Leyenda de Orula 1

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Ati ku oyo ati wo Orun ir lode n go ohun ti o wi yi.

( Y o saludo el da y contemplo el Sol. bendicin del espac o. Nosotros escuchanios la voz de aqul que habla girando.)

haussa
Viene al mundo el Oba
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de los haussa

Orula y sus cuatro discpulos partieron de Egipto guiados por Eleggu, el conocedor d e los caminos. Los sacerdotes iban apesadumbrados, pues all quedaban s u s seres queridos, familiares y amigos. En s u avance recorrieron la parte baja del Nilo Blanco y as zonas desrticas del Sudn, hasta llegar a climas y suelos diferentes, donde la vegetacin se presentaba cada vez ms abundante y el terreno se elevaba. Se separaron de las caravanas de camellos qtie seguan, invariablemente, sus rutas por el desierto sin adentrarse e n otras regiones. Se despidieron de Akinyu, la deidad que-rega las extensiones arenosas, q u e tan a propicia les fuera en aquella parte del trayecto. Con el cambio de habitats empezaron a ver animales variados -aves y cuadrpedos- q u e corran en manadas por los llanos y pendientes de hierb-a baja y escasa. Onila no dej d e estudiar -corno era su costumbre- las propiedades y caractersticas de las plantas q u e encontraba a su paso, observando la irradiacin que estas emitan, ayudado por Eleggu, quien a veces tambin le serva de traductor e n s u s conversaciones c o n los pocos pastores nmadas q u e vean. Con posterioridad ascendieron a la altiplanicie donde se establecieron las tribus haussa, ms all del Nger. Se dirigieron a Daura, la ciudad principal de aquel reino, en cuyo alrededor se haba levantado una muralla como defensa ante los numerosos pueblos hostiles que invadan s u s tomarcas. Esta inmensa pared tenia varias puertas que permitan e l acceso al interior de la ciudad y s e abran por el da para facilitar el comercio. Entraron, pues, a la urbe y recorrieron sus espaciosas calles, sin salir de su asombro por el desarrollo all alcanzado, al ver como artesanos, herreros, comerciantes y otros, intercam biaban sus prod ucios mediante trueques, de acuerdo a s u s necesidad es,^ deseos, sin que mediara el

dinero en los negocios; cuando ms, usaban pequeos caracoles como objeto d e valor intercambiable. Asimismo admiraron las formas y el col'orde los nativos: altos, fuertes y afinados de cara, parecidos a los etopes; las mujeres s e distinguan por su hermosura y andaban sin recato con los pechos descubiertos, Ilamando la atencin d e los discpulos de Orula, que tenan menos experiencia en la vida. . . Despus de recrearse con las constnicciones y e1 movimiento de la poblacin, que los observaba con desconfianza y algo temerosa por la intromisin de los extranjeros, que no se hacan acompaiiar d e sus mujeres -a diferencia de los residentes- fueron interceptados por una escuadra de soldados, cuyo jefe les interrog aberca d e s u procedencia y el motivo d e la visita a la ciudadOmla les explic -por mediacin de Eleggu- y solicit al oficial que los llevara al palacio del Rey para solicitarle una audiencia, con el nimo de ser recibidos como huspedes. Emprendieron el camino acompaados por l a escolta y cuando ya anocheca arribaron a la mansin real, donde fueron alojados en una de las muchas habitaciones~disponibles para las visitas. Y aunque se les coloc un hombre de guardia en la puerta toda la noche, fueron servidostsplndidamente con manjares y refrescos, y as lograron reponerse de las'fat igas del da. A la maana siguiente fueron conducidos por un cortesano ante el Rey. ste era un hombre d e aspecto venerable, e n c u y o rostro el paso de los ailos haba dejado las huellas del sufrimiento y las experiencias vividas. l les pregunt -por medio d e Eleggu- el motivo y los afanes q u e - los haban llevado a esas tierras tan lejanas de su pais. Omla le explic, en pocas palabras, la misin que venan a cumplir en los reinos del Niger, como sacerdotes encargados de mantener la fe en If; tambin le coment sobre la historia del culto y las facultades que tenan para vaticinar el fturo, as como en laprctica d e la medicina. El Rey se inter&s6:notablemente, pero despus, reclindndose con desgano en su trono, le dirigi a Omla unas palabras: "En tu 'rostro se nota que eres un hombre de nobles propsitos, pero ni siquiera e l Dios que t adoras puede darme un vaticinio feliz e n stos, los ltimos das de mi existencia, ya quemis tres hijos, jvenes q valerosos y dignos d e sucedebe en el trono, perecieron e n la guerra que hace poco sostuvimos e n defensa de la ciudad, ante e1 acoso de nuestros hostiles vecinos, los bomus, y la heredad pasar a menos ajenas a mi
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Orula y sus cuatro discpulos partieron de Egipto guiados por Eleggu, el conocedor d e los caminos. Los sacerdotes iban apesadumbrados, pues a! I quedaban s u s seres queridos, farn iliares y amigos. En su avance recorrieron la parte baja del Nilo Blanco y las zonas desrticas del Sudn, hasta llegar a climas y suelos diferentes, donde la vegetacin se presentaba cada vez ms abundante y el terreno s e elevaba. Se separaron d e las caravanas d e camellos qiie seguan, invariablemente, sus rutas por el desierto sin adentrarse en otras regiones. Se despidieron d e Akinyu, la deidad que-rega las extensiones arenosas, q u e tan m. propicia les fuera e n aquella partg del trayecto. Con el cambio de habitats empezaron a ver animales wariados -aves y cuadriipedos- q u e corran en manadas por los llanos y pendientes de hierba baja y escasa. Orula n o dej de estudiar --como era su costumbre- las propiedades y caractersticas d e las plantas q u e encontraba a su paso, observando la irradiacin que stas emitan, ayudado por Eleggu, quien a veces tambin le serva d e traductor en s u s conversaciones con los pocos pastores nmadas que vean. Con posterioridad ascendieron a la altiplanicie donde se establecieron las tribus haussa, ms all del Nger. Se dirigieron a Daura, la ciudad principal de aquel reino, e n cuyo alrededor se haba levantado una murallacomo defensa ante los numerosos pueblos hostiles q u e invadan sus tomarcas. Esta inmensa pared tena varias puertas que permitian el acceso al interior d e la ciudad y s e abran por el da para facilitar el comercio. Entraron, pues, a la .urbe y recorrieron sus espaciosas calles, sin salir de su asombro por el desarrollo all alcanzado, al ver c o m o artesanos, herreros, comerciantes y otros, intercam biaban sus productos medianfe trueques, de acuerdo a sus necesidad es,^ deseos, sin que mediara el

dinero en los negocios; cuando ms, usaban pequeos caracoles como objeto d e -1or intercambiable. Asimismo -miraron las formas y el color de los nativos: altos, fuertes y afinados de cara, parecidos a los etopes; las mujeres se distinguan por su hermosura y andaban sin recato con los pechos descubiertos, Ilamando la atencin de los discpulos de Omla, que tenan menos experienciaen la vida.. i . , Despus de recrearse con las constnicciones y el movimiento de la poblacin, que los observaba con desconfianza y algo temerosa por la intromisin d e los extranjeros, que no se hacan acompaiiar d e sus mujeres -a diferencia de los residentes- fueron interceptados por una escuadra de soldados, cuyo jefe les interrog aberca de s u procedencia y el motivo de la visita a la ciudad. Orula les explic -por mediacin de Eleggu- y solicit al oficial q u e los llevara al palacio del Rey para solicitarle una audiencia, con el nimo d e ser recibidos como huspedes. Emprendieron el camino acompaados por la escolta y cuando ya anocheca arribaron a la mansin real, donde fueron alojados en una de las muchas habitaciones disponibles para las visitas. Y aunque se les coloc un hombre d e guardia en la puerta toda la noche, fueron servidostsplndidamente con manjares y refrescos, y as lograron reponerse de las-fatigas del da. A la maana siguiente fueron conducidos por un cortesano ante el Rey. ste era un hombre de aspecto venerable, en cuyo rostro el paso de los aiios haba dejado las huellas del sufrimiento y las experiencias vividas. l les pregunt -por medio de Eleggu- el motivo y los afanes q u e - los haban llevado a esas tierras tan lejanas de su pas. . Omla le explic, en pocas palabras, la misin que venan a cumplir en los reinos del Niger, como sacerdotes encargados de mantener la fe e n If; tambin le coment sobre la historia del culto y las facultades q u e tenan para vaticinar el futuro, as como en laprctica de la medicina., El Rey se interes6:notablemente,pero despues, reclinAndose con desgano en su trono, le dirigib a Orula unas palabras: "En tu 'rostro se nota que eres un hombre d e nobles propsitos. pero ni siquiera e l Dios que t adoras puede darme un vaticinio feliz e n dstos, los ltimos das de mi existencia, ya q u e mis tres hijos, jvenes walerosos y dignos de sucederme en el trono, perecieron e n la guerra que hace poco sostuvimos e n defensa de la ciudad, ante e1 acoso de nuestros hostiles vecinos, los bornus, y la heredad pasar a manos ajenasa nii
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La leyenda de Orula

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familia, destruyndose as el reinado que con tanto sacrificio construy mi madre". Al orle, Orula se condoli del sufrimiento del noble Rey. Un rayo de inspiracin ilumin s u mente y reconoci w n rapidez q u e If deseaba manifestarse, por lo que solicito permiso al Rey para extender ante sus pies la esterilla construida con junquillos cortados en las riberas del Ni lo y que lo haba a ~ o m ~ a a d o ' t o d el o tiempo. Acto seguido esparc6 en el suelo un poco de polvo blanco extrado de la piedra sagrada del templo de Menfis. Y en cuclillas -junto a sus discpulos- efectu el ritual propiciatorio, manejando los iquines para obtener el signo del orculo de If y lograr as que la verdad ecerca del futuro se abriera paso: "Aunque escribo este signo en el suelo, soberano, la palabra sagrada de If nunca llega a l. "Una familia de comerciantes viene acercndose a la ciudad, son cinco miembros. "Con ella viene su hija ms joven, que espera una criatura, fruto de amores ocultos con el hijo menor de los tres que tuviste y el que t ms queras. = "Acgela e n tu palacio. P e r f i t e l e tener su hijo, quien poseer e l espritu de un Dios y h a d e llamarse Oggu, y reinar sobre todos los haussa, aumentando el poder d e su pueblo, teniendo amigos poderosos, como el Rey del Trueno y del Relmpago, que vendr d e muy lejos con s u ejrcito a-ayudarlo e n la empresa d e limpiar este pueblo de enemigos". E l Rey se qued atnito con el augurio; pero despus dud d e su veracidad, le dijo, entre irritado e incrdulo, a Orula: "Y cmo puedo yo creer e n tus palabras, si diariamente entran y sa-len-de la ciudad centenares de familias con sus mercancas llevando tambin innumerables jvenes embarazadas?. . . "Y ms an -aiIadi&, por que he:deLpensar que una de esas criaturas por nacer sea mi nieto? No te burles d e mi, buen hombre, haciend o ms triste y dificil la situacin en que me encuentro''. .Pero: Onila, q u e continuaba recibiendo la.:inspiracin de IfA le contest: "La familia a que me refiero, distinguido soberano, se dedica a comerciar con el aceite q u e extraen de nueces similares a t s t a que yo uso en mi faena. Son m u y pocos los que hacen ese trabajo, sumamente arduo.
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Slo una d e estas familias cumplir los requisitos que he anunciado. Y cuando nazca el nio, lo identificars fcilmente por una marca.que tendr en s u hombro derecho, una especie de lunar'claro e n forma de cuerno. Y su parecido familiar aclarar tu mente. "An hay ms -prosigui el Maestr-, cuando inquieras a la joven, el la, con lgrimas en los ojos, te confesar la verdad. Trtalos con amor, q u e alargarn tus dias sobre la tierra, al recuperar - c o n el consuelo de mantener tu descendencia- la felicidad que perdiste". As cerr Orula el vaticinio al Rey, quien no sabia hasta q u punto creer aquello que se le decia. A la maana siguiente, cuando amaneca, salieron bien aprovisionados los viajeros por la puerta principal de la ciudad rumbo al suroeste, buscando !a ribera del ro Nger, que 10s encaminara a su destino final, segn consta en el Libro Sagrado de If.

La familia de comerciuntcs

Una vez q u e salieron de Daura en direccin al Nger, Eleggu conversaba con Orula y entre otras cosas le decia: "Maestro, por tu sabidura pocos consejos puedo darte, pero no est de ms el siguiente: en estos reinos se acostumbra comer abundantes carnes, tanto de aves y otros animales domsticos, como la que proporciona la caza, ya que las variedades vegetales commibles son escasas y se obtienen con mucho esfuerzo, a diferencia de los campos que bordean el majestuoso Nilo, cuyas crecidas fertilizan tos suelos q u e proveen los ricos granos con que se elabora el pan, adems d e abundante pesca que el r;o proporciona. Por. lo .tanto, te s.qgiero cambiar los hbitos al imentarios Para que-puedas sobrevivir. Y algo ms le quisiera decir" -aadi. '. "Sime pues" L e inst Orula. "En estos pueblos encontrars sacerdotes que practican el culto a sus orichas. Tales deidades, en muchas ocasiones, toman posesin del cuerpo y hablan a travs d e l, por lo tanto, hay diferencias c o n los mtodos usados con If, quien trasmiteal sacerdote conocimiento por medio de s u irrddiacion espiritual".
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La leyenda de Orula
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"Sin dudas, querido Eleggu -le contest Orula- cuando conoztamos estos pases estudiaremos las variantes que sufrita nuestro culto, y aunque se alteren algo los mtodos, el Dios Tutelar sera el mismo". "Por ltimo, quera decirle -continu Eleggu-, que las tribus aliadas se consideran descendientes d e Oduduwa, pues-cuando los hombres comenzaron a establecerse en esta zona, la deidad baj y reencarn para organizar los pueblos, fundar Oy y otras ciudadesy unificar l a s creencias. Por tales razones se le adora como un padre". "Tambin tengo conocimiento de esto, pequeo hermano -seal Orula-, cuando yo estaba en Iif Oore supe del descenso q u e hizo la deidad para fundar estos reinos y tal cosa se me revel hace poco en una meditacin". Mientras conversaban, la ciudad se perda d e vista; recorrieron caminos cada vez menos transitados y parajes ms solitarios. A l tercer da demarchadivisaronungrupoqueseacercabaensentidocontrario,al parecer se dirigian a Daura. Aquel grupo avanzaba al ritmo d e una carreta de tosca construccin con ruedas de madera, tirada por una pareja de bfalos viejos, de largos tarros. Sobre su plataforma se apilaban, acomodadas entre montones de hierba, vasijas d e barro en cuyo interior, debido a los accidentes del terreno, se agitaba algn liquido. Eleggua intercambi los saludos acostumbrados con los viajeros, una pareja de edad avanzada, quienes al parecer eran los padres de dos mozos encargados de guiar el carretn y una joven que, sentada al fondo del carro, se mantena oculta de l a s miradas indiscretas. Como era !gico, el grupo d e blancos atrajo la atencin d e los rnorenos;qienes preguntaron$EIeggu de que pas provenan los forasteros, hombres raros en esas latitudes. ..,. Al comprobar q u e eran personas honestas, decidieron hacer u n alto e n el camino para descansar a la sombra de un frondoso rbol que se. ergua solitaiio en medio del descampado, as conversaran y dejaran satisfecha l < curioiidad por ambas prtes. Orul? les explic afablemente el objeto de s u viaje y luego inquiri tambin por las raznes que llevaban a los morenos por esos rumbos; el padre de la familia le respondi: Vamos camino a Daura, para vender esta mercanca, aceite --que extraemos c o n ~ m u c h o afn de las nueces d e obi kola,all en nuqstra plantacin".
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Cuando Orula quiso explicarles el contenido mist ico q u e tenian dichas nueces en:el culto a If s e formo una discusin, y n o entendan 10scampesinos lo -que el sacerdote les deca a ellos, que durante tantos afios se'habian dedicado a trabajarlas. Pero el Maestro les replic con elegancia: "En el palacio -del Oba de Daura se sienta en el trono un Rey que llora diariamente l a prdida de sus hijos en la guerra. Con estos mismos iquines que ustedes consideran simple mercanca le vaticin lo siguiente: hacia la ciudad se encamina una familia vendedora d e aceite d e obi kola, compuesta por cinco miembros. La joven que va en el grupo trae en su vientre un nio destinado a ser el heredero del trono. Asimismo le expliqu la forma de conocerlo. Y ahora, sin necesidad de usar los iquines, les digo a ustedes que adems d e mercanca, llevan al futuro Rey d e los haussa dentro d e su joven hija. No la maltraten ni castiguen s u falta, pues el amor que ella sinti por el prncipe fue un designio de los dioses,y e s un Dios el q u e viene a reencarnar en esa criatura, para el bien d e todos ustcdes y del pueblo donde ha d e reinar". Salt entonces la muchacha de la carreta donde estaba semiescondida y se abraz a Omla y luego a sus padres, con lgrimas en los ojos; 'les pidi perdn por la accin cometida. Les cont que, efectivamente, desde nia habia conocido al joven prncipe y se haban enamorado; en su ltima visita a Daura mantuvieron relaciones y eso explicaba su embarazo. Por esosufri doblemente por la muerte de s u amado, y se senta abochornada de verse e n tal situacin. . Los farniliares'vieron que terminaba la incertidumbre que tenian con respecto a'la muchacha, y aconsejados por Omla, le perdonaron s u falta ante la perspectiva, harto halagea, de llegar a ser parte de la familia red, . . . o m eya.@giw, ~ ,esto les hara ms crrpdg la . . vida, q u e hasta ese momento fuera dp.pr,ivaciones . y ,sacri,fcios. . . Y d e ~ ~ u s -las d edespedidas y las promesas de volverse a ver parti cada grupo por s u camino. A l de los aos volvi Omla a aquellos territorios, como parte d e s u peregrinacin, y f u e recibido con mucho alborozo en el palacio de Daura, donde lo retuvieron un buen tiempo para colmarlo de atenciones y otor&iile el ttulo de "Gran Adivino del Rey", segn consta en el Libro Sagrado d e If.
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Osain enferma a los ahiiados de Oruia


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Los reinos donde Orula y sus discpulos se adentraban recin comenzaban su florecimiento, despus del asentamiento d e los primeros grupos humanos, cuyos orgenes se perdan en el tiempo. El paso de los aos dara lugar a poderosas ciudades-estado, fortificadas con muros d e m& de ocho pies de alto y unas pocas puertas q u e permitan el paso -la entrada y salida- de la poblacin que cultivaba las tierras aledaas, y se dedicaba a la caza y la pesca, as como de los comerciantes que de lejos venan a ofrecer sus productos. Los discpulos decidieron seguir al Maestro en su peregrinacin por el respeto que sentan hacia l y la conviccin en el culto que profesaban; deseaban fervientemente que ste no cayera e n el ostracismo, aunque saban que sufrira cambios en sus procederes, pero se conservara intacto e n su esencia. Asimismo, conocieron otras regiones en las que no se daban el trigo, los dtiles, las legumbres y dems alimentos de su dieta bsica, porque estas regiones er4de clima y humedad diferentes a Egipto. Sin altemativas tendran q u e adaptarse a los alimentos d e los pas que visitaban. De la misma forma que variaban los alimentos, tambin eran otras las deidades que presidan la naturaleza de aquellos reinos, y el encuentro con stas no comenz d e una forma simple. Desde un inicio las co~nidas y aguas daaron los estmagos d e los jvenes, no estaban habituados a carnbios tan bruscos; Orula se a l a m al ver el estado calamitoso eri q u e estaban cayendo. o Debido a esto prepar algunos brebajes para sus ahijados con las plantas que iba reconociendo s u instinto, as como con las que Eleggua le aconsejaba usar. Trat d darles la vez el contenido mgico requerido, que al principio surti6 ef&to,j5eto' c6n'posterioridad,; a medida .que se internaban e n tevitoiio donde Osain gobernaba la vegetacin, 'los brebajeS preparados por el Maestro careeian del poder que aspiraba lograr. ; 'Tuvieron necesidad.de haCei un alto en el camino, y as estudiar la situacin a travs del orcu10.de If. ste le aconsej enviar a Elkggua --quien por su naturaleza era ms resistente a los cambios- en busca de algn tipo de ayuda, y el pttqueo amigo parti raudo por las sendas qe su instinto innato sealaba como propidias.
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Omla qued con su grupo en una situacin dificil por el momento; uti 1iz algunas races.con las que preparaba infusiones ligeras para que al menos se sostuvieran los muchachos, ya que hasta las simples h t i l l a s d e los arbustos, que los nativos coman sin contratiempos, a ellos les provocaba terribles clicos y convulsiones. Tuvieron que abandonar por las mismas razones hasta el uso de las races. Decidieron abstenerse de ingerir-al imentos. ~ i e n t i a sO , h l a , 'con su experiencia milenaria, les aplicaba el mtod o d e curacin con las manos, ya que al parecer, las invocaciones realizadas a las deidades locales no haban sido escuchadas. Despus de aplacar algo los malestares de sus discpulos, les recomend a todos entrar en estado de meditacin prolongada, para disminuir en lo posible el consumo de energa fsica y alargar as la vida mediante una abstinencia total, en espera de que s u amigo Eleggu regresara; tambin.confiaba en la deidad tutora, que hasta el momento no los haba abandonado. Y escondidos tras una maleza cercana al camino permanecieron d u rante tres das e n ayuno, hasta que sintieron los gritos de llamada de Eleggu, que los buscaba ansioso. Entonces salieron a un fugar despejado donde pudieran ser divisados por su amigo, ya que no tenan fuerzas para contestar las voces del pequeo explorador.

Eleggud no regres solo, sino que se hizo acompaar d un hombrecito de aspecto impresionante, como nunca antes fuera observado por los miembros del grupo. En su cabello ensortijado hecho trenzas se sostenan plumas de distintas, s e . huesecillos y amuletos vaqiados.. En su$ orejas cplgaGwdos arg9lla.sde brbnce con arabescos. De su cuella pendg . bn cbllar en el q u e se engarzaban pi& de maderas del monte,-dife,ientestipos de colmillos, semillas, caracoles y piedreciks brillantes. Su? muecas se adornaban con pulsos de hierro q u e tintineaban ,a su p a s ~ , . ,. Cubra sus partes con un simple taparrabos, p r o levaba una-Gelde leopardo,amodo de capa y sandalias hechas con el mismo material. En la - un largo garabato del que colgaban algunos giros con su d i e s e portaba carga mistica -sin dudas- y adems, varios cuernos.
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Aunque los discpulos de Orula eran jvenes serios y formales, la presencii de un individuo tan excntrico les hubiera llevado al menos a sonrer, pero la situacin calamitosa en que se encontraban no se los permita y e l Maestro, por su parte, conserv su faz serena, pues.reconoci con rapidez que, a pesar de las apariencias, en aquel personaje habitaba un espritu superior que poda ayudarlos. De la-misma fonna, .elgrupo de blancos, con ropas no comunes e n su pas, caus cierta impresin en el hombrecillo, hasta que pasados los primeros momentos y reverencias Eleggu hizo su presentacin: "Este es mi amigo Elewejada, el exorcizador de las hierbas". Sin perder ms tiempo, el aludido-ya al tanto d e la situacirr- se auxili de Eleggu para' lograr que los hombres blancos se sentaran sobre la tierra; hizo un ruedo y traz despus un crculo alrededor del grupo, al parecer para delimitar el rea que en ese momento era de su propiedad e n el sentido ritual. D e inmediato comenz a danzar alrededor del crculo, al comps de una tonada en su lengua, mientras hacia toda clase d e ruidos con los atributos, agitando el bastn en el aire, coio si golpeara a seres invisibles que w molestaban al grupo de blancos. Mientras, Omla observaba todo en detalle y tomaba nota en s u mente. Despus q u e transcurri un buen rato e n la faena, el brujo se alej a la carrera del lugar, para regresar despus con un manojo de diferentes hierbas con las que golpe, sacudi y restreg las vestimentas y el cuerpo d e cada enfermo, hasta que consider terminada s u tarea y se acost a descansar. Cuandoaecuper el aliento y pudo hablar, le dijo a Omla, usando a ~ l e g g u como traductor: "Ustedes se han internado e n territorio de Osain. l gobierna en la vegetacin de todos estos reinos y tambin ms all del ro Congo. Es un dios excesivamente celoso de sus propiedades. Al usar sus hierbas sin rendirle tri biito k d . ~ . . iS .& . costumbre, se'han atrdd 5 l era, razn por la cual envepen IBs jdaiitas y fnitos 'que i n g i r i e r o e h el Earnino. "Mi poder solo alcanza para eliminarles momentaneamente el mal que e~tn~padeciendo, pero para lograr que e l se reconcilie con ustedes hay que hac-erurja.gran ceremonia a Chang, d e manera que ste interceda ante Osain y puedan vivir e n estos territorios sin ms contratiempos con l. ''Adems, como lamisin q u e los trae p6r aqu es sacerdotal, necesitan, ihcluso, hacerle una visita, porque su espritu est actualmente vi-

viendo una encarnacin en un lugar no-precisadoen la selva. Es menester que lo encuentren y se ganen s u amistad y que --de esa forma- l les autorice a usar sus plantas, pues no hay cosa alguna que pueda hacerse en la manigua sin que el lo sepa, ya que su cuadrilla d e auxiliares espirituales es numerosa y le informan con rapidez d e todo lo que acontece en su reino." Despus que Elewejada terminara su explicacin y que el grupo se sintiera ms aliviado con los exorcismos, ingirieron algunos alimentos ligeros que Eleggu trajera al regreso d e su misin. Luego parti la comitiva hacia la aldea donde Elewejada oficiaba como hechicero. Al segundo da de marcha I legaron sin ms contratiempos al lugar. Se trataba de un gran casero cuyas chozas estaban construidas con troncos, vigas y ramas en paredes y techos. Los pisos estaban hechos de tablillas, y se levantaban a cierta altura del terreno, como un modo de proteger la vivienda de las innumerables alimaas. Cada choza la ocupaba una familia del lugar. Alrededor de la aldea tenan u n a especie d e cerca que delimitaba su territGio. Al final, algo separada de las otras, se encontraba la casa del exorcizador, era mayor q u e las restantes, en cuya construccin participaron todos los pobladores, animados por el deseo comn de poporcionar un toca1 adecuado a tan magno seor. Frente a esta choza-templo haba un amplio terreno desyerbado, que era utilizado para las reuniones, fiestas y todo tipo d e ceremonias religiosas. Aves domsticas, cerdos y cabras deambulaban d e un lugar a otro buscando su alimento y el ambiente general era de tranquilidad y paz. Esa noche descansaron de las fatigosas jornadas en la choza del brujo.

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A amanecer del dia siguiente Omla y sus'discipulos despertaron debido a la agitacin que se seta fuera del albergue donde pernoctaron: la tribu se

,preparaba para la gran ceremonia. En un lugar especial del patio ya estaban listos los tamboreros, hombresserios y d e gran rkswnsabilidad, que deban encargarse de los toques rituales y danzarios, propiciatorios de la invocacin a Chango.
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encontraban, adems, los pobladores, con los mejores atuendos para la fiesta:religiosa. Comenz el convite, poco a poco se elev la potencia de la percusin y en la medida que transcurra el tiempo, Orula y su grupo observaban la llegada de ms y ms nativos, que escucharon desde lejos el llamado d e los tambores a una reunin importante y lo repitieron a su vez, antes de partir a la convocatoria, para que tsta llegara ms lejos an. En el transcurso del da acudieron los oba y babalochas de otras aldeas, as como guerreros que se hicieron famosos en sus luchas contra las tribus enemigas. Vino Najuero, con su escolta de valientes hombres armados con afiladas lanzas; Oricha Alache, con su guardia personal y varios animales destinados al sacrificio. Se present Akefn, un hermano d e Eleggu que se encontraba en los caminos cercanos y al ver a ste lo abraz y bes llorando de alegra. Despus arribaron incontables morenos y hombres famosos d e la comarca, y otros que iban d e paso que n o pudieron resistir la tentacin de participar e n la ceremonia. Muchos de ellos eran espritus,? dioses encarnados otros. lap< a Vinieron Oluyare; Okolo; Okikiakuo; Pookomo el abik y ~ ~ el que peleaba como un gorila, con s u figura impresionante. Los espritus libres y las deidades comenzaron a descender al lugar de la fiesta, para posesionarse de algunos miembros del grupo de danzantes, quienes portaban armas de todo tipo y las agitaban en el aire e n simblica batalla. La coreografia caus gran admiracin en Omla y s u s alumnos, mientrasbeban j u n t o a los dems- agua endulzada con mieles y vino de palma. Acudi Niandandan, el espritu que profetizaba y le augur a Orula xitos e n su empresa; tambin baj ~ g a m el , espiiitu'que ensefi que,.ios dioses se alimentan c o n la sanpre de los sacrificios y dej las recgmenia. ciones para 'que stos fueran exitosos. Tambin se presentaron numerosas eniidades*m&, . . que d e mencionarlas haran, m u y larga la 1ista. Por liimo, descendi ~ d e l a w oCorona , Sagrida - e l segundo ,de C h a n g L , q u e sustitua temporalmente al gran Rey en el cielo por hallarse de momento encarnado ste como soberano de Oy. Y ~ d e l a w le o prorqe~io 9~n$,a que el mensaje llegara ,-a chkgt;con celeridad; . . as coino que la mistad de osah.
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Al caer la tarde cesaron los toques y bailes y buscaron todos albergue para descansar de la agotadora jornada y alimentarse con calabazas, ames y otras viandas hervidas, rociadas con la sal que de m u y lejos traan loscomerciantes que pasaban por all i en direccin a Daura. Poco antes del amanecer, ya estaban listos los hombres para comenzar los sacrificios a Chang y dems orichas adorados en esas tierras, luego de colocar, en fila sobre el suelo, las cazuelas de barro que contenan los atributos sagrados de estos dioses. A medida que sacrificaban los animales dejaban caer a sangre encima de las piedras y dems elementos objeto de culto. Comenzaron con las aves: palomas, guineas y continuaron con chivos, carneros y un joven bfalo. Despus de esto, hbiles hombres descuartizaron por piezas las vctimas y separaron las porciones dedicadas a los aricestros y deidades; el resto fue aderezado para el consumo humano. Una vez realizados 10s sacrificios, nuevamente se iniciaron los toques d e tambor, cantos, bailes, posesiones y dems acciones propias del ritual, hasta muy entrada la tarde, en q u e Elewejada levant su bastn y orden silencio. Un trueno largo, retumbante y estremecedor, les decia a todos - c o m o respuesta- que Chang haba es'cuchado la rogativa q u e se le hiciera para interceder ante Osain y lograr que ste ayudara a Orula y sus ahijados.

