El poder del apego: Cómo crear relaciones profundas y duraderas
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La buena noticia es que podemos recuperarnos y reconectar a todos los niveles, independientemente de nuestro pasado. Este libro incluye perspectivas y prácticas clave que te ayudarán a: •Restablecer las conexiones interrumpidas debido a un trauma •Sentirte enraizado en tu cuerpo •Integrar las partes de tu ser que están heridas y fragmentadas •Trascender el dolor, el miedo y la impotencia para recuperar la fuerza, la alegría y la resiliencia •Recuperar el acceso a tus recursos internos y a tu naturaleza espiritual.
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El poder del apego - Diane Pool Heller
Título original: THE POWER OF ATTACHMENT
Traducido del inglés por M. Teresa Gómez Herrera
Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.
Maquetación: Toñi F. Castellón
© de la edición original
2019, Diane Poole Heller.
© del prólogo
2019, Peter A. Levine.
© de la fotografía de la autora
2016, Josh Levin
Edición publicada con autorización de Sounds True, Inc.
© de la presente edición
EDITORIAL SIRIO, S.A.
C/ Rosa de los Vientos, 64
Pol. Ind. El Viso
29006-Málaga
España
www.editorialsirio.com
I.S.B.N.: 978-84-19105-55-4
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A todos los que tienen el valor de sumergirse en las profundidades, vivir la verdad de su historia, sentir compasión por el dolor y compartir la sabiduría obtenida.
Table of Contents
Cubierta
Créditos
Prólogo
Introducción
Introducción a los estilos de apego
Desarrollo cognitivo, ciencia del cerebro y teoría del apego
La memoria y el mapa relacional original
Los ejercicios
Preguntas de evaluación
La recompensa
Apego seguro
Obtención de apoyo
Potenciación del apego seguro en ti y en los demás
Apego evitativo
Causas del apego evitativo
Cómo reconocer el apego evitativo
Desierto u oasis
Apego ambivalente
La función de la permanencia de los objetos y la constancia de los objetos
Cómo reconocer el apego ambivalente
A partir de ahora
Apego desorganizado
Rango de resiliencia
Causas del apego desorganizado
Cómo reconocer el apego desorganizado
Cómo contrarrestar los patrones desorganizados
Estilos de apego y relaciones románticas
Parejas con apego seguro
Persona segura con persona insegura
Parejas con apego inseguro
Encontrar pareja
Cómo hacer que tu relación sea más segura
Cómo trabajar con tu propio estilo de apego
Decir adiós a una relación
Nota final
Agradecimientos
Bibliografía
Acerca de la autora
Prólogo
Todos los seres humanos tenemos el compromiso y la oportunidad de realizar el viaje del héroe. Esta es mi creencia, y la he visto corroborada miles de veces en mis cuarenta y cinco años de experiencia clínica. Muchas de las decisiones de nuestra vida están impulsadas por la capacidad de ceñirnos (o no) a esta visión única de quién pretendemos ser.
El héroe que todos albergamos dentro se enfrenta con una amenaza o un dilema externos, un poderoso enemigo. En nuestra vida, este enemigo es un obstáculo simbólico para alcanzar orden interno, paz, amor, prosperidad, una relación y el bien común. Este enemigo interno parece abrumador por su fuerza y su poder. Pretende destruir al héroe, además de castigarlo y colocar una nube oscura sobre su cabeza.
El trauma tiene paralelismos obvios con el enemigo. Esencialmente, el trauma (y las heridas emocionales profundas) tiene que ver con el desasosiego y la indefensión. Inhibe nuestra vitalidad, nubla nuestros sentidos y nos debilita al separarnos unos de otros mediante el miedo y el sufrimiento. El distanciamiento es una de las formas más eficaces de socavar una relación e incluso una civilización. También existe una relación alegórica entre el tormento de una civilización y el tormento propio: el terror aniquila la conexión con nosotros mismos, con el ser encarnado, con nuestra parte verdadera y eterna. Nos encontramos aislados y a la deriva. Ya no salimos a regar el jardín y, en el proceso, perdemos los regalos del cuidado.
Si el trauma es el enemigo, el apego a nosotros mismos y a otras personas sería la tarea interna del héroe. Describe de dónde viene el héroe y dicta el rumbo que se debe tomar. Los héroes no nacen, se hacen gracias a las adversidades a las que se enfrentan. Los héroes más cautivadores de la antigüedad son los que sufren grandes decepciones y pérdidas. No están preparados para la tarea que se les impone. Al principio, fracasan; después, cambian y muestran su valía ante los demás y ante sí mismos. Consiguen el apoyo de amigos y aliados, perseveran y encuentran su propia maestría hasta alcanzar el triunfo.
