Adolfo Colombres Del Mito Al Cuento
Adolfo Colombres Del Mito Al Cuento
Adolfo Colombres Del Mito Al Cuento
El mito, en tanto estructura con un significado, puede desplegarse de un modo u otro en cualquier gnero, aunque en tanto relato conforma un gnero aparte, asociado a la leyenda y el cuento por algunas similitudes. Pero mientras el cuento configura en todos los casos una ficcin reconocida como tal por los narradores y receptores, el mito es vivenciado como un relato sagrado, y por lo tanto como una vera narratio, tal como lo sealara Vico en 1725
El mito, en tanto esqueleto del mundo simblico, no solo es una parte de la realidad, sino lo ms significativo de ella, como si los sentidos se concentraran en l para componer los paradigmas de la cultura e instrumentar esa otra va a la comprensin del mundo que es el pensamiento (o la "lgica") simblico. Este no sustituye al analtico, sino que lo complementa con su recurrencia a la analoga para buscar equivalencias entre los distintos aspectos y niveles de la realidad natural y social. En la medida en que responde a las preguntas primordiales que se formulan las sociedades humanas, como las de dnde vienen y adonde van, el mito constituye el fundamento de toda verdad, el punto de partida ineludible de una antropologa filosfica. Detrs del mito pueden esconderse hechos histricos de un pasado lejano, pero eso no lo convierte en un relato histrico, tal como lleg a sostenerlo la Escuela Histrica de Alemania y Estados Unidos, y Rivers en Inglaterra. Considerarlo as es negar la especificidad del pensamiento simblico, del que el mito constituye su principal manifestacin, y caer adems en una incorreccin metodolgica, pues lo que no fue probado debidamente no puede ingresar en el campo de la historia cientfica. El mito proyecta la existencia a lo sagrado. Por l se deja de vivir en el mundo cotidiano y se penetra en un mundo transfigurado, modulado por la imaginacin y el deseo, de lo que constituye acaso su ms depurada expresin. 19
El tiempo del mito es el tiempo primordial, aquel en el que las cosas comenzaron a ser, fueron por primera vez. Por lo comn, es ubicado en un tiempo anterior a las cronologas registradas e indeterminado, aunque no faltan casos en los que se le da una ubicacin ms o menos precisa en tales registros, como lo hicieron los aztecas con las eras de los soles. Hay quien seala que el tiempo del mito no es un tiempo pasado, sino un tiempo metahistrico, que comprende tambin el presente y el futuro, por la misma concepcin circular que suele regirlo, hasta el extremo de que, por ejemplo, Mircea Eliade ve en el mito del eterno retorno un elemento fundamental de toda mitologa. As, para los mbyguaran, el espacio-tiempo transcurre circularmente, retornando al origen cada ao. Pero esta idea circular del tiempo que se observa en los mitos no debe ser entendida como una clausura al cambio, a la innovacin, y por lo tanto un ponerse de espaldas a la historia. Conforma a lo sumo un argumento que ser cada tanto recreado, reinterpretado para ajustarlo a las nuevas circunstancias de la existencia social. Para comprobarlo, basta con realizar un estudio diacrnico de algunos mitos y de la naturaleza misma de los procesos de mitognesis. El mito "quiere" que los significados estn dados de una vez para siempre, pero su estructura no es impermeable a todo cambio de significacin, aunque el cambio opere en l con mayor lentitud que en el mundo fenomnico (lo que no es de extraar, pues su funcin es catalizar en paradigmas los ncleos de las experiencias histricas, y no experimentar por su cuenta).
El mito (...) recorta una determinada zona de la vida y la dota de una alta significacin para proyectarla a la esfera de lo durable
El espacio del mito es tambin un espacio sagrado, distinto del cotidiano, aunque reproduzca con otro registro y libradas de los males de la historia las mismas referencias culturales, como se observa, por ejemplo, en el caso de los guaranes. Es frecuente que el narrador se detenga a describir el mismo, y sobre todo cuando se quiere diferenciarlo del espacio real habitado por el grupo. Estas descripciones son menos frecuentes en la leyenda, y muy raras en el cuento.
