MANUAL DE TÉCNICAS DE AUTOPSIA
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En este libro hacemos, de manera inicial, un análisis de los aspectos relacionados con la definición, finalidad, equipamiento e instrumental necesarios para la realización de una autopsia; posteriormente, analizamos los aspectos a considerar en el examen externo e interno del cuerpo, haciendo énfasis en los elementos de suma importancia para la determinación de la etiología de la muerte; finalmente, hacemos una revisión de algunos aspectos especializados dentro de la práctica de las autopsias, como la autopsia psicológica, la autopsia virtual y la autopsia molecular en el diagnóstico forense.
Los que participamos en la elaboración de esta obra esperamos que resulte de gran utilidad para todos aquellos que deseen profundizar en el estudio anatomoclínico y médico legal del cuerpo de una persona fallecida, como elemento de gran apoyo en el proceso de procuración de justicia.
Dr. Edmundo Denis Rodríguez
Dr. Edmundo Denis Rodríguez Médico de profesión; ha realizado estudios de Especialidad en Dermatología, Maestría en Medicina Forense y Doctorado en Ciencias Forenses; es Investigador de tiempo completo en el Instituto de Medicina Forense de la Universidad Veracruzana y catedrático del área forense a nivel Licenciatura, Maestría y Doctorado. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONAHCYT. Ha publicado 3 libros en el área forense y es autor de numerosos artículos en revistas indexadas del área forense. Dr. Edmundo Denis Mezo Médico de profesión; realizó la Maestría en Medicina Forense en el Instituto de Medicina Forense, Universidad Veracruzana, del que fue fundador en 1974; se desempeñó como Investigador de tiempo completo por más de 40 años, así como Perito Médico Legista en la entonces Procuraduría Estatal de Justicia de Veracruz, en el área de clasificación de lesiones, realización de autopsias y elaboración de dictámenes médico legales; ha elaborado numerosos libros y artículos relacionados con las Ciencias Forenses.
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MANUAL DE TÉCNICAS DE AUTOPSIA - Dr. Edmundo Denis Rodríguez
Copyright © 2024 por Dr. Edmundo Denis Rodríguez; Dr. Edmundo Denis Mezo.
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Fecha de revisión: 01/07/2024
Palibrio
1663 Liberty Drive
Suite 200
Bloomington, IN 47403
860601
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Edmundo Denis Mezo, Edmundo Denis Rodríguez
Capítulo 1
Antecedentes Históricos
Martha Mireille De Groot Díaz, Edmundo Denis Mezo
Capítulo 2
Fundamentos Técnicos
Raúl Infanzón Ruiz, Edmundo Denis Rodríguez
Capítulo 3
Técnicas de Necropsia
Javier Iván Baltazar Ramos, Edmundo Denis Mezo
Capítulo 4
Examen Externo Del Cadáver
José Siliceo Benítez, Edmundo Denis Rodríguez
Capítulo 5
Examen Interno del Cadáver
Patricia Beatriz Denis Rodríguez, Edmundo Denis Mezo
Capítulo 6
Evisceracion Total
Guadalupe Melo Santiesteban, Edmundo Denis Rodríguez
Capítulo 7
Protocolo de Necropsia Anatomoclínica
Patricia Beatriz Denis Rodríguez, Edmundo Denis Mezo
Capítulo 8
Necropsia Médico Legal
Carlos Alberto Jiménez Baltazar, Edmundo Denis Rodríguez
Capítulo 9
Protocolo de Necropsia Médico Legal
José Noel García Andrade, Edmundo Denis Rodríguez
Capítulo 10
Virtopsia
Javier Huesca Méndez, Edmundo Denis Rodríguez
Capítulo 11
Autopsia Psicológica
Magali Huerta Reyes, Nancy Patricia Ríos Maya
Capítulo 12
Autopsia Molecular: Definición, Usos y Avances en el Diagnóstico Forense
Noé López Amador, Nayali A. López Balderas, Patricia B. Denis Rodríguez, Octavio Carvajal Zarrabal
REFERENCIAS
INTRODUCCIÓN
Dr. Edmundo Denis Mezo
Licenciatura en Medicina, Maestría en Medicina Forense, Fundador del Instituto de Medicina Forense, Universidad Veracruzana, Ex Director del Instituto de Medicina Forense, Universidad Veracruzana.
