El Apocalipsis en su contexto histrico Ningn libro se escribe en el vaco.

El Apocalipsis, como cualquier otro libro, se entiende bien slo en estrecha relacin con su contexto. Se escribi frente a un contexto complejo, que podemos llamar los mltiples "mundos" de Juan: su mundo poltico fue el imperio romano, bajo el emperador Domiciano. Su mundo geogrfico fue la provincia romana de Asia Menor, aunque probablemente naci en Palestina. Su mundo existencial fue la isla penal de Patmos. Su mundo literario consisti en las escrituras hebreas, la vasta biblioteca de escritos apocalpticos y rabnicos, y en menor grado los rollos de Qumrn. Su mundo espiritual, adems del Antiguo Testamento, abarc su ministerio pastoral, su llamado proftico y la vida litrgica en las comunidades. De algunas de estas reas del mundo de Juan hemos hablado ya, y otras son de por s evidentes. El imperio romano a finales del primer siglo: Despus de haber sido una monarqua (753510 a.C.) y una repblica (509-31 a.C.), bajo el reinado de Augusto (cuyo nombre propio era Octavio) Roma se convirti en imperio (31 a.C-527 d.C.). Augusto tom el ttulo de princeps senatus, que a diferencia de consul no se comparta con otro colega igual ni tena que someterse a elecciones anuales. Bajo su larga y muy eficiente administracin, concentr en sus propias manos todo el poder, incluso el de vida y muerte, de guerra y paz, en Italia y en las provincias. Adems, logr una sucesin pacfica del poder para su hijo adoptivo, Tiberio. Su dinasta dur hasta el suicidio de Nern en 68 d.C. Esas reformas dieron gran estabilidad al imperio e inauguraron un largo perodo de pax romana. En general, esa oferta de paz y prosperidad gan mucha simpata en toda la cuenca del Mediterrneo, pero el precio -- el poder absoluto de las autoridades romanas -- fue muy alto y llev a muchos abusos. La expansin de Roma se debi a la hbil combinacin de diplomacia cuando era posible y violencia y crueldad cuando eran necesarias. Al decir de Tcito, "ellos saquean, masacran y roban, y lo llaman imperio; producen una desolacin y lo llaman paz" (Agrcola 30.6), e imponen "una paz manchada con sangre" (Ann 1.1). De Herodes, que hizo matar a casi todos sus hijos como potenciales rivales, el pueblo bromeaba, "es mejor ser el cerdo (hus) de Herodes que ser su hijo (huios)". La crucifixin de Jess, y la ejecucin de Pedro y Pablo en Roma, hicieron de la violencia imperial un tema muy presente en la conciencia de los cristianos. Una amenaza aun ms seria que la persecucin, segn la percepcin proftica de Juan, era la adoracin al emperador como a un dios. Este culto imperial, que ya llevaba una larga historia, era especialmente fuerte en las provincias orientales. Ya hemos mencionado el gran templo al emperador en feso y las presiones sociales de participar en esa idolatra. Los cristianos fieles pagaban un precio muy alto por no conformarse a la religin del imperio. Y la amenaza era mucho ms grave debido a la presencia de los nicolatas, que pretendan adorar a Cristo y a Csar a la vez. Fiel heredero del profeta Elas, Juan plante la disyuntiva radical, "O Csar o Cristo", pero jams los dos.