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Conocer un mito es abordar el secreto de un origen y adquirir de este modo cierto poder o control sobre las cosas a las que se refiere. Sus temas centrales aluden al origen de los dioses (teogona), del mundo (cosmogona) y de los hombres (antropogona), pero tambin tratan de las hazaas de los hroes culturales y hasta de personajes secundarios. No obstante, son casi siempre etiolgicos, desde que buscan explicar por qu algo existe o sucede. El mito, al igual que el arte, recorta una determinada zona de la vida y la dota de una alta significacin para proyectarla a la esfera de lo durable. Es decir, ciertos hechos que se consideran relevantes son sustrados de la banalidad, convertidos en imgenes y fijados en el espacio de la intensidad y la luz, como un modelo para emular o para resolver una contradiccin. Es por esto que alguien dijo que toda imagen es un mito que comienza su aventura (o sea que puede, con suerte, devenir un mito). El mito se manifiesta con una gran riqueza en el mundo indgena de Amrica, desplegndose en mltiples estilos tnicos de narracin an escasamente estudiados. Hay sociedades que imponen una fiel y exacta transmisin de los mitos, no permitiendo ninguna frase y ni siquiera una palabra fuera de lugar, mientras que otras valoran la creacin potica, convirtindola en motivo de prestigio. La leyenda es un relato que tambin da cuenta del origen de una cosa, pero no se remonta con igual fuerza al illo tempore y el espacio sagrado, ni posee la compleja estructura del mito. Mientras este tiende a definir un universo coherente, aquella toca aspectos aislados, como si fuera el remanente de un sistema simblico desaparecido. Malinowski observa tal fractura de la continuidad del testimonio en el caso de las leyendas, y destaca que estas se inscriben en el mbito de las cosas que ordinariamente experimentan los miembros de una sociedad. Aunque tienen asimismo un valor paradigmtico, este es menor al del mito. Se podra decir por eso que la leyenda es un mito parcialmente desacralizado, o, a la inversa, un cuento en proceso de sacralizacin. Al menos en Amrica, ello resulta claro. En Europa la leyenda hunde sus races en lo histrico y aristocrtico, apelando ms a lo racional que a lo simblico, como lo ponen de manifiesto las sagas, principal fuente de la que se desprendera. En la saga el hombre se enfrenta con otros hombres y con la naturaleza, no con fuerzas sobrenaturales, y a menudo es derrotado, culminando en la tragedia. Nuestras leyendas suelen ser tambin trgicas, mas por el simple motivo de que algo debe morir para que algo nazca; transformacin en la que opera la fantasa
creadora de lo maravilloso. Es por eso que en Amrica las sagas son ms mticas que histricas y legendarias, y para su comprensin habr que recurrir, por lo tanto, ms al pensamiento simblico que al analtico. El cuento puede ser visto como la desacralizacin final de un mito, pero tambin como un mito que comienza su aventura desde lo profano y lo ldicro. Porque siempre el cuento, se dijo, es vivido como ficcin, algo que refleja la realidad pero no es la realidad. Se trata de un gnero tan antiguo como el mito, por lo que no se puede determinar cul naci primero. Es que el origen mismo de los relatos antiguos que an se cuentan en las sociedades tradicionales del mundo, sean mitos, leyendas o cuentos, es incierto. La tesis difusionista postul a lo largo de los aos que tuvieron un origen indoeuropeo, y que desde all se difundieron a otros lugares como un prstamo cultural que se adaptaba a las distintas circunstancias. El evolucionismo, basndose en pruebas de carcter etnogrfico y en la unidad esencial del pensamiento humano, defendi la teora del origen mltiple, o sea, en distintos tiempos y espacios. En lo que se refiere a los mitos, la creacin independiente suele ser manifiesta, pero en los cuentos populares que circulan por Amrica, incluso en los sectores indgenas, la norma parece ser un proceso bastante acentuado de difusin, como puede observarse al comparar los corpus narrativos.
Nuestros mitos y leyendas suelen carecer de un final feliz, y dejan poco sitio a lo emotivo y romntico
La coleccin ms antigua de cuentos de la que se tiene noticia sera el Panchatantra (Los Cinco Libros). Se compone de fbulas escritas en snscrito, de origen desconocido, que se usaban en la India para educar a la casta de los brahmanes. En el ao 1400 a.C. se registran ya cuentos en Egipto. De las colecciones primitivas europeas traducidas al francs entre 1560 y 1576 nacieron los famosos cuentos de hadas, los que alcanzaran gran popularidad a fines del siglo XVII por obra del escritor Charles Perrault (1628-1703), quien vino as a retroalimentar una oralidad desvanecida casi por completo. Entre 1812 y 1814, Guillermo y Jacobo Grimm publicaron sus recopilaciones de cuentos de Alemania, teorizando a la vez sobre este tipo de cuentos desde la perspectiva del romanticismo. Otros autores se sumaron luego generali-