Igbo Bere
Esa noche, despus de cenar, comenz l a retirada d e los participantes a la fiesta, quienes se despidieron respetuosamente de Orula y su grupo, cqn - el t : r a compromiso : -.) de . ayudarlos ante . cualquier .. eventualidad que-se-les ~3eStiit~ra. : . , .: 'ya -'.l. ( a f r i s s tranquilos, Omla y susdiscpulos se sentaronpara reconstruir en sus'conversacio~nes casi todos los pormenores de la extensa ceremonia realikada, y grabarla en sus mentes,' as como las palabras nativas, parte de--las cuales ya conocan gracias a Eleggu, aunque los dialectos que all se hablaban eran variados y eso complicaba la tarea d e aprenderlos, se exceptuaba, una cantidad de trminos ms o menos iguales e n to'dos ~os'lu~&ks, que usaran a modo d e referencia *generale n futuros encuentros con las personas de la regin.
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Aprovecharon tambin el tiempo escribiendo parte de estos-sucesos en algunos de los pergaminos que bajeron de Egipto, pues los necesitaran una vez que Eleggua se separara d e ellos. Eleggu -por medio d e su hermano Akefin- tuvo noticias de su padre Obatal, quien se encontraba muy enfermo y eso lo decidi a partir cuanto antes; L e hizo la firme promesa a Orula de regresar tan pronto Bab.mejorara. Antes de marchar, le explic a Orula la forma d e recorrer el camino y llegar a la aldea de Igbo Bere, la madre de Osain, tal como Elewejada le haba aconsejado hacer. Ya que dicha seora era la nica que --ganada su confipoda orientar donde encontrar a su hijo, un montuno irascible y de difcil trato -al decir de l a s gentes- que se ocultaba de todos desde el momento en que tuvo una guerra con Chang-su h i j a d e , quien joven e irreflexivo, lo mutil al hacer que un rayo cayera sobre su cuerpo. Aunque ms tarde -segn contaban en la zona- Chang se mostr sinceramente arrepentido ante Osain, y ste, por ser una deidad superior, comprendi que e n esa vida le haba tocado tal fisico., para que as trascendiera su leyenda, por lo q u e n o guard rencor a Chang, a quien quera a como si fuera su hijo. Al amanecer del siguiente da parti Orula c o s u comitiva, aprovisionados generosamente por los aldeanos; se despidieron emocionados d e Elewejada, por su ayuda desinteresada. Poco despus avanzaban por sendas solitarias, cruzaron riachuelos y matorrales. Acamparon e n los claros del monte. Por techo usaron una manta amarrada a cuatro estacas; se auxiliaron d e una fogata para espantar los deprsdadores y obtener tambin un poco de calor con q u e contrarrestar la humedad y e l fro. As, al segundo da d e camino, llegaron a una pequea aldea, sitio donde veran a lgbo Bere; indagaron por ella hasta dar con s u paradero. sta era una anciana d e aspecto noble y sosegado, que viva d e manera reposada gracias a la generosidad de sus ahijados. Tuvieron la fortuna d e coincidir en el lugar con Abo Ichokn, el nmada, quien. .con . - ,; .~ n a ~ e s c o l d te a diez-hombres iba de hacia Ilesha, . pasada .. 7 * ,ba visitar a. su h e h a n o ; l e ~ eOgguK y Abo Ichokn, por su andar constante en diversos territorios, dominaba muchas lenguas y ayud a Omla para que la seiiora recibiera con ms claridad la peticin del Maestro: "Venerada anciana -le dijy o soy el ministro de If, la deidad fundadora d e un lejano reino. Por dolorosas circunstancias he tenido que
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recorrer j u n t o a mis cuatro discpulos- un largo camino, hasta llegar a estas-tierras d e dialectos ycosturnbres diferentes, donde hemos sufrido, por nuestra ignorancia, el castigo d e s u h i j o Osain, a quien conocemos d e odas, y deseamos presentarle nuestros-respetos y pedirle nos perdone, con el nimo d e ganar s u amistad y ser sus aliados ms sinceros. Venimos con el consentimiento del Dios Chang, el Rey del Trueno, al que dedicamos -con ayuda de otras buenas personas- un esplkndido ritual. Tenga piedad, usted y su hijo d e nosotros, que desarraigados del suelo natal hemos venido buscando hospitalidad en larnobleza de este pueblo". As habl Orula, causando admiracin e n lgbo Bere y despus continu: "Por favor, acepte ahora un modesto regalo q u e le hacemos de lo poco que logramos traer de Egipto". Extendi su mano, donde en un pao blanco mostraba unas manil las de oro finamente labradas, que 1lenaron de regocijo el corazn de la anc iana, pues tales regalos exticos -frecidos con sinceridad e n aquellos reiw nos- ganaban la amistad ms imposible de lograr. Entonces lgbo Bere, halagada e n extremo por las palabras de Orula y el hermoso presente, le centest: "Tus palabras no deben volar sin ser escuchadas, noble seor. Si tienes la gentileza d e trasladarme en una parihuela junto a tu comitiva, a pocos das d e c a m i n o encontraremos a mi hijo, al que no visito con frecuencia, y lo-persuadirpara que te sea favorable. Les ruego ahora q u e pernocten en mi casa donde los sirvientes prepararn deliciosas viandas y refrescosde zumo de palma que han de calmarles la sed". - Tan amable respuesta de la seAora llen de alivio a Orula y sus alumnos.)Despus heroa .conducidos a una habitacin en la que se asearon y vistieron con ropas limpias para la cena.
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91cr'in sb ~ e c o n e i l , ic a o n Orula
Al amanecer del siguiente da se levantaron los sacerdotes de If para efectuar sus abluciones y rogativas a Olorun. Tuvieron la sorpresade que .Aba Ichkiin - q u i e n acampara cerca- haba decididd acompaarlos parte del camino para servirles como escolta y ayudarlos en el traslado de
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L a leyenda de Orula

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la anciana. Prepar una especie de camil la con varas y ramas, donde colocaron suaves cojines de plumas. Alli se acomod la noble se3ora.ydispuso lapartida en compaila d e una sirvienta. Ya preparados con suficientes alimentos y mantas para cubrirse en las frias noches, salieron d e la aldea de Igbo Bere. Orula tuvo mucho tema de conversacin durante el viaje, pues aprendi ms y ms de las lenguas y costumbres del pas, e hizo gran amistad con Abo Ichokn, quien -a pesar d e ser un guerrero f a m o s b posea un trato afable y vivaracho; se rea constantemente de asombro o de ingenuidad ante las mltiples ancdotas que Orula le narraba, conversacin en la que intervino-muchasveces Igbo Bere, con su carcterjovial, para interpelar, una que otra vez, a los sobrios discpulos de Omla. Los nombr en estas tierras de acuerdo a las funciones que realizaban: al primero le llam Buademi (mi batea), porque se ocupaba de la limpieza del vestuario del grupo; al segundo Unyem (mi comida), porque se encargaba d e esas tareas; al tercero Bochil (est en mi casa), pues era el responsable de preparar los lechos y otros asuntos domsticos; y al cuarto Kelekumi (mis colores), por hacer las funciones d e escriba. Pero, al ser modestos en extremo, sus nombres de pila se perdiemn en el tiempo, pues buscaban ms la grandeza de-Ifque su gloria personal. Avanzaron por zonas agrestes, de pequeas elevaciones y escasa vegetacin, donde se destacaban 4 e tramo en t r a m e algunas palmeras y gigantescos baobabs, que brindaban su sombra a los animales de diversos tamaos, que pululaban por doquier en el pas; mientras en sus ramas los pajarillas cantaban y esto les distraa d e l a monotona del paisaje. Al comenzar el descenso de la meseta entraron en un clima que se asemejaba al d e la selva y' llegaron a un cruce de 'caminos donde Abo Ichakqn . _ _. _. se despidi del grups. Llevaba de parte de Orula un mensaje de a.m,istada si hermano oggn, q u e reinaba en b les ha, as-cornol a promesa de.vol , ver' a encontrarse ms adelante . ~ e s p u sOmla , y sus discpulos continuaron viaje con la anciana en andas y la sirvienta que marchaba a su lado; al poco tiempo llegaron a un frondoso bosque. Bajo su fresca sombra avanzaroe hasta dar con un claro,.donde se destacaba una casona construida elegantemente con piedras y troncos de rboles. Frente a la casa, en actitud de espera, se encontraba un moreno de aspecto impresionante.
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Se ergua apoyado en una larga vara que serva de muleta, sobre la que descansaba su axila derecha, pues le faltaba la pierna d e ese lado, y por eso se sostena sobre el pie izquierdo. Tambin era manco de esa mano.

la oreja- habia sufrido una terrible quemadura que le daba un aspecto tenebroso. M a s sus limitaciones no le impidieron que-ayudado por una pareja de sirvientes, de los muchos que se vean- se adelantara algo para besar a su madre, quien haba descendido de la parihuela y avanzaba hacia 81 con pasosLpresurosos y lgrimas en tos ojos. Mientras, Orula y sus discpulos, en silencio, esperaban a poca distancia. E I Maestro.comprendio al momento que en aquel hombre habitaba una deidad poderosa, como no la habia visto antes. Una vez que Igbo Bere puso al corriente a Osain del motivo de la visita d e Orula, s e le indic a ste con un gesto que avanzara. Obedeci el Maestro; se inclin con respeto ante e 1 Rey, bes su ruda mano y le habl as: "Saludos soberano, q u e los Benefactores hagan liegar a ti s u bendicin, hacindote propicios los caminos d e la prosperidad y la gloria, para q u e la fama d e tu nombre trascienda el tiempo de todos los reinos". Despus de hablar permaneci en silencio, mirndolo cara a cara, sin temor. Osain contest: "Gloria a ti que traes a e s t a s tierras la bondad y sabidura de If, segn me explic chang, en el sueo q u e tuve anoche. Si al principio fui muy duro contigo y tus discipulos se debi, sin d d a s , a que el gran 0lofin nos prepar este encuentro". A continuacin se repitieron saludos similares con los alumnos a instancias d e Osain--al saln principal d e d e Orula y entraron la caka. PermaneCikm inuehos das comov huespe'des del Rey de la Vegetacin,n kuyo.'cuerpo habitaba u n Dios. ste la otorg a Oru la y su culto licencia para usar todo tipo de plantas de los montes, sabanas y maniguas, en la cijkicuoin de sus obras. Tmbin;el magnnimo Osain permiti a sus hijos que auxiliaran a los sadtdotes de IfA en el acopio d e estos vegetales para s u s rituales. P6r eso es que;tanto los babalawos como los o m o Osain, le rinden"irit5uto'a ste'al Yisitar la rnaniglla, segn consta en el Libro Sagrado de If.
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La parte derecha de su cara -incluida

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E n la c e r c a i r a de Oy
0bci)al enfermo. Eleggu consulta a Orula
Durante los das que permaneci Orula con sus discpulos e n la casona de Osain, ste le mostr el hermoso herbario que posea en derredor de la vivienda. Y tom fiel nota el Maestro de lo que se le explicaba. Recogi tambin muestras de cada planta, las cuales envolvi en pequeos paos con s u identificacin. Asimismo, Osain les seal los lugares donde se lograban segn s u naturaleza, pues hay plantas que se dan al descampado, otras cerca de los ros y tambin en otros sitios, para que al entrar en los reinos, ms all del Nger, pudieran encontrar con facilidad las q u e necesitaran. Les habl de cmo hacer las invocaciones a los espritus auxilares, para que las plantas, sacratizadas en su nombre, mantuvieran sus propiedades curativas y mgicas; los espritus y deidades que h a i t a n en las malezas eran s u representantes. Por iiltimo, les aconsej que en su peregrinacin se apartaran de los sitios donde solan esconderse los animales feroces, pues en caso de estar heridos podan atacar a los hombres, mas no por harnbre, pues la caza era abundante. Les indic tambin el modo de protegerse de las mltiples enfermedades de esas tierras: evitar las insolaciones y fatigas excesivas para no caer vctimas de las fiebres; no ir por lugares pantaposos, donde encontraran insectos en abundancia, en especial L a mosca del sueo, cuya picada produce terribles efectos, mxime en hombres n o habituados a esos climas. De igual forma, Osain aprendi mucho de Orula respecto al culto a If; el R e y cpnsideraba que dicha deidad era el mismo Agboniregn, segun se conoca e n esas tierras, aunque las prcticas de sus rituales eran desconocidas por los nativos. Y con su antiqusima experiencia espiritual predijo a los cinco sacerdotes el xito de su empresa, colmndolos de gozo. Departieron muchos das sobre estos temas y ya estaba' Orula considerando s u partida, cuando una b u e n a maiiana vieron, por la veredaque se abra bajo los palmares, a Eleggu, que' se acercaba a toda prisa.

ste, despus de hacer la debida reverencia a Osain y de intercambiar efusivos saludos con sus compaeros de viaje, present sus respetos a Igbo Bere y se volvi hacia Orula para explicarle el motivo de su premura: "Maestro -le dijo-, Bab se encuentra al otro lado del ro Niger, en el reino de Inl, donde yace en un lecho aquejado d e fuertes convulsiones y alta fiebre, rodeado d e algunos d e sus hijos, que desesperan ante la situacin cada vez ms grave en que est. Raudo part a buscarle, preguntando a las aves monhinas por su paradero. As supe que usted departa con el gran Osain. Por eso le pido me acompae lo antes posible a ver si logramos llegar a tiempo para salvarle". De este modo habl Eleggu, mientras se secaba el sudor y las Ilgrimas. Al comprender Omla que la situacin era delicada, de inmediato mand a preparar la partida; recogi los bolsos en los cuales cargaban todas sus pertenencias, incluidas las muestras que Osain les facilitara y algunos alimentos. Antes d e emprender viaje se despidieron todos de lgbo Bere, a quien pidieron su bendicin, y de Osain, con la promesa de volver a encontrarse e n un futuro. Sin prdida de tiempo marcharon por los caminos, alumbrados con antorchas que Osain les proporcionara para viajar de noche; calzaban zapatos fabricados con piel y polainas, con las cuales evitaban posibles mordeduras de pequefias vboras venenosas, d e las qile se arrastraban entre las hierbas. . Comenzaron el descenso d e las antiplanicies que precedan las zonas selvticas y hmedas; esquivaron los pantanos y buscar04 el lugar e n que Eleggu hiciera el cruce del r o . Como iban armados d e machetes, al llegar alli cortaron varios rboles pequeos y conformaron una espesie.de balsa. Aprovecharon para ese propsito algim~troncos secos que yacan en la ribera, anudndolo todo con lianas:y bejucos. ., . .. . En el paso a la otra orilla se auxiliaron de largas varas que, hincandolas en.el cenagoso fondo del Niger,: les sirvieron para impulsar la improvisada embarcacin. Todos imploraron a Oy, la deidad tutelar del ro, su proteccin ante cualquier calamidad, pedido al q u e no fue insensible la diosa, pues los orient,en guiar la balsa por las zorias ms suaves d e la comente y arribar sin dificultad a la otra orilla.
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Despus continuaron la marcha a campo traviesa durante varias horas, hasta encontrar el camino principal que los llevara sin m s demora al reino d e Inl. Cuando ya se divisaba la ciudad, Eleggu les explic lo siguiente: "Amigos, esta tierra es habitada por individuos muy especiales, que proceden de distintos reinos del Nger, pues los hombres son adodis y las mujeres alakuatas, por lo que no deben extraarse d e ver a stas realizando los oficios de soldados, herreros y dems cosas varoniles, mientras los hombres se dedican a las labores propias de las mujeres. "No encontrarn infantes en esta ciudad, porque la procreacin no es dada entre los raros matrimonios que aqu se realizan, ms bien su poblacin es engrosada a costa de los emigrantes que diariamente fluyen de otros sitios. "Como son personas maltratadas en sus lugares de origen, e1 prncipe Inl decidi fundar esta ciudad e hizo una gran convocatoria en las aldeas y campos de nuestros reinos y en Ias tierras arar, dando a conocer que acogera con sumo placer a todos los que desearan unirse a su squito. "De esta forma, numerosos hombres y mujeres acudiergp a s u Ilam mado y levantaron las edificaciones y mural las q u e ya estn a la vista. "Aunque conozco perfectamente que ustedes son personas muy medidas y respetuosas, no est de ms pedirles circunspeccin al respecto y q u e no ofendan a estas buenas gentes". As les encareci Eleggu a Orula y sus discpulos, quienes entendieron sus consejos.

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Orula en la tierra de los adodis y las alakuatas


Al a t a r d e ~ earribaron r los visitantes a la ciudad amura1 lada -al estilo de las ciudades antiguas de otros muchos pueblos del m u n d e por la puerta principal, que estaba a punto de cerrarse y hubiera sido un trastorno, porq u e les demorara la entrada hastael siguiente da al amanecer. Durante el recorrido hacia el palacio del Rey observaron en los pisos superiores de la muralla las escuadras de aguerridas mujeres q u e , armadas de espadas y lanzas, preparaban las antorchas con q u e se iluminaranen la larga noche de guardia que-habran de pasar, mientras los hombres

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barran con escobas d e hierba guinea los frentes e interiores d e sus casas, ponan a resguardo las cabras domsticas y cargaban el agua de las fuentes y pozos en vasijas d e barro, al comps de un caminado suelto d e caderas, entre dicharachos y tonadillas. Orula y sus discpulos se asombraron d e la inversin hecha por la naturaleza en los procederes d e estas personas. Al arribar Eleggu con el grupo al palacio, fueron conducidos por una joven soldado hasta la habitacin donde estaba el lecho en que Obatal yaca, rodeado de varios hijos. All se encontraba Akefn, quien se dirigi rpidamente a los recin llegados,. y tratando d e no alzar mucho la voz les explic que el estado d e Bab iba de mal en peor, y los remedios que le haban aplicado el momento- n o surtan los efectos los mdicos d e la corte --hasta deseados. Se encontraban presentes: Achel, Echu, Bipara, que vinieron de lejos a ver a su padre; Mabinu, Aleshujade, Modubela, Arabobo, junto a otras amistades y dems familiares, como Aboku, que estaba d e visita con su squito en el palacio de Inl; Odi Baya, e l adivino, quien le profetiz a Eleggu, por medio de caracoles, la necesidad de ir a buscar a su amigo Orula; y Oparicocha, hijo de Obatal con una extranjera, medio hermano d e los dems hijos del gran Bab. -por lo tantUna vez puesto Orula al tanto del caso solicit permiso a los preEleggua sentes para desalojar el saln, donde qued con sus~discipulos, y Echu. Ya ms en privado, OruIa palp con una m a n o l o s distintos rganos del enfermo, buscando las partes afiebradas y recorri astralmente con la otra el cuerpo, para captar las zonas alteradas del periespritu; lleg a la conclusin d e que efectivamente era grave el caso, pues tena el hgado muy congestionado y febri l,*mientras los cauces de la vitalidad apenas si fuicionaban. Despus de esto, coloc a dos d e sus discpulos a la izquierda de Bab y dos a la derecha, quedando l a los pies, para que Ik, a quien ya haba divisado en el aposento, no fuera a arrebatar el espritu de Bab por las extremidades inferiores, dejndolo muerto. Ya que Ik -a pesar de su poder- saba que sin el consentimiento d e If no poda adueiarse de ningn mortal - y o n i l a era su representante e n la tierra. Un pacto entre Ik y el Benefactor, realizado desde el comienzo de las iniciaciones -milenios atrs- conveniaba tal proceder.

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Asimismo, eran los sacerdotes d e If los-nicosautorizados a salvar a alguien en artculo de muerte, aunque estas cuestiones daran lugar a una guerra entre Ik y Onila, c o m o se explicar ms adelante. Por eso, el grupo d e sacerdotes comenz a entonar cnticos religiosos en s u lengua natal; buscaban armonizar el ambiente, mientras c o n sus manos tocaban y gesticulaban sobre las distintas partes del cuerpo d e Bab, trabajndolo tanto e n su fisico como e n su periespiritu. Durante varias horas -hasta muy entrada la n o c h e - mantuvieron el ritual, mientras le daban a ingerir cocimientos que Eleggu preparaba a indicaciones d e Orula, quien le aada a los brebajes ciertos polvos trados por l desde Egipto, adems d e aplicar e n las partes febriles del cuerpo un blsamo cuyo contenido era un secreto dominado por muy pocos iniciados. Despus d e pasar la noche en vela cerca del cuerpo d e Bab, Ik se retir del lugar, mientras el enfermo, por sus sudoraciones, respiracin y normalizacin d e la temperetura daba sntomas d e mejora. Cuando amaneca ya, Orula le dijo a Eleggu: "Obatal vivir muchos aos ms sobre la tierra, que alguien est al tanto d e l mientras vamos a descansar". El alboroto fue general: todos brincaban, abrazaban y besaban las manos d e Orula y sus discpulos, quienes extenuados, apenas si podan mantenerse e n pie. Consciente del estado d e los oficiantes, Eleggu los traslad a una habitacin donde reposaron el da entero y la noche. n Al siguiente amanecer, Oruia despert con los ruidos d e la ciudad y llam a los discpulos para efectuar sus abluciones y acostumbrada rogativa a Olorun. Despus, fueron servidos esplnd idamente por los auxiliares del palaeio, quienes-colocaron esterijlas e n el suelo sobre las que depositapn bandejas con carnes y otros manjares, refrescos endulzados con miel y-vinod e palma. Se sei.taron e-ncuclillas junto a Eleggu, Akefn, Echu y otros familiares para saciar el hambre y la sed. Ms tarde pasaron a la habitacin donde Obatal, ya despierto y e n vas d e recobrar su animo, salud a los hijos d e If dicindoles: "Que la grandeza d e s u Dios les acompae siempre. Ik se mantuvo en vela junto a mi lecho y y o . l a vea en sueos, pero que an le quedaba mucha vida a este viejo".
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Y todos rieron alegres por s u recuperacin, pero fue Orula el prime- ro e n contestarle: "En los elevandos espacios existen tres Benefactores, que despus de fatigosas jornadas culminaron la creacin d e las antiguas razas humanas. Cuando medito sobre esto no salgo de mi asombro ante la di,ficultad en discernir cul es la ms excelsa de elIos. Pero usted, Baba, pasara a las futuras generaciones como ejemplo de bondad y sacrificio, pues siendo un Dios, hijo predilecto de Olofin, ha venido a la tierra a sufrir las vicisitudes de un espritu comiin, para bien de este pueblo generoso". Con esta elocuencia se expres y todos admiraron profiindamente al extranjero que as hablaba en lengua del pas, pues en esas regiones de variados dialectos no era comn encontrar una persona con tal facilidad de palabra. M s tarde, convinieron e n solicitar audiencia al Rey Inl, quien generosamente los haba dejado hacer, mantenindose al tanto de la evolucin del paciente. fartieron, pues, al saln principal -Bab era auxiliado por s u s hi-jos. donde el Rey atenda los asuntos correspondientes a su cargo: como solventar disputas, reclamaciones y otros de ndole similar; reciba, sobres estas cuestiones la opinin d e un consejo de ancianos q u e permaneca a su alrededor. Atravesaron el largo espacio en cuyo fondo --sentado en su tron-, con una escolta de mujeres altas, fuertes y bien plantadas, estaba el soberano. "Mis respetos, poderoso seor - e x c l a m O~ula inclinndose levemente-, que los dioses le sean propicios a usted y a su4aborioso pueblo." As dijo y despu&sadmir la elegante figura y el fino rostro del joven Rey; comprendi al instante q u e era una Deidad Mayor la que al l i estaba encarnada. Y ste le contest: "~ien~ernido se'an s usted y'sus discpulos a mis predios, donde encontiafn hospitalidad y'admiracin por sus virtudes". Luego se dirigi a Obatal y le dijo: "Grande es el alivio que siento al verlo vivo y casi sano en nuestra tierra. La tristeza que se alojaba e n mi pecho desapareci con la retirada de Ik del palacio". Se levant d e su trono y corri a besarle la mano, salud fiaternalmente a todos los presentes, especialmente a Omla, segn consta en el Libro sagrado de If.

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Los adodis cuidan ci Obatala y e s t e l a s bendice


Durante muchos das permaneci Orula con s u s discpulos en el reino de Inl, y se maravillaron de la organizacin que tenia aquel pueblo, pues diariamente arribaban a T a ciudad cargamentos de pescado, que hbiles mujeres o btenan en el caudaloso ro Niger, as como las piezas cobradas en las batidas, que daban en las llanuras las cazadoras de.Pgiles piernas que formaban tambin parte del ejrcito encargado de cuidar la ciudad. A esto se sumaba lo obtenido en la siembra y recoleccin d e frutos y viandas, en q u e participaban por igual hom6res y mujeres. Y los productos eran distribuidos casa por casa; ni un solo poblador careca d e alimento. Tambin observaron el sistema de desages y canalizacin d e desperdicios que eran enviados lejos de la ciudad, de su buen estado cuidaban brigadas especiales de mujeres, que adems velaban por-el mantenim iento de las casas y otras labores. Despus de terminadas sus obligaciones como gobernante -a las que el Rey dedicaba la maana-, departa InIk afablemente con Orula y s u grupo. Les inquira constantemente sobre diversos temas relacionados con el lejano Egipto, q u e le era desconocido. Oru la le contaba la historia de aquel pas y el culto a Ifa, as como el propsito que los traa a estas tierras. de aquel imperio, a lo que Orula Inle se asombraba por la cada e replicaba: "Nada material es perpetuo e n la vida, por decreto del sabio Oloddurnare. Hasta las grandes pirmides de dura piedra, con medidas perfectas, construidas por los antiguos en mi pas, tendrn su momento final. Slo el espritu es inmortal porque procede del rnismo origen de las cosas yipara dste el tiempo es una dimensin intkiscendente". Perobla vocacin innata de Ini era por la medicina, y la mayor parte de las preguntas q u e le haca a Orula eran referidas alterna; el Maestro le explicaba: ' "Lo divino es incorrupto en su naturaleza, al menos e n el tiempo destinado a su existencia, tal e s el hombre constru ido por los Benefactores. Si las Entidades Malvolas encuentran cabida e n t i ; ser Abita, Azonwano, Chakuata,. u otra la &e ha de atacarte,minando el espritu, el cuerpo astral, o el fsico, con sus influencias, y d e ah proceden las
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enfermedades, que si n o se reflejan en la vida en que transcurres, vendrn a acosarte e n encarnaciones posteriores. Llevando una vida pura, mental y fsicamente, e s como el hombre mejor se libra d e sus padecimientos futuros". "Pero existeda piedad -le replicaba I n l - y ante e l sufrimiento humano ese mismo hombre puro se compadece y quiere ayudar". "Cuando la ayuda llega y es hctfera-contestaba O m l e es porque se cumpli el escarmiento. Si n o hay alivio, le sirve d e experiencia a aquCl que dese ayudar. Solamente los sacerdotes d e If pueden -mediante sus rituales secretos- eliminar los efectos o atenuarlos, logrando la disolucin de las causas, pero eso se debe a un pacto m u y antiguo que estableci el Benefactor con Ik. En cierta forma, l o s sacerdotes d e otras deidades tambin poseen algo de esta dote, as como todo el que ayuda a un enfermo de buena fe". Pero Inle, joven e inquieto, ya estaba por hacer otra pregunta al Maestro, cuando stese le adelant y le dijo: "Si el gran Bab enferm, no f u e en este caso por ninguna de las razones antes explicadas, sino ms bien se ofreci como ejemplo d e lo que pueden hacer los ministros de If e n la tierra, pues aunque mortal sobre ella, su espiritu es superior al mo, al tuyo y al d e otros dioses encarnados, o que en el espacio se pueden encontrar. E n el caso d e las dems deidades q u e reencarnan, por tener atributos especiales, en la misma vida que llevan e s donde reciben su castigo por las faltas e n que suelen incurrir, y a menos que stas sean muy graves- no sufren prdida en la escala de valores de If". Sobre estas cosas departan largas jornadas; Orula, al ver e l inters d e Inl sobre la medicina, le ense parte d e los secretos milenarios acopiados en el Libro Sagrado, para que los usara e n el cuidado de su pueblo. Este becho llen de felicidad al Rey, por lo que, agradecido, envi emisarios a todos los rincones de aquel los reinos: al sur, ms all del Nger, hasta-cerda del ro Congo; a l p s costas de los nagos, arara y togo; a las mrgenes del Volta; a las distintas tribus, pueblos y ciudades-estado que se desarrkllaban en las cercanas de otros ros y afluentes, lo que no le resultaba imposible,-yaque en su reino habia personas d e todos los lugares, que partieron gozosos a ver a sus familias y con la noticia d e que pronto habra-de visitarlos un sacerdote blanco - - c o m o lo fuera el padre Oduciuwacon sus discpulos, para desarrollar el culto a If, o Agboniregn, como muchos le conocan d e odas'.
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La leyenda de Orula
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As, pues, pasaron los das hasta el total restablecimiento de Obatal, con la felicidad para sus hijos y amistades que all se encontraban. Y en el itimo da de su estancia en el reino d e Inl, se realiz un gran banquete en honor de Orula y Bab, junto a una fiesta para toda la poblacin, q u e era muy amante de esos festejos. Esa noche, en la plaza pblica que se alumbraba con numerosas antoi-chas, rodeado de seres queridos y dems ciudadanos, el gran Bab levanto su bastn de Rey, y pidi silencio. Dijo: "Pueblo generoso y hospitalario que cuid de m cuando vena enfermo d e Oy rumbo a If, q u e durante muchos das y noches se desvel por brindarme--los ms delicados manjares y comodidades, que la bend icin de Bab se derrame en sus cabezas, que tengan larga vida, y no carezcan de riquezas y fortaleza de nimo para seguir engrandeciendo este reino". Al terminar el discurso movi s u bculo en direccin a la poblacin. Y sta aplaudi y grit desendole mucha gloria.
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La traicin entre hermanos


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Obatala parti al da siguiente con un numeroso squito e n direccin a If, acompaado de varios de sus hijos, que ms adelante habran de tornar otros caminos, mientras Orula y sus discpulos le hacan seales d e desped ida. stos volvieron despus a sus aposentos para recoger s u s brtulos y despedirse de Inl y dems amistades, con el nimo de continuar la obra en otros reinos. El joven Rey se entristeci momentneamente ante este hecho, pero comprenda la realidad del porvenir. Le dijo a Orula: "Parte, hermano, a tu destino. Tengo entendido que es Oy, donde reina el Dios del Trueno, y que las dems deidades te sean propicias. Entre los numerosos amigos q u e nos rodean y presencian esta despedida n o ha de faltar alguno que de buen grado les acompafie en el camino". De inmediato, varios hombres se fueron a brindar como escolta de Orula, pero Corona Apanada se les adelant; l era el hermano de Oggn, q u e hacia las funiiones de explorador del ejrcito y era experto en tender emboscadas y confundir los caminos del enemigo.
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Al destacarse la figura del guerrero, ste caus gran admiracin entre los all presentes, por su estatura, corpulencia y proporciones fsicas, as c o m o por el valor q u e en l se denotaba, sin dudas probado e n mil ocasiones. "Proclamo ante todos 4 i j o en voz alta- q u e estos buenos sacerdotes llegarn sanos y salvos a s u destino, al menos mientras yo los acompae".

Despus d e hablar se retir a preparar condiciones, junto a seis d e sus hombres d e ms confianza. Salieron, pues, los sacerdotes escoltados por el explorador y s u s guerreros, bien armados de jabalinas, sables y escudos de lminas de bronce, forrados con duro cuero de bfalo. Le dijeron adis a Inl y a la poblacin, que se agrup alrededor d e la puerta principal para aclamarlos. Desde las torres de observacin - e n las altas murallas-, las guerreras de I n l golpeaban los escudos con sus espadas, y lanzaban alaridos. Estas demostraciones dejaron en el Maestro un grato recuerdo de aquel pueblo cosmopolita. Los viajeros descendieron a los valles Kfrtiles llanuras donde abundaba la caza de gamos, antlopes, liebres. Hasta divisaron un grupo d e jirafas q u e estiraban s u s cuellos para alcanzar las ramas d e algunos Arboles o arbustos, que cada cierto tramo se erguan sobre la h i e r b ~ . De vez en cuando, e n los amontonamientos de rocas, veari una farnilia de leones, que hartos d e carne se tendan al Sol a descansar. En las depresiones del terreno, donde s e formaban pantanos, bfalos de aspecto hosco - c o n sus cuernos de varios pies d e largo-- infundan respeto al grupo d e forasteros. As, avanzaron y atravesaron algunas aldeas, cuyas chozas portaban e n sus puertas el smbolo de Olarosa: un palo con atributos mgicos, que protega la vivienda d e adversidades. Pero a estos lugares no haba 1legado la noticia d e Oru la, y los nat ivos ms bieri observaban con desconfianza el paso d e la caravana, en la que se destacaban los sacerdotes blancos, con sus cabezas rapadas q u e brillaban l Sol. A medida que entraban e n esos territorios comenzaron a tener la impresin de ser expiados por ojos que se ocultaban e n las malezas, y al anochecer, una vez que prendan la fogata para protegerse d e la frialdad y d e los animales depredadores, aumentaba esa sensacin. Corona Apanada estaba inquieto, olfateaba constantemente el aire, apenas dorma por las noches, hasta que llegado el momento le dijo a Orula:
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"Buen seor, nos observan, mas no s por qu razn".~ & d entonces a dos de sus hombres a deslizarse con sigilo entre las malezas, para -ya lejos del rea- ir corriendo a buscar ayuda, pues intua un peligro inminente aunque no comprenda su origen. Hasta esa zona n o se atrevian a penetrar los bornus, tampoco los invasores del Norte haban incursionado esta rea y mucho menos los congos, que habitaban muy al Sur del gran ro. De ser cierto un ataque, se hara con una tropa numerosa y la noticia se correra e n la comarca rpidamente. Al amanecer, cuando comenzaban a levantar su campamento, se vieron rodeados por un centenar de hombres de aspecto feroz, que estaban armados de picas, mazas y otras armas. Corona Apanada observ que no traan las mejores intenciones, pero como estaban en el territorio de ellos les dirigi estas palabras: "Saludos valerosos hermanos, hace varios das que nos acechan y n o comprendo el motivo, pues Oggn, mi hermano, Rey de Ilesha y yo mismo, siempre hemos acudid9 a estas zonas para ayudarlos ante las calamidades y nnca con nimo belicoso". Del grupo contrario se destac un individuo, quien al parecer hacia de jefe, por la vestimenta y el largo bastn d e mando que portaba e n s u diestra. El le contest: "Los dioses te sean propicios a ti y a tus hombres, y q u e Echu, el de los caminos, no te prive de tus dones d e explorador sagaz; venimos a buscar a este grupo d e blancos que te acompaan, para ofrecerlos e n sacrificio ante Orichaoko y regar con su sangre los atributos sagrados d e esa deidad, a ver si nos resulta propicia en la pr8ima cosecha, pues la sequa ha causado gran calamidad en nuestras aldeas. Pero ti>, gran guerrero, puedes retirarte con tus hombres y salvar la vida". Al or esas palabras Corona Apanada le respondi airado: ''Cmo se te ocurre pensar q u e yo, como un nio asustado, me espantarlantetu presencia, huyendo d e ti y dejando a este grupo d e buenos hombres, que acaban de salvar la vida de Bab, a tu merced. Si as actuara, la leyenda d e mi cobarda llegara a todos los reinos vecinos; stos, alentados al saber q u e nuestros pueblos son gobernados por pusilnimes, invadiran estas comarcas e n detrimento d e nuestras mujeres, hijos y de nosotros mismos. - "LYno llego a ti -aadi& el mensajero de Inl, y seal al Maestro y 'sus discpulos como aliados?"

