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Algarabía
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Libro electrónico124 páginas48 minutos

Algarabía

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Información de este libro electrónico

Poemario de gran factura estética en lo formal, donde predomina la belleza, el ritmo poético y un sentido de la poesía que parecía olvidado en nuestros días. El autor, da continuidad a una tradición familiar que se remonta a su abuelo Alberto Rubio.
IdiomaEspañol
EditorialLOM Ediciones
Fecha de lanzamiento31 dic 2024
ISBN9789560018786
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    Algarabía - Rafael Rubio barrientos

    © LOM ediciones

    Primera edición, abril 2024

    ISBN impreso: 9789560018083

    ISBN digital: 9789560018786

    RPI: 2024-A-2456

    Motivo de portada: Dibujo de Rafaela Esperanza Rubio Díaz

    Edición, diseño y diagramación

    LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago

    Teléfono: (56-2) 2860 6800

    [email protected] | www.lom.cl

    Tipografía: Karmina

    Impreso en los talleres de gráfica LOM

    Miguel de Atero 2888, Quinta Normal

    Santiago de Chile

    I

    BUCÓLICA

    Ya es la alborada. Amaneció el caballo.

    A relinchos relumbra en el potrero

    y así en galope bruñidor de rayo

    alborota de sol el campo entero.

    Los pastos gimen. Arde el sol severo

    empinado en el cielo veleidoso

    atizando al caballo venidero

    que relincha a lo largo de su gozo.

    Tranquilamente los corderos pacen

    los pastos frescos en el santo día

    y las mulas rebuznan castamente.

    Y a la sombra del sol, la luz renace

    al fondo de las viejas lecherías

    do tañen las campanas de repente.

    TORMENTA

    Es hora ya de huir por los potreros.

    Arrecia. El padre apilará la leña

    para el próximo invierno. Los corderos

    lamen la sombra de un pastor que sueña.

    El hijo arrastrará carretas lentas

    por el ocaso. El campo se hará viejo

    de tanta mula en torno: ¿habrá tormenta?

    Tiemblan las briznas. Huiremos lejos

    del sol, hacia la noche de los valles.

    Relinchará relámpago el caballo

    y habrá silencio allá en las lecherías.

    El cielo no hablará por los que callen.

    Y ha de llover el oro de los rayos

    sobre la pobre oscuridad del día.

    CUADRO

    Hoy es tarde de campo. En el estero

    las aguas son esposas que saludan

    enamoradas claras, novias mudas

    que hacen su venia al sol de los potreros.

    El potro sigue el viejo derrotero

    en los campos arados por los rayos

    mientras relinchan áureos los caballos

    orillando los cercos y senderos.

    En los graneros, arderá el plumaje

    de gallos y gallinas bulliciosas.

    Levitarán las yeguas mientras tanto

    bajo cielos ramajes

    donde la luz se empinará gozosa

    a darle rienda al viento, sol al canto.

    ESPERANZA DE OCTUBRE

    Oh, rayo tentador de los graneros:

    desmiénteme la cruel verdad del hambre.

    El sol vendrá a la casa del mediero

    a dar su sombra en nombre del enjambre.

    ¡Ya se acercan carretas que rebosan

    duraznos rojos: ascuas del verano!

    ¡Alboradas recientes y olorosas

    a Dios, madurarán la luz del grano!

    ¡Adiós, difunto Agosto!… ¡Como un bruto

    cosecharé la rabia que me ofrezco

    por devoción al mes más disoluto!

    ¡Octubre el mes que apenas agradezco

    me brindará la sombra de sus frutos

    trayéndome el olor del polen fresco!

    ESTÍO

    Atardece. Yo, siervo estremecido,

    labro las piedras del remordimiento.

    La flauta del pastor ha enmudecido

    apacentando al sol en un momento.

    El sol arroja rayos a raudales.

    Arde la gracia maliciosamente

    mientras el sol ensaña sus puñales

    contra el breñal que ahoga la simiente.

    Vendrá la muerte a cosechar el día

    –brasas de Dios: los frutos del verano

    arrancados al sol de la sequía–,

    Yo, labrador voraz, labriego eterno,

    bajo la noche apuraré la mano

    para arrancar los frutos del infierno.

    TRUENOS

    Estoy roto por dentro y estoy roto por fuera,

    roto, roto del alma; roto, roto del cuerpo.

    Y sin embargo, oh madre, la voz me sale entera,

    por más que yo esté roto, de la sangre hacia adentro.

    De la sangre hacia arriba, me ahogaré en el vino

    que me borra la cara de los muertos que quiero.

    Roto, desheredado de Dios, soy el camino

    por el que se perdieron los pasos del abuelo…

    De la sangre hacia adentro, de la sangre hacia afuera,

    seré la voz que huye por un hueco del cielo

    y me habré roto más que la espiga postrera

    que un dios muele aporreando la piedra del mortero.

    Habrá madre en la noche del amor, habrá pena...

    me verán anunciando mis silencios devotos,

    con mi hija en los ojos, y mi hermana en las

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