Joseph Ratzinger
Joseph Ratzinger
Joseph Ratzinger
Santiago Madrigal, SJ
De la pluma de este hombre apasionado por la teologa ha salido una gran cantidad de publicaciones: artculos, comentarios, trabajos histricos, meditaciones, conferencias, que luego han sido recopilados en miscelneas. En esa innumerable lista de escritos ha cultivado todos los temas medulares de la teologa: la revelacin, la fe, la cristologa, la liturgia, la antropologa, la escatologa, la eclesiologa, el ecumenismo, la relacin del cristianismo con las otras religiones. Est en marcha la edicin completa de su obra1. Sin embargo, dentro de una ingente produccin bibliogrfica slo se cuenta un nico tratado teolgico completo, la Escatologa, junto al que hay que mencionar ese magnfico curso de Introduccin al cristianismo, comentario al Credo apostlico. De ah surge una primera dificultad a la hora de dar cuenta de su pensamiento teolgico, una circunstancia que se refleja en este hecho bibliogrfico: los estudios ms recientes intentan abrir vas de acceso a su reflexin a travs de la presentacin panormica de algunos de los temas nucleares de su teologa2. Aqu vamos a tomar como hilo directriz su reflexin sobre la Iglesia. Por varias razones. En su introduccin al tratado de Escatologa (de 1977) dej escrito que la Escatologa es, junto con la Eclesiologa, el tratado que ms veces he explicado y el primero que me atrevo a ofrecer como tratado al pblico3. Adems, el estudio y la reflexin sobre la Iglesia ha sido uno de los temas ms persistentes en el pensamiento de Benedicto XVI. Ya su tesis doctoral estuvo dedicada a la doctrina de la Iglesia de S. Agustn (1954). Este inters no es slo terico, sino preocupacin vital que guarda una estrecha relacin con su participacin en las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965), donde aquel telogo de origen bvaro, nacido en Marktl am Inn en 1927, fue uno de los peritos ms jvenes. Por otro lado, no es extrao que la evolucin, el desarrollo y los avatares del catolicismo postconciliar se hayan convertido en un problema biogrfico para aquel telogo, devenido arzobispo y, seguidamente, cardenal prefecto y papa. Preguntarse por la Iglesia equivale a preguntarse cmo hacerla mejor. sta es la razn de ser de la
Vase: S. MADRIGAL, Iglesia es caritas. La eclesiologa teolgica de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, Santander 2008, 491ss. El texto de esta conferencia reproduce con ligeras variantes los captulos 1 y 13 de este libro. 2 J. PALOS-C. CREMADES (coor.), Perspectivas del pensamiento de Joseph Ratzinger, Valencia 2006. F. MEIER-HAMIDI, F. SCHUMACHER (eds.), El telogo Joseph Ratzinger, Barcelona 2007. El estudio pionero de A. NICHOLS, The Theology of J. Ratzinger. An Introductory Study, Edimburgo 1988, deja al descubierto los ltimos veinte aos de su biografa. T. ROWLAND, Ratzingers Faith. The theology of Pope Benedict XVI, New York, 2008. S. MADRIGAL (ed.), El pensamiento de Joseph Ratzinger. Telogo y Papa, Madrid 2009. 3 J. RATZINGER, Escatologa, Barcelona 1979, 11-12.
Eclesiologa, en general y en abstracto, y sta ha sido una preocupacin permanente de Joseph Ratzinger. A la altura de 1996, interrogado acerca del aspecto ms especfico de su teologa, afirmaba el entonces Cardenal Prefecto de la Doctrina de la Fe: Tal vez, que desde un principio me fij en el tema de la Iglesia, que he seguido a lo largo de toda mi vida. Para m siempre ha sido importante y ahora ms an que la Iglesia no fuera un fin en s misma, sino que la razn de su existir es que nosotros podamos conocer y llegar a Dios. As que, yo dira que trato el tema de la Iglesia porque de este modo nace la mirada hacia Dios, y en ese sentido Dios es el tema central de todos mis esfuerzos4. Me parece muy oportuna la siguiente apreciacin de Olegario Gonzlez de Cardedal: La obra de Ratzinger es un dilogo crtico con todo lo que ha acontecido en los aos que van desde la clausura del Concilio hasta nuestros das5. En una palabra: para entender lo que ocurre hoy en la Iglesia catlica importa conocer y comprender la valoracin que Joseph Ratzinger-Benedicto XVI viene haciendo de la vida y de la teologa de la Iglesia desde los das del Concilio Vaticano II. Por eso comencemos examinando, en primer lugar, su formacin intelectual y sus preocupaciones teolgicas en su etapa de estudiante y de profesor. Seguidamente veremos cmo ha hecho suya la situacin del catolicismo postconciliar en su condicin de pastor, prefecto, papa. 1. Formacin intelectual: profesor de Teologa y perito en el Concilio. Los datos biogrficos fundamentales nos los ha ofrecido l mismo en su libro de memorias, que llega hasta 1977 y constituye el punto de referencia ineludible para ver cmo se ha ido fraguando su personalidad espiritual e intelectual. Tras su etapa de estudios referiremos las estaciones que jalonan su camino de reflexin como profesor universitario y telogo del Concilio, a su paso por Frisinga (1952-59), Bonn (1959-63), Mnster (1963-66), Tubinga (196669) y Ratisbona (1969-1977). 1.1 Los aos de formacin en Frisinga y Munich: servir a Cristo en su Iglesia. Las primeras huellas de un sentido de fe vivamente eclesial las encontramos en la declaracin de intenciones que se lee con ocasin de su ingreso en el Seminario de Frisinga en 1946, tras los aos difciles de la Segunda guerra mundial. Son palabras de gratitud por haber salido de aquella penosa situacin: De esta gratitud naca la voluntad determinada de recuperar el tiempo perdido y de servir a Cristo en su Iglesia por un tiempo nuevo y mejor. Ninguno dudaba que la Iglesia era el lugar de nuestras esperanzas. Ella haba sido, pese a las muchas debilidades humanas, el polo de oposicin contra la ideologa destructiva de la dictadura nazi; ella haba permanecido en pie en el
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P. SEEWALD, La sal de la tierra. Cristianismo e Iglesia catlica ante el nuevo milenio, Madrid 2005, 72. En la introduccin a J. RATZINGER, El espritu de la liturgia. Una introduccin, Madrid 2001, 22.