Dr. Edmundo Denis Rodríguez
Licenciatura en Medicina, Maestría en Medicina Forense, Doctorado en Ciencias Forenses; Investigador de tiempo completo del Instituto de Medicina Forense, Universidad Veracruzana; editor de la Revista Mexicana de Medicina Forense
La inquietud hacia algo tan ignoto como lo es la muerte, es tan antigua como la vida misma. A lo largo del devenir histórico, la muerte ha ocupado un primer nivel entre los acontecimientos más impactantes de los cuales ha sido testigo la humanidad.
No ha existido un solo momento a través de la historia, en que el hombre pueda sustraerse a este fenómeno, siempre rodeado de enigmas y misterios, de tabúes, creencias y supersticiones que impiden su nítida comprensión, especialmente cuando se pretende explicar este acontecimiento en el hombre mismo.
Todas estas características propiciaron que se gestara en el hombre, un especial interés en la búsqueda de una explicación clara y convincente de cuáles eran las causas que originaban tal suceso.
Las primeras investigaciones no fueron nada fáciles; se tuvo que luchar contra el atraso intelectual de esos tiempos, contra los valores morales, las costumbres de la época, ideales, etc., características propias de cada época y latitud. Sin embargo, pese a todos estos escollos, las investigaciones realizadas en el campo del cuerpo humano, lograron descollar, propiciando con ello, que se generaran estudios cada vez más especializados.
Pasaron muchos siglos y muchas más vicisitudes; los misterios de antaño dejaron de serlo bajo la luz de los nuevos conocimientos, y parecía que el tan ansiado anhelo se vería alcanzado; sin embargo, paradójicamente, por cada velo que se descorría, aparecían nuevas interrogantes que parecían retar a la capacidad humana en su intento por establecer las causas de la muerte.
Si bien es cierto que aún no se ha triunfado totalmente en este terreno, es digno de reconocer que actualmente existen técnicas bastante confiables que nos permiten identificar cuáles son las causas de la muerte; cuando así nos interesa saberlo.
Es por ello, que para establecer con certeza las causas determinantes de la muerte de un individuo, es indispensable la práctica de la Autopsia o Necropsia y el importantísimo apoyo científico que nos proporcionan los laboratorios de Anatomía patológica y Toxicología.
Tomando en consideración la gran importancia que tiene en el proceso investigativo la práctica de la Necropsia de tipo clínico y la Necropsia de tipo médico legal, que es el campo en el que me desenvuelvo profesionalmente, me interesó la elaboración de este Manual de Técnicas de Necropsia, ya que con ello pretendo dar más luz a los que apenas se inician en este divino arte, así como también, reafirmar los conocimientos de los que ya lo practican de tiempo atrás, haciendo hincapié que solo en la medida en que se conozca todo lo relacionado con las necropsia de Ley o Médico Legal y la Necropsia de tipo Clínico o Patológica y se aplique, podremos coadyuvar al esclarecimiento de las causas de muerte en la especie humana, así como también, contribuir al desarrollo del quehacer científico, profesional, social; sobre todo, jugaremos un papel importante en la noble tarea de impartir una administración de justicia pronta y expedita.
CAPÍTULO 1
Antecedentes Históricos
Martha Mireille De Groot Díaz
Licenciatura en Administración de Empresas; Maestría en Administración de Sistemas de Salud; experiencia docente en Mercadotecnia, Computación, Gestión Funeraria, Contabilidad Administrativa y Planeación de procesos de Ingeniería en Sistemas; Certificación en Diseño e Impartición de Cursos alineados al estándar ECO207 y ECO301; Administradora del Instituto de Medicina Forense, Universidad Veracruzana.
