Morazán. Manifiesto de David

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Francisco Morazan

fTlemopias

manifiesto de Dauid

Testamento

Moriiin en 1840,
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OiMrM til Pars cfi el lAo

1851.

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Universidad Francisco IVIarroqun

http://www.archive.org/details/memoriasmanifiOOmoraguat

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MEMORIAS
MANIFIESTO DE DAVID

TESTAMENTO

Departamento de Publicaciones y
Artes Grfcas

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FRANCISCO MORAZAN

memonias
manifiesto de Dauid

Testamento

SECRETARIA DE CULTURA
DIRECCIN GENERAL DE CULTURA
Coleccin Luis Lujan Muoz Universidad Francisco Marroqun

www.ufm.edu - Guatemala

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PRESENTACIN
El General Francisco Morazn escribi en la ciudad de David,

Panam, dos de

los

ms importantes docxmentos con que cuen-

Pueblo Centroamericano y la primera parte de sus Memorias, ambos en 1840, ao en que el ilustre hijo de Tegucigalpa, nacido en octubre de 1792, abandon el suelo patrio, hacia el exilio, por el puerto de La Libertad, en El Salvador, a bordo de la goleta Izalco.
ta nuestra historia: su clebre Manifiesto al

Las Memorias permanecieron inditas hasta el afo 18SS, mismo en que fueron publicadas en las pginas del peridico vicentino El Rol, como correctamente dice el historiador hondxu:eo don Juan Valladares Rodrguez. En 1870 unos Centroamericanos las mandaron a reimprimir en la Imprenta de Roug^ Hermanos y Comp., tuada en la Ru du Four
Saint Germain 43, de Pars, ya que el

documento era

prcti-

camente desconocido treinta aos despus de ser escrito y veintiocho aos con posterioridad a la muerte del procer frente al
pelotn de fusUamiento.

Los responsables de la edicin francesa abrigaban fundadas sospechas -segn aseguraron en nota epilogal- de que el General Morazn llamado por John L. Stephens el mejor hombre de Centroamrica, tambin escribi la continuacin del texto en su larga expedicin a las repblicas del sur, slo que esta parte se habra extraviado o tal vez habra sido ocultada en los ltimos tramos de la carrera poltica del hroe en algn lugar de
Costa Rica.

Secretara de Cultura inicia su programa editorial, con la reproduccin de las Memorias, 1 Manifiesto de Da^d y el

La

Testamento del hroe centroamericano que supo mover la pluma del escritor como Bolvar en el Medioda de Amrica con parejo ademn al empleado al empuar el acero redentor en el magno cumplimiento de las tareas de la lucha armada para concretar los ideales del progreso democrtico, el desarrollo poltico-social y la imidad de nuestros pueblos.
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Tgudgalpa, D.C, Agosto de 1992
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'PREFACIO

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Entre las muchas cosas cuya satisfaccin va siendo cada da mas urgente para la mejor marcha y mayor regularidad del progreso en las repblicas americanas, resalta nuestro modo de ver, la necesidad de formar historias nacionales traidas desde los primeros tiempos de la conquist;a hasta la poca presente; siendo sobre todo importante la del ultimo perodo que se abre con la guerra que emancip la Amrica de la metrpoli espaola. Penetrados, pues, de esta ingente necesidad, nos ha parecido til y oportuno exhiunar, por decirlo as, para el pblico centroamericano, la parte que nicamente ha visto la luz de las Memorias del general Morazan, escritas por l mismo, y que de nuevo aparecen hoy al favor de la benvola hospitalidad del Eco-Hispano-Americano a)^ ,,.....

No creemos
ese

afrmar

demasiado, enunciando
es

documento

histrico

que completamente

desconocido para muchos Centro-Americanos, como lo era para nosotros hasta hace pocos das, y que habr quiz sido olvidado por aquellos que han tenido conocimiento de L Darla pues a conocer los unos, y evocarlo a la memoria de los otros, tal es nuestro
objeto,
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(1)

han publicado antes en el folletn del Eco Hispano Americano. Nota de la edicin de Pars.
Estas

Memorias

se

10
su mvil que nos ha impelido reproduccin, esperamos que se nos har la justicia de creer que no ha sido el espritu de partido, sino el deseo sincero y patritico de sealar una fuente de informaciones' a los hombres competentes y de abnegacin, que quieran acometer la til aunque difcil empresa de dotar Centro-Amrica de una historia completa de los aos que ya cuenta como nacin independiente. El inters histrico nos ha movido tan solo someter al jurado de la opinin ilustrada imparcial de los Centro-Americanos la deposicin de uno de los principales actores del drama interesante y provechoso de nuestras
al

En cuanto

revoluciones polticas.

m%'^I

mi

Tanto en Centro-Amrica, como en otras repblicas del continente, el nombre del general Morazan es bien conocido. Si Norte-Amrica produjo Washington, si la Amrica del Sur produjo Bolvar; CentroAmrica produjo Morazn. Tres genios identificando en tres secciones del gran continente, las libertades pblicas y la soberana nacional. Cosa singular! Esos tres hombres quienes guiaba el genio de la victoria, proclaman en tres paises diferentes los principios de la repblica federal. En Centro- Amrica esa gran idea no se mantuvo; as, pas Morazan y pas tambin la federacin; pero la idea qued, porque es buena, y las buenas ideas germinan en la mente de los pueblos para brotar mas tarde un embrin vigoroso.

11

tenido hasta ahora datos suficientes para publicar la biografa de Morazan, y no podemos

No hemos

fragmentos de sus Memorias, cuya conclusin debe existir en Costa-Rica. Dejamos la iniciativa de nuestros compatriotas el llenar este
transcribir
los

mas que

vaco.

,.;.

H,>

cuantas pginas que el lector va leer, encontrar al hombre sincero y deseoso del bien de su pas, al hombre que, bajo el uniforme de militar, esconde un espritu recto y elevado, y un corazn paternal y amante del progreso. Tal fu Morazan. Hoy que su vida y su memoria entran en la historia, no te queda mas que recojer, como los mrtires de la patria, el olvido ingratitud de sus compatriotas, los laureles de su gloria.
estas

En

No debemos desconocer el mrito

de nuestros grandes hombres, cualquiera que l sea. Todas las naciones cultas prueban todos los dias, con grandes monumentos, con estatuas y panteones, el tributo que deben sus hijos benemritos. Es el mejor modo de ensalzar la patria.
.

.^^

Sur-Amrica lo que debe al gran Bolvar; que no olvide Centro-Amrica, y sobre todo el Salvador y Honduras, lo que debe Morazan: mas que una estatua es la memoria imperecedera de sus
olvide

Que no

inmortales glorias.

Unos Centro-Americanos
Pars

30 de julio 1869.

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MEMORIAS
DEL BENEMRITO GENERAL D. FRANCISCO MORAZAN
*

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Para escribir la vida de los hombres pblicos que han figurado en tiempos pacficos bajo un Gobierno Constitucional, basta conocer los hechos y las leyes, iV ser exacto imparcial en las observaciones. Para conocer la de los que han figurado en tiempos de revolucin y anarqua, cuando no ha existido mas ley que la salvacin de la patria, no es suficiente hallarse impuesto de los sucesos, conocer sus causas osten'sjbles, y pesar las circunstancias que influyeran en ^ ellas; es tambin necesario buscar el verdadero espritu que los ha dictado en los secretos del corazn humano; sin dejarse seducir por los que, aparentando imparcialidad, se constituyen en intrpretes de ste, con la mira de satisfacer sus bajas y mezquinas
pasiones.
i

accin puede ser, aconsejada por el inters comn, sugerida por una atroz venganza, y merecer en aquel caso la aprobacin pblica, ser en este reputada por un delito imperdonable.

Una misma

13

La muerte de Csar habra sido un crimen los ojos de los Romanos, si stos no hubiesen conocido los motivos que obligaron Bruto ejecutarla; y no se atribuyera, hoy, al Gobierno ingls el deseo de abreviar los dias de la vida de Napolen, si hubiera justificado las causas que le obligaron colocarle bajo la mortfera atmsfera de la isla de Santa Elena.

No

es

menos

cierto

que

el

espritu de

partido ha

podido engaar muchas veces al escritor imparciaL v trasmitir por este artificioso medio la posteridad, como verdades histricas, lo que solo era obra de la venganza y de la adulacin. Pero esta falta no pertenece esclusivamente los que nos han dado conocer lo que ha ocurrido en el antiguo mundo: lo es tambin de los que se dedican instruir a las generaciones venideras de lo que pasa en el nuevo, en donde han adquirido numerosos estmulos las pasiones, por el abuso que se hace de la imprenta.
por esto que yo desee que se limite por una censura previa. Cualquiera que se establezca pva destruir un vicio, que es inherente la libertad de publicar los pensamientos, llevara consigo el germen que tambin destruyese esta saludable institucin, que si ha sido el mejor sostn de los gobiernos monrquicos moderados, es sin disputa el alma de las instituciones democrticas. .^m -r
se crea
,

No

S/, varias veces se

ha abusado de

ella

contra

para

14
insultarme,

y protesto
dirijo,

quienes

me
la

enemigos

posesin

que de este

Centro-Americanos, lejos de disputar mis


los

miserable
la

recurso,

procurar no traspasar los lmites de y del decoro.

moderacin

escribo para exaltar pasiones, y menos para revelar faltas y decir injurias los que me han calumniado en sus Memorias impresas en las ciudades de Jalapa y

No

Mjico: slo
este

pluma para vindicarme. Soip sentimiento ha podido vencer la resistencia que


la

tomo

siempre he tenido para hablar a la Nacin, aun en favor de mi propia causa, porque ni nunca me he considerado con la disposicin que se requiere en aque caso, ni con la humildad que se necesita en este para mendigar un defensor, pues siempre he creido que el que no aspira engaar debe presentarse al pueblo con sus propios colores.

ocho aos que serv la primera magistratura, muchos de mis enemigos obtuvieron destinos pblicos, sin detenerse examinar la legalidad de mi eleccin, ni los motivos que me conservaron en el poder; y otros que me prodigaban injurias siempre les acredit con mi silencio, que no deseaba hacer uso para desmentirios de las ventajas que me daba
los

En

mi posicin.

.:"'

Mas cuando observ que en


de mis amigos
vida pblica.

la

desgracia hasta algunos

me

juzgaban,

me decida
'

escribir

mi

''^-^^ ^^

15
No- pudiendo fiar la memoria todos los acontecimientos ocurridos en una revolucin de catorce aos, ped los documentos necesarios CentroAmrica. Pero entre tanto estos llegan, el tiempo pasa, mis enemigos dan una siniestra interpretacin mi silencio, arrojan sobre m nuevas calumnias, y no se halla al alcance de todos mi conducta pblica que los desmiente. Es por esto que me veo obligado ahora hablar siquiera de una manera sucinta de ocurridos los en principales acontecimientos la revolucin de 1828, que han sido maliciosamente desfigurados por unos, censurados injustamente por otros. Procurar apoyarlos en documentos dignos de toda f, y en testigos que, la calidad de intachables, por el buen crdito que merecen, renan la particular circunstancia de contarse ellos en el nmero de mis enemigos. La relacin ntima que tienen algunos de los hechos que voy ahora referir, acaecidos antes de la guerra de 1 828 con la materia de que me ocupo, no me permite pasar aquellos en
silencio.

La eleccin de Presidente de la Repblica hecha por el Congreso en el ciudadano Manuel Jos Arce, contrariando el voto de los pueblos que dieron sus sufragios al ciudadano Jos del Valle (1), fu, en mi concepto, el origen de las desgracias de aquella
(1)

Bosquejo histrico de le revolucin de Centro-Amrice escrito por el Dr. Almendro Merure, que hoy se cuente en el n&mero

de mis enemigos.

Tomo

I,

pig. 209.

16
poca. Dos partidos concurrieron ella. En el uno se hallaban los mas ardientes defensores de la independencia y los mejores amigos de la libertad. Estos le dieron sus votos para que sostuviese la Constitucin federal, que era obra suya. Se encontraban en el otro los enemigos de esta constitucin (1 ), los amigos de la dependencia espaola (2) y los que unieron la Repblica al imperio mejicano (3). Estos le dieron sus sufragios con la esperanza que cooperase la variacin
del sistema.

^ ^

Ambos bandos
candidato.

tenian motivos de confianza en su Aquel citaba en su apoyo la conducta

ciudadano Manuel Jos Arce habia observado en favor de la independencia. Este tenia por garantas la opinin que el mismo Arce manifest desde Mjico al Padre Obispo Delgado, con respecto al sistema que convenia Centro-Amrica, y las que conserv siempre contra el federalismo, que no daban la verdad las mejores seguridades de su buen modo de proceder en el Gobierno.

que

el

Puede, sin descrdito, un ciudadano sacrificar sus opiniones particulares al cumplimiento de sus deberes como hombre pblico: esto es posible. Pero no puede voluntariamente colocarse, sin mancillar su reputacin, en la difcil alternativa de faltar sus juramentos, causar las desgracias de su patria, y esto hizo Arce. i a n. jsco
(1) (2)
(3)
Beltraneas, Pavones...

Los

Frailes, el

Arzobispo y los Aycinenas.

Los mismos Aycinenas.

17
El

admiti

la

primera magistratura de un gobierno


sus

opiniones, y prest el solemne juramento de ejecutar y cumplir una hacer Constitucin que, segn lo repite tantas veces en su memoria de 830, impresa en Mjico (1), sistema la anarqua y autoriza el desorden.
contrario
Si

esta

conducta no pued^'conci liarse con


el

la

que

debiera observar
ella sin

patriota y

el

alto funcionario,

embargo descubre los verdaderos motivos que le obligaron apoyar sus repetidas infracciones de la Constitucin en un partido que, al deseo de variarla, anadian sus principales directores la halagea esperanza de encontrar en Arce el hroe que les hiciese olvidar la sensible prdida del Emperador
Itrbide.

podria ciertamente reconocerse en este modo de proceder al hombre agradecido por la alta distincin con que lo honraran los pueblos, llamndolo regir sus destinos; si el deseo de ser los ojos de estos mismos pueblos el bienhechor del primer lustro de la libertad, por lo menos el primer patriota de la poca (2), no vinieran en su ausilio disculparlo. Funesta presuncin, que tantos males ha causado la Repblica!
Memorias
Mjico.
(2)

No

(1)

del

ex-Presidente

Manuel Jos Arce impresas en


preliminar
pg.

Discurso

segunda.

Pg. primera.

Memorias de Arce.

18

ciudadano Manuel Jos Arce se hubiera negado admitir la presidencia, se habria escusado del doble compromiso, que sus opiniones con respecto la Constitucin le hablan hecho prever. No hubieran entonces tenido lugar sus temores de anarquizar la Repblica, si cumpla con las leyes que autorizaban en su concepto el desorden; ni sus juramentos habran sido violados con la infraccin de aquellas, agravando con este hecho los mismos males que pensaba evitar.
Si el
.11

Tan noble conducta hubiera librado


de mil desgracias, y
al

Centro-Amrica

Presidente de ella de un tardo y estril arrepentimiento, que le fu arrancado por un acto de la mas negra ingratitud que lo despojara del ejercicio de la magistratura, y vino en socorro del pueblo cuando se hallaba ya dividido y destrozado por la guerra civil y la anarqua.