Dejando al margen la mitología, en la vida real cotidiana, nuestra conexión con el papel del héroe interior es más esporádica. No estamos destinados a encarnar continuamente el papel del héroe. Asumir este rol incluso nos puede hacer vulnerables ante aquellos que podrían sacar partido de nuestras buenas intenciones. Los medios de comunicación con frecuencia distorsionan y menoscaban nuestra fe en los héroes. En los tiempos que corren, el mito se ha convertido en un bien escaso.
En el contexto de desarrollar una conexión con uno mismo, de encontrar seguridad en nosotros mismos y en otros, de lidiar con nuestras tareas diarias (desde las más ínfimas y mundanas hasta las decisiones más importantes sobre amor, trabajo, familia, amigos y residencia), resulta edificante establecer contacto con nuestro «yo superior» de forma encarnada y presente para guiar nuestras elecciones y acciones.
Esto nos lleva de vuelta al tema del apego, ya que este tiene que ver con la conexión. El apego no solo describe cómo establecemos contacto y conectamos con los demás, sino también con nosotros mismos y con nuestro cuerpo. Por eso, comprender cómo el trauma afecta a los tejidos y al sistema nervioso, y por tanto, a la sensación de seguridad, es sumamente importante para lidiar con las complejidades de nuestros patrones de apego.
El cuerpo genera inmensas olas de energía de supervivencia (para correr, saltar, patear, golpear, huir y destruir... o para apegarnos) cuando percibimos una amenaza. Si las circunstancias nos dejan bloqueados en este estado de activación durante demasiado tiempo, es como si un interruptor cortara nuestra energía, una adaptación para salvar la vida que nos rescata de un exceso de amenaza con demasiada rapidez (o de una escasez de apoyo durante demasiado tiempo). En otras palabras, nos disociamos. Las mismas movilizaciones de energía que nos salvan la vida al permitirnos defendernos o escapar cuando hay una amenaza se quedan estancadas en el cuerpo cuando nos sentimos desbordados. Esta energía de respuesta a la amenaza se queda atrapada en un bucle de retroalimentación: una conversación sin sentido, destructiva y circular entre el cerebro y el resto del cuerpo. Como al acercar un micrófono a un orador, esta conversación se amplifica a sí misma de forma inexorable. El cerebro pregunta: «¿Estamos bien?», y el cuerpo responde: «Solo siento estrés. ¿Nos estamos muriendo?». El cerebro, entonces, concluye: «Supongo que nos estamos muriendo. Tendremos que esforzarnos más».
La fisiología nos convence de las emociones. La base de una mente y un cuerpo sanos –la capacidad de sentirnos seguros– se ve socavada por el enemigo del trauma. Si el cuerpo está atrapado en el modo de supervivencia, las emociones y los sentimientos dirigirán la atención de forma obsesiva hacia la búsqueda de seguridad. Esto inhibe nuestra vitalidad, por lo que evitamos los riesgos. Todas las nuevas experiencias tienden a adoptar una calidad amenazadora, de forma que se reduce nuestra capacidad de establecer contacto con los demás.
La mala noticia es que el trauma es una realidad, pero (y esta es la buena noticia) no tiene por qué ser una cadena perpetua. Lo que he enseñado a miles de clientes y estudiantes a lo largo de los años es que la clave para dominar este vasto océano de angustia es aprender a tomar contacto con pequeños fragmentos de la experiencia (lo que incluye sensaciones corporales, sentimientos, imágenes, pensamientos y energías) y enfrentarse a ellos uno a uno de forma paulatina. De este modo, se crean pequeñas islas de seguridad en un mar turbulento de trauma. Posteriormente, estas islas empiezan a conectarse y, poco a poco, se forma una masa sólida de (relativa) seguridad, un lugar donde podemos mantenernos a cierta distancia y observar las sensaciones difíciles y los sentimientos inquietantes para lentamente ir haciendo las paces con ellos.