infierno que haba devorado a los poderosos, gracias a su fuerza proveniente de la eternidad. Nosotros tenamos la prueba: las puertas del infierno no prevalecern sobre ella. Sabamos, por experiencia propia, qu cosa eran las puertas del infierno y podamos ver tambin con nuestros ojos que la casa construida sobre la roca se haba mantenido firme6. Como escribir ms tarde, seguramente bajo el influjo de Henri de Lubac, uno de sus telogos preferidos, la Iglesia es, por esencia paradoja, mezcla de fracaso y de bendiciones: la Iglesia es una mezcla de fracaso humano y misericordia divina; pertenece a su esencia su carcter simultneamente humano y divino, su pobreza y su riqueza, su oscuridad y su claridad7. Ahora bien, esa confianza depositada en la Iglesia remite directamente a Jesucristo: Primeramente el hecho de Jess y la Iglesia son para m tan inseparables el uno del otro, como inconfundibles el uno con el otro. Si bien es cierto que Cristo sobrepasa infinitamente a la Iglesia, mi encuentro con l no ha sido a nivel literario o filosfico, sino en la fe de la Iglesia8. Si prolongamos estas confesiones con su reflexin posterior sobre el nosotros de la fe, tambin por cierto bajo la inspiracin del telogo francs, habremos dejado anticipados los resortes fundamentales del sentido eclesial del actual Papa, y, por as decirlo, in nuce, su perspectiva bsica de la communio ecclesiae. Henri de Lubac ha hablado del crculo perfecto del Credo, cuya fe es una en razn de la unidad de su objeto y de su sujeto. La unidad, respecto del objeto, va dada por el Dios uno y trino: El misterio de la Trinidad nos ha abierto una perspectiva enteramente nueva: el fundamento del ser es communio. Desde aqu hay que entender tambin la unidad del sujeto del Credo, puesto que si la fe trinitaria es comunin, creer trinitariamente significa volverse communio. Ratzinger extrae de estos razonamientos la siguiente conclusin: En el terreno histrico quiere esto decir que el yo de las frmulas del Credo es un yo colectivo, el yo de la Iglesia creyente al que pertenecen todos los yo particulares en cuanto creyentes. El yo del Credo abarca, pues, tambin el paso del yo privado al yo eclesial. En consecuencia, en la forma de sujeto el credo presupone estructuralmente el yo de la Iglesia. Este yo slo puede llegar a expresarse en la communio eclesial. La Iglesia es ese sujeto transtemporal, mediacin entre el ser y el tiempo, que, recurriendo a S. Agustn, describe en trminos de memoria, y, en esta perspectiva precisa: la Iglesia como memoria es el lugar de toda fe9. Bien podra resumirse esta vivencia espiritual e intelectual en las palabras programticas de otro de sus telogos preferidos, Romano Guardini:
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J. RATZINGER, Mi vida. Recuerdos (1927-1977), Madrid 2005, 66. Vase: M. H. HEIM, Joseph Ratzinger. Kirchliche Existenz und existentielle Theologie unter dem Anspruch von Lumen gentium. Ekklesiologische Grundlinien, Frankfurt 22004, 151-177. 7 J. RATZINGER, La Iglesia, lugar del servicio a la fe, en: Palabra en la Iglesia, Salamanca 1976, 194. 8 J. RATZINGER, Qu significa Jesucristo para m?, en: Palabra en la Iglesia, 112. 9 J. RATZINGER, Teora de los principios teolgicos. Materiales para una teologa fundamental, Barcelona 1985, 24.
La Iglesia despierta en las almas10. Esta frase expresaba el reconocimiento de la Iglesia como realidad interior, que no se yergue frente a nosotros como una institucin cualquiera, sino que vive en nosotros mismos. La proclama de Guardini equivala a tomar conciencia de que nosotros somos la Iglesia, que ella, ms que una organizacin, es el organismo del Espritu Santo, una realidad viviente que nos abraza desde nuestra raz ms ntima, que se desarrolla a travs de los tiempos. El paso por la Facultad de Teologa de Munich, que transcurre a lo largo de seis semestres entre septiembre de 1947 y el verano de 1950, ha dejado impresas en el espritu de aquel joven estudioso y aplicado huellas imborrables. De F. W. Maier, profesor de Nuevo Testamento, aprendi el principio de que la exgesis es el alma de la Teologa11. Tambin le causaron una profunda impresin las lecciones de G. Shngen, profesor de Teologa Fundamental, y de J. Pascher, profesor de Teologa Pastoral, quien le gan para el movimiento litrgico. Con todo, l ha consignado en su libro de recuerdos un dato sobre sus preferencias teolgicas, de indudables repercusiones eclesiolgicas: En el otoo de 1949, Alfred Lpple me haba regalado la obra quizs ms significativa de Henri de Lubac, Catolicismo, en la magistral traduccin de Hans Urs von Balthasar. Este libro se convirti para m en una nueva clave de referencia. No slo me transmiti una nueva y ms profunda relacin con el pensamiento de los Padres, sino tambin una nueva y ms profunda mirada sobre la teologa y sobre la fe en general12. Frente a un modo individualista y moralista del creer, el telogo jesuita abra el horizonte hacia una fe pensada y vivida de forma social y comunitaria, una fe que por su misma dinmica inclua la esperanza para la totalidad de la humanidad, y no slo la felicidad privada del individuo. Me sumerg confiesa en otras obras de Lubac y obtuve profundo provecho sobre todo de la lectura de Corpus mysticum, en el cual se me abra un nuevo modo de entender la unidad de Iglesia y eucarista que iba ms all de lo que haba aprendido de Pascher, Schmaus y Shngen13. Justo al concluir sus estudios teolgicos, G. Shngen le va a permitir profundizar en esta misma perspectiva. Era costumbre en la Facultad de Teologa ofrecer un tema de concurso, cuyo argumento deba ser desarrollado en el espacio de nueve meses; aquel trabajo no slo obtena el premio, sino que adems era aceptado automticamente y abra a su ganador las puertas al doctorado. El tema elegido por Shngen sonaba as: Pueblo y casa de Dios en la doctrina sobre la Iglesia de S. Agustn. De aquel trabajo, con el que iba a obtener el grado de doctor en Teologa, merece la pena recordar una visin de la Iglesia presente en las conclusiones de aquella tesis: la Iglesia es ciertamente el pueblo de Dios que existe como cuerpo de Cristo14.
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J. RATZINGER, La eclesiologa del Vaticano II, en: Iglesia, ecumenismo y poltica, Madrid 1986, 5-6. Mi vida, 78. 12 Ibid., 90. 13 Ibid., 90. Cf. La eclesiologa del Vaticano II, 10. 18. 14 Cf. J. RATZINGER, Volk und Haus Gottes in Augustinus Lehre von der Kirche, Munich 1954, 324. H. VERWEYEN, Joseph Ratzinger Benedikt XVI. Die Entwicklung seines Denkens, Darmstadt 2007, 23.
1.2 Los aos de docencia en Frisinga, Bonn, Mnster y Tubinga (1952-1969) Joseph Ratzinger recibi, junto con su hermano Georg, la ordenacin sacerdotal, el 29 de junio de 1951, de manos del cardenal M. Faulhaber, pasando a desempear una tarea pastoral durante dos aos. Pero pronto, el 1 de octubre de 1952, fue llamado al seminario de Frisinga, donde impartir un curso de pastoral de los sacramentos. Volva as a su querido trabajo teolgico, que requera el examen de doctorado. En julio de 1953 obtuvo oficialmente el ttulo de doctor en Teologa15. Por aquellas mismas fechas, haba quedado vacante la ctedra de Dogmtica y Teologa fundamental en el Seminario de Frisinga, que asumir un ao despus. En este repaso rpido de la biografa intelectual de Joseph Ratzinger hay que referirse a su tesis de habilitacin u oposicin a ctedra, que estuvo dedicada a la teologa de la historia de S. Buenaventura. G. Shngen le haba dado este consejo: dado que su tesis de doctorado vers sobre la patrstica y la eclesiologa, pareca oportuno adentrarse en la teologa medieval y en el tema de la revelacin16. Aquel estudio segn sus propias palabras le result muy importante pocos aos despus, cuando en el curso del debate conciliar se abord el tema de la revelacin, de la Escritura y de la tradicin. All sostena que la revelacin precede a la Escritura y se refleja en ella, pero no es simplemente idntica a ella, sino ms grande que lo puesto por escrito; de ah deduca que no puede existir un mero principio de la sola scriptura, sino que la Escritura est ligada a la Iglesia como sujeto que la comprende e interpreta. En este razonamiento iba dado asimismo el sentido eclesial de la Tradicin17. Aquella investigacin, que choc con las graves reservas de M. Schmaus, examinaba la forma de entender la teologa de la historia de Buenaventura, en su revisin crtica de la teora de las tres edades, del Padre, del Hijo y del Espritu, sostenida por Joaqun de Fiore. A posteriori, Ratzinger reconoce en el ncleo de la teologa de la historia del maestro franciscano argumentos que le han ayudado a formular su postura en el debate teolgico reciente, en particular, en su confrontacin con la teologa de la liberacin. Buenaventura rechazaba aquellas corrientes que tienden a distinguir una Iglesia sacramental configurada cristolgicamente y una Iglesia pneumatolgica y proftica de los pobres. Por otro lado, percibe en estas tendencias una transformacin de la escatologa en utopa poltica, que rebaja el carcter teolgico de la esperanza cristiana18. Tras varios aos de docencia como profesor de Teologa Fundamental y Dogmtica en la Philosophisch-Theologische Hochschule de Frisinga (195415 16
Mi vida, 95. VERWEYEN, 24-26. Ibid., 98-99. 17 Ibid., 103-104. Cf. K. RAHNER - J. RATZINGER, Offenbarung und berlieferung, Freiburg 1965, 34. Y tambin: Schriftauslegung im Widerstreit. Zur Frage nach Grundlagen und Wege der Exegese heute, en: J. RATZINGER (ED.), Schriftauslegung im Widerstreit, Freiburg 1989, 15-44. 18 Cf. el prlogo a la nueva edicin de Geschihtstheologie. Sobre este punto, HEIM, o.c., 156-159. Vase la valoracin ms crtica de VERWEYEN, 115; 117-125.
