La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?
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Los textos resultantes recorren todos los temas abordados: cómo pensar el futuro, los desafíos de la crisis climática, los retos que plantea la desigualdad en todo el mundo, y en el interior de las regiones y países, así como las posibilidades que tienen las democracias de asumir este contexto y fortalecerse.
En una era donde la política y la democracia son cuestionadas y la confianza ciudadana decae, los gobiernos enfrentan una creciente inestabilidad y una pérdida de poder real. Mientras la democracia enfrenta un escrutinio mundial, los grandes problemas que azotan a la humanidad, ya sean económicos, medioambientales o de salud, tienen sus raíces y soluciones en el ámbito político. Ahora bien, ¿quién tomará las riendas del futuro? La obra destaca la necesidad de reflexionar sobre nuestra relación con la modernidad, con la naturaleza, y sobre cómo hemos erosionado valores fundamentales, como la solidaridad y los derechos que alguna vez promovieron la convivencia. Este libro da cuenta de la complejidad de los desafíos actuales y de la urgencia de pensar cómo construir el futuro que queremos.
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La humanidad amenazada - Daniel Innerarity
Índice
Presentación del Rector de la UNAM
La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?
Dr. Enrique Graue Wiechers
Introducción
Dr. Eduardo Robledo Rincón
Prefacio
Palabras de apertura
Dra. Guadalupe Valencia García
Prólogo
El futuro se llama incertidumbre
Edgar Morin
Parte I
Pensar el futuro
Facultad de Filosofía y Letras
Pensar el futuro
Ramón Ramos Torre
El cortoplacismo insostenible
Daniel Innerarity
Democracia de inmunidad o el rechazo al migrante
Donatella Di Cesare
Sin democracia no hay futuro posible
Tawakkol Karman
Riesgos y escenarios, el futuro incierto
Clarissa Ríos
Código QR: Memoria digital de las conversaciones temáticas con Flavia Tudela, Emilio Méndez y Xenia Rueda.
Código QR: Video de la jornada 1
Parte II
¿Hay un derecho humano al futuro?
Facultad de Derecho
Derecho al futuro
Ricardo Rivero Ortega
Los caminos de la humanidad por las distintas dimensiones del tiempo. Contemplar en profundidad el pasado para construir el futuro
Rigoberta Menchú
Argentina: no habrá futuro sin derechos humanos
Fernanda Gil Lozano
México: dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU
Juan Ramón de la Fuente
Código QR: Memoria digital de las conversaciones temáticas con Sergio García Ramírez, Julieta Morales Sánchez y Diego Valadés.
Código QR: Video de la jornada 2
Parte III
Cambio climático y desarrollo local sustentable
Facultad de Estudios Superiores Acatlán
El cambio climático es el resultado de un estilo de desarrollo
Alicia Bárcena Ibarra
Grandes soluciones para grandes retos: una transformación tecnológica, económica... y social
Teresa Ribera
La transición ecológica, el gran debate político
Cristina Monge
Los inuit: nuestro derecho al frío
Sheila Watt-Cloutier
Código QR: Memoria digital de las conversaciones temáticas con Laura Berta Reyes, Enrique Provencio, Antonio del Río Portilla y Jorge Zavala Hidalgo.
Código QR: Video de la jornada 3
Parte IV
Desigualdad, financiamiento y políticas públicas para el desarrollo en América Latina
Facultad de Economía
América Latina: del estructuralismo de la CEPAL al social-desarrollismo brasileño
Ricardo Bielschowsky
Hacia la responsabilidad global para una salud planetaria: el caso de México
Arantxa Colchero
Preparar el terreno para un futuro de crecimiento en Latinoamérica y el Caribe
Victoria Nuguer
Código QR: Memoria digital de las conversaciones temáticas con Rolando Cordera y Carlos Urzúa Macías.
Código QR: Video de la jornada 4
Parte V
Política, gobierno y democracia en el siglo xxi
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
El impacto de la globalización sobre la democracia
Josep M. Colomer
Los destructivos amos del mundo
Noam Chomsky
La confianza en los Gobiernos, clave para pensar el futuro
Pippa Norris
Código QR: Memoria digital de las conversaciones temáticas con Judit Bokser, José Woldenberg y Raúl Trejo Delarbre.