Pero, el otro le replic, ms airado: "Qu puede importamos el mensaje d e un reino de afeminados?" Y dio rdenes a sus hombres para que apresaran al grupo. Ante esta situacin, Corona Apanada y sus guerreros levantaron 1 ; contuvo con un escudos y lanzas, dispuestos a defenderse, pero Onila s gesto. Les dijo: "Calma amigos, desde ahora hasta la ejecucin d e los deseos de estos hombres, hay un espacio de tiempo suficiente para hallar la solucin ms conveniente". Entonces fueron maniatados -ya sin armas- y los colocaron en fila para marchar junto a ellos por la llanura Se destacaba Corona Apanada, que lanzaba terribles juramentos y maldiciones a aquella gente por la humiliacin que estaba sufriendo, y en sus protestas deca: "Ni en la guerra que sostuvimos contra Chang, ni en las incursion e s que hacamos tierra adentro, ms all del gran lago, buscando colmillos de elefantes, me he visto en situacin tan ridcula, pues son mis propios w aliados quienes as me tratan". En su fbror, echaba espuma por la b o o , y los ojos se le enrojecieron, inyectados e n sangre. -

Oy salva a Orula
Despus de avanzar un buen trecho bajo el ardiente S ~ I arribaron , a una aldea donde se destacaba a s u entrada- una construccin, que sin d u das era el templo dedicado a la deidad que propicia las cosechas, con la lluvia necesaria. Y; en su interior, Orula se admir al ver que ste era mantenido por sacerdotisas; era un culto oscuro en el cual se mezclaba el ritual con un canibalis& repugnante, pues se vean por los rincones cabezas humanas, ahumadas y disecadas, ensartadas en garabatos, cerca del altar. El Maestro coment con sus discpulos: "La.ignorancia y el fanatismo se han combinado para que esta deidad sea adorada de forma tan absurda". A lo que Ara Unla -la sacerdotisa principal, quien oy las palabras-, aunque no conoca la lengua de Orula, le replic:
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"Cuando tu sangre riegue las piedras y atributos de la deidad y todos sacien el hambre con tus carnes, vers que no es absurdo el lograr que ella nos escuche". Al decir esto los prisioneros sintieron -a pesar s u y w palpitar los corazones en el pecho. Los miembros de la comunidad se prepararon entonces a efectuar sin tardanza el sacrificio, los tamboreros se colocaron a la entrada del templo, e hicieron sonar sus instrumentos. La multitud los acompaaba con cantos y danzas diablicas. A medida que el ritual coga fuerza, la desesperanza comenz a aduefiarse d e los discpulos de Orula, quien no dejaba, con rostro sereno, de recomendarles calma y fe en If. Mas, el caer la tarde, cuando se sacratizaban las armas para la ejecucin, todo se detuvo de momento: frente a la aldea, armados d e lanzas con puntas de hierro, de sables filosos, con los rostros pintados con colores de guerra, se vea el ejrcito comandado por la terrible Oy, la Diosa del Wiger, que hacia sonar sus cuernos y caracoles para sealar que una embajada arribara a la aldea. Sin que mediara mucho tiempo, avanz por el campo un pequelo gnipo de hombres, con un mensajeto al frente, portadofde un estandarte de paz. All venan los dos guerreros que Corona ApanacEa enviara por ayuda. Plantado fiente al grupo de sacerdotisas y el resto de los aldeanos, el heraldo habl: "Saludos nobles pobladores. La Reina Oy, con sus mejores tropas, acampa a la vista d e ustedes y me enva para solicitarles la liberacin del Maestro y dems compaeros, aclarando que ella no es dada a Ia palabrera, y si cae la noche sin q u e se cumpla su'pedido descender sobre este valle con s u ejrcito, y exterminar a todo el q u e ose enfrentrsele. Y ms an, el sacrificio que vanamente pretenden realizar a Orichaoko se volver contra ustedes, pues lluvias arrasadoras destruirn las cosechas y despus, e n la sequa bajo un Sol abrazador, incendiar ios llanos donde pasta el ganado, que huir d e la zona. sumiendo al pueblo en la desesperanza. Mediten rpido q u respuesta le han d e dgr". As se expres en alta voz para que todos escucharan, y u n tenso silencio se extendi despus de sus palabras, hasta que habl Ara-Unla: "Saluden ustedes a la Reina de nuestra parte. Conocemos s u poder y mucho la respetamos. Sin demora liberaremos a estos hombres, para que con sus propiedades se marchen'cuanto antes".
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De inmediato imparti la orden de desatarlos. Al verse libre, Corona Apanada se abalanz 1 igero c o m o una pantera sobre el jefecillo q u e lo detuviera; lo cogi por el cuello con sus poderosas manos, d e forma tal que seis hombres a duras penas lograron liberar al infeliz de aquellas tenazas que casi le cortan el hilo d e l a vida. Mas, luego d e calmarse un poco -a instancias de Orula- aun le qued malgenio para decir: "Si entre nosotros mismos vivirno's en la traicin, los pueblos de la nacin que formamos no perdurarn mucho tiempo; pero regresar con mi ejrcito y bien caro cobrar esta ofensa". A lo que el Maestro respondi: "Intrpido guertero, amigo, cesa ya en tu furor, que realmente no recibimos maltrato de esta gente, pues libres estamos con nuestras pertenencias, y partiremos a unirnos con la Reina Oy y su tropa3'Al marchar, los hombres del lugar quedaron compungidos por la frustracin d e n o haber realizado el magno sacrificio. A su vez, Orula mientras se retiraba de la aldea, no dejaba d e pensar en lo sucedido, pues conocia q u e esa ignominiosa costumbre estaba cobrando fuerza e n los reinos recin creados, tal como ocurri milenios atrs e n Egipto, cuando el orgullo d e los faraafhes arrastraba a sus tumbas a numerosos sirvientes, aunque este-proceaerfue desechado con posterioridad por mandato d e If. An le qued tiempo a Orula para regresar y decirle a Ara Unla: "Sacerdotisa, y o rogar a If para q u e interceda ante Orichaoko y les enva la lluvia generosa. As vern q u e no se necesitan estos ritos atroces para cumplir con las deidades". Dicho esto volvi a retirarse y se uni al grupo q u e por l esperaba, mientras Ara Unla y su gente lo miraban con asombro, segun consta e n el Libro Sagrado de If.
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'Orula salva una hita de


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El Maestro lleg, junto a s u s acompaantes, al campamento donde estahan- los guerreros de Oy, en la misma elevacin e n la cual se mostraron a Ara Unla y a los aldeanos; se dirigi sin tardanza al lugar en q u e se encontraba la tienda que serva de cobiji a la Reina.

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Solicitaron permiso a la escolta q u e all estaba para entrar y. .. jcul no sera el asombro general al ver, en lugar de la temible guerrera, a una simple mujer que se contorsionaba de dolor en el lecho! Porque su vientre hinchado daba a entender que de un momento a otro alumbrara una criatura. Aun e n ese estado la Reina tuvo nimos para pedirle a Orula que se a ~ k r c a r acosa , que hizo el sacerdote en silencio, hincando sus rodillas en 12.isuelo, al lado d e la mujer. Bes s u poderosa mano y le manifest: "Saludos Reina ma -le dijo Orula tiernamente-, grandes es la admiracin en que me encuentro al verla e n ese estado, pues bien sabido es que una mujer as debe estar en casa, resguardada de los fros nocturnos, rodeada de ancianas que le ayuden en la dificil faena". "Salud tenga usted, buen hombre -le respondi la Reina-. Regresaba de Oy rumbo a mi pueblo Tkua, con el deseo de dar a luz la criatura e n el seno familiar, junto a mis padres, pensando q u e por estar a ms d e una luna de este suceso tendra tiempo suficiente, pero como ya otras veces me ha ocurrido, estoy por abortar la criatura que con tanto afn he deseado, desde la primera vez que compart mi lecho conchang, despus de la sangrienta guerra que ste-tuviera con Oggn, g a n d o s e tal derecho. Sin duda alguna las deidades aliadas del Rey del Monte me imponen sufrir las consecuencias por la traicin que yo le hice". Pero Orula, q u e ya reciba la inspiracin de If, le contest: "Lamntate slo d e los dolores de parto, gran seora, que de la vida de tu hijo y o me ocupo". Interpel rpidamente a un discipulo para que le extrajera de su bolso un frasco de ungentos olorosos, que all en el Nilo obtuviera de unos comerciantes, quienes a s u vez lo habian adquirido e n las remotas regiones del Asia. El Maestro conoca las dotes que poseia como relajante de los msculos y lapiel; tambin tenia propiedades parecidas a la alquimia q u e practicaba en las cmaras secretas del templo de Menfis; por eso guardaba celosamente el original para caeos especiales como este. Aplic, pues, esta pocin milagrosa en el vientre y el sexo d e la mujer, a la que aconsej respirar rtmicamente y ahorrar energas para el momento culminante. Orula no se ocupaba directamente de este aspecto de la medicina, pero tampoco leera ajeno por completo, a lo que se sumaba s u experiencia mi lenaria en la vida terrena.

De esta forma, tras continuado esfuerzo, logr al fin que O y se relajara lo suficiente para permitir -luego d e empapar su lecho con las aguas matemas-que la criatura asomara la cabeza y saliera por completo, viva y llorando estruendosamente. Huelga decir la algaraba que se form en el campamento al correrse la noticia de que Oy, la Seora de la Centella, por la que muchos hombres perdieran la vida, era madre de una nia sana y salva, gracias a la maestra de Orula. Y ste, una vez concluida la fatigosa labor, se retir6 con sus discpulos a descansar, durmiendo - c o n t r a su costumbre-- hasta entrada la maana. Fueron despertados ms bien por el ruido de los soldados en sus traj ines y las conversaciones alegres que sostenan. Despus de las abluciones matutinas y de ingerir algn bocado, fueron a visitar a la Reina, quien -debido a su increble fortaleza fsica- ya se repona del sufrimiento pasado y amamantaba a su hija. A la luz del da, y con ms calma, pudo Orula admirar las bellas formas d e aquella mujer-diosa, que an recin salida del parto concervaba s u figura, y que cuando se enojaba poda amilanar el corazn ms valeroso. Al ver que la Reina Ie miraba s o ~ e n t econ , sus grandes y penetrantes ojos, le dijo: "Que la bendicin d e los Benefactores le acompaen, divina mujer. No es vana la leyenda que corre alrededor suyo, traspasando las fronteras de su reino, atravesando el desierto ms all del remoto Nilo Blanco". As habl Orula, porque era cierto que escuch la leyenda a los bereberes, quienes en sus largos recorridos por las arenas del Sahara se entretenan con todo tipo de historias. Oy lo mir con cario y le contest: v "Salud, noble hombre. Su benevolencia es solo comparable a la dei gran Bab. No se equivoc el mensajero de inl al explicar sus virtudes. El azar o la voluntad divina hizo que me interceptaran los dos guerreros que Corona Apanada, el valiente hermano d e Oggn, enviara por ayuda. Y yo que ya c&ocia d e sus milagros, decid desviarme del camino para rescatarlo de las manos de esos imprudentes". "En buena hora sucedi tal cosa -aadi Orula-, pues ya estaba temiendo por mi vida", y lo dijo con tal acento que todos rieron alegremente la ocurrencia. Omla decidi trabajar con su ciencia el cuerpo de Oy, para que tuviera numerosos hijos sin contratiempos, y es harto conocido que fueron nueve e n total.
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Con tal fin dispuso de algunos elementos, de hierbas convenientes y aguas tratadas mediante un ritual secreto, conocido por l y sus discpulos, con todo esto le hizo un gran ebb a la Reina, q u e la dej e n disposicin d e tener todos los hijos que quisiera, y ella, con sobrada fe, l o dej actuar. Tambin el Maestro indag acerca d e los alimentos que haba consumido la mujer das antes del parto, y le recomend abstenerse de ingerir carne d e camero de por vida, pues observ los sntomas de intoxicacin que sta le produca. Despus que termin la ceremonia, consider que era el momento de partir -junto a Corona Apanada- hasta el reino de Oy para ver en qu podia ser til all, pues un mensajero q u e lleg al campamento lesolicit se presentara a n t e Chang. Se 'despidi d e la Reina luego d e formalizar el pacto d e hermandad, y se comprometi a volver a encontrarse en el futul-o. Y lo q u e sucedi en Oy, la amistad q u e hizo con su legendario Rey, es materia ya tratada e n otra parte d e nuestra obra y consta en el Libro Sagrado de If.
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Oggn h a c e ebb
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C u a n d o los invasores del Norte -de ms all de Gao, al otro lado del Nger- cercaron varias ciudades-estado d e la nacin, con intenciones de robar el ganado, las mujeres y cuanta riqueza pudieran, s u s ejrcitos decidieron cesar d e momento las luchas internas q u e entre si sosteilian p a r o revivir una especie de confederacin aliada -base d e la nacin- y expulsar d e sus territorios a los intrusos. El Rey d e Oy fue el primero en entrar en batalla, por la posicin en q u e estaba dicha ciudad, algo aislada del resto y tierra adentro. Y oggn;el poderoso Rey d e ilesha, tampoco qued ~ r en s tomar la iniciativa, por lo que prepar un fortsimo ejrcito; cruz el rio O c h n y se dirigi al Norte a travs de aquel las inmensas llanuras; pas cerca de la ciudad de Ogbomosho, subi ms all de Oy y se alej d e los reinos. Olfate el terreno, escudriando el horizonte en busca d e algn rastro d e la hueste invasora. Corona Apanada estaba en los alrededores d e Oy con su escolta -no entr a la ciudad por razones personales-, en espera de q u e Orula

terminara su misin en aquella-ciudad. En eso supo del paso de su hermano por la regin, y fue asu encuentro. . Oggn le recrimin por su alejamiento del ejrcito; el explorador le explic lo sucedido con Bab a manos de Orula en el reino d e h l y el percance que sufrieron al salir de aquella ciudad; tambin le cont como fueron rescatados por Oy y la forma en que el Maestro logr salvar la criatura que le naci a la Reina. Por ltimo, le dijo que aguardara por el sacerdote y que tan pronto regresara se unira a la expedicin. Oggn se sinti satisfecho con estos razonamientos y continu s u marcha. A los pocos das el explorador se les uni, en compafia de Omla y sus discpulos, en un apacible atardecer hicieron la presentacin ante el gran Rey. Cuando el Maestro se vio frente al dueo del Monte y de la Guerra sinti una fuerte impresin, pues si bien Corona Apanada era un hombre robusto e n extremo, Oggun lo superaba en mucho, y vestido como estaba, con una corona rematada en la cabeza por un guila disecada, con la boca abierta y el pico reluciente --como si fuera a atacar-, con s u rostro pintado d e vivos colores, s u s anchos hombros y fornidos brazos, mas s u terrible espada a la cintura, era la viva estampa d e Horus, el dios guerrero adorado en el Nilo. Orula contuvo su emocin y le dijo estas palabras: "Saludos, glorioso soberano, los Dioses t e sean propicios. Admirado estoy de tu porte, pues ni en el soleado Nilo, ni en el inconmensurable desierto que atravesamos en nuestra peregrinacin, ni e n las numerosas aldeas o ciudades que visitamos, h e visto un hombre q u e se te asemeje. Ni el terrible Chang6 te supera4 pues si bin es una deidad poderossima q u e anima un cuerpo d e Rey, usted es una deidad fisicamente". Oggn sinti enorme placer por aquella comparacin que lo favoreca; y te dijo con una sonrisa en los labios: "Que Agbbniregn te acompafie siempre, sabio sacerdote. Bien dijo el mensajeroque, por 6rdenes de Inl lleg a Ilesha - c u a n d o aprestaba mi ejrcit-'que eras un hombre ilustrado y d e palabra fcil". De inmediato extendib la increble m a n e mas cuando Omla la fue a besar lo atrajo hacia si y lo a b d como a un .hermano; Orula sinti como aquel gigante casi lo levanta en vilo, pues si biea el Maestro era alto y vigoroso, al lado de Oggiin pareca un muchacho, Y el Rey le dijo despus:
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"Usted le dio felicidad a Oy, a quien yo amo, a pesar del desaire que me hizo en favor de Chang y eso basta para ganar mi corazn, pues ni el terrible golpe de espada q u e aquel m e dio en el vientre, cuando disfrazado como la Reina en la penumbra yo lo observ avanzar y le tend los brazos equivocadamente, ha hecho mengua en la pasin que por ella siento". Orula se turb de momento al quedar Oggn en silencio y con el rostro entristecido, mas recibi la inspiracin de If y le vaticin: "If me gua al decirle,que esa congoja llegar a s u fin, cuando pronto conozca a una joven comparable a cualquier diosa, d e tez y rostro fino como jams usted lo viera, d e larga cabellera, q u e ensortijada cae sobre s u s espaldas, de pies giles como la gacela y caritar melodioso como las sirenas que all en mi pas se menc-ionan en las leyendas. Ante esa mujer sentirs los golpes del corazn e n e l pecho y tras noble lid con u n o d e t u s hermanos, obtendrs el consuelo y la felicidad en esta vida". As habl Orula y por segunda ocasin alegr el corazn del Rey, quien orden sin falta la cena. Despus de pernoctar en el campamento levantado en una colina, donde los guardias cuidaban el sueo del ejrcito, fueron despertados al amanecer por el toque de cuernos y caracoles, que de lejos se expandan d e manera estruendosa. Era Corona Apanada, el infatigable explorador, quien sali de noche en misin, y descubri a un cuarto de jornada de camino una horda de asaltantes, q u e al aprovechar la oscuridad nocturna haban saqueado una aldea de la zona y luego la incendiaron; el humo an se distingua a lo lejos. Por medio de aquellas notas los expertos de Oggn interprearon que su hermano peda se dirigieran hacia el Norte, y desplazaran s u ejrcito e n forma de arco, para as cortar la retirada al enemigo. Anunciada la orden de partida por los portavoces del Rey, se origin una algaraba tremenda. Orula llam al soberano aparte y as le dijo: "Valiente Oggn, permteme hacerte un ebb para facilitarte las cosas. S perfectamente que el temor te es desconocido, pero If puede abrirte los caminos de la gloria imperecedera -mucho ms meritoria- de forma q u e tu resonante triunfo haga desfallecer las piernas de todo aquel que por u n momento piense nuevamente en invadir los reinos d e esta tierra". Despus de e,scucharlo, el Rey d e buena gana se someti6 a la Iiriipieza ritual, pero impaciente por marchar cuanto antes.
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Oggn toma venganza


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El ejrcito avanz en fila, a marcha forzada, durante un buen tiempo hasta alcanzar la pradera, y despus subieron una ladera donde se ocultaron en los matorrales. Mientras, Orula y s u s discpulos se retrasaron un poco, pues iban con la impedimenta de la tropa. Y algo ebrios -arrasando consigo mujeres, nios y el ganado robad * , varios cent2nares de hombres iban jactanciosa y desordenadamente por la llanura, desprovista de pastos, pues haba sido incendiada por los campesinos para utilizarla en las futuras siembras, y ahora sta era hollada por los extranjeros. Pero, de pronto se detuvieron. En la elevacin que estaban por alcanzar se destacaba la figura de un impresionante guerrero, que as les deca: "Hombres carentes de valor, ratas miserables, que invaden estos reinos al amparo de la oscuridad para robar nuestras familias y riquezas. Proiito temblarn y llorando, pedirn clemencia cuando cobre justa venganza s u s actos". Oggn habl y qued a la espera, hasta q u e del grupo contrario se destac un moreno alto y musculoso, de aspecto rudo -al parecer un j'efe importante- q u e as le increp: "Quien eres t para impedirnos el camino? Desventurado, mi lariza te atravesar si antes n o decido arrastrarte como esclavo". De inmediato parti a enfrentarlo seguido d e s u hueste, q u e daba aullidos, y con la jabalina en alto cay e n la emboscsda q u e Ogg~nle e tendiera. Al acercarse el hombre a una distancia que consider suficiente, lanz su pica contra Oggn y pens atravesarlo con facilidad, pues desconoca quien era s u contrario; y ste, burlando el tiro, desenvain su espada d e acero reluciente, cuyo mango fuera adornado -por hbiles artesanos- con arabescos y piedras preciosas, y en varios saltos se plant frente al enemigo atravesndolo de una vez. El hombre cay sobre la ceniza del campo, asombrado por s u fcil derrota, pues ni en sus luchas contra los mandingas, ni entre los numerosos asaltos realizados a los bereberes, ni ms all de la Nubia, haba encontrado un oponente tal, que as le deca: "Hombre torpe, cuando Agboniregn solicite tu espritu para j uzgarlo, dile que Oggn mismo fue quien te priv de la vida".

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La levenda de Orula

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Termin de hablar y sac la espada d e aqud cuerpo inanimado; listo para luchar contra los enemigos restantes, que al ver muerto a su jefe perdieron el valor; pero ya era tarde: las huestes de Oggn les haban cercado. Despus d e hacer una gran matanza y satisfecha la sed d e venganza, Oggn dej a un joven prisionero vivo, a quien se dirigi d e esta forma: "Parte e n libertad, infeliz, y cuntale al consejo de ancianos de tu tribu que Oggn, el poderosa, har rodar por el suelo las cabezas d e todo el que se atreva a repetir una incursin a nuestras regiones". As le dijo y el muchacho, con el corazn palpitando y los miembros temblorosos, corri sin detenerse a mirar atrs, e n busca d e sus territorios y agradecido a los dioses por haber salvado la vida. Luego se escuch a la tropa, q u e con cantos y alaridos proclamaba la victoria de Oggn, mientras recogan el botn que a su reino llevaba el enemigo. Le devolvieron a los pobladores de la aldea destruida sus propiedades y algo ms, y estos partieron contentos a reconstruir el casero; el ejrcito se qued con el resto de las riquezas. Orula y sus discpulos hacan u n contraste notable: blancos y c o n -vestiduras blancas, en medio de aquella multitud de morenos, q u e con lanzas y sables e n alto cantaban las glorias de su caudillo, y as decan: "El gran Oggn, el invencible Oggn, el Dios q u e a nuestro reino lia descendido pelea sin encontrar un oponente digno. S u espada es de duro acero, libiles herreros la trabajaron muchas lunas y cuando su dueo se 'encoleriza y la esgrime no hay dudas que volver a saciar su sed". Tales cosas entonaban al comps de tambores que llevaban colgados al hombro varios msicos. Y estas notas, junto a los cantos, se expandan en todas direcciones con la noticia de lo sucedido.

Orula r e c o n c i l i a a Oggn c a n Chang


Esa noche, a la luz de las antorchas, bebieron vino de palma Orula y sus discpulos y conversaron alegremente mientras cenaban carnes-dejaba1 es y de antlopes.

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All pudo conocer el Maestro otra faceta del gran Oggiin, ahora como hombre jovial y dado a compartir, pues se expresaba as: "Bebah todos, compaeros. He repartido una cuota de este dulce vino entre mis hombres para que animen sus corazones, exceptuando d e la misma a los que permanecen de guardia, quienes tendrn'maiiana su festn aparte". Y alzaba una:copa d e plata con incrustaciones de diamantes, que algunos mercaderes trajeran de lejanas tierras y se la cedieron gustosos a cambio d e un cargamento de pieles, d e las muchas que posea el gran Rey en sus tiendas, all en Ilesha. Respondan todos al brindis, tanto Orula como los oficiales del ejrcito y dems compaeros. All estaban Corona Apanada y Abo Ichokn, viejos amigos de Orula. Ologund, experto en tiro d ejabalina; Afo Coyere, un prncipe hermano de Inl, que con s u s hombres se haba unido a la tropa, y Oguedai, otro hermano de Oggn. Le acompafaba tambin Lanle el Guerrero, que del lejano reino Popo haba venido atravesando la densa selva por parajes inhspitos; cruz las corrientes d e los ros Ouem, Ogoun y otros, para visitar a s u amigo, e l Rey d e Ilesha y n o pudo resistir l a tentacin d e sumarse a la expedicin punitiva; y Elern, Ompetu y muchos ms q u e alargaran esta lista. Mas, ya entrada la noche, consideraron oportuno retirarse a descansar, cada quien en medio de sus escuadras de aguerridos hombres; Orula y sus discpulos se quedaron en la tienda principal, donde Akampala, el sirviente de Oggiin, prepar suaves lechos para hacer cmodo el sueo de - lqs que all estaban. Al amanecer levantaron con rapidez el campamento y se prepararon para la marcha en busca de nuevos enemigos, pues d e sobra saban que el grueso de ste an no haba sido encontrado. Descendieron de la colina en que estaban y atravesaron llanuras y terrenos ondulados, donde se alternaba la elevada hierba d e guinea - p a s t o de diversos animales y escondite de depredadores- con los terrenos de ~egetacin escasa. El explorador Corona Apanad,apreceda la tropa; a l o s flancos de esta coloc hombres provistos de grandes ciracoles. para alertar con sus sonidos cualquier posible emboscada. s avanzaron hasta que el Sol comenz a declinar, y en eso sintieron el toque anunciador de que un enemigo poderoso se encontraba frente a ellos.-

La leyenda de Orula

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Una vez q u e ambos ejrcitos se replegaron en orden d e batalla, se destacaron al frente sus dos comandantes, pero; j c ~ no. l sena la s0rpres8 de todos al ver al mando de aquella tropa al gran Chang, el enemigojurado d e Oggn, que con su temible espada en mano le dirigi estas palabras!: "010ddumare, el Rey de los Espacios, tendr compasin de ti, que osadamente invades mis territorios. La deidad de los caminos te confundi, al regalarte la mala suerte de dar conmigo". Y aadi despus: "Y ahora vienes con tal nimo de cobrar venganza por la derrota que te inflig en nuestra guerra por el favor de Oy, la cual supe ganarme". Oggn le contest airadamente mientras avanzaba: "Chang, si me dejaste a punto de morir en aquel momento, f u e por la artimaiia que t y Oy tramaron en mi contra, pues bien sabes que yo solo me basto para acabar contigo y con tus hombres". Con nimo fbrioso se acercaron uno al otro, mientras los dos ejrcitos, consternados y sin saber q u hacer, contemplaban la escena. Pero Omia, que --entretanto-- haba divisado a su amigo Chang y escuchado las amenazas proferidas por ambos guerreros, a toda carrera llegaba al justo medio del espacio que entre ambos quedaba, y extendiendo las manos hacia uno y otro as les dijo: "Soberanos, calmen su furor y escchenme, por favor. Si algo de amistad he logrado de cada uno de ustedes, justo es lo que les pido". Con esta splica logr Orula que ambos detuvieran s u marcha y entonces aadi: "En mi, existencia como sacerdote de If pocas veces he conocido hombres tan poderosos como ustedes, dioses encardos. Justo es q u e aplaques tu clera, Chang, pues el gran Oggn hace la noble funcin de limpiar la comarca de enemigos y no se acerc a n i ciudad con alevosa, sino ms bien para ayudarla en la guerra,ya q u e a Ilesha d o n d e reinaes:sabido que ningn mortal osara atacarla, al menos en el tiempo de s u reinado .actu&l.. ,"pero t, Oggn - c o n t i n u Orula su discurs-, debes olvidar el despecho que sientes por cosas que ya pasaron. La prediccin que te hice se cumplir en poco tiempo. No es conveniente para los pueblos d e esta nacin que sus gobernantes se enfrenten en una pelea intil, ms bien la unidad entre todos aumentar su poder. "Y otro vaticinio he de hacer -aiadi por ltim*: el paso de las generaciones dar lugar a pocas diferentes, donde perdurar la historia
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d e ambos. Y quedar Chang, el Rey del Trueno y del Relmpago, como Corona de Iniciados, sus descendientes sern reyes de nacimiento, mienque el poderosos Oggn, el Dios del Monte y de la Guerra, ser el bculo que sostendd la f e n a y animosidad d e sus hijos. Mas, si ignoran a este que les habla y es hermano de los dos, que uno cualquiera me prive de la vida antes de comenzar la contienda, y yo, con el espritu entristecido volar a Iif Oore, a comunicarle al gran Ifh cuanto me despreciaron ambos Reyes". Cuando termin de hablar se arrod il l, dej al descubierto su torso, ofiecindose en sacrificio. Los corazones de Oggirn y Chang palpitaron al ver su accin, ya que ninguno d e los dos quena ofender a su gran amigo y hermano Orula. Y fue Chang el primero en hablar mientras bajaba su espada: "Deponga Oggn su odio contra m, si enloquecido d e pasin le tend una trampa, pues ambos somos hijos de Yemay, y e n mi interior, aunque callado, siempre le he tenido admiracin ; respeto por s u recto obrar y valenta sin lmites". Al orle Oggn contesto: m "En lo que a mi respecta enterrar el pasado, en honol al Maestro. No se puede ser.enemigo,por ms tiempo de aquel que atiende su consejo. Yo tambin siempre he sentido admiracin por ti Chang, pues tienes el don de reinar sobre los dems, d e nacimiento". Esto expres y guard su espada e n la vaina de cuero que llevaba a la cintura. Orula se levant rpida y alegremente, y exclam: - . "El gran Olofin se complacer all e n las alturas al contemplar esta escena. Dnse la. mano como hermanos, intercambien sus a m a s como fimeza d e reconciliacin, que al pasar a la'leyenda, en un futuro ser parte d e u n ceremonial para terminar una guerra entre dos poderosos, y ms tarde celebraremos una esplndida 1iturgia, sacrificando guineos, perros, chivos, un camero y un torete, despus d e despojamos con abundantes.hierba%. rociadas con aguas d e los ros, d e la lluvia y de los mares, bandonos luego con oniiero sacratizado con polvos de la piedra de Menfis, cort la extica canela y perfmes del Asia. Y, por Itimo, ya con vestiduras , 1impias, -ce.lebraremosun banquete, cantando y brindando por los hechos heroicos realizados en estas tierras por las deidades, para que el recuerdo d e ekta rec-onc-iliacionllegue a los ms lejanos tiempos del futuro". Asl dijo Orula mientras los tres se abrazaban y la tropa aplaudia.
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Orula desciende por el ro Ogon


La discusin entre hermanos
Despus de realizar una gran batida a los enemigos del Norte, donde muchos perecieron a manos d e la pareja d e formidables guerreros y s u s tropas, Chang regres a la ciudad d e Oy para continuar las fbnc iones propias d e su reinado y Orula continu con Oggn hacia Ilesha, cuna del gobierno de ste. Pero el adivino consult s u orculo y luego aconsej a Oggn q u e enviara el ejrcito - - c o n sus hermanos- d e vuelta a dicha ciudad, y q u e ellos se quedaran con la escolta personal, para desviarse varias jornadas al Oeste, hasta encontrar los manantiales que daban nacimiento al ro Ogon y hacer una exploracin en la zona. = m El soberano sigui el consejo, aunque sin comprender Iris razones que Orula tenia para tal cosa. Se adentraron entonces e n las reas boscosas de aquel territorio, donde los altos rboles trajeron a la mente d e Orula la gloriosa poca de los gigantes, cuando aquellos aplastaban con sus manos las copas d e las empinadas plantas y retumbaba el suelo a cada pisada q u e dejaba iiria huella d e varios codos d e longitud. En estas cavilaciones se entretena mientras marchaba al frente d e la columna, junto a Oggn, hasta q u e ste se detuvo repentinamente para afinar su odo. Y es que a cierta distancia, oculta de la mirada intrusa, uiia voz juvenil cantaba melodiosamente el tema de una historia antigua -qu'e se trasmita de madre a hija--- sobre un casamiento frustrado. Era tan dulce el arrullo q u e se escuchaba, q u e el fiero Oggn, el despechado de Oy, quien pens nunca ms volvera a sentir la ternura d e l a m o r q u e d alelado, inmvil, petrificado. Y fue Orula quien le dio un golpe e n el pecho, y l o s a c del aislamiento. E n t o n c e s se o r d e n s i l e n c i o m e d i a n t e s e a s , los d o s c a m i n a ron con s u m o c u i d a d o para n o h a c e r ruidos; se a c e r c a r o n a u n o s a r b u s t o s q u e p r e c e d i a n al c l a r o d o n d e , e n u n a f u e n t e c r i s t a l i n a , la

joven de la meloda -acompaada d e varias sirvientes- tomaba s u bao matinal. Al tener a la vista tan simpar belleza, el coraznde Oggn se estremeci con vehemencia, y el mismo Omla no pudo sustraerse de la admiracin que la muchacha le caus, y en su desesperacin por captar mejor aquella figura semejante a una diosa encarnada, ambos se movieron, y olvidando las precauciones necesarias, rompieron el encanto al pisar unas ramas secas, de forma tal que la joven se alert y rpidamente, ante la sospecha de ser observada, se sumergi en la corriente. Los dos hombres retrocedieron de espaldas, sin que llegaran a verlos las mujeres y sin saber que as mismo,venia hacia ellos un moreno, pero cuando chocaron d e fondil los dieron los tres un respingo y se viraron. "jOchosi, hermano! -exclam Oggiin a duras penas conteniendo la alegra y el grito- qu haces t por estos lares?" "iOggn, sangre ma! -le dijo Ochosi, el diestro cazador,de la misma forma-. Estaba con mis hombres a la caza de un fiero jabal, al que varios das atrs acosamos, y ya herido por un venablo vino en esta direccin, por lo que segu el rastro de sangre que iba marcando en la hierba, cuando sent el canto de esa joven, qu digo! de esa diosa, solo comparable a la divina Ochn, y qued extasiado. Mas, al notar que se asust, u cuerpo y el de tu amigo. Pero retirrecul en silencio y vine a dar con t monos del lugar, no sea que esas criaturas nos sorprendan y pasemos un gran bochorno". As convinieron y ya lejos se reunieron con el resto d e los hombres, que esperaban por ellos en silencio, tal como Oggn lesindicara. Pasaron la tarde bebiendo vino y contndose ancdotas mutuamente. Onila fue presentado a Ochosi, quien fe brind su amistad ms sincera, tanto a l como a sus discpulos, pero volvan a caer - c o m o si no quisieran- en el tema de la joven. Y ya al atardecer no les qued ms remedio que confbsarsei que estaban perdidamente enamorados. &i k e n z a r o n las discrepancias, pues cada uno pretendia haber sido el primero en descubrirla; se consideraban -por tal razn- dueo de la muchacha. Al ver eso, el sabio Orula sonri,' pues le parecan niilps que discutan alguna de las muchas cosas sin importancia-quesuelen ellos emplear en susjuegos infantiles. Y c u a ~ d o , yestaba a a punto h cena, preparada con el jabal que los hombres de Ochosi trajeran, & l a les dijo afablemente:

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"Amigos mos, sin dudas que ambos s e merecen por igual esa belleza, pero como es lgico, deben cortejarla primero. Por lo tanto, enven exploradores a todas partes, hasta averiguar su procedencia. Una vez hecho esto, purifiquen sus cuerpos en las aguas del rio,.vstanse con los ms elegantes y llamativos atuendos y marchen a conocer a los padres de la doncella, para que, puestos al corriente de las intenciones que llevan, juzguen junto a.su hija a cual de los dos se le dar e n matrimonio". Despus aadi: "Y como hermanos que son, juren solemnemente por If y por Oduduwa, el Padre de la Nacin, que cualquiera sea el que gane o pierda en esta limpia contienda, permanecern igualmente tan unidos como antes". Y ambos, sin dilacin y puestos de acuerdo, juraron como les aconsej OruIa.

y Ochasi se disputan a Aina


Tras haber pernoctado bajo un techo de lonas, cfkando ya amaneca, los ruidos de la naturaleza y los hombres despertaron a Orula y discpulos,
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quienes real izaron sus abluciones y acostumbrada rogativa a Olorun. Desayunaron despus gracias a la diligencia de Akampala, quien les inform que Ochosi y Oggn, luego de haber despachado exploradores e n todas direcciones, haban ido a las fuentes a darse un bao matinal. Los dos reyes regresaron ms tarde para vestirse - - elegantemente. Oggn se coloc una tnica roja punteada con hilos de oro que representaban las montaas, los montes y el Sol resplandeciente. El pao le cruzaba el pecho y pasaba sobre el hombro izquierdo para enrollarse a la cintura, que apretaba con un cinturn hecho de cuero de bfalo, del cual penda en $u vaina la invencible espada que Chang le cediera en el intercambio. completaba el atubndo con sandalias ligeras; un collar elaborado con piezas de madera, piedras preciosas y figuras de metal que representaban los instrumentos dedicados a la labranza y la guerra, y e n l a cabeza sostena una corona dorada en la q u e hbiles artfices incrustaron algunos diamantes que en la sombra emanaban rayos-de luz. De fornizi similar se visti Ochosi, gracias a las facilidades q u e su herm'ano le brind, pues.estaba lejos de sus lares y de faena..Se coloc, adems, su collar elaborado con los colmillos de las distintas fieras por l

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cazadas; en la cintura llevaba su pual de cabo de oro d e finsima elaboracin yen el hombro luca su vistoso estuche de flechas, porque el arco lo llevaba e n las manos. Se presentaron, pues, a Onila, quien pudo admirar con calma una vez m& las proporciones d e aquellos hombres, dioses encarnados. Ochosi era ligeramente menos alto que Oggiin y un poco ms esbelto, pero d e rostro ms elegante y joven. Indudablemente una pareja no comn, que hara muy difcil la eleccin a la doncella. Al mediar la maana regres uno de los exploradores con la noticia de que Aina a s se llamaba la joven- viva ro abajo a poca distancia d e donde estaban, en compaa de s u s padres, quienes eran los jefes de la aldea. Partieron entonces los dos hombres, los acompaiaba Orula como testigo, pero antes d e eso, ste llam aparte a Oggn y dej caer en sus vestiduras varias gotas de un fino perfume que trajera d e Egipto, y roci sobre su corona cierto polvo fosforescente q u e ms adelante cumplira s u funcin, recomendndole a Oggun q u e guardara el secreto, ya que el Maestro deseaba beneficiarlo al considerar q u e era quien ms lo necesiS

taba.