Como cristiano, pastor y profeta en este contexto, era inevitable que Juan hablara sobre el imperio romano a travs de su libro. No debe sorprendernos la presencia enftica de ese tema; lo sorprendente hubiera sido su ausencia. Estamos acostumbrados a leer el Apocalipsis slo espiritualmente, en clave de predicciones. Nos traumatiza cuando la interpretacin del libro trae temticas polticas, econmicas y sociales, y surge inmediatamente la acusacin de estar "politizando" el evangelio. Es cierto que el mensaje bblico no debe politizarse cuando de hecho no es poltico, o politizarse ms de lo que es. Pero hay otro error que es tambin una infidelidad exegtica, que consiste en "despolitizar" el mensaje bblico cuando de hecho es claramente poltico. Es muy acertado el popular refrn, "Todo es poltico, pero la poltica no es todo". 1. Juan denuncia el sistema poltico del imperio romano: Aunque es el emperador, o su sumo sacerdote en feso, que le tiene preso a Juan en la isla penal, l no duda en protestar los abusos del imperio. Desde el primer captulo Juan declara que Jesucristo es "el soberano de los reyes de las naciones" (1:5; ho arjn tn basilen ts gs) y as constituye a Cristo en rival de Csar, con lo que Juan desafa la autoridad de su perseguidor. En seguida Juan desconoce al trono en Roma, al ver otro trono mayor, establecido en los cielos (Ap 4-5). En esos dos captulos, Juan articula una teologa del poder totalmente opuesto al rgimen imperial. Con la sptima trompeta culmina la primera mitad del Apocalipsis y comienza algo nuevo y distinto. Nace del mandato a Juan a "profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes" (10:11). Es la nica vez que esa frmula cuatropartita incluye "reyes", y denunciar a reyes es lo que Juan prosigue en seguida a hacer: profetiza contra naciones y reyes (Ap 12-19). Con el captulo 12 Juan describe cuatro derrotas de Satans, el dragn, que lo dejan frustrado y furioso. En su desesperacin el diablo organiza un equipo de trabajo, para intentar con una tctica nueva lo que antes no haba podido hacer. Primero saca una bestia del mar, que ejerce el poder del diablo mismo (13:2,4,7), pretende ser dios para recibir adoracin (13:1,4,6) y hace guerra contra los santos (13:7). Ms adelante, Juan presenta un cuarto personaje, la ramera sentada sobre siete montes (17:13,9) y nos informa que las siete cabezas de la bestia son esos siete cerros (17:9), donde reside "la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra" (17:18). De estos datos queda obvio que los creyentes de Asia Menor entenderan que Juan estaba hablando del imperio romano y de Roma, su ciudad capital. Todo el relato de estos dos captulos es para comunicarles que detrs del imperio romano est Satans (13:2,4). Por eso, cualquier adoracin al emperador es simple y llanamente culto satnico, como queda muy claro en 13:4, "y adoraron al dragn que le haba dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia". Qu respuesta ms contundente a la hereja nicolata! La descripcin del imperio romano como una bestia y la ciudad como una ramera fue muy atrevida. En un momento cuando serias amenazas se cernan sobre las iglesias y Juan mismo era prisionero, ese lenguaje era imprudente. Adems, al emplear estos trminos y estos smiles tan chocantes, Juan no slo sigue a Daniel y la tradicin apocalptica sino

tambin adopta el lenguaje de la oposicin poltica dentro del Imperio. Suetonio, en medio de su relato sobre Calgula, dice, "hasta aqu lo del emperador, ahora tenemos que contar su historia como monstruo" (Calig 22). Entre los enemigos de Nern era especialmente comn describirlo como bestia. Filstrato escribe, "He visto muchas bestias fieras en Arabia e India, pero esta bestia, que se suele llamar tirano, no s yo cuntas cabezas tiene, ni como son sus garras ni sus colmillos... Es ms salvaje que las bestias de la montaa y la selva, pues hasta los leones pueden ser domesticados, pero acariciar esta bestia slo la hace crecer en ferocidad y devorar a todo lo que est a la vista. De las fieras nunca se ha sabido que comieran a su propia madre, pero Nern se saci con ese plato" (Vit.Apol. 4:38). A Domiciano, Plinio lo llama immanissima belua ("bestia monstruossima"), "que dentro de su cueva hace correr y lame la sangre de la humanidad" (Panegrico 48:3). Estas descripciones destacaban dramticamente la inhumana crueldad del tirano y su aparente indomabilidad, ms all de todo control humano y racional. La segunda bestia, que el diablo saca de la tierra, tiene cara de un benigno cordero, pero su voz es la voz del dragn, del mismo Satans (13:11-18). Con su buena cara, es "el Ministro de Propaganda" (F.F. Bruce 1969:653; Mounce 1998:257) y "la encargada de relaciones pblicas" de la primera bestia. Lpple (1971:154) lo considera el telogo oficial de la