Enrique Anderson Imbert (L)
Enrique Anderson Imbert (L)
Enrique Anderson Imbert (L)
Estilo
Enrique Anderson Imbert (1910-), naci en Argentina. Manifest su preferencia por el relato breve, aunque escribi tambin dos novelasVigilia y Fuga. Sus cuentos se publicaron por primera vez en el diario argentino La Nacin hacia 1930. Para l, los cuentos breves son la mejor manera de expresar su filosofa y pensamiento. El grimorio(1961) es una antologa de cuentos breves. La forma con la que escribi fue llamada caso y se caracteriza por su brevedad e ingenuidad. El gato de Cheshire (1965) es otra antologa de cuentos. Deca Anderson Imbert: Si pudiera, me gustara narrar la pura intuicin, sin embargo, se me obliga a darle substancia. sta, la describo con dos tipos de tinta, una tachable y la otra, indeleble. Cuando se borra la substancia, all queda una huella de la intuicin como la sonrisa en el aire: la sonrisa del gato de Cheshire. Anderson Imbert, es tal vez, uno de los escritores ms famosos del cuento breve, incluso el denominado microcuento se atribuye especialmente a los relatos suyos.
El estilo:
El arte de contar, como cualquier otra actividad de la conciencia, transforma la realidad en smbolos. Una de sus funciones es reemplazar la vida con la ficcin. Pues, Anderson Imbert se apoya en un mnimo de realidad y opera con un mximo de fantasa. Desde entonces ha combinado por lo menos tres grupos de ficciones segn que en ellas predomine lo sobrenatural, lo extrao o lo lcido.
Lo sobrenatural: En la accin que narra irrumpe de pronto un prodigio. Como explicacin de lo inexplicable interviene un agente misterioso: un dios, un demonio, un duende.
Lo extrao: Adems de aventuras maravillosas suele contar aventuras extraas. En vez de presentar la magia como si fuera real, presenta la realidad como si fuera mgica. La estrategia es sugerir un clima sobrenatural y deformar la realidad en el magn de personajes lricos o neurticos.
Lo lcido. Otros cuentos no inventan ni insinan magias pero juegan con una situacin verosmil hasta desprenderla de la realidad. Procura siempre convertir modestas ancdotas en lujosos artificios.
La araa
Sent algo en la mano, mir y era una araa.
Qu haces aqu?
Entonces fui a decirle: no quisiera molestarte, pero ste es mi mundo, y debes irte
...
...
Casi
Ah, es que no me quieres! se quej Jacinta. Y yo, y yo qu hago? Me vas a dejar aqu, sola?
S, es cierto. No puedo dejarte. Bueno, no llores ms. Uff! Basta. Me quedo. No te digo que me quedo, sonsa?
Y se qued.
El crimen perfecto
Cre haber cometido el crimen perfecto. Perfecto el plan, perfecta su ejecucin. Y para
que nunca se encontrara el cadver lo escond donde a nadie se le ocurrira buscarlo: en un cementerio. Yo saba que el convento de Santa Eulalia estaba desierto desde haca aos y que ya no haba monjitas que enterrasen a monjitas en su cementerio. Cementerio blanco, bonito, hasta alegre con sus cipreses y parasos a orillas del ro. Las lpidas, todas iguales y ordenadas como canteros de jardn alrededor de una hermosa imagen de Jesucristo, lucan como si las mismas muertas se encargasen de mantenerlas limpias. Mi error: olvid que mi vctima haba sido un furibundo ateo. Horrorizadas por el compaero de sepulcro que les acost al lado, esa noche las muertas decidieron mudarse: cruzaron a nado el ro llevndose consigo las lpidas y arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al da siguiente los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el cementerio que siempre haban visto a su izquierda. Por un instante se les confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en direccin contraria,
como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades. Unos policas fueron a inspeccionar el sitio que antes ocupaba el cementerio y, cavando donde la tierra pareca recin removida, sacaron el cadver (por eso, a la noche, las almas en pena de las monjitas volvieron muy aliviadas, con el cementerio a cuestas) y de investigacin en investigacin... bueno!... el resto ya lo sabe usted, seor Juez.