Código QR: Video de la jornada 5
Resumen del encuentro desde la visión de las y los Directores
La humanidad esperanzada: hacerse cargo del futuro
Mary Frances Rodríguez
Tomarse en serio el futuro: las formas de relacionarnos con la humanidad futura
Raúl Contreras Bustamante
Cambio climático y desarrollo local sustentable
Manuel Martínez Justo
Desigualdad social, financiamiento y políticas públicas para el desarrollo duradero
Eduardo Vega López
Reflexiones. Primer Coloquio Internacional «La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?»
Carola García Calderón
Clausura
Dr. Leonardo Lomelí
Epílogo
Recuperar el futuro
Daniel Innerarity
Participantes del Primer Coloquio Internacional de Primavera «La Humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?»
Presentación
La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?
Dr. Enrique Graue Wiechers
Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México
«Por mi raza hablará el espíritu».
Responder a una pregunta tan compleja y trascendental, como la que se planteó en el Coloquio Internacional de Primavera 2023, requiere de un enorme esfuerzo creativo y de un compromiso teórico, científico, ético, profesional y humano.
Ciertamente, la posibilidad de concebir y construir un futuro libre, equitativo y sostenible para gran parte de la humanidad se encuentra bajo amenaza debido a diversos intereses. Por lo tanto, asumir la responsabilidad de este futuro incierto implica un firme posicionamiento, tanto individual como colectivo, frente a las injusticias, la desigualdad y la violencia.
Consciente de su papel y en línea con su tradición y misión centenaria, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mediante el Programa Universitario de Gobierno (PUGOB), convocó a un total de 36 especialistas de 11 países, con el objetivo de analizar, discutir y presentar propuestas que influyeran en los factores que generan vulnerabilidad y que afectan la estabilidad sociopolítica, económica y ecológica de las sociedades.
Esta publicación recopila la contribución de eminentes personalidades como Noam Chomsky, Rigoberta Menchú, Tawakkol Karman, Alicia Bárcena, Daniel Innerarity, Josep Colomer, Juan Ramón de la Fuente y Cristina Monge, entre muchas otras. Con cinco temas principales, participaron en un ejercicio de reflexión y diálogo para comprender y mejorar la evolución de los derechos humanos, las crisis climáticas, la desigualdad, los conflictos geopolíticos y las perspectivas de la democracia en el siglo xxi.
En nombre de toda la comunidad de la UNAM, quisiera expresar mi agradecimiento al Dr. Eduardo Robledo Rincón, titular del PUGOB, a todo su equipo de trabajo y a las facultades de Filosofía y Letras, de Derecho, de Estudios Superiores Acatlán, de Economía, y de Ciencias Políticas y Sociales, por su labor excepcional de coordinación y por esta edición tan valiosa.
De igual forma, me gustaría agradecer y reconocer a los estudiantes y académicos de otras universidades de nuestro país, a la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, y a los representantes de organizaciones sociales, públicas y privadas por su entusiasta participación.
Sin sus aportaciones, su energía y su espíritu crítico, sería imposible formular una respuesta real a esa pregunta, ya que la resolución de los problemas y los desafíos, actuales y futuros, solo puede lograrse mediante la cooperación, la empatía, la solidaridad y el trabajo en equipo.
Introducción
Eduardo Robledo Rincón
Coordinador del Programa Universitario de Gobierno de la UNAM
Del 24 al 28 de abril de 2023 se llevó a cabo, bajo los auspicios de la Universidad Nacional Autónoma de México, y bajo la dirección colegiada del profesor Daniel Innerarity y de quien les escribe, el Primer Coloquio Internacional de Primavera dedicado a reflexionar sobre «La Humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?» 38 especialistas de once países y distintas áreas de conocimiento analizaron en profundidad a lo largo de cinco días, y ante más de 3700 participantes, el porvenir que ahora llama a nuestra puerta. De estas reflexiones ha surgido este libro, que recoge los contenidos de las ponencias presentadas y del debate mantenido.