1959), Ratzinger se incorpora al claustro de profesores de la Universidad de Bonn. Esta etapa vital, que arranca el 15 de abril de 1959, le abrir nuevos horizontes19. Su leccin inaugural, del 24 de junio de 1959, vers sobre el tema El Dios de la fe y el Dios de los filsofos. De aquel periodo ha escrito ms tarde: Entre los aos 1955 y 1963, en el marco de mis lecciones sobre teologa fundamental impartidas en Frisinga y Bonn, ense tambin filosofa de la religin e historia de las religiones, y descubr a la vez la importancia del tema de las religiones del mundo20. La estancia en Bonn registra otro dato muy importante para su biografa, que es el encuentro con el cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia21. En febrero de 1959, Juan XXIII haba hecho el sorprendente anuncio de un concilio ecumnico. J. Ratzinger ha narrado cmo aquel encuentro ser decisivo para su participacin en la asamblea eclesial: El cardenal Frings vino a escuchar una conferencia ma sobre la teologa del Concilio que me haba invitado a pronunciar la Academia Catlica de Bengsberg, e inmediatamente despus me enred en una larga conversacin, comienzo de una colaboracin que se prolong durante aos. El Cardenal le llev a Roma como consejero teolgico y, al final de la primera sesin, consigui que recibiera el nombramiento oficial como perito del Concilio. En su libro de recuerdos dedica unas pocas pginas al desarrollo interno del Vaticano II, un acontecimiento que supuso una experiencia eclesial absolutamente excepcional, con el privilegio seala de tener mltiples encuentros con Henri de Lubac, Jean Danilou, Yves Congar, Gerard Philips, as como las conversaciones personales con innumerables obispos de todo el mundo. Un poco antes del comienzo del Concilio, en verano de 1962, haba sido ordenado obispo de Maguncia Hermann Volk, hasta entonces profesor de Teologa Dogmtica en Mnster. Ser esta circunstancia la que propicie una nueva escala en el itinerario vital de nuestro Papa, que tuvo que elegir entre Bonn y Mnster22. As las cosas, tras una deliberacin difcil, se decidi a favor de la ciudad de Westfalia, donde comenz su docencia en el verano de 1963. Esta etapa acadmica transcurre bajo los auspicios del Concilio, entrecruzndose la tarea del perito y la tarea docente, entre Mnster y Roma. Los dos temas abordados en el Concilio que afloran con ms fuerza en su libro autobiogrfico son la liturgia y la constitucin sobre la revelacin. Sin embargo, contamos con una serie de interesantes reflexiones realizadas al hilo de la celebracin de la asamblea conciliar. Se trata de una serie de conferencias, luego puestas por escrito, en las que aquel perito conciliar transmite, con gran claridad y lucidez, sus impresiones personales23.
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Mi vida, 111-116. VERWEYEN, o.c., 27-34. Cf. J. RATZINGER, La unidad y pluralidad de las religiones. El lugar de la fe cristiana en la historia de las religiones, en: Fe, verdad y tolerancia, Salamanca 2005, 15. 21 Mi vida, 117-118. VERWEYEN, o.c., 35-42. 22 Mi vida, 127-128. 23 J. RATZINGER, Die erste Sitzungsperiode des Zweiten Vatikanischen Konzils. Ein Rckblick, Colonia 1963; Das Konzil auf dem Weg. Rckblick auf die zweite Sitzungsperiode, Colonia 1964; Ergebnisse und
En su libro autobiogrfico el actual Papa asocia, en un mismo captulo, las ciudades de Mnster y Tubinga. En 1966, tras la conclusin del Concilio y a instancias de H. Kng, el profesor Ratzinger va a ocupar la segunda ctedra, recin erigida, de Dogmtica en la Facultad de Tubinga24. De forma retrospectiva ofrece esta valoracin de la experiencia conciliar: Si al volver a mi patria en el primer perodo conciliar me haba sentido sostenido an por el sentimiento de gozosa renovacin que reinaba por doquier, experimentaba ahora una profunda inquietud frente al cambio que se haba producido en el interior del clima eclesial y que era cada vez ms evidente. En una conferencia sobre la verdadera y falsa renovacin de la Iglesia, pronunciada en la Universidad de Mnster, trat de lanzar una primera seal de alarma que, no obstante, apenas si se capt. Ms enrgica fue mi intervencin en el Katholikentag de Bamberg en el ao 1966, tanto que el cardenal Dpfner se sorprendi de los rasgos conservadores que l crea haber percibido25. El tema de esta alocucin, en el primer Katholikentag tras el Concilio, lleva por ttulo El catolicismo despus del Concilio, y arranca de una serie de preguntas que modulan la reflexin de aquel perito conciliar: qu efecto ha tenido el Concilio y cul es la situacin espiritual de la Iglesia despus del Concilio y como consecuencia del Concilio? Por primera vez, Ratzinger expresaba sus inquietudes hacia los posibles malentendidos sobre el Concilio. En aquella conferencia, de tono ms bien sombro, apoyaba la reforma litrgica, la apertura de la Iglesia al mundo, los esfuerzos ecumnicos; pero adverta de las oscilaciones de la liturgia entre lo arcaico y lo modernizante; expresaba su temor hacia una indiscriminada apertura de la Iglesia al mundo que representaba el olvido de la cruz; finalmente, censuraba la precipitacin con la que algunos queran avanzar en el camino ecumnico. En el semestre de invierno de 1966-67 imparti su curso de cristologa. Su estancia en Tubinga se prolonga hasta 1969, en medio de las convulsas jornadas que van unidas a la revuelta estudiantil de 1968. Con todo, ah va a poder dedicarse intensivamente a sus investigaciones. Dado que el ao 1967 el curso principal de dogmtica lo haba impartido H. Kng, yo tena por fin libertad para realizar un proyecto que acariciaba en silencio desde haca diez aos. Os experimentar con un curso que se diriga a estudiantes de todas las facultades, con el ttulo de Introduccin al cristianismo26. Aqu, en Tubinga, vio la luz uno de sus primeros xitos literarios y comerciales, su comentario al Smbolo de fe, Introduccin al cristianismo. El profesor bvaro haba esperado un tiempo tranquilo en Tubinga, pero no iba a ser as. El inicio de la revolucin estudiantil en Europa coincide con
Probleme der dritten Konzilsperiode, Colonia 1965; Die letzte Sitzungsperiode des Konzils, Colonia 1966. Vase, TH. WEILER, Volk Gottes Leib Christi.Die Ekklesiologie J. Ratzingers und ihr Einfluss auf das Zweite Vatikanische Konzil, Maiz 1997, 151-249. 24 Mi vida, 134. Vase: S. MADRIGAL, Karl Rahner y Joseph Ratzinger. Tras las huellas del Concilio, Santander 2006, 97-182. 25 Mi vida, 133-134. 26 Mi vida, 138-139. VERWEYEN, 43-61.