! (<<>>1997 1 13 )
21 de Agosto de 1622
1622 8 21
Mentidero de Madrid, decidnos: quin mat al Conde? (Lope de Vega)
:?
( Lope de Vega)*
Un joven de la nobleza, de cuyo nombre ya nadie se acuerda, pregunt al Conde de Villamediana qu podra hacer para perpetuar su nombre en la historia. Asesina a una persona ilustre y tu nombre ser eternamente recordado contest. Entonces el joven asesin al Conde de Villamediana.
(Conde de Villamediana)
(<<>>1999 12 10 )
El rival
El rey Arturo conoca a Guinevere desde que era una nia. Vio cmo creca. Vio, en un medioda de abril, cmo al pasar Guinevere bajo una rama de un rosal un ptalo de rosa la dej sealada de rojo. Entonces decidi casarse con la doncella. Doncella, sin ninguna duda. Sin
embargo, a los pocos das de casados el rey Arturo oy que Guinevere hablaba en sueos de un antiguo epsoso, ms hermoso que l, ms fuerte que l, ms amante que l.
Celoso,
el
rey
Arturo
lo
busc
para
" "
cerciorarse. Dej que el caballo cabalgara libremente, desmont en la orilla de un ro, abord un batel sin vela, sin remos, sin timn, desembarc en una playa de urea arena, atraves un fragoso bosque, por un viaducto pas a una isla, subi una montaa y en lo alto vio un castillo de cristal que giraba al viento como una rueda de molino mientras cuatro grifos, posados en cuatro pilares de mrmol, batan sus alas. El rey Arturo dio un salto descomunal, se prendi de un puente levadizo y logr entrar en el castillo donde encontr a su rival que tena la cabeza en forma de omega y el rostro borrado y por l se enter de que ciertas noches Guinevere era su esposa. Comprendiendo que todo eso era el otro mundo y, por lo tanto, nada de lo que all pasaba afectaba su honor, el rey Arturo volvi a los brazos de la despierta Guinevere y fue feliz.
(<<>>1999 11 10 )
Espiral
Regres a casa en la madrugada, cayndome de sueo. Al entrar, todo oscuro. Para no despertar a nadie avanc de puntillas y llegu a la escalera de caracol que conduca a mi cuarto. Apenas puse el pie en el primer escaln dud de si sa era mi casa o una casa idntica a la ma. Y mientras suba tem que otro muchacho, igual a m, estuviera durmiendo en mi cuarto y acaso sondome en el acto mismo de subir por la escalera de caracol. Di la ltima vuelta, abr la puerta y all estaba l, o yo, todo iluminado de luna, sentado en la cama, con los ojos bien abiertos. Nos quedamos un instante mirndonos de hito en hito. No sonremos. Sent que la sonrisa de l era la que tambin me pesaba en la boca: como en un espejo, uno de los dos era falaz. Quin suea a quin?, exclam uno de nosotros, o quiz ambos simultneamente. En ese momento omos ruidos de pasos en la escalera de caracol: de un salto nos metimos uno en otro y as fundidos nos pusimos a soar
Las estatuas
En el jardn de Brighton, colegio de seoritas, hay dos estatuas: la de la fundadora y la del profesor ms famoso. Cierta nochetodo el colegio, dormidouna estudiante traviesa sali a escondidas de su dormitorio y pint sobre el suelo, entre ambos pedestales, huellas de pasos: leves pasos de mujer, decididos pasos de hombre que se encuentran en la glorieta y se hacen el amor a la hora de los fantasmas. Despus se retir con el mismo sigilo regodendose por adelantado. A esperar que el jardn se llene de gente. Las caras que pondran! Cuando al da siguiente fue a gozar la broma vio que las huellas haban sido lavadas y restregadas: algo sucias de pintura le quedaron las manos a la estatua de la seorita fundadora. !?
