Antelo. Autoridad y Transmisión
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Antelo. Autoridad y Transmisión
FLACSO Diploma Superior en Gestin Educativa Clase 7: Autoridad y transmisin. Estanislao Antelo. (03/08/2006) Marcelo Adrin MORALES PIGNATTA viernes, 4 de agosto de 2006, 18:22
Tabla de contenidos
I. Autoridad y transmisin II. Lo que queda del Apstol III. Lo que queda de la transmisin Lectura sugerida para la clase disponible en Biblioteca Bibliografa
Mdulo 2 - Clase 7 I. Autoridad y transmisin Estanislao Antelo Dicen que se perdi la autoridad. Se perdi el respeto. Se perdieron las jerarquas, se perdieron los valores. Se perdi el Unicornio, se perdi el mundial, lo que es cierto. Me olvidaba: la juvent est perdida tambin, dicen. Esta cantinela de que se perdi todo no despierta otra inquietud que la del retorno, la nostalgia y la bsqueda frentica de lo perdido. Son los buscadores, perseguidores incansables de autoridad. Mientras los buscadores buscan, a la autoridad digo, y los perseguidores persiguen, al que est cerca, propongo recorrer algunos de los problemas que uno encuentra a su paso; quiero decir, al paso de la autoridad. Pues la autoridad manda, esto es, es siempre un poco autoritaria. Marca el paso. Tengo para ofrecer dos versiones de la autoridad y una serie de problemas vinculados a la transmisin. En algn sitio -cierto que no fcilmente- se conectan y he preferido que sa sea una de las tareas que ustedes emprendan. Son, como siempre, productos un tanto provisorios del estudio. Ah van. La Malicia del Coordinador Richard Sennet define a los perseguidores y buscadores como malhumorados sentimentalistas decadentes. Son los que aoran retornos varios. Ms aun, nos advierte sobre el destino autodestructivo de esta voluntad de volver. En lugar de eso sugiere dedicarse a pensar las mutaciones de las almas y
cuerpos que circulan por este mundo, las transformaciones en lo que llama el carcter y a localizar los sitios y las armas con las cuales es posible enfrentarse a nuevas formas de dominacin. Lo hace en el territorio del mundo del trabajo. Su pensamiento ofende. Ofende en uno de los sentidos estrictos de la palabra ofender: Ir en contra de lo que se tiene comnmente por bueno, correcto o agradable. Lo que Sennett nos ayuda a pensar es que las nuevas formas de control y dominacin estn basadas en lo que llama poder sin autoridad. Una palabra las resume: gestin. El control hoy es gestin. Moiss, conocido como "moshe, rabbeinu" (Moiss, nuestro maestro), es una de las figuras clave de la cultura judeocristiana. Aun creyndose egipcio, se sinti responsable por el maltrato que el pueblo hebreo sufra en manos del faran. Sin embargo, cuando Dios le revel su verdadero origen y le encomend la tarea de liberar a los judos, intent desligarse de la autoridad conferida, descreyendo del poder divino. Por la misma desconfianza, ya en el desierto cedi a su ira y se enoj con Dios por la falta de agua. Como castigo, su muerte tuvo lugar justo antes de que su pueblo arribara a la Tierra Prometida. Lo agradable que parece el no tener ms jefes autoritarios ni amos arbitrarios ni jerarquas piramidales, lo bueno que parece poder trabajar en el hogar y elaborar proyectos, lo amablemente participativo del trabajo en equipo, en realidad, son mecanismos de control que corroen todo lo que a su paso tocan. Yo lo dira as: nada mas sospechoso que un P.E.I o un taller de reflexin sobre la propia prctica. Veamos el argumento de Sennett. Habla de nosotros, adultos. Pero tambin habla de nuestros mayores y de los nuevos, nuestros hijos. Pero no es un libro al estilo Barylko o Bucay. No es a los hijos que Sennett tiene miedo. Por el contrario, describe transformaciones sin vomitar consejos higinicos. El libro empieza como si fuera una mesa de domingo. Una ex mesa de domingo, de esas en las que no poda faltar un conflicto intergeneracional. Pero, en lugar de la mesa, estamos en un aeropuerto. Nosotros seramos hijos de temerosos y cobardes fracasados. Algo as como lo que Bart imagina de Homero Simpson. Esto es lo que parece pensar el hijo del amigo de Sennett con el que se encuentra y conversa en un largo viaje en avin. Porque el libro empieza con el encuentro del autor -en un aeropuerto- con el hijo de un amigo suyo al que no ve desde hace 20 aos. El hijo de su humilde y esforzado amigo portero es lo que se llama un hombre exitoso que, de entrada, a partir de sus relatos, le permite a Sennett poner en la mesa de discusin las nuevas coordenadas de lo que hasta hace poco se consideraba autoridad y que -a continuacin- resumo: Las jerarquas y normas estrictas operan marginalmente.
Las estructuras piramidales parecen ceder terreno a un funcionamiento del poder ms vinculado a la horizontalidad. No hay abundancia de reglas fijas, ni tiempo lineal, ni largo plazo ni valores duraderos exentos de las circunstancias. Lo que hay es incertidumbre y riesgo, y las reglas son intemporales.
La autoridad basada en las reglas inamovibles de los antiguos produce agobio e irritacin. La experiencia acumulada no infunde respeto. La antigedad es una pesada carga. Las tareas no estn definidas rgidamente. Nadie parece estar visiblemente al mando. No hay ms jefes sino gestores, guas, facilitadores, lderes. Los controles son flexibles, el trabajo es flexible, los horarios son flexibles, hasta el dolor es flexible. Los nuevos amos son gestores de procesos. Los nuevos amos, ms que gobernarte, estn de tu lado. Un gestor es como Mara Marta Serra Lima y Chico Navarro y Mario Benedetti, todos juntos, dicindote al odo: cuenta conmigo. Cuenta conmigo quiere decir: cuenta conmigo que despus yo cuento los dividendos. El trabajo en equipo es la condicin misma del trabajo.
Las categoras de xito, fracaso, dominacin, sumisin, alineacin, dependencia e independencia, estn alteradas. Quin necesita de nosotros? Es una pregunta sin respuesta inmediata. Pero el hijo del amigo de Sennett (Rico, se llama) es algo ms que el hijo avergonzado de un padre cobarde, rutinario, miedoso, previsible. Las cosas son un tanto ms complejas y Sennett nos ofrece entonces- algunos signos de lo que llama la corrosin del carcter. Y este libro que comienza y no termina nunca (no termina nunca, digo, en tanto nos desafa a continuar su pensamiento, su ofensa, en territorios especficos) cuenta -como pocos- de qu se trata nuestra tarea. Esto es, en lugar de celebrar las nuevas formas laxas del ejercicio del poder -flexibles y no rutinarias, supuestamente ms libres-, mostrar dnde es que est su propio lmite.
En Jefes, cabecillas y abusones, el antroplogo Marvin Harris rastrea formas de autoridad que se alejen del "todopoderoso y leviatnico Dios mortal de Inglaterra" postulado como imprescindible por Thomas Hobbes. Los mumis son cabecillas que se constituyen como tales no a travs del uso de la fuerza, sino por su capacidad redistributiva, consagrada en la celebracin de grandes fiestas en las que todos los miembros de la aldea, despus de horas de comer y beber, quedaban satisfechos. Nos detendremos en los momentos en los que el libro habla de la autoridad. Sugiero que lean otro libro que Sennett escribi sobre la autoridad que se llama (y cuando se trata de la autoridad es necesaria esta supuesta redundante coincidencia) La autoridad. Escog plantear los problemas de su nuevo libro por una razn sencilla: se dirige al corazn de lo que ustedes estn estudiando y -muchos de nosotroshaciendo. Sennett lanza una flecha y dice que el verbo ms malicioso de la poca es coordinar. El coordinador es algo as como lo que para Foucault era un psicopedagogo. Un verdugo, pero -en este casopostcapitalista. No exagero, sino que cito: El o ella es un "gua" un "coordinador", la palabra ms maliciosa del moderno lxico de la gestin de empresas; un lder, ms que gobernarte, est de tu lado . Y esto es un problema, un verdadero, autntico y magnfico problema; sobretodo porque soy, he sido y quizs ser, coordinador de algo. Y es un problema porque seguramente muchos de ustedes son coordinadores o aspiran a tal fin. Yo coordino, t coordinas, l coordina...
