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AMBROSÌA ONOMATOPEYA

A MIS CÒMPLICES LITERARIAS


GRISELL, LILIAN, MARY LUZ, RAQUEL, LAURA, ANDREA, GEMA, ALICIA,
BRINDISI, ATODONO, ESTHER, YIRA, CARMEN, ISA, INSPIRADA, GLORIA CECILIA,
PATRICIA INÈS, DANROO, LOURDES, NORMA DEL RISCO, ALEJANDRA, PAMELA Y TODO MI
APRECIADO GRUPO DE SIN CENSURARTE… ASI ME LAS CENSUREN…

Eres la ambrosía de los giros de mis versos. La musa de los desencantos que
canto, cuan cuerdas sin guitarra. Mujer de hilos dorados, de mirada
ingenua y fatal. Camino de luz vagabunda y destino descalzo. Brotan
muertas las ilusiones de las lágrimas de los ríos. El desencanto es la
tristeza de una historia, que se marchitó desde antes de conocer la vida.

El calor tibio de las cenizas de tu agonía amorosa, calienta la gelidez de las


huellas de los aromas de mis desencantos. Una vez más, despertamos
abrazados a los maderos del naufragio. Ya no escribimos sobre las
páginas en blanco de nuestros diarios: simplemente vivimos y nos
dejamos arrastrar, cual suspiros de espumas.

Sin ti, mi vida es un carrusel sin sentido ni estrellas; así opinen los que nos
censuran: que eres un avechucho de mal agüero. Mi vida ha sido, lo que
tenía que ser, por haberlo escrito el azar, desde antes de dar un primer
paso. Te conocí por voluntad del destino, así como he tropezado con
rosas, con el viento, con ilusiones, con barro, mierda y murtes. He
encadenado mis recuerdos con versos eslabonadores. La forja ha puesto
el fuego y tú, el aroma de tu piel para embriagar al imaginario de los
versos.

Tú y yo, solos nos abrazamos frente a la oscuridad del destino. Desnudos


compartimos el calor de nuestros sentimientos y la demencia de los
sueños sin riendas. Soy el escribano de los versos de tu sombra, la que
me persigue y me desvela, más que el sopor de un infernal verano. Nadie
escucha ni comprende, la razón de los gritos desesperados de mi alma.
Por culpa de los sones de mis versos ¡Nadie se imagina el infierno que
vive mi sangre por dentro! ¡La tristeza se ha convertido en una horrible
costumbre de mal agüero! ¡Lloro cuando me deprimen tus recuerdos!

Eres la ilusión que brotó del eclipse total, entre el Sol y la Luna. Eres
sarcástica como las quimeras, a las que se aferra el éxtasis. Cabalgas
como una amazona, los vientos huracanados del orgasmo y te percibo
enamorada, por las chispas diamantinas de tu mirada y el brillo ígneo que
transpira tu piel, como un efluvio de la ansiedad de la floresta.

Por el sabor de tus besos, no me puedes negar que estas ahí. Relato el amor
cogitabundo que me paraliza cuando te contemplo desnuda. ¡Hermosa
cariátide que soporta: todas mis tristezas y alucinacinadoras
obnulaciones! ¡Bésame! Con la pasión carmín de las donnas ¡lamentado!
¡A veces vivo con la fogosidad del ímpetu desolado, por culpa de tu
indiferencia asesina!

No des ni un paso más hacia el olvido ni hacia el acantilado, en donde termina


el camino. Me cansé de decirte lo que pienso en mis versos y de hacerme
daño, ignorando las huellas de tus desprecios. ¡Levantémonos para
enfrentar, el medio día de nuestras vidas! Mirando hacia el horizonte.
Ignoremos las sombras que nos hacen daño, peor que los conjuros.
Hechicémonos con la magia blanca del amor y purifiquémonos, con el
fuego sacramental e intimista de nuestros holocaustos.

Como los augurios de las avechuchas del Jardín de las Ninfas, el actuar de la
celestina heredó las artimañas de las perdidas. Es absurda la concepción
lameculos que tiene de la vida y es horrible la antología de recuerdos que
heredaron, caros, murtes, pastranas, gavirias, garavitos, marulandas,
Rodríguez, escobares, santofimios, urreas, badlissi, mendez, ruedas,
boteros y cientos de engendros, por culpa de la salvaje e insaciable sed
de uno de sus miembros. El corazón del poeta entretiene con su creación,
bellos mamotretos de aliento largo.

