San Juan María Vianney (Libro)
San Juan María Vianney (Libro)
San Juan María Vianney (Libro)
Oraciones que deca asiduamente el Santo Cura de Ars y que enseaba a los fieles de su parroquia.
I Te amo, Oh mi Dios. Mi nico deseo es amarte hasta el ltimo suspiro de mi vida. Te amo, oh infinitamente amoroso Dios, y prefiero morir amndote que vivir un instante sin Ti. Te amo, oh mi Dios, y mi nico temor es ir al infierno porque ah nunca tendra la dulce consolacin de tu amor. Dios mo, si mi lengua no es capaz de decir a cada momento que os ama, quiero que mi corazn lo diga tantas veces cuantas respiro. Dios mo, concdeme la gracia de sufrir amndote y de amar sufriendo. Yo os amo, oh Dios mo, porque t me tienes aqu abajo crucificado por ti. Concdeme la gracia de morir amndote y sintiendo que te amo.
II Dios mo, concdeme la conversin de mi parroquia; consiento en sufrir cuanto quieras durante toda mi vida, durante cien aos los dolores ms duros, con tal que se conviertan!
III Quiero trabajar por ti, Dios mo. Me someter a todo lo que me enves! Me ofrecer en sacrificio. Pero Seor, no puedo hacer nada sin ti, aydame!
IV Dios mo, yo creo, creo firmemente, es decir sin la menor duda. Creo firmemente que ests presente en todas partes, que me ves, que estoy bajo tus ojos, que un da te ver claramente yo mismo, que gozar de todos los bienes que me has prometido. Dios mo, espero que me recompensars de todo lo que he hecho para agradarte! Dios mo, te amo. Tengo un corazn para amarte!
V Hoy quiero hacerlo todo y sufrirlo todo por Dios. Nada por el mundo o por inters; todo para agradar a mi Salvador.
VI Dios mo, aqu ests, vengo a adorarte, alabarte, bendecirte, darte las gracias, amarte, hacerte compaa con los ngeles.
VII Dios mo!, -exclamaba entre gemidos- haced que sufra cuanto quieres, pero concdeme la gracia de que no caiga en el infierno.
Pange, lingua, glorisi crporis mystrium, sanguinisque pretisi, quem in mundi prtium fructus ventris genersi Rex effdit gntium. Amen.
TRADUCCIN: Canta, lengua, el misterio del cuerpo glorioso y de la sangre preciosa que el Rey de las naciones, fruto de un vientre generoso, derram como rescate del mundo. As sea.
III. Acto de fe
SENTADOS
MONITOR: El pasado 19 de junio, su Santidad Benedicto XVI inauguraba solemnemente el Ao de oracin por la santificacin de los sacerdotes invitando a toda la Iglesia a rezar por los sacerdotes. Hoy, en la fiesta de san Juan Mara Vianney, el Santo Cura de Ars, nos reunimos en torno a Jess Sacramentado para adorarle, para alabarle y para llamar a su Corazn que renueve la vida de sus sacerdotes. San Juan Mara tena una fe muy grande en Jess e invitaba a los fieles a visitar a Jess presente en el Sagrario: "Nuestro Seor est ah escondido, -deca en una ocasin- esperando que vayamos a visitarle y a pedirle. l est ah, en el sacramento de su amor; l suspira e intercede sin cesar junto a su Padre por los pecadores. Est ah para consolarnos, de esta forma, debemos visitarle a menudo. Cuanto le agrada ese pequeo rato que quitamos a nuestras ocupaciones o a nuestros caprichos para ir a rezarle, a visitarle, a consolarle de todas las injurias que recibe. Cuando ve venir con prisa a las almas puras.... l les sonre! Y que felicidad experimentamos en la presencia de Dios, cuando nos encontramos solos a sus pies, delante de los san-tos sagrarios! Nosotros, en este acto de adoracin al Santsimo Sacramento, acogemos estas palabras del Santo Cura de Ars y renovamos nuestra fe en la presencia real de nuestro Seor Jesucristo en el Sacramento de la Eucarista, diciendo: "Seor, yo creo; pero aumenta mi fe". R/. Seor, yo creo pero aumenta mi fe.