El Coloquio ha recogido la estela de un congreso celebrado en 2010 en San Sebastián, España, organizado por el profesor Innerarity y Javier Solana, en la que se preguntaban: «¿Vivimos en una sociedad en la que el futuro es amenazante, está en peligro, y debe ser protegido?» Y si es así, ¿protegido de qué, por quién y de qué modo?
Este Coloquio de Primavera se inscribe en la larga tradición de la Universidad Nacional Autónoma de México de ser un espacio plural, libre e interdisciplinar, para el análisis de los más diversos asuntos que nos afectan como especie. El futuro de la humanidad y sus amenazas exigen un análisis poliédrico desde distintas áreas del conocimiento, por lo que a la cita fueron convocados ambientalistas, economistas, internacionalistas, politólogos, juristas, activistas, y un largo etcétera.
Nada de esto hubiera sido posible sin las aportaciones del Rector de la UNAM, del Secretario General, de la Coordinadora de Humanidades, de las directoras de Ciencias Políticas y Filosofía y Letras, así como los directores de Derecho, Economía y Acatlán, que condujeron el diálogo entre alumnos, académicos y participantes en general.
A través de cinco ejes temáticos, como se refleja en este libro —Pensar el futuro, El derecho humano al futuro, Calentamiento global y desarrollo sustentable, Desigualdad, financiamiento y políticas públicas para el desarrollo y Política, gobierno y democracia en el siglo xxi—, se intentó contestar a la incógnita: «¿Quién se hace cargo del futuro?».
Pensar lo que nos espera como especie es vital, porque el futuro es incierto pero inevitable, como señala Edgar Morin. Sin embargo, los humanos, presos de cortoplacismo, hemos olvidado, o relegado muy a menudo, la tarea de pensar sobre el futuro, lo que ha terminado por dar legitimidad a la destrucción de todo lo que se puede destruir con alguna utilidad para el ahora, olvidando el mañana.
El derecho al futuro señala el derecho que tienen las generaciones que vienen a heredar un mundo en condiciones adecuadas para la vida del hombre. Esto incluye preservar el medio ambiente, proteger el agua, los bosques, atender los cambios climáticos y el efecto invernadero. Sin embargo, también incluye tener ya, con carácter urgente, una respuesta a las crisis económicas, sanitarias, humanitarias y las que se presenten. El futuro necesita evitar hoy la guerra, proteger la democracia, combatir el crimen organizado y toda clase de desigualdades extremas. Y todo ello, sin caer en ese acto de autoritarismo generacional, en expresión de Rigoberta Menchú, que supondría codificar el futuro por parte de las generaciones actuales.
Para que estos derechos se respeten, en el planeta Tierra tiene que seguir siendo posible la vida. Si no se ponen las medidas adecuadas, en 20 años el 75 % de los habitantes tendrá problemas con el aire que respira y el incremento de temperaturas puede modificar la biosfera de una forma definitiva para la seres vivos, en especial y en primer lugar, para quienes menos tienen, porque quienes menos han contaminado son los que tienen más dificultades para afrontar los retos de la adaptación y la mitigación.
El trasfondo de este debate no es otro que el modelo económico, y las transiciones pendientes necesitan incorporar la idea de justicia social. Según recordaba Chomsky, las 20 corporaciones mayores de Estados Unidos concentran la mitad del PIB mundial, en tanto que los humanos en niveles de supervivencia suman ya 3.400 millones en los 5 continentes. La mayor parte de las instituciones relacionadas con la economía mundial indican que el bajo crecimiento va a continuar por lo menos en el próximo lustro, con un efecto inmediato en el incremento de la pobreza.
Para abordar todos estos retos es fundamental la política, y en concreto la política democrática, pese al desprestigio y retroceso que sufre en buena parte del globo. En Suiza la democracia tiene la aprobación del 70 % de la población, en México del 46 % y en Estados Unidos el 32 %, solo para citar tres ejemplos. Muchos gobiernos democráticos, ante las múltiples demandas, imposibles de atender, se han refugiado en la inmovilidad o, en el mejor de los casos, en atender lo urgente, lo simple; mientras que a los asuntos del futuro, como señala Innerarity, la política parece haber llegado tarde.
