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Encontrando nuestro camino de regreso
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Libro electrónico107 páginas1 hora

Encontrando nuestro camino de regreso

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Información de este libro electrónico

Josh y Sebastián llevaban una vida apacible y llena de amor hasta que una discusión provocada por celos desata una serie de eventos que cambiarán sus vidas para siempre. Después de que Josh pronunciara palabras hirientes durante la pelea, Sebastián, herido emocionalmente, decide alejarse temporalmente de su hogar para dar espacio a la calma.
Sin embargo, el destino tiene otros planes. Mientras Sebastián intenta procesar la intensidad de la discusión, Josh, preocupado y arrepentido, decide buscar a su pareja para solucionar las cosas. En su afán por reconciliarse, Josh se ve involucrado en un trágico accidente que le provoca la pérdida parcial de la memoria.
De repente, Sebastián se encuentra ante la difícil tarea de reconstruir la conexión que compartían. Josh, sin recuerdos de su relación ni de la discusión que desencadenó su tragedia, lucha por comprender su vida anterior.
Sebastián deberá encontrar nuevas formas de llegar al corazón de Josh, superando las barreras del olvido. En este viaje emocional, ambos descubrirán que el amor verdadero puede prevalecer incluso en la oscuridad de la amnesia, pero el camino de regreso a su felicidad compartida será una travesía llena de revelaciones, paciencia y redescubrimiento mutuo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ene 2024
ISBN9788411819992
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    Encontrando nuestro camino de regreso - Madison Zecchino

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    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    [email protected]

    © Madison Zecchino

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de cubierta: Rubén García

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 978-84-1181-999-2

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    CAPÍTULO 1

    Era una típica mañana de viernes, sin nada particularmente especial, salvo que era viernes, el último día antes de que comenzara el fin de semana. La pareja estaba emocionada por terminar la semana y recibir su merecido descanso. El viento acariciaba suavemente sus rostros mientras se dirigían a clases como de costumbre. El cielo estaba nublado y apenas se asomaban los rayos del sol. A lo lejos se escuchaba una multitud de chicos jóvenes que también se dirigía a la misma universidad que la pareja.

    Con paso decidido y una amplia sonrisa, Josh se encaminó hacia sus amigos que se hallaban a lo lejos. El sol comenzaba a asomar gradualmente, revelando el azul celeste del cielo. A medida que se acercaba, podía percibir la alegría en los rostros de sus amigos, quienes agitaban las manos y le hacían señas para saludarlo.

    Al llegar, los abrazos y saludos resonaron en el aire, creando una atmósfera llena de alegría y cercanía. Josh disfrutó compartiendo risas y anécdotas con sus amigos, mientras todos se encaminaban a sus respectivas aulas. A diferencia de Josh, Sebastián prefería la tranquilidad de las mañanas y no se sentía tan inclinado hacia la sociabilidad temprana. Con paso pausado, optó por caminar en silencio, siguiendo a Josh y observando la burbuja de conversaciones y risas que se desenvolvía a su alrededor.

    Josh se despidió de varios de sus compañeros que se dirigían a una distinta aula que él, y luego caminó junto a Sebastián hasta llegar a su respectiva aula en la universidad.

    Josh dejó escapar un resoplido, parecía de cansancio. Sus amigos, notando su gesto, detuvieron la conversación por un instante y dirigieron sus miradas hacia él.

    —¿Estás bien, Josh? —preguntó uno de sus amigos con preocupación.

    —Solo un poco de pereza matutina, supongo —respondió Josh con una sonrisa cansada. A veces la energía mañanera podía resultar un desafío, especialmente para aquellos que no eran tan matutinos.

    Sebastián, que caminaba a su lado en silencio, asintió con comprensión. Cada uno tenía su propio ritmo y humor matutino, y Josh no era una excepción.

    —¡Vamos, Josh! Un poco de café y estarás como nuevo —sugirió otro amigo, intentando animar el ambiente.

    Sebastián, al escuchar la propuesta del café, rompió su silencio y se ofreció a ir a buscar un café para Josh

    —Ya voy yo a por su café, vosotros id a clase.

    Con una sonrisa, Josh agradeció el gesto de Sebastián. Sabía que Sebas estaba siempre dispuesto a ayudar

    Josh entró al aula de clases con un paso tranquilo buscando su respectivo lugar. Tomó asiento y dejó su mochila a un lado. Por otro lado, observaba cómo sus demás compañeros entraban al aula, intercambiando saludos y risas típicas del inicio de la jornada escolar.