Creemos, Seor Jess, que en la noche del Jueves Santo instituiste el sacramento de la Eucarista convirtiendo el pan en tu Cuerpo y el vino en tu Sangre. Creemos, Seor Jess, que en la noche del Jueves Santo confiaste a la Iglesia la renovacin del Sacrificio de tu Cuerpo y de tu Sangre para el perdn de los pecados. Creemos, Seor Jess, que cada vez que un sacerdote celebra la Santa Misa te haces presente en el pan y el vino consagrados. Creemos, Seor Jess, que ests presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad en el Sacramento de la Eucarista. Creemos, Seor Jess, que te das a nosotros como alimento para la vida eterna en la Sagrada Eucarista.
Creemos, Seor Jess, que vives y nos escuchas, que ests y que nos esperas en cada Sagrario. Creemos, Seor Jess, que a pesar de que nuestros ojos no te ven y que somos indignos de este don, t ests presente en medio de nosotros.
DE RODILLAS
Entonemos ahora este canto donde confesamos nuestra fe en la presencia de Jess. Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Seor. Dios est aqu! Venid, adoradores; adoremos a Cristo Redentor. Gloria a Cristo Jess! Cielos y tierra, bendecid al Seor. Honor y gloria a ti, Rey de la gloria; amor por siempre a ti, Dios del amor!
MONITOR: En una ocasin el santo Cura de Ars defini la oracin como "la elevacin de nuestro corazn a Dios, una dulce conversacin entre la criatura y su Criador". Con este espritu estamos aqu delante de Jess Eucarista. Hemos venido a orar, a elevar nuestro corazn a Dios, a tener una dulce conversacin con Nuestro Criador. Una oracin que debe ser expresin de nuestra fe -de nuestra confianza en Dios- y que ha de ser presentada con pureza de corazn. Deca el Santo Cura: Cuntas veces venimos a la iglesia sin saber a qu venimos ni qu queremos pedir! Sin embargo, cuando se va a casa de cualquiera, se sabe muy bien por qu uno se dirige a ella. Los hay que parecen decirle a Dios: Vengo a decirte dos palabras para cumplir contigo.... Con frecuencia pienso que, cuando venimos a adorar a nuestro Seor, conseguiramos todo lo que quisiramos, con tal de pedirle con fe viva y un corazn puro". Acogiendo esta enseanza, digamos con fe y con un corazn puro: R/. Seor, acepta nuestra oracin.
T que enseaste que si dos o ms se renen en la tierra para pedir algo, el Dios Padre del Cielo lo conceder. T que dijiste que todo lo que se pida con fe en la oracin ser concedido. T que dijiste que todo el que pida el Espritu Santo a Dios Padre le ser dado porque es un Padre bueno. Tu que enseaste que nuestra oracin no se ha de caracterizar por las muchas palabras, creyendo que por mucho hablar seremos escuchados. T que enseaste que el Padre Dios sabe cules son nuestras necesidades. T que dijiste que hemos de orar en toda ocasin sin desanimarnos T que enseaste a tus discpulos a orar dndoles la oracin del padrenuestro. T que oraste durante tu vida terrena intimando con Dios, que oraste ante los grandes misterios de tu misin redentora, que te entregaste a la voluntad del Padre en la pasin y en la muerte. T que en tu oracin intercediste por tus discpulos para que fuesen fieles
Entonemos ahora este salmo (140) donde pedimos que nuestra oracin suba hasta el cielo y sea agradable a Dios: El alzar de mis manos, Seor, suba a ti como ofrenda de la tarde, y el clamor de mi humilde oracin, suba a ti como incienso en tu presencia. 1.- Coloca, Seor, una guardia en mi boca, un centinela en la puerta de mis labios, y no dejes, Seor, que me incline a la maldad de mi corazn. 2.- Mis ojos, Seor, estn vueltos a Ti, en Ti me refugio, no me abandones, gurdame del lazo que me han tendido, lbrame de la trampa del malhechor.