He aprendido del aliento equilibrado de la música, la parquedad de la


elocuencia. Examino la magia de las líneas de la vida y la soledad de los
escándalos que destruyen con su superficialidad a los destellos de los
elegidos, para que no ramifiquen cual árboles, el ritmo y significado de
sus poemas. La idea del yo me abandona o muere, cuando siente el
cuerno de la espada dentro de las vísceras. Me recompensa el tiempo que
se jacta, del privarme de los pensamientos absolutos. Pienso con la
lucidez de las máscaras y la sintaxis del discurso transformador.

El ritmo de los sueños en verso, deben ser formas claras y definitivas para
que funcione el concepto. No podemos reducir a simples objetos, a los
pensamientos de nuestros sentimientos, parafraseando cuando luchamos
internamente con las ideologías abstractas de la realidad. Existe un
lenguaje desesperante e irreflexivo, que es poco congruente con el
devenir humano. Somos los eternos ignorados y olvidados, por el mundo
intelectual prostituido y profesionalizado. Ignoro a la misteriosa fuerza de
las derrotas y de las evasiones que se cantan en los sueños. Las cárceles
del pueblo son anónimas como el barro que corre de abajo hacia arriba,
pero nadie ve ni escucha nada, es como si el miedo se hubiese
juramentado en la Costa Nostra y la sociedad se sintiera orgullosa de ser
tratada como una puta decente.

El dolor golpea con sus sonrisas a mi nostalgia, como el último recurso de una
bomba de tiempo o mecha lenta. Me han censurado por haberle tocado el
culo a la muerte y seducido a un ángel gabrielito. Me he acuartelado por
sentirme sucio como los coroneles, de las mágicas desapariciones. No soy
un poeta surrealista, simplemente escribo para no mendigarle al tiempo,
oportunidades. Ahora entiendo la sucia labor de la muerte y su
obstinación con la limpieza social. Dicen que si abro la boca, me toca o
simplemente me gano el premio mayor, como quién toma el último bus
de la noche. El candor embalurdado y anémico, represa desesperado al
secuestrado en el rincón de una oscura esperanza. De mi azarosa
existencia aprendí, a no escarbarme con la ironía del enemigo. Les
hincharé las pelotas con la sonrisa amarga del balbuceo solitario y
delatador, que desenmascarará su sosiego.

La memoria parpadeó con los silencios de los aletargados fonemas. Quiero


beberte como loco, con el ardor de la noche y el sigilo de los gritos de los
poros lujuriosos y anhelantes, como las alambradas que protegen a los
remansos de las locuras. El fuego de mis noches arrastra frío y soledad,
con la alegría de su pesadilla. El rescoldo de mi tristeza, ata a mi alma
con un ancla, a las raíces de las pesadillas del absurdo holocausto.

Las campanas del pudor penetran como la alegría de la luz del viento, los
laberintos secretos de mi pasado. El sueño acompasado de la sangre, con
la lucidez de las entrañas nos conduce, hacia la lujuria de su avaricia
indolente y esa lenta muerte del guión que desconocemos. El perfume
ebrio de las bocas de las basuras murtes, se aferran con rabia al
desprecio. Exploro los colmillos de los riñones de las madrigueras que
lamen, las llagas del corazón. Una manada de ingles desnudas deambulan
como ausentes de la realidad o como las cenizas escandalosas de los
intrusos, que se familiarizan con la melancolía de los muertos en vida.

Imagino a nuestros cuerpos conviviendo en retrospectivas con cuerpos


violentos, pesadillas desolladas y anatomías con visiones criminales. Vivo
la sagrada y pecadora misión, de salvar al mundo de los vulgares
prostituidores y embellecer las comisuras del adminículo, con los colores
de las pinturas difamadoras de los versos. Delineo y empolvo las pestañas
y las axilas de los pechos de las lolas, como el porta ligas de los cabezales
de las turbulentas calvas, de los sexos depilados con estilo impresionista.
En la intimidad las pelvis se enloquecen con el champán de las billeteras
prostituidoras.

