Directivos con inteligencia intuitiva: Desarrolle el potencial directivo de su empresa

PRÓLOGO

En la nueva economía, acrecentar y aprovechar el capital humano es una necesidad vital e impostergable; no solo para garantizar la sobrevivencia de las organizaciones, sino para hacer realidad sus planes y proyectos.

En un entorno global competitivo en el que la constante es el cambio, impulsar el talento de los colaboradores requiere que los directivos sean capaces de diagnosticar, formular propuestas y guiar el desarrollo de su potencial, esto es, encaminarlo a ampliar y fortalecer las capacidades empresariales que se necesitan para concretar la visión de corto, mediano y largo plazo, como parte de su historia personal exitosa.

En este sentido, el potencial directivo comúnmente se asocia con las competencias de los jefes, administradores, dirigentes y CEO para ejercer el liderazgo, motivar, impulsar la cohesión grupal, realizar la gestión y demostrar su espíritu emprendedor, principalmente.

Aceptar el desafío implica una férrea convicción de la alta dirección para centrar la atención en el individuo, con base en una filosofía institucional y una gestión de vanguardia, lo que significa generar nuevos enfoques; contar con sistemas renovados de apoyo que optimicen los recursos disponibles; promover ambientes propicios para la acción; concientizarlo de su papel, y establecer mecanismos adecuados que permitan a los sujetos vigorizar sus capacidades y habilidades (competencias personales, laborales y profesionales), así como adquirir otras nuevas y mejores, como parte de un proceso innovador que aumente su participación voluntaria en los equipos de trabajo, de tal forma que contribuya de manera efectiva a elevar el desempeño organizacional y su propio bienestar.

Este puede ser un camino difícil y costoso cuando no se tiene claridad en lo que la empresa quiere y lo que es capaz de hacer; pero también una senda retadora y muy rentable cuando, al hacerlo, se consigue el compromiso general con base en una arquitectura estratégica de crecimiento y desarrollo institucional, aunada a una ferviente convicción para triunfar.

Cerrar la brecha entre lo que es y lo que debe ser implica reconocer el tamaño y la profundidad del cambio a través del tiempo, situación ante la que muchas organizaciones cierran los ojos, centrándose más por conveniencia en los resultados materiales.

Más allá de intentar resolver el problema filosófico de la existencia humana, el interés de esta obra es facilitar el despertar de la conciencia personal y grupal en el contexto de la organización y su relación con otras, reconociendo las diferentes situaciones que experimenta; así como, tomar el control y responsabilidad de las acciones, enfocándolas en cumplir las metas predeterminadas con sentido de comunidad y deseos de superación crecientes.

El texto se centra en proponer al lector (cualquiera que sea su ámbito laboral) una serie de reflexiones, criterios y principios; así como un modelo con herramientas y prácticas que le ayuden a comprender, integrar y energizar a sus colaboradores y colegas a abordar temas emergentes, visualizar escenarios, generar oportunidades y, sobre todo, a renovar su forma de pensar y ejecutar iniciativas que hagan que la gente se conecte e involucre en una dinámica de alto significado que genere valor, que aumente su efectividad en el trabajo y que, al mismo tiempo, mejore su empleabilidad y bienestar.

Así, más que medir y evaluar las capacidades y habilidades personales o de los grupos, se busca facilitarles la identificación de su posición actual, de tal forma que les permita evaluar algunos aspectos importantes en su vida (en el hogar, trabajo y en las relaciones con los demás) para reconocer su potencial y diseñar con objetividad una trayectoria de su posible desarrollo integral, decidiéndose a mejorar y alcanzar la plenitud.

La gestión del potencial directivo es un factor clave para hacer, entre otras cosas, que las personas se reconozcan a sí mismas como seres afortunados al dirigir su destino, en organizaciones que deben ser tan flexibles como el mismo cambio y, en los hechos, grandiosos como sus propias aspiraciones.

CAPÍTULO 1

LOS RETOS Y TENDENCIAS DEL FUTURO EMPRESARIAL

"El humanware se transforma al ritmo de la economía y las problemáticas sociales".