Los sacerdotes son un inmenso don no slo para la Iglesia sino tambin para la humanidad entera nos recordaba el Papa Benedicto XVI en la carta que escribi a los sacerdotes con motivo del Ao Sacerdotal. El santo Cura de Ars se admiraba ante la grandeza del sacerdocio y llegaba a decir que si no tuvisemos el sacramento del orden sacerdotal, no tendramos a Nuestro Seor. Quin le ha puesto ah, es ese tabernculo? El sacerdote. Quin ha recibido el alma en su entrada a la vida? El sacerdote. Quin la alimenta para darle fuerza para hacer su peregrinacin de la vida? El sacerdote. Quin la preparar a presentarse ante Dios, lavando esta alma, por ltima vez, en la sangre de Jesucristo? El sacerdote. Y si esta alma va a morir por el pecado, quin la resucitar?, quin le devolver la calma y la paz? Otra vez el sacerdote. No os podis acordar de una buena obra de Dios, sin encontrar al lado de este recuerdo a un sacerdote. Como el Santo Cura de Ars, asombrmonos ante el don del sacerdocio y demos gracias a Dios diciendo: Gracias, Seor, por tus sacerdotes. R/. Gracias, Seor, por tus sacerdotes.
Te damos gracias, Seor, porque en la tarde del Jueves Santo instituiste el sacramento del orden para seguir presente en tu Iglesia como Pastor, Maestro y Pontfice de tu pueblo. Te damos gracias, Seor, porque en tus sacerdotes sigues presente en medio de nosotros predicando el amor de Dios, sus designios de salvacin, y enseando el camino del cielo y de la felicidad cada vez que predican y nos exhortan. Te damos gracias, Seor, porque en tus sacerdotes sigues guiando a tu pueblo a travs de la historia cada vez que nos renen como miembros de tu Iglesia, cada vez que nos libran de los falsos pastores y de los lobos que amenazan nuestra vida. Te damos gracias, Seor, porque en tus sacerdotes sigues santificando a tu pueblo tendiendo un puente entre Dios Padre y nosotros cada vez que celebran los sacramentos dndonos la gracia y el perdn de los pecados. Te damos gracias, Seor, porque en tus sacerdotes sigues curando enfermos, librando endemoniados, denunciando el mal, haciendo el bien a los ms pobres y necesitados, acogiendo a los que la sociedad desprecia, defendiendo la vida desde su inicio hasta su fin natural, potenciando la entrega a la obra del Reino, orando e intercediendo por los pecadores y por el mundo entero.
+ Del Santo Evangelio segn san Juan 17, 1-17 As habl Jess, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que segn el poder que le has dado sobre toda carne, d tambin vida eterna a todos los que t le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el nico Dios verdadero, y al que t has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifcame t, junto a ti, con la gloria que tena a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que t me has dado tomndolos del mundo. Tuyos eran y t me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que t me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado
y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han credo que t me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que t me has dado, porque son tuyos; y todo lo mo es tuyo y todo lo tuyo es mo; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos s estn en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habas dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdicin, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en s mismos mi alegra colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifcalos en la verdad: tu Palabra es verdad.
DE RODILLAS
A todos los sacerdotes, dales pureza, Seor. R/. Te rogamos, yenos Dales tu ciencia y tus virtudes, Seor. Dales paciencia, caridad, obediencia y benignidad. Dales amor al estudio y un intenso amor a la Eucarista. Dales celo ardiente por las almas y fuego divino para que abrasen los corazones. Dales humildad, talento y respeto a su dignidad. Dales delicadeza en observar las rbricas y en cuidar la celebracin de los sacramentos. Dales grande sumisin al Santo Padre Benedicto XVI y a sus obispos. Dales horror a las cosas del mundo, dales rectitud y justicia Dales un gran amor a Mara y a los santos. Dales el don de consejo, fortaleza en sus trabajos y un grande amor a la Cruz. Dales resignacin en sus penas, caridad universal con las almas y generosidad. Dales arrepentimiento de sus pecados, ansia de enmendar su vida, de ser sacerdotes segn tu Corazn y de alcanzar la santidad.