La pregunta que da pie a este Coloquio de Primavera, «¿Quién se hace cargo del futuro?», intenta dilucidar quién o quiénes y de qué manera se han de hacer cargo de estos asuntos en una sociedad compleja que no está amenazada por una o varias crisis, sino configurada ella misma de una manera crítica.
Las intenciones y las ideas vertidas en este Primer Coloquio Internacional de Primavera tienen una amplia coincidencia con los propósitos de la Organización de las Naciones Unidas y la anunciada Cumbre del Futuro en 2024. En este encuentro de jefes de Estado se abordarán cuatro temas centrales: mejorar la cooperación internacional para enfrentar los desafíos mundiales; subsanar las deficiencias de la gobernanza en los países y entre los países; reafirmar los compromisos establecidos y cumplirlos, sobre todo en materia del medio ambiente; y avanzar en un sistema multilateral revitalizado para ser eficaz. La organización de las Naciones Unidas se propone la construcción de un Pacto de Futuro, en la que los jefes de Estado definan las acciones y los pasos que deben darse de inmediato para resolver los problemas que se acuerden en el encuentro.
Hay un propósito predominante hacia el futuro y en ese vértice se encontrarán las intenciones del organismo mundial y, de manera modesta, nuestros trabajos de un próximo evento: el Segundo Coloquio Internacional de Primavera del año 2024 en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Prefacio
Palabras de apertura
Dra. Guadalupe Valencia García, Coordinadora de Humanidades
Es un gran gusto compartir este presídium con el Dr. Eduardo Robledo Rincón, coordinador del Programa Universitario de Gobierno, quien atendió el llamado del rector de la UNAM, el Dr. Enrique Graue Wiechers, para convocar a intelectuales de enorme prestigio en los temas que aquí se tratarán.
El Dr. Eduardo Robledo supo sumar esfuerzos y complicidades con el secretario general de la UNAM, el Dr. Leonardo Lomelí, y con cinco facultades de nuestra UNAM para hacer posible que hoy estemos aquí para iniciar el Primer Coloquio Internacional «La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?».
Saludo con mucho afecto a las y los directores de las facultades convocantes: de la Facultad de Filosofía y Letras, a la Dra. Mary Frances Rodríguez; de la Facultad de Derecho, al Dr. Raúl Contreras Bustamante; de la de Contaduría y Administración, al Mtro. Tomás Humberto Rubio; de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, a la Dra. Carola García, y de la Facultad de Estudios Superiores de Acatlán, al Dr. Manuel Martínez Justo.
Nos honran con su presencia, también, el Dr. Mario Luis Fuentes, presidente de la Junta de Patronos de la Universidad; el Dr. Jorge Cadena, integrante de la Junta de Gobierno y secretario general de COMECSO; la Dra. Mónica González Contró, directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas; la Dra. Carla Valverde, coordinadora del Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales; la Dra. Judit Bokser, excoordinadora del mismo posgrado y directora de la muy prestigiada Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. También nos acompaña el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Chiapas, Carlos Natarén.
Le doy la bienvenida a todas y todos los conferencistas y panelistas que nos acompañarán de manera presencial o por teletransportación, como se usa ahora. Nos acompaña de manera presencial el Dr. Ramón Ramos Torre, de la Universidad Complutense de Madrid, un magnífico sociólogo que nos ha regalado obras fundamentales para entender el tiempo, el riesgo, el futuro, el homo tragicus y las narrativas sobre el cambio climático, entre otros temas, con análisis ponderados y sin acogerse a las modas en las que el pesimismo apocalíptico nos puede dejar desamparados.
Se trata de un primer coloquio que, al denominarse así, promete no ser el único ni el último y seguramente será apenas el inicio de otras primaveras por venir en las que se analizarán temas tan urgentes como este. El coloquio tiene un antecedente importantísimo: el celebrado en octubre de 2010 en San Sebastián, España, coordinado por Daniel Innerarity y Javier Solana y titulado «La humanidad amenazada, gobernar los riesgos globales».
