Cuentos Cinegéticos Vol I: Recopilación de Relatos de Caza Mayor en el Perú
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Cuentos Cinegéticos, a través de la gran inspiracion de su escritor, relata las historias de las aventuras y los emocionantes lances de Luis Gerardo Castillo Vargas, cazador empedernido, miembro fundador del Safari Club Internacional Central Peru Chapter y Presidente de la Asociación Cinegética del Perú, a lo largo y ancho de nuestra escarpada geografía.
Luis Gerardo Castillo Vargas Cuentos Cinegéticos los transportará, junto al narrador, a vivenciar las aventuras aquí descritas como si fuesen parte de la realidad.
Estos son realmente una descripción de relatos de salidas de caza del autor, salpicadas con algo de imaginación. Algunos amigos se reconocerán en los cuentos y aclara, el autor, que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Algunos de los cuentos son jocosos y otros penosos, pero no se guíe el lector de nombres y lugares que son todos imaginarios. Además algunas de las especies son hoy protegidas por la ley. La calidad de las fotos se debe también a la antigüedad de las mismas.
El autor nos escribe: "Espero los disfruten como yo lo hice escribiendo y recordando. Este primer volumen relata mis inicios y algunas salidas por caza mayor en mi país, el Perú, yo soy aficionado también a la caza menor, y también he intercambiado algunas cacerías con amigos de afuera que serán motivo de los siguientes capítulos. He cazado desde Canadá a Tierra del Fuego y trato de seguirlo haciendo hasta que las energías me lo permitan. Saludos y buena caza."
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Cuentos Cinegéticos Vol I - Luis G. Castillo Vargas
Cuentos Cinegéticos
Volumen I
Recopilación de Relatos de Caza Mayor en el Perú
Luis Gerardo Castillo Vargas©
A mis mentores Nicola P., Luis Y.
Y a Lila, mi querida esposa.
Índice
PRÓLOGO
AGRADECIMIENTOS
¿POR QUÉ CAZO?
CONFESIÓN
SE ESTÁ DESPIDIENDO…
MURIÓ EN SU LEY
TE DEBO UNA
NI MÁS CAZO
UN FEO LUGAR PARA MORIR
EL RETRATO DEL LEON
(Acotama, 1988)
MI PRIMER VENADO
LOS VENADOS DE CHIUCHÍN
UN DOBLETE BONITO
14 a 0
TRES VENADOS, TRES RIFLES
UNA NOCHE ESCARCHADA
¿VENADO O CIERVO
SR. PRESIDENTE?
LAPRA Y SOLIVÍN
VENADOS DE ARENA
SEMANA SANTA CON PEPE
EL LEÓN DE PEPE
6 MULAS Y UN TUCO
TARUKA DIABLO
TARUKA Y TRUCHA
TARUKA TORO
¿RONDEROS O TERRUCOS?
LOS VENADOS DE LA MINA
¡DAME UNA SEÑAL!
TARUKA MONSTRUO
LUYCHUPUKIO
EL CARBUNCLO
MIGUEL MUJICA GALLO
GUSTAVO DEL SOLAR ROJAS
PRÓLOGO
Conocí a Luis Castillo a través de un amigo en común. Desde ese aquel remoto momento, creo que hace quince años, difícilmente pasa un día en que no hablemos, intercambiemos correos o simplemente nos saludemos.
Desde mi primera visita al Perú, Lucho se convirtió para mí no solo en un sólido amigo (y no por su tamaño), sino porque Lucho tiene esa cualidad de entregar su amistad con sinceridad y afecto. Lucho es mi mentor y mi protector en todos mis emprendimientos.
Como compartíamos nuestra dedicación por establecer el marco legal para el desarrollo de la caza deportiva en el Perú, manteníamos comunicación diaria, muchas veces por horas, y en esas épocas no había un solo día en el que no discutiéramos a rabiar.