una intensificacin de sus crticas a la mala utilizacin del Concilio. Ya hemos indicado que Benedicto XVI comenz muy pronto a hablar de los peligros de un falso espritu conciliar, al hilo de esta valoracin: las expectativas no se han cumplido. De forma retrospectiva, en su conversacin con P. Seewald, ha insistido en este proceso. Qu es lo que sali mal? 27. Los progresistas hablaban de un invierno de la Iglesia. Por un lado, hubo un exceso de expectativas; por otro, ha fracasado el intento de aggiornare la fe cristiana: se fue forjando la idea de que la reforma consista en un ir soltando lastre; en aligerarse, de modo que al final ha parecido que la reforma no ha consistido en un robustecimiento de la fe, sino en una disolucin. En trminos biogrficos retrataba tambin aquellos momentos convulsos de su docencia en Tubinga: fue entonces cuando percib cmo se iba infiltrando una tendencia nueva que fanticamente se serva del cristianismo como instrumento para su ideologa. () Fue entonces cuando realmente vi con claridad, e incluso experiment, que el concepto inicial de reforma se corrompa. () Entonces comprend perfectamente que, si se quera perseverar en la voluntad del Concilio, haba que oponer resistencia a todos aquellos abusos28. Era an decano en la ciudad a orillas del ro Neckar, pero las agotadoras polmicas dentro de los rganos de la Facultad le movieron a aceptar una nueva propuesta29. Por ello, su periplo acadmico va a conocer una escala ulterior, en Ratisbona (1969-1977). Atrs quedaban tres lustros de actividad acadmica, marcados a fuego con una inequvoca divisa eclesiolgica y que han cristalizado de forma magistral en esa recopilacin de estudios titulada El nuevo pueblo de Dios. Esquemas para una eclesiologa (1969). 1.3 El fecundo periodo de trabajo acadmico en Ratisbona (1969-1977). En 1969 haba recibido la propuesta de ocupar la segunda ctedra de dogmtica instituida en Ratisbona, oferta que acept con el deseo de desarrollar su teologa en un contexto menos agitado que el de Tubinga y libre de continuas polmicas. En sus memorias considera que los aos de Ratisbona representaron un periodo de fecundo trabajo teolgico30. Con su antiguo colega en Bonn, J. Auer, que haba ocupado la primera ctedra de dogmtica en Ratisbona, se enrola en el proyecto de publicar una dogmtica en libros manuales. En el marco de aquella empresa ha acariciado la idea de repensar toda su teologa conforme a la lnea del Concilio, sin embargo, nos confiesa lo nico que consegu acabar fue la escatologa para la dogmtica de Auer31. En 1977, recibe una nueva misin que le devolver al lugar de sus primeros estudios, Munich y Frisinga, pero ahora con la responsabilidad de obispo.
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La sal de la tierra, 81. Ibid., 83-84. 29 Mi vida, 141-142. 30 Ibid., 151. H. VERWEYEN, Joseph Ratzinger Benedikt XVI. Die Entwicklung seines Denkens, Darmstadt 2007, 62-78. 31 Ibid., 152.
Hagamos un balance de su obra y de sus reflexiones de esta ltima fase acadmica. Su escrito ms seero de esta poca es el tratado de Escatologa (1977), una lcida revisin de los llamados novsimos (muerte, vida eterna, condenacin), que implica una toma de postura frente a las teologas polticas en curso (J. Moltmann, J. B. Metz), criticando la depotenciacin de la esperanza cristiana y la transformacin de la escatologa en utopa poltica intramundana32. Ahora bien, tampoco ha faltado la reflexin de naturaleza eclesiolgica en aquellos aos. En colaboracin con H. U. von Balthasar ha redactado una valoracin de la situacin eclesial al hilo de la pregunta Por qu soy cristiano? Por qu permanezco en la Iglesia? (1971)33. El inters de la Iglesia no reside en s misma y en sus instituciones, sino que su razn de ser y de existir es el Evangelio. En palabras de la Confesin de Augsburgo: su misin es anunciar la palabra de Dios en toda su pureza y celebrar rectamente el culto divino y los sacramentos. La Iglesia existe para que Dios sea dado a conocer, para que el hombre pueda aprender a vivir con Dios, ante su mirada y en comunin con l. Sobre estos presupuestos, afirmaba crticamente en 1970, en un estudio sobre la democracia en la Iglesia, que el proceso de adaptacin y de aggiornamento de la Iglesia para realizar su misin en el mundo actual se estaba produciendo desde un inters unilateral centrado en la auto-realizacin de la Iglesia. Denunciaba, en este sentido, un fallo considerable en la teologa: la lucha por nuevas formas de estructuras eclesiales parece constituir su nico contenido34. Mencionemos, finalmente, un volumen que recoge diversos ensayos sobre la relacin de teologa y predicacin, Dogma und Verkndigung (de 1973), que incluye una serie de reflexiones acerca del post-concilio y la Iglesia. En su versin castellana el ttulo del libro es Palabra en la Iglesia, e incluye un interesante eplogo para nuestros intereses: El postconcilio y la Iglesia35. Volviendo la mirada hasta el ao conciliar de 1962, haca esta constatacin: si el Concilio se reuni en una situacin eclesial de bsqueda pacfica de la fe, la situacin palpable, cuando slo ha transcurrido un decenio, es la de una Iglesia en crisis: Qu ha pasado? Es que el Concilio ha originado una crisis ya que no tena ninguna que superar? La respuesta inicial a estas preguntas retricas adquiere este tono: No pocos son de esa opinin. Ciertamente no es falsa del todo, pero no tiene ms que una pequea parte de verdad. Traslada el problema a este otro lugar: la lenta aparicin de corrientes contrapuestas dentro de la teologa catlica, presentes ciertamente antes del Concilio, pero cuya incompatibilidad empez a perfilarse al final de la asamblea, con ocasin del debate sobre la Constitucin pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy, y que
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J. RATZINGER, Eschatologie Tod und ewiges Leben, Regensburg 1978, 59. Vase: G. NACTWEI, Dialogische Unsterblichkeit. Eine Untersuchung zu Joseph Ratzingers Eschatologie und Theologie, Leipzig 1986. VERWEYEN, 70-78. 33 Por qu soy cristiano? Por qu permanezco todava en la Iglesia?, Salamanca 1971, 2005. 34 J. RATZINGER-H. MAIER, Democracia en la Iglesia?, Madrid 22005, 28-30; aqu: 30. 35 J. RATZINGER, Palabra en la Iglesia, Salamanca 1976. Vase: El postconcilio y la iglesia, 318-324.