En la publicación del mismo nombre, los organizadores confiesan que, en materia de amenazas globales y peligros futuros, tener razón no es nada reconfortante… y tienen razón. Por ello, y para movilizar nuestra inteligencia y todos nuestros recursos intelectuales, políticos y estratégicos, este coloquio se suma a las voces y también a las acciones encaminadas a construir caminos y salidas ante las amenazas del presente, respondiendo a la pregunta: ¿quién se hace cargo del futuro?
Pregunta que podría plantearse en plural y desdoblarse en muchas más para inquirir sobre quiénes se hacen responsables del mañana, pero sobre todo para preguntar cómo y en qué sentido actores diversos deberían hacerse cargo de garantizar que el futuro, aunque parezca opaco, incierto, catastrófico, amenazante, sea una responsabilidad, aunque diferencialmente compartida. Está claro, y este es un problema ético de la mayor envergadura, que la llamada responsabilidad climática es diferencial entre regiones, países e incluso en el interior de estos. Y esto es parte de lo que debe discutirse para responder a la gran pregunta de este coloquio: ¿quiénes se hacen cargo del futuro y de qué manera?
No me queda sino desear que cada una de las jornadas de esta semana contribuyan al necesario debate que hemos de dar como seres capaces de imaginar, soñar y construir nuevos contratos sociales, globales, nacionales y locales para hacer del único mundo que tenemos un lugar perdurable. Y, dicho esto, y a nombre del señor rector de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Enrique Graue Wiechers, y siendo las 10 con 42 minutos, declaro inaugurado el Primer Coloquio Internacional «La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?».
Prólogo
El futuro se llama incertidumbre
Edgar Morin
Filósofo y sociólogo francés
El futuro se llama incertidumbre: incertidumbre porque no sabemos qué va a llegar. En la actualidad, hay varias hipótesis, varias tendencias. Una tendencia muy fuerte es aquella que podemos considerar desastrosa o catastrófica. Es la que emergió al inicio de este siglo o a la finalización del anterior, con un tipo de mundialización del poder absoluto del aprovechamiento sin fin del planeta, con la crisis universal de la democracia en el mundo, la regresión política y la posibilidad de la sociedad de sumisión total, como es el caso de China, un ejemplo maravilloso del control numérico de las poblaciones.
En medio de esta tendencia regresiva, llegaron además la crisis de la pandemia y la enorme crisis de la biosfera del planeta, cuya situación no ha dejado de agravarse. Añadamos la guerra de Ucrania con todas las consecuencias económicas actuales y con las consecuencias potenciales de desintegración, de generalización, de mundialización del conflicto. Esta es la situación y, actualmente, los rasgos regresivos me parecen dominantes. Los hechos positivos son muy pequeños y parciales.
Por el contrario, la perspectiva de un buen desarrollo de la técnica de la ciencia supone lo siguiente: si no hay una conciencia planetaria del destino común de la humanidad, no podemos avanzar hacia una sociedad mejor.
En esta situación, ¿qué hacer? En primer lugar, observación; una observación que necesita un modo de conocimiento y de pensamiento complejos para ver la multiplicidad de rasgos de las crisis de hoy. Necesita un nuevo pensamiento, no el pensamiento cuantitativo o economista de hoy, sino un pensamiento que aún no existe. Esto significa una necesidad de educación en un modo de entender la complejidad del universo y de los cambios.
La otra opción es resistir; resistir contra las barbaries que hoy día se hacen cada vez más potentes. La vieja barbarie del odio, del desprecio, de la tortura, que continúa en diversos países, en la guerra de Ucrania; esta vieja barbarie se actualiza de nuevo, es un nuevo peligro. Pero esta barbarie está ligada con la barbarie fría, helada, del modo de pensar; con el cálculo, con la economía, que ve únicamente lo cuantitativo, no la humanidad de las gentes, de los hombres y de las mujeres.
Promovamos, en esta situación, vigilancia, lucidez, resistencia. Podemos llegar a acontecimientos inesperados —como sucedió en el pasado—, a acontecimientos positivos. Si alcanzamos dichos acontecimientos, debemos impulsar el desarrollo de lo mejor que exista en ellos.
