Competencias para vencer el miedo al esfuerzo

El sentido de la vida es encontrar tu don. El propósito es compartirlo

(Pablo Ruíz Picasso)

Título original: COMPETENCIAS PARA VENCER EL MIEDO AL ESFUERZO

Publicado por NEXTYOU, Madrid, España 2020

©Jon Elejabeitia, 2020

©NEXTYOU, 2020 - Rosario Romero 25 - 28029 Madrid, España

ISBN: 978-84-09-20067-2 Primera edición: abril 2020

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A Joaquina por ayudarme a ver mis competencias

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A María Jesús, Mónica y Cristina, competentes y fieles guardianes de los valores que nos hacen grandes.

A todos aquellos que son ignorantes de sus competencias, y viven y mueren sin disfrutarlas

AGRADECIMIENTO

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Joaquina, mi maestra, me decía que es de bien nacidos ser agradecidos. Era una frase que fijó en mi mente como un valor relevante para hacer de mi vida una mejor experiencia en la relación con los demás.

Muchas veces he fallado a ese valor. Algunas por inconsciencia y otras muchas por negligencia. Pocas veces he reconocido con absoluta fidelidad lo que las personas me han aportado para llegar aquí.

Mi falta de respeto a todo lo recibido empieza por ella, Joaquina. Una mujer asturiana, de fuerza increíble y principios inquebrantables, que vivió los últimos años de su vida entregada a los demás.

Hoy quiero agradecerle profundamente todo lo que de grande hay en mi. Mis valores y mi posición en la vida surgen principalmente de una observación a su entrega. Su estar al servicio de todos y dar lo que cada uno necesitaba para crecer han marcado muchos de los ejes sobre lo que se soporta lo que hago cada día. Ella me enseñó a mirar fuera y entender todo lo que pasaba más allá de mis fronteras personales. También me enseñó a mirar dentro con más profundidad de la que podía digerir en muchos momentos.

Agradezco su honestidad, un carisma comunicador que pocas veces he admirado en otros y nunca he visto tan de cerca, capaz de mantener la atención de todo un auditorio durante horas con unos conocimientos enormes del alma humana. Capaz de detectar las cualidades de los demás y disfrutar de ellas. Dejó en mi mente huellas indelebles que hacen que mi mirada gire sobre ellas para hacer de mi vida un sentido que trascienda.

Agradezco profundamente su curiosidad por todo lo que se ve y lo que no. Ella inspiró mi apertura a nuevas concepciones de la vida y del conocimiento. Su deseo de discutir e indagar hicieron de mi un ávido lector de autores impensables que dieron un giro transformador a mi modo de entender las cosas y a las personas. Gracias por cada minuto, cada letra que ha configurado mi ser.

La persona es una casa de cuatro cuartos a saber: Los aspectos físico, mental, emocional y espiritual de la vida, y hay una tendencia a pasar mucho tiempo en un solo cuarto, pero, a menos que vayamos a cada uno de los cuartos cada día, aunque sea para ventilarlo, dejamos de ser una persona completa y equilibrada

Proverbio Hindú

INDICE

INTRODUCCIÓN     15

•  NIVELES EMOCIONALES    23

•  CONCEPTO DE COMPETENCIA   35

1.  Competencias profesionales

2.  Modelos de competencias emocionales

•  EL CAMPO EMOCIONAL    49

1.  ¿Quién soy en relación con la competencia?

2.  ¿Qué es ser competente?

3.  ¿Qué es un hábito?

4.  ¿Qué es la competencia?