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Un breve momento de silencio Y porque las funciones y ministerios que cada sacerdote ha de desempear en la Iglesia son muchas pidamos para que Dios los asista y ayude: - A nuestro Santo Padre, el Papa. R/. Envulvelo en tu gracia, Seor. - A los Cardenales, Nuncios y legados del Papa. R/. Envales tu luz, Seor. - A los Obispos, prelados y abades. R/. Dales tus dones, Seor. - A los sacerdotes de seminarios. R/. Dales tu sabidura, Seor. - A los sacerdotes diocesanos. R/. Nunca los dejes, Seor. - A los sacerdotes religiosos. R/. Hazlos perfectos, Seor. - A los sacerdotes en los hospitales. R/. Dales constancia, Seor. - A los sacerdotes enfermos. R/. Snalos, Seor. - A los sacerdotes pobres. R/. Socrrelos, Seor. - A los sacerdotes ancianos. R/. Sostenlos, Seor. - A los sacerdotes jvenes. R/. Implsalos a tu gloria, Seor. - A los sacerdotes misioneros. R/. Protgelos, Seor. - A los sacerdotes predicadores. R/. Ilumnalos, Seor. - A los sacerdotes directores de almas. R/. Instryelos, Seor. - A los sacerdotes prrocos. R/. Dales tino, Seor. - De los sacerdotes vicarios. R/. No te apartes, Seor. - A los sacerdotes celosos. R/. Aydalos, Seor. - A los sacerdotes que desean amarte. R/. Encindelos, Seor.
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- A los sacerdotes tristes. R/. Consulalos, Seor. - A los sacerdotes turbados. R/. Dales paz, Seor. - A los sacerdotes aislados. R/. Acompalos, Seor. - A los sacerdotes atados a lo terreno. R/. Rompe sus cadenas, Seor. - A los sacerdotes difuntos. R/. Dales la gloria, Seor.
SENTADOS
Para que no deje de celebrarse la Santa Misa, para que tengamos siempre en nuestros templos la Sagrada Eucarista, para que no nos falte Jess en la Comunin. Para que haya intermediarios entre Dios y los hombres, abogados que nos defiendan ante el divino acatamiento y padres que nos perdonen nuestros pecados. Para que sean bautizados los nios, santificado el amor de los esposos y auxiliados los que dejan este mundo. Para que alejen a los demonios, para que rescaten a las almas del Purgatorio, para que alegren a los cielos. Para que los nios aprendan la fe salvadora, para que los jvenes reciban proteccin y los adultos adquieran fortaleza. Para que todos, pobres y ricos, nos amemos como hermanos. Para que nuestros ojos vean a Jess en sus ministros, para que nuestros odos escuchen la divina palabra, para que nuestras almas reciban su consuelo.
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Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
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Bendito sea el Nombre de Jess. Bendito sea su Sacratsimo Corazn. Bendita sea su Preciossima Sangre. Bendito sea Jess en el Santsimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espritu Santo Parclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, Mara Santsima. Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepcin. Bendita sea su gloriosa Asuncin. Bendito sea el nombre de Mara Virgen y Madre. Bendito sea San Jos, su castsimo esposo. Bendito sea Dios en sus ngeles y en sus Santos. Despus se hace la reserva, mientras se entona este canto u otro canto eucarstico. Christus vincit, Christus regnat, Christus, Christus imperat. Laudte Dminum mnes gentes* Laudte um omnes ppuli. Quniam confirmata est super nos misericordia eius:* et vritas Dmini mnet in aetrnum. Gloria Ptri, et Flio* et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc, et semper,* et in sacula saeculorum. Amen.
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Nuestro Seor Jesucristo le prometi a Catalina Rivas, vidente boliviana, lo siguiente: "oren por los Sacerdotes que tratan Mi cuerpo con sentido de costumbre y por ello mismo con muy poco amor... Pronto sabrn que esto deba decirles, porque los amo y porque prometo, a quien ore por Mis Sacerdotes, la remisin de toda pena temporal debida. No habr purgatorio para quien se aflige a causa de los Sacerdotes tibios, sino Paraso inmediato despus del ltimo aliento." Extracto del libro "La Pasin", reflexin que Jess hace a Catalina Rivas sobre el misterio de Su sufrimiento y el valor que tiene en la Redencin.
COCHABAMBA BOLIVIA 1997
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