poco despus se han desarrollado con gran rapidez. Dicho de otra manera: una gran parte del desasosiego que experimenta la Iglesia se debe a interpretaciones errneas de Gaudium et spes. Ante los nuevos retos, con qu fuerzas cuenta la Iglesia y la teologa? Nuestro telogo indicaba estas tres corrientes teolgicas: a) el progresismo postconciliar, cuyo primer planteamiento se encontraba en la teologa del mundo, desarrollada por J. B. Metz, a partir de la reinterpretacin trascendental del tomismo realizado por K. Rahner; esta teologa del mundo se troc sucesivamente en teologa de la esperanza y teologa poltica; b) la corriente que es la continuacin natural de las fuerzas conservadoras que aparecieron en el Concilio y que sigue firmemente asida a la teologa y filosofa escolsticas. Teolgicamente, tiene poco peso, habiendo derivado hacia una espiritualidad que pretende refugiarse en lo que considera lo catlico (piedad mariana alimentada de visiones y milagros, lucha apasionada por la letra de la antigua liturgia, etc.) hasta el punto de poner bajo sospecha de hereja al mismo Vaticano II; c) las fuerzas que hicieron posible y conformaron el Vaticano II, pero que, una vez concluido ste, han sido arrolladas por olas de modernismo. Se trata de una teologa y una espiritualidad edificadas esencialmente sobre la sagrada escritura, los padres de la Iglesia y la gran herencia litrgica de toda la Iglesia36. A esta teologa le interesa enriquecer la reflexin no slo con el pensamiento de los cien ltimos aos, sino con toda la tradicin. Esta es la lnea en que se situaba y quera situarse el telogo Ratzinger, entonces docente en Ratisbona, y con esperanza renovada. En este sentido conclua: La herencia del Vaticano II an no se ha despertado, pero est esperando su hora37. A la altura de 1975 ofreca en un artculo publicado en la revista Communio, recin fundada, el anlisis de las repercusiones histricas de la Constitucin pastoral, Gaudium et spes, que conclua con el diagnstico formulado un poco ms arriba: Todava no ha comenzado la era de la correcta aceptacin del Concilio38. Al cabo de una dcada de la clausura del Concilio, el balance del tiempo postconciliar, los fracasos, las tareas y las esperanzas que el telogo de Ratisbona ofreca, surga de la respuesta a estos dos interrogantes sucesivos que se condicionan entre s: qu lugar histrico corresponde al Concilio Vaticano II? Qu peso hay que conceder a la Constitucin pastoral en la interpretacin de toda la doctrina conciliar? Grandes concilios como Nicea han actuado, en un primer momento, como factores de crisis y perturbadores del equilibrio. Otro tanto deba ocurrir con el Vaticano II; ah estn, por un lado sus repercusiones positivas, esos resultados que quedarn para la posteridad: El Concilio ha insertado de nuevo, en el conjunto de la Iglesia, una doctrina del primado que antes apareca
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Ibid., 322. Ibid., 324. 38 Cf. El lugar de la Iglesia y de la Teologa en el momento actual, en: Teora de los principios teolgicos. Materiales para una teologa fundamental, Barcelona 1985, 439-472; aqu: 449.
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peligrosamente aislada; ha incorporado asimismo la mentalidad jerrquica aislada en el misterio nico del cuerpo de Cristo; ha vinculado de nuevo una mariologa aislada en el gran entramado de la fe; ha devuelto a la palabra bblica la plenitud de su rango; ha hecho que la liturgia sea, de nuevo, accesible y comprensible. Y, con todo esto, ha dado un valeroso paso adelante en el camino de la unidad de los cristianos. Ahora bien, desde una visin cotidiana, desde la distancia corta, microscpica y cercana, no duda en sealar aspectos negativos e intranquilizadores experimentados en el ltimo decenio y ponen en entredicho la alegra de ser cristiano: el vaciamiento de nuestras Iglesias, de nuestros seminarios y de nuestros conventos; la frialdad en el clima eclesial; la existencia de partidos que desgarran por doquier las comunidades39. Estas breves pinceladas trazaban un diagnstico acusadamente negativo, que se resume en este punto de vista: para hacer realidad el programa del Concilio no basta rechazar lo antiguo y abrirse a lo nuevo. En consecuencia, J. Ratzinger propona una serie de criterios para la correcta interpretacin del Concilio: a) no se pueden entender los textos dogmticos como preparacin y mero preludio de un espritu conciliar en germen que slo toma cuerpo en la constitucin Gaudium et spes; b) tampoco se debe pensar que este documento es un primer paso en un proceso de continuacin rectilnea hacia eso que se denomina progreso; c) no se puede recurrir al espritu del Concilio en contra de sus palabras expresas, pues de ah slo se deduce la gua de un fantasma que nos conduce al desatino; d) en suma: es preciso leer el Vaticano II en su totalidad: slo la totalidad, en su exacta centralizacin, es el autntico espritu del Concilio40. Por tanto, la tarea no es ignorar el Concilio, sino descubrir el Concilio en toda su profundidad. Con esta valoracin provisional cerramos ese periodo del profesor que habla desde la ctedra universitaria. Su peripecia vital le va a llevar a finalmente a Roma. Antes hay que hacer un alto en el camino y detenerse en el momento de trnsito al episcopado. 2. De la ctedra acadmica a la ctedra pontificia en Munich-Frisinga (19771981): cooperadores de la Verdad. Joseph Ratzinger es un testigo de excepcin de la vida eclesial en los cincuenta aos que ya nos separan de la convocatoria del Concilio Vaticano II por el beato Juan XXIII. El telogo va a abandonar su condicin de profesor universitario para adoptar, sucesivamente, la condicin de pastor y de cabeza suprema de la Iglesia catlica. Esta transicin se ha visto mediada por largos aos al frente de la Congregacin para la Doctrina de la Fe. Los datos cronolgicos brutos permiten esta consideracin retrospectiva: si la vida estrictamente acadmica de aquel perito conciliar se extiende a lo largo cinco lustros, entre 1952-1977, el cardenal Ratzinger ha estado otro cuarto de siglo
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desempeando el cargo de Prefecto del dicasterio romano que vela por la unidad de la fe de la Iglesia catlica (1981-2005). No ha de extraar que la evolucin, el desarrollo y los avatares del catolicismo postconciliar se hayan convertido en un problema biogrfico para nuestro telogo, cardenal prefecto y papa. Ahora bien, nunca ha abandonado su mirada de telogo y su inters por la teologa a lo largo de su periplo vital, conforme a esta confesin autobiogrfica: He sido profesor durante muchos aos y me gusta seguir de cerca el debate teolgico lo mejor que puedo. Procuro estar al da, y tengo mi propia opinin sobre la forma de hacer teologa que a veces expongo en alguna publicacin41. En las ltimas pginas de sus apuntes biogrficos ha explicado el sentido del lema espiritual que exhibe su escudo episcopal, cooperadores de la Verdad, elegido con ocasin de su designacin episcopal para la sede de Munich-Frisinga: Ante todo, porque me pareca que podan representar bien la continuidad entre mi tarea anterior y el nuevo cargo; porque, con todas las diferencias que se quieran, se trataba y se trata siempre de lo mismo: seguir la verdad, ponerse a su servicio. Dado que el argumento de la verdad desaparece en el mundo de hoy, aada esta tercera razn: Este lema episcopal me pareci que era el que estaba ms en lnea con nuestro tiempo, el ms moderno, en el sentido bueno del trmino42. Su emblema episcopal exhibe tambin un smbolo, la concha, que significa tanto la peregrinacin de una vida como la leyenda relativa a su maestro S. Agustn cuando se estrujaba el cerebro para comprender el misterio de la Trinidad. El nio que jugaba con una concha echando el agua del mar en un hoyo le reconvino de esta manera: tan difcil es meter toda el agua del mar en un pozo como que la razn humana pueda entender el misterio de Dios. Este otro smbolo daba a entender que su bsqueda de la Verdad apela a su primer maestro, al telogo y obispo africano. Estos datos anecdticos permiten constatar la existencia de un factor de continuidad en la sensibilidad teolgica y metodolgica de Ratzinger que preside toda una obra y que puede ayudar a corregir ese tpico que habla de un corrimiento, en fases sucesivas, desde el rol de telogo progresista en Tubinga a Gran inquisidor en Roma43. Ms ajustado a la realidad, me parece el juicio de H. Verweyen que, tratando de perfilar la evolucin del pensamiento de Benedicto XVI, descarta el mito del gran cambio44. Basta releer sus crnicas teolgicas de las distintas sesiones conciliares, salidas de la pluma del perito conciliar que toma partido a favor de los avances teolgicos que marcan el ritmo del Vaticano II. Lo ms caracterstico es su valoracin positiva del Concilio, y su valoracin prevalentemente negativa del post-concilio, a resultas de su interpretacin y aplicacin desde la Constitucin pastoral.