Sera til examinar con paciencia el sentido de la frase no coordina. Quin no coordina? Ser que los antiguos subordinados son los hoy coordinados? Ser la consigna de la poca: coordinacin y valor?. No estoy diciendo que el coordinador sea el Mal, como Michael Jackson para Jaim Echeverry. Digo que Coordinar es casi como gobernar sin gobernar. Coordinar es como dominar sin que parezca. No es nuevo manipular al otro sin que parezca. Rousseau inaugur la serie. Kant no tard en hacerla mas sofisticada y Dickens hablaba, en su Hard Times, de aquellos castigos que no dejan marcas en el cuerpo. Se olvida, hemos olvidado, que la disciplina, la vigilancia y la sancin se legitimaban siempre en nombre del Bien. Quizs Foucault se muri antes de saber que coordinar era dominar. Pero recordemos, es preciso, que cuando Sennett describe con minucia las reestructuraciones del alma, se cuida bien de no ofrecer un pasado maravilloso como fondo de un presente catico y al borde de la disolucin. Sennett procede de otro modo: all donde suponamos encontrar libertad, encontramos -en rigor- otra cosa; en realidad la repugnancia a la rutina burocrtica y la bsqueda de la flexibilidad han producido nuevas estructuras de poder y control en lugar de crear las condiciones de liberacin. De los desafos basados en el rechazo a las jerarquas tradicionales, a la rutina y al carcter fijo de las normas, no se sigue un mundo sin ataduras y siempre free. Por el contrario, la transformacin no ha trado ni menos mando, ni menos estructura institucional, sino que la misma ha dejado de ser claramente piramidal. No se trata de que la dominacin no venga desde arriba ni de que no haya ms control. Se trata de que no sea tan fcil reconocer al de arriba. Recordemos la escena -en la oficina- de la pelcula la Tregua (1974): la satisfaccin de direccionar el odio contra el de arriba, contra el jefe. Eso, dice Sennett, se ha vuelto borroso. Se trata por el contrario de lo que llama nuevos entramados de controles. El mas flexible de los trabajos, el hecho en casa, supone haberse liberado de la vigilancia obsesiva y persistente del buchn de turno. Pero esta vigilancia sin vigilancia suele ser mas eficaz. De la sumisin cara a cara pasamos a la electrnica. Si bien el trabajo est descentralizado desde el punto de vista fsico, el poder ejercido sobre los trabajadores es ms directo. Pero veamos ms de cerca el trabajo en equipo, escenario de ese poder que Sennet llama poder sin autoridad. a. Qu es el trabajo en equipo? Las tragedias griegas pueden ser ledas como recurrentes tematizaciones sobre la autoridad, sobre sus excesos y sus lmites. En Antgona lo que est en discusin es cul de las autoridades tiene primaca, si la de la sangre -que es tambin la de los dioses- o la de la polis -la de los hombres-. Antgona ajusta todo su comportamiento a la ley de la sangre, mientras que su to Creonte, rey de Tebas, obra de acuerdo con las de la ciudad. Es la degradacin superficial del trabajo. Sigamos con Sennet: "De hecho, el trabajo en equipo sale del territorio de la tragedia para representar las relaciones humanas como una farsa (...) Cul es la ficcin que le da fuerza? Los empleados no compiten entre s y -lo que es an ms importante- la ficcin de que empleados y jefes no son
antagonistas; el jefe gestiona el proceso del grupo; (...) el arte de fingir en el trabajo en equipo es comportarse como si uno estuviera dirigindose slo a otros empleados, como si el jefe no estuviera realmente observando". b. Y qu es un jefe de equipo? No hay ms jefes, sino -como dijimoscoordinadores, lderes, entrenadores.
El entrenador evita la confrontacin y el conflicto y es un colega altamente cualificado. El director que declara que todos somos vctimas del tiempo y el espacio es tal vez la figura ms astuta que aparece en las pginas de este libro. Ha dominado el arte de ejercer el poder sin tener que presentarse como responsable; ha trascendido esa profesionalidad por s mismo, poniendo los males del trabajo otra vez sobre los hombros de sus vctimas, que -vaya casualidad- trabajan para l. c. Y quin es un integrante de equipo? El que dice: Qu interesante! Lo que te he odo decir es... Cmo podramos hacerlo mejor? El que pone cara de cordialidad. El que porta las mscaras de la cooperatividad (...) nicos objetos personales que los trabajadores llevan con ellos de una tarea a otra, de una empresa a otra: ventanas de sociabilidad cuyo "hipertexto" es una sonrisa ganadora". Si esta formacin en capacidades humanas es slo un acto, es tambin, una cuestin de supervivencia. El que no se queja. El buen jugador de equipo no se queja. El que no pide aumento. El que pide aumento no coopera. El que cuchichea y rumorea. El que usa mucho la palabra "articular". d. Y qu acontece con el poder y con la autoridad? Como anticipamos, se ejerce el poder, pero la autoridad est ausente. Segn Sennett, tiene autoridad aquel que asume la responsabilidad por el poder que ejerce. En una jerarqua laboral a la antigua, poda hacerlo declarando abiertamente: "Yo tengo el poder, yo s qu es lo mejor, obedzcame". Las tcnicas modernas de direccin de empresas intentan escapar del aspecto "autoritario" de tales declaraciones, pero en el proceso se las arreglan para no asumir la responsabilidad de sus actos. Quin es entonces responsable? El cambio. Si el "cambio" es el agente responsable, si todos somos "vctimas" (por ejemplo, en los despidos), entonces, la autoridad se desvanece, pues nadie puede ser considerado responsable. Asistimos a un doble repudio por parte de los que ejercen el poder: repudio de la autoridad (catalogada siempre como autoritaria), pero repudio tambinde la responsabilidad. La ausencia de seres humanos reales que digan: "Te dir lo que tienes que hacer", o como frmula extrema: "Te har sufrir", es ms que un acto defensivo dentro de la empresa. Esta falta de autoridad libera a los que estn al mando para que adapten, cambien, reorganicen, sin tener que justificarse ni justificar sus actos. Este juego del poder sin autoridad hace surgir un nuevo tipo caracterolgico. En lugar del hombre llevado por las exigencias, aparece el hombre irnico (....) La irona tampoco ayuda a desafiar el poder (...) uno pasa de creer que nada es fijo a "no soy totalmente real, mis necesidades
no
tienen
sustancia".
No
hay
nadie,
ninguna
autoridad
que
reconozca
su
valor.