Sergio Raúl Ortiz Saucedo

Uno de los retos más grandes del ser humano es encontrar un lugar en la vida en el que se sienta necesario y apreciado; un espacio en el que esté a gusto con lo que es, lo que hace y lo que tiene.

Esta cuestión ancestral se ha vuelto crítica en el ámbito laboral de nuestros días, tomando en cuenta la hipercompetencia en los mercados globales, caracterizados por la complejidad, el cambio, el riesgo, la incertidumbre y la velocidad.

El cambio ocurre en todos los terrenos y direcciones, por lo que hacer que el ambiente se modifique no es tan fácil;… lo es si nosotros lo hacemos primero.

Más allá de la importancia que tienen la capacidad técnica y la preparación profesional de los directivos, se asume que es su visión de la vida y calidad humana lo que los convierte en verdaderos promotores del cambio, por lo que la personalidad y el talento para reconocer el medio y adaptarse con rapidez juegan un papel muy importante, ya que se puede dominar la situación por la fuerza, el poder, la influencia del liderazgo personal; pero como nada es permanente, la mayoría de la gente toma la opción de aprender a moverse entre las olas, sin correr riesgos innecesarios, sobre todo cuando se trata de una cuestión de sobrevivencia. En contraste, cuando tiene que ver con la trascendencia y el orgullo¹, la decisión está ligada más a la relación entre la ambición y el miedo.

De aquí que sea una exigencia diaria, tanto reconocerse continuamente a sí mismo, a los demás y al entorno, como no perder de vista el desarrollo humano: reconocer la esencia más que la forma; recuperar la capacidad de asombro; apreciar lo extraordinario en la vida, no porque algo fue especial o porque ocurrió una sola vez, sino porque volvió a estar ahí al día siguiente.

De este modo, el libro busca ser una aportación para las personas interesadas en la búsqueda de sentido dentro y fuera de las empresas; una incitación a realizar un proceso de introspección para revitalizarse desde adentro; una serie de señales de que ese algo dentro de nosotros es la energía que nos mueve, un elemento valioso que debe atesorarse porque es superior a cualquier mercancía u objeto material existente.

El texto pretende dar luz a la conciencia, a la miopía y a la terquedad para evitar clavarse espinas innecesarias en el camino de la vida; en todo caso, quitárselas, para no seguir equivocándose en las relaciones con los demás, sino con el fin de ser humildes y apasionarse por darle significado a cada uno de los actos y vivir con plenitud.

En el ámbito organizacional, pretende ser una ayuda para que los directivos y mandos medios entiendan mejor las diferencias individuales y las que surgen en los grupos de personas, ya sea de manera natural o intencionada; reconozcan que el desafío es conducir seres y no recursos humanos, yendo más allá de lograr beneficios económicos: se trata de focalizarse en servir al cliente y simultáneamente alcanzar la cima en equipo al despertar lo bueno que hay en cada uno; pero, sobre todo, hacer énfasis en el tesoro personal que poseemos: la vida (la salud, el amor y la libertad, principalmente) junto con la capacidad de elección para cumplir la misión de nuestra existencia.

De aquí que es común que las organizaciones fracasen, porque solo aquellas que logran la unidad y entienden su papel, generan sinergias y aprovechan los momentos cruciales para transformarse en forma progresiva, logrando beneficios para todos.

Al igual que los seres humanos, las organizaciones en vías de la perfección existen y sienten porque son una parte de la vida de las personas que las componen, por lo que no es extraño que empresas exitosas lo sean gracias a seres excepcionales: personajes inteligentes y maduros que, cual samuráis ataviados con armaduras forjadas en los valores fundamentales y una notable energía, están siempre dispuestos a luchar con entrega y sacrificio por su ideales.

Al final de cuentas, la organización en su conjunto se esfuerza y sobrevive cumpliendo su función, a veces con destellos de grandeza en los momentos de exigencia, con brillo, pero sin sostenibilidad, y, en casos lamentables, retrocediendo irremediablemente por falta de cimientos profundos y una filosofía propia.