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J. RATZINGER, La sal de la tierra, 17. Mi vida, 156-157. Ese lema sirve de ttulo a otra de sus obras: Cooperadores de la verdad. Reflexiones para cada da del ao, Madrid 1991. 43 H. KNG, Libertad conquistada. Memorias, Madrid 2003, 589. De este problema, con fuertes dosis apologticas se ocupa ampliamente M. D. HEIM, o.c., 178-197. 44 VERWEYEN, 39-42.
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Por lo pronto, hay que reconocer que siempre ha defendido la eclesiologa de comunin, la doctrina de la colegialidad, el planteamiento ecumnico, la reforma litrgica, la libertad religiosa, la apertura a las religiones del mundo, puntos esenciales del Concilio Vaticano II, y ello se debe bsicamente a los principios inspiradores de su obra teolgica: recurso a la Escritura, a los Padres y a la tradicin franciscana, unidos a un extraordinario conocimiento de la teologa occidental clsica. Por eso, a la hora de enjuiciar el camino recorrido entre Tubinga y Roma, desde la ctedra universitaria a la ctedra pontificia, hay que prestar atencin a sus confesiones acerca de su forma de hacer teologa y de su aventura intelectual: Yo nunca he buscado tener un sistema propio o crear nuevas teoras. Quiz lo especfico de mi trabajo podra consistir en que me gusta pensar con la fe de la Iglesia y eso supone, para empezar, pensar con los grandes pensadores de la fe. As las cosas, declara que el inters por la exgesis es otro rasgo que caracteriza su teologa: Yo no podra hacer teologa puramente filosfica. Para m, lo primero de todo, el punto de partida, es el Verbo. Creer en la Palabra de Dios y poner empeo en conocerla a fondo, ahondar en ella y entenderla, para despus reflexionar junto a los grandes maestros de la fe. Por eso, mi teologa tiene cierto carcter bblico e incluso patrstico, sobre todo, agustiniano. Pero procuro, como es natural, no quedarme en la Iglesia primitiva; lo que intento es subrayar los aspectos ms relevantes de su pensamiento y entablar al mismo tiempo un dilogo con el pensamiento contemporneo45. La manera de entender la relacin de la Iglesia con el mundo y el pensamiento contemporneos depende decisivamente de los crticos anlisis que el telogo de Ratisbona ha hecho acerca de la Constitucin pastoral. A su juicio, es en la constitucin pastoral Gaudium et spes donde se percibe la peculiar fisonoma de la ltima asamblea ecumnica en la historia de los concilios: sus textos estn transidos de una tendencia fundamental que puede ser subsumida bajo la idea de la apertura de la Iglesia al mundo. Esta apertura al mundo representara la estructura interna y la peculiaridad histrica del Vaticano II. Y se preguntaba el mismo ao en que conclua el Concilio: Corresponde ese movimiento a la esencia de la Iglesia y a su mandato esencial, o es como afirmaba la oposicin conciliar, algo directamente opuesto a su esencia?46. Esta pregunta descubre el verdadero ncleo de la disensin dentro del Concilio y desvela la gravedad de la cuestin planteada durante el post-concilio: cul es la tarea histrica de la Iglesia? Desde ah, Ratzinger ha enjuiciado las posturas teolgicas que responden de otra manera a esa grave pregunta, empezando por Rahner, Metz, Schillebeeckx, y otros telogos del Concilio. l se ha alineado en otro frente (con Balthasar y Lubac). De ah su seria confrontacin con tantas cosas nacidas de la
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La sal de la tierra. Cristianismo e Iglesia catlica ante el nuevo milenio, Madrid 52005, 72. Vase: Una Iglesia abierta al mundo? Reflexiones sobre la estructura del Concilio Vaticano II, en: El nuevo pueblo de Dios, 313-333; aqu: 314.
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Constitucin pastoral, sobre la tarea de la Iglesia en el mundo de hoy: desde la teologa poltica a la teologa de la liberacin, con su crtica nada velada hacia las asambleas de CELAM, relegando al silencio los grandes Snodos de 1971 y de 1974, sobre la pobreza en el mundo y sobre la evangelizacin. El debate acerca de la interpretacin del Concilio y la cuestin de la apertura de la Iglesia en su dilogo con el pensamiento contemporneo ha propiciado la consolidacin de frente teolgicos en la poca postconciliar, cuya plasmacin ms grfica ha sido seguramente ese parting of the ways que se produjo en la separacin de las dos revistas teolgicas Concilium y Communio y de los intereses teolgicos que representan. 3. Al frente de la Congregacin para la Doctrina de la Fe (1981-2005) En 1981, Juan Pablo II llam al Cardenal Ratzinger a Roma para nombrarle Prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, un cargo que asume el 25 de noviembre. Hasta su ascenso al solio pontificio, el 19 de abril de 2005, transcurre prcticamente un cuarto de siglo al frente de este importante dicasterio romano. En este largo perodo de tiempo, y en medio de otras muchas ocupaciones, se inscriben las obras de recopilacin del Cardenal Ratzinger que componen un amplio cuerpo doctrinal, donde habra que destacar los ttulos siguientes: Theologische Prinzipienlehre. Bausteine zur Fundamentaltheologie, Mnchen 1982. [Teora de los principios teolgicos. Materiales para una teologa fundamental, Barcelona 1985]; Kirche, kumene und Politik. Neue Versuche zur Ekklesiologie, Einsiedeln 1986; [Iglesia, ecumenismo y poltica. Nuevos ensayos de eclesiologa, Madrid 1987]; Zur Gemeinschaft gerufen: Kirche heute verstehen, Freiburg 1991. [La Iglesia. Una comunidad siempre en camino, Madrid 1992]. Weggemeinschaft des Glaubens. Kirche als Communio, Augsburg 2002. [Convocados en el camino de la fe. La Iglesia como comunin, Madrid 2004]. Desde esa nueva responsabilidad, ha vuelto a intervenir en el debate acerca de la correcta hermenutica del Concilio. Vamos a atender en primer lugar a la valoracin reflejada en el llamado Informe sobre la fe, que es de mediados de los aos ochenta, y, seguidamente, podremos constatar que el Cardenal Prefecto detectaba la emergencia de nuevas problemticas en los aos noventa. Concluiremos refirindonos al diagnstico de la situacin eclesial que haca a la altura del ao jubilar. 3.1 El Informe sobre la fe (1985): Descubrir de nuevo el Concilio De gran alcance y repercusin fueron las declaraciones hechas al periodista V. Messori que acabaron convertidas en libro. Este opsculo vino a coincidir con la celebracin del Snodo de los obispos de 1985, asamblea extraordinaria que hizo una evaluacin de la recepcin del Concilio Vaticano II a los veinte aos de su clausura. Nos interesa de manera especial el captulo
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segundo: Descubrir de nuevo el Concilio47. En aquella entrevista, el periodista Messori retomaba la valoracin hecha por el cardenal Ratzinger diez aos antes: El Vaticano II se encuentra hoy bajo una luz crepuscular. La corriente llamada progresista lo considera completamente superado desde hace tiempo y, en consecuencia, como un hecho del pasado, carente de significacin en nuestro tiempo. Para la parte opuesta, la corriente conservadora, el Concilio es responsable de la actual decadencia de la Iglesia catlica y se le acusa incluso de apostasa con respecto al concilio de Trento y al Vaticano I: hasta tal punto que algunos se han atrevido a pedir su anulacin o una revisin tal que equivalga a una anulacin48. En medio de estas dos posiciones contrapuestas, Benedicto XVI repeta su diagnstico anterior: los cristianos son de nuevo minora, ms que en ninguna otra poca desde finales de la antigedad. Resulta incontestable que los ltimos veinte aos han sido decididamente desfavorables para la Iglesia catlica. El Vaticano II, en sus expresiones oficiales, en sus documentos autnticos, no puede ser considerado responsable de una evolucin que muy al contrario contradice radicalmente tanto la letra como el espritu de los Padres conciliares49. De ah su consigna de