Lila después me diría que se sorprendía de mi capacidad de soportarlo; más bien creo que su paciencia fue infinita conmigo. Yo me había convertido por la fuerza de la insistencia en su protegido y su pupilo. Así fue como me incorporó a su grupo de caza; bajo su guía directa cacé mi primer pato; mi primera perdiz, mis primeras experiencias de montaña… solo para que "cuando te toque legislar no la cagues" según me decía.
Nuestra amistad fue creciendo con el paso de los días; cuando cayó enfermo, creo que fui uno de los pocos a los que contestaba el teléfono siempre y en todo momento; me llamaba para informarme cómo iba su progreso, aun cuando este no fuese visible en lo absoluto. Nunca perdimos la oportunidad de estar en constante comunicación.
Durante mi viaje a Europa, en todos los santuarios que visitábamos junto a mi madre, nunca dejábamos de pedir por su salud y recuperación, hicimos un pedido especial en Lourdes y en Fátima.
Debe haber sido ese contacto tan cercano a la muerte, pues todo hacía pensar que se moriría, que hoy recuperado de todos sus males nos permite descubrir otra faceta de su vida. Aparte de la ya conocida afición a la caza, a la historia, a la arqueología, a la agricultura, a los negocios, y a cuanta cuestión inteligente haya disponible, Lucho renace cual ave Fénix en esta faceta de escritor, presentando este primer libro de Cuentos Cinegéticos, una serie de aventuras cinegéticas a lo largo y ancho del Perú, a través de varias décadas y de acompañantes. Sus relatos son una descripción sumamente entretenida, nos transportan a esos tiempos y vivimos junto a él y sus personajes – algunos inverosímiles – estas aventuras cinegéticas que Luis presenta como un justo homenaje a sus Padres y familia inmediata.
Para mí es un inmenso honor y una consideración especial la que me ofrece este amigo entrañable de preparar este manuscrito, que hoy finalmente comparte con el resto de sus amigos cazadores a nivel Latinoamericano.
"La mala hierba nunca muere" me dijo después de sentirse mucho más recuperado para felicidad de Lila, sus hijos, padres y todos los que lo queremos con sinceridad. Si esta hierba es de las mejores, entonces debe ser muy buena porque no cabe duda que Lucho ahora escribe con una inspiración que solo los iluminados poseen.
Les presentamos el primer volumen de "Cuentos Cinegéticos" por Luis Gerardo Castillo Vargas, que al leerlo disfruten y sean transportados imaginariamente junto a él recorriendo los más recónditos y agrestes lugares de nuestro Perú.
¡Saludos y buena caza!
J. Thomas Saldias
Houston, Texas, USA
AGRADECIMIENTOS
Mi padre nos llevó siempre a veranear a Ancón, y aunque desde muy chico practiqué la pesca con él y mis hermanos, ya sea desde el muelle de la base, de la orilla o embarcado, la mayoría del tiempo lo dedicaba a correr olas. Primero a pecho, y luego con colchoneta inflable y pitiabla
que eran unas de tecnoport. Posteriormente llegaría nuestro primer longboard o tablón familiar y empezamos los hermanos simultáneamente a correr tabla o surfear. También estaban las bicicletas, principalmente por las tardes y algún partido de futbol.
Creo que fue para el verano del 69 que mi padre se compró una casa en Miramar, más cerca de la playa donde corríamos olas y conocí a algunas personas que fueron determinantes en mi afición por cazar. Uno de ellos y el más importante era Nicola, un personaje muy querido en la playa, dueño de un longboard con el que muchos aprendimos a correr tabla y que lo prestaba a todos sin problema, era una rutina además que recogiéramos en su casa la red y los postes para el diario juego de vóley. Nicola era especialmente popular entre los chicos de mi edad porque nos daba confianza para no fumar a escondidas o decir algunas lisuras con un grande
, los mayores tomar algún traguito y era organizador de actividades como salir a pescar con don Domingo, su padre al Polvorín de la Marina o a Santa Rosa o simplemente salir a cazar. Era además aficionado a la caza submarina, pero con respecto a cazar, fue Nicola quien me introdujo en esto.