Por tanto, no debemos desesperar. No hay un destino inevitable. Hay probabilidades muy fuertes, muy feas, es verdad. Pero no es una fatalidad, algo que vaya a ocurrir se haga lo que se haga. Contamos con la resistencia de la mente, la resistencia de la fraternidad, la resistencia del pensamiento. Todas estas formas de resistencia son necesarias, sobre todo, para los intelectuales, para los enseñantes, para todos los que tienen una responsabilidad educativa en los pueblos del mundo, entre las gentes del planeta Tierra.
Parte I
Pensar el futuro
Facultad de Filosofía y Letras
Pensar el futuro
Ramón Ramos Torre
Catedrático Emérito de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid
Hace casi 5.000 años, Gilgamesh, rey de Uruk, en Sumeria, emprende un peligroso viaje para hacerse con la planta milagrosa de la eterna juventud. Luchaba contra el tiempo que nos devora y quería asegurar un futuro esquivo. El poema que narra sus aventuras nos cuenta que no consiguió plenamente su objetivo y que al final no hizo sino irritar a los dioses.
Dos mil años más tarde, Edipo, tyrannos de Tebas, utilizando una fina inteligencia que resolvía enigmas, intenta sortear un futuro que amenaza con convertirlo en incestuoso y parricida. Todo lo que hace para eludirlo se vuelve en su contra y ayuda al cumplimiento de lo inevitable. Al final, el destino se cumple y sus juegos con el futuro resultan una muestra más de la ironía trágica que domina el tiempo de los humanos.
El 12 de julio de 1789, el duque de La Rochefoucauld despacha con Luis XVI, rey de Francia, sobre los acontecimientos ocurridos en París. «¿Es una revuelta?», pregunta el rey. «No, sire, es una revolución», le contesta el duque. El futuro muestra así su radical apertura, su creatividad, la insensatez de pensarlo como una prolongación o repetición del pasado, tal como enseñaba la tradición en la que habían sido educados los poderosos de la época.
No sigo enumerando casos que podrían tenernos entretenidos un largo tiempo. Si me interesan y vienen a cuento, es porque muestran que el cometido que aquí nos fijamos, pensar el futuro, constituye algo universal. Es verdad: los humanos nos hemos visto siempre abocados a pensar el futuro. Pero precisemos y dejémoslo claro desde el principio: el futuro que estaba en la mente de los sumerios de hace 5.000 años, o el futuro del héroe de la tragedia de Sófocles representada en Atenas hace 2.500 años, o el futuro al que se enfrentaban el rey y su aristocrático consejero en julio de 1789..., todos esos futuros difieren en su semántica y su pragmática básicas, es decir: en lo que significan y en lo que se puede o debe hacer en relación con cada uno de ellos; y también difieren del futuro que hemos de pensar en la actualidad. El futuro ha ido variando, tiene una historia propia y, como veremos, hay que pensarlo como plural y, además, sometido a fuertes disputas. Por lo tanto, más que pensar el futuro, hay que proponerse pensar los futuros y analizar cómo difieren y se enfrentan entre sí.
La «enfermedad del tiempo»
Pongámonos a la tarea. No creo que podamos dar con resultados de interés si no atendemos desde el principio a la coyuntura en que emprendemos el trabajo. Y esa coyuntura es, por decirlo de forma expresiva, la de la resaca del síndrome posmoderno que hemos estado sufriendo en los últimos 30 años. Como resaca, se trata de una situación que une la recuperación, unas molestias persistentes y el asombro ante los excesos vividos. Como síndrome posmoderno, se trata de un conjunto de síntomas, con orígenes y características diferentes que tienen un punto de coincidencia. ¿Cuál? Llevándolo todo a un rasgo común, me atrevo a señalar lo siguiente: apuntan a un peculiar malestar temporal o incluso a una enfermedad del tiempo, propia de la época. Esa enfermedad se materializa en tres manifestaciones: por un lado, una supuesta atemporalización del mundo social; por otro, una disolución del futuro a favor de un presentismo radical; y, por último, una tendencia a sustituir el tiempo en ruinas por el espacio y la espacialización.