^ Yo
^

Presidente Arce (1), de estudiar en Washington y en los principales Estados angloamericanos el sistema federal: habla penetrado su origen: habla pulsado sus enlaces: me enter de sus ventajas, y me hice cargo de sus defectos^, y todo esto, es necesario decirlo, se obr en pocos das, y

acababa^ dice

el

sin el

menor conocimiento

del

idioma

ingls.

podia decir mas el sabio infatigable Mr. Alejo Tocqueville, quien debemos su preciosa obra
(1)

No

Pg. primera

Memoria de Arce.

^ ,,^ ,^,

\,

19
titulada: **De la

democracia en

la

Amrica

del Norte''.

Desgraciados Centro-Americanos! Vuestros males se lamentar: pero consolaos con este estril sentimiento, porque no es posible, en conciencia, hacer responsable de ellos a su autor!... Si todas las opiniones que he referido son bastantes hacer conocer la suerte que esperaba Centro-Amrica, yo no las presento al pblico sino como las precursoras de grandes hechos, que hablan al corazn imparcial un idioma tanto mas convincente, cuanto que est fundado en las mismas leyes, argumentos y raciocinios aducidos por el ex-presidente Arce en su propia defensa.

pueden

presentaban este y sus amigos en opinin, para variar las leyes, objeto nico de sus miras, de su faltas, de su descrdito y de su desgracia. O el que se emplea regularmente en las repblicas con el fin de obtener el triunfo en las elecciones, y de consiguiente, el influjo que se desea en las cmaras para reformar variar la Constitucin, el de la
se

Dos partidos

fuerza.

Aunque el primero era mas sencillo y el nico legal, exigia mucho tiempo su ejecucin, y ademas, careca
de trofeos y de
gloria.
Si

podia haber alguna en

Presidente Arce, tan oscurecida por las intrigas que se suelen emplear en semejantes casos, como el color de los vestidos

persuadir, seria los ojos del

20
diplomticos de
las

personas que debieran ejecutarlo.

recurso acomodado al genio del Presidente, y menos sus intereses, eliji el segundo partido. Dos motivos le obligaron a obrar de esta huellas de Seguir las los hroes manera. poder adquirir esa gloria para conquistadores guerrera, tanto mas noble, cuanto son grandes los obstculos que vence, y los peligros que corre el Jefe militar que la obtiene la cabeza de sus soldados vencedores, fu sin duda el objeto del primero. Afirmar para lo futuro en los hombros de estos

No

siendo

este

^ ^

poder en que no se creia bien seguro por la inconstancia de los diplomticos que lo colocaron en ella, era la mira del otro. Esta inconstancia que comenzaba ya esperimentar, le fu muy pronto funesta por la vez primera en el cuartel general de Jalpatagua. Allf lograron D. Antonio Aycinena y D. Manuel Dominguez introducirse, digmoslo as, disfrazados con las insignias militares que arrancaran al mrito del soldado y obtener^ un triunfo con el ausilio de la tctica diplomtica, que tuvo por trofeos la deposicin del Comandante Perk y el despojo de todo el influjo que tena el Presidente Arce en el ejrcito (1). j jp-^ /
la silla

mismos soldados

del

escandaloso suceso ocasionado por que unos pocos empleados del Gobierno del Estado de Guatemala no
El
(1)
^

Pgina ochenta y cinco. Memorias de Arce.

M\h\\

21
concurrieran en un mismo edificio con el Presidente de la Repblica a la funcin cvica del 15 de Setiembre de 1826, que en otras circunstancias solo hubiera comunicado al pincel algunos personajes en actitudes propias una caricatura, produjo entonces

malsimos resultados.

'

Todos los elementos de discordia que se haban ya acumulado por los que apetecan un cambio, se agitaron de tal modo, que ocasionaron muy pronto la
completa desorganizacin del Estado de Guatemala, que abandonado y sin defensa, qued en manos del Presidente de la Repblica, el que por un abuso escandaloso de su autoridad, tambin redujo prisin a su primer Jefe ciudadano Juan Barrundia, y desarm las milicias del mismo Estado. Este desenlace, se dice en la Memoria de Jalapa escrita contra m por D. Manuel Mon tufar, Jefe de Estado Mayor del ex-Presidente Arce, cuya opinin es irrecusable, hizo ridculo todo lo que antes haba parecido un golpe maestro de aquellos que afirman el orden: todos los que se hablan comprometido comenzaron temer y desconfiar en lo sucesivo. El Presidente public pocos dias despus una exposicin documentada de los motivos que impulsaron al arresto de Barrundia: razones de todas eran conjeturas, congruencia y documentos diversos, dbiles unos, ridiculos otros, y todos capaces de persuadir en lo privado que ex istia una conspiracin: pero no para <i convencer en juicio. u q .l^
,

^ )r

22
Semejante suceso, que por
las

circunstancias de que

fu acompaado, pareci algunos un ensayo de las armas del poder, y que en realidad fu el resultado de una combinacin que preparara, como se vio despus, igual suerte todos los jefes de los dems Estados que no supieron defenderse, inspir en estos una fundada y justa desconfianza. Aunque se quiso disculpar el hecho asegurando que aquel funcionario habia provocado con su conducta al Jefe de la Nacin, y obligado ste hacer uso de la facultad que le concede el artculo 175 de la Constitucin, que nada previene para un caso tan singular; la "^ conducta observada con el Vice-Jefe Flores, que el mismo Presidente coloc en el Gobierno por la confianza que le inspiraba, les acredit que ste slo buscaba en las autoridades de los Estados agentes sumisos y prontos ejecutar sus voluntades.
'

Pero Flores se port con una dignidad y firmeza que no se esperaba, resistindose cumplir la orden de desarmar al capitn Cerda, y negndose a admitir la fuerza federal que le ofrecia el Presidente: la que con pretesto de hacer respetar la autoridad del Estado y conservar el orden en los pueblos, debia completar la sumisin de stos, y la humillacin de aquel funcionario. Conducta tanto mas honrosa y meritoria, cuanto que ella produjo la catstrofe que le aguardaba en la misma iglesia de Quezaltenango, en donde, puesto en manos de un feroz populacho, instigado por las funestas ideas que le inculcaron

U3
sus sacerdotes, pereci al pi de las imgenes de los Santos la vista de sus inicuos jueces y en presencia de la Eucarista, que stos exhibieran para acreditar

duda, que muchos de los que se llaman religiosos entre nosotros, no creen en el Dios de los verdaderos cristianos. Y de este modo los empolvados altares del fanatismo, que estaban ya olvidados en el presente siglo, fueron de nuevo levantados por sus dignos ministros, y enrojecidos con la sangre inocente del desgraciado vice-jefe Cirilo Flores.
sin

4/

no sumisin que

crea que exagero hablando de la el Presidente exigia de los Jefes de los Estados, copiar lo que dice aquel funcionario en la pgina 42 de sus Memorias. ,.^>> ^.
se
.
.
t.

Para que

.^

1.^

Sin prdida de instante se puso en el conocimiento del vice-jefe ciudadano Cirilo Flores, el arresto del jefe Barrundia, previnindole que tomase el mando del Estado en razn de ser l llamado por la ley ejercerlo en casos semejantes; franquendole al propio tiempo la tropa veterana para que la emplease en la conservacin del orden, y en el servicio de su

persona

y de la Asamblea. Tambin se le previno que mandara desarmar al capitn mayor Cayetano Cerda, que permaneca en el departamento de Chiquimula,
pueblos y perturbando la tranquilidad con la tropa con que atac a Espinla: Flores se encarg de la jefatura; pero se neg a' obedecer al Gobierno en todo lo dems, y particularlos

alborotando

24

mente en
En
la

el punto tan esencia/

de desarmar Cerda,,::
^b

foja siguiente se espresa en estos trminos:

en tiempos de revolucin todo es delirio, no ha faltado entre nosotros quien se atreva a proferir la blasfemia poltica, de que los jefes de los Estados no son subditos del Presidente de la Repblica, y es asi que me veo en la necesidad de hablar hasta de esta impertinencia. La Constitucin en el artculo 123 dispone: ''que el Presidente prevenga los jefes de los Estados lo conveniente en todo lo que concierna al servicio de la Federacin '\ p f^o ?i >
^

Como

?.

Sea cual fuere de sus acepciones la que le d al v^rbo prevenir, nunca ser la de mandar ordenar el El superior al subdito que ejerza alguna cosa. Presidente, en uso de este artculo pudo prevenir, advertir, informar avisar los Gobiernos de los Estados lo conveniente al servicio de la Federacin; pero no pudo mandarles en concepto de j^t>^; v.subordinados.

artculo en cuestin exigiese de los jefes de los Estados la absoluta subordinacin al Presidente de la Repblica, que deben los subditos su superior, no mereca ciertamente el nombre de federal la Constitucin de Centro-Amrica; y si el Presidente Arce hubiera conocido mejor nuestro sistema y su propio idioma, habra cometido una falta menos en su
Si el

2&:

conducta administrativa, y quitado la venganza de sus partidarios un motivo mas para llevar la guerra en su nombre todos los Estados de la Union.
Estados que componen la independiente en su Gobierno admistracion interior (art. 10) y les corresponde y todo el poder que por la Constitucin no estuviese ^ conferido las autoridades federales/*
''Cada

uno

de

los

Federacin, es libre

de este artculo Cmo habr podido Presidente Arce semejantes pretensiones? Y cmo sin pasar la humillacin de que una autoridad estraa se ingiriese ttulo de superior en rgimen interno del Estado, poda el vce-jefe el Flores, por las rdenes de aquel, tomar posesin del Gobierno, desarmar al capitn Cerda, y lo que es aun mas degradante, admitir su servicio fuerzas
la

vista
el

sostener

porque no convena los intereses del jefe de la nacin que usase de las del Estado que habia ya ste disuelto, reteniendo en su poder el armamento?
federales,

Pero aun hay mas. Sobre el poder que da el citado artculo 10 los gobiernos de los Estados, aparece otro mayor que si han pasado en silencio los legisladores, no por esto han podido evitar que exista, y

menos que
los

se

ejerciese de

Estados en el pretestos para humillarlos, y se invocaban las leyes para reducir a sus jefes la humilde condicin de

una manera positiva por momento mismo en que se buscaban

26
subalternos.

Hablo de

corresponde que la de la se vio entonces al arrimo inmediato del pueblo, en lugar que la otra slo tiene por apoyo la ley y el convencimiento de unos pocos ciudadanos quienes su ilustracin los eleva sobre las localidades, y sus honrosos precedentes los llaman servir los primeros destinos de la Federacin. Si esta es una falta que causa algunas veces males, y principalmente en los gobiernos nuevos, ella nace de un vicio inherente al sistema federal que divide en fracciones al pueblo; y por lo mismo exige para evitar sus malas consecuencias el mayor tino y prudencia de parte del primer funcionario.

parte de supremaca que los Estados. Supremaca mas eficaz Federacin: puesto que se ejerce como
la

convencimiento pudo hacer mas moderado y circunspecto al Presidente Arce, el conocimiento que adquiri del sistema federal en la Repblica de NorteAmrica le debi descubrir la complicacin de su teora y las dificultades en su aplicacin. Dificultades que debiera considerar mayores en Centro-Amrica, puesto que no poda aguardar que se encontrasen en el pueblo, ni el conocimiento regular de aquel sistema, ni el hbito de gobernarse por s mismo.
Si

este

jefe de la Repblica, primer responsable de la paz/'Se habia hecho cargo de los defectos del sistema federal. Habia estudiado el de a Repblica que gobernaba; conoca

Debi tener presente, que como


el

era

27
los hombYes que estaban la cabeza de los negocios, y no ignoraba los hbitos y educacin del pueblo. Tenia ste, pues, muchos ttulos para aguardar de la capacidad y esperiencia de su Presidente, lo que no podia esperar de la ilustracin y buenos deseos que animaban sus mejores ciudadanos. Todas las miradas estaban por esto pendientes de la conducta que observarla el supremo Magistrado. De l aguardaban todos Repblica. Nadie le podia disputar el el bien de la alto honor de haberlo conseguido; ni menos puede hoy dividir con otro la responsabilidad de los males que ocasion con una guerra que pudo y debi evitar.

No teniendo ya nada que temer


en
el

el

Presidente Arce

Estado de Guatemala, en donde por consecuenlos hechos que acabo de referir, las autoridades de cia legtimas hablan ya desaparecido, mand hacer nuevas elecciones que por el influjo de las bayonetas, recayeron en aquellos hombres mas notables de su
partido. (1).

Estado de Guatemala, dirigi el Presidente sus miradas los de Nicaragua y Honduras. En el primero, por una anomala propia de la revolucin, se encontraban un mismo tiempo gobernando el Jefe Cerda y el Vice-jefe Arguello, y eran ambos obedecidos por sus respectivos partidos.

Reorganizado de este

modo

el

(1)

Bosquejo histrico, ttulo primero, pgina 293.