Edmundo Denis Mezo
Licenciatura en Medicina, Maestría en Medicina Forense, Fundador del Instituto de Medicina Forense, Universidad Veracruzana, Ex Director del Instituto de Medicina Forense, Universidad Veracruzana.
Desde los tiempos más remotos, el médico investigador del cuerpo humano, ha estado en conflicto con la sociedad en que se desenvuelve para poder desarrollar su ciencia; los atavismos primarios como el considerar a los muertos como si fueran dioses o santos, los tabúes, el horror a la muerte, las creencias tan arraigadas sobre la reencarnación, y las ideas religiosas, han contribuido de sobre manera para evitar que el hombre se sirva de sus semejantes, ya sea en la enfermedad o bien después de muertos, para aumentar sus conocimientos sobre la anatomía humana y sobre la anatomo- patología.
Haciendo un breve repaso histórico, encontramos dentro de los anales de la historia, Tertuliano (160-230 DC), nacido en Cártago; San Agustín de Colombia (354-430 D.C.), y su amigo el médico Vindiciano, se opusieron enérgicamente a la práctica de las autopsias; y decían: "Es bueno para los Anatomistas examinar las vísceras de los muertos para aprender de qué manera murieron, pero para nosotros los humanistas esto se prohíbe". Las Leyes Judaicas, señalan que el cuerpo del muerto, debe ser tratado respetuosamente y enterrado pronto, incluyendo el de los criminales ahorcados en los árboles.
El Concilio de Tours en 1163, emitió la resolución de que "la Iglesia aborrece la sangre" y esto se mal interpretó, tomándose como premisa de que la iglesia prohibía la práctica de la cirugía y de las necropsias, logrando con ello satanizar ambas ciencias y detener la evolución de la medicina. Esto ocasionó que las necropsias y las prácticas quirúrgicas en esa época de realizaran en la clandestinidad, ya que el descubrimiento de actos de esta naturaleza exponía a los médicos a la cárcel, a la excomunión, o en el peor de los casos, a la pena de muerte por herejía.
La primera necropsia de un cadáver humano, descrita en forma adecuada y completa se efectuó en 1302 por Bartolomeo de Varignana, profesor de medicina, por orden de los tribunales de Bolonia, debido a la muerte, en circunstancias sospechosas, del noble Azzolino. En su protocolo, Varignana expone: "Nosotros nos hemos asegurado por nosotros mismos de la condición, por la evidencia de nuestros propios sentidos y por la anatomización de las partes"
Se han consignado antes y después de esto, datos aislados que han orillado al hombre o, mejor dicho, a los anatomistas a realizar estudios de su especialidad con objeto de resolver enigmas o buscar curas y soluciones a los problemas que aquejaban a la sociedad de su tiempo; ejemplos de ellos tenemos, el citado en la crónica del fraile Franciscano Fray Salimbene que relata que en Cremona, Italia, en 1286, ocurrió una grave epidemia de resfriado, a consecuencia de la cual murieron numerosas personas y gallinas. Un médico demostró, tanto en una gallina como en el cadáver de un paciente, abscesos en la punta de sus corazones.
Tiempo después, durante el período Talmúdico, el examen de los animales muertos por rabia contribuyó al conocimiento de la anatomía normal y anormal. En la Edad Media, el Papa Sixto IV (1484) concedió a las Universidades de Bolonia y Padua permiso para abrir cadáveres humanos. En 1488, Fernando el Católico concedió en Zaragoza, permiso a Juan Tomas Porcell para efectuar más de 50 autopsias a cadáveres de personas que murieron de peste bubónica en esa ciudad. Sus informes contribuyeron a modificar las indicaciones terapéuticas de esa época, oponiéndose terminantemente a medidas como las sangrías, las purgas y la apertura intempestivas de los bubones.