(<<>>1996 12 24 )
Luna
Jacobo, el nio tonto, sola subirse a la azotea y espiar la vida de los vecinos. Esa noche de verano el farmacutico y su seora estaban en el patio, bebiendo un refresco y comiendo una torta, cuando oyeron que el nio andaba por la azotea. Chist! cuchiche el farmacutico a su mujer. Ah est otra vez el tonto. No mires. Debe de estar espindonos. Le voy a dar una leccin. Sgueme la conversacin, como si nada Entonces, alzando la voz, dijo: Esta torta est sabrossima. Tendrs que guardarla cuando entremos: no sea que alguien se la robe. Cmo la van a robar! La puerta de la calle est cerrada con llave. Las ventanas, con las persianas apestilladas.
! : ! ! !
Y alguien podra bajar desde la azotea. Imposible. No hay escaleras; las paredes del patio son lisas Bueno: te dir un secreto. En noches como sta bastara que una persona dijera tres veces "taras" para que, arrojndose de cabeza, se deslizase por la luz y llegase sano y salvo aqu, agarrase la torta y escalando los rayos de la luna se fuese tan contento. Pero vmonos, que ya es tarde y hay que dormir. Se entraron dejando la torta sobre la mesa y se asomaron por una persiana del dormitorio para ver qu haca el tonto. Lo que vieron fue que el tonto, despus de repetir tres veces "taras", se arroj de cabeza al patio, se desliz como por un suave tobogn de oro, agarr la torta y con la alegra de un salmn remont aire arriba y desapareci entre las chimeneas de la azotea.
? ! ! (<<>>1999 )
La muerte
La automovilista (negro el vestido, negro el pelo, negros los ojos, pero con la cara tan plida que a pesar del medioda pareca que en su tez se hubiese detenido un
! ! ? ! ? ?
relmpago), la automovilista vio en el camino a una muchacha que haca seas para que parara. Par. Me llevas? Hasta el pueblo, no ms dijo la muchacha. Subedijo la automovilista. Y el auto arranc a toda velocidad por el camino que bordeaba la montaa. Muchas graciasdijo la muchacha, con un gracioso mohnpero no tienes miedo de levantar por el camino a personas desconocidas? Podran hacerte dao. Esto est tan desierto! No, no tengo miedo.
No tengo miedo. No? Permteme presentarmedijo entonces la muchacha, que tena los ojos grandes, lmpidos, imaginativos. Y, en
seguida, conteniendo la risa, fingi una voz cavernosa. Soy la Muerte, la M-u-e-r-t-e. La automovilista sonri misteriosamente. En la prxima curva el auto se desbarranc. La muchacha qued muerta entre las piedras. La automovilista sigui y al llegar a un cactus desapareci.
Pierna dormida
Esta maana, al despertarse, Flix se mir las piernas, abiertas sobre la cama, y, ya dispuesto a levantarse, se dijo: y si dejara la izquierda aqu? Medit un instante. No, imposible; si echo la derecha al suelo, seguro que va a arrastrar tambin la izquierda, que lleva pegada. Ea! Hagamos la prueba. Y todo sali bien. Se fue al bao, saltando en un solo pie, mientras la pierna izquierda sigui dormida sobre las sbanas.
El prncipe
Cuando naci el prncipe se hizo una gran fiesta nacional. Bailes, fuegos artificiales, revuelos de campanas, disparos de can Con tanto estrpito el recin nacido se muri.
(<<>>1997 6 1 )
Sadismo y masoquismo
Escena en el Infierno. Sacher-Masoch se acerca al Marqus de Sade y, masoqusiticamente, le ruega: Pgame, pgame fuerte, que me gusta!
* : !!!!
El Marqus de Sade levanta el puo, va a pegarle, pero se contiene a tiempo y, con la boca y la mirada crueles, sadsticamente le dice: No.
castigo es no castigarle. (Sor Juana Ins de la Cruz, Letra que precede Los empeos de una casa.)