Como vemos, el solapamiento de la dupla poder-autoridad obliga a pensar nuevamente, en su conjunto, los clsicos problemas vinculados a los pares obediencia-desobediencia, sumisin- insumisin. Lo que est en juego ya no es la posible sublevacin contra algn tipo de distorsin de las figuras de la autoridad o sus versiones llamadas autoritarias. Lo que est en juego es la idea misma de autoridad y del ejercicio del poder. En efecto, qu tipo de poder es ese que no se adosa a ninguna forma clsica de la autoridad? Qu forma de dominio es esa que no permite localizar ni el sitio del que emana ni el agente que la vehiculiza? Qu tipo de patrn es el coordinador? Qu tena el Dr. Neurus?. La misma idea moderna de liberacin o insurgencia contra la autoridad parece deshacerse junto con el terreno que la hizo posible. Porque si nadie tira de los hilos: de qu liberarse o contra qu luchar? Lo inquietante del argumento de Sennett no reside tan slo en constatar la transformacin en las nuevas formas de dominacin, sino recordarnos a cada paso que quizs sean las viejas formas de resistencia las que deben ser puestas en cuestin. Siempre que esa palabra, resistencia, tenga todava alguna chance. Interrumpo aqu el argumento de Sennett. Les digo que me parece inquietante. Habla de lo que hago, de manera creciente, hace algunos aos. Me obliga a pensar en los variados y numerosos equipos de los que he participado y participo, como coordinador o coordinado. Me confronta con las argucias de los nuevos amos y -por fin- se refiere a lo que veo, escucho y discuto con educadores de toda dieta y tamao en esta ciudad. Me ha resultado complicado leer este libro de Sennett. Uno queda como impregnado, por no decir un poco corrodo. Paso ahora a la segunda versin de la autoridad que les promet. sta no impregna tanto, supongo. Mdulo 2 - Clase 7 II. Lo que queda del Apstol Ctera escribi un libro contra el apostolado educativo. No somos Apstoles, dicen de entrada; somos trabajadores. La interpretacin que propone Hyppolite Taine de la sociedad francesa medieval subraya que la legitimidad de la autoridad de los seores feudales se fundaba en la proteccin y seguridad que ofrecan a los campesinos, quienes en las duras condiciones de aquellos tiempos, sin su socorro, apenas podan sobrevivir. Los orgenes de la Francia contempornea, escrita y publicada despus de la Comuna de Pars (1871), es uno de los hitos del pensamiento conservador europeo. Suena bien, parece. Al fin y al cabo, uno -como educador- trabaja y no apostolea. Y eso de andar sacrificndose a destajo por el Bien de los otros no va con la poca. Sin embargo, dudo que sea tan 6
sencillo borrar de un plumazo el largo affaire entre apstoles y educadores. No slo en tanto la matriz escolar-religiosa le ha permitido a Ctera escribir su libro y a nosotros, en cierta forma, mantener este intercambio; sino porque aquello que haca del Apstol un Apstol sigue solicitando presencia cuando de la autoridad se trata. Poco se entiende de la autoridad -por as decirlo- sin el Apstol cerca. Recordemos -por las dudas- qu es, entre otras cosas, un Apstol: Enviado, propagador, predicador, mensajero. Una historia cualquiera de la educacin nos confronta rpidamente con cierta palabra santa de la maestra. Qu se ha hecho de la santa que ahora manosea a los niitos o -con fogosidad- deja caer su delantal frente a la adolescencia siempre viva? Qu ha sido de su autoridad sometida a toda clase de ordalas en el da a da escolar? "Mir la idiota esta lo que le puso en el cuaderno" (esta expresin me fue referida por una maestra que la escuch, de boca de dos madres, en la puerta de una escuela. De la boca de una madre hacia la tra, digo.). A los reyes taumaturgo se le atiribuan poderes sobrenaturales que remarcaban su autoridad para gobernar. El rey Carlos X de Francia, a principios del siglo XIX, cuando ya esta creencia estaba en franca decadencia, fue el ltimo soberano que toc las escrfulas de sus sbditos enfermos para proporcionarles milagrosa cura. Cmo es que el santo termina por ser un idiota?
No veo como podra contestar todas estas preguntas en este breve espacio, de manera tal que las dejo aqu para que ustedes las lleven todo lo lejos que puedan. Me contentar con una: Dnde es que esa palabra santa fundaba su autoridad? O Cul es el fundamento de la autoridad? Para responder, para intentar responder, voy a avanzar sobre un texto complejo de Slavoj Zizek en el que hace mencin a lo que llama las paradojas de la autoridad. Selecciono este texto pues habla de los Apstoles y los apostolados, de maestros y enseanzas. Se trata de una lectura que el autor hace de un otro texto del filsofo Kierkegaard. Un subttulo enigmtico gua la argumentacin: Scrates versus Cristo. All, lo que de alguna manera se despliega es una perspectiva para situar el fundamento de la autoridad, o su localizacin. O bien, la autoridad est en el maestro o bien est en su enseanza. O bien la autoridad de la seorita Betty est en sus cualidades personales, o bien est en el contenido de su enseanza. O bien, no est en ninguna de esas dos opciones. En lo que concierne a Scrates, se trata de una se trata de una partera. Este oficio consiste en que el sujeto d a luz lo que ya estaba en l. No es Scrates el asunto, sino la verdad. Una vez que el sujeto se las ingenia con Sofa (no soy yo, sino Sofa, parece decir Scrates), se
hace visible que el filo no es el filo con Scrates, sino filo Sofa, o -como dice Toms Abraham- el amante casto de la Diosa sabidura. Lo que est en juego aqu es la enseanza y no tanto la figura de Scrates, que -segn cuentan los platonistas- no era precisamente un modelo publicitario. Con qu claridad explic la seorita Betty el Peloponeso! O, Cmo me ayud a parir el tringulo rectngulo! Son los que recuerdan (ser que existen?) a la seorita Betty por sus verdades proferidas. El 21 de enero de 1793, en uno de los momentos ms lgidos de la Revolucin Francesa, el rey Luis XVI fue decapitado. Este acontecimiento que estremeci al mundo no comenz a escribirse con el inicio de la Revolucin, ya que aun despus de la toma de la Bastilla el rey sigui gozando de la confianza del pueblo francs. Las huellas de este desenlace hay que buscarlas en 1791, cuando disfrazado y dndose a la fuga, fue detenido en la aldea de Varennes y enviado a Pars acusado de haber abandonado y traicionado al pueblo y a la nacin franceses. En lo que concierne a Cristo, es estrictamente lo contrario. El objeto de la fe cristiana no es la enseanza, sino el maestro: Un cristiano cree en Cristo como persona, no inmediatamente en el contenido de sus afirmaciones; Cristo no es divino por haber proferido verdades tan profundas, Sus palabras son verdaderas porque fueron pronunciadas por l. Si lo dijo la Seorita Betty debe ser verdad. Son los que recuerdan a la seorita Betty porque era la seorita Betty y no por lo que dijo en clase. Puedo conocer, puedo tener acceso a esa verdad, en tanto creo. Lo que importa aqu es la autoridad de quien profiere verdades y no la profundidad de su contenido. Siempre recuerdo haber ledo por ah del notorio acadmico historiador que asista a la misa dominical con algodones en los odos. Por ejemplo, hay un abismo, dice Zizek que dice Kierkegaard, entre el genio y el apstol. El genio es pura capacidad inmanente (sabidura, creatividad). El apstol, en cambio, est sostenido por una autoridad trascendente de la que el genio carece. Lo que es posible ver en estos ejemplos es la puesta en cuestin de que es el contenido inherente de una verdad proferida lo que la autoriza. Pero, preguntemos: si no es el contenido lo que autoriza, qu o quin autoriza? Por qu tengo que estudiar contabilidad? Porque te lo digo yo. Es as porque te lo digo yo. La autoridad parece hasta aqu -como dijimos a propsito de Sennett- siempre un poco tautolgica. Por qu hay que obedecer al padre? Por la claridad y precisin de sus mandatos? No, porque es el padre. Lo dijo el To, lo dijo Pern . Esto suena autoritario. Lo es. La autoridad parece ser siempre autoritaria. Ahora bien, si la autoridad no est en la argumentacin racional como fundamento del conocimiento, cmo es que se demuestra? Recordemos la pregunta de Abraham: Quin te crees que sos? Si obedecemos a una persona a quien la autoridad le es conferida independientemente del contenido de sus afirmaciones, cmo es que se hace visible? Cmo sabemos que est autorizada?. Si la autoridad se puede probar fsicamente, no es autoridad. Cuando la autoridad est respaldada por una compulsin fsica inmediata, no estamos tratando con la autoridad propiamente dicha, sino, simplemente, con una agencia de la fuerza bruta.