Como a algunos de los chicos de mi edad o mi hermano Fernando, él nos invitaba a acompañarlo a cazar porque le recogíamos las palomas, y de vez en cuando, nos prestaba la escopeta para hacer algún tiro a las paradas o practicar tiro al blanco en la playa. Las salidas eran por lo general dos veces por semana, los miércoles y los sábados, y yo disfrutaba acompañándolo y debo haber sido buen recogedor porque quiero creer que también él prefería ir conmigo.
Eventualmente hacíamos una salida con campamento incluido y dormida en carpa, como a Huarmey o Sayán y estoy seguro que la primera vez que no dormí en mi casa, fue por acompañarlo a cazar. Por lo general nos íbamos a la irrigación Santa Rosa, Huaral y alrededores.
Por lo tanto, mis primeras experiencias cinegéticas fueron veraniegas, ya que durante el invierno no teníamos contacto con los amigos de la playa, pero luego de la primera temporada de recogedor
, esperaba el verano con la ilusión de acompañarlo nuevamente. La diversión estaba asegurada con la tabla, el vóley y las chicas, pero salir a cazar se hizo para mi desde aquel verano, algo totalmente especial y motivador.
Nicola adicionalmente era muy bromista y nos contaba sus aventuras, algunas creo exageradas, de caza, pesca o con mujeres. Hacía por ejemplo travesuras como pagar el peaje con un billete cortado a la mitad o cosas por el estilo. Nuestro primer perro de caza, la Trini, nos fue vendido por él.
Lo he visto en esporádicas ocasiones, por la venta de un rifle o porque resultó que ahora que soy cazador, tenemos amigos comunes. Una vez vi una foto suya en un hotel en Chiuchín, un pueblo cerca de Churín donde cacé algunos venados, donde Nicola aparecía con un ciervo colorado de Sunchubamba o unos venados y preguntando encontré a sus guías e incluso una vez nos cruzamos cazando en ese lugar. Lo sentí como una traición a mi mentor y guía y me dio vergüenza luego acercarme y agradecerle infinitamente a quien me inculcó realmente la afición por la caza. Creo que fue también ese día que ya me vio como la competencia.
¡Gracias Nicola y perdóname!
Otra persona que considero importante en mi afición por la caza es mi hermano Fernando, que aunque ahora sale muy poco a cazar y menos con escopeta o rifle, fue desde el principio mi acompañante en todas las partidas de caza y nuestros inicios como cetreros los hicimos juntos, él perseveró en este tema y eventualmente lo acompañé a cazar con aves de presa algunas veces.
Compartió conmigo su primera arma, era una carabina de aire comprimido que le regaló un amigo, vecino de la playa, Ducho. Era una Bavaria 30 que se la entregaron toda desarmada y con el cañón obstruido, que mi tío Lucho, (hermano de mi padre), dejó como nueva en el Servicio de Material de Guerra de la Fuerza Aérea del Perú (FAP). Con ella obtuve mis primeras presas y cazamos mucho, sobre todo para alimentar a nuestros halcones y cernícalos y a pesar que se la dieron a él, la compartió siempre conmigo. Un verano que entraron a robar en nuestra casa de la playa, la utilizaron de palanca y la dejaron inservible.
Nuestra primera arma de fuego la compramos entre los dos, mi padre y para fomentar el deporte, nos hacía juntar el 50% de lo que costaba lo que queríamos comprar y cuando obtuvimos el dinero para un rifle del 22, se negó a comprarlo. Como el dinero nos alcanzaba para uno nuevo, pero de menor calidad, buscamos al tío Willy, el hermano menor de mi padre, para que la comprara a su nombre.
