidades del conocimiento, preocupacin que est en la entraa misma de la filosofa moderna. Como es sabido, esa preocupacin es central en el Descartes que construye toda su filosofa sobre la base de un nuevo mtodo. Los problemas del mtodo de conocimiento estn en el centro mismo del pensamiento cartesiano. Y entre los rasgos fundamentales del mtodo de Descartes est el anlisis, la descomposicin del todo en los elementos ms simples. Este rasgo metdico lo hallamos tambin en sor Juana, afirmndolo precisamente despus de descubrir la impotencia de la intuicin. Pero si la intuicin no nos lleva al conocimiento universal, lo alcanzaremos avanzando en l por grados: mineral, vegetal, bruto, hombre, ngel y Dios? Queda as planteado, por sor Juana, otro problema de raigambre claramente moderna. Con l pone en cuestin el fundamento mismo de la metafsica tradicional, que pretenda articular la realidad entera en un esquema jerrquico conceptual. Sor Juana considera "atrevimiento excesivo" el discurrirlo todo cuando la razn "aun la ms fcil parte no entenda / de los ms manuales / efecto naturales" (p. 353). Y despus, para poner de manifiesto la futilidad el sueo de los metafsicos, el conocimiento universal, agrega: pues si a un objeto solo repeta tmido el pensamiento huye el conocimiento y cobarde el discurso se desva; si a especie segregada como de las dems independiente, como sin relacin considerada da las espaldas el entendimiento, y asombrado el discurso se espeluza
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del difcil certamen que rehsa acometer valiente, porque teme cobarde comprenderlo o mal, o nunca, o tarde cmo en tan espantosa mquina inmensa discurrir pudiera. (p. 354) Tras de haber planteado este problema, que parece inclinar a sor Juana por la vertiente del agnosticismo, su fe en la razn torna a levantarse considerando cobarda excesiva renunciar a ese conocimiento sin esforzarse por alcanzarlo. Con esto sor Juana salva de nuevo a la razn, tras de haber subrayado, ahora con mayor bro, la necesidad de estar siempre prevenidos contra el embriagante culto a la razn. As pues, la actitud cautelosa de sor Juana hacia la razn, el mostrar, de paso, las dificultades y los lmites con que puede tropezar, no le lleva, como despus ha de llevar de un extremo a otro, del optimismo radical en el poder de la razn al ms oscuro irracionalismo. Parece como si sor Juana nos dijera: la razn es limitada, s, pero, con todo, siempre nos dar ms caminar con ella que arrojarnos en brazos de lo que est fuera de la razn misma. Si nuestro saber es limitado viene a decirnos tambin, nuestro afn de saber no debe limitarse jams, cualquiera que sea el castigo con que se nos amenace. Pensemos que esto lo dice sor Juana cuando el pensamiento moderno avanza por un terreno escabroso, preado de peligros y entre amenazadores nubarrones. Hay, pues, en el poema que nos ocupa, un aire moderno, fruto de una inquietud de la poca. Conociera o no la obra cartesiana, sor Juana vive en el espritu que la informa, por el papel que concede en el conocimiento a la razn humana. Por consiguiente no se trata, como hemos visto, de un racionalismo optimista del tipo del racionalismo moderno representado por Descartes, Leibniz, Spinoza que cifra todo su anhelo en matematizar la naturaleza. Se trata de un racionalismo recortado
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por cierto agnosticismo, pero ya suficientemente alejado del empirismo. El desdn de sor Juana por los datos de los sentidos que comparte con todo racionalismo la llevar a no caer en la posicin unilateral que manifiesta dicha corriente filosfica en la teora del conocimiento. En efecto, el racionalismo al dejar fuera del conocimiento los datos de la percepcin sensible slo reconoce un momento del proceso de conocimiento: el racional. En este sentido, la posicin de sor Juana es tan errnea como la de todo el racionalismo moderno.
CONSIDERACIONES FINALES
Para terminar, hagamos las siguientes consideraciones. El pensamiento de sor Juana preado de inquietudes modernas, pero asentado todava en la filosofa tradicional - es hijo de su tiempo. Expresa tmiday dbilmente el anhelo de combatir la escolstica, partiendo ya del intento de conceder un mayor poder a la razn. Este afn de independizacin de los estrechos moldes de la filosofa oficial, reinante en la Colonia, tambin es la expresin, dbil an, de los anhelos de independizacin frente al absolutismo colonial. Anhelos que ms abiertamente se manifestarn en el siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX. Sin esta labor previa de independizacin ideolgica, que forzosamente deba llevar aparejada la ruptura con la escolstica y la incorporacin a las ideas modernas, no habra sido posible la posterior independencia poltica de la Nueva Espaa. En este aspecto, las inquietudes modernas de sor Juana son algo ms que un desbordado afn de internarse por todas las regiones del saber. Constituyen atisbos vagos, seales, inciertas todava, de la formacin de la conciencia nacional que firmemente apuntar en el siglo XVIII.