28
de Arguello perteneca los liberales y las opiniones de este funcionario eran contrarias las del Presidente de la Repblica, la poltica demandaba la proteccin decidida que este le prest Cerda, remitindole una cantidad considerable de fusiles, i> que condujo el ciudadano Policarpo Bonilla.
el

Como

Este ausilio llam la atencin Arguello y no pudo protejer Honduras, en donde buscaba motivos el Presidente para desorganizarlo.

mantenia correspondencia con los mas desacreditados enemigos del Jefe de aquel Estado ciudadano Dionisio Herrera y daba otros pasos, que menos deshonrosos no parecian propios del si eran que aparentaba un profundo respeto las leyes, sino del que buscaba el triunfo sin escrupulizar los medios de conseguirlo.
este
fin

Coronel de la Federacin Ignacio por licencia del supremo Poder Ejecutivo, servia la Comandancia local de la ciudad de Tegucigalpa con nombramiento del mismo Jefe Herrera, cuando fu separado por ste, se neg abiertamente obedecer, alegando que habia obtenido igual nombramiento del Jefe de la Nacin. La ciudad de Tegucigalpa se halla situada n la cordillera mas de dos mil metros de altura sobre el nivel del mar, y distante de este cuarenta leguas por la
E\
i

Teniente Crdova, que

parte

mas inmediata. No

es,

pues,

ni

una frontera

29
puerto para que el Presidente se creyese facultado para nombrar all un Comandante; no ser que haya pensado hacer despus navegable el rio de aquella ciudad en las doscientas leguas que corre antes de desaguar en el Pacfico. Este escandaloso avance de la autoridad, ejecutado con la mira de sostener el partido que hacia la revolucin Herrera en Honduras, produjo la acusacin que este diriji al Congreso contra el Presidente Arce, acompaando todos los documentos que esclarecian el hecho.
ni

un

Despechados los enemigos del Jefe Herrera con el mal los resultado que tuvieran medios que hablan empleado hasta entonces para trastornar el orden, se decidieron quitarle la vida. A media noche los asesinos dirigieron sus tiros por dos balcones de la casa que habitaba, otras tantas camas colocadas al frente. Los malvados ignoraban cul de ellas pertencia al Jefe Herrera; pero sabian muy bien que una era ocupada por su esposa. Sin embargo, antes quisieron triplicar las vctimas agravando su crimen con la muerte de la madre inocente y del hijo tierno que aquella tenia en sus brazos en el fatal momento, que permitir se les escapase lo que era objeto de la venganza de aquellos que habian estimulado su srdido y mezquino inters. Pero por una feliz casualidad las balas se introdujeron en el colchn de la cama en que se hallaba la seora de Herrera, y otras rompieron una columna del catre en que dorma ste, sin haberles causado dao alguno.

w
presentaron en su precipitada fuga las vJtseales positivas de su crimen. En aquella misma \noche, sin ser perseguidos, desaparecieron de la -ciudad de Comayagua el escribano Ciriaco Velasquez, y^^Rosa Medina, quien despus acredit en la destruccin de las mejores casas de Comayagua, mandada ejecutar por el coronel Milla cuando sitiaba aquella ciudad, que era tan buen incendiario, como torpe
'^*Los asesinos

asesino.

pocos dias de haberse intentado este crimen, se lintrodujo en el Estado de Honduras el batalln federal nmero 2, al mando del coronel Milla, con el pretesto de custodiar los tabacos que existan almacenados en la villa de los Llanos, pertenecientes al mismo Estado, y distante sesenta leguas de la capital de Comayagua, que era entonces la residencia
los

del Jefe Herrera.

que tenia mil motivos para temer un atentado de\ Presidente de la Repblica, y que no yeia el riesgo que corran los tabacos existentes en el departamento de Gracias, se persuadi que l era el nico
Este,

aquella fuerza. Tom en consecuencia algunas precauciones, y reuni varias compaas de

objeto

de

milicias.

Para observar la tropa federal destinada cuidar los tabacos, que por diversos avisos se sabia haber rdenes del Presidente de la Repblica para marchar

3]

sobre Comayagua, se mandaron cuarenta hombres las rdenes del oficial Casimiro Alvarado, que lleg hasta el pueblo de Yntibuc, distante treinta leguas de
la

'

Villa

de

los

Llanos. All supo Alvarado que

e\

coronel Milla se habia puesto en marcha con toda la fuerza. Para conocer la direccin que traia hizo marchar al oficial ciudadano Francisco Perrera con diez hombres. En el pueblo de Yamaranguila, distante dos leguas de Yntibuc, se encontr Perrera con la Divisin federal, y para memorias de un hecho heroico, se bati con solo sus diez soldados, logrando^ detener por algn tiempo la marcha de toda la divi-^ sion de Milla. Obligado luego retirarse, como era regular, dio parte Alvarado de lo que habia ocurrido, el que al instante contramarch con sus cuarenta hombres, y fu ponerlo todo en conocimiento -^ del Gobierno, en cumplimiento de su comisin.
coronel Milla sobre Comayagua, dice el Presidente Arce en sus Memorias que fu ocasionada por el acto hostil que recibi este Jefe en Yamaranguila de parte de las milicias del Pero si se observa que Herrera tenia Estado. seiscientos hombres, y que podia disponer de todos ellos para dirigirlos sobre Milla, porque no habia otro enemigo en el Estado que le llamase la atencin; que los cuarenta hombres que mand en observacin y Yntibuc eran pocos para atacar las fuerzas de aquel Jefe, pero bastantes para llenar el objeto que se les habia destinado; que los tabacos, nica mira quePara
justificar
l

marcha

del

[
'

32.
habia trado Milla con su batalln Honduras, se hallaban en los Llanos, distante sesenta leguas de Comayagua, veintiocho del pueblo de Yamaranguila donde le encontr la descubierta de diez hombres del oficial Perrera, y treinta del pueblo de Yntibuc en donde se hallaba igual nmero de soldados en observacin, que pertenecan los de Perrera; se vendr en conocimiento que no hubo ninguna clase de provocacin por parte del Gobierno del Estado, que en uso de las facultades que le daban las leyes, bien pudo dirigir las milicias cualquiera de los pueblos del mismo Estado (1 ). s roq :an Ueu

todos estos hechos comprueban que el Presidente Arce fu el primer agresor en la guerra de Honduras, sin ninguna provocacin por parte de sus autoridades, la nota reservada que dirigi al coronel Milla, fechada el 7 de marzo en el cuartel general de Apopa, y firmada por su Jefe de Estado Mayor el coronel ciudadano Manuel Montufar, en que le previene sustancialmente: que ponga trmino los males que causa el Jefe Herrera en Honduras, haciendo uso de
Si
.f
:

^.

'.-'(...

\^ \j.t se

(1)

El
El

cion.

hecho que acabo de referir tiene dos testigos de toda escepciudadano general Francisco Perrera, actualmente Jefe del
el oficial

Estado de Honduras, que fu


guila,

que atac

Milla en

Yamaranla

el

teniente coronel Casimiro Alvarado que

mandaba
las

fuerza

de observacin.

Ambos
el

existen

hoy en Honduras y

a la cualidad

de

contarse ellos en

tancias que deben tener los testigos

nmero de mis enemigos, renen que he ofrecido.

dems
.

circuns,

33
las

armas, y que proteja los que este persiga ( 1), pone en un punto de vista mas claro aquel hecho:
la

descubre los nicos culpables de


la

guerra, y justifica
las
\^%il%j.j i^^^c* -^.^ki

resistencia
x*
**i.r

que
jh
i

los

hondurenos hicimos con


.^^i^'^^iy^^-

armas,

Despus de publicado este documento creo que el ciudadano coronel Manuel Montufar no podr desmentir (como lo hizo en sus Memorias de Jalapa) el hecho que l se refiere; ni el ciudadano Manuel Jos Arce se resistir confesar (como se ve en sus Memorias de Mjico) la responsabilidad que tiene por los males que ocasionara Honduras. Tampoco se atrever negarlo el coronel Milla, que no querr pasar por un militar desobediente, y lo que es peor, por un hijo ingrato que llev injustamente la guerra su patria para castigar agravios que no habia recibido de sus conciudadanos, y en recompensa de los votos que estos le dieran para Vice-Jefe de aquel
[

(1)

Esta nota fu

tomada con

la

en que se previene

al

mismo coronel

Milla, pase
los

custodiar los tabacos, fecha de Octubre, y con todos


al

documentos pertenecientes

archivo de la comandancia de aquel


la

Jefe,

contenidos en dos bales, que

seora Mariana San Martin


el

habia

mandado

ocultar al seor J. Uncal en

mineral de

Y osearn

que cayeron en mis manos de


las

resultas de la derrota

que sufrieron
el

fuerzas federales

al

mando de

Milla en la Trinidad. Aquella nota

original,

guste, se
la

con otros papeles interesantes que podr consultar encuentran documentos reunidos con el objeto de

que
la

escribir

historia

de Centro-Amrica, cuyo primer tomo se imprimi en

ciudad de Guatemala.

34
Estado.
Milla, sin encontrar en
'

^t^

lleg la

camino ninguna resistencia, ciudad de Comayagua el 4 de abril, y estael

bleci su cuartel general en

la iglesia

de San Sebastin.
militar

Unas trincheras mal construidas, y un Jefe


traidor, eran

dos obstculos de fcil acceso para los sitiadores, si la vigilancia de los soldados patriotas no hubiera hecho impotentes por largo tiempo las maquinaciones de la intriga, as como los diversos ataques que se dieran la plaza. Estos no tuvieron otro resultado que el saqueo de toda la ciudad que se hallaba fuera de trincheras, y el intil incendio de sus mejores edificios con que se vengara la cobarda, ofendida de la tenaz resistencia que le opusiera el valor de un puado de soldados

hondurenos y leoneses.

En tanto que tenian lugar estos sucesos, la fuerza enemiga se aumentaba en razn que se disminua la de la plaza. Los vveres faltaban ya en sta; y muchas veces era mayor la sangre que se derramaba, que el agua que se tomaba en el rio defendido por los
contrarios.
-ikfin

La esperanza de un pronto ausilio hacia, sin embargo, sufrir pero sta estos males con resignacin; desapareci muy luego. Cuando se supo en la plaza que la tropa ausiliar se habia disuelto en la Hacienda

"

35
de

Maradiaga despus de haber rechazado la divisin que le atacara al mando del teniente coronel Hernndez, el desaliento se apoder del nimo de los
la

cobardes.
del comandante tuvo en ellos un apoyo, y plaza se rindi el 9 de mayo de 1828 por una capitulacin en que todo lo sacrificaba el traidor, por la conservacin de su empleo, al jefe que no haba podido lograr ninguna ventaja sobre los sitiados. Y para que nada faltase este documento vergonzoso, la firmeza con que habia el jefe Herrera rechazado las proposiciones de rendirse que se le hicieran, fu castigada dejndolo merced del vencedor como prisionero de guerra.

La perfidia

la

.-,

vi

...

>

.-

<

de la Repblica, que pocos meses antes, queriendo acreditar su respeto la ley, puso al jefe del Estado de Guatemala, en el trmino de tres dias, disposicin de la Asamblea que debiera juzgarlo (1 ), hizo conducir Herrera preso la capital de la Repblica, ciento sesenta leguas distante de la ciudad de Comayagua, donde debiera reunirse la Legislatura para conocer de su causa, si aquel Magistrado hubiera tenido esta vez el deseo de ser un religioso observante de la Constitucin. Pero se olvid entonces de ella por no convenir sus dobles miras de humillar al jefe Herrera, dndole por prisin en
El

presidente

(1)

Pg. 46,

Memorias de Arce.

casa que l habitaba, y de acreditar sus contrarios el desprecio que hacia de


la

mucho tiempo
las leyes.

misma

>t^1

de encubrir con las formas judiciales la satisfaccin de sus personales agravios, aun existe, la esperanza de que vuelva al sendero de la ley; pero cuando el descaro se asocia la venganza, la esperanza desaparece, porque entonces el espritu de Sila, obra en la voluntad del gobernante.

Cuando un funcionario pblico

trata

Presidente Arce no hubiera espresado sus opiniones contra estas mismas leyes antes de posesionarse del Ejecutivo Federal ni se apoyara despus en el partido que apetecia un cambio de gobierno, eran muy repetidas las infracciones para que no fuesen voluntarias, y vitales los golpes que dirigiera al sistema, para que no envolviesen la daada \'^ ^' intencin de destruirlo. 1
el
,

Aun cuando

o
que le opusiera el Senado, influyendo para que dos senadores amigos suyos se negasen concurrir las sesiones para que se disolviese el Cuerpo por falta de nmero.
El
la

supo anular

resistencia

El logr

que varios diputados, tambin amigos suyos,

no concurriesen las sesiones estraordinarias del Congreso, en donde debia exigfrsele. la responsabilidad con arreglo la ley, por no haber acreditado en

m
las sesiones ordinarias caydales pblicos entre poderosos.
.

la

justa

inversin
..

de

los

otros

motivos

no menos

en tanto que anulaba de este modo l representacin nacional, se erigia en Juez de los que tenan derecho para juzgarlo, usaba de facultades que ni esta misma representacin nacional habia obtenido del pueblo, y convocaba, su manera, la reunin de un wn^u^t... Congreso estraordinario (1 ).''' ^^ '''fEl,
.

atribuciones del Congreso, las interpretaba la ley segn sus miras, y reduela prisin al jefe de Guatemala en concepto de ser subdito suyo.
El,
,

arrogndose

propio concepto ordenaba al vice-jefe que sucediese aquel en el Gobierno: que desarmara las
este

En

milicias del
las

mismo

Estado, y que tomase su servicio


;

fuerzas federales.

centro de los Estados, como lo hizo en la ciudad de Tegucigalpa. El daba rdenes al coronel Milla para que hiciese la guerra al Jefe de Estado de Honduras. El, en fin, jugaba de este modo con las leyes y se burlaba del pueblo que le confiara su ejecucin. _ ; ; 'J
El

nombraba comandantes

locales en

el

Al recordar

Arce en
(1)

el

conducta que observ el Presidente Gobierno, no ha cabido en m el mezquino


la

Pag. 17,

Memorias de Arce.

38
deseo de herir su amor propio,
dirigiera su

pluma

al

escribir las

en Mjico.

innoble mira que Memorias que public .ooisDoq


ni la

un objeto mas honroso y justo. Acreditar con todos estos hechos *' que fu legal la resistencia que opusieron los gobiernos de los Estados al Presidente de la Repblica, y necesaria la guerra que llevaron los pueblos la capital de la misma Repblica": esto es lo nico que me he propuesto La

mia

tiene

probar, y creo haberlo conseguido.

mis hechos como funcionario pblico. Pero como no pretendo escribir mi apologa, slo citar en mi defensa, como lo he ofrecido al principio, aquellos de que se haya hablado con injusticia, que convengan mi propia justifi-

Ahora

tratar

nicamente

de

cacin.

.^1

de los jefes de la fuerza que se disolvi Maradiaga, march en busca del ausilio que mandaba el Vice Jefe del Estado del Salvador. Pero este ausilio, que lleg a Tegucigalpa, despus de haberse rendido la plaza de Comayagua, era tan pequeo, que tuvo que retirarse hacia el Estado de Nicaragua. Los coroneles Diaz, Mrquez, Gutirrez y yo, buscamos en l nuestra seguridad, y acompaamos al jefe que lo mandaba. Un incidente desagradable, que podia comprometer nuestro honor, nos oblig separarnos de l en la Villa de Choluteca,
en
la

Como uno

m
y pedir garantas al coronel Milla para permanecer en Honduras. Nuestros deseos fueron satisfechos por este jefe, mandndonos el pasaporte coael mismo correo que condujo la solicitud. h?i^^ )l
"

pueblo de Ojojona para disfrutar en unin de mi familia de la gracia que se me concediera. Por un presentimiento que jamas cupo en la confianza que me inspiraba la palabra de Milla, dichos jefes no corrieron la suerte que se nos aguardaba en aquel pueblo, y yo, vctima de mi credulidad, conoc, aunque tarde, lo poco que debe confiarse en los que defienden una mala causa.
Al
instante

march

con

direccin

al

Diez horas despus de haber llegado al pueblo que habia sealado para mi residencia, fui reducido prisin por el teniente Salvador Landaverri, de orden del Anguiano comandante Mayor local de Tegucigalpa, y conducido aquella ciudad. A pesar de haber presentado este jefe mi pasaporte, me hizo poner en la crcel pblica.

La seguridad de que en semejante atentado no tuviera parte el coronel Milla, me hizo dirigirle una esposicion en que le espresaba, con bastante energa, los males que me ocasionaban sus ofrecimientos. La contestacin de este jefe me dio conocer el lazo que haba tendido mi confianza, y slo procur entonces los medios de evadirme de la crcel.