Una vez localipda la aldea y la casa de s u inters, se presentaron a la puerta, donde una sirvienta los invit a pasar. Ya e n presencia de los padres explicaron el motivo d e la visita, y stos se sintieron complacidos e n extremo, ante la solicitud de tan formidables seores. Pero, al n o saber qu decir, mandaron a buscar a su hija, a la que trasmitieron el mensaje y los deseos de la pareja visitante. La instaron a decidirse, pues ya era una muchacha casadera y no deba despreciar tan-magnfica oportunidad. Aina, aunque un poco cerril y no dada a esas coqueteras, tuvo a bien contemplar a los dos hombres: altos, fuertes, proporcionados, en resumen: lo mejor de lo mejor. Detuvo su;vista prirnemen Ochosi, el cazador, que sostena al frente y con,&las do9 manos el arco, con el que nunca fallaba un tiro, y estaba erguido, con las piernas bien plantadas. Admir su figura abiertamente, y eso hizo desfallecer las rodillas de Oggrin. Pero cuando ella se volvi hacia l, en la sombra interior de la casa, vio la fosforescencia que despeda la corona de Oggn, que irradiaba luz, \o que le daba el aspecto d e una deidad materializada, y al acercarse un poco, el sutil perfume penetr en su nariz y qued en extremo alelada, por lo que se volvi a sus padres para decirles:
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"Ya q u e es necesaria mi decisin ante esta dificil coyuntura, quiero que Oggn sea mi esposo, pues jams mi corazn se sinti tan complacido c o m o al estar frente a l". Esto dijo y le tom d e la mano, hacindole avanzar. Pero, despus Oru la le trasmiti inspiracin de If para que le dirigiebraa Ochosi estas palabras: "Usted, gentil hombre, es merecedor de cualquier mujer que habite e n nuestros reinos. Ahora le pido que no me guarde rencor, ms bien, hagamos un juramento d e sangre que nos una como hermanos, para q u e e n las estaciones venideras lo recibamos como tal en Ilesha, deleitndonos, a Oggn- y a m, con las historias d e los heroicos sucesos que le & . acontezcan". As habl y Ochosi, turbado al principio, sinti en s u noble pecho la alegra q u e tal deferencia le causaba y le respondi: "Aina, pues elegiste al gran O g g n , mi hermano, por esposo, a partir d e ahora eres tambin mi hermana y como tal te respetar siempre, pues prefiero caer destrozado bajo las garras de u n len e n la sabana, antes que faltarles a ti y al Rey del Monte, olvidando mis principios". L u e g o d e hablar sellaron el pacto d e hermandad, d e acuerdo a la costumbre del pas y tal como haba hecho Orula c o n Osain. Oy, Chang, Oggn, Bab, Ochosi y muchos ms, mezclaron la sangre que les brotaba d e pequeas heridas q u e se hacan e n las muecas.

El matrimonio
Una vez resuelta la contienda amorosa por Aina en favor de Oggn y sellados los pactos de hermandad, Ochosi dispuso una gran batida en la llanura para efectuar una cacera gigantesca, como nunca antes se viera e n la zona, con el nimo de proveer d e alimentos a los'nurneios6s invitados a la fiesta nupcial, que los padres de Aina, junt a ella y sus sirvientes, organizaban e n la aldea. Y das antes comenz el toque de tambores, que otros, situados e n las aldeas circundantes, se encargaran de repetir. Con ellos -seanunciaba q u e el Rey Oggn y la joven habran de casarse y se exhortaba a todos a participar en la actividad. : Comenz as la llegada d e familias d e distintos lugares, donde numerosas jvenes casaderas, capaces de competir con la misma Ochun e n

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belleza, eran presentadas a Ochosi, que se ruborizaba constantemente como un chiquillo sorprendido en una falta, sin saber a cual escoger. entre tantas; y estas actitudes daban motivos d e alegra a todos, mientras Oggn se enorgulleca de que su hermano Orula hubiera solucionado tan pacficamente la discusin por Aina. Y el da del rito, cuando --en medio d e la.muchedumbre-- OruIa iba a comenzar sus oficios sacerdotales para unir a la pareja, lleg una embajada de Oy, formada por varios hombres, que extenuados'yjadeantes, robndole horas al sueiio, a duras penas les alcanz el tiempo para cumplir su encargo. Despus de beber algn refiesco y recobrar el aliento, se adelant hacia Oggn el heraldo principal de Chang, Olufala, quien adems era primo del Rey y perteneca a la realeza. El mensajero dijo as al soberano: "Saludos valeroso monarca. El gran Chang, q u e reina en la bien fortificada Oy, me enva con el siguiente mensaje: que una vez de regreso a su ciudad dej escuadras de centinelas en distintos lugares avanzados, para evitar que el enemigo - e n su afn de tomar injusta venganza e n los poblados cercanos- intentara por sorpresa regresar. - "Una de estas escuadras escuch el toque de tambores que de tan lejos provena y se las arregl para que el mensaje continuara viajando, hasta llegar a la ciudad, donde los expertos interpretaron l o que ahora estoy comprobando". Cogi un respiro el hombre antes de continuar: "Alertado el Rey de la situacin nos dio orden d e partir sin demora. Y como presente les enva esto". Desenroll a los pies d e Oggn una hermosa piel d e tigre, explicando, en medio de la admiracin general: "Bien sabido es que de muy lejos procede esta pieza, pues yo mismo fui testigo, en una di: n u e k incursiones hasta las d b a c i o n e s del Sahara, que Chang6 i n t e e t 6 a u~ caravana de wmerciantff, y hablndoles en lengua del Sahel se interes en el tipo de intercambio que &izaban, y stos le explicaron que deseaban adquirir varios colmillos de elefantes, para revenderlos despus en las ciudades costeras del NO&, y que & b i o de eso entregarian .esta bellisi&a piel, que sus parientes -comerciantes tambihaban comprado en el m o t o pas de la India, mucho ms a116 d e Persia, donde existen eevadas montaillls y exuberante vegetacin, en la que habita esta gigantesca fiera, *ida al l&n, pero ms vengativa y peligrosa que 61.
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"As, pues, vencida por hbiles cazadores y curtida-su piel con esmero, viaj durante cerca de un ao hasta llegar a Egipto, luego d e cruzar, la cintura de tierra que separa los dos grandes mares del Norte, dando a parar en sus manos. "Al ver semejante pie= nuestro Rey no titube en hacer el cambio, y les regal ademhs otras cosas a los mercaderes --tan contento estaba- y regres con ella a su palacio en Oy. "Ahora - d i j o finalmente el heraldse las enva a ustedes como presente, para que e n las frias noches el Rey Oggn abrigue-cariosamente a su esposa y recuerde cuanto bien lo quiere su hermano Chang". Ante tan detallado discurso, Oggn se emocion bastante, y con ojos hmedos le respondi al heraldo: "intrpido Olufala, no recib en toda mi vida un presente como ste, que me ablandara tanto el c o d n . Retrense a descansar cuanto quieran, despus de ingerir las sabrosas carnes q u e los cocineros tienen ya 1istas e n el fogn,de beber un poco de vino para reconfortarse, y una' vez 1ibres de la fatiga, antes de marchar, aguarden por la respuesta que han de llevarle al Rey Chang. M en& tanto, si no hay ms que tratar, que contine la ceremonia". ~lufal&narch entonces con sus hombres a seguir el consejo del Rey y Orula dio comienzo a la ceremonia matrimonial. As, pues, hizo que los padres tomaran de la mano a la joven y les pregunt: -Qu asunto ventilan, buena familia? -El matrimonio de nuestra hija -respondieron los padres. -A quin se la otorgan? -inquiri Orula. A l Rey Oggn -le contestaron. -Est ella de acuerdo? -inquiri Orula. -S -respondi la muchacha con vehemencia. -Y el Rey Oggiin, se encuentra presente? d i j o Orula mirando al pblico. ; . .-Aqu estoy --contest el aludido mientras avanzaba. -Es cierto lo que dice esta familia? -le pregunt Omla. -Es cierto, seior -respondi Oggn. -Pues dnse la mano -les orden Orula. Y ambos, nerviosos, actuaron como se les indic..El sacerdote, finaliz con estas palabras: . "Pues ya que decidieron unirse en matrimonio, les recuerdo sus obligaciones conyugales, de acuerdo a las costumbres d e la nacin, y se
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presenta If como testigo y juez a travs de mi persona, consagrando la . uninm.Al terminar de hablar los roci con aguas perfumadas y debidamente sacrat izadas; luego los abraz. Lo que sucedi mas tarde, e n el transcurso de la fiesta e s algo inenarrable. Baste decir que todos bebieron, comieron, bailaron, cantaron y consumieron sus energas hasta caer exhaustos por los rincones de la aldea, mientras Oggiin y su esposa s e retiraban e n la noche a la cabaa nupcial, que -algo alejada- les aguardaba, y e n cuya construccin y mobiliario participaron todos los amigos de Oggiin. Pero, cuando a la maana siguiente el Sol se levant calentando la tierra, hombres y mujeres comenzaron a salir del embotamiento en q u e estaban, y Orula -junto a sus ahijados- parti hacia el ro para acicalarse.en la corriente de aguas claras.
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Orula y Echu hacen bb


U n a vez refrescados los sacerdotes en las fuentes, ya de regreso a la aldea tropezaron con Echu, quien venia al encuentro de ellos. Despus de intercambiar 1 as noticias y saludos, Echu les explic q u e haba llegado tarde e n la noche, y en la confusin reinante no dio c o n el paradero de Orula y su grupo, por lo q u e decidi esperar la mafiana. Durmi bajo una carreta, donde apenas encontr suficiente espacio para tal cosa. Partieron entonces a ingerir algn bocado de los que quedaban e n abundancia, y u n a vez satisfechos el apetito y la sed, buscaron u n lugar para conversar con calma. "Y bien -le dijo Omla-, si Baba y los dems familiares gozan de buena salud, n entiendo el motivo de tu apresuramiento en encontrarme". "Maestro -le contest Echu- bien sabes que soy una deidad encarnada en esta tierra, pero tengo dificultad - c n el cuerpo que habito- para rememorar los sucesos de milenios pasados; por eso me pregunto en base a q u desconfio de usted, que se ha portado ejemplarmente con mi familia. Y despuss.desalir con Bab del reino de Inl, antes de llegar a If, me desped del grupo y march e n s u bsqueda, mas, sta f u e dificil y n o exenta de peligros, pues tuve que escurrirme constantemente -10 mismo de da q u e de n o c h e - de las hordas invasoras del Norte, q u e espantadas por Oggn y
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Chang trataban de salvar la vida; ms tarde tropec con Corona Apanada, quien al. frente del ejrcito se retiraba a Ilesha. l me dijo e l rumbo que ustedes siguieron; por ultimo, los tambores encaminaron mis pasos hacia esta aldea, y siempre con el deseo de que usted aclare mis dudas". Una vez que el Maestro escuchara los detalles relatados por Echu, qued pensativo ante las interrogantes del muchacho; juzgaba hasta donde poda hablar, pero le pareci conveniente aclararle todas - sus dudas de una vez y as le dijo: "En tiempos remotos, ya olvidados por los simples, mortales, las mrgenes del Nilo sirvieron de asentamiento a numerosos pueblos nmadas, que cansados de su peregrinaje se establecieron all definitivamente. "Vinieron entonces varias deidades a reencarnar en esa zona, con Nefer y Obatal a la cabeza. "Junto a Nefer u Osiris --o If, como aqu se le dice- descendi Isis, con la que se cas, teniendo a Horus como hijo. "Entre los otros dioses estaba Set, que envidiaba a If por la forma en que este unific el pas, y adiestr a los hombres en los cultos secretos, en la agricultura y otras cuestiones d e importancia. Esa envidia llev a Set a aprovechar la nobleza de If para afacarlo y darle muerte, y desmembr y luego reparti s u cuerpo en distintos lugares. "Pero Isis logr recoger esas partes y le rindi postrer tributo a su amado, mientras que Horus -su hijo-- cobr justa venganza al privar de la vida a Set". Orula tom un respiro y despus continu: "No por estas cosas dejaron de ser dioses, pero If decidi permanecer en el cielo, envindome a mi, que soy u n sirnplespritu, a a tierra como s u representante; Horus ha venido a esta nacin a gobernar como Oggn; mientras que t, Set, te has convertido e n Echu". Y como ste quedara con el nimo abatido, as le dijo Orula: "No ts-entristezcas,pues tuviste y tienes licencia de los Benefactores para actu,ar como desees, ya q u e esa es tu tarea, y sobre ti se har un culto en esta regin que competir con el mo. "Y como snbolo de amistad, If me inspira a decirte que de aqu en lo adelante los hombres podrn ofrecerte --como sacrificio ritual de alta importanci* al cerdo, que en Egipto se le dedicaba a Nefer en su'festividad anual. "Ahora, para borrar lo pasado, hagamos un gran ehb entre los dos y el pacto de hermandad, de esta forma vers que para m has dc ser-lo mismo que Eleggu: el mejor d e los amigos".

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Despus d e conversar ejecutaron el ebb, y quedaron tan hermanados, que el paso de las centurias vino a demostrar que un hijo d e Orula carece d e poder sin Echu, pues ste se convirtid, junto a Eleggu, en la defensa del aw. M s tarde, sentados a la sombra d e l o s rboles, siguieron conversando y Echu le inquira de esta forma: "Explqueme Maestro, por que razn, siendo dioses, tanto yo como Oggn, Chang, Osain y losdems que llevamos existencia material, somos tan apasionados y no carentes de defectos". "Por la sencilla razn -le contest Orula- que inclusive en los planos celestiales se sufre la influencia d e los dos extremos del orden de las leyes, tanto para armonizar cualquier cosa como para destruirla, pues no es acaso la lluvia beneficiosa para las cosechas cuando en buena hora viene d e acuerdo al designio de las de idades? "Yno e s esa misma lluvia, fuera d e su momento, la que inunda los terrenos cultivados, impidiendo la recoleccin? "Ah se nota que las deidades ayudan o perjudican, de acuerdo al criterio de otras entidades superiores a ellas, segn e l criterio propio, o al merecimiento de la poblacin en que son adoradas. Y estando encarnadas sobrepasan a los hombres comunes, tanto en las virtudes como en los defectos, segn usen sus vibraciones. "Por ejemplo --continu Orula-, los nacionales consideran innecesario adorar a las deidades buenas, pues como son as, no recibirn castigos por olvidarlas. Sin embargo, le rinden tributo a las que tienen varias aspectos malvolos, como en t mismo caso, que has reencarnado veces en esta tierra y sabes castigar duramente al que no te agasaja. Igual sucede con Oggiin, Chang y los dems". Al interesarse Echu por las razones que tenan Oggijn y Chang para siempre estar peleando, Onila le explico: "Es senc!lld.-hijo mio. Chang domina la atmsfera y desde esa altura piensa que tiene poder sobre los montes en que reina Oggn. Al enviarle a ste su rayo incendiario cree que lo va a destruir. Entonces Oggn se encoleriza y.aumenta el incendio, arrasando con la naturaleza viva, a sabiendas d e q u e 6sta volver a resurgir y con el humo producido que asciende por el calor de las corrientes de aire contamina y oscurece el reino d e Chang, perturbndole all arriba en su dominio. Tras eso vlielve el equilibrio. Son dos opuestos que luchan-y despus se reconcilian.As se comportan en la vida terrena".
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"y volvern a pelear?" -insista . Echu admirado por la explicacin. "En esta reencarnacin no -le contest Omla--, pero s en las futuras, si las hubiera, pues ese modo d e ser forma parte de sus naturalezas espirituales". Despus de conversar sobre estos y otros muchos temas, se termin el da y se retiraron a descansar. -

Ode e l cazador
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Una vez concluidos los festejos con los que se celebraba la boda de Oggn, comenz la retirada de los visitantes a sus lugares de orgenes, entre ellos Olufala, quien llevaba un mensaje d e hermandad d e O g g u n para Chango. Volvi la normalidad a reinar y los aldeanos se dedicaron a sus tareas agrcolas: cultivaban el ame, malanga, calabaza y algunos tigos de granos, alimentos bsicos para s u subsistencia, junto a la caza y la pesca. Un grupo d e jvenes, q u e pronto habra de realizar su ceremonia de iniciacin como hombres, al someterse --durante siete das- a diversas pruebas en los bosques, aprovechaba la estancia d e Ochosi para aprender del experto cazador. Este an no haba decidido su partida, pues e s t ~ b a enamorado d e todas las doncellas que Aina le presentara, sin saber a cul escoger. Transcurrian los das, que empleaba e n adiestrar a los muchachos, y as les deca: "Caminen por el campo buscando las malezas que posean arbustos cuyas ramas pugnan por emerger hacia el Sol. Entre esos, encontrarn los q u e prodqcen varas largas, delgadas y rectas, que cortarn con s u s machetes a una longitud tal que tomndolas por un extremo y estirando.el brazo les llegue a la tetilla de esa mano. "Ms tarde .lesensear como acoplarles una punta filosa de hierro o bronce, que el herrero nos fabricar, y las plumas que al final se le colocan hacer su vuelo recto y mortfero. "Despus vern que rboles tienen sus maderak duras, resistentes y elsticas, talarlos y cortarlos al hilo, dividiendo l o s trows en pedazus

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cada vez ms finos, que por ltimo tallaremos con los cuchillos, y le daremos la altura d e un hombre. Estas piezas sern ms p e s a s en el centro, y delgadas en los extremos. "Asimismo les mostrar los arbustos que, bajo su corteza, tienen una piel fina y resistente a la tensin, y sta servir para hacer cuerdas que cantarn su meloda, cuando ya colocadas en los arcos, empujen la flecha que ha d e partir alegremente en busca d e su presa". De sta forma departia Ochosi con los muchachos, quienes extasiados le escuchaban; Orula se mantena sentado cerca con sus discpulos, pues tambin oa las lecciones, admirado d e las facilidades del cazador en hacerse comprender. Pero, adems d e los aprendices y del grupo de Orula, varias muchachas casaderas presenciaban la clase, pugnando por llamar la atencin del maestro que, a sabiendas de esto, caminaba de una forma majestuosa y algo cmica de un lado a otro. El sacerdote comentaba a sus discpulos lo siguiente : "Verdaderamente, la nostalgia de vernos lejos de nuestros lares se mitiga no poco con estos nuevos hermanos que ahora tenemos, pues debido a sus pasiones, actan ms con el corazn que con la mente, y esto me parece en mucho a las antiguas razas que los Benefactores modelaron". Una vez que Ochosi terminara su conferencia a instancias d e los alumnos-, coloc a cincuenta pasos d e distancia un viejo escudo, que algn soldado abandonara cuando regres de l a guerra, y ahora le serva a los nios de la aldea como juguete. Le hizo una m a r a en el centro para que pudiera observarse de lejos, y les dio a los muchachos los arcos que portaban sus hombres, tambin marc las flechas que cada cual usara. Los aprendices se colocaron u n o al lado del otro, en posicin de disparar, y el cazador - c o n una varita- correga la postura, mientras les explicaba: ''~~tn~an erguidos, se con la respiracin serena y observen fijamente el blanco. La experiencia misma les dir la posicin relativa a la que deben &llevar la punta de la flecha al tensar el arco y soltarla". Despus comenzaron a efectuar sus tiros; con mayor o menor fortuna, en dependencia d e la destreza de cada uno. Y Orula, que gustaba mucho de ese arte y lo practic en las mrgenes del Nilo -durante su juventud- no pudo sustraerse aladeseo d e probar serte, por lo que avanz hasta Ochosi y le dijo:
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recordar el sonido que emite una flecha dis"Ode Mata, parada por un arco en mis manos, tal como aos atrs en mi pas haca". A lo que Ochosi le cedi con placer su propia arma y le contest: c'Hermano, si tal cosa me pides, usa entonces el mo y que Oduduwa, el padre celestial de nuestro pueblo, le d firmeza a tu pulso". Orula palp el formidable instrumento, q u e en manos del Dios nunca fallara un tiro, acarici la madera con entalladuras que representaban figuras de animales de la selva y el llano; chasque la cuerda que silv complacida; escogi una flecha de su agrado e hizo acopio de vigor al cargar el a m a , la tens y efectu s u disparo ante el silencio d e la multitud que le observaba. Y gil, anhelante, la saeta parti describiendo una ligera curva, para caer en la marca colocada en el escudo, ganndose el aplauso d e los presentes. "iMaestro -exclam Ochosi- pocos son los arqueros que poseen tanta precisin!" "Hermano -exclam Orula- los dones que Olofin entrega a los hombres hacen que entre si se diferencien, por lo tanto, si t, q u e eres el ms excelso en este arte me elogias, cuantas cosas pudiera decir yo de ti". As hablaba pues lo habia visto cuando derribaba las aves eii pleno vuelo durante la batida. Transcurrio el tiempo y lleg el da en q u e Oggn regres con s u amada esposa a Ilesha; el Rey se despidi de todos, y Orula le hizo la promesa de visitarlo en cuanto pudiera. Despus, el Maestro decidi -previa consulta al orculpartir por la rivera del ro Ogon hacia abajo, pues deba visitar las aldeas de la zona para continuar la obra q u e If le encomendara.

Orula visita un puebla donde no se enterraban-los~muertos


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Orula sali con sus discpulos del casero y se despidieron de Ochosi, quien se qued a completar el adiestramiento de los muchachos, pero c o n la promesa de.volver a verse. Los acompaaba Echu, quien se uni, al grupo, y Akampala, e l sirviente que Oggn le regal-al Maestro como muestra de cario.

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En esas tierras muchas personas eran esclavos de otras ms poderosas; incluso-llegaban a dicha condicin por deudas d e sus padres, o de ellos-mismos, o porque fueran capturados en alguna que otra guerra interbibal, pero tal estado - e n la generalidad d e los casos- se daba con el consentimiento del esclavo, quien se una como uno ms a la familia del dueo; gozaba de ciertos derechos y ventajas que lo diferenciaban en mucho de las costumbres de otros pases esclavistas. Y Akampala, que era un hombre d e buen corazn, sigui con agrado a Orula en su peregrinaje, para aprender de l. A medida que descendan por el ro, atravesaban aldeas y campos labrados --espacios abiertos e n la selva, que por momentos se volva intrincada-, sus oidos se deleitaban con los cantos de variados pajarillos, y admiraban los vistosos plumajes de las familias de los loros, que apenas si teman l a presencia de los intrusos. Observaron tambin algunos grupos de mandriles -hoscos y desconfiados-, que grufiian al paso d e los hombres, y estos, aunque estaban provistos d e sables, arcos y flechas, evitaban con delicadeza cualquier contratiempo con los animales. Y as pasaron los das; pernoctaban de aldea en aldea, donde Echu se las arreglaba para proporcionarles abrigo y alimento, pues evitaban consumir las reservas d e carnes ahumadas q u e llevaban, ya que desconocan si ms adelante habran d e necesitarlas. Luego se adentraron en una zona escabrosa, con elevaciones d e piedra y acantilados peligrosos, de vegetacin y fauna escasas, que contrastaba con el camino hasta ahora recorrido. - . En e l afn de continuar la marcha, tuvieron necesidad de voltear unos cmulos de rocas, por un terreno de dificil acceso, donde el aire comenz a impregnarse d e una fetidez insoportable, y al final dieron d e bruces frente a un enorme hoyo. Al o b s e k r el contenido de aquella depresibn, el corazn les dio un vuelco en el ~ h y laoescena les provUw6 tales nuseas que se retiraron un tanto del lugai. En aquel sitio yacan los cadveres d e numerosas personas, en distintos grados de descomposicin, que -al parecer- fueron arrojados de lo alto de un pardn que frente a e l se levantaba; y era pasto seguro de toda ave de carrofia que en la zona viva, as como d e numerosos insectos. Exhortado por Echu, Omla se retir del lugar, sin comprender la d n de lo que viera, hasta que el muchacho le explic:

La levenda de Orula

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"Esta es una zona d e hombres incultos, que ni siquiera saben despedir a sus muertos, ms bien los tiran por el precipicio que est al fondo de su. casero, invadido por los miasmas cuando el viento sopla para all, es el reino d e Azonwano y sus espritus malignos. Como usted sabe a m me respetan porque yo puedo mostrarme tenebroso y cruel cuando deseo, pero siendo un extranjero, la deidad no le ver con buenos ojos, pues usted slo hace el bien". Echu le dio tales razones a Orula, y ste le contest: "Es realmente repugnante lo que hace esta tribu con sus muertos, pues no le dan el homenaje merecido, ni entregan solemnemente los cadC veres a Orichaoko, sino a los buitres carroiieros, pero demos la vuelta a estas elevaciones para visitar la aldea, que yo no temo a A m w a n o ni a sus espritus, porque If es muy superior a Ik, que es el jefe d e Azonwano y yo soy el ministro de If". Aun en contra de su amigo Echu, hicieron la caminata con Orula al frente, hasta entrar en el casero. Era ste uno de los ms atrasados que el Maestro viera en la nacin, y a cruzarse con algunos pobladores, notaron que sus semblantes y estado fsico daban lstima. Se encontraban meditando el asunto, en medio de la aldea, cuando vieron a algunos curiosos q u e se acercaban al grupo. Orula les dirigi un saludo: "Paz tengan todos, hermanos. Pasbamos por aqu y decidimos detenemos al ver el estado calamitoso en que se encuentran, por si podemos ayudarlos en algo". Y un aldeano le contest: "Raro seria que un extranjero nos ayudara, cuando nuestros propios hermanos nos olvidan. Pero prosigan su marcha, para que la Entidad Exterminadora no se fije en ustedes". "Hermano -replic Orula- si Azonwano los ha poseido se debe ms bien al descuido que ustedes hacen de s mismos, pues ni siquiera incineran 10s cadveres de sus antepasados, ya queies falta el conocimiento para enterrarlos, complaciendo w n esto a Orichaoko, que es superior a Azonwano, y que si le rindieran el homenaje merecido intercedera ante ste para que se retire de la zona". As dijo y el grupo de aldeanos - q u e ya era grande- comenz a k r les todo tipo de preguntas, hasta que Omla orden silencio para h a b l x ' "Hagan buen!iiso-delas fuerzas que an les queda en sus cuerpos y entre todos busquemos numerosas ramas y hojas secas, para tirarlas en el

hoyo d e los cadveres, de forma tal que se cubran por completo; despus acopiemos todo e l aceite y grasa que podamos y rociemos con ellas las ramas y hojas, prendindole fuego y alimentiindolo durante tres das, para . que todos vean como comienza la derrota de Amnwanoy. Pero al ver que no se decidan a cumplir la orden de un extrao, Echu se adelant y dijo: "lndolentes, obedezcan a Orula, que es hermano de Oggn, d e Chang, de Ochosi, de Oy y de Echu, que soy yo mismo, no sea que me retire d e aqu indignado para quejarme a mis hermanos y vengan stos con sus ejrcitos, y a golpe d e espada y tiros de saeta los exterminen a todos por malagradecidos". As habl malgenioso y Orula no pudo evitar que repartiera algunos bastonazos en el pblico, que atemorizado con las amenazas de Echu se esparci para cumplir la encomienda.