La autoridad propiamente dicha siempre es -en su nivel ms radical- impotente; se trata de cierta "llamada" que "no puede obligarnos efectivamente a nada" y, no obstante, por una especie de compulsin interna, nos sentimos obligados a seguirla incondicionalmente . Lo que Zizek afirma es que la autoridad es por definicin paradjica: El Manifiesto Comunista pone de relieve que el proletariado es la clase que puede empezar a escribir la Historia. Un nuevo actor -y un nuevo autor- ha entrado en escena. Por un lado, porque lo dijo Pern, sin importar demasiado lo que dijo. Tuvimos un presidente que, por ejemplo, habl de aquel hombre que viva slo en una Isla: el famoso Robin Hood, y despus de decir semejante cosa, la gente lo sigui. La autoridad se sigue. Obedecemos una afirmacin de autoridad porque tiene autoridad, no porque su contenido sea sabio, profundo, etc. Pero, sin embargo, no es suficiente decir que la autoridad est en el maestro y no en la enseanza. Veamos si no, el caso mismo del Apstol y de la seorita Betty (aquel a quien se confiere la autoridad de Dios en la Tierra y aquella a quien se le confiere la autoridad de Sarmiento en el aula). Porque -como dijimos- el Apstol es un enviado, portador de algn mensaje forneo. No importa quin es sino qu es lo que tiene para decir, lo que trae a decir. Lo que importa es el mensaje del Apstol (si bien este mensaje es trascendente y no es el del genio producto de su capacidad y, vale, intrnseca genialidad) y no su cuerpo finito y pasajero. En cuanto el Apstol se pone a introducir variaciones en el mensaje o a querer opinar al respecto, socava su autoridad. Preguntemos por el destino de algunos de nuestros vicepresidentes reacios a mantener firme su andar apostlico. Cito un fragmento que cita Zizek de Kierkegaard, de inquietante cercana con el oficio del educador: As como un hombre enviado a la ciudad con una carta no tiene nada que ver con su contenido, sino que lo nico que tiene que hacer es entregarla; as como un ministro que es enviado a una corte extranjera no es responsable del contenido del mensaje, sino que lo nico que tiene que hacer es transmitirlo correctamente; as tambin, un Apstol, en realidad, slo tiene que ser leal en su servicio y llevar a cabo su tarea. En ello radica la esencia de la vida de autosacrificio del Apstol, aun si nunca fuera perseguido: en el hecho de que es pobre, aunque hace ricos a muchos. Dos cosas sobre esto. Primero, vuelvan a ver las caractersticas que enumeramos ms arriba acerca de todo integrante de un equipo de trabajo. Segundo: Un poco de razn tiene Ctera. Sigamos. Michel Foucault Roland Barthes y Maurice Blanchot comparten con Michel Foucault la concepcin del lenguaje como un murmullo annimo donde nadie toma la palabra. El autor desaparece como instancia judicial de sentido porque slo habla el texto. Al morir el
autor, como fundamento ltimo de su obra, la crtica literaria deja de pensarse como un lenguaje segundo o metalenguaje, subordinado a su autoridad. Interpretar es entonces transitar las mltiples redes de significantes que atraviesan un texto. El tanden Zizek-Kierkegaard insiste con Cristo, pero nosotros podramos poner ah a Piaget o Foucault. Dicen que para considerarse un autntico alumno autorizado del maestro Cristo, de Piaget o Foucault, no basta con concentrarse en su persona, conocer sus rasgos personales, sus logros, etc.; no basta con ser fan de Cristo, de Piaget o de Foucault; lo que quizs omite el fan transformado en un demente es el carcter insondable de aquello que hace de l, su dolo mximo, una autoridad. Pero tampoco basta con aprenderse de memoria todas las letras de las canciones de Cristo, de Piaget o de Foucault; ni saber exactamente el contenido de cada palabra que pronunci. Estos reducen a Cristo, a Piaget o a Foucault, a un simple Scrates, intermediario que nos posibilita el acceso a la verdad eterna. No basta concentrarse ni en la descripcin personal ni en la enseanza, porque la autoridad no est en ninguno de esos dos lados. Dnde es entonces que est?
Por el electrodomstico: Dnde est la autoridad? La nica respuesta posible es: en el espacio vaco de la interseccin entre los dos conjuntos, el de sus rasgos personales y el de su enseanza, en la insondable X que es "en Cristo ms que l mismo". Ese Je ne sais quoi. Ahora, que al parecer encontramos el sitio de la autoridad, podemos ver. Mdulo 2 - Clase 7 III. Lo que queda de la transmisin Un periodista comunica, un profesor transmite. Para comunicar, basta con interesar. Para transmitir bien, hay que transformar, si no convertir. El anuncio de la muerte de Dios fue una de las proclamaciones claves de la cultura del siglo XIX. Mientras que en la apreciacin de Nietzsche esa muerte, que en ms de un sentido era tambin la de la autoridad y el fundamento, poda ser celebrada como si se tratara de una liberacin, para Dostoievski, de ser cierta, habilitaba a que todo fuera posible y todo era, ms que nada, el horror. Todo indica que los asuntos educativos han terminado por devenir asuntos tecnocomunicacionales. Lo negativo, lo que dice "no" en la escuela, obedece a trastornos en la comunicacin. Ruido, interferencia, interrupcin, desvos de la comunicacin y sus ausencias. De ah que la promesa consista en aceitar nuestras mquinas tecno-comunicacionales. Pero aqu vamos por otro lado. Si ponemos el comunicar del lado del procurar hacer conocer, hacer saber (Debray, ibid:15), la materialidad de la transmisin -por el contrario- no se agota en estas operaciones. Puede que educar trate de transferir conocimientos, vlidos en tanto actuales, como ligera e irresponsablemente se dice; pero es preciso recordar que, para que una transmisin tenga lugar, debe 10
antecederle un acto: heredar. Esta antecedencia se desprecia en el terreno pedaggico que ama los principios y las sustancias. Se comunica el ranking de escuelas de moda, pero se hereda el himno nacional y la Asamblea del ao XIII. Se distribuyen alegremente por las escuelas, los fascculos y las novedades educativas, pero el fantasma de Sarmiento resiste -con o sin mordaza- en las paredes no virtuales de algunas escuelas. Acontece que estas escuelas, devenidas empresas, pasan a lidiar con ratings y variadas formas de la meritocracia. Los alumnos, espectadores apticos, se transforman en audiencias desmotivadas y los padres, consumidores del otrora porvenir, fundan ligas defensivas de derechos del consumidor del teorema de Thales. La pedagoga entendida como estrategia comunicadora olvida que se transmiten tanto bienes como ideas, tanto fuerzas como formas. El diccionario ayuda al respecto: Trasladar, transferir, pasar, traspasar, ceder, endosar. Dar. Enajenar, ceder. Se cede el polinomio, pero tambin un aroma, un color, una voz. Se cede una chacarera, pero tambin una cadencia, una forma de caminar, una meloda. Si comunicar puede pensarse como un transportar en el espacio, la transmisin es un transporte en el tiempo. Qu tiempo? La comunicacin vincula a contemporneos, presentes simultneamente (un emisor a un receptor simultneamente presentes en los dos extremos de la lnea). La transmisin establece vnculos entre muertos y vivos, muchas veces en ausencia fsica de los emisores. La debilidad del hijo frente a la fuerza de la autoridad paterna es el tema principal de la Carta al Padre (1919) de Franz Kafka. "Reconozco que peleamos el uno con el otro, pero hay dos clases de combate. El combate caballeresco, en que se miden la fuerza de adversarios independientes; cada uno est solo, pierde solo, vence solo. Y la lucha del parsito, que no slo pica, sino tambin sorbe la sangre del que lo mantiene. As es el soldado de profesin y as eres t" El carcter cruel y despiadado de la autoridad, en cualquiera de sus manifestacin atraviesa toda la obra del escritor checo. En su lectura de Amrica, J-F. Lyotard observa que el smbolo del autoritarismo primitivo aparece ya desde la primera pgina. En la entrada del puerto de Nueva York, en lugar de la tradicional antorcha, la Estatua de la Libertad erige una espada. "En un mundo sin justicia ni libertad escribe- la fuerza bruta y el poder arbitrario reinan soberanos." El objeto de la transmisin no preexiste a la transmisin o para decirlo de otra manera, la recoleccin hace la herencia. A menos que creamos que un curriculum estaba desde siempre ah, aguardando al experto administrador. Retomemos entonces el carcter no-preexistente del inestimable objeto de la transmisin. Regis Debray centra su mira en la iglesia. Hemos sugerido el affaire de larga data y cuasi perenne entre educacin y religin o, para ser ms precisos, iglesias y escuelas. Iglesias y escuelas se caracterizaron por este trabajo recolector, coleccionista y cuidador de caducidades. Ambas atravesaron, inclumes, las diferentes eras tcnicas de la memoria: literal, analgica y digital. La potencia de ambas tradiciones parece ofrecerse como inmune al paso del tiempo. Bien pueden modificarse sus detalles pero la voluntad de perdurar, de espaldas al presente, parece indestructible. Parece, decimos, en tanto no es este el estado de la cuestin. Hay suficientes signos que muestran un sentido contrario. Pero conviene ir ms despacio a la hora de caracterizar un