Con Fernando Castillo Vargas en una
cacería de Vizcachas con la Krico
Nos fuimos a Sears de San Isidro y compramos un mono tiro Gecado. Luego el tío convenció al viejo de que era una tontera y lo devolvimos y fue así como nos fuimos al edificio Reducto en Miraflores y nos compramos una carabina Krico, muy linda y precisa, que mi hermano conserva hasta ahora y que era el arma que habíamos elegido. La estrenamos en unas vacaciones en el Cusco y la hemos disfrutado desde entonces.
Luego nos compramos una escopeta yuxtapuesta del 16, era una Sauer, muy linda que la compartimos durante años y que la compramos poco a poco a una señora que era viuda y seguramente se compadeció de nosotros, ya que aceptó el pago semanal que le alcanzamos de nuestras propinas y de lavar autos. Posteriormente llegó nuestro primer fusil, un corto 35
, de manufactura Belga y en el calibre original 7.65, que fue con el que cacé mis primeros venados. ¡Gracias hermano!
Aquí quiero resaltar algo muy importante y por lo cual, también estoy muy agradecido, mientras que no teníamos nuestras propias armas, quién siempre nos las prestó fue mi tío Lucho, cuando joven oficial de la FAP. Fue asignado a Piura como piloto y creo que fue ahí donde empezó a cazar, luego y por sus vacaciones, siempre regresó a Camaná, su tierra natal, donde hizo grandes cacerías de patos, bandurrias y chocas o gallaretas. Incluso yo alcancé a conocer unos botes que preparó de los pontones de un hidroavión y que utilizaba para ingresar a las lagunas. Tenía un rifle de bomba del 22 y un 16, ambas creo eran Winchester. Mi hermano y yo las utilizamos muchas veces en las vacaciones de invierno. ¡Gracias tío!
En el colegio salí con algunos amigos también aficionados o sus padres y con quienes compartí desde edad temprana algunas cacerías, a ellos también los sigo viendo y con alguno salimos con frecuencia y son personajes en algunas de las anécdotas de este libro, como Fito, Manolo, Roberto, Eduardo, Orlando, Mario, etc. ¡Gracias a todos ellos!
Pero quien realmente me llevó a cazar y me enseño de todo, fue Don Lucho, siempre y hasta antes de conocerlo, fui autodidacta, pero él me enseñó a tirar al vuelo, corregir mis defectos, rastrear. Incluso caminar en el campo y ubicarse en un potrero tiene sus razones. Cazar perdices y venados fue algo que hicimos muy frecuente, pero la mayoría de las veces salíamos a palomear.
Conocí a Don Lucho cuando me hice socio del Club Los Halcones de la Liga del Callao, donde me llevó creo que el chino Masa, pero ya conocía sus escritos publicados en la página Al Aire Libre
de El Comercio, donde tocaba temas como la pesca de truchas, los tipos de perdices, cómo cazar faisanes, y muchos otros. También fue muy buen pescador, tanto de mar como de río o lago. Era muy bromista y bueno para poner apodos a todos, los guías, los amigos, e incluso a los animales. No recuerdo exactamente cómo fue que empezamos a salir juntos, pero lo hicimos y muy seguido, creo que era de los pocos que me aguantaba el ritmo de salir todas las semanas y sobre todo salíamos variado y a todo tipo de especies. Conocía todos los huecos de cacería y también a muchos cazadores. Don Lucho ya está donde están los grandes, esperándome para darme los datos. Actualmente salgo con su menor hijo Italo, quien resultó muy buen cazador. ¡Gracias Don Lucho!
Sería mezquino no dedicarles unas líneas a mis padres, a quienes en primer lugar les debo la vida, mi salud y educación, que están entre las cosas más preciadas que tengo. Gracias a su tolerancia, a sus muchos y merecidos castigos y a tantos premios. A su paciencia con esta oveja negra que gracias a la cacería enrumbó su vida y salió de los malos pasos. ¡Gracias viejos lindos!
Tampoco no puedo dejar de agradecer a mi familia, por todas mis ausencias y escapadas con ellas, mis amantes.
¿POR QUÉ CAZO?
Varias veces me pregunté ¿por qué cazo?, la verdad es una mezcla de varias