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Orula salv al pueblo de Azonwano


Durante tres das estuvieron haciendo la recogida d e hojas, ramas y arbustos secos, que apilaron sobre el hoyo d e los cadveres, y lo rociaron con aceite y manteca. Y cuando Echu -a la seal de Orula- tir una antorcha sobre el lugar, se abri una llama gigantesca cuya humareda ascendi hasta las nubes. La fogata ardi dos das c o n s u s noches; se alimentaba con nuevos leos lanzados desde lo alto, e n medio d e un calor agfixiante. Tambin hicieron humaredas en el interior de las chozas para espantar insectos. alimaas y malas influencias; y al tercer da Orula. dej que el fuego se extinguiera por s solo. : Cuandoiesta ocurri reuni a la poblacin y le dijo: "Herpianos, designemos ahora un sitio para enterrar los cadveres de aquellos q u e fallezcan en el futuro.. Despus recojamos las cenizas.del hoyo para sepultarlas con los debidos honores, ese entierro lo cubriremos con piedras para marcar el lugar. Tanta ese como los que se hagan en lo adelante quedarn e n esta rea, q u e ser sagrada. As se reconocer indefinidamente y no debe ser hollada por nuestros pies. Complaceremos a Orichaoko y le rogaremos para que auxilie al espritu,.dek difunto e n s u viaje a lif Oore, n o vaya a ser q u e ste quede
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vagando y perturbe el sueo d e sus familiares, al alterarles los nervios y la salud". Al darse cuenta que lo comprendian aadi: "Una vez terminado el trabajo duro marcharemos todos al-medioda, cuando el Sol est fuerte en lo alto, a purificarnos en las aguas del ro. Las mujeres lavarn las ropas, que extendern sobre la hierba hasta que se sequen y todos nos restregaremos el cuerpo con piedras apropiadas y hojas aromAticas, sacndonos el sarro y el sudor que tan dura faena nos provoc". As lo hicieron y se dedicaron todo el da a la actividad con entusiasmo, pues los miasmas infecciosos haban desaparecido y se respiraba un aire puro y limpio. Mas, al oscurecer, volvi Orula a reunirlos para decirles lo siguiente: "Maana, en cuanto amanezca, celebraremos una gran ceremonia para apaciguar los espritus de estos difuntos, que, perturbados por el estado en que vean sus cuerpos, no se alejaban del lugar y ofuscaban la mente de su<familiares. Por lo tanto, es necesario darles conocimiento a sobre el estado en que estn". As dijo y todos se retiraron a cenar y descansar. A la maaa siguiente, comenzaron los cantos luctuosos, al toque de tambores, q u e rea1iz;tba Echu junto a otros ms. Mientras tanto 4 e s p u s de saludar el Sol nacient-, los discpulos de Onila encendieron varias lmparas de aceite, q u e colocaron en una especie de altar, en la casucha q u e en tiempos ms felices - serva d e templo a Orichaoko y estuvo abandonada hasta el momento en que fue limpiada y acondicionada para la ceremonia que realizaron los cuatro sacerdotes. Y ahora en el terreno frente a ella se ejecutaba el ritual. Orula llam a cada uno de la aldea y le pregunt, mientras rociaba la tierra y los piesentes con aguas sacratizadas: ''Quines son tus difuntos?!' El aldeano deca todos los nombres y Orula continuaba: "El espritu tal, que se eleve a Iif Oore con este homenaje. Yo le doy agua fresca, camino fresco, le doy luz y entendimiento, para que Oduduwa, su padre, lo reciba en lo alto". Los espritus citados beban de esta ritualistica y-conella adquiran claridad para dirigirse animosos a sus dimensiones. Al atardecer hicieron sacrificios de animales a Orichaoko, cuyos atributos h e r o n rociados con
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sangre, para complacencia de la deidad; y se separaron las partes dedicadas a los restantes Dioses y a los muertos; toda la poblacin se aliment con las carnes. Pasada la ceremonia, los das siguientes fueron empleados por Orula y sus discipulos e n instruir a las sacerdotisas y a l o s pocos babalochas de la aldea sobre ste y otros rituales, y a s i evitar que los habitantes del lugar sufrieran firturos problemas con las deidades. Pero cuando Azonwano comprendi que perda su poder en la zona fue junto a Anin a quejarse a Ik, y le dijo: "Soberano, sin dudas te extraar que lleve varios dias sin avisarte que tienes trabajo pendiente en el lugar donde decid gobernar por un tiempo,y es que Omla lleg all con sus discpulos y empez a combatirme sin descanso, para mengua tuya, q u e te complaces en arrebatar los espritus a los cuerpos que yo y mis malignos ayudantes preparamos al penetrarlos por diversos sitios; mas, por culpa de Omla se nos ha hecho harto d ifici I la iat.4,. "Calma amigo -le contest IkU-, pronto ese atrevido conocer m nuestro poder". Mientras tanto, en la aldea don& estaba Omla, volva la salud a fortalecer los cuerpos d e las personas, quienes, alegres, decidieron organizar una gran fiesta para homenajear al Profeta por su oportuna visita; sacrificaron chivos y cerdos, cuya sangre reg las piedras de los orichas all adorados, tambin tocaron l o s tambores mientras danzaban, y cantaban as: "Yo veo la muerte y me fajo con ella, Omla le dafuerza a mi brazo, valor a mi pecho, por eso, si veo a la muerte me fajo con ella". Pero Ik escuchaba los cantos y hacia planes contra Orula y sus discpulos. Al da siguiente partieron los sacerdotes y sus acompafiantes d e la aldea, con el nimo y la promesade volver en un futuro; continuaron el descenso d e l ro Ogon, pero no pudieron evitar algunos lugares pantanosos, que eran residencia de innumerables insectos, cuyas picadas resultaban dolorosas en extremo; y despudsde un par de jornadas por esos parajes inhspitos volvieron a entrar a la selva; pues trataban d e reorientar la marcha hacia el ro. De pronto, uno de los discpulos de Orula,:que se haba retrasado algo, cay al suelo. Las fiebres se hablan apoderado de su cuerpo y se mostraron al poco tiempo en los demiis, inclusive en Orula.
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Orula vence ci Ik c a n la ayuda de Echu, Chang y Oggn


Omla detuvo la marcha y decidi plantar el campamento bajo los fiondosos rboles; orden a Akampala y Echu que arparan un techo con lonas de las que llevaban y que prendieran una fogata.. Analiz la situacin -harto delicada-, pues los cuatro discpulos tiritaban vctimas de alta'fiebre y escalofros y deliraban constantemente; hablaban palabras en su idioma natal. Orula emple las pocas fuerzas que le quedaban en abrigarlos con pieles y mantas, y al llegar la noche empez a sentirse 61 mismo aquejado del mal. Con mil trabajos hizo que los muchachos ingirieran algunas infusiones q u e el sirviente preparara y los dej bien tapados, al calor d e la hoguera, para-que sudaran copiosamente. Luego orden a Akarnpala que fuera a descansar y qued solo con Echu, que lo miraba con lgrimas en sus ojos: "Querido hermano -le dijo Orula con voz emula-, hurga dentro de mi bolso hasta encontrar un pote pequeio que Contiene en su interior unos polvos blancos". Una vez que Echu as lo hiciera, Orula le explic: "Toma una porcin con el dedo, esa cantidad que permanezca sobre el dedo disulvela en un poco de agua, despus que y o tome bebe t el resto". Echu cumpli con rapidez el pedido del Maestro, que lo observaba y una vez que bebieron ambos, ste le indic: "Esta e s una sustancia que te sumir en profundo letargo. N o temas, solo necesito t u espritu poderoso relativamente libre para que rne'auxilie en esta batalla contra Ik. Yo bebi henos que t para no petder totalmente-elpconocimiento: Ac'ukstate ahbia y abandnate al . siieo". . Echu lo obedeci y Orula qued sentado en cuclillas, en estado de meditaci6n. Ya pasada la medianoche se present Ik acompafada d e s u comitiva,; se materializo ante Orula con figura de esqueleto humano, coi1 ropaje rdidoky .. una guadaia en su diestra para aternorizar1e;'No menos horribles se vefah 'sus acompaantes.
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Entonces Ikii le dijo a Orula que -febril y en estado d e espiritualidad- le vea a v a m : . . "Sacerdote, sin dudas pensaste que yo no i k a tomar venganza por tu atropello a mis aliados. Pues ahora vengo a llevarte junto a los cuatro tontos que te siguen, arrancndole a todos el espritu". "Despacio tenebrosa deidad -le respondi Orula-, gozamos de impunidad ante ti, pues somos iniciados en If&, con el que tienes un pacto milenario que cumplir". " j l g n o ~ t e-repuso ! ik-, el antiguo pacto que hicimos era de ndole regional, y -que yo sepa- no tiene validez en otros territorios, as que l o s dejar a la sombra de Azonwano y Arn y ms tarde volver por ustedes". Se retir Ik riendo de forma aterradora y Orula, turbado por la droga y las fiebres, tuvo que hacer acopio de voluntad y concentrar su mente en Echu, que cerca estaba narcotizado, y en Oggn y Chang, que a esa hora tlonnian plcidamente en s u s palac'ios, instando a sus espritus a que vinieran ante su presencia. Pas parte de la noche en enviar esos mensajes y cuando an faltaba por amanecer regres Ik con su atuendo y le dijo al Maestro: "Hombre porfiad_o, entrgame tu espritu para llevarlo a Iif Oore. N o tengo nimos para esperar la maana". Pero ya los espritus de Chang, Oggn y Echu se haban desprendid o de s u s cuerpos y presenciaban la escena. Chang habl primero: "Ik, malvada deidad, ja qu vienes ahora con tu ridculo traje a tratar de impresionar a nuestro hermano?" "Vengo --respondi Ik- a tomar s u entidad y dejo el cuerpo a Orichaoko, tal como es mi deber desde que se decret un final para la vida humana". "iMiserable! -le .dijo Oggb indignad-, bien sabes que desde ese funciones. Cudate,qo sea.& las siete potqnmomento extrfdi.mita~@,tu$ ci& qqe confamamos el planeta hagamos revuelo en l& alturas y exijamos a Olod'dumare revocar el principio establecido por l, privndote d e tu trabajo y ,expulsndote de la tierra, junto a tus aliados". "Oggn -le dijo Ik ms airada an- si yo y mis aliados descendimos al planeta fue porque-otrasdeidades hicieron mal su trabajo, originando, por simple vanidad, una multitud de formas que se reproducan extiskdinariarnente. Y despu&.crearon los gigantes y les dieron los secretos prohibidos, momento en que nos vimos en peligro d e ser expul,

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sidos de la Tierra, por lo que atemorizadas las d e m b deidades, tuvieron que otorgarnos el poder que poseemos y usamos a nuestro arbitrio". "Cuidado -le dijo Chang-, bien sabes que en la escala de vaiores tu ests por debajo d e nosotros, pues es ms fcil destruir que elaborar una forma. Pero lo dicho por Oggijn es cierto y aun suponiendo que no se derogue el decreto de Oloddumare, podemos hacer o s cosas, como disminuir los nacimientos y alargar la vida de las especies indefinidamente, mejorando las virtudes d e las plantas y dando al hombre los secretos de la medicina y las curaciones, de forma que menge tanto tu actividad q u e el ocio sea tu entretenimiento principal. Y aunque nos cueste trabajo ese reordenamiento planetario, bien sabes que podemos hacerlo. Pero si no quieres que te perjudiqueqos en tus faenas, reafirma ahora el pacto con Omla, de forma que sin el consentimiento de If no puedas llevarte sus hijos". "Yo no tengo que hacer ningn pacto con un simple espritu" -dijo Ik que, atemorizada por las amenazas, iba a comenzar a desmaterializarse para huir, con la idea de regresar despus. M a s no pudo hacer t a l cosa y se vio envuelta en s u prisin sernimaterial, pues sobre la zona haba comenzado el descenso de una deidad superior a todas las q u e all estaban. Era If, que con s u potentsima irradiacin cubra el lugar de los hechos y se extenda al Norterhasta cerca de la aldea de Aina; hacia el Sur ms all de Abeokuta y a los iados igualmente. "Ik -le dijo Oggn sonriendo- veamos ahora si e l pacto con If tiene validez o no". ''iQ~e no descienda, que no descienda!" -rogaba Ik cpn sus huesos tiritando. Reconozco a Orula y s u s discpulos como incluidos e n el pacto". Luego d e reafirmar Ik su compromiso, se not que Ifa comenzaba a ascender alejndose del lugar. Y ya iba Ik a desaparecer cuando Echu, ms gil que ella, le arrebat la guadaa que llevaba en la mano. Le dijo: . .!Lo siento hemana, desde ahora no tendrs el poder absoluto sobre .. . ' la vida humana. Entregaremo i este utensilio a otra deidad menos cruel que t ' : , Luego de.eso se esfumo Ik junto a sus aliados; con posterioridad se retiraron los amigos de Orula, quienes despertaron al otro da admirados por las visiones noctunias. ;Yal entrar lamaiiana se levant Orula, quien llam a sus discipulos para efectuar la rogativa a Olorun. Las fiebres haban desaparecido.
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Oke, el Rey d e Abeaku~o


Al t e m i n a r el grupo de sacerdotes sus abluciones y acostumbrada ceremonia matutina, vieron a Akampala cuando'sala de una maleza con un mazo de lea en las manos, para alimentar la hoguera q u e les prodig calor en la noche y ahora servira para preparar a@-n alimento. ste, al verlos sanos y salvos, qued estupefacto. Se desprendi de la carga y corrid a arrodillarse ante el Maestro, con su frente tocaba el suelo mientras deca: "Grande e s If verdaderamente, pues tena fija la idea d e que sus cuerpos quedaran sepultados en esta tierra, mxime que anoche e n suefiosdivis la sombra de Ik en el campamento, y m e sobrecog de terror". "Generoso Akampala -le contest Orula- t u s sueos tuvieron mucho d e realidad, pero If no abandona a sus hijos cuando u n a Entidad Malvola quiere hacer presa de ellos. Ese es e l motivo por el q u e nos ves dispuestos a devorar el desayuno que t diligentemenre nos prepares". As dijo y sonrieron sus alumnos, pues estaban hambrientos y dbiles, pero con nimos de seguir la misin que los llevara a esos reinos. Prepararon entonces carnes ahumadas y refrescos con dulce miel; al grupo sesum Echu, que con los ojos desorbitados as exclamaba, mientras se sacuda y desperezaba: "jOduduwa me proteja! Anoche le j u g u una mala pasada a Ik, que se esfum d e estos parajes atemorizada por If". A lo que Orula contest emocionado: "iBibakikeo, Alaroy, t siempre sers mi aliada!? Ese da los sacerdotes lo dedicaron al reposo.Despus continuaron camino, pasaron a Ia margen opuesta del ro y ascendieron lomas y montaiias hasta llegar a la ciudad de Abeokuta, a la que eniihron al atardecer por' la puerta principal, que a poco cerr. La ocasin era especial, pues l o s pobladores festejaban un eclipse lunar y ; ~lih-qhe .e.n l o s reinos visitados por Orula no $e hacia mucha de ferencia a loi:astros,en este caso todos salan a observhr el fenmeno con antorchas en la mano y les dirigan palabras a Orn-Osura, como si la conjuntin de 1osastrosconfonnaran esa deidad; o q u i d s esperaban que la Luna fuera tragada por el Astm Rey.De todas formas;este raro suceso era un motivo ms de festejo en la nacin, muy dada a la alepa y entretenimiento, aunque esta vez, todos, con gritos rogaban a losastros q u e los librara tiel Depredador de los Caminos.
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Una vez pasado el fenmeno, comenz a disminuir la algarabia en

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los terrenos pblicos, y la comitiva pudo llegar +on Echu a l frente- al palacio del Rey, donde -gracias a las relaciones del muchacho- cenaron y pernoctaron en una de las habitaciones. Al da siguiente solicitaron audiencia a Oke, el soberano, quien l o s recibi en el saln principal, e n que atenda, desde su trono los asuntos del Estado. Al acercarse Orula al Rey y observar su rostro exclam, mientras se inclinaba ligeramente: "La gloria le acompae siempre, distinguido seor. Echu m e coment el parecido d e usted con su herrrlano Inl y ahora veo que es cierto lo que dijo. Soy Omla y stos que me acompaan son mis discpulos. Todos profesamos la fe en If; hemos ltegado a estas tierras con el nimo de diseminar su culto; buscamos solo su grandeza y la de aquellas deidades que nos apoyen en la empresa". Ya para entonces el Maestro gustaba mucho de usar el nombre con el que Chang lo bautizara: Orula, y as tambin comenzaban a llamarlo todos. Oke le contest: "Sean ustedes bienvenidos a palacio, mas considero que en muy poco los puedo ayudar, pues desde el dia que traicion la amistad de Chang, al robarle una de sus sirvientas preferidas, me encerr en la ciudad por temor a s u venganza, y ahora la calamidad se cierne sobre mi pueblo, ya q u e las abundantes cuotas de pescado y sal que arribaban diariamente a la c i u dad, provenientes de la costa, se han interrumpido desde que Yemay -indignada por mi accin contra Chang6- solicit de Olokun ayuda, y ste, e n su profundo seno engendr un ser monstruoso que acecha los caminos y devora todo transente que ose cruzarlos". Orula conoca ya algo de esa historia por boca de Echu. ste le haba contado que Oke y Chang, cuando jvenes, eran buenos amigos, andariegos y aventureros, que solan apostar sobra sus cualidades csmo mujeriegosiy Chang result ganador e n varias ocasiones; una de ellas, por ejemplo, cuando sedujo a la joven Yew y por poco provoca una guerra entredos reinos. De eso se jactaba Chang y Oke comenz a sentir envidia de su amigo. Aprovech una ausencia de ste para enamorarle una de sus mujeres y en rpida huida la llev a su montaosa ciudad. A l volver Chang a palacio no tard e n saber la traicin que le hizo su compaero, y arrebatado por la clera lo sigui con una pequefia escolta. Oke, que era muy maoso, h i w que sus hombres acopiaran alimentos

y carnes en abundancias, as como mieles y vino; con todo esto efectu un gran ritual, y dej, al cuidado de unos ancianos los alimentos, que estaban al pie del camino, donde se iniciaba la ascensin a su ciudad. Al poco tiempo lleg Chang al lugar --cansado y hambriento de tan larga carrera- y al ver el banquete dispuesto, y sentir el olor de las sabrosas carnes, no pudo sustraerse al deseo de comer algo y refrescar la sed con s u gente. Ya fuera la miel ingerida, o el dulce vino, o ambas cosas, los sentidos del Rey se embotaron; decidi pasar la noche al pie de la elevacin. Al da sipiente despert y lleg a la conclusin que ya no haba remedio a lo sucedido, por lo que determin regresar a s u s predios, pero primero viaj a las zonas costeras para quejarse a Yemay, su madre, del atropello de Oke. Cuando sta tuvo conocimiento de tal cosa solicit venganza a Olokun, s u misterioso aliado, y a los pocos aos, cuando ya todos haban olvidado el asunto, termin ste d e engendrar a Olori Merin, un monstruoso ser con cuatro cabezas humanoides, torso y extremidades bestiales indescriptibles que, salido de las profundidades marinas, se dirigi a las mnas montaosas, alrededor de Ia ciudad de Oke; devoraba a todos los q u e se desplazaban por los caminos. Los pobladores, aterrorizados, pidieron ayuda a los adivinos, quienes explicaron q u e slo con el sacrificio de los nios pequeos, al entregrselos al monstruo, podan aplacarlo, cosa q u e hicieron con gran sufrimiento d e los padres. Pero una vezque fueron exterminadas las criaturas, Olori Merin continu acechando en el largo y tortuoso camino de la ciudad hacia el mar; esto perjudicaba el comercio hasta tal punto que los p b k d o r e s sufran las escaseces de pescado, amen de todos los padecimientos anteriores. El relato haba conmovido profundamente a Orula y s u s discipulos, pero les reafirm su conviccin de viajar a Abeokuta y presentarse al Rey. ste, conitristeza, les deca: "Por mi condicin y responsabilidad, yo he sido el primero en sacrificar mis dos pequeos hijos, para dolor de s u madre que est a la espera de un tercero, mas con la angustia de su porvenir inseguro, pues.10~ sacerdotes de Olokun no dejan de estar al tanto de los nacimientos y reclamarn rpidamente la criatura para entregrsela a la bestia. Y a este paso quedar la ciudad y mi familia sin descendencia, decaer-supoder y desaparece& si una revuelta popular po me levanta antes del trono para ofrecerme al monitnio".

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Pero Orula, tratando de animarle, dijo: "No te lamentes ms soberano, pues If me inspira a decir que'ese castigo tendr final prontamente". Y pasaron el da descansando mientras meditaban sobre la cuestin. A la maana siguiente Orula se present al Rey y le dijo: "Soberano, la cobarda de un pueblo es la que atrae su propia desgracia. Si los hombres si hubiesen armado de valor desde el principio, y salido con lanzas, flechas y antorchas, haciendo todo-tipo de ruidos, la bestia -acorraladase mostrara fuera de su guarida y as sera blanco de las armas; pero aun hay tiempo d e salvar la situacin. "Hagamos una convocatoria pblica, para que los guerreros se decidan de una vez a exterminar el monstruo. Y cuente con mi brazo para ayudar lo". A Oke se admir de la valenta del extranjero que as le hablaba, y sin tardanza dio la orden d e comenzar los toques de tambores que convocaban a los hombres valerosos de la montaosa capital, de los valles y llanos aledaos, para que se presentaran con todas sus armas en la ciudad. Y stos acudieron al importante llamado: vino Bisoe, que de tierra arar andaba por esos predios en excursin; Afimaye, Ekulempe, Kabamasia, un pariente de Chango, valeroso como l; Orolala, Borobosi le, Unle Oguera, un hijo de Obatal; Betima, el hermano de Echu, Agbala, un hermano de Orichaoko, quien h a b a desencarnado aos atrs y muchos ms, armados de'lanzas, sables, machetes y arcos con voladoras flechas; hombres cuyas hazaas se perdieron e n el tiempo, segn escribi Orula en el Libro Sagrado de If.
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Los babalochas se burlan d e Orula


Al da siguie:nte del llamado, el Rey dio la orden a un pregonero para q u e convocara una reunin en e l terreno frente al palacio, con el nimo de exponer los planes q u e junto a Orula acordara. Y una vez congregados alli, orden silencio: "Hombres valerosos, los he citado porque es. bien sabido por todos la tragedia q u e ha cado sobre nuestra ciudad, pero Orula +ste amigo q u e del lejano Egipto ha llegado a la nacin c o n su creencia eii If- nos' profetiza que triunfaremos sobre'el Depredador de los Caminos, si juntos,

despus de hacer un gran ritual al padre Oduduwa, a Ifa y las dems deidades, acometemos armados de valor y afiladas armas a la bestia". Temhin.de hablar y los guerreros quedaron en silencio, pero los sacerdotes de los dolos locales se expresaron as: "Oke -le dijo Abegue, un sacerdote de Olokun-*sin duda alguna enloqueciste al pactar con un extranjero que representa una deidad fornea, y quieres precipitar a ia muerte a tantos hombres val iosos, cuando diseminados por las encrucijadas sean atacados por el monstruo que mi padre, debido a t u impkdencia, hizo surgir de los fondos marinos". Despus habl Ibako, el brujo de Oloupopo, que all se encontraba: "Soberano, si atrajiste un mal en aos pasados, quieres atraer otro mayor ahora, abandonando el culto a tus dioses para venerar uno d e tierra lejana, del que no conocemos sus antecedentes y dudamos mucho de su poder y gloria". Hablaron tambin Mayaleo, Ayuala, Ogodo, Lubeya, Yarnentake el malvado; Adetolu el adivino y Olugbago el brujo. Los discursos hubieran sido interminables si Orula nose adelantara al solicitar licencia para expresarse de la siguiente forma: "Hombres de Abeokuta y tierras aledafas, If me inspira a decirles lo siguiente: de la misma forma que Osain, Chang, Oy, Oggn y muchos ms dioses encarnados o vivientes reconocen el poder del Benefactor y son ya mis aliados, as tambin los restantes reconocern sus mritos, pues en la jerarquia de Olofin, el Lejano Creador, Ifa, solo tiene por encima a Olorun, a Oloddumare y a Oddua, que es a la vez su hermano y el padre celestial de este pueblo. Pero si las palabras que pronuncian los sacerdotes de deidades,menos poderosas causan temor en los guerreros que aqu estn, yo, el ministro de If, aun siendo un hombre de paz, ir slo a enfrentarme aese ser deforme y lo exterminar6 confiado en mi Dios Tutelar, pani que vean que su grandeza sobrepasa las palabras que podemos decir de 61". : DespuCs k e a retirarse indignado por la incomprensin de aquella gente, cuando se adelant6 Kabarnasia, el valiente hermano d e Chang que habl as: "EscChenme todos: reconozco los mritos de Orula y e l Dios If, pues mis hermanos d e Oy me han informado d e todo lo acontecido en ese reino, que ha ganado mucha gloria desde que se aliaron a la Deidad Benefactora. Por lo tanto, puede Orula contar con mi brazo para apoyarlo, porque indignado siempre estuve ante los atropellos de esa bestia,
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y solo por falta d e aliados me contuve d e ir a combatirla, pues se dice que su pecho e s d e duro cuero como el rinoceronte, donde se alberga mucha vitalidad, y uno solo no puede enfrentada sin perecer, mas ya es momento d e que acabemos con ella, dndole paz y felicidad a la poblacin, como es el deber de los hombres que con sus armas la protege". En esa forma se expres y otros hombres famosos se le unieron para apoyar sus palabras, bajo las burlas d e los sacerdotes que se rean al decir: "i Imprudentes!, cuando O lori Merin, el Exterminador d e los Carninos beba la sangre d e todos ustedes, en su viaje a li f Oore tendrn tiempo suficiente para reconocer el error en que este extranjero los hizo caer". Pero ya If les haba henchido el pecho d e valor a los aliados de Orula, que se reunieron con l y el Rey aparte para acordar salir a la maana siguiente a la caza del depredador, despus d e efectuar una limpieza ritual en sus cuerpos. Terminada la reunin, Orula regreso cop sus discpulos al interior del palacio, y se recogi en el aposento a ellos destinado, para meditar. . Deban acabar c m el monstruo sin que hubieran prdidas humanas; l sabia que en su pecho rebotaban las flechas y jabalinas, que algunos osadamente le disparaban. Como el monstruo tena cuatro cabezas, hubiera sido vano tirarle un flechazo a una de ellas, pues si el flechazo acertaba quedara vida suficiente e n las otras tres para destruir a su contrario. Decidi entonces consultar al orculo de If e n cumpaa de sus d iscipulos; manej los iquines d e acuerdo al mtodo milenario aprendido de la Deidad Tutelar. Y al obtener el signo, comenzaron a buscar en sus mentes las parhbolas que encenaba, hasta'que uno de los alumnos recit la siguiente: "De la fuente surge el agua. sta es la que mantiene la vida. Pero el agua madura y ablanda los fnitos, reventando su corteza con dulce nctar". Bajouna limpia intuicin, el Maestro le pregunt a Echu: "Amigo, tienes conocimiento de los momentos del da o la noche en que el monstruo suele atacar?" ''S610 ataca de da y a pleno Sol - c o n t e s t Echu- inclusive, los sacrificios humanos se le hacen cuando el Sol est en lo ms alto. Bien he sabido que no acta de noche ni en das lluviosos".~ Orula comprend6 de inrned iato cmo thdnan probabi 1idades de 6xito ' en la empresa y le dijo al muchacho: "Hermano, necesito que busques en los almacenes d e palacio cinco tinajas que en su interior puedan'lleva.r tal cantidad d e agua que un horn*

bre logre cargar durante horas una de el las sin mucho esfuerzo; llnalas d e ese lquido y trelas". Y le dio indicaciones a sus discpulos para que lo acompaaran. Partieron los sacerdotes con Echu a cumplir el mandato d e Orula y ste se qued revisando el arco que Ochosi le obsequiara. Era una be1 la pieza, que con su cuerda tensa poda disparar una flecha con fuerza suficiente para atravesar un hombre. Despus preparo tres flechas,a las q u e hizo una marca cerca de sus puntas, para reconocerlas ms adelante; emb a d u r n . aceros ~ ~ ~ con un fuerte narctico, el mismo que us en su pelea contra Ik. Cuando regresaron Echu y los discpulos, quienes cargaban las tinajas llenas d e agua, exclam: "Maana Olori Merin conocer el valor y la astucia de los hijos de rf5-., Esa noche descansaron y al otro da se levaniraron temprano para efectuar sus abluciones y acostumbrada rogativa a Olorun. Despus salieron a ejecutar la limpieza ritual junto a los guerreros que en patio esperaban. Una vez que terminaron, marcharon bien armados por la puerta principal; descendieron los caminos que iban en direccin al mar. Y los babalochas, al ver al grupo de Orula con las tinajas, se mofaban y decan: "jMaestro, Olori Merin no bebe agua, slo la sangre de sus victimas!" Pero ste no les prest atencin y ms bien se dirigi a los guerreros con estas palabras: "Hombres valerosos, la prudencia aconseja no ir solos por las sendas, sino en grupos, provistos de cuernos q u e alerten ados dems, deben correr todos al encuentro d e la bestia en cuanto sea avistada". Se despidi de Oke, q u e -por consejo d e Orula- permaneci en la ciudad, para que la bestia, creada contra l, no fuera a devorarlo antes q u e 5 los,demssi lo sorprenda en el camino; el Rey obedeci a regaadien tes, pues a pesar de todo, era un hombre de valor.
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L& f l e c h a qUe mat al monstruo


Descendieron de la ciudad enclavada entre montaas en distintos grupos, y aunqe muchos se brindaron a servir de escolta a Orula y sus seguido4.

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res, ste, arco en mano y alentado por Ifa, les pidi reiteradamente que lo dejaran solo con Echu y sus discpulos. As recorrieron diversas encrucijadas, donde Echu al frente, olfateaba los caminos, husmeaba el terreno en busca d e posibles huellas de vez en cuando se encontraban con otras escuadras de guerreros. Dedcaron todo el da a la labor, que fiie vana, al no hallar sefal alguna d e la bestia. Pernoctaron tranquilamente en un descampado, a sabiendas de que sta no atacaba de noche. De la misma forma actuaron los dems participantes en la batida, y, desde distintas posiciones se divisaban las luces de sus fogatas. Al amanecer del siguiente da, en cuanto hicieron su acostumbrada rogativa a Olorun, partieron a continuar la bsqueda. Y ya al medioda, cuando el Astro Rey estaba en lo ms alto y el hambre y la sed los acosaban, sintieron, no lejos de all, el sonar de un cuerno: el monstruo haba sido localizado. Corrieron a toda la velocidad que podan, se dirigieron al lugar por sendas enclavadas entre rocas y laberintos, hasta llegar a un claro donde se destacaba la figura horripilante de Olori ~ e ? ~ . La desagradable impresin que les caus detuvo e n seco al grupo d e Oruia, mas ste, volviendo e n si, le dijo a Echu: "Pronto hermano, sube a lo alto de esa enorme laja y cuando el monstruo pase por aqu no dudes en descargarle la tinaja de agua encima, pues en ello va nuestras vidas". Echu obedeci rpidamente, dio la vuelta a la gran piedra hasta q u e encontr un lukar apropiado para subir y ya en lo altohizo seas a Onila; despus se ocult. ste entonces les dio instnicciones a sus discpulos para q u e se mantuvieran al tanto de la bestia con las tinajas a mano. Entretanto, a cierta d,is.@ncia de Olori Merin, varios guerreros le tiraban lanzas y flechas intilmente, pues rebotaban en su dura caparazn, mientras se mova en torno a s mismo; ruga ferozmente y levan taba gran polvareda, que lo dejaba medio oculto a la vista de los hombres. De pronto divis a Orula y con cudruple'voz le dijo: "Forastero, sin duda eres t el que has promovido este,alboroto, segn me informaron mis espritus esclavos, pero ahora te acosar y despreciar a estos hombres que en vano me atacan,paradevorarte y beber tu sangre".