zando la creencia de que este subgnero era de difusin universal. Pero en verdad, poco y nada tienen que ver los mitos y leyendas de la tradicin americana con los cuentos de hadas, y lo mismo cabe decir de los de frica. Su estructura es diferente. Nuestros mitos y leyendas suelen carecer de un final feliz, y dejan poco sitio a lo emotivo y romntico. Podra decirse que el cuento de hadas vino a cubrir en Europa el vaco dejado por la muerte de las antiguas mitologas, recreando experiencias y situaciones arquetpicas a travs de las cuales el nio, y tambin el hombre, pudieran identificarse. Huida de la razn, salto hacia ese tiempo dorado (aunque a menudo cruel) en que se comparta el mundo con los dioses y los animales dialogaban con los hroes, ayudndolos en los trances difciles. En definitiva, mero afn de regreso a una magia en la que buena parte de Amrica vive an inmersa, sin necesidad, por lo tanto, de recurrir a sucedneos, a reconstrucciones. Los pasajes del mito al cuento y del cuento al mito se vuelven aqu naturales, casi inadvertidos, pues por momentos se borran las fronteras. Lvi-Strauss observ que un mismo relato era narrado por un grupo tnico de Brasil como un mito, y por otro como un cuento. Si bien habr casi siempre diferencias estructurales entre ambos tipos de relatos, lo determinante en ltima instancia ser la vivencia que de ellos se tenga. Los cuentos de hadas que circulan a nivel popular fueron tomados de la tradicin europea en pocas ms o menos recientes, y adaptados a nuestros contextos especficos. Tambin otros tipos de cuentos que se han recogido entre los sectores campesinos e incluso indgenas de Amrica, revelan marcadas influencias de Europa, de Asia y hasta de frica. Lo prueban tanto la obviedad de muchos de sus elementos (prncipes, ogros, dragones, serpientes de siete cabezas, etc.) como el estudio de tipos y motivos conforme a las clasificaciones de Aarne-Thompson, por lo que se debe centrar el anlisis en las innovaciones argumntales (variantes), en su adaptacin a la cultura especfica y en el estilo, pues en ltima instancia es esto lo que los legitimar como productos genuinos de nuestra literatura popular. En 1928 Vladimir Propp public Morfologa del cuento, obra que intenta superar el estudio de los motivos para centrar el anlisis del cuento maravilloso popular en las funciones narrativas, lo que le permiti pasar del atomismo al estructuralismo. Las funciones de los personajes son para l los elementos constantes y repetidos del cuento maravilloso. Dichas funciones no son infinitas como los verbos, sino que quedan reducidas a treinta y uno. 21
Estos tres gneros estn claramente demarcados en la mayor parte de las culturas. Malinowski registr en las islas Trobriand el relato histrico (vivido o presenciado por el narrador o por otro miembro de la comunidad); la leyenda, con las caractersticas sealadas; los cuentos de odas, sobre pases lejanos o sucesos antiguos; y los cuentos sacros o mitos, llamados liliu. Los winnbago, al igual que la mayora de los indios norteamericanos, distinguen claramente entre el mito, como relato sagrado no marcado por la tragedia (lo que lo diferencia de los mitos griegos), y los cuentos llamados realistas, tanto verdicos como ficcionales, marcados por los padecimientos de la historia: guerras, pestes, hambres, crmenes, traiciones, choques culturales. Tambin los pawnec diferencian las historias falsas de las historias verdaderas, ubicando entre las primeras a los mitos cosmognicos y las hazaas de los hroes primordiales. No deja de resultar curioso que los relatos de ciertos hechos efectivamente acaecidos sean considerados falsos, mientras que los del mundo mtico sean tenidos por verdaderos, como si una poderosa intuicin les advirtiera que la realidad pasa ms por el orden simblico que por el fenomnico. Tambin los tobas de Argentina diferencian los mitos sagrados de los cuentos profanos; a los primeros llaman "historias de endeveras", y a los segundos "historias de jugando". Buenaventura Tern se sorprendi ante la comprobacin de que tanto el Guayaga Lachig (zorro) como el hroe cultural Kaagay Taynik, que desempean el papel de tramposos en esta narrativa, protagonizaban indistintamente y en forma continuada historias que se insertaban en ambas categoras, sin que se advirtiese siquiera un cambio de identidad en dichos personajes, lo que da cuenta de una gil dialctica entre lo sagrado y lo profano.
Tambin los tobas de Argentina diferencian los mitos sagrados de los cuentos profanos
Debemos referirnos aqu tambin a la fbula, un tipo de cuento originario de Oriente y cultivado en Europa por autores como Esopo, Fedro, La Fontaine y Samaniego. An forma parte en este continente de la literatura popular, como una oralidad secundaria. Su trasvasamiento a Amrica se dio tanto por la va oral como por la escrita, y de esta manera varias lograron legitimarse a un nivel popular. Su principal caracterstica es ocultar una enseanza moral bajo el velo de una ficcin en la que intervienen animales. La literatura culta las registra generalmente en verso, pero a nivel popular se dan casi siempre en prosa. El peligro estriba en llamar fbulas a los relatos indgenas y campesinos de animales, simples divertimentos que carecen por lo comn de una intencin moralizante especfica (aunque no del ethos que subyace en casi toda literatura popular), no se narran por cierto en verso y responden a una tradicin narrativa muy distinta, que colinda a veces con el mito. Hacerlo es alimentar un reduccionismo tan fcil como empobre-cedor. Junto a los cuentos populares estn tambin los casos o sucedidos, por lo comn menos estructurados que aquellos, de escaso desarrollo y una pretensin de veracidad que puede resultar cierta, al menos en parte, por transcurrir en una zona fronteriza con lo real, ms cerca de la crnica que de la ficcin.
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