Neuropsicología del daño cerebral adquirido: TCEs, ACVs y tumores del sistema nervioso central
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Neuropsicología del daño cerebral adquirido - Elena Muñoz Marrón
Capítulo I
Neuropsicología del daño cerebral adquirido. Traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares y tumores del sistema nervioso central
Introducción
El término daño cerebral adquirido (DCA) hace referencia a la condición en la cual un cerebro cuyo desarrollo ha sido normal hasta ese momento sufre una lesión súbita que genera una alteración en su estructura y en su funcionamiento.
La etiología del DCA es muy heterogénea. La causa más prevalente en los jóvenes son los traumatismos craneoencefálicos, mientras que en el caso de los mayores son las enfermedades vasculares cerebrales.
Independientemente de la etiología del daño, sus secuelas suelen abarcar tanto la esfera física como la cognitiva, social y emocional del paciente, aunque la manifestación clínica es muy heterogénea en función de numerosísimos factores. En casos leves, las alteraciones pueden limitarse a la afectación mínima de una única función, pero en daños moderados y severos se ven afectados prácticamente todos los ámbitos de la vida del paciente, limitando su funcionamiento diario, su autonomía e independencia, sus relaciones familiares y sociales, su desarrollo laboral, etc. La gravedad de estas secuelas y su recuperación dependen de diferentes factores, tales como el tipo y la gravedad de la lesión, la localización y su extensión, el estado premórbido del paciente, la edad de aparición de la lesión, la eficacia de la intervención, etc.
Las consecuencias iniciales tras un DCA pueden situarse en un continuo en cuyos polos se sitúan el coma profundo en un extremo y la recuperación hasta el nivel premórbido en el opuesto. Entre ambos polos existe una gran variedad de grados de afectación, entre los que se encuentran, de mayor a menor gravedad, el estado vegetativo, el estado de mínima conciencia y toda una amplia gama de alteraciones físicas, cognitivas, conductuales y emocionales que determinan el grado de dependencia, actividad (antes denominado discapacidad) y participación (antes minusvalía) de la persona que ha sufrido el daño.
1. Etiología del daño cerebral adquirido
Dentro de las etiologías más frecuentes del DCA destacan, por su incidencia, los traumatismos craneoencefálicos y las enfermedades cerebrovasculares. Pero existen otras condiciones médicas menos frecuentes capaces de causar un daño cerebral y, por lo tanto, de generar alteraciones neuropsicológicas de diferente gravedad.
1.1. Traumatismos craneoencefálicos
Los traumatismos craneoencefálicos (TCE) se definen como toda aquella lesión producida por un impacto violento en el cerebro, ya sea por un agente externo que impacta contra el cráneo, ya se por el choque de este contra un obstáculo. En función de la fuerza con la que se produzca y del agente causante, el impacto puede dar lugar a una herida contusa o penetrante. Así, en función del mecanismo de acción, se pueden clasificar los TCE en abiertos, en los que un objeto penetrante atraviesa el cráneo y lesiona el cerebro, y cerrados, en los cuales la lesión se produce como consecuencia de un golpe violento. Los TCE también pueden clasificarse atendiendo a su severidad, de forma que encontramos TCE leve, moderado y severo. El diagnóstico de la severidad se puede realizar mediante diferentes pruebas, entre las cuales la empleada con mayor frecuencia es la escala de coma de Glasgow. La sencillez y precisión de esta prueba permite a cualquier profesional sanitario aplicarla en el momento en el que se produce el daño; así obtiene resultados fiables que ayudarán a llevar a cabo un adecuado seguimiento del paciente.
1.2. Enfermedades vasculares cerebrales
Las enfermedades cerebrovasculares (ECV) engloban todas aquellas lesiones producidas por una interrupción o alteración del flujo sanguíneo cerebral, cuyas consecuencias dependen del vaso sanguíneo afectado y de la extensión del daño producido. En función de la etiología, las ECV se pueden clasificar en isquémicas y hemorrágicas. En el primer caso, se produce una oclusión de una arteria cerebral, mientras que en el caso de los accidentes hemorrágicos se produce una rotura de un vaso sanguíneo cerebral, ya sea debido a una malformación arteriovenosa o venosa, o a una subida brusca de presión arterial. Las enfermedades cardiovasculares pueden ocasionar una serie de manifestaciones clínicas muy heterogéneas, aun tratándose de la alteración en una misma arteria. Esta alta variabilidad sintomatológica, la complejidad de la fisiopatología de estas alteraciones y la vulnerabilidad del sistema nervioso central hace que el abordaje terapéutico de los accidentes cerebrovasculares sea muy complicado.
1.3. Tumores del sistema nervioso central
El crecimiento anómalo y descontrolado de células cerebrales (tumores primarios) o de células tumorales que localizadas en otras áreas del cuerpo producen metástasis cerebral constituye otra de las causas del DCA. En ambos casos, al daño producido por la neoplasia en sí misma se deben añadir las consecuencias que sobre el cerebro tiene el aumento de la presión intracraneal secundaria a la aparición del tumor. Además, las diversas acciones terapéuticas que se llevan a cabo en estos casos (cirugía, quimioterapia o radioterapia) también pueden ocasionar daños en el tejido cerebral, lo que hace que el margen de intervención sea muy pequeño y el tratamiento sea muy complejo.
El avance en las últimas décadas de las técnicas de neuroimagen ha facilitado en gran medida el diagnóstico de este tipo de alteraciones, pero aún queda mucho por hacer terapéuticamente, puesto que los tumores suelen ser inaccesibles para la cirugía y el efecto de la quimioterapia sobre el SNC está limitado por la presencia de la barrera hematoencefálica.
1.4. Síndrome meníngeo. Hipertensión e hipotensión intracraneal
La afectación de las cubiertas meníngeas cerebrales y las alteraciones del líquido cefalorraquídeo en el parénquima cerebral pueden provocar diferentes síndromes,entre los que se encuentran el edema cerebral, la hidrocefalia o los síndromes de hipertensión e hipotensión intracraneal. En este capítulo, profundizaremos en tales alteraciones: estudiaremos sus causas, su fisiopatología, su cuadro clínico, su diagnóstico y su tratamiento.
1.5. Enfermedades infecciosas del sistema nervioso central
La aparición de los antibióticos y las vacunas específicas redujo en gran medida, a mediados del siglo pasado, las tasas de mortalidad y la gravedad de las secuelas producidas por las enfermedades infecciosas del sistema nervioso central (SNC). Pero en las últimas décadas han aparecido enfermedades infecciosas hasta ahora desconocidas (o que no habían sido identificadas) y ha habido un rebrote de enfermedades prácticamente erradicadas, debido, principalmente, a las grandes migraciones humanas actuales. La respuesta médica ante este tipo de enfermedades debe ser inmediata y requiere un diagnóstico y un tratamiento concreto y eficaz, puesto que las repercusiones que pueden tener sobre las funciones físicas y cognitivas en caso contrario son, en algunas ocasiones, devastadoras. Las manifestaciones clínicas y la severidad de las infecciones del SNC dependen de diversos factores, entre los que cabe destacar el agente causal, la localización de la infección, la edad de aparición, la duración de la enfermedad o la competencia inmunológica de la persona que la