40
Despus de haber sufrido veintitrs dias una estrecha y penosa prisin, pude burlar la vigilancia de mis carceleros, y retirarme la ciudad de San Miguel. De all pas la de Len en busca de ausilio para volver sobre Honduras.
la Union, habl por ciudadano Mariano Vidaurre, la primera vez con el que como Comisionado del Gobierno del Estado del Salvador, pasaba al de Nicaragua con el objeto de procurar un avenimiento entre el Jefe y Vice jefe de aquel Estado, que mutuamente se hacian la guerra. Vidaurre se interes mucho para que se me ausiliase por este ltimo.
el

En mi

trnsito por

Puerto de

Entre tanto, el coronel Ordoes, que lleg preso a Len, pudo formar una revolucin contra el Vice Jefe Arguello, que tuvo por resultado la deposicin de este funcionario, y el ausilio que se me dio de los militares que le eran mas adictos.
entre jefes y oficiales componan^ mi pequea fuerza. Su fidelidad al Gobierno que hablan pertenecido me inspiraba la mayor seguridad, y la fundada esperanz^i de reunir

Ciento

treinta

cinco,

descontentos hondurenos, que produjeron las persecuciones de Milla y sus agentes, ponian de nuestra parte todas las probabilidades del triunfo.
los

En

la Villa

de Choluteca^ con

el

ausilio

que mand

41
el

Gobierno

del Salvador,

pude organizar una

consi-

derable Divisin^ y en el campo de la Trinidad, acreditar los hondurenos que era llegada la hora de romper sus cadenas. Milla fu alli completamente batido, dejando en nuestro poder los elementos de guerra, que habia acumulado, y la correspondencia oficial de que ya he hecho mrito. La vanguardia sola, consigui este triunfo, en el que se distinguieron los coroneles Pacheco, Balladares y Diaz. A los de igual clase, Mrquez, que habia quedado malo en Respire, Gutirrez, que en unin de Osejo y el capitn Perrera, conducan la retaguardia, no les fu posible encontrarse en la accin.
Libres ya los pueblos de Honduras de sus enemigos me dediqu la reorganizacin del Estado.

Consejo se reuni en la ciudad de Comayagua, y me encarg del Ejecutivo con arreglo la ley, en concepto de consejero, por la falta de Jefe y ViceEl
J

efe del Estado.

Luego que el Presidente de la Repblica tuvo conocimiento de estos sucesos, hizo marchar al coronel Domnguez sobre Honduras. Yo tuve, entonces, que separarme del Gobierno para tomar el mando de la fuerza, y establec mi cuartel general en
el

pueblo de Texguat.
ligera incursin

Domnguez hizo^una

por los pueblos

42
y regres atrevido atacarme.
la

de

costa,

San

Miguel,

sin

haberse

Por este tiempo, el general Merino, despus de haber estado al servicio del Gobierno del Salvador, se embarc en Acajutla para retirarse Guayaquil, de donde era natural. Habiendo tocado el buque, que lo conduca, en el puerto de la Union, fu capturado a bordo por el coronel Domnguez, que ocupaba el Departamento de San Miguel con fuerzas federales, sh respetar la bandera chilena, ni atender los r 1'>i;"1 reclamos que le hiciera el capitn.

Merino no debia tratrsele como prisionero de guerra, porque no se le tomaba con las armas n la mano: no era ya un soldado, porque se haba separado del teatro de la guerra: no poda considerrsele como enemigo, porque no tena la intencin de ofender, puesto que se retiraba su patria; ni siquiera pisaba ya el territorio de la Repblica, y se hallaba bajo la proteccin de una nacin amiga. No habia, pues, ni un pretesto para reducirlo prisin, y menos para fusilarlo pocos dias despus en la ciudad de San Miguel, faltando al derecho sagrado de la guerra, y los principios establecidos en los pueblos

menos

civilizados.

Este asesinato sin ninguna mira poltica: esta vctima sacrificada la venganza ajena, cerr todos los medios de conciliacin entre Domnguez y yo, rompiendo

43
que habamos establecido con presagi la suerte que correramos los que fusemos prisioneros de semejantes enemigos, y acab de uniformar la opinin pblica.
la

correspondencia

este objeto:

En pocos das consegu organizar una fuerza compuesta de hondurenos y nicaragenses, que aunque muy inferior en nmero la de Domnguez, se compona en su mayor parte, de soldados voluntarios y

decididos morir en defensa de su patria; pero careca de recursos pecuniarios.


El

que conozca, que las rentas del Estado de Honduras nunca han bastado cubrir su lista civil, y que haya sido, entonces, testigo de las grandes sumas que exijiera Milla los pueblos, para sostener tanto tiempo su Divisin, se persuadir fcilmente de las escaseces que sufria la que estaba mis rdenes. Marchaba sin ninguna caja militar, y el presto que se daba la tropa, era necesario exijirlo en los pueblos
del trnsito.
.,,
,

,,

,.u.

Las dificultades que naturalmente se presentaban para esto, producan mil privaciones en el soldado, que se agravaban, con lo malo del clima y el rigor del otoo, abundante en lluvias aquel ao. Su nmero se disminua de consiguiente, en trminos que apenas llegaron las inmediaciones de San Miguel las dos terceras partes de los soldados reunidos en Choluteca. En tanto que el coronel Domnguez abundaba en

44
recursos y tenia sus rdenes una numerosa tropa veterana que haba triunfado varias veces de sus

enemigos.

La esperanza del ausilio que me habia ofrecido el Gobierno del Estado del Salvador, para engrosar mi pequea Divisin, me obligo colocarla en el pueblo de Lolotique, fuerte por su localidad, y por su posicin aparente para protejer la llegada de los
salvadoreos.
El coronel

Domnguez con todas sus fuerzas vino


una legua, en
el

situarse

a distancia de

pueblo de
^
..^

Chinameca.
Hizo varias tentativas para forzar
las

guardias avan-

zadas colocadas en los desfiladeros que conduelan la altura que yo habia ocupado; y aunque siempre fu rechazado con prdidas, logr sin embargo, ver desplegarse la fuerza, y se enter de su numero. La confianza que le inspir este conocimiento la acreditaron sus hechos posteriores. Domnguez pudo muy bien contar nuestros soldados; pero pronto conoci, por una costosa esperiencia, que no es dado calcular, un jefe mercenario, el valor de hombres que defienden su patria y sus hogares.

Once

dias se pasaron sin ocurrir nada notable entre las dos fuerzas. Al duodcimo recib una comunicacin del teniente coronel Ramrez, jefe de la tropa

45
ausiliar tanto

siguiente dia pasaria,

tiempo esperada. Me aseguraba que af con alguna dificultad, el Lempa,

por falta de barcas.

La facilidad con que el enemigo podia descubrir la aproximacin de aquel jefe, y destruir su pequea fuerza, me- decidi protejerlo. A las 12 de la noche emprend mi marcha con este objeto; pero la lluvia no me permiti doblar la jornada y me vi obligado aguardar, en la hacienda de Galcho, que mejorase el rvryiffi; r r.f v; v|T:n i: .niffiH ""lA vr-; n^W tiempo.
-.
-;

izquierda, detenido tambin, por la lluvia, fu igualmente obligado situarse una legua distante de aquella hacienda, sin que se hubiera podido descubrir su movimiento hasta

Dominguez que movimiento y marchaba por mi


Entre
tanto,

habia

sabido

mi

entonces.

i-vinsimi^/n.ru-

u?

^^n^^^sh

i/ri^a-

c.n::r>ii'

maana, que el agua ces, hice colocar dos compaas de cazadores en la altura que domina
las

3 de

la

hacienda, hacia la izquierda, en razn de ser el nico lugar por donde podia presentarse el enemigo. A las 5 supe la posicin que este ocupaba, y pocos minutos despus, el jefe de una partida de observacin asegur que se hallaba tiro de can de las dos compaas de cazadores.
la

.'

i l,

<

-,

-^

>

retroceder en estas circunstancias, porque una retirada con tropas que no son veteranas,

No podia ya

46
tiene peores consecuencias
gloria de haber peleado

que una

defrrota,

sin

la

con honor.
sin

No

era ya posible

continuar

mi

marcha,

inmensa
contrarios.

llanura,

Menos

grave peligro, por una y presencia misma de los podia defenderme en la hacienda,

colocada bajo una altura de mas de 200 pies, que en forma de semicrculo, domina tiro de pistola el principal edificio, cortado, por el estremo opuesto, con un rio inaccesible, que le sirve de foso. Fu, pues, necesario aceptar la batalla con todas las ventajas que habia alcanzado el enemigo, colocado ya en actitud de batirse tiro de fusil de nuestros
cazadores.

^^'el

^?^^

Conociendo
en salvar hacienda, enemigo,
la

tiempo que habia de gastar la Divisin altura, que se hallaba entre el campo y la

avanzar los cazadores sobre el detener su movimiento, el que conociendo lo crtico de mi posicin, marchaba contra estos paso de ataque.
hice para

fuerza por una senda pendiente rompi el fuego, medio tiro de fusil, que luego se hizo general. Pero ciento setenta y cinco soldados bisnos hicieron impotentes por un cuarto de hora, los repetidos ataques de todo el grueso del enemigo. Este, obligado por instinto, tributar el respeto que se debe al valor, no se atrevi a hollar la lnea de cadveres que qued reducido el
la

Entre tanto subia

y estrecha, se

pequeo campo que ocupaban

los

cazadores, para

47
detener
ausilio.
la

marcha de

la ^

divisin

que volaba en su
>

^1
el

entusiasmo que produjo en todos los soldados herosmo de estos valientes hondurenos, escedi

nmero de los contrarios. Cuando la accin se hizo general por ambas partes, fu obligada retroceder
al

nuestra ala derecha, y ocupada


la

la artillera ligera

que

apoyaba; pero
lado,

la

reserva

obrando entonces por

restableci nuestra lnea, recobr la artillera y decidi la accin, arrollando parte del centro, y todo el, flanco izquierdo que arrastraron, en su fuga, al resto del enemigo dispersndose despus

aquel

en

la llanura.

-^^

Entre los muchos prisioneros que se hicieron, se encontraban algunos vecinos del departamento de San Miguel, que vinieron en gran nmero ser testigos de nuestra derrota. Tal era la seguridad que tenian en la tctica, en la disciplina y en el nmero de nuestros contrarios. -^ i

Los salvadoreos ausiliares, que abreviaron su marcha, al ruido de la accin, con el deseo de tomar parte en ella, llegaron tiempo de perseguir los
dispersos..
\

i.

Cediendo un sentimiento de justicia, he descendido pormenores, que no todos podrn ser agradables; pero ofrezco omitir en adelante, los que pertenecen

4a
los sucesos ocurridos hasta la conclusin de la guerra. Mi deseo ha sido el de honrar la memoria de los patriotas hondurenos y nicaragenses, que pelearon aquel dia; cuyo valor se ha querido poner en duda, porque no han sTdo tan afortunados otras veces. Es el desfijar los hechos que tuvieron lugar en aquella jornada, desfigurados despus por la malicia la ignorancia. Es el de dar conocer la importancia que merece este hecho de armas. Si l fue en s, bien pequeo, produjo, sin embargo, los mejores
resultados, porque

economiz
por

la

sangre, que intil-

en las trincheras del Salvador, facilitando la rendicin de Mejicanos, y abrevi el desenlace de la revolucin de 828, Revolucin, que tan abundante, como despus, fu en acciones de guerra ganadas por nuestros soldados, todas ellas se deben considerar como una consecuencia de este triunfo.
se

mente

derramara

tanto

tiempo

de San Miguel, en busca de recursos, para pagar sus haberes atrasados a los soldados, vestirlos y darles la gratificacin, de un mes de sueldo, que se les habia ofrecido. ic fs<
dirig a la ciudad
.

De Gualcho me

present una comisin de los principales vecinos de aquella ciudad, para suplicarme fuese protejer las propiedades, que - pretesto de pertenecer los enemigos del Gobierno, eran amenazadas por un puado de malvados. Pude llegar tiempo de evitar el saqueo de muchas casas, aunque
el

En

camino

se

me

49
ya stos haban tomado de objetos de comercio.
la

de Barriere algunos
^

r.

-M

nd

^^i

^'

Un ilin "?n
.

En uso de la facultad que me habia concedido el Gobierno del Estado del Salvador, mand exijir un
emprstito forzoso de diez y seis mil pesos. Este se distribuy en un pequeo nmero de propietarios que mas servicios haban prestado al enemigo.

La noticia que se difundi en la ciudad de que-^l general Arz habia salido para atacarme, del cuartel general de Mejicanos, produjo una fuerte resistencia en algunos prestamistas, que se negaron pagar bajo
diversos pretestos su contingente.

confirm la noticia que el enemigo se aproximaba al Lempa, esped una orden para que el que no quisiese prestar sus servicios como propietario,
se

Cuando

se

obligara hacerlos como soldado, presentndose en el cuartel de cazadores. Todos pagaron esta intimacin; slo el ciudadano Juan Prez, primer
le

propietario del departamento, quiso tomar las armas. Pero pocas horas despus de hallarse sufriendo, en el cuartel, todos los castigos y privaciones de un soldado recluta, entreg los cinco mil pesos que le

fueron asignados, y volvi su casa.

^,

La cantidad recaudada fu distribuida los soldados en medio de la plaza, presencia de los jueces municipales, de los ciudadanos Gregorio Avila, que

50
contribuy con el gnero suficiente para dos mil vestuarios, Pedro Gotay y otros muchos de los principales de aquella ciudad, que aun existen hoy en
ella

para comprobar

la

verdad.

^u fi3

mdQD
Como
este fu el ltimo emprstito, y el nico de

que yo asign hasta la consideracin alguna conclusin de la guerra, y como algunos han exagerado su valor, y tratado de tirnicas las medidas que se tomaron para realizarlo, no me ha sido posible pasar en silencio estos pormenores. u^:*^

hubo alguna severidad contra Prez, fu provocada por su misma resistencia: lo exigia adems el orden amenazado por los soldados leoneses, pblico,
Si

cansados ya de sufrir escaseces, y de esperar el dia que estas cesasen, tantas veces prometido; y lo demandaba imperiosamente la necesidad de marchar disputar el paso del Lempa al enemigo. iido ^ *?
nico atentado que yo supiese y pudiese remediar, fu cometido por el capitn Cervantes que arrancara del cuello una seora prestamista su cadena de oro, y por el cual fu sentenciado la pena de muerte y fusilado en la plaza del Salvador.
El

Los soldados leoneses, que no pertenecan ningn gobierno, y que voluntariamente se habian puesto mis rdenes, espresaron de diversos modos sus deseos de regresar Nicaragua. Al coronel Balladares, que se

amenazaron haciendo uso de sus armas, y yo slo pude lograr que sesenta soldados
evitarlo,
lo

propuso

continuasen en
Entre tanto
el

el servicio.

general Arz lleg al Lempa con una fuerte divisin. Al momento march evitarle el paso de este rio, y lo habria conseguido, si el teniente

coronel

Jos

del
el

Rosario

descuidado desembarcar.

punto

Lpez Plata no hubiera por donde logr aquel

Disminuida mi fuerza por la defeccin de los leoneses, tuve que retirarme Honduras para organizara. enemigo, que marchaba mi retaguardia, lleg hasta la ciudad de Nacaome, y no atrevindose perseguirme por el camino de la sierra, que habia ya fortificado, regres a San Miguel.
El

En pocos dias pude aumentar la divisin en la ciudad de Tegucigalpa, y volv' con ella sobre la misma ciudad
de San Miguel.
f ?--.:

Arz ocupaba entonces dicha ciudad, que por una marcha forzada amenac atacar. Como aquel no queria comprometer una accin, se retir por la
El general

de Usulutan, para atravesar despus el llano de Paba, y tomar el camino del departamento de Gracias, con el objeto de pasar Guatemala. Yo, que calculaba esta retirada, nrre coloqu por un movimiento de
villa

52
flanco en aquel llano, al tiempo mismo que la vanguardia enemiga tomaba posicin en la margen izquierda de un arroyo profundo. Era su mira disputarnos este paso, para poder evitar la ocupacin de la hacienda de San Antonio, en la que comienza elevarse la sierra por donde habia pensado retirarse. Pero fu arrollada y arrojada hacia el llano en donde estaba formada su retaguardia, dejando en nuestro poder un can.