no volver atrs, sino un volver a los textos autnticos del autntico Vaticano II. En su anlisis denuncia que a este Concilio verdadero, se contrapuso, ya durante las sesiones y con mayor intensidad en el perodo posterior, un sedicente espritu del Concilio, que es en realidad su verdadero antiespritu. Lo ms caracterstico de este pernicioso anti-espritu (Konzils-Ungeist) es la consideracin de que la historia de la Iglesia comienza con el Vaticano II, como si de un punto cero se tratara. Es necesario oponerse decididamente a este esquematismo de un antes y de un despus en la historia de la Iglesia; es algo que no puede justificarse a partir de los documentos, los cuales no hacen sino reafirmar la continuidad del catolicismo. No hay una Iglesia pre o post conciliar: existe una sola y nica Iglesia que camina hacia el Seor, ahondando cada vez ms y comprendiendo cada vez mejor el depsito de la fe que El mismo le ha confiado50. El Vaticano II, por otro lado, ha propiciado una revisin de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. Valores surgidos fuera de la Iglesia pueden encontrar debidamente purificados- su puesto en la vida y visin de la Iglesia. Pero es ingenuo pensar que Iglesia y mundo puedan encontrarse sin conflicto. A este respecto subraya que ya ha sido superada la fase de aperturas indiscriminadas, es tiempo del coraje para el anticonformismo, es la hora de que el cristiano descubra responsablemente que vive en contradiccin con eso que el Evangelio llama el espritu del mundo. En este momento, el periodista le plante la pregunta de si la jerarqua deseaba cerrar la primera fase del postconcilio encaminada, en cierto sentido, a una especie de restauracin. La
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J. RATZINGER-V. MESSORI, Informe sobre la fe, Madrid 22005, 33-51. Ibid., 34. 49 Ibid., 36. 50 Ibid., 41.
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respuesta textual del Cardenal Prefecto fue de este tenor: Si por restauracin se entiende un volver atrs, entonces no es posible restauracin alguna. () Pero si por restauracin entendemos la bsqueda de un nuevo equilibrio despus de las exageraciones de una apertura indiscriminada al mundo, despus de la interpretaciones demasiado positivas de un mundo agnstico y ateo, pues bien, entonces una restauracin entendida en este sentido (es decir, un equilibrio renovado de las orientaciones y de los valores en el interior de la totalidad catlica) sera del todo deseable, y por lo dems, se encuentra ya en marcha en la Iglesia. En este sentido puede decirse que se ha cerrado la primera fase del postconcilio51. Reclamaba, en consecuencia, la lectura de la letra de los documentos conciliares para alcanzar as de nuevo su verdadero espritu. Repeta la sentencia pronunciada diez aos antes: el tiempo verdadero del Vaticano II no ha llegado todava. Muchos de sus contenidos quedaron sepultados bajo el alud de publicaciones inexactas o superficiales. Estamos, pues, ante una crisis general de la Iglesia y de la fe. 3.2 Las nuevas problemticas de la fe y de la teologa en los aos noventa El Cardenal Ratzinger nos ofreca, a la altura de los aos noventa del siglo que acaba de expirar, un anlisis de la situacin de la fe y de la teologa52. Cules son los aspectos que condicionan ms gravemente la creencia cristiana y la fe de la Iglesia? Despus de la cada del muro de Berln y el derrumbamiento de los regmenes europeos de inspiracin marxista, ha hecho crisis esa teologa de la prctica poltica que haba convertido la fe en accin concreta y redentora en el proceso de liberacin53. La teologa de la liberacin haba querido dar una respuesta a la cuestin central para el cristianismo que es la redencin, en un mundo marcado por la pobreza, el sufrimiento y la injusticia. La superacin de esta situacin requera no slo una conversin individual, sino una lucha contra las estructuras de la injusticia. Los acontecimiento polticos de 1989 modificaron profundamente el escenario teolgico, cultural y poltico. As las cosas, el relativismo se erige hoy como filosofa dominante, que encuentra su expresin ms tpica en la teologa pluralista de las religiones, que implica una disolucin de la cristologa y de la eclesiologa a manos del influjo creciente de las religiones de oriente y de ese espritu irracional del todo vale que se deja sintetizar en esa religiosidad difusa que se subsume bajo el impulso de la New Age. Detrs de esta inquietud puede leerse la orientacin de la Declaracin Dominus Iesus de la Congregacin para la Doctrina de la Fe.
Ibid., 44. Las nuevas problemticas surgidas durante el decenio de 1990. Sobre la situacin de la fe y la teologa hoy, en: J. RATZINGER, Fe, verdad y tolerancia. El cristianismo y las religiones del mundo, Salamanca 2005, 103-121. 53 Vase la valoracin de la teologa de la liberacin hecha en: Informe sobre la fe, 187-211. Vase el captulo que VERWEYEN dedica al tema teologa y poltica, 114-134; esp. 117-125.
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Finalmente, este cuadro sombro se completa con el pragmatismo que el Cardenal Prefecto perciba en la cotidianidad eclesial. Cita dos fenmenos que dice observar con preocupacin. Uno de ellos consiste en el intento por hacer extensivo el principio de la mayora a la fe y a la moral, es decir, por democratizar finalmente la Iglesia54. Percibe en este proceso una tendencia en este sentido: el que tenga poder, determinar lo que ha de creerse. El otro aspecto se refiere a la liturgia, que estara buscando de forma compulsiva una celebracin de la vivencia, de lo embriagador y de lo exttico. Y conclua: Concedido que estoy cargando excesivamente las tintas. Lo que digo no describe la situacin normal de nuestras comunidades. Pero ah estn las tendencias. Y por eso es preciso estar bien despiertos, para que no nos quieran meter subrepticiamente otro Evangelio diferente del que el Seor mismo nos entreg. 3.3 La crisis de Dios se ha cifrado eclesiolgicamente. La crisis del cristianismo europeo no es primaria y definitivamente una crisis eclesial, sino una crisis de Dios. En unas reflexiones del ao 2000 acerca de la eclesiologa de la Constitucin dogmtica sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II haca suyo el diagnstico de J. B. Metz, el padre de la teologa poltica: La crisis de Dios se ha cifrado eclesiolgicamente55. Con todo, los antecedentes ms remotos de este diagnstico podran buscarse en el anlisis de la situacin europea que el joven telogo Joseph Ratzinger haca en 1958, con treinta aos, y que puso bajo el ttulo de Los nuevos paganos y la Iglesia56. A la vista de las estadsticas, Europa sigue siendo un continente cristiano, mas slo engaosamente cristiano, ya que en el interior de su Iglesia est creciendo un nuevo paganismo que amenaza con socavarla desde dentro; no es, como antes, una Iglesia de paganos, es decir, una Iglesia que surga desde la conversin de los paganos que se hacan cristianos. Ms bien hay que hablar de Iglesia de paganos pero en este otro sentido: una Iglesia de los que se llaman nominalmente cristianos aunque en verdad se han hecho paganos. En otras palabras: El paganismo se ha instalado hoy en la Iglesia misma, y justamente sta es la caracterstica tanto de la Iglesia de nuestros das como tambin del nuevo paganismo, ya que se trata de un paganismo dentro de la Iglesia y de una Iglesia en cuyo corazn vive el paganismo. Ante el descenso estrepitoso de la prctica religiosa, ante un mero sacramentalismo sin conviccin, ante el caso normal del vecino increyente, ante el hecho del paganismo intraeclesial, el problema de fondo, teolgico y pastoral, es cmo hacer que la Iglesia sea, segn lo que afirma una de sus definiciones ms elementales, la comunidad de los creyentes. El diagnstico no ha perdido un pice de actualidad, sino que al cabo de los aos, con aquel telogo al frente la nave de Pedro, incluso la ha ganado.