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estilo de transmisin como el pedaggico, eclesistico por definicin. Consideremos, por ejemplo, un rito religioso como la comunin. Cuando comemos la hostia participamos en el mismo acto que alguien realiz doscientos aos antes. Si sustituimos las hostias de trigo marrn por hostias blancas, no alteramos mucho el significado del rito; la nueva harina se incorpora al ritual. Pero, si insistimos en que a las mujeres casadas debera permitrseles oficiar una comunin, podemos provocar que el sentido mismo de la palabra "sacerdote" cambie irreversiblemente y, con ello, el significado de la comunin. El ejemplo es poderoso. Una simple sustitucin de detalles nos reenva a los rituales escolares. Los esfuerzos para hacer de los recreos lugares de aprendizaje deben ser pensados en este registro. Lo que obtenemos es la compleja certeza de que podemos modificar la gramtica de la palabras. Por lo tanto, el carcter inmutable e imperecedero de escuelas e iglesias se disuelve. Sin embargo, la aparicin del tele-evangelismo no parece haber acabado con el canon evanglico. La dificultad radica en el timming de la transmisin. Segn Debray, el cristianismo invent a Cristo tanto como el escolanovismo a la pedagoga tradicional. El cristianismo y sus iglesias, que supieron asegurarse su perpetuacin a travs de los siglos y hasta nosotros . Pero no tenemos evidencia emprica alguna del relato que lo hizo posible. Ninguna certeza de que el tal Cristo haya existido realmente y -ms an- de que al menos uno haya muerto y resucitado. Tan slo sabemos que hubo gente que crey con fervor en ello. Importa tensar el sentido de lo que perdura y sobrevive en esta creencia, sobretodo si estimamos que no estaba sola, que no era la nica, ni siquiera en trminos objetivos, la ms creble. Un enunciado Pascaliano utilizado por Slavoj Zizek puede mostrar la temporalidad misma, no tan slo de la creencia, sino de todo lazo colectivo, toda poltica y toda educacin. Hay un montn de motivos vlidos para creer en Dios, pero estos son slo validos para los que ya creen en l. Segn Debray, el xito de la perpetuacin, la admirable propagacin, radica en tres slidos soportes: las reliquias, las imgenes santas y las Escrituras. Ninguno de ellos puede ser explicado a base de fundamentos originarios, por lo que el deseo de restauracin termina siempre por pedalear en el vaco. Se trata de otra operacin que invierte las causalidades lineales. Resulta, en realidad, que la institucin supuestamente encargada de la retransmisin inventa poco a poco su origen instaurando como inaugural la palabra que no transcribi sino que sin lugar a dudas escribi. No hubo en primer trmino la palabra de Jess, luego su recoleccin y transcripcin por unos apstoles mediadores y por fin su difusin en todas por un cuerpo sacerdotal que cumpla las funciones de relevo. El proceso se produjo a la inversa: fue la institucin cristiana la que hizo la proclamacin cristiana. Quizs se pueda estimar con mejor perspectiva, entonces, una de las consecuencias del declive de la transmisin cultural escolar: no ya la desaparicin misma de toda tradicin, sino la prdida del monopolio mismo de la institucin de aquello que una sociedad debe consultar a sus antepasados. Cmo instaurar un lazo perdurable entre contemporneos (religare) sin recolectar reliquias, sin recoger restos venidos de lejos y amenazados por la desaparicin (relegere)? Qu acontece cuando no son los educadores los nicos recolectores? La actualidad nos brinda una supuesta batalla creciente sobre la transmisin y sus prioridades. Un supuesto litigio entre humanistas y tcnicos que no ha dejado de filtrarse en las diatribas escolares. Estn aquellos que priorizan el momento tcnico de la transmisin, la neutralidad poltica del emisor, los cultores de las perfomances y anunciadores de Mesas telemticos y aquellos otros que -en ocasiones lamentando prdidas-, herederos pesimistas de las luces, reivindican la estofa poltica. Los vemos agrupados bajo la crtica parasitaria de lo tradicional, pero tambin formando parte del
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conservadurismo pseudo progresista ms rancio. Una concepcin clsicamente instrumental de la tcnica, como conjunto de accesorios ofrecidos a una causa que los supera, anima esta denuncia humanista de la alienacin industrial. Amrica vs Europa. Bill Gates vs Adorno. Bourdieu vs Negroponte. Amrica va ganando, al parecer. La omnipresencia de la pedagoga empresarial, esto es, de la gestin, es slo un signo. Pero otro argumento ms de Debray resuena con firmeza en el solar pedaggico. Esta vez se trata de una teora del transporte y el desvo. Rodea la particularidad de aquello que en la transmisin es siempre, necesariamente, del orden de la alteracin, la traicin o el contrabando. Tras la muerte de Lenin en 1924 y luego de asperos enfrentamientos al interior del partido bolchevique, Stalin logr hacerse con el poder absoluto y defendi la idea del socialismo en un solo pas contra la "revolucin permanente" que propugnaba Trotski. Su figura se erige como parte de un fenmeno, el totalitario, que lo tiene entre sus mximos exponentes junto a Hitler y a Mussolini. La leccin de Debray es imponente: el resultado de un proceso de transmisin no tiene las caractersticas del mensaje inicial (...) El transporte transforma; lo transformado es remodelado, metaforizado, metabolizado por su trnsito (el destinatario recibe otra carta que la que el remitente desliz en el buzn), Tradutore, traditore. As como heredar no es recibir (sino seleccionar, reactivar, refundir), transmitir no es transferir (una cosa de un punto a otro). Es reinventar, por lo tanto alterar . Estados alterados, los de la transmisin. El golpe a la idea corriente del pensamiento sobre la linealidad de la enseanza-aprendizaje lo evapora. No basta adosar el trmino constructivismo si lo que se mantiene inclume es la preexistencia de la materialidad supuesta a ser transmitida. El nfasis puesto en restringir la funcin escolar -propia de los gestores y psicodidactas-, a ser una mquina de ensear conocimientos significativos, es el resultado inevitable de eludir la paradoja temporal de la transmisin. Los CBC son su burda esperanza. Es que cuando conocimiento se reduce a pura informacin circulante, algo de la transmisin ya no tiene lugar. De este modo, lo que la escuela cree expulsar cuando purga la tarea de consultar a los antiguos, se cuela por la ventana. Recientemente, en una palestra informal, Leandro De Lajonquire ejemplificaba de la siguiente manera: imaginemos un alumno al que no le han sido dados los pormenores de la antigedad clsica. Probablemente, al arribar al Coliseo, argumente que el sitio est todo roto y requiera refaccin. Mientras que, un heredero de tal tradicin probablemente se sienta parado sobre algn tipo de cuna de la historia misma. Lo mismo puede acontecer con los expertos en comunicacin, que bien pueden desconocer de dnde provienen. Estimamos ac que la postulacin que describe a la funcin educativa, como la que se restringe a mejorar estrategias comunicacionales y favorecer vnculos sin interferencias, contribuye activamente a la prdida de legitimidad del oficio del transportista: el maestro. Durante la guerra civil espaola (1936-1939), las diferencias ideolgicas y polticas entre comunistas y anarquistas llegaron a su extremo, produciendo asesinatos y delaciones que facilitaron el camino al triunfo fascista. Debatan acerca de qu priorizar, si la guerra o la revolucin, pero tambin los enfrentaba el problema de la autoridad y la disciplina. Veamos otro punto clave de la tensin entre transmisin y comunicacin. Norbert Elas, a la hora de definir el conocimiento,