5.  El daño de la comparación

6.  Proceso para ser competente

7.  Desarrollo de las competencias

•  CEREBRO Y COMPETENCIAS   67

1.  Guedjieff. Los tres cerebros del hombre

2.  Laborit. El cerebro tripartito

3.  MacLean. El cerebro trino

4.  Goldberg. Lóbulos prefrontales

•  COMPETENCIAS PARA EL DESEMPEÑO  91

•  COMPETENCIA PRÁCTICA    95

1.  Influencia de la competencia práctica en el autoconcepto

2.  Competencia práctica y cerebro reptil

3.  Qué nos permite la competencia práctica

4.  Dificultades en personas con la competencia práctica no operativa

5.  Diagnóstico de la competencia práctica

•  COMPETENCIA RELACIONAL   109

1.  Influencia de la competencia relacional en el autoconcepto

2.  Competencia relacional y cerebro límbico

3.  Qué nos permite la competencia relacional

4.  Dificultades en personas con la competencia relacional no operativa

5.  Diagnóstico de la competencia relacional

•  COMPETENCIA INTELECTUAL     123

1.  Influencia de la competencia intelectual en el auto concepto

2.  Escucha

3.  Argumentación

4.  Qué nos permite la competencia intelectual

5.  Diagnóstico de la competencia intelectual

•  COMPETENCIA VERBAL    131

1.  Influencia de la competencia verbal en las habilidades sociales

2.  Empatía

3.  Qué nos permite la competencia verbal

4.  Diagnóstico de la competencia verbal

•  COMPETENCIA SOCIAL    137

1.  Qué nos permite la competencia social

•  PROPUESTAS DE INTERVENCIÓN   141

1.  Competencia práctica: implementar hábitos

2.  Competencia relacional: evitar la crítica

3.  Competencia intelectual: escuchar activamente

4.  Competencia verbal: incluir a los demás en la conversación

5.  Competencia social: ponerse al servicio de la sociedad

•  REACTIVACIÓN DE LAS INNATAS   153

1.  Reactivación de la competencia práctica

2.  Reactivación de la competencia relacional

3.  Manejo simultáneo de ambas competencias

•  COMPETENCIAS APLICADAS A LA COMUNICACIÓN         161

1.  Uso de las competencias para la comunicación interpersonal

•  LA COMUNICACIÓN NO VERBAL DE LAS COMPETENCIAS          169

1.  Evolución de las competencias

2.  Comunicación no verbal de la competencia práctica

3.  Comunicación no verbal de la competencia relacional

4.  Diagnóstico de las competencias práctica y relacional en parámetros no verbales: ademán

5.  Impacto espacial

6.  Impacto relacional

7.  Impacto intelectual

8.  Resumen de los impactos

9.  Pasos en la observación de la comunicación no verbal de las competencias innatas

•  COMPETENCIAS EN EL ÁMBITO PROFESIONAL 201 

1.  Competencias innatas y roles profesionales

2.  Reconocimiento y aceptación

3.  Eficiencia y eficacia

4.  Liderazgo desde las competencias intrapersonales

•  ¿INTELIGENCIA, CARISMA O FUERZA?  223

1.  Rafael Nadal

2.  Novak Djokovic

3.  Roger Federer

•  EJEMPLOS PRÁCTICOS    233

•  TEST DE COMPETENCIAS    237

•  CUADROS DE COMPETENCIAS   245

•  BIBLIOGRAFÍA      253

INTRODUCCIÓN

La mayoría de nosotros somos animales de repetición, con pocas variables interesantes con el paso de los años. Es más, puede ser que en ese paso de los años hayas ido perdiendo algunos de los atributos hermosos que tenías en otros tiempos.

A veces, observando a las familias, me llama la atención las diferencias que hay entre hijos y padres en las etapas de autodeterminación personal. Esa etapa en la que los jóvenes se sienten únicos y muy especiales, con pocas similitudes con sus orígenes, y que les hace vivir emociones complejas y apasionantes. Sin embargo, todo ello lo pierden cuando la vida les enfrenta a situaciones complejas y comprometidas como el trabajo, la formación de su familia, la paternidad... Y es ahí cuando puedo comprobar que el aprendizaje tiene un peso específico cuando no hay una experiencia, o una conciencia de esta, que permita realizar comportamientos diferentes a los aprendidos. Son la empatía, la conciencia del yo y del otro, y los aprendizajes novedosos fuera de los entornos afines, los que pueden alejar a las personas de la repetición maquiavélica de las actitudes que tanto daño les provocó en los tiempos de su autodefinición. 

Voy comprobando cómo el paso de los años abduce a las personas provocando los mismos errores una y otra vez. Fallos que antes eran repudiados y evidenciados. Hijos que rechazaban el tabaquismo, el alcohol, la violencia familiar... y que sin paliativos lo replican en sus vidas con el paso de los años. ¿Qué hay detrás de todo esto y por qué sucede? Puede haber múltiples respuestas a esta pregunta, sin embargo, creo que la necesidad de disculparnos, la negación al esfuerzo del cambio, el no encontrar otras formas más que las conocidas, hacen que la cadena de errores se repita una y otra vez, en algunos casos con gran dolor.

Entre todo este análisis me di cuenta de que la rutina nos consume y nos aleja de aprendizajes novedosos y estimulantes. La rutina es inmanente a nuestro inmovilismo. Horas y horas sin sentido y sin intención van descorriendo los velos de nuestro hacer diario. Abres y cierras puertas, conectas tu coche, caminas, y hasta das besos sin tomar conciencia exacta de lo que significa cada uno de estos actos reflejos. El cerebro entre tanto vive sin vivir en él. Todo lo que pasa a tu alrededor es un poco difuso, un poco oscuro y a la vez muy claro, pero lo pierdes para enterrarte dentro de la rutina.

La causa puede erradicar en que tu etapa infantil ha discurrido entre dos energías muy opuestas: tus inquietantes experiencias de aprendizaje y las rutinas de tus instructores, ya frustrados por el paso inexorable del tiempo que les ha reducido las ilusiones y viven ajenos a la sorpresa.