bestia. Para Wink (1986:93) la segunda bestia representa "la maquinaria sacerdotal de propaganda del imperio". Bruce lo relaciona con el culto a Roma y al emperador, floreciente en Asia Menor, y especficamente con el sacerdocio de ese culto imperial en la provincia (CERTEZA 137b). Con su linda cara de cordero, que disfraza su verdadera naturaleza diablica, este falso profeta, al decir de Arens y sus co-autores (1999:1697), promueve una "teologa oficial del Estado" que provee "un excelente ministerio de propaganda" para el desgobierno de la gran bestia. Con esta segunda bestia Juan desenmascara el aparato propagandstico del imperio. La segunda bestia, mejor conocida como el Falso Profeta, imita al satnico dragn, que siempre engaa a las naciones. Sin excluir la posibilidad de una referencia a las seales falsas de los ltimos tiempos, es ms probable que Juan se refera a tcnicas engaosas de los cultos de la poca; estatuas hablantes y relmpagos simulados (13:13-15) eran trucos de uso frecuente en la poca. Otro pasaje del Apocalipsis describe la propaganda de guerra de la bestia como ranas que salen de la boca del dragn y sus dos bestias para ir a todos los reyes de la tierra e incitarlos a la guerra. Parece del siglo XXI! Hoy esas ranas pasean alegres por las pantallas de nuestros televisores todos los das. 2. Juan denuncia el sistema militar del imperio romano: Ya hemos mencionado la violencia y la crueldad en que se basaba el podero romano. El segundo caballo, de color rojo como la sangre, se dedica a quitar la paz de la tierra y poner a la gente a matarse (6:3-4). Para tal efecto, le es dada una gran espada (majaira megale). Ese trmino probablemente significaba una espada retorcida o sable, como era el arma del legionario romano en la expansin del imperio (Arndt Gingrich, p. 497). Juan parece entender que el orden y la paz del imperio se basaban en la violencia, llevando esa "paz manchada con sangre" de que habl Tcito. En un solo ao, 140 a.C., el ejrcito romano dej totalmente

arrasadas a dos ciudades importantes, Corinto y Cartago. De verdad, el imperio romano anduvo por todo el mundo mediterrneo montado en el caballo rojo del terror organizado. Segn el Apocalipsis, el dragn y sus aliados son terriblemente sanguinarios. El dragn rojo pretende comerse al nio apenas nazca. Su agente, la bestia del mar, hace guerra contra los santos (13:7) y la segunda bestia proclama, por medio de una estatua hablante, una sentencia de muerte contra todos los que no adoran a la imagen de la primera bestia (13:15). La ramera, alias Babilonia, est borracha con la sangre de los santos y los mrtires (17.6). En ella est la sangre, no slo de profetas y santos, sino "de todos los que han sido asesinados en la tierra" (18:24). En conjunto el imperio representa un rgimen asesino y bestial. El captulo 16 tiene dos referencias muy claras a la violencia y la guerra. En primer lugar, la segunda copa cambia el mar en sangre y la tercera hace lo mismo con toda el agua dulce (16:3-4). Estas dos plagas recuerdan la primera plaga de Egipto que convirti el Nilo en sangre, lo que una interpretacin juda entenda como castigo por haber manchado las aguas del ro con la sangre de los nios hebreos. En el mismo sentido, el ngel de las aguas explica el significado de estas dos copas que cambiaron el agua en sangre: "Justo eres t, el Santo, que eres y que eras, porque juzgas as: ellos derramaron la sangre de santos y de profetas, y t les has dado a beber sangre, como se lo merecen." (16:5-6) La sexta copa tambin, con irona y cierto humor, denuncia el militarismo. De la boca de los tres personajes diablicos (el dragn y las dos bestias) salen sendas ranas con una tarea mundial: ir a todos los reyes de la tierra e incitarlos a una guerra. Las ranas representan obviamente la propaganda imperial que con sus mentiras promueve la agresin militar (16:13-14,16). La figura de ranas que llegan a todos los palacios del mundo y persuaden a los reyes no deja de ser simptica y chistosa (los reyes conducidos al Armagedn por tres ranas!), pero a la vez el relato nos ensea que la propaganda belicista y mentirosa es satnica. Igual que el jinete del caballo rojo, estas ranas quitan la paz de la tierra y ponen a la gente a matar. 3. Juan denuncia el sistema econmico del imperio romano: Lo que menos se espera encontrar en el Apocalipsis es un anlisis agudo de la economa del imperio romano. Eso se debe en parte a nuestra tendencia a leer este libro fuera de su contexto histrico, y por otra parte nuestro poco conocimiento de la economa del imperio romano del primer siglo, que nos hubiera permitido reconocer estas alusiones. Las evidencias exegticas muestran que Juan tuvo un entendimiento profundo y acertado de temas econmicos, y una gran preocupacin por la justicia econmica..