Esto diagnosticaron algunos pensadores decisivos de finales del siglo xx, pero sobre todo la tribu que más me interesa, pues formo parte de ella; me refiero al colectivo que integran los científicos sociales y, más específicamente, los sociólogos. Ya sea en términos de celebración, ya en términos de crítica y lamento, una parte importante de ese colectivo ha dedicado su atención a realizar un diagnóstico de época centrado en lo que es sensato denominar síndrome posmoderno, pues la referencia, explícita o implícita, a la posmodernidad constituye su espacio de encuentro y acuerdo.
¿A qué me estoy refiriendo? Seré muy sintético. En toda una corriente de estudios que han centrado su atención en la emergencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, pero también en otras aproximaciones que han enfatizado los últimos avatares del capitalismo globalizado y progresivamente financierizado, o han desvelado la dinámica propia de una sociedad en red y dominada por la aceleración (o la velocidad)...; en todas esas corrientes y en otras semejantes, el mantra repetido hasta la saciedad es que el tiempo que ordena y mide se ha hecho migajas, las secuencias ordenadoras han caído en la ruina y todo se desplaza hacia una simultaneidad inasimilable. Habríamos caído en un paradójico tiempo atemporal, sin antes ni después, sin ordenación de comienzos y finales, sin asignación de secuencias normativas a lo que ocurre, sin etapas, sin plazos creíbles; un tiempo libre de relojes y calendarios, lo que permite que todo pueda ocurrir, sin preaviso, en cualquier momento.
Otra corriente, muy cercana a esta, amplía y dramatiza el diagnóstico. Propone que vivimos en sociedades tendentes a la amnesia, que no pueden recordar ni alcanzar sentido a partir de lo vivido, pero en las que tampoco es posible recurrir a un futuro creíble que asegure una estación de llegada a la experiencia del mundo. Falto de sus horizontes de pasado y de futuro, el presente se encierra en sí mismo, ya sea como presente extendido entre cuyos límites quedamos encerrados sin poder contemplar nada que quede fuera de ese recinto, ya como presente puntual en el que nada puede estar ni arraigarse y que nos condena a un perenne deslizamiento entre instantes atomizados. Se afirma así un presentismo radical que, al parecer de algún historiador de prestigio, es el núcleo de un nuevo régimen de historicidad, que sucede a otros que lo precedieron, nucleados en el recuerdo del pasado o en la espera optimista del futuro.
Si todo el entramado temporal se viene abajo, el consecuente vacío pasa a ocupar el espacio. Según esta propuesta, viviríamos en sociedades radicalmente espacializadas, libres de grandes relatos, deshistorizadas y desfuturizadas, en las que solo lo propiamente espacial (lo contiguo, lo conectado, lo superpuesto, lo mediado, lo lejano, lo cercano, la red, etcétera) nos permitiría asegurar la reproducción del sistema social.
Un síndrome posmoderno
Es este conjunto de diagnósticos de época lo que da pie para hablar del síndrome posmoderno. El argumento dominante —y de ahí el énfasis en el pos— es que ese mundo ha emergido como sustituto del mundo moderno o de la primera modernidad, mundo que estaría entramado temporalmente de una forma inversa a la posmoderna. En efecto, la novedad del mundo de la modernidad habría consistido en haber procedido a la temporalización de todo el espacio de la experiencia, lo que se habría traducido en la estricta cronificación de los medios institucionales y las prácticas correspondientes (marcadas por la disciplina de los ubicuos calendarios y relojes), y en una futurización expansiva que habría conseguido, por medio de la gran narración ficcional del progreso, sosegar las ansiedades provocadas por la experiencia de un cambio permanente. Cronificación expansiva y futurización radical serían sus rasgos identificativos: lo propio y distintivo de la extinta modernidad.
Lo que llamo síndrome posmoderno comportaría el acta de defunción de ese mundo. Como se puede apreciar, es una criatura tópica que surge de propuestas sobre el cambio sociocultural que