Puede que la señora rutina ha consumido y consume tu vida, y tus pequeñas alegrías dormitan detrás de la puerta de la nada, ya que la rutina te hace repetir cada día aquello que ya hiciste antes y que seguramente harás un día después. Fue la rutina la que hizo que tu héroe interior perdiera el interés por salir a salvar al ser querido. Es la rutina la que te convierte en un ser incompetente para innovar en las experiencias, que han sido repetidas por todos los pobladores del planeta desde hace millones de años, y que tu reiteras igual de erróneas o con la misma inconsistencia.

Miríadas de años para aprender y el mismo tiempo para errar en tu capacidad de ser autosuficiente y de gestionar tus relaciones con empatía y comprensión. Necesitas poner la intención en lo que haces de forma que puedas mejorar y actualizar lo que es imprescindible para tu bienestar y orgullo personal. Sólo el aprendizaje consciente y el desarrollo de habilidades te puede aproximar a una excelencia en el comportamiento y por ello a alcanzar la competencia.

Richard Boyatzis, experto en teoría de las organizaciones, definió en 1982 competencia como "una característica subyacente en una persona que está causalmente relacionada con un desempeño bueno o excelente, en un puesto de trabajo concreto y en una organización concreta". Y, ¿qué sucede con el desempeño bueno y excelente que exige nuestro vivir diario? Ciertamente, tener el colaborador ideal para las funciones específicas de un puesto era imprescindible de cara a la rentabilidad de las empresas y el bienestar de los trabajadores. Sin embargo, ¿quién se preocupa de lo que sucede en la persona en todo el tiempo que su función es vivir, convivir y sociabilizarse en entornos múltiples y complejos? ¿Qué sucede con cada trabajador cuándo no están ejerciendo una función específica propia de su puesto de trabajo?

Lo que me ha motivado a escribir este libro, no está en que aprendas a ser excelente en tu puesto de trabajo, que también, sino un interés en reflexionar en el por qué las personas somos ajenas a nuestras mejores cualidades, y permanecemos dispersos en nuestras vivencias más intrínsecas, para poner en valor, casi siempre, las debilidades. Trabajadores óptimos sólo pueden surgir de personas excelentes y competentes en todos los aspectos de su vida. Sea en la ejecución de la tarea, en la interacción con el otro, en la incorporación de nuevos conocimientos, o en la expresión de sí mismos en diferentes foros.

Con este libro intento colaborar para que trabajes la excelencia en el Ser, no en el tener o en el hacer. Que centres tu atención y foco en tus valores personales aprendidos en tu más tierna infancia, y que los desarrolles con convencimiento de que son los mejores para el logro de tus objetivos.

Ser excelente en cada una de las funciones que realizas, fuera y dentro de los entornos profesionales, personales o sociales, depende de poner este foco en lo mejor. Piensa en tu vida como si de un deportista de élite se tratara y comprende que sólo se llega al pódium porque antes hubo miles de horas de comprobación, de experimentación sobre tus cualidades. Los grandes como Nadia Comaneci, Roger Federer, Usain Bolt, Carl Lewis, Rafa Nadal, Mireia Belmonte, Ruth Beitia, Michael Phelps... han llegado ahí porque sabían que tenían un don para ese deporte, su cuerpo, su flexibilidad, su modo de hacer. Todo ello configura su carisma, al que unieron el trabajo diario.

Tu Yo tiene esas mismas cualidades. Tienes un don que hace que el resto de las cualidades trabajen para él. Cabe preguntarse si estás dispuestos a hacer lo necesario para llegar ahí, o la pereza, el sentimiento de fracaso, la creencia limitante, etc... dan el resultado que quieren a unos y no a los otros.

Quizá no todo dependa de hacer, si no de creer. Quizá no todo esté sujeto a transpirar sino a disfrutar sabiendo que lo que estás haciendo es para lo que estás hecho. Creo en el esfuerzo gozoso y no en el sufrimiento. Llevo muchos años trabajando en lo que quiero, y con muy pocas excepciones, la mayoría del día, que pareciera que estoy transpirando, son sólo momentos de inspiración activa que me conmueven y hacen que mi vida sea absolutamente deliciosa.

En la película Carros de Fuego, Eric Liddell, cuando corre los 400 metros lisos en las olimpiadas de París 1924 dice: Creo que Dios me hizo con un propósito. El me hizo rápido, para complacerle. Puedes creer o no, pero no puedes dudar en que hay algo grande dentro de ti que cuando lo pones a transpirar crece sin límites y te permite vivir la gran satisfacción de Ser.

Desde pequeño me han apasionado los documentales de animales salvajes. Ellos ejercitan sus mejores cualidades y las hacen valer ante cualquiera y en todo momento. Su foco está en su grandeza para lograr su alimento y su bienestar. Trabajan y descansan con la misma belleza y elegancia. Sus movimientos, su mirada, su confrontación con la vida están regidas por aquello que les hace sublimes. No sería comprensible que, ante un entorno que es mutante, y les exige la máxima atención, se distrajeran para comprobar si caen bien o no al animal más cercano, o que esperasen a que