El Imperio Romano fue el primero en dominar todo el mundo mediterrneo, desde Inglaterra hasta el mar Caspio y las fronteras de los partos al otro lado del ufrates. Jams la humanidad, en toda su historia, haba visto un bloque econmico y comercial tan inmenso, ni ciudad alguna haba cosechado los beneficios materiales del imperialismo como lo hizo Roma. El botn de los triunfos militares, las valiosas obras de arte de Grecia, Egipto y otros pases conquistados, y los constantes tributos de las colonias y provincias, tanto en dinero como en productos, todo flua hacia Roma para llenar de riqueza y lujo a la ciudad capital. Floreci un amplsimo comercio, en beneficio principalmente de la Urbe (y las minoras privilegiadas del Orbe). El Talmud conserva un dicho popular: "al mundo bajaron diez medidas de riqueza, y Roma se qued con nueve". El caballo negro (6:5,6). El tercer caballo, de color negro, es obviamente de carcter econmico. Su jinete lleva una balanza, que smboliza la vida comercial. Despus una voz anuncia los precios de la canasta bsica, que son de verdad precios de espanto: "Un kilo (un qunice) de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un da (un dnarion)" (6:6). Segn el Antiguo Testamento, el vender trigo por peso significaba gran escasez y el correspondiente racionamiento. La voz procede "de en medio de los cuatro seres vivientes" (el orden creado de la vida consciente); no parece ser la de un ngel ni de uno de los cuatro seres vivientes. Se deja intencionalmente ambiguo, pero parece representar algo as como "la voz del comercio", una personificacin de las fuerzas econmicas que pregonan sus precios criminales. El denario era sueldo del jornalero por un da de trabajo, y el qunice, equivalente de 1,079 litros, era la racin diaria de trigo para una sola persona. Cicern nos informa que normalmente el denario compraba doce qunices de trigo y 24 de cebada (In Verrem, 3.81). As el precio de trigo que pregonaban marcaba un aumento de doce veces, y el de cebada, alimento de animales (1 R 4:28) y de los ms pobres (Rt 2:17; Ezq 4:9), un aumento de ocho veces. El tercer caballo corre a galope hoy, y su galopante "inflacin" afecta precisamente a los alimentos indispensables para la sobrevivencia de "los de abajo". En seguida el texto hace otro anuncio: "Pero no daes el aceite y el vino" (6:6): Esta frase es bastante enigmtica, y ha recibido las interpretaciones ms diversas. No faltan los que ven aqu dos smbolos del Espritu Santo. Para algunos, significa que la sequa que produce la hambruna en la regin era todava limitada, de modo que no alcanz a los olivos y las vides, que tienen races ms profundas. Otros sealan que el aceite y el vino son lujos, mientras que trigo y cebada son necesidades. Creemos que Jos Salguero resume la mejor explicacin: unos aos antes, para bajar el precio del pan en Italia, Roma comenz a comprar enormes cantidades de trigo de Egipto y frica. Al caer el precio del pan en Italia, los agricultores romanos cambiaron sus cultivos de granos por la vinicultura. Se produjo entonces una abundancia de vino, de modo que en el ao 92 Domiciano decret que "no se plantasen ms vias en Italia y que en las provincias se destruyesen la mitad o ms" (Suetonio, Domiciano 7). Eso haba de favorecer, con tpica parcialidad, a los vinicultores de Italia en perjuicio de los agricultores de las provincias. Sin embargo, los

latifundistas de Asia Menor se rebelaron contra el edicto de Domiciano, quien a la postre se vio obligado a rescindirlo. El tercer caballo es claramente una protesta enrgica contra el comercio internacional explotador. Mientras el pueblo muere de hambre por falta de trigo y cebada, los latifundistas cultivan uvas y aceitunas para la exportacin lucrativa. Mientras falta la alimentacin mnima de los obreros del campo, abundan los lujos para los terratenientes y los privilegiados de la ciudad capital. Recientemente, Gregory Beale, del seminario teolgico Gordon-Conwell, ha defendido sistemticamente una interpretacin econmica de las primeras trompetas (1999:472-480) y las primeras copas (814-21), con nfasis en la hambruna y la crisis alimentaria como castigo divino. Seala, por ejemplo, que con la segunda trompeta, cuando el mar se convierte en sangre, se destruy, inexplicablemente, una tercera parte de las naves (8:9). Beale interpreta eso, que no es una consecuencia lgica de un mar de sangre, como expresin del juicio divino sobre el comercio martimo (1999:477). La marca de la bestia: totalitarismo econmico: Al fin del captulo 12 el dragn es arrojado del cielo, y en el captulo 13 moviliza todas sus fuerzas para su encarnizada lucha contra la descendencia de la mujer. El captulo 13 es una descripcin del poder poltico (13:110), poder ideolgico (13:11-15) y el poder econmico (13:16-18) del satnico imperio. Sorprende un