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sobrecogido por la impresin- le contest: "Tienes razn, despreciable ser. Es ms conveniente que peleemos nosotros, y veamos quien gana en esta lucha". As dijo y carg e l arco, disparndole sin dilacidn,una flecha, que rebot en la coraza d e aquel pecho, mientras el monstruo profera amenazas rugientes y avanzaba e n medio del polvo levantado con sus extremidades, pues caminaba apoyando d e vez en cuando las manos en e l suelo, ya que el pesado y ancho pecho le haca algo torpe e n el andar. Pero Orula, ms gil que l, retrocedi hasta cruzar por el costado del montculo sobre el que Echu se ocultaba. n por all el muchacho le dej caer el agua Cuando Olori ~ k r i pas encima, bailando una buena parte d e su cuerpo. La bestia rugi indignada y amenazaba mirando hacia arriba, pero no divis a Echu - - q u i e n se haba ocultado nuevamente- y se volvi hacia Orula. A la a'rdende ste, los discipulos -aun a riesgo de sus vidas- se fueron acercando a la carrera al monstruo y le tiraban las tinajas con agua. Despus se alejaban a toda la velocidad de sus piernas. Orula prepar entonces la segunda flecha y la dispar contra Olori Merin; sta rebot en bronco sonido sobre su pecho, pues an lacoraza no se haba reblandecido lo suficiente con la humedad. El Maestro volvi a retroceder y de pronto se vio rodeado d e altas rocas. Haba llegado a un espacio sin salida mientras el horrible engendro se le acercaba chillando d e gozo; le deca: "Rugale ahora a tu Dios y veremos si te salva". Y Orula, preparando s u tercera y ltima flecha, clam as al cielo: "Poderosa deidad que siempre he reverenciado, no permitas que perezca.bajo Las fauces de esta repugnante criatura, antes bien gua mi dardb". ':Dijoesto y tens al mximo el arco que cruji6 al disparar la saeta, quepenetr profundamente en el costado del monstruo, y a a pocos pasos de l. Y el dolor causado por la flecha, o el fuerte narctico que llevaba en ' su punta, detuvo en secm a Olori Merin, que con sus cuatro pares de ojos asombrados cay-alsuelo de manera estrepitosa a los pies d e Orula, y se parti6 el pedaio d e varilla que sobresala.
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Y Omla -aunque

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grupo de guerreros, con Echu y los discpulos, casi dudando de la derrota del monstruo, de estatura gigantesca y anchisimo pecho. Y Orula les dijo: "Rpido, valerosa tropa, corten las cabezas d e este desalmado para que se desangre y alcance la verdadera muerte". Luego se retir6 con sus discpulos para dejar la desagradable tarea a 10s dems hombres, que se burlaban de Olori Merin y entonaban cantos de gloria a If y a Orula. Doce hombres cargaron con los restos, que amarraron a una gruesa vara y se dirigieron sin tardanza a la ciudad; armaron gran alboroto en la poblacin que acudi a recibirlos. Y dando en la plaza pblica -frente a p a l a c i e proclamaron la victoria, los sacerdotes volvieron a la carga, principalmente Abegue, que as les deca: "iInsensatos!, osaron matar aun hijo del mismo Olokun y ste ahora en venganza levantar los mares arrasando las aldeas costeras, sumiendo a sus hombres en la miseria, si no perecen con las inundaciones". Y Orula le contest: m "i Sacerdotes ignorantes que desconocen el poder de If! Igual que hemos prevalecido sobre este ser monstruoso, as el Benefactor contendr la violencia d e la deidad submarina". Se adelant entonces Yarnentake y dijo: "Yquin asegura q u e la bestia fue vencida por tu mano?, jpor que ' hemos de darte la gloria de tal cosa?" As hablaba con nimo d e dividir la tropa, Pero Oruia le con- Enseguida acudi el

test:

"Malvolo bmjo,,yo no busco mi gloria, sino que ustedes tengan conocimiento de la grandeza de IfA. l fue quien me inspir6 a reblandecer la coraza d e l a k-stia hiirnedeiithdola con agua.de la cual este muchb se cuidaba, para*no mostrarse dbil a los hombres. Ahora abran sus entmas y encontrtr&in la punta del dardo que el gran Ochosi me obsequiara, a la cual hice dos rnuescas". Pero la alem'a h e mayor que la discordia y esa noche la ciudad hizo una f i e s t a en honor a Onila, y al gran banquete no faltaron los babalochas -aun ,a reg6adientes por mostrarse conservadores,,quienes en el fondo admiraban el'proceder de Onila y reconocian la grandeza de su Dios.
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Orula le h a c e ebb a un matrimonio pobre


Orula y sus discpulos pasaron muchos das en el palacio de Oke, en Abeokuta, y visitaron las casas de babalochas e iyalochas, para intercambiar experiencias. El Maestro aprendi mucho d e los cultos locales; escribi numerosas datos en los pergaminos que an tena en blanco, y a la vez disemin la semilla del culto a If; encontr much'as personas que le expresaron su deseo de aprenderlo e iniciarse en l. Corr.0ya haba hecho en otros lugares, tom nota de sus nombres, para cuando terminara s u peregrinacin en un futuro se estableciera en un lugar, los llamara a su presencia y los sometera a diversas pruebas y as conocera sus aptitudes. Pero estas cosas se detallarn ms adelante. Cuando el Maestro consider oportuno marchar se despidi de Oke, tras reafirmar el pacto de hermandad. La poblacin se aglomer en la puerta prin%ipal - para verlo y saludarlo una vez ms, y ya e n el Ultimo momento le dijo el Maestro al soberano: "Cesa tu temor a Chang, que es tambin mi hermano, y en cuanto lo vea le hablar al respecto, pero si lo encontraras antes que yo dile de nuestra hermandad y no luchara contigo. Aunque soberbio, ya los aos le han dado la cordura que adquieren los hombres con la ;dad". "Maestro -le contest el Rey- yo seguir tu consejo y sera mi felicidad completa si recibiera al Dios del Trueno e n mi palacio". Descendi el grupo entonces de la zonas montaosas y_ se adentraron por caminos .. - en la selva; cada cierto tiempo se cruzaban con los comerciantes que hakan la ruta desde las costas martimas hasta Abeokvta. . .. . .. para todos era--motivo d e alegra el hecho de q u e se abiierafiuevamente e1 comercio con la ciudad. Echu ~ k a r n ~ acontinuaban la en el grupo y a ellos se habia uriido Alari, como sirviente de O d a . . . . e Transcurrieron numerosas jornadas por terrenos d e diversas calidades, hasta que un buen da contemplaron e ] hermoso mar-que seabra ante ellos. Desde una altura admiraron un buen tramo del Golfo de Guinea, con
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sus rompientes, canales, pantanos y diversidad de sitios peligrosos para la

navegacin. Descendieron sin perder ms tiempo a l o s llanos que precedian las costas, hasta llegar a ellas. Besaron las aguas de aquel mar que nunca haban visitado, y solicitaron --con sumo respeto- a las deidades locales su apoyo para la empresa. Para esto hicieron un ritual --sobrio, pero con profunda fe-: sacrificaron algunas aves que Echu capturara. Las entidades se sintieron complacidas con la ceremonia que los extranjeros les dedicaron. Despus, como estaban en un paraje inhabitado, encaminaron sus pasos a una choza que se levantaba cerca, con el nimo de pernoctar en ella. a Al llamar a la puerta les sali un hombre joven, de aspecto pobre, que los mir con asombro, hasta que Orula le dijo: "Paz tenga usted, buen hombre, hemos I legado a estos lares tras una larga caminata y deseamos nos autorice a pasar la noche bajo s u techo, pues somos gente de bien". Y el hombre respondi: "Pasen ustedes, pero dudo mucho que mi limitado espacio y menguada comida sean del agrado de tan ilustres personas". Entraron entonces al nico saln que haba e n la casa, donde, cerca del fogn, una humilde muchacha calentaba el caldo que serviria de almento a la pareja que all habitaba. Al ver las necesidades de aquella gente, Orula hizo seas a Alari y Akampala, para que extrajeran de los bolsos carnes y-vino d e palma y as alejar la frialdad, pues la casa estaba floja de cobija y el &do aire se filtraba por las hendijas. Y Omla le dijo a la mujer "Descanse usted,' buena seora, que mis sirvientes prepararn deliciosas carnes mientras calentamos el cuerpo con un poco de vino". . Ella obedeci a la invitacin del Maestro y se sent al lado de s u esposo en siiencio, y ste, quien no dejaba de recrear su visia con los extranjeros, as les dijo: "El'travieso Echu, que confunde los caminos de las personas, sin d u d a s les hizo una m a l a jugada cuando han ven-ido a parar a este sitio despoblado, donde mi esposa y yo vivimos e n la desesperanza, pues carecemos hasta d e un simple anzuelo para procurarn o s el sustento".

Y Omla le contest, al ver que Echu se rea a escondidas por la alusin que le hicieron: "Los caminos que Echu cierra para unos los abre para otros, pues esta deidad, aunque un poco traviesa, reconoce a los que saben atenderlo y le ruegan. An ms, si a la cooperacin de Echu se suma la de If, el Benefactor, no hay dudas que los caminos sern propicios para triunfar ante las adversidades". "Maestro -repuso Adani, que as se llamaba el joveri- desconozco esa deidad, igual que muchas otras, pues tenemos poca instruccin. Cuando ms nos dirigimos a Olokun buscando su ayuda, pero hasta ahora ha sido sorda a nuestras splicas". "Amigo l e explic Omla- If viene a asentarse en estas tierras desde un pais lejano. Si le hacemos un ritual adecuado l interceder ante las deidades locales para que la suerte les sea propicia. Pero cuando salgan de las adversidades no olviden a sus dioses para que stos continen ayudhdolos". A s habIaron y se dispusieron a dormir tras la cena. A la maiana siguiente, despus de sus abluciones y acostumbrada rogativa a Olorun, Omla se sent a conversar con el joven, interesado en saber por que haban llegado a tan mala situacin, y ste le cont: "El infortunio n o me abandon despus de lo que hice, pues mi compaera fue destinada desde nia a ser sacrificada a Olokun e n el momento que rebasara la infancia y yo, que desde pequeio la quise, hui con ella de la aldea y arrib a este remoto paraje en mi canoa. llev la embarPasados varios das una tormenta arras las costas, se cacin con todos los avios de pesca y d e m s pertenencias; nos dej en la ruina. Por suerte, encontramos esta cabaia abandonada donde hace ms de una luna nos protegemos de las inclemencias del tiempo, siempre con el temor de que alguien nos descubra y seamos apresados y muertos". ''kigb -le aconsej Onila- vamos a unirlos ahora en matrimonio ante i f k b p a r que a su sombra ~roteja la unin y despues realicemos un ebb, aunqqe sea modesto. de forma q u e encuentren los caminos de la buenaventura". Siguieron el consejo del Maestro y dedicaron el da a estas activida- . des; utilizaron en la limpieza ritual algunas avesque Echu, con su habilidad natural, entramp. Al llegar la noche Onila se dirigi a los jvenes y les dijo:,
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"Maana recorreremos el camino hacia la aldea en que nacieron y veremos que suerte hemos de afrontar con L a ayuda de If, pues n o se debe vivir eternamente como fieras acorraladas o temerosas". La pareja entendi estas cuestiones y qued de acuerdo en definir su futuro, pues la incertidumbre priva de la felicidad cuando penetra en el corazn y la mente de las personas, segn explica Orula e n el Libro Sagrado de If.

Orula salva a Adani de la ruina


Cuando Olorun se levanto y calent con sus rayos la naturaleza, Orula -una vez realizados los ritos matinales- con su grupo y el joven matrimonio; cruzaron lugares cenagosos y traicioneros, donde se puso una vez ms a prueba la pericia de Echu como gua, con su instinto innato para encontrar los terrenos firmes y seguros. Dedicaron un par de jornadas a atravesar esos parajes inhspitos, propios para la vida d e peligroms cocodrilos y miriadas de insectos, que en la noche ahuyentaban con fogatas humeantes. Cuando estaban saliendo d e la zona divisaron a lo lejos una canoa que estaba encallada entre los arbustos, cuyas races se mezclaban en el fango. Adani comprendi al acercarse q u e era la suya, pues tenia sus avos de pesca y dems propiedades, que por suerte no habian sufrido gran deterioro con la tormenta. La embarcacin estaba prcticamente intacta, hasta s u s remos estaban amarrados a los costados. Al ver esto, el joven pescador exclam: "Verdaderamente es grande el poder de If!" Mientras, los dems rean alegres y sudorosos. Despus continuaron el camino; ahora remolcaban la canoa con sogas desde la orilla y utilizaban u n a vara;para .mantenerla a cierta distancia, y as n o se daara con alguna roca. Cuando transcurrieron varias jornadas ms d e marcha, divisaron a lo lejos la aldea de pescadores donde Adani y Orere s u esposa- nacieran. Se acercaron a las cabaas buscando los parientes y-amigos de los jvenes, pero los hombres, al parecer, haban salido en sus botes apescar y lak callejuelas estaban desiertas.

Cuando llegaron a la choza d e los padres d e Adani encontraron a s u madre, que llorando y lamentndose comi al encuentro d e los jvenes. i j o : Les d "Hijos mios. La tristeza de creerlos perdidos para siempre m e atorment muchos dias, y cuando se tuvo la certeza de que tii y Orere escaparon, los brujos locales se encolerizaron y reclamaron otra joven para ser ofrecida en sacrificio a Olokun. Despus que ustedes huyeron, fuertes marejadas se movieron en nuestras costas e impidieron a los hombres sal ir de pesquera, y esto mengu la alimentacin d e los aldeanos. Los brujos achacaron el fenmeno a la ira del Dios d e los fondos marinos, y en componenda con un grupo de hombres de la aldea me arrebataron a tu pequea hermana d e los brazos. Partieron con ella hace m u y poco hasta la pea donde efectiian el horrendo ritual. Bien sabido es q u e despuds d e mojar las aguas con la sangre de la vctima, su cadver es arrojado de lo alto para que sea pasto d e los tiburones que se acostumbraron al lugar. As pues, desesperada estoy, y tu padre, junto a un grupo d e amigos, aprovech la calma reinante para salir en s u s embarcaciones; pero cuando regrese n o w habr tiempo de salvarla". Grande fue la indignacin de Orula, Adani y los dems al saber del hecho, $sin tardanza se dirigieron a la carrera hasta el sitio donde se hacan los sacrificios; al poco rato divisaron un grupo d e individuos, q u e al pie de la pea observaba oficiar al sacerdote y su ayudante. stos haban terminado las invocaciones iniciales y se disponan a ejecutar a la vctima, cuando el grito de Omla los contuvo: "Detnganse, hechiceros malvados, o la ignominia-que pretenden hacer con esta nifa recibir s u castigo". Ologuifun --el brujo que oficiaba- le contest desde lo alto de la pea: ''Y quin eres, intruso de piel clara, para decimos lo q u e debemos hacer? DespuS que terminemos esta ceremonia pagarhs tu osadia". Pero Qrula ya avanzaba entre el p p o de morenos, que asombrados por la presencia de aquel blanco no saban q u hacer. El Maestro les dijo: "Soy Qrula, el ministro de If, vencedor de la bestia que Olokun engendrara-paraperjuicio d e los hombres, mas,Como no soy enemigo de ,ninguna deidad, de buen grado puedo mostrarles otras formas de adorarlas menos crueles". Al-or aquellas palabras Ologuifun se encoleriz en extremo y le respondi:
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"ilmprudente, desvergonzado! Cmo fuiste capaz d e hacer tal cosa, ofendiendo a nuestro Dios Tutelar, que engendr a Olori Merin para castigo d e los hombres impos, que olvidaron su culto?" A esto Orula replic con malgenio tambin: "Ignorante, la bestia aquella fue creada por otras causas ajenas a tal culto, y su tiempo de existencia termin c o n la llegada de If a estas tierras. As, ahora,-detn el a m a homicida y conversemos''. Pero el brujo despreci el consejo de Orula: dio rdenes a su ayudante para q u e cargara la criatura y pusiera su cabeza fuera del promontorio; mientras l, con la mano izquierda, la asa por los cabellos; se vir d e frente al mar con el cuchillo en su diestra, extendi el brazo armado y exclam: "iPoderosa deidad de los fondos marinos! Acepta esta vctima q u e te ofrendamos como muestra de respeto y admiracin a tu potencia. iGran Olokun! H e aqu su sangre". Y se volte con nimo de degollarla. Pero e n el instante en que su mano armada descenda en busca del d e !icado cuello, dos saetas se clavaron en s u pecho: sobresalieron las puntas por las espalda. Dos flechas voladoras, una tras ofra, en menos d e lo q u e parpadea un hombre. Y esas flechas tenan los-colores de Ochosi, el Dios d e la Justicia.

La f l e c h a tiene la virtud de no sonar


De la alta pea cay el hombre a las olas marinas, con los ojos desorbitados; muri sin comprender lo sucedido, y fue devorado rpidamente por los feroces escualos. Mientras, s u ayudante, con la criatura e n los brazos estaba estupefacto y el grupo de hombres q u e se encontraba abajo no terminaba de reponerse d e s u asombro, hasta que 0rui.a exclam: Y i S l o un Dios es capaz de efectuar esos tiros con tal rapidez y precisiri! Mi hermano Ochosi!" A unos cien pasos de distancia se destacabz la figura del excelente arquero, quien se acerc rpidamente y con el arma cargada. Se dirigi al hombre que quedara con la nia sobre la roca: "ilnfeliz! Si no quieres correr la misma suerte d e tu compaiero desciende ahora d e la pea con la nia". : A lo que el auxiliar del difunto brujo obedeci6 sin chistar.

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"jEstalguien dispuesto a continuar la ceremonia en contra de Onila y de mi penona?" d i j o Ochosi mirando fijamente a los hombres. Se hizo un silencio absoluto. Debido.a la rapidez de los sucesos, , muchos an se preguntaban qu haba pasado. Despues que la pequefia criatura estuvo en brazos de su hermano Adani, comenz a-disgregarse el gentio, que miraba con admiraci6n al Rey de los Cazadores.Pues los aldeanos de las zonas costeras -llamados nagos por los del N o r t e - no alcanzaban-la estatura y elegancia de 10s hombres que habitaban los llanos y sabanas ms all de las selvas, aunque ellos, sin dejar de ser fornidos, tenian el rostro y el fsico mas toscos. Cuando Ochosi lleg donde Omla -rodeado de sus discpulos y amigos-, ste abri los brazos para estre,charloy exclam: ."jHermano, eres la sorpresa ms oportuna que be tenido en mi vida! Cmo llegaste aqu? iTe crea casado!" El arquero le contest: "Maestro, retirmonos de este repugnante lugar para refrescarnos un poco y luego conversaremos con calma". Salud6 efusivamente a los compaeros de Omla y marcharon a la casa de los padres de Adani. All se repusieron de las emociones y bebieron aguas con mieles y vino d e palma --en lo que se preparaba la cena-; Ochosi cont al grupo que, con atencin, le escuchaba: "Despus de la partida de ustedes permanec varios das ms en la aldea de Aina, ya que estaba terminando la preparacin de los muchachos que fueron a la selva siete das a pasar las pruebas d e inciacin. "A solicitud de los ancianos qued all como j u d o para evaluar el comportamiento de los aspirantes durante ese tiempo. "Entretanto, recib muchas invitaciones de las familias de las jvenes c.asaderas d e la zona,donde w m i los ms delicadosbocados que con l a f b de conquistarme. Cada quien me mostr sus manos elaboraron,en e susdistintas pbpiedades, los plantos de fiame y calabaza sus muchas cabras y aves dombsticas. Todos me aseguraban que yo pasada a ser el dueio de sus.riquezas,caso de aceptar el casamiento. "Pero yo nunca he sido sedentario --continu& y a medida que pasel tiempo hizo presa en mi la aioranui por las grandes'extensiones 'donde se mueven a su arbitrio manadas enteras de bfals, antilopes y gacelas; exraiik el rugido de las fieras en-sulucha por la subsistencia; las noches en que dormitaba en las ramas de los Brboles, y tan& coSas ms
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que colman mi felicidad, que part una maana sin despediime luego de . . terminar-mis deberes en la zona. "Segu entonces la ruta que me dijeron iban a tomar y Ilegu a Abeokuta a los pocos das desu victoria sobre el monstruo, y me digolpes conelarcoenlacabezaporhaberperdidotanbuenaopominidaddeganar fama, pero orgulloso por la valenta de ustedes':. Cogi un respiro y prosigui: "Cuando estaba en el palacio de mi hermano Oke, lleg un mensajero del reino de Yemay que reclamaba a sus hijos y familiares, pues -vencida por la edad- espera d e un momento a otro partir hacia Iif Oore, y quiere despedirse de todos antes que tal cosa suceda. Por lo que sal antes que Oke con nimo de encontrarlos y de invitarlos a que vengan conmigo. As vern d e nuevo a los dems hermanos y conocern a la anciana reina. "Cuando nos acercbamos a este lugar, un presentimiento hizo q u e me adelantara a mi escolta; corr parte del camino, y as llegu a tiempo para salvar la situacin". "Valiente hermano --le dijo Orula emociona&-, cuando abandonemos los reinos de la tierra y desde las alturas auxiliemos a los hombres en sus adversidades, sers el brazo protector de las familias que te imploren, y tu culto no caer en el ostracismo". As le vaticin Orula a Ochosi, recogiendo este hecho e n el Libro Sagrado d e If.
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Un da antes de partir de la aldea de Adani, Orula y su gmpo le hicieron un esplndido ritual a Olokun, en el pein sagrado: le saecificaron patos que los cazadores cobraron vivos. All Orula se dirigi al Dios de-esta forma: "~oderosa deidad que en lo profundo de los mares habitas. Reconocemos tu poder, admiramos tu potencia creadora. Escucha los ruegos de quienes te imploran ayuda con humildad. S propicia a nosotros, extraos en esta tierra y a estos hombres de mar que te veneran. Cbrenos con tus vibraciones, y fortalcenosen la tareade sembrar el culto a If, cl Benefactor, en este noble pueblo, para su grandeza y para la gloria de lasrestanfes deidades que lo protegen".
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As dijo y el ~ i o escuch s el ruego con agrado. Marcharon entonces.al.dia siguiente, con la promesa de volver en un futuro. Como se ganaron el cario de los padres de Adani y de todos los aldeanos, stos de buena gana les hubieran retenido indefinidamente. Durante varias jornadas avanzaron por las zonas costeras, precedidos siempre por la fama, que corre ms veloz que cualquier hombre, y por eso no sufrieron carencias de tipo alguno. Llegaron a las cercanias del ro Yew, en I a frontera con los reinos arar, donde tena su castillo la poderosa Yemay, madre de tantos dioses encarnados y diosa ella misma. La edificacin estaba en la punta de un acantilado que el mar acariciaba por debajo con sus olas. prescnt6 en el portn de entrada y de all fue conducido El directamente al saln principal, donde se encontraran a la gran reina. Omla se mantuvo con su squito a cierta distancia, mientras el cazador avanzaba hasta el lugar en que la anciana descansaba e n suave lecho. El Dios se arrodill ante s u madre, le bes los pies e intercambi impresiones y saludos amorosos. Llamaron entonces a Orula y la reina le dijo de esta forma: "Adelante buen hombre, mucho he odo hablar de usted y anso conocerlo". El Maestro recorri la distancia y pudo observar la majestuosa estampa d e la seora, su venerable faz, la delicadeza de sus vestidos, la riqueza de sus alhajas, el conjunto de virtudes que de s emanaba, y comprendi a1 instante la gran entidad q u e habitaba aquel cuerpo, por lo q u e arrodilladojunto al lecho bes su mano y le dijo: "Mis respetos, venerada diosa: Es el deseg deste, s u servidor, q u e la leyenda de sus hechos sobrepase la existehcia de todos los tiempos, para que los ms lejanos descendientes de esta noble raza tambin puedan proclamarse hijos suyos". Halagada en;extremo con las palabras de Onila, contest Yemay: "'Mis saludos a usted, valeroso seor- Cuente con mi alianza, ya me encuentrekencarnada o en los espacios celestes, para que el culto a Agboniregn prevalezca en estos reinos". Y aiiadi: "Arda en deseos de conocerle,y de ver a mis hijos antes de retirarme de este mundo, tal como he decidido,pues mi cuerpo est cansado de tantos aos de trabajo y ; una vez libre de 4 1 , por ms que quiera, la sensacin del contacto maternal o amistoso no es tan fuerte como en la vida terrena".
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Despus abraz y beso a Echu y le fueron presentados los discpulos d e Orula y demds miembros d e la comitiva. Todos besaron su mano y le pidieron su bendicin. Permanecieron entonces muchos dasjunto a la reina, intercarnbiaron vivencias y opiniones sobre distintos temas. Y el Maestro le manifest a la soberana: "Nosotros ejercemos e1 orculo mediante el manejo d e los iquines, pero con pedazos de concha d e una jicotea sacrificada en un ritual- y tramos de fina cadena elabor un instrumento que tiene atributos sagrados, con la idea de usarlo en funcin similar, una vez que hagamos las primeras iniciaciones en el culto". Al interesarse Yemay por los requisitos que deban reunirse para tal cosa, Orula le explic: "Esto es slo para hombres selectos, tanto por s u inteligencia natural como por sus principios morales. Desde tiempos inmemoriales no se aceptan mujeres, tampoco hombres con indefiniciones. Los escogidos se abstienen de compartir el lecho con mujeres para aumentar su espiritualidad mediante la abstinencia sexual". Y la sabia reina le dijo sonriendo dulcemente: "Maestro, lo que e s e n otra tierra no es los mismo e n sta. Aqu cualquier sacerdote se casa por necesidad de ayuda mutua, y si deseas sembrar la fe de If, piensa en algunas variantes. En el caso de los adod is, no hay contradiccin e n que permanezcan fuera del culto, inicindose con otras deidades, pero te dir algo: las mujeres de edad avanzada, que n o practican el sexo, equivalen espiritualmente a un hombre clibe, y como n o sufren las impurezas d e su menstruacin son limpias ante cualquier Dios, as sea el mismo Agboniregn". Sin dilacin, tom el opel o cadena que Omla le enseara y efectu un rezo propiciatorio, solicit la iluminacin de If, Oduduwa, Oloddurnare y Olorun, y lo lanz. 0btuvo;elsigno ante la mirada asombrada d e Onila, quien al no querer ofenderla la dej actuar. Y en el signo Orula interpret que si, que todo estaba bien dicho y hecho, por lo que Omla exclam: "iMadre!, justed me asombra con su sabidura!" Y Yemay le contest: . "YO he vivido muchas vidas en estos reinos, junto a los dems dioses. H e visto formarse la nacin, y en un futuro riencarnar junto a ti y hasta ser tu esposa, sin que dejes de ser Omla, el ministro de If".
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Y termin sus palabras con una sonrisa picarezca. De mas est decir la amistad que surgi entre los dos,pero comenzaron a llegar los familiares de la Reina; hubo que atenderlos debidamente,
y as disminuyo el tiempo para conversar.

- Orula se va a otras tierras


Orula departa con la anciana Yemay en su castillo, mientras arribaban los familiares de la Reina para despedirla de esa vida, ya que -por decisin propia- pensaba marchar a sus dimensiones, abandonando el cuerpo que le haba servido tantos aios y que le diera nurnerosos hijos. Chang vino con Olufaia y dems familiares; Oggn, con Corona Apanada, Abo Ichokn y otros. Lleg Inl escoltado por fieras mujeres bien armadas; acudieron los hermanos de Echu: Eleggu llor al ver a Orula y bes sus manos, aun en contra de ste; as como Akefn, Achel, Bpara, Mabino y algunos mas. Se present Aroni -un ahijado d e Osain-, baldado como ste por la guerra contra Chang y que despus d e presentar su homenaje a la Reina march a sus dominios, pues n o era gente de mucho trato. Lleg Oke con su lujoso squito, algo nervioso por la presencia de Chang, y en fin, muchos ms q u e haran interminable la lista. Pronto comenzaron los toques de tambor, comr, parte de la ceremonia de ituto o apaciguamiento, que se le hacia a Yemay en vida, por s u condicin de diosa y gran clarividente. Omla departia con Oggn amigablemente cuando se les acerc Chang, y les tir sus poderosos brazos por encima d e los hombros y entr en la conversacin. All se enter que Aina, la esposa d e Oggn, esperaba un hijo, y alegre le dijo al Dios del Monte: "Hermano, ese muchacho ser un varn fornido y valeroso como t y tienes que'darme el honor de ser yo su padrino. As desde pequeo le ensear a galopar sobre los hermosos caballos que e n mis terrenos se cran. Y primero montar. sobre mis hombros distrayndome en el palacio. Hagamos ahora el pacto de los compadres, .no vaya a ser que otro me 'prive d e tal cosa". Y ya se retiraban ambos, cuando Orula detuvo por un momento a Chang para decirle:
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"Sangre ma, no ofendas a Oke, que ya pag su falta. Ms bien . . saldalo y olvida el pasado". "Hermano -le respondi Chang-, mucho he redo la ocurrencia de Oke cuando me emborrach con miel y vino, lamento el exceso de celo de mi madre, as como el castigo que le infligi, y en cuanto termine el pacto con Oggn ir a verle". Asi pasaron dos das de ceremonias, entre cantos, wnversaciones y brindis de dulce vino. Por ultimo, arribb al castillo Ochn, la divina Diosa y esposa d e Babal Ay. La entrada de la dama al saln, que sobrepasaba en mucho con su be1leza y sensualidad a todas las mujeres de la nacin, dej atragantados a los que estaban comiendo; con las copas en alto a los que beban; con una mano sobre el tambor y la otra levantad; a los que estaban tocando; y a Orula con la boca abierta pues estaba hablando. Despus que Ochn departi con Yemaya y salud a familiares y amigos, fue presentada a los extranjeros. Extendi, pues, una mano a Onila, quien tras besarla respetuosamente le dijo: "Qu Oduduwa, el padre de la nacin, la bendiga siempre, hermosa mujer. Cuanta leyenda se narre de su persona ser pobre de palabras. Las que yo he odo no pueden encerrar la mitad de la admiracin que me h a causado, ya que ni en el remoto Egipto, de esbeltas mujeres; ni en la Palestina, de muchachas de ojos serenos y dulces; ni las amantes d e los harenes musulmanes, son capaces de equipararse a usted, que me ha dejado anonadado''. Y Ochn le sonri con s u gracia natural. Le contest: "Distinguido visitante: la belleza e s una cualidad si junto a ella vienen las dems virtudes que distinguen a los dioses de las personas comunes. Usted -por lo q u e he odo decir- no est muy distante del rango de una deidad encarnada". Continuaron despus las conversaciones con el resto de las amistades, hasta que volvi Chang y le pregunt a O d a sobre s u s planes. ste ledijo: * "Tengo pensado incursionar en los pueblos d e la tierra arar y regresar luego a visitar a Baba en If, para asentarme en algn lugar e instruir en el culto a los futuros iniciados". Pero C hang, algo alegre con el vino, le dijo: "Hermano, cmo piensas endetenerte cual si te hubiera vencido la edad? Regresa pronto de ese viaje, ven a Oy6 y juntos partiremos hacia el

Sur, atravesando el Niger, mucho ms a114 cruzaremos el Sanaga y Ilegaremos al caudaloso ro Congo, donde conocers tribus de hombres pequeitos, y &licosos morenos de ruda talla. All realizaremos mil hazaas, pan, ms tarde regresar a nuestros predios, deleitando a los amigos con las muchas historias que tengamos para contar". Y Orula sonrea complacido, pues, de tanto viajar, el instinto gregar i o haba hecho presa en su espritu, t a l como lo hizo constar en el Libro

Sagrado de If.

Orisa aw kiku Or n t i l a iiann lorb m i k a ori ina.


(Orula, santo divino de la oscuridad, yo con la vela e n alto, alumbro alrededor d e mi cabeza.)

Orula en tierra arar


Donde . se mandaa canlcir
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Inspirados en las altas deidades, que les daban fuerza y valor,'Onila y s u s cuatro discpulos llegaron a los reinos d e L a Guinea con el objetivo d e lograr q u e el culto a If se asimilara e n esos territorios. El Maestro atraves varios pases y se gan la amistad y hermandad de los orichas, quienes -tanto encarnados como e n los planos ceiestiales- eran adorados all. Arrib a los limites costeros con las tierras arar, donde a solicitud d e la madre Yemay se congregaban sus hijos para despedirla e n vida, ya que la Diosa, por su propio deseo, pensaba dejar su anciano cuerpo y reintegrar su entidad a las dimensiones eternas en que reinaba. Orula estuvo esos das en su castillo -guiadg por k h u y Ochosi-, y se gan la amistad d e la soberana; convers c o n s l l a acerca de muchos temas. El Maestro le dijo: "Seora, no quisiera q u e la muerte de Olori Merin represente un motivo de controversia entre nosotros, ms bien le pida que interceda ante Olokun, para q u e el espectro de esa entidad permanezca en los camirios como protector d e las ciudades, y que sus cabezas representen la unidad alcanzada por Oddua, If, Obatal y Changd, quienes simbolizan los cuatro vientos o direcciones adonde hay q u e mirar para n o ser sorprend,idos por algtisupuesto enemigo. Si as se acuerda, haremos n pregn en la nacin para que la figura de Olori Merin sea adorada a la entrada.de las capitales". "Descuida amigo -respondi Yemay- yo har q u e as sea". Mientrastanto, Chang se acerc a!Okay le dijo: "Salud hermano, cesa ya t u temor haciami, q u e n o pienso en veneste momento, sirio en despedir a nuestra rnaganzas n i bajas~pasiones-en dre con alegra". ,. Y el aludido le contest: "Poderoso Chang, los desafueros de la juventud a veces afectan nuestra mente impidindonos ser fe1ices. .As que yo, en; lugar de nd 111 irar tus-tiavesurasy amistad sin limites, o p t por sentir-envidiad e t u persona

y me dej confundir por las Entidades Malvolas. Bajo sus influencias hice un acto vergonzoso y perd tu afecto y ahora me arrepiento abochornado". "Olvida e1 pasado -le aconsej Chang- y ejecutemos el baile d e los aliados, tal como aprendimos de pequenos. Yo tambin comet errores cuandojoven, y el gran Osain me rega por un mal uso que hice d e sus plantas. En aqetentonces se me conoca como Ewegbemi - e l hierbero- por las maldades que realizaba y ante la reprimenda de mi padrino invoqu mis poderes ultraterrenos y le hice la guerra; pero el incontrolable dominio d e estas fuerzas me 1lev6 a actuar con crueldad: descargu varios rayos a l y sus seguidores, cosa d e la q u e me arrepentl al momento. Hupi entonces de la zona, viv oculto miserablemente e n las cavernas y maniguas, y fui despreciado por los dioses y los hombres. Pero cuando Oddua -nuestro padre celestial- y dems deidades consideraron pagada mi falta, hizo que Bab enviara hombres e n mi busca y me present a ste, quien m e someti a varias pruebas tentadoras, y al no ver en mi malevolencia o vileza me restituy6 los honores y riquezas y me entreg el reino de Oy. Una vez e n esa posicin fui a ver a Osain, y postrado a sus pies supliqu con humildad su perdn, y l con generosidad me lo concedi6.Asmismo pudiste ver que yo, aunque airado por tu accin, me abstuve de usar en tu contra l o s poderes d e la atmsfera, que me pertenecen, pues jur que mientras viviera encarnado en esta tierra no usara otra vez tan terribles vibraciones". Chang, despus. de hablar, dio instrucciones a los tamboreros; cuando regres se par6 frente a Oke, y los dos empezaron a mover las piernas rtmicamente al comps d e los sonidos, unieron sus frentes un buen rato, despubs se distanciaron un poco y chocaron hombro con hombro, mufieca con mufieca, codo con codo y se dieron vueltas uno alreded o r del otro contorsionndose, en medio de la multitud que los miraba complacida. As estuvieron un buen rato hasta que dieron por terminado el baile y se abrazaron ante el aplauso general. Mbs tarde. a solicitud d e Omla, Chang ejecut una danza que e l Maestro le ensefiara cuando estuvo en Oy; y en esos momentos fbe mayor an la admiracin d e todos, principalmente d e Yemay, que lo observaba con gran mor. Una vez.fma1izados los bailes, continuaron las conversaciones y brin., dis, y-0rula:pudoobservar corno'oggiin departiacon Ochin, quien con
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sus manos delicadas le acariciaba la cicatriz que ste tena e n el vientre. Yemay le coment: "Oy estaba comprometida con Oggn, pero se enamor locamente de Chang e n cuanto l o conoci;eso dio origen a una guerra en la cual ste no hallaba cmo vencer al primero. No obstante, al contar con Oy, le prepar una m p a y se disfraz como la Reina. Con esto confundi a Oggn en la oscuridad. Despus que Oggn fuera malherido por el tajau, que Chang le propin, se retir al monte; con sus manos se sostena las carne+abiertas, y profera alaridos d e dolor. No se sabe c u h t o tiempo hubiera quedado all, resentido y amargado por la traicin de Oy, despreciando el reino que se le ofreca, oculto a la vista de todos. Se ignora tambin cmo logr sobrevivir, tal vez su condicin de Dios encamado le permiti tal cosa. "Cuando lleg a m la noticia de tan lamentables sucesos envi varios mensajeros a buscarle, pero unos no dieron con su paradero y otros fueron rechazados bruscamente por Oggn. "Decid entonces convencer a Ochn para que marchara a su .encuentro. sta no fue sorda a mis splicas y s i n dilacin se dirigi a la zona donde se deca se esconda d e las personas. "Y logr Ochn, con su dulnira y bondad, ser atendida por Oggn. "Cuando la bella Diosa se lgacerc, le tom d e la mano, le habl con amor de las cosas buenas que tena por delante, lo embeles con su sonrisa. Y Oggn accedi a volver a s u ciudad, guardndole u n gran cario a Ochn, mas siempre dolido por las cosas que le acaecieron. "Por ltimo, supe de la intervencin suya, Maestro, para reconciliarlo con Chang, y lograr que fuera fe1iz con Aina, por - eso m e regocije e n extremo con s u llegada a estas regiones'.'. En estas conversaciones y con otros entretenimientos pasaron al gunas jornadas, hasta que Yemay anunci su retirada d e la tierra al dia siguiente, y solicit a todos continuaran con los cantos y bailes, segn escribi Omlakn el Libro Sagrado de If.