    Mientras esperaba a que todos llegaran, comenzó a sacar el material que necesitaría para las primeras horas de la mañana. En medio de todo el ruido del aula, Josh percibió el sonido de unos pasos acercándose. Levantó la vista para encontrarse con Sebastián, quien traía su café.

    —Hola de nuevo, Josh— dijo Sebastián dejando el café en su mesa.

    Sebastián se sentó junto a Josh como de costumbre, le ofreció una sonrisa amistosa y Josh rompió su silencio.

    —Muchas gracias, cariño— respondió mientras le devolvió la sonrisa.

    Sebastián tomó asiento, apartando su mochila y sacando sus apuntes con gestos que reflejaban sus pocas ganas de estar en clases esas primeras horas.

    Mientras los dos estaban charlando, el profesor entró en el aula, anunciando el inicio de la clase. Los estudiantes tomaron sus asientos y se prepararon para la lección del día. Josh y Sebastián prepararon sus apuntes, listos para prestar atención.

    El profesor León intentaba dar las clases sobre protocolos de seguridad, pero parecía que a nadie le importaba realmente la clase. Algunos disimulaban su desinterés, mientras que otros lo mostraban abiertamente. Algunos bostezaban a escondidas, otros se entretenían con sus celulares. Era evidente que el tema no despertaba interés en la mayoría. Lo que los alumnos no sabían era que la asignatura les sería útil en el futuro, aunque en ese momento no parecía importarles.

    La voz de León era monótona. El aburrimiento se reflejaba en la mayoría de alumnos, quienes apenas mantenían la atención en sus apuntes.

    —En caso de emergencias, debéis asegurar que la mayoría esté a salvo… —continuaba León con una somnolienta voz, pero las palabras parecían evaporarse en el aire sin dejar rastro en la mente de los estudiantes.

    Josh y Sebastián intercambiaron miradas, las cuales denotaban cierto desinterés compartido. Josh se inclinó hacia Sebastián y susurró con humor:

    —¿Crees que alguien realmente sepa lo que está diciendo el profesor León en este momento?

    Sebastián sonrió y respondió en un susurro igualmente divertido:

    —No tengo la menor idea. Por lo menos el café de esta mañana te ayudará a sobrellevarlo.

    —Sí, definitivamente. No sé cómo sería esta clase sin café —respondió Josh en tono cómplice. Ambos estallaron en risas ahogadas, intentando no llamar la atención del profesor. A pesar del aburrimiento momentáneo, disfrutaban de esos pequeños momentos, que a pesar de ser estúpidos, les alegraba la mañana

    Quedaban 10 minutos para dar por finalizadas las extensas 2 horas de clases del profesor León, el aula está sumida en una atmósfera de cansancio y desconcentración. Raúl, cabeceando en su asiento, luchaba por mantenerse despierto, pero como de costumbre el aburrimiento pudo con él y se quedó dormido.

    En medio de la desconexión en estos últimos minutos, Josh, sintiéndose atrapado en la tediosa clase, dejó que su mente se desviara en otros pensamientos más agradables. Su boli se convirtió en una herramienta de distracción, girando y jugueteando con él, mientras que sus pensamientos se dirigían hacia Sebastián, su novio. Esto le proporcionó un pequeño suspiro mental, haciéndole esos últimos momentos más amenos. Josh estaba agradecido por tener a Sebastián en su vida. Recordó cómo se conocieron en aquella fiesta de cumpleaños cuando iban a la escuela y cómo cada momento juntos le llenaba de alegría. Mientras su mente divagaba, el zumbido de la clase se desvaneció y solo existían sus pensamientos. A pesar de la monotonía del aula, sabía que al final del día estaría junto a él, lo cual le daba fuerzas para aguantar los últimos minutos de clase.

    Mientras tanto, en la mente de Sebastián, un rincón que antes estaba ocupado por la tristeza y la sensación de encierro, se iluminaba con pensamientos completamente diferentes. Antes, en su diccionario mental, la palabra felicidad parecía inexistente, eclipsada por la oscuridad de la falta de cariño en su vida. Su familia no había sido la mejor con él, y por lo general se sentía incomprendido por las personas a su alrededor. Sin embargo, todo eso cambió cuando conoció a Josh. En ese momento, la oscuridad

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