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introduce la siguiente serie: adquisicin, mayores, fondo social, humanidad. Toda una sntesis de lo que aqu entendemos por educacin. Educar quiere ser, al fin, la produccin de otra cosa que animalidad; es decir, prometer en base al trabajo sobre ese fondo comn histrico de conocimientos, medios de orientacin sin los cuales -todava- no somos humanos. Hasta hace poco, esta tarea inclua como necesaria la presencia de ciertos mayores y un gesto arbitrario de donacin y apropiacin. Es que el hombre es el nico animal que produce tcnicamente la cultura. Al fin y al cabo, es cierto que cultura es lo que se hereda. La tcnica es lo que se recibe. La primera se transmite, mediante actos deliberados: es un contenido singular que me concierne ntimamente, en mi propia identidad, sobre el que tengo responsabilidad personal y me incumbe legarlo a "quienes vengan despus de nosotros". La segunda se transfiere y se difundir espontneamente: saco partido de ella pero ella no necesita de m para existir, se mantiene a disposicin. Diferencia del depsito y el stock. Hay linajes tcnicos, los testamentos slo son culturales. De lo que me diferencia de los otros y me designa como diferente, me siento responsable. De aquello por lo cual todos nos parecemos, soy consumidor, usuario, receptor, vctima, pero no destinatario. Si bien lo hace posible, la tcnica nunca es un mensaje; slo la cultura se dirige a alguien (ibid:79). Una transmisin no desprecia la tcnica, pero sabe que tampoco hay transmisin puramente tcnica. Hay mquinas de comunicar pero no de transmitir. El canal que une a remitentes y destinatarios no se reduce a un mecanismo fsico ni a un dispositivo industrial . (ibid:19 y 28). Por otra parte, una transmisin supone el ejercicio de infidelidad a la tradicin. Podemos formular la hiptesis de que aquello que da cuenta de una transmisin no es reducible a las imgenes de los antepasados vestidos con trajes folklricos o hablando en dialecto ancestral (ibid:124); transmitir torna a uno necesariamente impuro, infecto de una paradjica adulteracin. Una transmisin sortea el temor, la obediencia, el respeto y el recuerdo obligatorio; evita las siguiente tentaciones: el intento desesperado de saltear las generaciones, de borrar los exilios y las separaciones para confundirse identitariamente con los ancestros pasados o el decreto de que slo la discontinuidad preside su destino a fin de producir un corte definitivo y vivir en la ilusin de una existencia despojada de todo pasado, vivir en un presente que lo resguarda de aquello que puede revelarse como amenazante (ibid:79) y mantiene la voluntad de perdurar y preservar la ilusin necesaria de nombrar a aquellos que vendrn despus. La subversin de las tradiciones hace posible que una transmisin tenga lugar. Todos saben que las subversiones son obra de los buenos alumnos y que con las fidelidades se expanden los valores de ruptura: una sociedad que ya no recuerde antepasados puede borrar su futuro. Es preciso sin embargo que los actos no se desvanezcan con las vidas, que las palabras sobrevivan a la voces (...) la humanidad se cocina un porvenir con restos: glifos, trazos o marcas (ibid:103). Una transmisin diferencia el peso del sentido de la repeticin. Aquella circular e inexorable, vinculada a todas las formas de la imitacin, el calco y la clonacin, pero tambin aquella otra fecunda, que es parte de lo que llamamos cultura, hechos de cultura, y que asegura su continuidad (...) porque en resumidas cuentas, yo no puedo entrar en contacto con lo nuevo que se me presenta sino en tanto puedo reconocer all una parte de familiaridad. Es a partir de la herencia que me ha sido transmitida que puedo, al superarla, participar de situaciones nuevas que, a priori, me resultaran desconocidas (ibid:145) y supone en un pasaje intergeneracional, el contrabando. No se trata tan slo de ofrecer un conjunto ms o menos ordenado de conocimientos. Se trata de ofrecerle al otro la posibilidad misma de caminar con sus propios pasos y su desvo de los caminos
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preestablecidos. Una transmisin soporta los exilios. Se trata de querer -habr que repetirlo una y otra vez- que el otro no sea como nosotros, sino uno entre nosotros, otro. En 1961 se juzga y sentencia a pena de muerte, en Jerusalem, a uno de los mayores artfices del genocidio nazi, Adolf Eichmann. Ante la evidencia de las pruebas en su contra y a cada pregunta inquisidora de los fiscales, Eichman slo atin a responder "yo slo cumpl ordenes", intentando eludir as toda responsabilidad. Una evidencia, sin embargo, tiene lugar: no hay nada en los antepasados que los sancione como nicos y legtimos expertos capaces de atenuar el inconveniente de haber nacido. El sapiens es sapiens en tanto transmite, intergeneracionalmente, caracteres adquiridos. No se conoce perro que ceda a su cra, por ejemplo, algn Platero y Yo. Frente a las invariancias del mundo animal, el hombre es el nico animal que conserva huellas de su abuelo y puede ser modificado por ellas (...) la herencia es de todos los seres vivientes, slo el hombre puede ser heredero (Ibid:96). Dolly no tiene abuela. O s? La transmisin es el elixir que mengua, ilusoriamente, la corrosin del tiempo. Lo hace al practicar la posta entre generaciones cuyo objeto de intercambio es el testimonio. Persiste en persistir. Blsamo, ensalmo o veneno cuya materialidad es la palabra y su voluntad la de escribir e inscribir: Delfn o chimpanc, el animal comunica, no graba. Emite seales, no tiene archivos. Sigue pistas, no construye rutas. Deja al aire libre cadveres biodegradables, no cava sepulturas para hacer que los despojos sean psicodegradables en el fuero interno de los sobrevivientes (sepultar es dar una forma memorable y perenne a lo que pronto ya no la tendr) (ibid:103). No habr en Argentina -como sabemos- paz perpetua alguna, hasta que una generacin no entierre, para poder hablar con ellos -como corresponde- a sus muertos. O es que se puede pensar una educacin sin herederos? Pero si hay herederos hay filiacin. El concepto de filiacin se aproxima entonces al de transmisin. Concepto forneo en el territorio educativo. Las referencias pedaggicas usuales remiten al conocido mis chicos y a la ininterrumpida perorata que transcurre cotidianamente entre los irrisorios deslizamientos que confunden, por un lado, maestras con mams y/o tas, y -por el otro- alumnos con hijos, nenes y chicos que siempre son divinos y que, repitamos, siempre quieren parecer ser mis nenes, mis chicos. Prescindimos aqu de las consecuencias diversas de esta pseudo maternidad confusa que acompa hasta hace poco tiempo el trabajo de ensear. La filiacin que despierta la atencin del pedagogo es, por el contrario, la que pone en la mesa el trabajo, el arduo trabajo de llegar a ser alguien, que -de alguna manera- consiste en inscribirse en una cadena generacional. Inscribirse, afiliarse, anotarse. Esta cadena no es la de ADN. Puede que sea la de Prometeo. Podramos afirmar que esta cadena est formada por ciertos significantes padres, digamos as, donde el bpedo implume se reconoce. Italiano, indio, espaol, Centralista, etc.; pero, adems, es en este encadenamiento en el que se labran esas marcas, ciegas para algunos o clarividentes para otros, y que trazan un destino.