E l vuelo de Yemay
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A la maiana siguiente -una vez realizadas sus abluciones y acostumbrada rogativa a Olorun-, los sacerdotes de If se dispusieron a despedir dignamente a la soberana.

Para esto se raparon la cabeza, cejas y barba, que se sombreaba con el pelo peridicamente. Despus se baaron en orniero sacratizado con hierbas y otros ingredientes, y se vistieron con sus mejores atuendos. Primero Orula se coloc un pao blanco que pasaba entre sus piernas y se enrollaba a la cintura, a modo de taparrabo, pero ms encubridor. Luego se ajust el segundo p ~ -blanco o tambin- que se enrollaba a l a altura del pecho y le llegaba a la rodilla, y por ltimo se coloc la tnica, que era del mismo color, pero con una confeccin mas fina, que le cubra desde-los hombros a los tobil los. Se calz suaves sandalias de piel y se puso en la cabeza un ligero gorro blanco, confeccionado para esas tierras donde deba exponerse constantemente al Sol, que en Egipto no era as,ya que vivia a la sombra de los templos. Despus se coloc un cordel al cuello, del que penda una figura de escarabajo tallada en oro y piedra, smbolo del Dios Tutelar. De forma similar vistieron sus discpulos y sin ms partieron al e n cuentro de los restantes sacerdotes, adoradores d e las deidades locales. Comenzaron entonces los cantos luctuosos alrededor del lecho de la Reina. Le rociaron aguas sacratizadas y esencias perfumadas; los mismo hiiieron con los presentes, y en todos los rincones del saln. Dedicaron la maana a estas tareas, ante el silencio respetuoso de la concurrencia, hasta que Yemay pidi silencio para hablar as: "Queridos hijos y amigos, al atardecer coloquen mi cuerpo en una parihuela, con las ofiendas y honores que me son debidos, y entreguen mi cuerpo al mar, para que el gran OIokun lo recoja en su-seno. Tengan paz y felicidad en la tierra, que yo, desde las alturas, velar porque as sea": Y expir suavemente; hasta los menos videntes que all estaban observaron como su entidad se levantjunto a su cuerpo astral para abandonar el cuerpo fisico de la Diosa. El espectro alcanz cierta altura y luego sali v o l a n d ~ por una ventana en direccin al mar. Los cnticos de despedida prosiguieron entonces, y al caer la tarde fue trasladado su cuerpo -tal como lo p i d i b hasta la orilla del mar para que fuera entregado a su. vaivn. .-.e e' . :3-;Zbb All surgi un suave movimitin'to del g"a'que desplaz el fretro y lo alej de la costa. Todos observaron admirados cmo ascenda una claridad desde elfondo del mar, que iluminaba la superficie alrededor del lecho flotante, mientras peces detodos los tamaos y variedades hicieron dos filas para marchar junto a ella.
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Despus se vio, en el bello atardecer, un coro de entidades espirituales q u e volaban a ras del mar; se escucharon diversos pitos y finas t-rompetas, anunciadores de su paso, y al frente, con su traje azul con ribetes d e se destacaba la figura de la Diosa Yemay. A continuacin descendieron varias luces del cielo, en distintas alturas y posiciones. En lo ms alto estaba una luz que representaba al gran Olofin. M s abajo, conformando un trifigulo, dos luces representaban a Olorun y a Oloddumare. En el tercer nivel, tres luces concernan a Oddua, If y Obatal, y por,ltimo, se observaban.seis luces, a las que se uni la que despeda la entidad de Yemay; estas siete luces equivalan a las principales potencias o De idades Mayores. Con posterioridad, esta estructura p,iramidal ascendi lentamente hasta perderse e n los cielos, ante el asombro y admiracin general. Despus que pasaron los momentos de xtasis e n L a contemplacin de estos hechos maravillosos, comenzaron a retirarse los presentes para sus habitaciones en el castillo, entre ellos, Orula y sus discpulos, acompaados de Echu y de Eleggu. Durante los das siguientes se marcharon los Reyes, sacerdotes y dems familiares y amigos a sus lugares de orgenes. Todos se despidieron del maestro c o d a s promesas de volver a encontrarse en un futuro. Tambin parti Echu; Orula y sus alumnos se separaron con Igrimas en los ojos de l; junto a Ochosi ansiaba ver a Bab e n If para informarle lo acontecido. Elegga --con los sacerdotes- marchara hacia la travesa por tierra arar; el pequeo caminante conoca muy bien la zona,y d e ms est decir lo valiosa que sera su ayuda e n el grupo.

E l Oba que se burl de Orula


Eleggu senmarch del castillo de Yemay junto aOruIa y sus discpulos; mibiitras tanto, la edificacin quedaba al ctiidado de sus sacerdotisas, hasta 'que-la Diosa volviera a reencarnar para nuevamente hacerse cargo de s u s 'dominios. Cruzaron el rio Yew para internarse en aquellos reinos y visitaron c diversas aldeas, e n las q u e se hablaban dialectos similares a los q ~ i dejaron atrs, por lo que no tiivieron gtandes dificultades'en hacerse entender por los nativos.

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Una buena maiana entraron a un casero de cierta importancia y se-dirigierona la casa templo para saludar a los q u e all estaban. Y el Maestro, luego d e efectuar, junto a s u gkpo, una reverencia a los atributos de los dolos locales, se dirigi a lossacerdotes de esta forma: "Saludos nobles babalochas, soy Orula, el ministro de If, que recorro esta nacin con la idea de diseminar su culto y viajo junto a mis discpulos y el hermano Eleggu". "Que la suerte le acompafie -le contest Igu Aganna, e l sacerdote principal- hemos odo hablar de ustedes y admiramos sus procederes, pero nuestro Oba s61o rinde pleitesa a Okanaba, tanto para obtener buenas cosechas como cuando necesita una caza exitosa, y por lo tanto dudo mucho q u e escuche con atencin sus palabras, por ms que seas un hombreculto y de agradable trato". "Siendo asi -le dijo O m l e descansaremos bajo la sombra de cualquier brbol, hasta que nos reanimemos lo suficiente para continuar". Sakron entonces a cumplir lo planteado, armaron su campamento bajo un ttondoso rbol, y los sirvientes comenzaron a preparar algunos alimentos 1igeros. Pero la entrada y presencia de los forasteros no fue desconocida por el Oba de la aldea, quien al poco rato envi una escuadra de soldados para solicitar de Orula que fuera ante l. As que el Maestro fue conducido, y al tener al Oba delante le dijo, tras una ligera inclinacin: "La gloria le acompae siempre, noble Rey. Soy -Orula, el ministro de If, que adems de aconsejar y curar, profetizo el porvenir, pero como usted solo adora a Okanaba, yo le pido su licencia para descansar brevemente en la aldea y luego continuar camino". "Es m u y cierto lo que dices sobre mi cuito a Okanaba -le dijo el Oba sonriendo maliciosamente+- aunque no estara mal escuchar una profeca suya y luego yo juzgar cuan beneficiosa puede ser". Una vez que el-Maestrole escuch, sac de s u bolso --que lo haba acornpafiad*.la esteril la y manej .los iquines, mientras se acompailaba con un rezo propiciatorio, tras lo cual escribi el dgno obtenido sobre el mismo suelo y le dijo al Oba: "Dice If que la vida de usted peligra. Si va a salir no salga, si va a cazarno vaya, somdtase al ebh que h e d e hacerle para que triunfe ante la adversidad".
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"Maestro -1.e dijo el Oba una vez que 10 e s c u c h b , si ese es e l . vaticinio que me hace, bien poco vale la creencia en If, ponlue la vida del hombre es un constante peligro, y en mi caso hasta ahora, la deidad que reverencio no me ha fallado". Pidi a Omla que se retirara y entre risas y burlas orden a los guerreros que se prepararan a salir con l a una expedici6n de caza. Ya se escuchaban los cuernos que avisaban que los aldeanos -9diante ruidos de diversos tipos-- haban levantado las posibles presas de sus guaridas. Orula regres a la sombra del rbol junto a sus discpulos; les explic lo sucedido, despus en silencio ingiri algn alimento. Ya caa la tarde cuando regresaron los guerreros con un hermoso jabal cazado, y el Oba, que iba al frente d e la tropa, le dijo en tono d e , burla: "Maestro, al parecer se equivoc en el vaticinio, pues hasta ahora la fatalidad recay sobre este animal que yo mismo mat con mi lanza". Y continu su chanza junto a la soldadesca que le acompaaba, pero diferencia d e s u s discpulos y Eleggu, que se mortificaron con el - -a a s u n t o - Orula mantuvo su faz serena y no pronunci palabra. I Sin prdida de tiempo, los cocineros del Oba aderezaron las carnes y dispusieron -por orden de s t e un banquete frente al sitio donde acampaban los sacerdotes, con la idea d e continuar la mofa contra stos. Llegado el momento fueron servidos los miembros de la corte y al Oba le toc un magnfico trozo de hueso abundante en grasa y carne; ste, con gran placer, abri desmesuradamente la boca e hinc sus dientes en la masa. Entonces ocurri algo impensado: con la fuerzaedci la mordida, una astilla de la misma lanza que usara en la cacera y que estaba oculta en el pedam de hueso con camse le clav en el cielo de la boca, enloqueci6ndolo de dolor,mientras abundante sangre manaba de su herida. El Oba se retorci por el suelo ante su propia gente,.que no compren.da lo sucedido, y fue Igu Aganna quien se dirigi a Om,lacon estas palabras: "Maestro, supe d e la torpeza d e nuestro Oba al maltratarlo de palabra, pero por favor, compadzcase de l, que a pesar de lo que hizo, siempre ha sido un buen protector de la aldea, a la que mantiene con s u esfuerm y habilidad, con abundantes carnes y viandas". Entonces Orula se levant del lugar en que estaba y fue hasta dond e eliOba se contraa, y con un pedazo de madero lo golpe en cierto
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sitio de la cabeza, haciendo que perdiera el conocimiento. Aprovech ese momento para extraerle suma h a b i l i d a 6 el aguijn del cielo de la boca y aplic en la herida un paiio con una pomada para contenerle la hemorragia. Al poco rato despert el hombre, todava adolorido, pero en fraiica recuperacin, y al ver a Orula a su lado exclam con dificultad: "iverdaderarnente la palabra de If nunca cae al suelo!" Y repuesto del susto volvi a disfkutar -ms o menos- del banquete, ahora con Oru la y su grupo en l o s asientos preferenciales. De ms est decir que al da siguiente el Oba se someti a la limpieza ritual que Orula le aconsejara, aunque ya haba pasado el peligro.

Un Oba se dlsfrara para v e r s e c o n Orula


Los territorios arar donde Orula y srgrupo se estaban internando haban logrado un mayor desarrollo econrico y social que su vecina nacin yoruba --como le llamaban algunos a la tierra que el Maestro visitara a n t e r i o r r n e n t ~en , parte porque estaban ms cerca d e otros pases que vivian a expensas del oro extrado de sus ros y minas, porque el comercio con los reinos del Norte les influenciaba notablemente, y tambin porque los dioses comenzaron a reencarnar primero alli, y organizaron e l pas, que contaba con poderosos ejrcitos y una solidez en el gobierno ms antigua. Por lo tanto, n o es de extraar q u e tiempos atrs las deidades yoruba hubieran vivido e n esas tierras cbn otros nombres, y que se crearan s u s historias y leyendas por esos caminos. No e s a de mas decirque los yoruba venan a ser hermanos menores de los arar en el sentido mistico. . A ltomar'+n consideracin todo esto, era comprensible que Omla y s u grupo no encotitraniir taiitos dioses encarnados en s u trnsito por estos reinos, como al principio sucedi cuando se acercaron al Niger y lo cruzaron. Cuando viajaban de aldea en aldea, vino en cierta ocasidn a visitarles un ,hombre de aspecto humilde y enfermizo, para pedirle consejo al Maestro, que a larsa~fi: estaba pasando unos das en casa d e un amigo de Eleggu. : ' Se present el hombre y se arrodill ante o n & quien'estaba en cucl i llas sobre su estera', rodeado de sus discipulos, en proceso de meditacin:
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dijo el visitant-, vengo a consultar su orculo, a ver si encuentro los caminos d e la suerte con su ayuda". "As sea, buen hombre" -le dijo Orula mientras lo miraba fijamente, pues a pesar de su ropaje destruido, haba algo no comn en l. Entonces se puso a manejar los ikines e hizo una invocacin a If y dems deidades aliadas; y reg un poco de polvo sagrado sobre e l tablero .-obsequio de C h a n g b hastaobtener un signo,y le dijo..alhombre: "El ropaje no hace sabio al tonto, ni valeroso al cobarde, pues la mente y el corazn se engrandecen de otras maneras, tampoco la fortaleza de espiritu se debilita con una pobre vestimenta y la enfermedad no destruye una faz augusta.yel porte de un Rey. "As entonces, no esconda su condicin al que todo lo ve, que la adversidad no es definitiva si la sombra de If te ampara". El hombre se emocion y no pudo evitar que las lgrimas mojaran sus mejillas. Le confes al Maestro: "Yo reinaba en un pueblo q u e n o careca-de alimentos y felicidad, pero los malhadados sacerdotes se empecinaron en sacrificar al inicio de las cosechas una criatura a Zaka, el Dios de la Fertilidad, en contra d e mis deseos y del consejo de ancianos. Mientras me sent fuerte y saludable todos me alababan y respetaban, no careca de los honores propios de u n Rey, y hasta los mismos brujos me teman. Mas no s q u maligna enfermedad se apoder de mi y me dej e n un estado calamitoso, a lo q u e se sum la desgracia de que al echar suertes sobre la fbtura vctima, le toc a mi propio hijo tal cosa. As, pues, ahora soy despreciado por mis sbditos que me ven dbil, -mi expulsado de mi trono pbr la ambicin de los sacerdotes, y estoy desespeiado ante la futura muerte de mi descendiente, . as q u e heme a i u i ~ u ~ l i c a h d ~ <f jsu ~ ayuda kilagrosa". "Soberano -le dijo Orula- repongamos primeramente s u salud, y despus marcharemos a s u reino para impedir la muerte del Prncipe". Sin prdida.de tiempo hicieron un gran ebb en el cuerpo del Rey y le dieron ingerir ciertas infusiones con el nimo de fortalecer su estmago, y entre todos le trabajaron el periespritu, para armonizar su cuerpo. Tan efectiva fue la obra, q u e a los tres das ya habacambiado por completo el semblante y la salud del buen monarca, quien animoso le dijo al Maestro: "Ministro de If, le suplico.vaya conmigo hastami ciudad a ver de q u forma podemos salvar a mi hijo y-restituirmeen e l &no".

"La bendicin de Agboniregn sea con usted -le

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"Calma soberano -le contest Omla-, cuando llegue el momento oportuno partiremos; mientras tanto, no tema y contine mejorando". Entonces Orula enviAa Eleggu en busca de algn aliado poderoso que les sirviera de compaia en el viaje; el pequeo volvi al segundo da con Lanle, el guerrero, y su ejrcito, que regresaba a sus dominios despus d e la guerra con los vecinos del Norte; Lanle, al saber de la peticin de su hermano Orula, n o vacil un momento en presentarse ante l. U n a vez quai~ercambiaron los saludos acostumbrados, le dijo: "Hermano, puedes contar conmigo y mis mejores tropas para lo que desees, pues bien s q u e toda accin tuya persigue un fin noble y justiciero. Si necesitaras un ejrcito mayor, permiteme enviar mensajetos hasta el reino de Oluopopo, mi padre, y l nos dar cuantos hombres hagan falta, y cuenta con Babal Ay, que gobierna un numeroso pueblo, asimismo con Aguema, el hijo de Mola Mola, con la Reina 01v&i, con Tobo Chimeife, Orolala, Ocha Oloru Aye, y todos vendrn sin dilacin a auxiliarte, y si a u n consideraras insuficiente el refuerzo m e lo dices". NO tanto, no tanto! -le dijo Orula admirad* pienso que t y los valerosos hombres que te acompaan son suficientes". Despus de cenar y beber vino de palma, cuando lleg la noche, se retiraron a descansar. A la maana siguiente, tan pronto Orula y sus discpulos se acicalaron y realizaron su acostumbrada rogativa a Olorun, partieron con el Oba y la fuerte tropa a restituirle los honores al Rey.

Azonwano casti a a l pue6Io por olvidarse d e & enfermo


Despus de avanzar una jornada bajo los altos rboles, poco antes de caer la taide, llegar& a una elevacin desdela cual se di,visaba la ciudad objeto del ~iaje.~Decidieron hacer el campamento all; Omla le recomend a Lanle que preparara grandes fogatas, que fueran visibles a lo lejos. Pernoctaron, y a la maana siguiente, luego de la rogativa a Olorun, Orula se dirigi-al Oba de esta forma: "Distinguido soberano, vstase ahora con las ms lujosas ropas q u e se puedan encontrar en el campamento y enviemos por delante una embajada coe Eleggu al frente, para que,bajoTel toque de cuernos anuncien
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con rimbombancia su regreso a palacio, luego de un exitoso viaje por otras t i e w . MBs tarde, en una parihuela, ricamente ataviado y con S a tropa como escolta, entraremos a la ciudad y ya ver como esos ingratos le rinden los honores debidos". As dijo, y mientras Eleggu marchaba a cumplirsu misin, Omla ejecut el resto de sus ideas con la ayuda de Lanle y l o s sirvientes. Al entrar Eleggu al pueblo, form gran-algarabiaal toque de los instrumentos, mientras decia: "Ciudadanos de esta tierra, su Rey, el poderosos Keleje Kuto fue coronado en el extranjero y acamp a la vista de la ciudad-conun fuerte ejrcito aliado, comandado por el invicto Lanle, el guerrero, y me manda a alertarlos de que har rodar por el suelo las cabezas de todos aquellos q u e le despreciaron lunas atrs". Las piernas de l o s nativos del lugar temblequearon una vez que oyeron la noticia; corrieron a refugiarse en sus casas, y an all, tiritaban de miedo. Al poco rato, cuando llego el Rey con sus joyas y atuendo, y la fortsima escolta, se asomaron por los postigos para verlo pasar. De esta forma el Rey se instal en su palacio, q u e si-haba pasado a ser propiedad de alguien en s u ausencia, ste se cuid mmho de no estar all en ese momento. Nuevamente en posesin de su bono, Keleje Kuto dio la orden a la tropa para que sacaran a las personas de sus casas y los reunieran en la plaza principal, donde les habl de esta forma: "Conciudadanos, e n pocas pasadas, esta ciudad floreci bajo mi bastn de mando, y todos +amos felices; pero una vez que enferm y se m e debilit el cuerpo, hicieron mofa de mi persona-yriie expulsaron de palacio. Ahora he regresado gracias al gran If y a mis hermanos, para castigar la insolencia de los que promovieron tal cosa. As aprendern q u e cuando un gobernante es justo y sabio, el pueblo est en la obligacin de cuidar su salud". DespuCs de decir esto Keleje Kuto qued en silencio, esperaba alguna-respuestapor parte del gento, q u e temeroso callaba, hasta que habl el anciano .Erebe, quien formaba parte del consejo de gobierno y era una persona de rectos procederes. "La gloria sea con usted soberano -as dijo--, gran alegra me ' causa su vistoso regreso. Cuando sucedieron los hechos yo me opuse con todas mis fuerzas a esa injusticia, pero los brujos de la ciudad auguraron que las deidades le haban castigado por negarse a ofrecer en sacrificio a
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su hijo, como ha sido la costumbre e n esta tierra, luego de un justo sorteo, ya que carecamos d e esclavos como ofrenda. As, pues, confundidos por estas malvolas personas, la poblacin se prest para el innoble acto. Una vez que usted se retir de la ciudad, Azonwano entr en ella desatando numerosas epidemias y muchos perecieron por las fiebres. Por eso ahora le pido sea compasivo, que ya el pueblo recibi justo castigo de los dioses por su iniquidad". Orula pidi permiso para hablar y -una vez que el Oba lo present al pblico dijo: "Ciudadanos, las Entidades Maltvolas suelen apoderarse del cuerpo de todo aquel que no procede con rectitud. Asi ahora esta deidad, a la que yo combato s i n tregua, se ha visto con el derecho de destruirlos como retribucin por sus acciones, y yo reconozco que el castigo fue merecido. Mas si efectuamos una limpieza ritual colectiva despojndonos con abundantes hierbas y sacrificando los animales necesarios, podremos aplacar el enojo d e Azonwano y lograremos que se retire d e la ciudad luego de efectuarle numerosos toques de tambores y cnticos de alabanza a su poder, complacindola en su orgullo interno". Convinieron todos en dedicar el resto del da a la recoleccin d e las hierbas y los animales necesarios para la gran liturgia de purificacin de la ciudad, que se ejecutara a la maana siguiente. Y tal vez por temor a las enfermedades, o al poderoso ejrcito q u e en la plaza acampaba, lo cierto es que los sacerdotes d e la ciudad colaboraron en la ejecucin de este trabajo sin oponer reparo alguno. Pero una vez q u e pas ese da, a la siguiente maana, se presentaron temprano e n el palacio para solicitar audiencia al Rey. Keleje Kuto-les pregunt el motivo d e la visita: "Buen da sacerdotes, si mal no recuerdo, an no he solicitado su presencia en la corte, n o obstante,. expliquenme ahora quC los motiva a venir aqu". Del grupo se destac Afiosn, el brujo.de Azonwano, uno de los ms respetados e,influyentesde la ciudad, quien ledijo al Rey: "Soberano, ayer te presentaste eon numerosa tropa trataste de intimidar a las pobladores de tu reino, quienes acobardados obedekieron tus instrucciones y las d e este hombre extraro q u e te acompaa, quien les hizo 'creer que la deidad los castig por olvidarse de ti. Ahora venimos a recordarte que t fuiste el primero en incumplir,tus deberes, pues te negaste a ofrecer $u hijo en sacrificio, como los dioses determinaron, por el bien de

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las cosechas y la salud detu pueblo. Es este el deber q u e al paso de las se h a establecido". "iInsensatos! -le contest el Rey-, bien saben que desde un principio me opuse a tan inhumana costumbre''. Y ya iba a dar orden d e e c h a d o s cuando Orula se acerc a l y en voz baja te dijo: "Buen seor, si hasta ahora me escuchaste, no desprecies mi consejo, es mejor ganar fieles adeptos, antes que atemorizados sbditos, y solo con poltica se obtienen estas ventajas". Despus pidi permiso para hablar as: "Babalocha, If me inspira a decirle q u e todo l o que plante anteriormente es veidad, y ahora q u e el pueblo se purific esperemos varios das para que todos vean como Azonwano se retira d e este lugar, mejorando la salud de sus habitantes. Una vez q u e esto se logre podemos reunirnos nuevamente e n el palacio y tomar una determinacin en el aspecto que est pendiente an. Y para q u e n o me considere un intruso le dir que y o soy Orula, el ministro de If, que atravesando el Niger hice pactos de hermandad.con los ms poderosos dioses encarnados q u e e n esas tierras gobiernan, y si llegamos aqu con numerosa tropa fue porque Lanle, el guerrero, que es mi hermano de juramento, tales cosas reconoce y aprueba, pues l es soberano e n esta nacin, de la cual y o tambin me cotisidero hijo por las alianzas contradas". As habl Orula y lo aprob el b u e n Lanle y el Rey, quien d i o por terminada la repnin.
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Se s a c r i f i c a un carnero en lugar del Prncipe


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d asado s. varios das despus de. efectuarse los ritos puri ficatorios, las epidemias S& alejaron d e la zona, j hombres y mujeres recuperaron su salud, por lo que todas las maanas se congregaba numeroso gento frente al palacio para aclamar a l Rey, cada vez q u e ste se mostraba e n pblico. Le pedian perdn por el error cometido y le daban vivas a If y a Orula, d e quien ya tenan conocimiento, pues la misma soldadesca, al igiial q u e Elggu y sus seguidores, se encarg d e -regar muchsimas historias del buen sacerdote. Y cuando el Maestro consider llegado el momento, so-

licit al Rey una reunin con los babalochas de la ciudad para discutir el asunto de su hijo. Al presentarse stos en el palacio, Kejele Kuto les dirig estas palabras: - "Saludos sacerdotes, gloria tengan ustedes y las altsimas deidades adoradas por nuestro pueblo. Una vez que todos hemos recuperado la salud, el hermano Orula solicita esta reunin para dilucidar el fturo de mi hijo, que en estos momentos se encuentra oculto con su madre en un lugar que yo s61o conozco. Bien saben que desde que tome posicin del trono, cuando era joven an, me opuse resueltamente a tan inhumano rito, mas lleguemos a un acuerdo consultando a los dioses y buenos espritus que nos protegen y yo lo acatar si es por el bienestar d e la nacin". As dijo pises confiaba en Orula y el gran IfB, ya que el Maestro prometi ayudarlo. El sacerdote de h n w a n o , Afiosan, se adelant entonces para decir: "Soberano y dems personas que aqu se encuentran, escuchen mis palabras. Cuando yo era nilo mis abuelos practicaban el culto a Zaka, de acuerdo a las Iiturgias que a su vez aprendieron de sus antepasados, y, desde tiempos inrnemoriales fue aprobado sacrificar un joven o infante a la deidad, lo mismo que se hace ahora;y el orden de las cosas establecidas al paso de las generaciones no tiene porqu alterar-se. A falta de esclavo o sirviente para este prop6sito siempre se convino en someter a sorteo la posible vctima,sin excluir a los poderosos del reino,para que la igualdad de condiciones no creara malentendidos ni disgustos entre la gente. Si los dioses destinaron al prncipe para vctima expiatoria no veo razn que haga variar este designio". - Ante las razones expuestas por el brujo callaron todos, hasta que Orula habl de esta forma: "Sacerdotes y miembros de la corte, permtanme expresar mi opinin, que es la siguiente: yo vengo de un lejano pas donle existengrandes templos para a h r a r a las deidades, y en sus cmaras secretas, en papiros y pergaminos como ste -mostr un papel que desenrol16 a la vista de todos- hernOs detallado, mediante un lenguaje dibujado que se.llarnaescritura, l a historia de esa nacin desde q u e el gran If descendi6 a reinar en ella y unific las tribus y poblaciones, creando un poderoso imperio bajo s u culto. Una vez que la deidad desencarnara vinieron los dems aioses y hombres a gobernar, pero influenciados por las Entidades Malvolas desarrollaron su egolatra y vanidad, de forma tal que con su muerte &astraban a la tumba a sus esposas y sirvientes. Esto desmereci mucho
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ante los ojos de-lostres ~enefactores,*~uienes decidieron apl car el decreto de Oloddumafe, el cual dio fin a las dinastas de Faraones o Reyes del pas, y lo entregaron a manos extranjeras; fue as como se destruy el poderoso imperio". Orula tom un respiro antes de continuar, mientras la multitud le escuchaba con gran atencin: "An hay ms. En esos templos tambin se encuentran escritas las historias d e otras muchas naciones que antafo eran poderosas y por realizar las mismas prcticas inhumanas fueron destruidas. Conocemos la gloria del imperio griego, del romano y de otros que traan s u s invasiones del Asia sobre nuestras tierras, como los persas, mas, se desmoronaron cual torres de arena, una vez que se erigieroasobre la sangre d e numerosas victimas y tuvieron adems la osada d e que, sin tr ediar conflicto alguno, ejecutaron esos sacrificios en pocas d e paz, causando el enojo de los Dioses Benefactores, que tambin extinguieron sus imperios. "Por ltimo -dijo Orula-, he d e aclararles que as religiones que obvian esos procederes inicuos, son las que estn ensanchando sus dominios en grandes territorios al Norte d e esta nacin. As, pues, si se desea que los reinos arar prevalezcan, es hora d e pensar en c h i a r l o s procederes, de forma que no perdamos el amparo d e los dioses'? EL Maestro cal l despus del largo discurso. Se hizo silencio, hasta que habl Agboni, un buen sacerdote q u e admir a Orula desde el principio y apoyaba s u s ideas: "Magnnimo Rey, ilustres sacerdotes. Todo cuanto aqu se ha dicho tiene fundamento y peso, ya sea a favor o en contra d e la costumbre establecida. Pienso que Orula es nuestro aliado y gran conocedor de las cosas, y al venir de lejanas tierras sabe ms de la histqria de otras naciones, por lo que no debemos desdeiiar s u s consejos. No obstante, para no sembrar la discordia entre nosotros, ejecutemos un gran ritual invocatorio de forma que acudan numerosos espritus, que por estar en d imensiones ms abiertas tiene,n rhayor claridad sobre el pasado, presente y futuro d e la nacin. Ellos nos comunicarn cul es el camino correcto". As convinieron y se retiraron los sacerdotes --con Orula al frente- a un saln apartado, para invocar a los espritus de sus antepasados; y muchos de ellos acudieron. Vino Alalinyamo, quien aprob la propuesta d e Orula, Idena Borobosile, Egun Morilaye, Igbaiiele, Osokere, Kelague, el espritu blanco, Igbhya, Soyi, Oba Lele Egun, el poderoso Rey de los muertos, Belekn

Laye, el espritu que vive en el centro del rio y Aguejn, quien fuera en vida un sabio, compaero y aliado de If. Todooaprobaban el proceder de Orula. Por ltimo, descendi.Agam, quien ense a los hombres que los dioses se alimentan de la sangre d e los sacrificios; ya l era conocido por.Omla. Agam explic que el sacrificio humano n o era del agrado d e los dioses, y que ellos estaban a la espera de If e n esas tierras para recomendar que, e n lugar de la vctima humana, se ofreciera el camero, cuya sangre mojara las piedras y atributos del culto, y que este animal a partir de ese m o m e n t e sera el ms importante de todos los animales a sacrificar. Despus que se termin la consulta espiritual y se discutieron algunos puntos, todos se pusieron de acuerdo y salieron del local para dirigirse a! saln de audiencias, donde Keleje Kuto, Lanle y los dems esperaban con ansiedad. El primero en hablar fue Afiosan, el sacerdote de Azonwano: "Saludos soberano: es designio de If, de nuestros dioses y espritus de los antepasados, q u e en lugar del sacrificio humano, ofrendemos el carnero como animal expiatorio. Ellos recibirn su sangre a travs d e las piedras y atributos con beneplcito, de forma que sean atentos a nuestros ruegos, por el bien de la nacin". Todos aclamaron con alegra e! resultado de la reunin y el buen Rey dio la orden de pregonar por la ciudad-y sus alrededores este acontecimiento. Agradeci con emocin a Orula por haber salvado la vida d e s u hijo y de otros jvenes, q u e en el futuro hubiesen sufrido la misma suerte a causa de estas ceremonias inhumanas. Y este hecho se recogi e n el Libro Sagrado de If.