tanto que el captulo 13 termine precisamente con la opresin econmica, como su punto culminante. Sorprende tambin que la horrenda "marca de la Bestia", que planteaba una opcin de vida y muerte para los cristianos, tenga en su contexto un solo punto de referencia, de carcter econmico: el poder comprar y vender. La funcin de la marca es una sola, el controlar en forma total la vida econmica de todos, de la cual depende la existencia misma de cada uno. Representa un boicoteo de los negocios y el control del empleo de los que no se afilian a la Bestia. Significa la deshumanizacin y la muerte lenta, mediante las fatales sanciones econmicas, que se aplican en servicio de un sistema injusto, discriminatorio, que es a la vez sacralizado y diablico. Aplasta al no-conformista y al des-adaptado, que no lleva las "marcas" del sistema opresor. El imperio romano nunca practic este tipo de bloqueo ideolgico discriminatorio para estrangular econmicamente al sector de la poblacin que discrepaba de su sistema. Tampoco aparece nada parecido en otros escritos apocalpticos. Ese hecho revela la originalidad de Juan y su marcada concentracin en los temas econmicos. Muy lamentablemente, desde el siglo pasado se ha comenzado a aplicar este tipo de bloqueo econmico discriminatorio slo por el delito de no estar de acuerdo con la ideologa oficial de determinado pas. La ramera, su fornicacin y su borrachera (Ap 17-18): El simbolismo del relato de la ramera plantea unas preguntas un poco curiosas: Cmo pudieron los reyes de la tierra

fornicar con una ciudad (Babilonia, la ramera; 17:2,18)? Qu significa que las naciones "bebieron el excitante vino de su adulterio" y se emborracharon (18:3)? Pablo Richard (1994:159) seala la relacin de las palabras porn (prostituta), porneia (prostitucin), y porneu (prostituirse) con el verbo extra-bblico de pernmi, vender, venderse. Richard percibe esa misma connotacin comercial en este texto: los reyes se prostituyen en Roma, donde se venden por una cuota de poder y riqueza. Como comenta Pikaza (1999:191), Roma era "un mundo que se vuelve compra-venta" de vidas y almas, poder y riqueza. En el AT, especialmente en los escritos profticos, el adulterio (o fornicacin) y la prostitucin fueron smbolos muy comunes para diversas formas de desobediencia y pecado, mayormente de Israel pero tambin de otras naciones. La frecuente idolatra de Israel se describa como adulterio, por ser infidelidad a su pacto con Dios, entendido como un matrimonio (Dt 31:16; Is 57:3-13; Jer 5:7; Ezq 43:7,9 y algunos otros pasajes). En dos casos los profetas acusan a otras naciones de prostitucin. Isaas, despus de denunciar a Tiro larga y vehementemente por su explotacin comercial de otros pases, lo tilda de ramera (23:17-18). En los mismos trminos, Nahum denuncia a Nnive, capital del poderoso imperio asirio, como "ciudad sedienta de sangre... insaciable en su rapia (3:1), "esa ramera de encantos zalameros, esa maestra de la seduccin" (3:4). Nahum condena tambin el comercio de Nnive ("Aumentaste tus mercaderes ms que las estrellas del cielo", 3:16) y a sus dignatarios y oficiales (3:17). Franz Delitzsch describe la "prostitucin" que menciona Isa 23:17-18 como "actividad comercial" que "con miras slo a la ganancia material, no reconoce ningn lmite divinamente establecido, sino realiza un trfico promiscuo con todo el mundo, como una prostitucin del alma". Swete tambin lo comenta en este sentido: "Aunque la acusacin de `fornicacin' podra justificarse ampliamente por las condiciones morales de Roma bajo el imperio, es probable que se refiere principalmente a la total venalidad de la capital, que estaba dispuesta en cualquier momento a vender cuerpo y alma por un buen precio" (1951:184). Puesto que el nfasis central de Apoc 18 es fuertemente comercial y econmico, parece que la "fornicacin" de 17:2 y 18:3 se refiere particularmente al espritu mercantil de la capital imperial. Peor an, Roma ha exportado su corrupcin y su consumismo a todo el imperio, hacindoles a las naciones beber del vino de su pasin impura (14:8 griego; Swete) y embriagndoles con el influjo intoxicante de su lujo, su vicio y su idolatra (17:3). Roma estaba ebria con la euforia de su riqueza y su podero (18:7) y seduca y emborrachaba a las naciones con el mismo espritu. El desarrollo posterior de este texto demuestra a las claras que la prostitucin y la borrachera de la ramera consista en la seduccin embriagante de sus lujos: "ella se entreg a la vanagloria y al arrogante lujo" (18:7) y "los reyes de la tierra cometieron adulterio con ella y compartieron su lujo" (18:9). Fue mediante este comercio internacional de lujos ("frutos codiciados, cosas suntuosas y esplndidas", 18:14) que "sus