Todos los días salgo de viaje e intento sobrevivir entre los salvajes. Creo
principios morales con los relámpagos, de las mentes en blanco.
Sospecho que se están encriptando nombre e imágenes desconocidas en
nuestra relación, para deteriorarla con el carcinoma de la duda. Ahora las
familias ignoran por su conveniencia a las crisis de las parejas y sus
estoqueadores puñales invisibles.

Hablaré con la experiencia de la vendimia de un viejo perro y con la risa de


los versos ácidos, disfrazando entre el humo, el cuchillo justiciero. Me han
condenado por maldecir a los hijos enfermos de las esperanzas. El
masoquismo de mi sangre, me ha anclado a la sádica excitación de los
puercos. Como a muchos, me ha desestabilizado una mujer, que creí
perfecta y madura… sin mayores laceraciones ni huellas de su pasado. La
excelsitud religiosa de los venidos a menos, me conmueven con los
vestigios de los clavos sobre sus manos. Me identifico con las
conyugulidades de los pubis acongojados e inconformes, que se aparean
por necesidad o soledad.

Los fantasmas del caracol me arrancan como una hormiga, de mi incierto


destino. Me siento cansado como la parte no humana de los huesos
anfitriones. Busco en la poesía de la lengua, una aventura de
emprendimiento, así sea caótica o una Sísifa obstinación. La sensibilidad
contemporánea es menos dulce y más misteriosa para calificar. Fuera de
las bestias murtes, el contexto de las tormentas creadas por Dios, es
bastante grato. El lenguaje experimenta con los pensamientos de los
muertos y la dignidad de los mayores. Es complejo el mal humor de las
ideologías de los poemas que estereotipan al amor.
El espejo inabordable de los visitantes que me preceden, se embriaga con el
aroma del café; como las farras de los pervertidos cuando se embriagan
con la mutismerìa de los gritos, de las bolsas negras de los cementerios
o los sabuesos de las zozobras de los preservativos, que especulan con la
avaricia de las remesas de las cenizas de los llantos condenados, a
convivir en cloacas murtes. El jornal pesca en bicicleta con la vocinglería
de su pañuelo, al tinto aplacador de la picadura de la pipa del indolente
sopor. El rancio preludio de los camafeos oropeles, se pierde como un
harapo de la sutil corona que enorgullece a las hormigas y hasta les truca
la vida de sus hijos, por el honor de acceder a una dignidad que los
pisotea desde que nacen, como indeseables pero necesarias alimañas
mecánicas.

Las lágrimas de los muslos que respiran como tu vientre a media voz, se
encierran a fumar arrepentidas como los besos que inventan las ingles
enamoradas. El hambre mistificada soporta al mundo sobre el sufrimiento
de sus hombros y la vejez depura a la imagen de un Dios con azhaimer,
desobedeciendo las paradojas del demonio. Me desvela el asedio
trasmutado de las madres que prestan a sus hijos para la guerra,
mientras la hiel de las entrañas del odio se desparrama como un orgasmo
sobre el campo de batalla, donde solo sobreviven perdedores.

Hiede cuando se maceran el buen y el mal, dentro del mismo mortero.


Desdigo lo que reniego por la muerte prematura, de la luz de mi
horizonte. Una lápida sobre el corazón de las flores marchitas, testimonia
una masacre de ilusiones. Las lágrimas de la impiedad de la desdicha,
asumen el mando del absurdo. Dejo tiritando desnudas a las risas de los
suspiros hambreados de la vida. Soy como la sangre de los insectos, que
no respetan a la agonía de sus depredadores. Soy igual al paladar de los
carroñeros, contemplando al genocidio de los valores en las batallas
cotidianas. La vida simplemente será así y a veces, hasta un poco más
absurda o imprevisible.
Mi simiente se nutre con el amor de las sombras y el canto que empaña a las
canciones. Dos sombras circulan cual prisioneros, destrozados por las
penas que rememoran. He conocido tantas mortajas sin un digno adiós,
que desando a los relámpagos de las tormentas. Solo pulseo a las
misteriosas llamas de la alquimia que me revela, el palpitar de las fisuras
con el mundo. ¡Solo veo sombras y nada más! El atormentador viaje de
los amantes hacia la gloria, suelta el velamen donado por el amor. Una
luz ahogada por el sonambulismo se exilia a la intemperie, mientras la
rapsodia de la garganta del mar, retoma al mensaje convocador hacia la
concordia, las buenas costumbres y una absurda cultura ciudadana.