La hacienda fu en seguida ocupada por nosotros, y los contrarios pasaron la noche deliberando.
Al amanecer se me asegur que deseaban capitular. Al efecto, habl con el teniente coronel C. Antonio Aycinena, que habia sucedido en el mando al general Arz. Me ofreci aquel jefe entregar las armas, y quedar prisionero con sus principales soldados; pero no disposicin del Gobierno del Estado del Salvador.
capitulacin que redact, fu firmada inmediatamente, y con sorpresa vieron los enemigos, que
L.a

cuando

ellos

hablan

convenido

ya

en

ser

mis

prisioneros de guerra, se les dejaba en libertad para volver Guatemala, suministrndoles, adems, el dinero necesario para el prest, del soldado, y conce-

dindoles por una gracia, todo lo que solicitaron.

Aunque nunca me arrepent de haber observado

esta

u
conducta, pocos das despus tuve el disgusto de saber que el enemigo saqueaba los pueblos del trnsito, y habia cometido un asesinato, en pago de la generosidad con que se le trat, violando as la capitulacin que se acababa de firmar, en la que se habia consignado un articulo a la seguridad de estos

mismos pueblos.

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t^ko c

-^

[^ L^--\'n^^

oi

Un jefe militar del Estado del Salvador, que con dos compaas ocupaba Ocotepeque, por donde aquellos
debieran pasar, recibi de los pueblos iguales quejas, y redujo algunos oficiales prisin, por orden de su Gobierno, a quien yo habia dado conocimiento de cKStn ;SL ^izcA aquellos hechos. ru;>i4*^i Md^noj
i;

^M:>^iKrh*-

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^.'lO'^ij.y Q^rA.l^^

Aunque siempre he credo que el jefe Aycinena no los mand ejecutar, l es, sin embargo nico responsable
por haber abandonado la tropa su propia suerte, forzando sus marchas para llegar pronto Guatemala con todos sus jefes y oficiales allegados.

de

ellos,

La fortuna, que jams proteje los que huyen de los peligros de la guerra para poder disfrutar de las ventajas del triunfo, castig los que sitiaban la plaza Salvador, hacindolos, por una capitulacin, del prisioneros de los sitiados, y premiando, de este modo, el valor con que estos defendieran por tanto n uu tiempo su patria y sus hogares.
i.

Este desenlace se debi

la

constancia con que

el

54
pueblo salvadoreo, sin armas y sin jefes, sostuvo el sitio por largo tiempo: al patriotismo y generosidad de las mujeres del pueblo, que alentaban al soldado con su valor y lo alimentaban con el trabajo de sus a la firmeza con que el Gobierno se neg manos: siempre admitir las proposiciones desventajosas que le hiciera el enemigo para rendirse; y al general Juan compaas, algunas disciplin que Prem, y colocndose con ellas la retaguardia del enemigo, le interceptaba los convoyes y aprisionaba los reclutas que venian de Guatemala, batia las fuerzas que salan del cuartel general de los sitiadores en busca de vveres, y alentando con todos estos hechos al pueblo, hizo los soldados concebir esperanza de un prximo triunfo y creer al coronel Montfar, jefe del ejrcito sitiador, que se hallaba sitiado, cuando dijo en uno de sus escritos que no puede sostenerse por muc/io tiempo plaza que no es socorrida, y menos cuando la atacan enemigos muchos y porfiados, rjjnt.:^ i^ ,^j ^^^^^

hacienda de San Antonio me dirig la ciudad del Salvador. Pas en seguida la villa de Ahuachapan, para organizar all el ejrcito que debia marchar sobre el Estado de Guatemala. <O>^v^r k.h

De

la

>

:>u

,uir,

.^b-1ol^>'

Otan

-f

Pocos dias despus de haber llegado aquella villa, recibi el jefe poltico del Departamento, C. Juan Manuel Rodrguez, orden del ministerio para hacer salir del Estado al presidente Arce, que despojado

55
ya del Gobierno, existia en la ciudad de Santa Ana, porque su permanencia en ella era perjudicial al orden pblico.
persona, afecta al Presidente Arce, me suplic evitase este jefe el disgusto de ser conducido hasta el rio de Paz por una partida de soldados, que tenia ya

Una

preparada

el jefe

poltico.

^,

^^

ocasin de acreditar Arce que habia olvidado ya la memoria que hizo de m, en la lista que dirigi al coronel Milla, para queden unin de otros, me remitiese preso Guatemala, pesar del salvo^ conducto que me dio este jefe. Con aquel objeto, mand al coronel Gutirrez que comunicase al presidente la orden del Gobierno y le espresase mis deseos de evitarle el compromiso^ en que podia colocarlo, su permanencia por mas tiempo en Santaquise perder
la

No

Ana.

*
'

'^

%V

Pero este hecho lo tuvo Arce por un agravio, segn se espresa en sus Memorias, aunque yo lo consideraba como un servicio, puesto que le suplicaba lo que podia mandarle con el mismo derecho que l quiso que se me condujese preso Guatemala. Con el mismo derecho digo, porque l us de la fuerza para obrar contra m, no estando autorizado por la ley, y yo podia haber usado tambin de esta fuerza en justa represalia, cuando me tocaba mi vez.
,,,

56
Luego que el ejrcito recibi alguna disciplina, march sobre la ciudad de Guatemala, y di orden al general Prem, que obraba ya en el departamento de Chiquimula con una divisin, que ocupase la hacienda de Aceituno, distante una legua de aquella ciudad, el mismo dia que yo debia situarme dos leguas de ella, en el pueblo de Pinula. Mi orden fu cumplida por el coronel Henrique Terrelong, que habia sucedido en el mando a aquel jefe, que permaneca enfermo en
Chiquimula.
^,;

hacienda de Corral de Piedra se nos uni un escuadrn de patriotas antigenos, al mando del general Isidoro Saget, que fu de mucha utilidad en la campaa. En Pinula supe que la fuerza del Estado se habia concentrado toda en la ciudad. ^ .M'nm^mm: .:s

En

la

introduccin de vveres y agua en la plaza, mand situar una divisin en el pueblo de Mixco, al mando del coronel Cerda, con orden de fortificarse inmediatamente. Pero este jefe, quien solo conoca por la buena recomendacin que de l se me habia hecho, se confi en un valor de que careca. Ni quiso fortificarse, ni tuvo la presencia de nimo y arrojo que se necesita para defender un puesto, que es sorprendido por el enemigo.
Para evitar
la
jb

acredit con esta derrota su ineptitud y cobarda, y el enemigo su crueldad con el asesinato de los vencidos. En lugar de marchar inmediatamente

Cerda

57
sobre el cuartel general de Pinula, aprovechndose de mi permanencia en la antigua Guatemala, donde habia ido con el fin de organizar un gobierno
provisional, volvi entrarse sus trincheras, y regres Pinula. > r^

yo

Al dia siguiente concentr todas las fuerzas en este pueblo, y march con ellas la antigua Guatemala para reponer las bajas y pedir recursos al nuevo u ^. '^^ -^ gobierno. ~'^

n.

^u

antiguo veterano del ejrcito de Napolen, que hoy ocupa un lugar distinguido en el ejrcito francs, entr al servicio en concepto de jefe de Estado Mayor.
l general Nicols Ral,

A
(el

la

esperiencia y conocimientos militares de este jefe mas instruido que ha venido Centro-Amrica)

de los que siempre he hecho uso en lo que ha estado mi alcance, debo en gran parte no haber sido nunca sorprendido, ni sufrido jamas una derrota, en trece aos de guerra casi continua, provocada por los mm j-v i>,. ch: ^^ ai^j.desafectos ala Repblica.
.

enemigo envalentonado con el triunfo de MIxco, sali segunda vez de sus trincheras para atacarme en
El

aquella ciudad.

Yo march inmediatamente las noticias de los espas me

encuentro; pero persuadieron que no lo


su

58
encontrara en el camino que yo llevaba. Me regres, por esto, la ciudad, dejando las rdenes del coronel Terrelong un batalln y un escuadrn para 9iQ que esplorase el campo.

ciudad, se encontr este jefe con el enemigo, y se bati con tal ardor, que la infantera que habia sido rodeada por aquel, y se defendia la bayoneta, de tal modo se
la

En San Miguelito, una legua distante de

confundi con los contrarios, que se ya muerta prisionera.

le

consideraba^

momento, usando de su arrojo acostumbrado, el teniente coronel Corzo, comandante del escuadrn, carg con cuarenta dragones sobre el enemigo con tan
En
este

buen xito, que lleg a tiempo de salvar nuestra infantera, que todava peleaba sin quererse rendir. Aquel retrocedi asombrado, y una segunda carga complet su derrota.

Cuando
hallaba
el

recib
al

el

parte de que

el

coronel Terrelong se

del ejrcito.

frente del enemigo, march con el resto Las descargas seguidas que se oian en

camino me acreditaban que aquel jefe se habia comprometido en una accin con tan poca tropa;
ella,

pero todos mis esfuerzos por tener parte en fueron intiles.


Solo llegue
al

campo de

batalla para premiar

el

valor,

socorrer los heridos y proteier a los prisioneros.

m
Persegu los restos del en.emigo hasta Sumpango, y pas al dia siguiente al pueblo de Mixco, en donde permanec algn tiempo.

manifestaron, por medio del ciudadano J. Antonio Alvarado, los deseos que tenia de mediar en nuestras desavenencias el ministro de los Paises Bajos y de tener, este fin, una conferencia conmigo. Esta tuvo lugar, los pocos dias, en la hacienda de Castaaza, aunque sin ningn resultado por entonces.
All se

me

De Mixco march situarme la hacienda de Aceituno. Antes de llegar la de las Charcas, se me asegur que el enemigo se aproximaba la misma hacienda. Cuando llegu a ella, observ que venia en marcha, distancia de un cuarto de legua.
Entonces conoc que quera aprovechar para atacarme momento en que se habia disminuido el ejrcito, con la marcha de la primera divisin sobre el departamento de los Altos, al mando del teniente coronel Jonama, con el objeto de perseguir una fuerza enemiga, que obraba sobre aquellos pueblos, las rdenes del coronel Irrisari.
Al

el

para aguardar al enemigo, que en triple nmero se presentaba en la llanura. Todo el valle se veia cubierto de caballera, que se aumentaba la vista, con una multitud de espectadores. Esta caballera se form fuera de los
la

momento form

fuerza

60
de nuestra artillera lijera. El de fusil, no alcanzaba al grueso de la infantera. Solo una parte de esta, en nmero de 500 soldados, se aproxim,
tiros

formada en

batalla a

menor

fuego al mismo tiempo que que hizo desplegar. Los nuestros


pi firme.
,c

distancia, y rompi el las guerrillas de cazadores


lo

contestaron

aproximase el resto de infantera y toda la caballera enemiga, que la continuaba guardando la distancia en que se habia colocado al principio, hice marchar dos compaas de cazadores por el flanco derecho, y tirar algunas estrago en la ^bombas. Estas causaron mucho caballera, y las primeras descargas que aquellas hicieran, avanzando siempre sobre el enemigo que peleaba, ste huy, y el resto sigui su ejemplo, sin haber hecho un solo tiro. La caballera lo imit
se

Cansado de aguardar que

volviendo caras, y la nuestra, aunque en pequeo nmero, carg sobre esta confusa masa de hombres que huian sin motivo, haciendo un terrible estrago en todo el valle, y centenares de prisioneros.

Los que no lo fueron entraron en la plaza en gran desorden; y no hice un esfuerzo para ocuparla aquel dia, por aguardar que se me incorporase la divisin que obraba en los Altos. .

Al siguiente dia march de la hacienda de las Charcas ^ la de Aceituno en donde permanec hasta la llegada

61
1

\
'

tropa que se hallaba en Quezaltenango, de la que se reorganizaba en la Antigua Guatemala, y reclutaba en el Estado del Salvador.

de

la

Pocos das despus

me

dio parte

el

haberse echado el pueblo del enemigos, y entregdole prisioneros los principales jefes. Pero a esta noticia, que no podia ser mas satisfactoria, anadia otras sumamente desagradables. Me aseguraba que el teniente coronel Menendez habia sublevado, contra l, la divisin, a pretesto de obrar de acuerdo con los enemigos, por el buen trato que diera, en cumplimiento de mis instrucciones, al coronel Irizarri y dems prisioneros; y que la viruela maligna, que habia comenzado propagarse en los soldados, le obligaba regresar al cuartel general.

coronel Jonama, Barrio sobre los

Temiendo que muy pronto cundiese esta epidemia en el ejrcito, tom varias precauciones para evitarlo, aunque no qued satisfecho por no haber encontrado
la

vacuna,
la

>

i,

...^ ,.>

.-

mediacin del ministro de los Paises Bajos, de que ya he hablado, se reunieron en el sitio de Ballesteros para tratar de la paz, los ciudadanos Arbeu, por el Vice-Presidente de la Repblica, y Pavn por el Gobierno del Estado de Guatemala, el general Espinoza por el del Salvador, y yo por los de Honduras y Nicaragua. Las proposiciones que por una y otra parte se hicieron fueron desechadas; y los

Con

62
comisionados
se retiraron.
^

3l^

Pero mis deseos de una transaccin eran tan vivos, como fundados los temores que tenia de que se disolviese el ejrcito por la epidemia de viruelas. ^Volv, por esto, escitar al general Vrver, ministro de los Paises Bajos, para una nueva conferencia, que concurrieron los mismos comisionados. El la general Espinoza y yo les presentamos la proposicin
siguiente:
co.