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De la transmisin, tal como hemos intentado bosquejar, se sabe por las marcas que deja. Rastros, surcos, vestigios. Lo que la transmisin deja a su paso. Podra ser sta una buena definicin de lo que es educar. Es cierto que la poca ofrece severas mutaciones a la funcin de filiar. Filiar es, o era -como sugerimos- incluir, inscribir, anotar, dar lugar, hogar, acogida, nombre, deseos y palabras a ese nuevo que arriba. Ofrecerle eslabones de esa cadena de la que hablamos; por lo que filiar es, en cierto modo, encadenar. La cadena es curiosa en tanto sus elementos no son idnticos. Pero, como es fcil de advertir, la ciencia barre, al parecer, las certezas de los nacimientos, los linajes, las reproducciones y las herencias, y desencadena un amplio espectro de desconciertos. Retomemos entonces la operacin. Como sabemos, la cra arriba al mundo siendo de alguien para procurar ser alguien. La anterioridad que mencionamos lo recibe para producirlo como un otro en el conjunto. Otro como uno, pero otro. Gente como Uno y Gente como Otro. En Masa y Poder Elas Canetti escribe: "No hay expresin ms vvida del poder que la actividad del director de orquesta". Este siempre est de pie, solo y elevado. Durante la ejecucin, el director se presenta como un gua para la muchedumbre de la sala que presencia el espectculo en silencio. Es, adems, omnisciente, porque mientras los msicos slo tienen sus propias voces, l conoce la partitura entera. Legndre afirma lo siguiente: si la genealoga establece la diferenciacin entre los humanos que son semejantes, esto quiere decir que estos humanos no estn clasificados como idnticos. Cada quien debe, sin dejar de ser el mismo, volverse otro . Este volverse otro requiere paradojalmente del desapego como condicin misma del apego. Del encuentro tanto como de la separacin. De la afiliacin, para que la desafiliacin sea posible. De la dependencia sin la cual no hay liberacin alguna. Por otra parte, cada llegada o, deberamos decir ms estrictamente, cada institucin de un nio requiere volver a fundar sus antepasados. Todo nio en tanto tal es un acto de desobediencia, alteracin, renuncia, rechazo y violacin al lugar que previamente se le tena asignado. La genealoga, tal como Legndre la postula, no es sino el acto de institucin del alguien con el cual la pedagoga pretende hacer algo, es decir, la humanizacin educativa misma de la carne naciente. Tres instancias explican esta operatoria: identidad, diferencia y causalidad. Esto es, puedo decir que soy el que soy, que soy algo o alguien, en tanto no me confundo con el otro, no soy idntico (en tanto este es el deporte de la clonacin cuyo paroxismo acaba de formularse en la intencin de clonar a Jesucristo extrayendo ADN del santo sudario) al otro, pero puedo decir que soy tambin en tanto provengo de algn sitio y no, por cierto, de repollo o cigea alguna. Es claro que si me confundo con el otro, si no consigo diferenciarme y si no accedo a la clave del sitio del cual provengo, no soy. Lo que Legndre introduce en la discusin es la estofa de la genealoga que, segn nos hace saber, hace posible toda filiacin. Si la genealoga tiene una funcin ser la de separar, introducir la sucesin de las generaciones nombrando los lugares para permitir que cada uno tenga el suyo; y que estos lugares no se confundan, que no se penetren unos a otros. En tanto la pista en la que la cra arriba est hecha de palabras, es mediante palabras que una sucesin se teje, separando esto de aquello y haciendo testamento. Hacer un hijo es afiliarlo a esta funcin jurdica de la palabra. Afliate, hijo mo. Ahora bien, como antes, quizs como siempre, nos enfrentamos a un conjunto inesperado de
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consecuencias derivadas de la supuesta declinacin de las tradiciones, del agotamiento del largo plazo, de la destitucin del trabajo de heredar, de la confusin flagrante a la que se ven sometidas las poderosas ideas de transmisin y filiacin y a la puesta en cuestin en su conjunto de la temporalidad que alimentara los dispositivos pedaggicos que habitamos. Si vivimos -tal como se argumenta sin pausa- en una sociedad postradicional; si habitamos una temporalidad frentica; si la ciencia pone en duda el sentido de toda filiacin y si los dispositivos pedaggicos han abandonado a toda prisa las tecnologas de la transmisin y sus principios genealgicos, lejos estamos -sin embargo- de haber encontrado alguna forma de la libertad. Del mismo modo, los avances de la tecnologa gentica y la extensin de los lmites de lo que es posible jaquean nuestro vnculo pedaggico con las generaciones, los antepasados y la transmisin cultural. O es que el fondo social comn de conocimientos en el cual la pedagoga encontraba buena parte de su legitimidad ha sido borrado en provecho de la avasallante aseveracin de que slo hay informacin? Una proposicin incmoda de Peter Sloterdijk reclama su lugar: Si 'hay' hombre es porque una tecnologa lo ha hecho evolucionar a partir de lo pre-humano. Ella es la verdadera productora de seres humanos, o el plano sobre el cual puede haberlos. De modo que los seres humanos no se encuentran con nada nuevo cuando se exponen a s mismos a la subsiguiente creacin y manipulacin, y no hacen nada perverso si se cambian a s mismos autotecnolgicamente, siempre y cuando tales intervenciones y asistencia ocurran en un nivel lo suficientemente alto de conocimiento de la naturaleza biolgica y social del hombre, y se hagan efectivos como coproducciones autnticas, inteligentes y nuevas en trabajo con el potencial evolutivo (Sloterdijk: 2000a). Mdulo 2 - Clase 7 Lectura sugerida para la clase disponible en Biblioteca Richard Sennett. La corrosin del carcter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. disponible en biblioteca: Sennett.pdf y haciendo clic aqu) Mdulo 2 - Clase 7 Bibliografa Abraham, Toms (2000) La empresa de vivir. Bs.As: Sudamericana Abraham, Toms (1995) Batallas Eticas. Bs. As.: Nueva Visin Aguerrondo, Ins (1994) "El compromiso con la calidad de la educacin: desde dnde mejorarla?" En La Trama de la Escuela Media. Atando y desatando nudos. Paula Pogr (Comp.) Bs. As.: Paids. Antelo, Estanislao (Comp.) La Escuela ms all del bien y el mal. Ensayos sobre la transformacin de los valores educativos. Editorial A.M.S.A.F.E, Rosario, 2000. Carusso Marcelo (2001) "Autoridad, gramtica del cristianismo y escuela: breves reflexiones en torno a "lo absoluto frgil" de Slavoj Zizek." En Cuaderno de Pedagoga Rosario. Ao IV, N 9, Octubre 2001. Laborde Editor. Rosario. De Certeau, Michel (1984) "La operacin histrica." En Hacer la Historia. Vol I. LE GOFF, J.; NORA, P. Madrid: Laia.
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Debray, Rgis (1997) Transmitir. Bs.As: Manantial. De la Botie, Etienne (1980) Discurso sobre la servidumbre voluntaria. Tusquets. Barcelona Elas, Norbert (1994) Conocimiento y poder. Madrid: La Piqueta. Etcheverry, Guillermo Jaim (1999) La tragedia educativa. Bs. As.: F.C.E. Faria, J.J.M Y Gutierrez, C. (2000) La encrucijada de la filiacin. Bs.As: Lumen. Giddens, Anthony (1994) "La vida en una sociedad post-tradicional" En Revista Agora N 6/Verano de 1997. Bs.As. Giddens, Anthony (2000) Un mundo desbocado. Los efectos de la globalizacin en nuestras vidas. Madrid: Taurus. Hassoun, Jacques (1996) Los contrabandistas de la memoria. Bs.As.: Ediciones de la Flor. Legendre, Pierre (1996) El inestimable objeto de la transmisin. Mxico: Siglo XXI. Postman, Neil (1999) El fin de la educacin. Barcelona: Octaedro. Rorty, Richard (1991) Contingencia, Irona y Solidaridad. Bs. As.: Paids. Sennett, Richard (1999) A corroso do carter. Conseqencias pessoais do trabalho no novo capitalismo. Ro de Janeiro: Rcord. Sloterdijk, Peter (2000) Regras para o parque humano. Uma resposta carta de Heidegger sobre o humanismo. Sao Paulo. Estaao Libertade. Sloterdijk, Peter (1998) Extraamiento del mundo. Valencia: Pre-Textos. Steiner, Georges (1991) Presencias Reales. Bs.As: Destino Zizek, Slavoj (1994) Goza tu sntoma! Bs. As.: Nueva Visin. Zizek, Slavoj (1998) Porque no saben lo que hacen. El goce como factor poltico. Bs. As.: Paids. Zizek, Slavoj (1999) El acoso de las fantasas. Mxico: Siglo XXI.