comerciantes eran los magnates de la tierra" (18:23; cf. 18:3,15). Era una especie de "lujolatra" muy parecida al consumismo desenfrenado de nuestro tiempo. El lamento de los comerciantes: Lo ms explcitamente econmico de todo el libro del Apocalipsis es la endecha de los comerciantes (18:11-17) y de los transportistas martimos (18:17-19) por la destruccin de Babilonia. Junto con los reyes aliados, que lloran la prdida de su poder poltico (18:9-10), los comerciantes internacionales del imperio lamentan a gritos la prdida de la gran fuente de su fortuna. El pasaje es largo, sumamente detallado y especfico, y con fuerza abrumadora denuncia el comercialismo y la lujolatra del Imperio Romano. Juan reproduce, como si fuera el "registro de cargamento" de un barco, la lista de casi 30 productos del ms exquisito lujo. Tanto detalle hace sospechar que Juan frecuentaba los muelles de feso para conversar con los marineros. Ezequiel, en un pasaje muy parecido que sin duda le inspir a Juan, desglosa una lista aun ms larga de los productos del comercio de Tiro (Ezq 27:3-36; 51 productos!). Lo sorprendente es que las dos listas son distintas, porque cada una corresponde al comercio de su momento histrico. De la lista de Ezequiel, Apocalipsis omite unos 25 productos, entre ellos ciertas maderas (pinos, encinas, cipreses); algunos bordados y telas; tres metales (hierro, estao, plomo); bano, topacio, corales, rubes; mulas y chivos. La lista del Apocalipsis aade unos diez productos: perlas, seda, escarlata, mrmol, mirra, harina refinada, carruajes y esclavos. Estos productos procedan de todo el mundo conocido, desde Inglaterra hasta la China; llegaban a Roma comerciantes y embajadas aun de los pueblos orientales. Augusto haba organizado muy bien la patrulla marina que controlaba la piratera e hizo posible el constante movimiento comercial. Plinio informa que una flota de ms de 100 barcos viajaba constantemente al Mar Rojo y a la India (Hist.Nat. 12.41). El trfico martimo entre Alejandra y Roma, con duracin de unos 10 das, era especialmente nutrido. Un eficiente sistema bancario y crediticio, y la unidad monetaria del imperio, facilitaban mucho todo este comercio. Unos datos al azar darn una idea de la magnitud de este comercio. Segn Plinio (Hist.Nat. 12,41,2), cada ao el imperio gastaba cien millones de sestercios en perlas de Arabia, India y China. Se practicaba la minera en Espaa, Bretaa, y al norte del Danubio; las minas generalmente pertenecan al estado, y los mineros eran en su mayora esclavos. El lino vena de Egipto, la prpura de Fenicia (extractada por un proceso sumamente laborioso y costoso), y la seda de China. La "madera olorosa" (citum, o tuya), trada desde Argelia, se utilizaba en muebles lujosos, que a veces tenan un precio equivalente a un latifundio de 122 hectreas por una sola mesa (Plino, Hist.Nat. 13,20,30). El cinamomo de China vala unos 300 denarios por libra, y el amomo de India y otros lugares costaba unos 60 denarios por libra. Tambin venan coches, a veces adornados con plata.

Llama poderosamente la atencin que tanto la lista de Ezequiel como la de Juan corresponde detalladamente a su contexto, a los productos de lujo que de hecho se transportaban en su poca. En el ao 95 d.C. la lista no pudo ser igual que la de Ezequiel en el ao 600 a.C. Por supuesto, sera muy diferente una lista de productos de lujo de nuestro siglo XXI (automviles Mercedes Benz, relojes Rolex, televisoras, microondas). Tampoco es posible espiritualizar los productos, para interpretarlos simblicamente. Estos hechos muestran a las claras que Juan estaba pensando econmicamente, con mucho conocimiento del tema, y que tambin aqu, casi llegando a finales de su libro, Juan sigue pensando en el imperio romano. 4. Juan denuncia el sistema ideolgico del imperio: Todo sistema poltico tiene una infraestructura ideolgica, que a menudo es religiosa. Tal fue el caso del imperio romano. Aunque el mundo greco-romano tena una abundancia de deidades, y no era problema agregar uno ms o no agregarlo, los romanos del tiempo del N.T. buscaban consolidar la unidad del imperio mediante una religin comn de todo el imperio, y una religin explcitamente poltica, de adoracin al emperador. Los nicolatas se sentan muy inclinados a acomodarse con esa religin oficial del sistema imperial. El libro del Apocalipsis elabora lo que podemos llamar una "demonologa del imperialismo". Detrs de todas las estructuras polticas, econmicas y sociales del imperio, el autor percibe fuerzas espirituales en combate mortal. La lucha entre el imperio y la iglesia, entre el emperador y los cristianos, es el "proscenio" en primer plano de este otro drama todava ms vasto y decisivo. Contra el trono de Dios y del Cordero, se levanta el "trono de Satans" (2.13) y su bestia feroz. El libro comunica esta teologa antiimperialista por medio de un fascinante drama, de cuatro personajes malvolos. El dragn es un monstruo cocodriloide