Que

se estableciera

un Gobierno provisorio en

el

lEstado de Guatemala, compuesto del mismo jefe C. fMariano Aycinena, del C. Mariano Prado y yo.

dos ejrcitos debian reducirse al nmero de mil hombres, y componerse en iguales partes, de salvadoreos y guatemaltecos.
2o.
los

Que

3o. Que el Gobierno provisorio debia instalarse en Pinula, y entrar despus Guatemala con aquella fuerza, destinada dar respetabilidad al mismo Gobierno y mantener el orden en el Estado.
-'
'

4o.

Un

olvido general por lo pasado.


seria

..J^

'U.;

admitida, sin discutirse, esta proposicin, porque conoca la debilidad que se hallaba reducida la plaza, como grande fu mi admiracin al verla desechada. lu
>

Tan satisfecho estaba yo que

63i

enemigo ignoraba la causa de tanta generosidad, sabia muy bien que no era acreedor ella, por su conducta observada con los gobiernos y pueblos del
Si el

Honduras, en circunstancias menos y difciles para estos. Sabia, ademas, que ni su posicin actual, la mas desventajosa en que pudo colocarse, ni sus futuras esperanzas, puesto que no aguardaba
Salvador

ningn ausilio, ni la moral de su tropa, conocida ya en la accin de la Charchas, pudieron hacerle esperar un mejor desenlace.
Pero todava aparece mas ventajosa esta proposicin, si se compara con las que hicieron los salvadoreos para que rindiesen la plaza, tan fuerte entonces, que lejos de alcanzar la menor ventaja, concluyeron los sitiadores por rendirse los sitiados.

siempre merecer el nombre de generosa, porque se hizo en la seguridad de que la plaza de Guatemala se rendiria con poca resistencia, como sucedi diez dias despus, que fu entregada bajo las condiciones que le impusiera el vencedor.
plaza fu capitulacin, y

ocupada al siguiente dia de la yo me aloj en la casa de Gobierno. Pasados algunos minutos se me present el ministro de relaciones del Gobierno Federal y me entreg una
La
nota del Vice-Presidente de la Repblica C. Mariano Beltranena, en la que me preguntaba si deberla continuar en el ejercicio del Poder Ejecutivo. Los

64
que recuerden que el Vice-Presidente, apoyado en el ejrcito del Estado de Guatemala, habia usurpado el mando al Presidente de la Repblica, burlndose de los repetidos reclamos que este le hizo para obtenerlo: que era uno de los mas poderosos motivos que se llev hasta la capital de la de la guerra, Repblica, nombre de la mayora de los gobiernos de los Estados que componen la federacin, se persuadir fcilmente que mi contestacin fu por
la

negativa.
el

reducir prisin al Presidente y Vice-Presidente de la Repblica, los ministros de ste, de Hacienda y de Relaciones, y al jefe del Estado
dia

En

mismo

mand

de Guatemala.
Esta

>:.h*.m>

?u cu?

medida^ ejecutada en cumplimiento de las rdenes que habia recibido de los gobiernos de los Estados, estaba en consonancia con mi opinin, de
reducir el nmero de los presos al menor posible; y tenia tambin por objeto poner en absoluta incapacidad de obrar los principales jefes que haban llevado la guerra los Estados.

Cuando
la

se exigi, en cumplimiento de la capitulacin, entrega de todos los objetos de guerra, apareci menos una cantidad considerable de fusiles. La reclam por medio del Sr. Manuel Pavn, demostrndok aquella falta con el estado del armamento entregado, y el que se encontr en la comandancia

65
de los enemigos, hecho tres dias antes de haberse rendido la plaza. Pavn me dio una contestacin evasiva, y yo le asegur que si la capitulacin no se cumplia por parte de ellos, no me consideraba en la obligacin de respetarla por la mia.
hasta entonces no creia que se obrase de mala fe, vino luego sacarme de mi error la orden del dia mismo en que se ocup la plaza, autorizada por el

Aunque

Estado de Guatemala en concepto de jefe de Estado mayor. En ella se permita salir los soldados de la plaza, contrariando el artculo 4o. de la capitulacin, en el que se ofreca que contrnuarian en sus cuarteles; para que de este modo pudiese tener efecto el artculo 5o. de la misma capitulacin. n n
secretario
del

Gobierno

del

Muchos de los soldados que salieron en virtud de aquella orden, llevaron sus fusiles, y los escesos que cometieron en algunos pueblos inmediatos, tal vez exagerados por los que queran acreditarse con los vencedores, produjo temores de una reaccin en el nimo de los cobardes, y dio un nuevo y fundado motivo para creer lo poco que respetaban los vencidos de sus compromisos.
mis reclamos, de que se capitulacin, ningn resultado favorable, esped un decreto, en el que manifestaba los motivos que tenia para no cumplirla por mi parte.
tenido
observase
la

No

habiendo

66
Arce ha querido inculparme por este hecho en sus Memorias: en ellas pretende demostrar con los mismos estados que yo cito, el no haber habido ninguna falta de parte de los vencidos.
Et seor

un nmero de armamento casi igua, es porque en el uno se comprendieron las armas intiles que habia en el almacn, en tanto que en el otro solo figuraban los fusiles tiles que se hallaban en manos del ejrcito enemigo.
Si

en

dichos dos estados aparece

aducir para poner en un punto de vista mas claro el hecho que me refiero^ si el tiempo, que todo lo descubre, no hubiera venido justificar la conducta que observ en aquella vez,
Varias pruebas podria

una prueba irrefragable el armamento que de las bvedas de la catedral de Guatemala sac Carrera la vista de todos; el mismo que, en el ao de 829 fu el objeto de mis reclamos, y la causa porque se anul la capitulacin. Mis hechos posteriores acreditan que no tuve otras miras,
presentando
el artculo 6o. de dicha capitulacin se garantiza vida y propiedades de todos los individuos que existan dentro de la plaza. Esta era la nica seguridad que se les daba. A nadie se castig con la pena de muerte, ni se le exiji por mi parte ninguna clase de contribucin. La capitulacin fu religiosamente

como

Por
la

67
despus de haberse derogado. La obligacin cedi entonces su lugar la generosidad, y no tuvo de qu arrepentirse. V no se diga que faltaba que vengar, agravios que sangre castigar y reparaciones que exijir. Entre otras muchas vctimas sacrificadas, los generales Pierzon y Merino fusilados, el uno sin ninguna forma judicial, y arrancado el otro de un buque estranjero para asesinarlo en la ciudad de San Miguel pedian entonces la venganza, as como los incendios y saqueos de los pueblos del Salvador y
cumplida,

aun

Honduras demandaban una


Si el

justa reparacin.
el

Gobierno de Guatemala seal, para sostener

contribuciones forzosas los propietarios que pertenecan al partido vencido, ademas de que estaba en sus facultades esta medida, la necesidad de pagar sus haberes al soldado vencedor lo exijia y la poltica demandaba, no sacar estos fondos de los que nos habian prestado buenos servicios. Ademas, la capitulacin celebrada, en uso de las facultades que me daban las leyes militares, no poda comprometer mismo modo al Gobierno del Estado de del Guatemala, que si se hubiera ajustado el tratado propuesto en Ballesteros en cumplimiento de las instrucciones que se me habian conferido al efecto.
ejrcito

haba acreditado reducindolo cinco individuos de los mas notables, la de los pueblos, as como la de los
el

pesar de que presos deba ser

en

mi opinin

el

nmero de

los

menor

posible,

como

lo

68
gobiernos de los Estados, y
la del ejrcito,

era entera-

mente contraria. El Gobierno del Estado del Salvador por medio de sus comisionados ciudadanos Jos Mara Silva y Nicols Espinosa y el de Honduras y Nicaragua, por las esposiciones que se publicaron
entonces por
los
la

prensa, pedian

el

castigo de todos

culpables; y yo que no desconocia la justicia de estos reclamos, y que debia cumplir las rdenes

de

los jefes

aue habian depositado en m su confianza,

me

vi obligado reducirlos prisin.


la

Pocos dias despus se comenz difundir en ciudad la noticia de que se intentaba

^U\'\

JO

^Em.J;. ,.:)

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Hasta aqu se encuentran estas Memorias, tanto en el propio manuscrito del benemrito general Morazan como en^ las copias que hemos adquirido para proceder la edicin. Fimdadas sospechas nos hacen creer, que la segunda poca de la vida de aquel valiente ilustre soldado muy fecunda en acontecimientos, que ocupan la mayor parte de la historia contempornea del pas, ha sido escrita por l mismo en su larga espedicion las repblicas del Sur, y perdida ocultada en la jomada con que termin su carrera poltica en San Jos. Al menos as lo da entender su ofrecimiento de omitir en el discurso de su obra, pormenores que podran ser desagradables algunos y que pertenecen los sucesos ocurridos hasta la conclusin de la guerra. (Pg. 38).

Mas

que Centro-Amrica quede privada de la continuacin de estas Memorias; nadie negar, que con la parte interesante que hoy ve la luz pblica, se puede venir en conocimiento del origen de la revolucin prolongada hasta nuestros dias, y de una reputacin literaria apenas conocida de los patriotas centro-americanos, y tenazmente negada por el bando
si

es sensible

Esta nota pertenece a la edicin francesa hecha en la Imprenta de Rouge Hermanos y Comp., en 1870.

^^^ 70

opuesto a los principios y al progreso. Ella abre el juicio de la posteridad para el caudillo de los pueblos que proclam y sostuvo las libertades pblicas, y hace esperar con impaciencia el dia que la prensa publique la parte que ahora se ha hecho difcil dar luz; pues aunque ella fuera perdida, datos hay suficientes para suplirla con toda precisin y
claridad.
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Los

editores.

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73

AL PUEBLO DE CENTRO AMERICA


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Cuando

los traidores a la Patria ejercen los

destinos, el

primeros Gobierno es opresor. Montesquieu.


.

^^.

derechos ms sagrados del pueblo por un srdido y mezquino inters! Con vosotros hablo, enemigos de la independencia y de la libertad. Si vuestros hechos, para procuraros una patria, pueden sufrir un paralelo con los de aquellos centroamericanos que persegus o habis expatriado, yo a su nombre os provoco a presentarlos. Ese mismo pueblo que habis humillado, msultado, envilecido y traicionado tantas veces, que os hace hoy los arbitros de sus destinos y nos proscribe por vuestros consejos, ese pueblo ser nuestro Juez.
los

Hombres que habis abusado de

lucha que os propongo es desigual, todas ventajas de ella estn de vuestra parte.
Si
la

las

Tenis en vuestro apoyo:

-*

"^

Que

os hallis colocados en el poder, y que nosotros nos encontramos en la desgracia.

J4
Que podis hacer uso de
procurarnos
acusadores^
ni

vuestra autoridad

para

que

nosotros

no

encontramos talvez

un

testigo.

Que

os habis constituido en nuestros jueces, y declarado que somos vuestros reos. A


I

Que

nuestra voluntaria retirada de los negocios pblicos, con un objeto ms noble que el que ha podido caber en vuestros corazones, la habis interpretado como fuga.
a nosotros, que no os atrevisteis nunca a vernos cara a cara, nos insultis atrozmente en vuestra imprenta; y aadiendo el escarnio a la venganza, habis tomado la mano misma que os ha envilecido para trazar los caracteres de un nombre funesto que
sin

Que

no podemos pronunciar triacin se ha decretado.


en todas

aprobio, y nuestra expa.

(1).|

fin,
las

para complemento de vuestro triunfo, apariencias que el pueblo acreditan

1)

En convenio que celebr ltimamente Carrera con el Encargado del Gobierno del Estado de El Salvador se consign un artculo expatrando a todos los qu haban salido de la Repblica, el que aparece firmado por Carrera sin saber leer ni escribir. Nota del General Francisco Morazn.

75
que nos va a juzgar os pertenece. Pero no importa. Nosotros tenemos la justicia. Vamos a los hechos.

Cuando vosotros disfrutabais de una patria, no' podamos nosotros pronunciar este dulce nombre. Recordadlo. Vosotros habis gozado muchos aos de
de esa patria que buscis en vano. Encontraris en la Repblica de Centro-Amrica algunas seales de ella? No. Aunque le dais hoy este nombre, ms extranjeros sois por vuestros propios hechos en el pueblo que os vio nacer, que nosotros en Mjico, en el Per y en la Nueva Granada. Por laidentidad de nuestros principios, con los que sirven de base a los Gobiernos de estas Repblicas, nosotros' hemos hallado en ellas simpatas que vosotros no encontraris en el propio suelo de vuestros padres (Que ya no os pertenece) desde el momento mismo que se descubran vuestros engaos. Pero si aun queris buscar vuestra patria, la hallaris sin duda por las seales que voy a daros. Od y juzgad.
los bienes

En vuestra patria, los nombres del Marqus de Aycinema y su familia., se hayan colocados en los primeros empleos del Gobierno absoluto, y los
nuestros se ocultan en
la

multitud.

riurr

En vuestra
por unas expona a

patria cometas culpas que se olvidaban tantas monedas, y a nosotros se nos

la

vergenza pblica.

En vuestra patria perpetrabais los ms atroces delitos, a los que se les daba el nombre de debilidades para

76
dejarlos sin castigo, y nosotros suframos la nota de

infames hasta nuestra quinta generacin.

En

vuestra
se
erais

siempre

mismos
y
la

crmenes que quedaban impunes, porque vosotros los jueces, y nosotros perdamos la salud
patria

ejecutabais

los

vida en los cadalsos.


patria ostentabais los nonrosos ttulos de

En vuestra

tiranos, y nosotros papel de esclavos.

representbamos

el

humillante

honrosos ttulos de tiranos, y nosotros representbamos el humillante papel de esclavos.


patria ostentabais
los

En vuestra

patria tenas la gloria de apedillaros los opresores del pueblo, y gemamos nosotros bajo la

En vuestra

opresin.
nir

cuando en vuestra

patria,

ensanchando

la escala

de

opresores, defendais hasta los infames oficios de carceleros y de verdugos, a nosotros se nos exigan los reos y las vctimas.
los

para que nada faltase a vuestra dicha y a nuestra desgracia, as en la tierra como en el cielo, hasta ios santos sacabais de vuestras propias familias!, y los malvados, a vuestro juicio, slo se encontraban en
las nuestras.

continuamente en sus revelaciones, la felicidad que os aguardaba, en tanto que a nosotros solo se nos anunciaban desgracias.
Vosotros
oais,

77
con confianza vuestras splicas porque hacais propicios a sus sacerdotes con las riquezas que exigais al pueblo, en tanto que ste tema elevar sus plegarias, por no poder acompaarlas con ofrendas... uni-^j .- i'^i 'ik
Vosotros al pie de
dirigais
los altares,

por ltimo, para llenar la medida de vuestro poder y nuestro infortunio, aun ms all de la tumba, en tanto que las almas de nuestros padres vagaban sin consuelo en derredor nuestro, para demandarnos los medios de lograr su eterno descanso, vosotros comprabais el cielo que no habas merecido, con los tesoros que os proporcionaban las leyes de un infame monopolio.