Las nuevas problemtica, 115. CARD. J. RATZINGER, La eclesiologa de la Constitucin Lumen gentium, en: Convocados en el camino de la fe. La Iglesia como comunin, Madrid 2004, 129-157. 56 Vase: El nuevo pueblo de Dios. Esquemas para una eclesiologa, Barcelona 1972, 359-373. Cf. Mi vida, 94.
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En el trabajo sobre la eclesiologa del Vaticano II, el actual Papa Benedicto XVI haca una recapitulacin de la eclesiologa conciliar en estos trminos: El concepto de pueblo de Dios, la colegialidad de los obispos como revalorizacin del ministerio del obispo frente al primado del papa, la nueva valoracin de las Iglesias locales frente a la Iglesia en su conjunto, la apertura ecumnica del concepto de Iglesia y la apertura al mundo de las religiones; finalmente, la pregunta por el lugar especfico de la Iglesia catlica, que se concreta en la frmula de la Iglesia una, santa, catlica y apostlica de la que habla el Credo, subsistit in Ecclesia catholica57. 4. En la ctedra del sucesor de Pedro: la opcin por la hermenutica de la reforma, o la continuidad sin ruptura. Para el 8 de diciembre de 2005, cuando se iban a cumplir exactamente los cuarenta aos de la clausura del Concilio Vaticano II, estuvo anunciada la primera encclica de Benedicto XVI. Algunas palabras suyas pronunciadas al comienzo de su pontificado hacan pensar que no iban a faltar en ella referencias al acontecimiento eclesial ms importante del siglo XX: Cuando me preparo al servicio que es propio del sucesor de Pedro, quiero reafirmar con fuerza la voluntad decidida de proseguir en el compromiso de realizacin del Concilio Vaticano II, siguiendo a mis predecesores y en continuidad con la tradicin bimilenaria de la Iglesia. Este ao se celebra el 40 aniversario de la conclusin de la asamblea conciliar. Con el pasar de los aos los documentos conciliares no han perdido actualidad; por el contrario, sus enseanzas se revelan particularmente pertinentes en relacin con las nuevas instancias de la Iglesia y de la sociedad actual globalizada58. Sin embargo, no fue as, y ste es otro punto en el que Deus caritas est result desconcertante. De todos modos hay un documento que llena esta laguna. Me refiero al discurso pronunciado el 22 de diciembre de 2005 ante la Curia con ocasin de la felicitacin navidea. En esta alocucin Benedicto XVI haca balance de sus primeros meses de pontificado, incluyendo la celebracin de los cuarenta aos de la clausura del Concilio. Esta circunstancia le llev a plantear las preguntas que hemos venido considerando: cul ha sido el resultado del Concilio? Ha sido acogido y aplicado correctamente? En este proceso de recepcin, qu ha sido bueno y qu insuficiente o errneo? Qu es lo que queda an por hacer? Aquella alocucin formulaba una respuesta en la que propona claves de lectura y aplicacin para su correcta hermenutica. Los problemas de la recepcin del Vaticano II emanan de la coexistencia de dos hermenuticas contrarias y enfrentadas que han causado confusin, una hermenutica de la discontinuidad y de la ruptura, por un lado, y una hermenutica de la reforma o de una renovacin en la continuidad, por otro. Lo ms caracterstico de la llamada hermenutica de la discontinuidad
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La eclesiologa de la Constitucin Lumen gentium, 132. Cf. LOsservatore Romano, ed. esp. n. 16, 22.IV.2005, p. 6.
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consiste en una interpretacin de los textos del Concilio como el resultado de transacciones y de la bsqueda de la unanimidad; los textos no seran por ello la expresin del verdadero espritu del Concilio, y dado que no reflejan sino de manera imperfecta el espritu del Vaticano II y su novedad, hay que ir ms all de ellos para apropiarse de la intencin ms profunda del Concilio. En esta lgica habra que seguir no ya la letra, sino su espritu. El margen para la arbitrariedad y la excentricidad denunciaba el Papa Ratzinger puede ser incalculable y, a la postre, esta lnea de interpretacin desembocara en una ruptura entre la Iglesia pre-conciliar y la Iglesia post-conciliar. Para explicar la hermenutica de la reforma, Benedicto XVI echa mano de dos textos estelares del Vaticano II: el discurso de inauguracin de Juan XXIII y el discurso de clausura de Pablo VI. De aquella primera alocucin del 11 de octubre de 1962, Gaudet Mater Ecclesia, retoma estos pasajes: el Concilio quiere transmitir la doctrina catlica en su integridad, sin atenuaciones ni deformaciones, y prosigue diciendo: Nuestra tarea no es nicamente guardar este tesoro, como si nos preocupramos tan slo de la antigedad, sino tambin decididos, sin temor, a estudiar lo que exige nuestra poca () Esta doctrina es, sin duda, verdadera e inmutable, y el fiel debe prestarle obediencia, pero hay que investigarla y exponerla segn las exigencias de nuestro tiempo. Una cosa es, en efecto, el depsito de la fe o las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra distinta es el modo como se enuncian estas verdades, conservando, sin embargo, el mismo sentido y significado. Este fragmento ha sido reasumido en un pasaje de la constitucin pastoral Gaudium et spes (cf. GS 62), sobre la Iglesia en el mundo actual. Por aqu se abre la puerta a la evocacin que Benedicto XVI hace del discurso conciliar de clausura pronunciado por Pablo VI, el 7 de diciembre de 1965. Por aqu se cuela la otra preocupacin sobre la recepcin del Vaticano II. El Concilio tena que profundizar en la relacin de la Iglesia con el mundo, haciendo frente a las diversas tensiones inscritas en esta dinmica de la apertura al mundo. En su opinin, la cuestin de fondo que se decide en el replanteamiento de la relacin entre la Iglesia y la Edad Moderna o modernidad se desgrana en estos tres interrogantes: cmo definir de manera nueva la relacin entre la fe y la ciencia moderna, cmo definir la relacin entre la Iglesia y el estado moderno, cmo definir la relacin entre la fe cristiana y las religiones del mundo. En este entramado de complejas cuestiones, las decisiones de fondo del Concilio Vaticano II siguen siendo vlidas, al tiempo que las formas concretas de su aplicacin a los nuevos contextos y situaciones pueden cambiar, ya que la hermenutica de la reforma nos sita en el corazn de esa dialctica que se establece de forma permanente entre la fidelidad y el dinamismo. Son las tensiones perennes entre la fe y la razn. Y conclua: podemos hoy volver la mirada con gratitud al Concilio Vaticano II: si lo leemos y lo acogemos guiados por una hermenutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez ms una gran fuerza para la necesaria renovacin de la Iglesia.
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