que se identifica con toda claridad como "la serpiente antigua, que se llama el Diablo o Satans, el cual engaa al mundo entero" (12:9; 20:2). El dragn comienza su campaa con una lucha cobarde contra una mujer encinta y un nio. Pero en esa lucha, sorprendentemente, nada le va bien y termina desesperado. En la furia de su frustracin, el diablo decide crear el imperio romano! El captulo doce (que debe incluir 13:1) enseaba a los primeros lectores dos verdades muy importantes. Primero, el imperio romano es un invento de Satans. El dragn ha dado su mismo trono y autoridad al emperador, y por lo tanto, adoracin al emperador es culto al diablo. La ideologa del imperio es un invento de Satans. En segundo lugar, les explica que el diablo est tan furioso porque ha sido derrotado y humillado. Detrs de la persecucin de los cristianos de Asia Menor est la victoria definitiva del Cordero sobre ese dragn. Eso les permiti ver en la misma persecucin que sufran, la seal firme y segura de la victoria del evangelio. Mientras la victoria celestial en el captulo 12 es obra directa de Dios, la victoria en la tierra, para la iglesia metida en la realidad histrica (cap. 13), es por fidelidad hasta el martirio (cf. 12:11). La Bestia, evocada del mar por el mismo diablo, es agente fiel de su progenitor. Este

extrao monstruo es una amalgama de las cuatro bestias de Daniel 7, que tambin salieron del mar. Juan cambia muchos detalles del relato de Daniel, omite lo que no le interesa y aade otros detalles que corresponden a su propio contexto. Las bestias de Daniel 7 fueron cuatro, por ser cuatro imperios enemigos de Israel. En el Apocalipsis es una sola bestia, con una extraa mezcla hbrida de las cuatro en una sola, porque haba un solo enemigo frente a la iglesia: el imperio romano. Esta bestia tiene siete cabezas (detalle ausente en Daniel), que segn 17:9 representan las siete colinas de Roma y a la vez siete de sus reyes. Estos detalles confirman la conclusin de que el imperio romano es una bestia al servicio de un dragn. La ideologa del imperio es una religin satnica. Hoy da, el verbo "satanizar" tiene un significado peyorativo, como uno de los peores pecados en la tica social y poltica. De cierto, es muy peligroso absolutizar alguna postura poltica, como el supremo bien, y demonizar otras como el mal absoluto. Juan, sin embargo, nos ensea que de hecho el diablo se mete en la poltica, y mucho. Juan reconoce la presencia de Satans en la esfera poltica y no tiene reparos en "satanizar" al imperio romano. Tan errado es ver al diablo donde no est, como no verlo donde s est. Una tarea de la tica poltica cristiana, para la iglesia como comunidad proftica hoy, es discernir y sealar las fuerzas satnicas en los procesos polticos, desde la ptica del reino de Dios y su justicia. Por eso, ausentarnos de la poltica puede significar dejarle la cancha al diablo. El falso profeta (13:11-18): Esta segunda bestia, con cara de cordero pero voz de dragn, procede de la tierra, lo que sugiere que probablemente era un personaje conocido en Asia Menor. Barclay observa al respecto que el culto al emperador no se impuso desde arriba, desde Roma, sino al contrario surgi desde abajo promovido por los pueblos de provincia (p. 323). En ese proceso, toda la organizacin poltica y religiosa de las provincias, con sus magistrados, dicesis, y sacerdocios regionales, haca su aporte a la promocin del culto imperial. As fue como la segunda bestia surgi "de la tierra" asitica (pp. 326,338). Aunque la segunda bestia parece inocente y relativamente dbil, de hecho "ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de sta" (13:12 BJ). Como representante oficial del imperio y Sumo Sacerdote de la religin imperial, logra que las masas rindan culto a la imagen del emperador. Persuade a la gente erigir una inmensa imagen del emperador como objeto de su adoracin (13:14-15), y utiliza cuatro mtodos para engaar a la gente e inculcar la idolatra imperial: (1) la poderosa retrica de su "voz de dragn" (13:11); (2) sus sensacionales prodigios (13:13-15); (3) severas sanciones econmicas contra quienes no reciben la marca de la Bestia (13:16-18); y (4) la pena de muerte contra los "disidentes" que no la adoran (13:15). Como "Ministro de Propaganda", el falso profeta promueve "la ideologa del poder" que sacraliza al imperio (Barsotti, op.cit. pp. 180-185.). Cullmann (op.cit., p.92) resume muy bien su funcin dentro del sistema total:

La segunda bestia representa el poder de la propaganda religioso-ideolgica del Estado totalitario. En esta pretensin seudo-religiosa se manifiesta lo diablico de este falso profeta, que se presenta como si fuese el verdadero profeta del verdadero Dios. En realidad hace propaganda para su dueo, el diablo, el Estado totalitario.... Todo Estado totalitario necesita una ideologa que sea una parodia de la fe. El tema central en la exposicin de estos tres personajes -- el dragn, la bestia y el falso profeta -- es la denuncia de la idolatra en que se fundamenta el imperialismo, con sus reclamos de poder absoluto. Era una idolatra sutil, a menudo velada, capaz de seducir tambin a muchos cristianos, como los nicolatas. En su mensaje anti-idoltrico, Juan sigue a la iconoclasia de los profetas hebreos. La denuncia de ellos debe darnos mucho que pensar ante los nuevos dolos del mundo moderno. La Ramera (Ap 17-18): Hemos visto que la ramera, conocida tambin como la gran Babilonia, simboliza a la ciudad capital del imperio. Se caracteriza por dos vicios: la prostitucin y la embriaguez. Por eso la denuncia contra ella se concentra con mucho nfasis en los aspectos del poder econmico y poltico y en su sangrienta persecucin de todo disidente (17:6; 18:24; 19:2). En todo imperio, el centro (la capital y las cabeceras provinciales con sus lites) siempre se enriquece a expensas de la periferia empobrecida. En el caso de la ramera, a diferencia de las dos bestias, hay muchas y claras referencias a los pecados econmicos pero el texto no tiene ninguna referencia a su idolatra. El cap. 17 es rico en irona vigorosa y hasta burlesca. En la poca de la Pax Romana, cuando la "Ciudad Eterna" pareca invencible y muchos pueblos adoraban a la dea Roma, el profeta pinta un cuadro totalmente diferente. Roma se cree diosa pero no la es; ms bien, es todo lo contrario es la gran Ramera, madre de todas las rameras! La iglesia, en cambio, es madre pura (12:1-2) y la "desposada, dispuesta como una esposa ataviada para su marido" (19:7, 21:2,9). La prostituta cabalga, no sobre un caballo blanco como si fuera diosa en alguna estatua ecuestre, sino sobre una repugnante bestia escarlata, con siete cabezas y diez cuernos. El imperio romano es una bestia, inspirada por un dragn, y la ciudad capital es una ramera que anda montada sobre ella, borracha con sus nauseabundeces y con la sangre de sus vctimas (17:6; 18:24). Este "drama del dragn", de que la ramera es el ltimo personaje, tiene profundo significado teolgico, tanto para la demonologa como para la teologa de la poltica. A diferencia del nfasis en los evangelios sinpticos sobre la posesin demonaca de individuos, en Pablo y el Apocalipsis Satans se mueve casi exclusivamente al nivel de "poderes y potestades". En este relato el dragn, detrs del imperio, es el Diablo mismo. La Bestia simboliza al imperio como tal, y el falso profeta a todas las fuerzas religiosas e ideolgicas (sacerdocio oriental, culto imperial, magia, filosofa) que se ponen a las rdenes del imperio. Y la tremenda prostituta, montada sobre la Bestia, es la gran Roma, capital del imperio. La ramera, que aparece por primera vez en el captulo 17, desaparece del escenario a

finales del mismo captulo cuando es desnudada y quemada por su amantes (17:16-17). Un detalle interesante, y muy hermoso, es la simetra con que Juan estructura este largo relato. La ramera, ltima en entrar al escenario, es la primera en salir. Las dos bestias, que aparecieron en segundo y tercero lugar (13:1,11), son tambin segunda y tercera en ser juzgados, cuando son lanzadas al lago de azufre y fuego (19:20). Eso deja al dragn slo, igual que estaba a finales del captulo doce. Sorprendentemente, Dios no echa al diablo tambin al infierno, junto con sus dos aliados, sino le da mil aos de prisin preventiva (20:1-3). Esto da mayor fuerza dramtica al final de relato: el dragn, cuando es liberado, no ha cambiado nada y pretende provocar otra guerra ms (20:7-10) y ahora s, al fin, es tambin lanzado al castigo eterno. De ese modo, el primero en entrar (12:3) es el ltimo en salir. Conclusin: Como preso y como pastor de siete congregaciones amenazadas por el imperio, a Juan no le convena inmiscuirse en temas que no afectaban directamente a la iglesia, como por ejemplo el militarismo o los precios de los granos bsicos. Pero como profeta, no pudo callarse. De la misma manera que levant la voz por todas las vctimas de la violencia, sean cristianas o no (18:24), tambin pronunci su palabra proftica sobre los graves problemas sociales de su tiempo. Juan viva con el corazn en el cielo y los pies bien puestos en la tierra. Tuvo visiones de Dios, y muchas, pero tambin tuvo una visin muy realista de las crudas realidades del imperio romano. En el cielo oy el cntico de millones de ngeles (5:11-12), pero en la tierra donde viva escuchaba con compasin el clamor de los hambrientos y empobrecidos (6:3-6). Realiz su misin proftica entre dos tronos, uno que estaba en Roma y el otro en el cielo, establecido y firme por los siglos de los siglos. Su clara visin del trono eterno transform su visin del trono imperial. Que Dios nos ayude a seguir el valiente ejemplo de este hroe de la fe!