sin paradero
Despus de ejectar los sacrificios a Zaka mediante un esplndido ritual, los sacerdote,^ se retiraron -asus casas para dedicarse a las tareas ordinarias de los cultos. Lanle el guerrero parti, y llevaba un saludo de Omla para el gran Oluopopo, asi como la promesa de visitarlo pronto en su reino. Se mantenan en el palacio Orula con sus discipu los y Eleggu, retenidos por Keleje Kuto, quien les present con alegria a su esposa e hijo y les hrid't6das los honores y atenciones que estaban a su alcance. Llegado el mbmento d e partir se despidieron del Oba y su familia, d e los
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babalochas y d e la poblacin en general, que se golp en la puerta pfincipal d e l a ciudad aclamando a If y a los sacerdotes por la buena labor realizada. stos marcharon a travs dealaselva, sin dirigirse a un lugar especifico, sino ms bien a la aventura. Por el camino, Omla disertaba con l o s discpulos y con Eleggu,: d e quien contestaba s u s preguntas. "Maestro -le deca su pequefio amig* yo reconozco su sabidura, apoyo todo cuanto usted hace y no veo objecin en que se eliminen los sacrificios de parientes y amigos, pero los enemigos capturados en las guerras, por qu hemos de liberarlos tambin d e su ejecucin en el rito?" L e respondi Omla: " ~ e r m a n o es , cierto que los lazos afectivos son diferentes en ambos casos. Un familiar, aunque muera por un noble objetivo, es llorado por sus hijos, hermanos y padres, y es la madre, principalmente, quien le recuerda toda la vida con aoranza y tristeza. En el caso de un enemigo que ha invadido L a comarca en su afn de apropiarse de las riquezas obtenidas con sudor ajeno, su accin merece el odio y la repulsa d e tos ofendidos, - pero existen muchos tipos de castigos. Por ejemplo, pudiera quedar como esclavo en la ciudad que l ofendi, y a menos que represente un peligro real- no es necesario privarlo d e la vida. " ~ o r ~ el ue ser humano se diferencia de los animales en muchas cosas. En primer lugar, If lo coloc un peldao ms arriba q u e ste e n la escala de valores, ya que cada cuerpo tiene un espritu individual, a diferencia de los animales, que son cuidados por las Entidades Menores. "Recuerda que el ser humano fue obra de los Tres Benefactores, que le dieron el nivel de Rey en la creacin, mientras losanimales fueron producto del trabajo de las otras Deidades Mayores. "Pero la sangre, aunque tiene caracteristicas propias en cada especie, es similar en todas, y puede cumplir el mismo objetivo si proviene de un animal s a l v a n d o al hombre de la inmolacin-, como es el de impregnar con sus vibraciones los atributos de las deidades, complaciendo a stas". "Maestro -le dijo-Eleggu- he meditado que, tanto en el lejano Egipto cpmo en otras naciones, conocimos hombres, que bien por su raza, o por s u creencia religiosa, se consideraban superiores a los dems. Qu hayconeso?" "Esa -le explic Onila- es u n a de las tantas van-idades en que suelen incurrir los humanos. Es cierto q u e entre -lasrazas hay diferencias f i s i ~ a sy , quizs tambin psquicas, pero espiritualmente n o hay ningqna.
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Y mientras las razas se originaron por l o s distintos climas y condiciones


de desarrol1.0, dando lugar a hombres ms altos o ms bajos; d e piel oscu- . ra o clara; ms giles o menos,con todo y eso se mantienen en el mismo peldao de la escala de If. No hay diferencias-entrelos grupos humanos ante l o s Benefactores, mucho menos ante Olofin, el lejano creador.Y quien usa la fuerza escudndose en su raza o su religin para maltratar a los dems, slo est provocando s u cada del nivel en que se encuentra en la escala. Y los Benefactores, junto a Jewesn, tendrn en cuenta las iniqui-dades cometidas y les darn su justo castigo en vidas posteriores. Igual suceder al que se escuda en su fe, pues e n principio todas las religiones deben practicar el amor al prjimo. La que no acta asi es simple magia negra o fanatismo, no legitima fe". "Ylas deidades que venimos a encamar en la tierra, no somos superiores?" -pregunt Eleggu. "Si lo son -le contest Orula- por sus espritus y en muchas ocasiones por su fsico o inteligencia, pero vienen con misiones especiales a la tierra y son pocas en comparacin con la gran masa humana. Adems, aun siendo privilegiados en sus nacimientos,'sufren las vicisitudes de la vida comn: estn expuestas al dolor, al sufrimiento y a la muerte como cualquier otG". En estas conversaciones, en las cuales Orula expresaba conoci m ien tos que muy pocas personas dominaban en esa poca, transcurra el viaje, hasta que arribaron al territorio de Babal Ay y se dirigieron a s u palacio. Lo q u e all sucedi ya fue escrito en trminos generales en otra parte de la obra y consta e n el Libro Sagrado de If. -

Oluopopo
Una vez terminada su misin en el reino de Babal Ay, el grupo d e sacerdotes parti dellugar guiados por Eleggu. Pasaron por espacios q u e se abran bajo frondosos rboles, donde miradas de aves alegraban el entorno con sus cantos, y monos de larga cola entretenan con s u s travesuras, colgados y balancendose entre ramas y lianas. Los hombres se admiralSan del colorido y alegria d e la naturaleza en el lugar. ;-En la noche;-iluminados por la fogata que Akampala y Alari al imentaban con; ramas secas, escucharon los mltiples ruidos de insectos, y de

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pequeos o grandes animales en su lucha por la subsistencia. Y pese a encontrarse en un pas extrao, muy lejos de sus montonos templos de . Egipto, el grupo de iniciados no senta temor a los peligros que, m8s alld d e la luz producida porel fuego del campamento, podan acecharlos, pues la inspiracin de If les hencha el pecho d e valor y fe, y reconocan como fructfera la labor real izada hasta el momento. As, d e jornada en jornada, arribaron a la ciudad fortificada q u e serva d e base de gobierno a Oluopopo, la deidad que encarnara en esa tierra para bien de sus habitantes. Llegaron una buena mafiana al lugar y pidieron audiencia al Rey; ste los recibi en el saln del palacio. El monarca era un hombre cuyo vigor ya comenzaba a declinar con la edad, pero en beneficio de su experiencia y sabidura ante la vida. El Rey, al ver a los sacerdotes desde su trono, les dirigi estas palabras: "Mis saludos, buenas personas, adelntense para observarlos mejor y conversar sobre el objetivo de s u viaje por estas tierras, aunque ya conozco mucho d e ustedes por mediacin d e mis hijos". En efecto, all se encontraban, adems del grupo de ancianos consejeros: Lanle, el hermano de p c t o de Omla; Adetolu y Olugbago, quienes ejercan como sacerdotes en el reino y eran conocidos por el Maestro; Alosn, lbako y varios ms. Avanzaron los sacerdotes de If y Orula se dirigi al Rey as: "La gloria sea con usted, ilustre Oluopopcr. Yo tambin he odo muchas historias referentes a su sabidura e n el gobierno d e este noble y valeroso pueblo, y reconozco ahora que no e n vano las deidades gobiernan y superan a los hombres cuando su trabajo as - por el bien d e la nacin". Luego bes la mano del anciano y fue imitado por sus discpulos y el pequefo Eleggu. Terminada la ceremonia protocolar fueron todos a saludar a Lanle y dems amigos que all se encontraban. ~epakieron ese dia con el Rey y familiares en su palacio, donde tuvieron conocimiento de la guerra mgico-espiritual que ste sostena con durunfinda u Osain- por el control de la naturaleza. El gobernante le explicaba al Maestro: "Distinguido seiior: yo reencarn en esta tierra y tuve muchos hijos - d e i d a d e s t a m b i e para beneficio d e la regin. Reparti las ciudades y hermosos valles circundantes, .donde despus de grandes esfuerzos comenzamos a obtener los mitos merecidos. No fuimos parcos en elogios y

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sacrificios a los dioses del espacio, pues nosotros tenemos la misma procedencia y categora, mas Aroni - e l hijo deGurunfinda- se apareci un buen da en uno d e nuestros dominios para exigir preferencias en los rituales a su padre; esto no fue bien entendido y por este motivo se origirio una fuerte discusin. Uno de mis hijos, Orifusi j - o v e n e irreflexivo como el otr*, se fue a las manos con el visitante. Y o logr impedir que-esto sucediera y reprendi duramente a mi hijo por su actitud y le expliqu a Aroni nuestras razones. "Pero Aroni, que es terco en demasa, fue a-quejarsea su padre por lo sucedido. Despus supe d e la guerra que tuvieron con Chang, donde ste, an encarnado, se excedi en el uso d e sus poderes; pero ya esto es historia Gonocida por usted. "Pasado el tiempo, el valle donde reinaba Orifusi empez a sufrir cambios notables: los cultivos y la hermosa floresta perdieron lozana, y con gran alarma, al paso d e pocas lunas, se convirti en un pramo de tierra cuarteada por la sequa. "La gente, aterrorizada por los fantasmas o duendes que en las noches se les aparecan, comenz a mudarse d e la zona y qued mi hijo sin sbditos; enloqueci de dolor, y recibi el mote de Oluoshiwishi, o sea, Rey sin corona. "Cuando envi hombres en su bsqueda no dieron con su paradero. Ahora temo por su vida y no dudo que se haya pri\.ado de. ella en un arrebato. "Mientras tanto, los sacerdotes me auguran cosas malas y no cejamos un da d e realizar exorcismos contra la maldicin de Osain, y slo gracias a nuestro poder espiritual y conocirniekto d e la magia logramos detenerla". "Ante la explicacin del Rey, Orula qued pensativo, pero recibi - y as le dijo: inspiracin d e 1 LL Buen Oluopo,po,-las ceremonias #paraneutralizar d e esta forma los poderes del dios Osain surten efectos temporales, con gran costo d e tiempo y recursos. Debemos hacer sinbdernora un ritual dirigido a 61 directamente, no con Animo de guerrear sino buscando su alianza y ayuda. Porque no podemos olvidar que los vigilantes de la creacin le otorgaton el reino vegetal desde un principio y, por lo tanto, debemos respetar lo estAblecido". ;El-Wberanoestuvo de acuerdo w n el consejo del Maestro y dispuso . . todo pa3a:la maiana siguiente.
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Despus de pernoctar en una d e las muchas habitaciones del palacio, tan pronto comenz el Astro Rey-aclarear el horizonte, los sacerdotes se levantaron para efectuar sus abluciones matutinas, as como la acostumbrada rogativa a Olorun. Cuando terminaron partieron con los principales sacerdotes de la ciudad hacia las afueras, donde comenzaba la selvaAll, sobre la hierba verde, sacrificaron chivos, jicoteas y varias aves, mientras entonaban-cantosen honor al Dios d e la Vegetacin. Como Orula sabia que Osain en ese momento estaba encarnado, se dirigi primero a los espritus de los bosques, d e esta forma: "Buenas entidades que en las malezas habitan, vayan y digan a su Rey que est en nuestro nimo ofrecerle un esplndido ritual, para aplacar su enojo contra los pobladores de esta tierra, que stos le agasajan y respetan, como e s debido, por sus mritos al frente del reino vegetal. Pero si hubieran hecho algo incorrecto en su contra, les suplican perdn y les pid-enaclaracin sobre lo que deben hacer para que ste sea efectivo. Transmtanle adems que Orula, su hermano de pacto, participa en esta ceremonia, condolido por el futuro incierto del pueblo". Al rezo acudieron numerosos espritus de las maniguas, que despus de alimentarse con los sacrificios realizados, marcharon a la zona donde Osain se encontraba encarnado, para informarle lo acontecido. Mientras hacan tal cosa, los sacerdotes continuaban los cantos y alabanzas al Dios de la Vegetacin. Al caer la tarde se materializ ante ellos el espritu de Nege, un aliado de Osain, quien les dijo: "La gloria sea con ustedes, sacerdotes. El gran Qsain est de acuerdo en aplacar su enojo contra el pueblo Popo, y aclara que ste comenz cuando d e manera irreflexiva, y sin su consentimiento, Orifusi incendi los bosques donde vivian los rboles sagrados, arras la maleza y se asent en aquel valle motivo de discordia, sin solicitar licencia d e su regtimo dweo. M a s como s u hermano Orula ha intercedido a favor de los pobladores, noser sordo a sus ruegos; considera, adems, que ya es suficiente con.el castigo infligido. Queda pendiente la cuestin entre Orifusi y Aroni, que el hermano Orula podr resolver, pues se trata d e un asunto local. Ahora marchen.en paz, que ya saben la respuesta de nuestro Dios". . : . !Despusd e hablar desapareci, y los sacerdotes~regresarori contentos 3 la ciudad con la buena nueva.
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Una vez en presencia del Rey le expusieron el resultado d e la ceremonia, con,graqalegra del colectivo y del gran Oluopopo, quien .exclam: "Es realmente grande el poder de If cuando su ministro I o p aplacar la ira de una deidad tan poderosa e n tan breve tiempo. Si mi hijo Orifusi se encontrara aqu seria mi felicidad completa". Termin de hablar entristecido, pero Omia recibi la inspiracin de If y le conteL: "Magnnimo Rey. N o pasar ms d e una luna sin que tengas noticias gratas de tu hijo; Ahora le pido nos permitan salir d e la ciudad maiana temprano, pues tengo el presentimiento de que daremos con su paradero". "Si es as -le dijo el Rey-, preparar una escolta adecuada como seguridad para ustedes". "Generoso Oluopopo -le contest Orula-, permtame declinar s u oferta sin ofenderlo; es menester que vayamos solos con Eleggu -el conocedor de los caminos-, no sea q u e Aroni se ofend a si ve a alguno d e los nativos del lugar acompaiindonos y se niegue a atendernos". El soberano estuvo de acuerdo con la decisin del Maestro y tras la cena se retiraron todos a descansar. A la maana siguiente partieron los sacerdotes con Eleggu al frente. Se dirigieron al interior de la selva en busca de Aroni; saban que seria dificil encontrarlo, ya q u e tras la guerra con Chang, al quedar mutilado, se ocultaba de todos. Y Eleggu, que conoca estos detalles, le dijo a Onila: "Maestro, permtame adelantar al grupo para conversar c o n los rboles y animales, a ver s i d e esta forma -localizamos al Dios encarnado".

Los s a ~ k r h o t e s se quedaron a l a espera del pequeo amigo q u e avanz hacia larespesura; hizo s u indagadin -mediante :silvidos y siseos- con los pajarillas, animales y -rboles, qu le dieron la sig u iente resp<iesta: "Hemanito, tenernos.prohibido decir donde est nuestro seor:Quien iinico pudiera hacerlo es el hermoso Ako Eiye, q u e por estar a la cabeza del reino.de la brujera puede actuar como desee:..Pzrra-encontrarla debes avanzar hacia el poniente y al salir d e la selva vers una elevacin donde
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vive Iroko 1 rbol s a g r a d o - apartado d e todos. All, entre sus ramas, hace su nido. Puede q u e l te ayude". Puesto al tanto d e la situacin, el grupo d e sacerdotes se maravill una vez ms de las habilidades d e Eleggu y continuaron la marcha. Al segundo da salieron a un claro donde se destacaba majes,tuosamente Iroko, el rbol sagrado. All se ocultaron a la espera de q u e el pjaro se presentara; ya al atardecer lo vieron posarse en una rama. Entonces el pequeo explorador avanz: trat de n o hacer ruidos y movimientos innecesarios, y cuando estuvo relativamente cerca le silv una tonada e n que le explicaba lo siguiente: "Hermoso Ako Eiye, tu belleza no tiene comparacin e n toda la selva. T u plumaje brilla con teflejos muiticolores, tu canto e s inigualablemente delicioso, tu poder es respetado por la condicin de Rey q u e Olorun te otorg". Halagado por tantos elogios, el pjaro le contest d e la misma forma: "Saludos pequeo Eleggu, eres hbil para ganar amistades, considrame as y dime q u puedo hacer para merecer tal cosa". Y Eleggu le dijo: "Vena por estos lugares y se me ocurri saludar a Aroni, al q u e hace mucho tiempo no veo, pero n o e s fcil encontrar a este Dios, que se esconde de todos. C o m o y o lo admiro, y e s mi pariente, d e s e o besar s u mano". "Continua el camino -le e x p l i c el ave- hacia el poniente y Ilegars a unos cijmulos depiedra, bajo u n o s rboles. Alt suele encontrarse. N o le demuestres temor por su aspecto tenebroso, ms bien avanza hacia l y rndele el homenaje merecido por su condicin d e Dios encarnado". Antes d e retirarse, Eleggu le dijo: "~uchas gracias, bello seor, es mi deseo q u e el fulgor d e tu plumaje se rnaqtenga indefinidamente con el paso d e las estaciones, y que sus hijos sean como usted". Y se despidieron uno del otro. Eleggu march a reunirse con los sacerdotes, quienes asombrados le observaran y continuaron viaje por la ruta sealada. Al cabo del tiempo, arribaron a l lugar y quedaron a la espera d e Aroiii; estaban uii poco n e S i o s o s por las cosas q u e d e l haban escuchado,

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Una vez que llegaron al cmulo d e piedras bajo los rboles, prepararon el campamento; Akarnpala y Alari encendieron un pequeo fuego para asar varios trozos d e ame y carnes saladas, mientras esperaban al habitante del lugar. Cuando consuman la cena, y estabansentados en el suelo, fueron sorprendidos por una voz que a s les dijo desde cierta distancia: "Quin es el osado q u e invadi mi territori? Cuando descargue mi garrote en sus espaldas correr arrepentido y nunca ms volver por aqu". Ante las intempestivas palabras, los miembros del grupo se pusieron a de pie y Orula dijo primero que todos: "Que la gloria le acompae siempre, poderosa deidad. N o estuvo en nuestro nimo ofenderlo, sino mas bien rendirle un homenaje merecido, ya que vamos en cumplimiento de una misin y el azar nos trajo a su propiedad". Al acercarse Aroni y distinguir mejor al grupo d e sacerdotes y a Eleggua, calm un poco su enojo y se dirigi al Maestro as: "Orula, he odo algunas cosas d e usted y reconozco que posee grandes virtudes, mas no me interesan los homenajes de los hombres, sino vivir en la tranquilidad de mis parajes". Despus de hablar sali de la manigua y se coloc en un sitio desprovisto de malezas, con nimo de infundirle temor al grupo con s u presencia. En efecto, la imagen que ofreca no era para menos: sobre sus espaldas se abra una enorme piel de perro, cuya cola le colgaba detrs. La cabeza del animal descansaba sobre s u propia cabeza, con-la boca abierta y los colmillos amenazantes. Le faltaba una pierna, por lo que se apoyaba en un grueso'bastn, mientras la cara y el cuerpo estaban quemados o chamuscada en su totalidad. Pero esto no arredr a Orula, quien avanz decididamente hasta ~ o l & a r s ef r e n k a l. Le-expres,tras una ligera, inclinaci6n: "Podetosa deidad. Las ~ n t i d a d e s Superiorek cuando encarnan en l a tierra cumpien los planes del gran Olofin, y, a pesar de sus sufririiientos humanos, la espiritualidad que poseen siempre queda por encima del coniu"h.delas gentes. As, pues, le reitero mi homenaje". Despus de hablar se mantuvo erguido y miraba tijarnente a s u s ojos. Cuando Aroni vio s u proceder cambi el rostro, esboz una ligera sonrisa, mientras deca:
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"As sea entonces, Maestro. Terminen su cena tranquilamente y ms farde conversaremos con calma". Se retir del lugar hasta cierta distancia, donde recostado a una piedra se puso a dormitar. Al cabo de un tiempo se acerc nuevamente al grupo y se sent a pocos pasos; le pregunt a Orula el motivo de su viaje. El Maestro le explic: "Gran Aroni, hace poco llegamos al reino d e Oluopopo y nos enteramos del altercado que usted tuvo con Orifusi y del castigo q u e sufri el muchacho por su inexperiencia y arrogancia, ya que se atrevi a desmontar un valle para establecerse con s u gente, y 110 pidi licencia a las deidades d e los bosques para talar los rboles sagrados, lo q u e atrajo la clera d e Osain y de usted mismo. Al fracasar e n su empeo enloqueci y no se conoce s u paradero. Mientras, los sacerdotes, hicimos un magnfico ritual, con lo que logramos aplacar la ira del Dios de la Vegetacin, pero nos dej la tarea d e encontrar a Orifusi y reconciliarlo con usted, al considerar este problema de indole local. As es que andamos buscando al joven y solicitamos ahora s u benevolencia para cumplir el cometido':. Muy serio, Arom le contest: "Maestro, yo tambin fui un jovenzuelo atrevido, que por auxiliar a Osain, mi padrino, en su guerra contra Chang, qued en este maltrecho estado, pues n o consider el muy indolente nuestra procedencia divina. As regres a mis dominios amargado y maldicindolo, pero yo s que su final no ser muy feliz, y a pesar de s u poder y gloria llegar el momento en que se ver desvalido y solo, y terminar tristemente s u s das e n la tierra; pero por ahora goza de buena salud y fama, mientras yo me escondo de la gente. De la misma forma, Orifusi cumple sii castigo, pues una entidad se posesion d e su mente, y dudo que apesar de la sabidura que usted tiene pueda salvarlo, pero si esto lograra se ganar mi admiracin y alianza". "Gran Aroni -le dijo Orula-, denos suliceneia para registrar la selva hasta encontrarlo y si logramos curarle,~l en persona vendr arrepentido a solicitar su perdn. Cuandollegue ese momento sea generoso, para que la leyenda de s u s cualidades n o quede-olvidada por ' los hombres". . . - E l Dios n o puso reparo a la peticin de Orula y convinieron en encontrarse en ese mismo lugar si el Maestro lograbaisu objetivo.
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Esa noche pernoctaron e n el campamento, y a la maana siguiente, luego de efectuar s u rogativ,a a Olorun, avanzaron por la selva en busca del muchacho.

OluoshMshi,

el Rey sin corona

Ya lejos del lugar, Eleggu se volvi a adelantar al grupo para conversar con las aves y as indagar por el paradero del joven. Le informaron q u e ste viva como un salvaje: le faltaba la inteligencia debido a su locura, hablaba fiases incoherentes, y sola visitar las fuentes cercanas por las maanas para aplacar s u sed; pero si senta el menor ruido se asustaba y huia entre la maleza, por lo que sera muy dificil capturarlo. Se dirigieron entonces hacia el tugar indicado; planificaron la forma en que l o apresaran y determinaron hacerle una emboscada a ambos lados del camino: cuando pasara por all saltarian gilmente sobre l y le impediran escapar. = Al da siguiente, mucho antes del amanecer, se escondieron donde acordaron, bien resguardados entre el espeso follaje, sn hacer el menor ruido. As permanecieron un buen rato hasta que sali el Sol; por el camino vena Orifusi, y con rapidez los miembros del grupo saltaron sobre l; le sujetaron con fuerza antes d e que pudiera huir. Despus d e atarlo firmemente, Carula pudo observarlo mejor. Estaba famlico, con s u pelo engrifado y sucio por el polvo y otros materiales que all se enredaron. Andaba casi desnudo, con s u s ojos perdidos, y e n lugar de hablar gorgoteaba sin coherencia a1gun.a. Fue conducido hasta las fuentes, donde los sirvient&'del Maestro lo acicalaron e n las aguas y luego 1.e pusieron vestiduras limpias y calzado.Despus le dieron a ingerir algunos bocados-quebmasticcon avidez; al final qued adormecido con un brebaje que le sum'inistr,el Maestro. Ms tafde se sentaron los sacerdotes a deliberar; consideraban que, dada la locura del joven, lo:rns conveniente era desandar el camino hasta .(legar al pie de Iroko, el rbol sagrado, y all efectuar una ceremonia mgico-religiosa; esperaban que las nobles deidades d e los bosques les ayudaran e n la tarea de-devolverlela razn.

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Tan pronto como Orifusi despert, partieron sin ms dilacin. Le liberaron las piernas para que pudiera caminar; con las manos atadas lo condujeron con una soga, y l se dejaba guiar como un cachorro que sigue a s u amo. Despus de varios das de camino llegaron una maana al lugar donde se ergua el magnfico rbol, al cual Orula le dirigi estas palabras: "Majestuoso skiior que sobre los arbustos prevaleces, sombra fresca de los que huyen del ardiente Sol. Refugio seguro d e Ako Eiye y dems aves.. En tus ramas reposan las deidades de la naturaleza, en ti todos buscan amparo, porque das fortaleza y seguridad. Glorioso rbol, escucha este ruego: perdona al que por ignorancia te ofendi. Aydanos en su curacin y l ser fiel devoto de tu gran poder y belleza incomparable". Entonces dio la orden de colocar a Orifusi bajo la sonibra del rbol, de espaldas a ste. Luego de desnudarlo le cubrieron el cuerpo con signos y marcas secretas, hechas con polvo blanco de la piedra de Menfis, mientras los siivientes cavaban un hoyo a sus espaldas. Llegados a este punto cogieron varias aves que Eleggu apresara por el camino y con ellas hicieron una I t-mpieza ritual al muchacho; con posterioridad las sacrificaron y - rociaron &n su sangre la cabeza de ste, y tambin vertieron un poco e n el hueco, e n el cual enterraron las aves. Por iiltimo, tomaronamagallina de guinea que an quedaba viva y la presentaron en la frente del muchacho, y el Maestro pronunci varias frases secretas. Al terminar, la lanz hacia la manigua y e l ave sali huyendo despavorida, mientras Orifusi se desmayaba en brazos de los dems sacerdotes. * Lo desataron y lo vistieron adecuadamente y le permitieron descansar cuanto quisiera. Cuando la tarde comenz a declinar se despert bruscamente, y mientras se sacuda del embotamiento dijo: "i Madre ma! Siento mi cuerpo dolorido y dbil, y la mente agitada por una mhttud d e pensaniientos extiaos, m i s dnde estoy?" ' M ir6 un poco asustado al grupo-de'sacerdotesextranjeros, y al ver a Eleggua exclam asombrado: "iHtiinano!, cmo estoy en este lugar con personas extraas y a ti. - . no te v i v i legar?" Y pasaba de un asokbro a otro al verse con aquella ropa desconocida, mientras Orula y sus discpulos.sonrean dulcemente, por lo q u e decidieron contrselo todo de una vez, y ponerlo al tanto de la situacin.
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Luego que Eleggu le explicara lo ocurrido al detalle, se adelant Orifusi y se arrodill frente a Orula, y le dijo con emocin: " ~ . a & t r o ,agradecido y o estar siempre por s u nobleza a l curar mi locura, le aseguro que la irreverencia que hice con las deidades de los bosques no se repetir6 jamas en mi vida, pero fue.mi desconocimiento juvenil, unido al afhn de lograr el xito del pueblo -puesto bajo mi tutela- lo que me I lev a cometer semejante imprudencia". Y el Maestro le contest: "Orifusi, las mismas deidades que te castigaron por tu falta ahora te perdorian. As, pues, dirgete a Iroko y agradecele su bondad por proporcionar tu curacin". Asi~lo'him el joven, quien march al pie del rbol sagrado con Igrimas t n los ojos. Ese dfa pernoctaron cerca del lugar, y decidieron volver a regresar, por consejo del Maestro, hasta el refugio de Aroni, y as lograr la reconciliacin de Orifusi con el Dios. Al segundo da de marcha arribaron al pedregoso lugar, donde ya el Dios los esperaba; ste estaba al tanto de los sucess por medio de s u s auxiliares espirituales. Al destacarse la figura de Aroni, Orifusi avanz resueltamente, se adelant al gmpo y puso -ya frente a l- una rodilla en tierra, mientras con los .brazos abiertos le dijo: " L q gloria sea con usted, poderosa deidad. Vengo a suplicar s u perdn, luego d e sufrir un merecido castigo por mi imprudencia, ya q u e n o se deben violentar lo5 dominios ajenos, como yo lo hice". Y Aroni le contest: "Levntate valiente joven. En honor a tu venerable padre, al noble Onila y a ti mismo, yo te eximo de la sancin impuesta, pues reconozco que e1 exceso de celo por tu pueblo,. unido a tu ardor juvenil, te llev6 a cometer esa Gita por a que fuiste.castigado. Mas ahora regresa a tu hogar y recornienk tu'vida". &spues, se estrecharon en un abrazo, ante el aplauso-ylas exclamaciones generales. Cuando faltaban varios dias para q u e se cumpliera el trmino fijado por Orula, ste regres con s u grupo al reino d e Qluopopo: entr por la puerta principal de la ciudad, entre los gritos de alegra y jbilo popular.
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Kukoe, el pas o' tierra

de la muerte

Una vez de regreso al palacio del Rey, Orula y sus discpulos fueron agaSajados; se celebr una fiesta nacional en su honor, y por el regreso de Orifusi, el hijo ms pequeo d e Oluopopo. Los sacerdotes, sentados en esterillas, compartan alegremente con la familia del Rey; Orula les contaba diversas ancdotas sucedidas en su peregrinacin. Al or sus historias exclamaba Orifusi: "Maestro, usted no es babalocha, usted es babalawo!" Lo que significa "Padre del Saber" o "Padre Sabio", como e s conocido por los entendidos en la materia. Oluopopo tambin les obsequi ropas blancas y nuevas, para reponer los viejos trajes, ya maltrechos por el uso, lo q u e llen d e contento a los sacerdotes. Antes d e que stos partieran, Oluoshiwishi les manifest su deseo d e unirse al grupo, a ver q u le deparaba el destino. El Maestro consult s u orculo para aconsejarse en el rumbo a tomar; en el signo obtenido interpret que deban ascender a lo larg5 del ro Couffo, e internarse en las tierras Fon y Magino, y despus d e s a incursin regresar a los reinos fundados por Oduduwa. Partieron entonces en unin de Orifusi, quien se despidi de su padre con lgrimas en los ojos, por lo q u e Orula le dijo al buen Rey: "Soberano, no temas por la vida de tu hijo, q u e If me inspira al decirte que pronto tendrs agradables noticias d e l". Avanzaron por los terrenos labrados, q u e alrededor d e la ciudad mantenan los campesinos con su esfuerzo y sudor, y se adentraron e n la selva para encontrar la corriente del Couffo. Ascendieron por sus mrgenes durante varias jornadas y llegaron a su nacimiento. Una vez que se despidieron de las deidades q u e e n l habitaban, continuaron la marcha hasta salir de la selva, a los espacios abiertos, Al subir una colina vieron frente a ellos una desierta extensin d e territoria.que llegaba hasta cerca del horizonte. En s u lmite se divisaba con dificultad, a lo lejos, otras elevaciones, donde creca nuevamente la hierba o vegetacin. Decidieron atravesar el pramo; esto les llevara varios dias de marcha, por lo q u e se abastecieron' d e suficiente agua. Hicieron s u primera
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jornada bajo un Sol abrasador; el aire levantaba remolinos d e polvo q u e impregnaban sus ropas y rostros, y dificultaban la visin. Al cae; i a tarde, armaron su campamento en medio de aquella desolacin, que sobrecogia d e temor a Akarnpala y a Alari -algo tmidos y muy superst iciosoc-, quienes aconsejaban al Maestro salir lo antes posible de la zona. Al anochecer, luego d e cenar, mientras conversaban apaciblemente, comenzaron a sentir zumbidos y siseos de procedencia desconocida, que causaban erizamientos constantes e n los buenos sirvientes y tambin e n el resto del grupo, por 10 que Orifusi, tras respirar profundamente se arm de valor y se levant, espada e n mano, para alejarse algo del lugar e n q u e arda la fogata.Jncrep de esta forma a la oscuridad: "Quien nos molesta con sus ruidos q u e se adelante para poder observarlos, pues ni y o ni mis amigos tenemos miedo d e enemigo alguno. Y si provienen estas seales d e seres que habitan e n otras dimensiones, q u e se muestren claramente expresando sus deseos,y le rendiremos el homenaje debido, si de eso se trata, Mas, si vienen a molestarnos, sepan todos que mi padre es el gran Oluopopo, Rey y brujo por naturaleza, al igual q u e todos s u s hijos, por lo que n o tememos combatirlos". U n a vez dicho esto y al ver q u e no habia respuesta regres el joven junto al grupo, q u e por orden de Orula le habia dejado hacer. Pero al poco rato, en la semioscuridad, a cierta distancia del fuego nocturno, se rnaterializaron los espritus malignos d e Ologbumule, el q u e viaja por el camino; Ologbunmosa, el que vuela y Ologbumarepa, el q u e mata; hicieron contorsiones y gesticularon, en su afn d e amedrentar a los miembros del EYF'oAl ver que s e trataba d e seres poderosos y malvados, Orula n o permiti q u e los dems hablaran; l se puso d e pie y se dirigi a los espectros d e esta forma: "Entidades d e la penumbra, n o traten d e intimidarnos con s u s aspavientos y aspedto srdido, q u e yo he luchado con otras ms grandes que ustedes, confiado e n If el Benecactor, q u e es superior a cualquier a m o q u e les ordene estas escenas bufonescas?'. 'Wuestto a m o no nos ordena" d i j o uno d e los espectros. 'Wuestro amo nos deja actuar libremente" d i j o el segundo. "Venimos a reinos de ustedes -habl el tercerque se han internado.en Kukoe, el pas d e la muerte, d e donde n o sale con vida ningn morta17qelo visite, ya que KoleMosha, el dragn, devora a todo ser que
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