(*<< >> ) * (Leopold von SacherMasoch, 1836-1895) (Marquis de Sade, 17401814), *(Sor Juana Ins de la Cruz, 1651-1695) (<<>>1998 11 10 )
Sala de espera
Costa y Wright roban una casa. Costa asesina a Wright y se queda con la valija llena de joyas y dinero. Va a la estacin para escaparse en el primer tren. En la sala de espera una seora se le sienta a la izquierda y le da conversacin. Fastidiado, Costa finge con un bostezo que tiene sueo y que se dispone a dormir, pero oye que la seora, como si no se hubiera dado cuenta, sigue
conversando. Abre entonces los ojos y ve, sentado, a la derecha, el fantasma de Wright. La seora atraviesa a Costa de lado a lado con su mirada y dirige su charla al fantasma, quien contesta con gestos de simpata. Cuando llega el tren Costa quiere levantarse, pero no puede. Est paralizado, mudo; y observa atnito cmo el fantasma agarra tranquilamente la valija y se aleja con la seora hacia el andn, ahora hablando y rindose. Suben y el tres parte. Costa los sigue con la vista. Viene un pen y se pone a limpiar la sala de espera, que ha quedado completamente desierta. Pasa la aspiradora por el asiento donde est Costa, invisible.
(<<>>1997 1 15 )
Tab
El ngel de la guarda le susurr a Fabin por detrs del hombro: --Cuidado, Fabin! Est dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino. --Zangolotino?pregunta Fabin, azorado. Y muere.
Tao
Li-Peh-Yang vivi en China, hace unos dos mil quinientos aos. Fue bibliotecario del Emperador. Saba tanto que le llamaban Laotze, o sea, "el viejo filsofo". En realidad era un poeta, no exento de buen humor. Como poeta que era invent una palabra, Tao, para burlarse de todas las palabras de los filsofos. "Tao escribi en su librito Tao-Teh-Ching es el nombre de lo innominable. Nunca << >>
sabr qu es Tao quien no lo sepa ya. Si lo sabe no lo podr explicar; y si pudiera, no valdra la pena aprenderlo. Saber qu es Tao es ser ignorante; los sabios lo son a condicin de ignorar Tao. Tao est al revs de s mismo. Creo Tao, creo en Tao, creo con Tao". Nadie entendi a Lao-tze. La palabra Tao, como un sol negro, irradiaba oximorons y antinomias en el librito sagrado de Tao-TehChing; y sigui irradindolos en la actividad verbal de miles de explicadores. Explicadores de explicadores. Explicadores de explicadores de explicadores. Cuanto menos lo entendan << >>
tanto ms en serio lo tomaban. Ts'in Shih Hevang-ti, para que lo considerasen el primer Emperador, decidi borrar el pasado: orden construir la Gran Muralla, asesin a los intelectuales, quem todos los libros. Todos, menos el Tao-Teh-Ching. Es que Tao se haba convertido en fmula mgica. Millones de chinos creyeron que era una solemne religin. Aquel que tenga buen odo podr or, cada vez que un chino abre la boca para celebrar a Tao, el eco de la remota carcajada de Lao-tze, el poeta creacionista, dadasta y jitanjafrico del ao tercero de la soberana
Juan
convenido en reunirse todas las semanas en un caf. Esa tarde, mientras conversan, mencionan el nombre de Aurora, la buscona.
Resulta que ambos, el mismo da, a la misma hora, pero en distintos hoteles de la ciudad han estado con ella. Ser que Aurora tiene una hermana gemela, se dicen. Una semana despus se repite la
! ?
deciden que la prxima vez que se encuentren con sus sendas Auroras cada uno llevar la suya a la Confitera del Molino. La ocasin se presenta muy pronto.
Simultneamente ven a Aurora, uno en la calle Florida, el otro en la calle Pueyrredn. De acuerdo con lo
convenido, las parejas convergen hacia Callao, llegan a la Confitera del Molino, se saludan y se sientan en la misma mesa. Las dos Auroras se contemplan de hito en hito como si se mirasen en un espejo.
Idnticos
vestidos,
peinados,
misma voz y las mismas palabras. Juan y Pedro las vigilan. El mozo se acerca a la mesa. Caf para todos pide Juan. Tres cafs! grita el mozo al pinche del mostrador y va a alejarse. Tres no: cuatro le corrige Pedro. Cuatro? y el mozo se vuelve (<<>>1999 12 25 )