He aqu

vuestra patria. Recordadla. Pero si aun insistiereis en disputarnos la que por tantos ttulos nos pertenece, exhibid vuestras pruebas, que nosotros daremos las nuestras; y si resultase un solo hecho en vuestro favor contra mil que presentemos nosotros, consentiremos, gustosamente en ser a los ojos del mundo lo que hoy somos a los vuestros.

Porque en 1812, que por la primera vez se ventilaron los derechos de los americanos, vosotros hacais de injustos jueces, de viles denunciantes y de falsos testigos contra los amigos de la independencia del Gobierno absoluto.
es vuestra patria.

No

Es nuestra patria. Porque en la misma poca nosotros nos la procurbamos, difundiendo deas de libertad y de independencia en el pueblo, sin que vuestras

78
amenazas nos arredrasen ni nos intimidase la muerte, ya sea que se nos presentase en la copa de Scrates, que la encontrsemos al cabo del dogal que quit la vida al Empecinado o que se pronunciase en vuestros
inicuos tribunales.
ion

No

es vuestra patria.

Porque cuando triunfaron

las

ideas de libertad en la metrpoli,

cuando

los patriotas

quitaron algunos eslabones a la pesada cadena de nuestra esclavitud, revelndonos de este modo lo que ramos y lo que podamos ser, vosotros conspirasteis contra el Gobierno Constitucional que se estableciera en toda la monarqua. Como enemigos de las luces, cooperasteis con aquellos que pretendieron, entonces, independizarse del Gobierno de las cortes y trasladar a la Amrica el Gobierno absoluto de los Borbones. ^ji^ c^.^r^^w* .. ^^^a^-
->

espaoles

nuestra patria: Porque en el mismo tiempo hacamos resonar el grito de independencia en todo Reino de Guatemala. Todo aquel que tena un el corazn americano se sinti^ entonces, electrizado Es

con

sagrado fuego de la libertad. Por una disposicin de la Providencia, los amigos del Gobierno absoluto de los Borbones, enemigos de, la independencia de Espaa constitucional, se unieron con los independientes de ambos Gobiernos, y proclamaron la separacin de la antigua metrpoli el 15 de septiembre de 1821. Y de este modo, vuestros nombres figurarn en la historia al lado de los Reyes Luis IX,
el

79:

Luis XI y otros muchos que trabajaron sin pensarlo, en favor de la democracia, sistema que hoy gobierna

en

la

Repblica de Centro Amrica.


vuestra patria:

No
teis

es

Porque en

con un hecho, que


crimen,

es a los ojos del

grave

vuestro tardo haber cometido otro crimen que no es

1821, acreditasmundo un arrepentimiento por

menos
.,,.^

grave

a los vuestros.

.;rW.^

Los remordimientos de vuestra conciencia por haber cooperado a la independencia de un pueblo indcil, que convirti en su provecho lo que era desti-

nado al vuestro, quisisteis aquietarlos sacrificando a un gran conspirador los derechos de este mismo pueblo: y en lugar de un viejo monarca, nos distis un nuevo usurpador: en lugar de la tirana de los Borbones, nos distis el escndalo de un emperador de farsa, ms opresor, porque era ms inepto, y su opresin mil veces ms sensible, porque lo ejerca sin ttulos, sin tino, con sus iguales y por la vez Porque cuando primera. patria: Es nuestra del General mejicano don vosotros, al lado mayores esfuerzos hicisteis Vicente Filsola, los Emperador dominacin del conservar la por que haba subyugado por Iturbide en los pueblos la intriga, aunque sin xito, nosotros procuramos
evitarla.

Cuando muchos de

vosotros, a

la

retaguardia

aquel General, eris testigos de los ltimos esfuerzos del heroico pueblo salvadoreo, que mal

de

defendido y cobardemente abandonado por su Jefe

80
en
el

momento mismo

del

peligro

noblemente, y con ms gloria que la a sus vencedores; nosotros, por este mismo tiempo, en el propio teatro de la guerra, en Guatemala, Honduras y Nicaragua, corramos la suerte de los vencidos, por la identidad de nuestras opiniones.
pueblo salvadoreo, sin armas y abandonado a su propia suerte, hizo impotente la negra intriga que se formara en su seno con innobles miras. (3). Defendi por laigo tiempo la ms hermosa de todas las causas, adquiriendo por digna recompensa de sus grandes hechos, la mmarcesible gloria de dar ai mundo el grandioso espectculo de un pueblo libre que se regenera, obteniendo, en sus propias derrotas,
El

sucumbi que pudo caber


(2)

-4-

^2)

General Arce que mandaba a los salvadoreos los abandon, por enfermo en los momentos que Filsola Hm a atacar la plaza, su salud le permiti huir hasta la Repblica de los Estados Unidos. Nota del General Francisco Morazdn, ,
El
^

(3)

Arce quera entregar a Filsola la plaza de El Salvador, bajo la condicin de continuar en el mando como Gobernador de la Provincia. El pueblo, excitado por los ciudadanos Juan Manuel Rodrguez, por el General Espinoza y Corohel Cerda, se opuso y fueron expatriados por Arce los dos ltimos.- Nota del Gral. Francisco Morazn.
El General

'''

81
se fa

la

reinvindicacn de los

mismos derechos que

ocasionaron; en tanto que sus injustos agresores pierden todas las ventajas que les diera su malhadado
triunfo.
;/;n

rj Hn?:^f'^ ,f^'yh'kin^

'r^rttCi cv^ i^l|rO'>n'*%

Por un distinguido favor de la Providencia^ los ltimos caonazos que quitaron la vida a los mejores hijos de El Salvador y completaron ^n el Reino de Guatemala la dominacin de Iturbide^ eran contestados por los que se disparaban en Mxico, para celebrar la completa destruccin de un Imperio que slo apareci al mundo para oprobio de sus autores. Y por justo resultado de estos hechos, del Reino de Guatemala, libre del dominio del Emperador iturbide, en donde habas creado vuestra nueva patria, se form la nuestra, bajo un sistema democrtico, coi el nombre de Repblica Federal de Centro Amrica.
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ya que no podis negar estos hechos, que todo el pueblo ha presenciado, pretendireis, en vuestro despecho, arrojar de nuevo vuestra acusacin favorita, a saber: Que muchos de nosotros nos hemos enriquecido defendiendo la independencia y la libertad, no
Si

pretendo dejaros

n este

miserable recurso.

^ua^yj

insultante la Tal como es para m de falsa e proposicin, yo la levanto del suelo, en donde la ha colocado el desprecio pblico, con la fundada esperanza de tirrosla a la cara con doble fuerza. Si riqueza la que obtuvieron algunos se puede llamar de vuestros jefes militares en el sitio de Mejicanos,

m
por medio de un mezquino monopolio estamos todos de acuerdo. Pero si los bienes de los regulares componen la nica riqueza que se ha podido encontrar en Centro Amrica, levante la mano el ms atrevido de vosotros, y clave en nuestra frente la nota de infame a los que la hubiramos merecido por
este

hecho u otro semejante.


al

Volvamos

asunto. Despus de la caida de Iturbidq cul ha sido la conducta que habis observado? Yo j^isqs os la recordar.

n onui M>Q
Vuestra debilidad os hizo firmar la Constitucin Federal de 1824, y combatirla vuestra perfidia en ^ .^.; ui. 1826, 27 y 28.
sufragios de Presidente al seor Arce; y ste mismo inters os hizo despojarlos, cuando ya haba llenado, en parte, vuestras miras, porque le fuera adversa la suerte en el
este
inters
disteis

Con

vuestros

momento mismo de exterminar

a vuestros enemigos.

Vuestra razn de Estado llev por segunda vez la guerra a muerte a los pueblos de El Salvador, que perpetuaron vuestros jefes por inters.
Vuestra venganza ilumin por mucho tiempo las oscuras noches de esto con el incendio de poblaciones indefensas, para que la rapaz y mezquina codicia de vuestros militares, que se ejercitaba a

83

media noche, encontrase alumbrado el camino por donde se condujeran a vuestro campo los miserables despojos que haban librado de las llamas.... ...^
Esta

^.

esta mina, que slo se habra con la terminado dominacin a que aspirabais, y que se os escapara de las manos por la imbecilidad y cobarda de vuestros guerreros, desapareci con los triunfos de Gualcho, Mejicanos y Guatemala, y los liberales vencedores acreditaron con la completa reorganizacin de la Repblica, que eran dignos de regir los destinos de un pueblo libre...jg t^l ni a>J

devastacin,

Vuestra venganza, jams satisfecha, y vuestros cjeseos de dominar, nunca extinguidos, trajeron otra vez la guerra a la Repblica para dar un nuevo testimonio al mundo de vuestras miras, y a los centroamericanos una prueba de todo lo que debiera esperar ...oldr.qn y temer de sus enemigos.
.

,;

Coronel Domnguez, que defendiera vuestra causa con tanto empeo en 1828, invadi los puertos del Norte en 1831, se introdujo con fuerzas en el Estado de Honduras, para presenciar sus derrotas, y encontr por ltimo la muerte en la ciudad de Comayagua. ^ nt,
El

ex-Presidente Arce, que apareci en el mismo tiempo por Escuintla de Soconuzco con tropas mexique haban destruido la Independencia canas nacional, fu completamente batido por el valiente
E\

84
aquel desgraciado Jefe imitar a Moreau, que muri combatiendo contra su pas natal con un valor que atenuara su crimen; ni a Coriolano, que obligado a retirarse de las puertas de Roma por las splicas de la que lo llevara en su vientre, acredit que no le faltaban virtudes, sigui el ejemplo de tantos griegos que se unieron con los enemigos de su patria para combatirla, y sufri, como ellos, el digno castigo en su propia derrota y en las maldiciones de los mercenarios extranjeros dobles ^ vencidos y de sus conciudadanos vencedores. Esta injusta guerra se termin con la ocupacin del

General N.

Raoul.

No pudiendo

f
^

f^

Fernando de Omoa, en donde el malvado Ramn Guzmn, que sirviera en vuestras filas como soldado en 1828, enarbol la bandera e!spaola. Despus de una lucha obstinada de 5 meses, que diezmara nuestro ejrcito, y de la epidemia que lo quitara, fu abatida esa seal oprobiosa de nuestra antigua esclavitud por el valiente y sufrido Gral. Agustn Guzmn, que hizo rendir la fortaleza. Y para dar al mundo un testimonio de los extremos opuestos a que pueden
castillo

de

S.

conducir vuestras opiniones y las nuestras en el mismo campo en donde est colocada la cabeza de un traidor, hijo de la Repblica, y de vuestro partido, que elevara sobre las murallas del castillo el smbolo de nuestra opresin, existen los sepulcros de mil centroamericanos, del nuestro, que lo despedazaran, f

No

pretendo

asegurar

que todos vosotros hayis

85
aplaudido aquel crimen; si puede adivinarse que hubiesen algunos de vosotros que lo vieran con indignacin, permtaseme preguntar a los dems: tiene alguna analoga con la rendicin de la plaza de San Salvador en 1823? Si Fernando Vil y la bandera espaola tienen algo de comn con la del Imperio mexicano y Agustn I? Si las garras de la joven guila que se ven pintadas en sta, oprimen

o hieren con ms fuerza que las del viejo Len hispano que se mira en las armas de aquellas que dominaran la Amrica por tres siglos? or^sv i^ \

Esta guerra, tan fecunda en hechos que ilustraron que no fu las armas del Gobierno Nacional, menos abundante en sucesos que justificaron ms y ms la causa de los liberales vencedores, arroj sin embargo elementos funestos de discordia. A stos
se

descontento, que naturalmente debi una Administracin de diez aos, continuamente contrariada por los hbitos que Gobierno absoluto, cuyos resortes dejara el con oportunidad para preparar la tocasteis ^" ^^^^>^ p ^^ ^ ^^ revolucin de 1840.

uni producir

el

en el fanatismo religioso, destrusteis en el Estado de Guatemala las obras que los demcratas consagraron a la libertad, en tanto que jos brbaros las hollaron con su inmunda " ^-i^^m-M <*^i(hw a ....^
Vosotros,
planta.

apoyados

S6

ala
de

profesin de los derechos del pueblo la ley


la

de imprenta la que suprimi las comunidades religiosas la que creara la Academia de Ciencias, en que se enseaban los principales ramos del saber humano, repuesta por vosotros <on la antigua Universidad de San Carlos la del hbeas corpas los cdigos de pruebas, de procedimientos y de juicios, obra del inmortal Livinsgton, adoptados con el mejor xito, y tantas otras, fueron al momento derogadas por vosotros, y el vacio que dejaron estos monumentos del patriotismo lo llenasteis con nombres odiosos, que recordarn al pueblo su antigua esclavitud y
libertad

sus tiranos.

i:ig &1J

Estados de Nicaragua y HonduRs, los justos deseos de reformas, no satisfechos con las que hiciera el Congreso en 1831 y 1835, fueron de nuevo excitados por dos folletos que escribi el ex-Marqus de Aycinena. En ellos pretenda ste probar que no estbamos bien con$ttudo5,f^ porque los Estados, como en Norte Amerita, no fueron antes que la Nacin, y porque la Constitucin Federal es ms central que la de aquella Repblica.

En

los

Proposiciones en su origen insidiosas, risibles en su aplicacin y que han merecido el desprecio de


los

hombres

sensatos.

f-

87
Pretender que las Constituciones de nuestros Estados debieran existir antes que la general, es pedir un imposible, porque los espaoles, que nunca fueron ni tan ilustrados ni tan generosos como los ingleses con sus colonos, no nos permitieron otra ley que la voluntad del soberano.

Asegurar que por esta falta no estamos bien constituidos y somos desgraciados, es ignorar las causas que han contribuido a la felicidad de aquel pueblo afortunado. fiioy >ii? i4isn^n^ sfsfc ofiaups^^

Afirmar que

la

Constitucin

Federal de Centro

Amrica es ms central que la de los Estados Unidos del Norte, es un insulto que no podr sufrir con paciencia el que haya hecho una u\^jt jim unw^/^u %c u^tsvi comparacin de las leyes.
asegurar ante el pblico tantas falsedades juntas, es abusar demasiado de su sencillez y buena fe, y del silencio que han obserfin, atreverse a

En

vado que

centroamericanos ilustrados que'conocen norteamericanos pudieron hacer su felicidad copiando las Constituciones democrticas que haban servido a otros pueblos, ni el de Centro Amrica, en su actual estado, har la suya
los
ni

los

adoptando
Repblica
el

espritu

Ley Fundamental de aquella puede no si trasplantar al mismo tiempo i3 loo i^^^u ;> que le da vida, o-^
la

88
Pero Aycinena slo ha tenido por mira, al propagar estas doctrinas, producir una revolucin. Ojal sea ms afortunado en esta vez que lo fuera con su familia en la del Imperio mexicano, que defendieron con tanto ardor!
Tt'
'

Si
el

el

Duque de Orleans encontr en

la guillotina

castigo de haber anarquizado al pueblo francs, aparentando para subir al trono ideas liberales que no profesara, descendiendo de lo grande a lo jpequeo, debe tener igual suerte Aycinena, que usa de los mismo medios para recobrar sus honores.