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GLOSARIO corrosin del tiempo Al fin de cuentas, si el hombre construyera el tiempo, si la naturaleza de ste, pese a los ardides domesticadores que inventamos para fijarlo y retenerlo, consistiera en otra cosa que en pasar, muy neciamente, no habra necesidad de transmitir...(Debray:129)
valores Hace un par de aos le pregunt al Filsofo Toms Abraham por esta famosa prdida de valores. Le dije que todos parecen anunciar la prdida de los valores. Le pregunt si l saba donde estaban y aqu tienen la respuesta: S, estn en Nueva York y en Suiza, ms o menos cien mil millones segn Roberto Aleman. Esos son los nicos valores que se perdieron, los otros se transforman. En el terreno moral nada se pierde, todo se transforma. Estamos, s, en un momento en el que hay una disolucin de valores fijos. Es decir, un mundo monotesta, o un mundo bipolar, o un mundo donde los valores fijos siempre necesitan de una autoridad fija. Entonces hay gente que extraa las autoridades fijas... no los valores, las autoridades: las iglesias... los padres... las autoridades. Es que no puede haber valor fijo en s. Entonces, supuestamente, en un lugar progresista son sumamente reaccionarios porque son restauradores de valores. Extraan eso. Lo extraan o lo pregonan. Pueden leer toda la entrevista en Estanislao Antelo (Comp) "La Escuela mas all del bien y el mal. Ensayos sobre la transformacin de los valores educativos"; Editorial A.M.S.A.F.E, Rosario, 2000.
Jaim Echeverry Buscador y perseguidor notorio que gusta localizar el mal. En su libro higinico moral, La Tragedia Educativa, arma una seleccin de culpables de lo que llama el eclipse de la autoridad: los padres, la televisin, Negroponte y las nuevas tecnologas de la informacin, los dolos musicales, los Shoppings, el lumpenaje, los maestros (muchos de ellos ya fracasaron en otras disciplinas y por esos se hacen docentes), los que promueven la justicia social y la equidad, Bill Gates, Michael Jackson, los cantantes de xito, el cine, los jadeantes camargrafos y periodistas, los chicos que no duermen en casa, los institutos de formacin docente, los cadetes, lady Di, la posmodernidad, los alumnos, los telespectadores de videos clips, la tintura para el cabello, los autos, el homo videns, el "video-nio", los electrodomsticos, Plaza Ssamo, el correo electrnico, los tecnoreformistas, el edutainment, las excursiones, Luis Miguel, South Beach.
lderes El lder, ya sea bajo el nombre de directivo, empresario, gerente, es el paladn de los valores que sustituye al caballero andante de las gestas medievales, al prudente burgus de la revolucin industrial, al obrero revolucionario de la tradicin socialista, a los hroes bblicos de nuestros relatos infantiles, al militante comprometido de nuestra lejana juventud; nuestro lder no slo ya no combate el capital, sino que lo hace bueno (...) se confirma que la visin del jefe como la de un polica que otorga premios y castigos est dejando lugar a la del lder entrenador, a quien le importan ms los objetivos que la autoridad. El jefe ya no es el malo de la pelcula, inaccesible, annimo y temible. Lo antiguo es el jefe autocrtico, autoritario, aislacionista, no motivador. Lo nuevo es el coacher, el incentivador, el que se baja al nivel de ser un par ms del equipo. (33,34) Toms Abraham (2000). La empresa de vivir. Sudamericana. Bs.As.
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Un pasaje obligado es el breve y potente texto de Marcelo Carusso (2001) "Autoridad, gramtica del cristianismo y escuela: breves reflexiones en torno a 'Lo absoluto frgil'", de Slavoj Zizek. En Cuaderno de Pedagoga Rosario. Ao IV, N 9, Octubre 2001. Laborde Editor. Rosario.
sabidura Vase una discusin sobre el peso de la enseanza en Scrates en Sloterdijk, Peter (1998); Extraamiento del mundo; Valencia; Pre-Textos.
autoritaria Dice Zizek: Los dos logros supremos del desenmascaramiento de los prejuicios ideolgicos que se desarrollaron a partir del proyecto de la Ilustracin, el marxismo y el psicoanlisis, se refieren ambos a la autoridad de sus respectivos fundadores (Marx, Freud). Su estructura es intrnsecamente "autoritaria": como Marx y Freud abrieron un nuevo campo terico que establece los criterios mismos de veracidad, sus palabras no pueden ser puestas a prueba de la misma forma en que uno se permite cuestionar las afirmaciones de sus seguidores (...) De este modo, sus textos deben leerse de la forma en que uno debera leer el texto de un sueo, segn Lacan: como textos "sagrados" que estn, en un sentido radical, "ms all de toda crtica" dado que constituyen el horizonte mismo de la veracidad.
presidente Siempre recuerdo el fastidio de mis amigos agnsticos cuando les record que su madre, la madre de Carlos Mndez, haba tenido una visin en la cual se le apareca su hijo como un enviado de Dios destinado a ordenar la Argentina. Un enviado, tan solo un enviado. En estos tiempos tambin vemos, ms all de la risa de la crtica agnstica progresista, crucifijos de todos los tamaos y formas.
apostlico Como afirma Debray, los mediadores ya no son esos delicados voltiles que desaparecen ni bien entregan el mensaje (...) estos orgullosos (los vice, digo) se toman como el mensaje mismo (Debray:63)
imgenes En la introduccin de Batallas ticas (1995), Toms Abraham deja sentado que la dominacin de los hombres requiere algo ms que la exposicin de la fuerza, el terror es insuficiente, se necesita una narracin, un relato, un mito, alguna ciencia, el enunciado de una verdad que se atribuya al poder y al poderoso. Los tigres de papel tambin rugen (...) No hay poder sin decorados.
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heredar no es recibir Para Michel de Certeau, la operacin histrica comienza con una maniobra elemental: poner aparte, repartir, producir, presentar. Aislar un curso. Formar la coleccin (..) lejos de aceptar unos datos los constituye . Las cuestiones de la transmisin y la herencia empujan la tarea de coleccionistas y archivistas. Coleccionar, seala de Certeau, es durante mucho tiempo fabricar objetos: copiar o imprimir, encuadernar, clasificar...
transmitir no es transferir Tambin Hassoun muestra la conexin entre tradicin y transmisin. La traicin tradere est en el origen de los
dos trminos: la traditio que se refiere a la iniciacin, y el traditor, el renegado, el que pasa al bando contrario, aquel que se excluye. Pero tradere remite a liberar, remitir, transmitir, que desembocan en darse a, ofrecerse... a otro.
Georges Steiner contribuye al poner de relieve tres sentidos diferenciados de la palabra interpretacin: Un
intrprete es un descifrador y un comunicador de significados. Es un traductor entre lenguajes, entre culturas y entre convenciones performativas. Es, en esencia, un ejecutante, alguien que "acta" (acts out) el material ante l con el fin de darle vida inteligible. De ah el tercer sentido importante de "interpretacin". Un actor o una actriz interpretan a Agamenn o a Ofelia. Un bailarn interpreta la coreografa de Balanchine. Un violinista, una partita de Bach. En cada uno de estos ejemplos, la interpretacin es comprensin en accin; es la inmediatez de la traduccin .
Tambin Legndre aproxima un enunciado potente en tanto los que permiten romper los eslabones son los intrpretes. Como el intrprete de Steiner, el de Legndre interviene en esta carrera de postas. Lo hace en tanto tal, interrumpiendo, separando la legitimidad (...) poniendo distancia (...) notificando en la sociedad el principio genealgico de la disimetra. Principio que no es ms que lo que acabamos de postular: nombrar la disimetra de los lugares para que stos puedan ser habitados: madre, padre, hijo, hija, etc.
Norbert Elas Veamos la definicin de Norbert Elas: En una primera aproximacin se podra decir que lo que llamamos conocimiento es el significado social de smbolos construidos por los hombres tales como palabras o figuras, dotados con capacidad para proporcionar a los humanos medios de orientacin. Estos, en oposicin a la mayora de las criaturas no humanas, no poseen medios innatos, o como ms frecuentemente se dice, medios instintivos de orientacin. Los seres humanos tienen que adquirir durante su desarrollo mediante aprendizaje los conjuntos de smbolos sociales con sus correspondientes significados y, por lo tanto, retoman de sus mayores un fondo social de conocimiento. Especficos conjuntos de smbolos sociales significativos tienen a la vez la funcin de medios de comunicacin y de medios de orientacin y, sin el aprendizaje de los smbolos sociales dotados de esta doble funcin, no podemos convertirnos en humanos (Elas,1994:55)
Este el nombre de uno de los libros del siempre ameno y simptico Emile Ciorn. Por otra parte, es Peter Sloterdijk quien pone en cuestin el carcter necesario de los principios genealgicos.
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