En el mejor de los casos, es en ese accionar de la organización donde surgen puntos de confluencia, en los que los talentos y el compromiso de los participantes combinados con la optimización de recursos disponibles la sacan a flote, convirtiéndose en un ciclo recurrente y virtuoso.

En estas condiciones aparecen, desde el inicio (inmersos en un nutrido grupo de personas) y quedan hasta el final como pilares de la organización los guerreros, los auténticos protagonistas y testigos de todo el quehacer institucional; esos que logran que las cosas sucedan y, a pesar de todo, funcionen de manera sorprendente y exitosa, merced a su sentido de identidad y pertenencia, convicción, compromiso y orgullo. A ellos y a ellas está dedicada esta obra.

1.1. Los retos del futuro inmediato

Si bien es cierto, la vorágine de este mundo global² ha sido propiciada, principalmente, por la evolución de las relaciones económico-financieras, políticas y comerciales de las grandes naciones; también es verdad que nos hemos dejado seducir y conducir por ellas, presos del egoísmo y las promesas del bienestar colectivo, cuando sabemos que la justicia se asemeja a la utopía, la distribución de la riqueza a un sueño y los beneficios del desarrollo a una mera aspiración.

Las características sobresalientes del mundo actual se presentan a continuación:

Figura 1. Características del mundo actual

Fuente: elaboración propia.

Así, las organizaciones se desenvuelven en un medio ambiente en el que la estabilidad transita intensamente entre el orden y el caos. Las estadísticas reportan 7 mil 433 millones de habitantes en el mundo; 18 mil 494 millones de dólares es el valor del comercio internacional (2015), de los cuales el 66,2 % corresponde a manufacturas; ubicándose 82 %, de 188 países, dentro del rango medio y bajo del Índice de Desarrollo Humano (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2016).

Hoy en día, el desarrollo humano se concibe como un proceso mediante el cual se diseñan y ofrecen opciones a las personas para lograr una mejora educativa, material, laboral, recreativa, cultural y en su salud, que les permitan aprovechar su potencial, elevar su calidad de vida y nivel de bienestar en un ambiente de libertad.

En este contexto, tomando en cuenta el orden de percepción, se reconoce la necesidad de elevar la resiliencia organizacional mediante diversos enfoques administrativos para estar en condiciones de mantener su salud y elevar el desempeño; así como fortalecer una filosofía integrada del trinomio sociedad-empresa-gobierno que repercuta en un mayor nivel de conciencia, productividad y calidad de vida.

1.2. Cambios y exigencias de la vida empresarial

La dinámica actual en la que se desenvuelven las organizaciones es muy amplia, diversa e intensa, razón por la cual sus integrantes deben estar en constante actividad y renovación. La energía que despliegan demanda, no solo buena salud y una condición física a toda prueba, sino el autocontrol personal y dominio técnico de sus funciones. Los esfuerzos y sacrificios cada vez son mayores.

Aunado a lo anterior, el grado de interacción e interdependencia dentro y fuera de la organización es tal que el encuentro cara a cara se reduce notablemente y, en su lugar, se tejen una multiplicidad de solicitudes, compromisos y mensajes que exigen velocidad de respuesta.

La complejidad de los fenómenos pone de manifiesto que las estructuras organizacionales prácticamente muestran el ayer. No hay tiempo suficiente para aprovechar la memoria organizacional y gestionar el conocimiento; el egoísmo y la competencia individual se ha intensificado; hay una mayor dependencia de la tecnología en el trabajo; la ética empresarial se pone a prueba, y existe una gran dificultad para separarse de los pendientes y compromisos antes de irse a casa.

Ante este escenario, el directivo de hoy se forja más al afrontar los retos y la adversidad en soledad, más que en la rutina. Además, se emplea una mezcla de conocimiento; experiencia; resistencia física y emocional; audacia, y valentía para moverse en los límites y lograr sobrevivir.

En este contexto, detonar el potencial directivo es