Cuentos felinos 5

Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Acosta Acosta, Martiniano, 1952-, autor

Cuentos felinos 5 / Martiniano Acosta Acosta [y otros ocho]. -- Primera edición -- Santa Marta : Editorial Unimagdalena, 2022.

1 recurso en línea : Archivo de texto : EPUB. (Humanidades y Artes. Literatura y Estudios Literarios)

Incluye datos biográficos de los autores

ISBN 978-958-746-539-6 (impreso) -- 978-958-746-540-2 (pdf) -- 978-958-746-541-9 (epub)

1. Cuentos colombianos - Siglo XXI - Colecciones I. Ariza Navarro, Adolfo, 1962-, autor II. Araújo Becerra, Luis Mario, autor III. Garcés González, José Luis, 1950-, autor IV. Gomezcásseres Valverde, Raymundo, 1950-, autor V. Jiménez, Rafael Darío, autor VI. Muñoz Morales, Carmen Victoria, autor VII. Ramírez C., Clinton, 1962-, autor VIII. Tedio, Guillermo, autor

CDD: Co863.5 ed. 23

CO-BoBN - a1096737

Primera edición, agosto de 2022

2022 © Universidad del Magdalena. Derechos Reservados.

Editorial Unimagdalena

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Coordinador de Publicaciones y Fomento Editorial: Jorge Mario Ortega Iglesias

Diagramación: Luis Felipe Márquez Lora

Diseño de portada: Orlando Javier Contreras Cantillo

Editor literario: Clinton Ramírez C.

Corrección de estilo: Manuel Guillermo Ortega

Santa Marta, Colombia, 2022

ISBN: 978-958-746-539-6 (impreso)

ISBN: 978-958-746-540-2 (pdf)

ISBN: 978-958-746-541-9 (epub)

DOI: 10.21676/9789587465396

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Contenido

Prólogo imprudente

Abraham Rumsfeld

Él solo quería tener un mochuelo

Martiniano Acosta

El cuento de Juliana

Adolfo Ariza Navarro

Adornos de mesa y otras incomodidades domésticas

Luis Mario Araújo Becerra

Comentarios acerca de un libro que me comprometí a recopilar y a editar (que es este)

José Luis Garcés González

Un asunto muy turbio

Raymundo Gomezcásseres

Billar de seis

Rafael Darío Jiménez

Un amante para Raquel

Carmen Victoria Muñoz Morales

Un hombre observador

Clinton Ramírez C.

Mamá guarda silencio

Guillermo Tedio

Los Autores

Prólogo imprudente

Abraham Rumsfeld

Ph. D. en Nuevas Estéticas

Feliz de regresar a los relatos felinos. Con admiración observo que ya aquella idea inicial concebida en la casa de Guillermo Tedio, después de una parranda en La Troja, cuando visité a Barranquilla buscando una narrativa caribeña colombiana por fuera de los tentáculos de García Márquez, se concreta ya en un quinto volumen que presenta nueve nombres y nueve relatos. Es así como me han hecho llegar los textos que integran el nuevo libro para que escriba un prólogo que considero imprudente, pero que asumo con el fervor que siempre me ha suscitado la narrativa que se produce en el Caribe colombiano.