Amanecen abiertas las llagas de los gusanos, dentro del lodo de las
alcantarillas. Zumba la desmemoria de rodillas, como el ritual del Sol en
las madrugadas. Se deshacen las palabras del amor como el algodón de
azúcar, dentro de las bocas de la brumas de las odiseas. La soledad me
atolondra para entender, a las imágenes absurdas de las guerras. Una
bomba inteligente se equivoca, destrozando a buenos y malos como un
chacal enceguecido por la ira. Los pájaros de acero cambiaron las reglas
del honor, de los campos de batalla. El secreto de los dioses de fuego se
protegerá con el silencio de la impunidad, que blinda a los poderosos.

Añoro la valentía revolucionaria de los ciegos que conocieron la morbidez de


los verdugos. Ya no aúllan como lobos los poetas, ni sobreviven en
secreto como rufianes de buena calaña. Se ha encorvado el azar de los
capos, con el fuego de los versos. Caminamos como el silencio de los
espejismos de los fósiles, convocados por los nauseabundos e-mails que
hablan de donar fortunas. Las fieras no aniquilan a los de su misma
especie, como el hombre. Los gritos angustiosos de los abismos, desovan
sus gritos en estrofas.
De tanto mirar el mar, terminé bebiendo en un excitante tropel. La
sensualidad translúcida de la desnudez, me permite refugiarme en una
casamata en el futuro. Escucho boquiabierto a los secretos de las heridas
y levito. Sé que me mientes, así ahora me jures sobre las cenizas de tu
ex-amante. Se me ha borrado el recuerdo de tu humor, el sabor de tus
besos. Sobrevivo con la complicidad de la sonrisa de los versos y el rubor
del deseo. Me impaciento con el guión de las canciones de los amores en
contrasol.

Es árida la agonía de mis dedos en el incendio del púdico nacedero. Me


consuelo con las imágenes de los sueños muertos y las máscaras sin
telón. Sobrevivo como una mosca atragantada en el pandemonio de la
sangre. Los picos de las águilas deshilachan, los versos de los cantos de
los gallos. Una tormenta de cenizas brota de la piel de la carta invisible.
Una vez más el fuego del invierno, llama a los eunucos a un aquelarre de
hermosas. Solo yo conozco el tamaño del dolor, de los que se pudren en
vida como murtes conjurados.

No existe mortaja para el dolor desnudo de mi cuerpo. Me refugio en la osada


hambre de mis solidarias amantes. Esta noche el incendio del corazón,
hizo cantar tres veces al viejo gallo. Mi desdentada tristeza sonríe como
una enajenada vagabunda. La brisa tropical de los boleros de mis
nostalgias revolotean, como pájaros impúberes por los muslos que
conducen al sexo o la malévola banana del muso que te inspira con su
rezonga.

Antes había civilización y barbarie. Hoy solo hay bárbaros y salvajes murtes.
El progreso acabó con lo poco que se estaba construyendo y hoy todo
esta por reconstruir. Hoy se juega a las cartas el destino geopolítico y las
guerras; lo malo es que los líderes escuchan las necedades de las
mujeres de mala vida, que los miman.
Peca la estrella atacada por la miseria del bardo de moda. La huesuda amante
del corazón de mis versos, ahora desea ser mi novia. Como el estreno de
una incomprendida película condenada al fracaso, se descubre en el
ingenio de las pieles de las chicas, el mejor argumento. Sé que el tedio
me hace ver más intelectual que entupido y me preocupo cuando a veces
no se me entiende, pero a veces por no decir que en demasiadas
ocasiones, es poco o nada lo que tengo que decir. A veces mis versos son
un bodrio unos tras otros, pero así se entiende que todo esta podrido.

Amén y amen. Esto era todo y nada más en la ambrosía onomatopeya.

Héctor “El Perro Vagabundo” Cediel


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2009-03-13

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