NI

el

oro del Guayape, ni

las perlas del

Golfo de

Nlcoya, volvern a adornar la corona del Marqus

de Aycinena; ni el pueblo centroamericano ver ms esta seal aproblosa de su antigua esclavitud; pero si alguna vez brillase en su frente este smbolo de la aristocracia, ser el blanco de los tiros del soldado republicano.
para que nada faltase de ignominia y funesto a la revolucin que habis ltimamente promovido, apareci en la escena el salvaje Carrera, llevando en su pecho las insignias del fanatismo, en sus labios la destruccin de los principios liberales y en sus manos el pual que asesinara a todos aquellos qu& no haban sido abortados, como l, de las cavernat de Mataquescuintla. debi monstruo Este desaparecer con el clera morbus asitico que lo

89
produjo. Al lado de un fraile y de un clrigo (1) se present por la primera vez revolucionando los pueblos contra el Gobierno de Guatemala, como envenenador de los ros que aquellos conjuraban, para evitar, decan, el contagio de la peste. Y contra este mismo Gobierno, fu el apoyo de los que en su exasperacin le dieron parte en la ocupacin de la ciudad de Guatemala. Fu su peor enemigo cuando estos quisieron poner trmino a sus demasas y vandalismos, y su ms encarnizado perseguidor y asesino cuando el salvaje se uniera con vosotros.

conducta de este insigne malvado, que ha excedido con sus crmenes a todos los tiranos sin conoceros. Su vida forma delitos, no interrumpida de una cadena acompaada de circunstancias horrendas.
Es necesario que no se ignore
la

fusilamiento de varios jueces de circuito, en cuyo nmero se cuenta el ciudado F. Zapata, que ejerca sus funciones en Jalpatagua, es de este
El

nmero.

Como

en todos los pueblos, lo primero que hizo

(1)

ountla.

Lobos, cura de Santa Rosa, y Aquche, de MataquesNota de Morazn.

90
Carrera fu incendiar en la plaza la ley que estableca el juicio por jurados, y los cdigos que eran el espanto de los malvados, porque se haban sentenciado en pocos das, con arreglo a ellos, reos de muchos aos.

Juez Zapata en el lugar destinado al suplicio, a tiempo que pasaban de camino, para la ciudad de El Salvador, las seoritas Juana y Guadalupe Delgado. Juzgando sin duda, el malvado asesino, que todos tenan un corazn que se complaciera como el suyo con la muerte de la inocente vctima, las oblig a presenciar la ejecucin, a pesar de sus splicas y lgrimas para evitarla, y de sus esfuerzos para separarse de aquella escena de horror.

En seguida hizo colocar

al

de una joven doncella que viva con sus padres en la hacienda de la Laguna de Atescatempa, fu acompaado de circunstancias que no deben ignorarse.
El rapto, entre tantos raptos,

Carrera, que haba visitado a esta honrada familia, y de ella recibi diversas insinuaciones de cario,

quiso

retribuirlas

con

un

crimen,

como

acostumbra.
Para ocultar el malvado su perfidia a la que era el objeto de sus torpes deseos, recurri a otro

crimen, que pudo producir peores consecuencias

91

por el gran Gobierno.

compromiso

en

que
.

puso
.

su

Hizo disfrazar a un oficial para que, a la cabeza de algunos soldados que debieran suponerse salvadoreos, y de consiguiente enemigos, ocupasen en la noche la casa de la hacienda. A pretexto de que los dueos de ella hicieron servicios a Carrera, teman orden de reducirlos a prisin Y conducir a la joven hacia el Estado de Salvador. El bandido, con un considerable El nmero de soldados, deba encontrarse con ellos en el camino, y stos contestar al quin vive? El Salvador libre. A esta palabra de guerra se convinieron hacerse, mutuamente, fue};o las dos fuerzas, sin usar de las balas, dispersarse los fingidos salvadoreos en seguida y dejar en sus manos la causa inocente de tanta maldad para exigirle su desui^ honra en premio de haberla salvado Todo se habra ejecutado a satisfaccin de Carrera, si la Divina Providencia no hubiera destinado, en justo castigo, una bala que se le introdujera en el pecho cuando se batan, en apariencia las dos partidas. Esta bala, en concepto de algunos, se puso por casualidad en el fusil; pero otros creen haber sido dirigida por la venganza del oficial que haba sido, en otro tiempo, maltratado por Carrera; lo cierto es que se le condujo preso a Guatemala, con los soldados que le acompaaban para cumplir las rdenes de su General.

La gravedad de la herida, que lo obligara a sacramentarse, no le hizo olvidar el nico trofeo de su infernal campaa, que condujo por la fuerza a su cuartel general de Jutiapa. La joven tuvo el profundo sentimiento de que su criminal raptor sanase de la herida, y su desgraciada familia sufri su deshonra sin
quejarse.

La noticia de este hecho oblig a separarse del Gobierno al Presidente del Estado de Guatemala, ciudadano Mariano Rivera Paz, para andar 27 leguas de mal camino, con el nico fin de expresar al malvado el sentimiento que le causara ver derramar la sangre preciosa del caudillo adorado de los pueblos. Sangre que con estas mismas palabras, tuvo el descaro de reclamar al Gobierno del Estado de El Salvador, llevando adelante, para paliar el crimen cometido por Carrera, la infame trama que ste urdiera para
ocultarlo.
"
^

La muerte del Diputado Cayetano Cerda, que lo obligara Carrera a cenar en su mesa en seal de amistad, y lo mandara asesinar en seguida por el mismo centinela que lo guardaba.
La muerte que dio con su propia lanza a un elector de Cuajiniquilapa, que se neg a prestarle su voto.
El asesinato
la

plaza

de todos los heridos del 19 de marzo en de Guatemala, ocupada a la bayoneta,

93
evacuada despus, rompiendo la lnea enemiga, por falta de municiones y por no haber encontrado
los

ausilios

que ofrecieron

los

liberales.

Asesinato

tanto ms
las

criminal, cuanto que se haban tratado con

debidas consideraciones al oficial Montfar (4) y 35 soldados que se tomaron prisioneros en la accin, y respetado al padre Obispo y Cannigos que se encontraron en la catedral, confundidos con los soldados enemigos que se batieron con los nuestros dentro del mismo edificio.

La muerte que dio a cuarenta de los ms distinguidos ciudadanos de Quezaltenango, en cuyo nmero se cuentan las autoridades municipales, despus de haber rescatado a muchos de ellos la vida, esposas y hermanas con grandes sumas de dinero que Carrera recibi, son los menores delitos que ha cometido este ^^ malvado.

monstruo estaba reservada la invencin diablica de acompaar con su propia guitarra los movimientos del seor Lavangnini, a quien obligaba a danzar, y los ltimos ayes de las cuarenta vctimas que asesin el 2 de abril en la misma plaza de Quezaleste

tenango, para acostumbrar as los odos del pueblo ^ ^ ^^ y prepararlo a nuevas matanzas.
.

(4)

Manuel Montfar, sobrino del autor de de Jali>a. Nota del Doctor Montfar.

las

Memorias

SMl

monstruo estaba reservado el acto de mayor inmortalidad y perfidia, que ejecut en la propia ciudad de Quezaltenango. Habiendo prevenido al pueblo que se presentase en la plaza a una hora sealada, bajo la pena de muerte, cuando se encontraba ya reuniuo, mand saquear a su tropa toda la ciudad que contiene 25.000 habitantes. ^_
este
-Jmirw ^nr -Mf-^j
r,-

monstruo estaba, tambin, reservado enterrar a los vivos, como lo ejecut con un vecino respetable del pueblo de Salam, porque le faltaban mil pesos en que haba valorado su vida. A pesar de que su
este

familia le present alhajas en doble valor, lo introdujo, sin embargo, en la sepultura que le haba obligado a cavar, y lo cubri de tierra hasta la garganta, dndole despus grandes golpes en la

cabeza, que le produjeron la muerte, lo abandon a su inocente familia, que en su desolacin derramaba lgrimas sobre el cadver, cargando en seguida el bandido con el vil precio de su infame asesinato

............^

el delito que no ha podido perpetrar malvado? Existe uno iquien lo creyera!, que slo estaba reservado a vosotros: xdara Carrera^ en precio de tanto crimen^ el poder absoluto que hoy ejerce en el Estado de Guatemala por vuestros votoslU

Pero cul es

ese

Que

nuestros conciudadanos que han presenciado todos estos hechos, desde las prisiones de Beln en

95
1812, hasta las matanzas de Carrera en la ciudad de Quezaltenango en 1840, juzguen y decidan ahora si tenis algn ttulo para llamaros centroamericanos, y cules son los nuestros. Y si, como esperamos, la nuestro favor: si los pueblos justicia decide en patriotas de que se componen los Estados de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Los Altos y parte del de Guatemala, han descubierto vuestras prfidas
miras, preparaos, no slo a abandonar la Repblica, sino a andar errantes, como los hijos de Judea, tras la patria de los tiranos, que buscaris en vano. S, en que habis combatido vano, porque la libertad

tantas veces derramando la sangre de sus mejores defensores, ha recobrado el imperio del orbe, que por un don del cielo ejerca en los primeros tiempos.

Los pueblos de ambos mundos profesaban ya su culto; los Gobiernos del nuevo son obra suya, y los del antiguo caen y se precipitan a su voz para no reaparecer ms sobre la tierra.
David, 16 de Julio de 1841.

F.

MORAZAN."

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TESTAMENTO
DEL GENERAL FRANCISCO MORAZAN

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TESTAMENTO

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DEL GENERAL FRANCISCO MORAZAN


San Jos de Costa Rica, 15 de septiembre de 1842.

Da del aniversario de la Independencia, cuya gridad he procurado mantener.

inte-

En nombre del Autor del Universo, -^ P^ en cuya religin muero. ^ o ^a rt no

DECLARO:
como

que soy casado y dejo a mi mujer

nica albacea.

que posea, mos y de mi esposa, los he gastado en dar un Gobierno de Leyes a Costa Rica, lo mismo que diez y ocho mil pesos y sus rditos, que adeudo al seor General Pedro Bermdez.
los intereses

DECLARO:

que todos

que no he merecido la muerte, porque no he cometido ms falta que dar libertad a


Costa Rica y procurar la paz de la Repblica. De consiguiente, mi muerte es un asesinato, tanto ms

DECLARO:

100
juzgado ni odo. Yo no he hecho ms que cumplir con las rdenes de la Asamblea, en consecuencia con mis deseos de organizar la Repblica.
agravante, cuanto que no se

me ha

reunin de soldados que hoy ocasiona mi muerte, lo he hecho nicamente para defender el Departamento del Guanacaste, perteneciente al Estado, amenazado, segn las comunicaciones del Comandante de dicho Departamento, por fuerzas del Estado de Nicaragua. Que si ha tenido lugar, en mis deseos, el usar despus algunas de estas fuerzas para pacificar la Repblica, slo era tomando de aquellos que voluntariamente quisieran marchar, porque jams se emprende una obra semejante con hombres forzados.
Protesto que
la
.-^

DECLARO:
pe

que

al

asesinato se ha unido la falta

de palabra que me dio el comisionado Spinach, de Cartago, de salvarme la vida.


,

l.

'

que mi amor a Centro Amrica Excito a la juventud, que es la llamada a dar vida a este pas, que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes de dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra. ^\ un

DECLARO:

muere conmigo.

rn

DECLARO:

que no tengo enemigos

ni el

menor

101

rencor Uevo

al

perdono y

les

sepulcro contra mis asesinos, que los deseo el mayor bien posible.
el

sentimiento de haber causado algunos males a mi pas, aunque con el justo deseo de procurarle su bien: y este sentimiento se aumenta porque cuando haba rectificado mis opiniones en poltica, en la carrera de la revolucin, y crea hacerle el bien que me haba prometido para subsanar de este modo aquellas faltas, se me quita la vida injustamente.

Muero con

desorden con que escribo, por no habrseme dado ms que tres horas de tiempo para morir, me haba hecho olvidar que tengo cuentas con la Casa de Mr. Marcial Bennett, de resultas de cortes de madera en la Costa Norte, en las que considero alcanzar una cantidad de diez a doce mil pesos, que pertenecen a mi mujer, en retribucin de las prdidas que ha tenido en sus bienes pertenecientes a la hacienda de Jupuara; y tengo adems otras deudas que no ignora el seor Cruz Lozano.
El

Quiero que este Testamento se imprima en la parte que tiene relacin con mi muerte y los negocios
pblicos.
(f)

F.

MORAZAN.

I lifiuM PtM

General Francisco Morazn

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Pila

de

la

Parroquia de

la

Villa de

San Miguel de Tegucgalpa,

hoy Iglesia Metropolitana, en que fu bautizado Jos Francisco


Morazn.

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Doa Mara Josefa Lastiri de Morazn. Esposa del hroe. Oleo de Teresa Fortn.

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Adela Morazn de
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Don Francisco Morazin Moneada y

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Geaeral don Antotno


Procer.

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Casa de Gobierno donde despachaba el General Morazn durante los cinco meses en los que fue Jefe de Estado de Costa
Rica.

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Parque Central de San Jos de Costa Rica. El (ugar marcado con pauelo, prximo al personaje desconocido, fu el sitio donde cay muerto el General Francisco Morazn.

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Sepulcro del General Francisco Morazn en San Salvador, El


Salvador. Centroamrica.

Espada del hroe.

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Escudo de

la

Federacin.

F.

MORAZAN

it

Este cuaderno se teimin de imprimir en


el

Departamento de Publicaciones y Artes


su edidn cons-

Grficas de la Secretara de Cultura en el

mes de agosto de 1992 y

ta de lySOO ejemplares. Tegudgalpa, M.D.C.^onduras,

C A.

Ju^jumsbaoH^.0.aM,qU^ui9lL

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La edicin que ahora tiene el lector en sus manos rene por primera vez en un folleto divulgativo los tres documentos moraznicos ms importantes Las Memorias^ el Manifiesto de David y el Testamento.
Los cimientos tericos y la accin del hroe nacido en Tegucigalpa en octubre de 1792 no se conocen suficientemente todava, al cabo de ms de ima centuria de aquel trgico 15 de septiembre en que, asesinado por un pelotn de fusilamiento en San Jos de Costa Rica, certific con su sangre generosa su indmita lealtad a los
ideales del progreso social, la unidad, la independencia
la libertad

de nuestros pueblos.

La

Secretaria de Cultura reedita estos textos capitales

Unin Centroamericana, General Francisco Morazn, cuyo pensamiento y acero fueron puestos ntegramente al servicio de la democracia en un momento y en un lugar del mundo donde los enemigos de las libertades pblicas dominaban tanto en la tierra
del Caballero

de

la

como en

el cielo,
.

pues hasta los santos sacaban de sus


.

propias familias.

como

lo dice el

mismo

ilustre
el

de estas pginas, sin duda esenciales para miento de nuestra historia.

autor conoci-

SECRETARIA DE CULTURA DIRECCIN GENERAL DE CULTURA

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