En la Grecia antigua, la anatomía de las criaturas vivientes formó una parte importante de la ciencia natural, pero jugó una parte pequeña en la teoría médica griega. Los griegos explicaron las enfermedades en su mayor parte por los humanos, y no enfatizaron en los órganos sólidos, la estructura anatómica o los cambios dentro de ella. Hasta que las teorías de las enfermedades fueron tomadas en cuenta en los cambios estructurales, la práctica de la necropsia tuvo un pequeño espacio en la medicina.
En el Siglo XII se le practicó la Necropsia al Rey noruego que murió en Bizancio en 1111, a su regreso de Jerusalén, por beber vino muy fuerte, que produjo en el hígado de un cerdo lesiones semejantes a las halladas en la necropsia del Rey.
En 1410, el Papa Alejandro murió súbitamente y la necropsia fue realizada por Pietro de Argelata. En la última parte del siglo XV, Antonio Benivieni, un médico próspero de Florencia, Italia, hizo mucho para promover la necropsia y el conocimiento de la Patología.
En 1556, se realizó la necropsia a San Ignacio de Loyola y se encontraron cálculos renales, vesicales y biliares. Todo esto demuestra que, a partir del siglo XV, la necropsia fue aceptada plenamente por la Iglesia Católica.
Hechos semejantes han ocurrido con las disposiciones Judaicas; un pasaje del Talmud, establece que la necropsia podría permitirse si con ella pudiera salvarse la vida a un acusado de homicidio. Lo que después se extendió al permitir la necropsia para salvar la vida de otro paciente inmediatamente a la mano y no para problemáticos casos futuros.
Pero fue hasta el Renacimiento cuando, rotos muchos prejuicios y modificada la ideología científica, los médicos, contra viento y marea, decidieron anatomizar, leer en el propio cadáver lo que antes solo podía leerse en las obras ingenuas y falaces de los autores clásicos.
Así tenemos que en el siglo XVI, los estudiosos de la medicina, como lo fueron Eustaquio, Aquapendente, Falopio y Vesalio, aportaron sus maravillosos descubrimientos que reformaron totalmente la anatomía humana; sobre todo Andréa Vesalius (1514-1564), que fue el máximo reformador, que tuvo sin embargo que robar sus cadáveres en la oscuridad del cementerio o descolgarlo de las tenebrosas horcas. Vesalius, publicó los resultados de sus disecciones de cadáveres humanos en su obra monumental llamada De Humanis Corporis Fabrica
constituida de siete volúmenes ilustrados por sus propios dibujos. Esa obra fue la primera Anatomía Descriptiva
verdadera del cuerpo humano, que demostró los errores y falsedades de la obra de Galeno, que se basaba en disecciones de animales, pero que sin embargo sirvió para la enseñanza teórica de la anatomía humana en esa época.
En los siglos XVI y XVII, la práctica de la Necropsia anatomoclínica llegó a ser muy frecuente, ya que, para los médicos de la época, el conocer las causas de las muertes y de las enfermedades fue lo que los movió para disecar cuantos cadáveres les era posible, y así nadie escapaba a la necropsia, sin importar rangos ni condición social. De entre estos médicos, podemos citar a Bartholin, Falopio, Fernet, Helmot, Paracelso, Malpighi, Ambrosio Paré, Riolano, y otros más.
De todos los grandes maestros mencionados anteriormente, fue Giovanni Batista Morgagni (1682-1772), quien señaló la localización de las enfermedades con los órganos, y estableció la correlación anatomoclínica, considerando las lesiones como causantes de los síntomas y los signos clínicos, en su obra maestra De sedibus et causis morborum per anatomen indagatis
, publicada en 1761, que lo consagró como el Padre de la Anatomía Patológica, dándole con ello, el valor de una ciencia. La obra constaba de cinco libros, y en la cual se asentaban las historias clínicas y los protocolos de más de 700 casos clínicos.
En América en general y en México en lo particular, la práctica de las Necropsias, también tuvo inicios vacilantes e imperfectos; en América, la primera autopsia se