El narrador Martiniano Acosta Acosta —siguiendo un orden alfabético por apellido— presenta, en los preliminares del volumen, el cuento Él solo quería tener un mochuelo. A Willy, el protagonista de este relato, se le podría hacer el análisis que algunos críticos, a partir del psicoanálisis, han propuesto para los personajes de Edgard Allan Poe. Willy es un delincuente de suburbio pobre, que oscila entre la violencia y la ternura cuando, por un lado, tiene aterrorizado al barrio con sus actitudes agresivas, la velocidad y el zumbido atroz de su motocicleta, los atracos y peleas, la drogadicción y las borracheras, y por otro, ha cogido un mochuelo para regalárselo a su novia actual y es devoto de la Virgen. De alguna manera, el pájaro cautivo en una jaula y cuyo melodioso canto embelesa a Willy podría ser un símbolo que expresa el deseo del joven de ser castigado, de ser encarcelado, como generalmente les ocurre a los protagonistas en los relatos de Poe, que quieren ser penalizados y ellos mismos propician su castigo. Pensemos en el asesino de El gato negro. La misma narrativa de los tatuajes de Willy expresaría esa bipolaridad del personaje: un mochuelo, unos gatos, un par de calaveras, un ancla y siete rostros demoníacos. El mochuelo es robado por un muchacho a quien también le gusta su canto. Es entonces cuando Adela, la exnovia de Willy, aún enamorada de Willy y quien se vio obligada a abortar, le avisa del hurto y le da las señas del ladrón. Willy desprecia a Adela mostrando sus preferencias por su actual novia y sale en busca del chico para matarlo con un revólver. No obstante, quien aparece muerto, tirado bocabajo sobre el andén, con una brutal cuchillada en el cuello, es Willy, mientras el ladronzuelo se aleja en una vieja cicla, apretando contra su pecho, con la mano derecha, una jaula con un mochuelo en su interior. El lector entonces debe descubrir quién mató a Willy.

El segundo escritor incluido, Adolfo Ariza Navarro, con importantes premios literarios, trae el texto El cuento de Juliana, un relato en el que, a nivel temático, el autor parece darle una vuelta de ciento ochenta grados a la temática colombiana de la violencia de las mafias desarrollada en relatos y novelas anteriores, al proponer, esta vez, una historia de amor, por su puesto, de amor frustrado. Lo interesante en esta historia de triángulo amoroso (el marido escritor, la esposa y la mujer del parque) es el grano menudo del relato amoroso que el propio personaje va desplegando hasta dejar a los lectores un panorama que muestra cuántas acciones, a veces rayanas en el grotesco y el ridículo, podemos realizar los humanos para conseguir que el otro o la otra nos acepte y nos quiera. Con una relación matrimonial ya cansada y agotada, el narrador escritor, que va al parque a hacer ejercicios físicos, termina enamorado de una mujer joven, así que entre el hombre y la mujer se establece un contacto o coqueteo de miradas que, desde la perspectiva del narrador, podría terminar en la plenitud amorosa. Y las cosas marchan por buen camino hasta que a la esposa se le da por acompañar al tipo en su rutina mañanera de ejercicios en el parque.

El tercer texto, titulado Adornos de mesa y otras incomodidades domésticas, de Luis Mario Araújo Becerra, es un relato experimental, extraño, críptico, en el que, mediante una técnica de claroscuros, silencios y ambigüedades, y desde la mirada narrativa de un yo y un tú, se nos cuenta la historia de una mujer furiosa que en una pelea doméstica con el marido, destruye cosas de la casa (teléfono, almohadas…) y termina matando al hombre, que es tirado al piso y se parte en muchos fragmentos como una porcelana de alfarero. La mujer recoge los fragmentos, hace un paquete y va sobre el puente a tirarlo a las aguas del río. Es entonces cuando el personaje que hace de conciencia narradora ve a la mujer y comienza a imaginar o a contarle a otra conciencia los hechos ocurridos entre la mujer y este hombre que ha perdido toda capacidad de afecto y tiene más aspecto de maniquí que de ser humano. Ahora, también es posible pensar que la conciencia narradora sea la de la propia mujer que se cuenta a sí misma una historia imaginada producida por el desamor que vive en sus relaciones.

El cuarto cuento, Comentarios acerca de un libro que me comprometí a recopilar y a editar (que es este), de José Luis Garcés González, es un metatexto que juega con el tema del cartapacio guardado, olvidado y encontrado años después. Se trata de un joven que confiaba ciegamente en la sabiduría de los libros y de los viejos, así que una vez recibió en el bar La Ronda, de manos de don Rafael Canedo, un manuscrito que enrolló a modo de tubo, amarró con una pita despelucada y olvidó en medio del tráfago