Las preguntas esenciales son: «¿Cuánto puedo sentir estando presente aquí y ahora?», «¿Cuánto puedo soportar antes de disociarme?» y «¿Qué puedo hacer para permanecer dentro de mi rango de tolerancia?». La sabiduría de nuestro cuerpo proporciona las respuestas sobre cómo crear un espacio protegido en las agitadas aguas del terror, el miedo y la indefensión, un pequeño refugio de seguridad que nos ofrece el tiempo suficiente para explorar ese fragmento determinado de la experiencia, considerarlo, analizarlo, conservar lo que tenga valor y descartar lo que no. De esta forma, modificamos gradualmente el mensaje de nuestra fisiología del terror a la seguridad. La atención se redirige desde la protección y la huida hacia el afecto y la conexión, desde el pánico o la desconexión hacia la exploración y la compasión. Derrotamos al enemigo y el peligro desaparece. Salimos ahí fuera y cultivamos las cosas que nos nutren y nos sustentan a nosotros y a los demás. Aparece la paz y la prosperidad en nuestro reino. La vida florece con riqueza emocional.
Dado que todos tenemos cierta complicación con el apego «sano», estoy encantado de presentar este libro. Soy afortunado por conocer a su autora, la doctora Heller, desde hace décadas. Diane fue una de mis alumnas más brillantes y alguien a quien sigo admirando y estimando en gran medida. Su calidez, energía, empatía y perspicacia han beneficiado a miles de sus clientes y estudiantes a lo largo de los años. Sus dones y su sabiduría están continuamente presentes en El poder del apego, un libro que proporciona un marco accesible e ilustrativo para identificar las dificultades de apego propias, únicas y a veces complejas, con el tono ingenioso, relajado y sin pretensiones de Diane. Los ejercicios que incluye te ayudarán sin duda a redescubrir tu verdadero ser encarnado y te guiarán para renegociar tus propios obstáculos para establecer conexiones con los demás.
Es un libro para terapeutas especializados en problemas relacionados con el apego. También resultará útil a quienes comienzan una relación nueva, a los que quieren enriquecer sus relaciones a largo plazo y a aquellos que ponen fin a una relación, y aprenden y sanan al hacerlo. Me embarga la emoción al saber que vas a comenzar este cautivador viaje. Espero que todos nosotros derrotemos de forma heroica a nuestros enemigos y aportemos integridad, prosperidad y propósito a la civilización, así como a la Civilización del Ser.
DR. PETER A. LEVINE
Autor de los superventas En una voz no hablada: cómo el cuerpo se libera del trauma y restaura su bienestar y Trauma y memoria: cerebro y cuerpo en busca del pasado vivo: una guía práctica para comprender y trabajar la memoria traumática
Introducción
Me gustaría comenzar con una historia sobre algo que me ocurrió en 1988, cuando me encontraba inmersa en los preparativos para mi boda. Solo faltaban dos semanas, así que estaba muy emocionada y también tremendamente ocupada, como suele ser habitual justo antes del gran día. Estaba conduciendo por Denver para atender innumerables encargos y detalles relacionados con la boda. Iba a unos 90 kilómetros por hora cuando, de reojo, vi que algo se resbalaba sobre mi agenda e iba directo al suelo del coche. Era una figurita de porcelana (de esas que representan a los novios y se colocan encima de la tarta) que me había dado mi suegra con mucho cariño, así que quería evitar a toda costa que se rompiera. Mientras conducía por Santa Fe Drive con tráfico intenso, cometí la insensatez de desabrocharme el cinturón y me incliné para atrapar la figurita. Al hacerlo, moví el volante sin darme cuenta, invadí el carril contrario y choqué con un coche de frente.
El otro conductor iba más o menos a la misma velocidad que yo. El choque hizo que su vehículo saliera despedido y aterrizara volcado con las ruedas hacia arriba. Afortunadamente, era un Volvo antiguo, resistente como un tanque, así que salió del accidente prácticamente ileso. Siempre estaré agradecida por ello.
Yo no tuve tanta suerte. Como tenía el cinturón desabrochado, mi cuerpo salió despedido hacia delante y rompí el parabrisas con la cabeza, lo que me provocó una lesión cerebral traumática. Esto supuso un revés para mi inminente boda, pero seguí adelante de todas formas. Tenía la cabeza hinchada como una pelota de baloncesto deforme, lo cual ya era suficientemente desagradable, pero además sufría una serie de incómodos síntomas. Confundía los números y empecé a actuar de forma extraña: metía la plancha en la nevera, guardaba la leche en el microondas... Una vez incluso dejé el coche arrancado todo el día en el aparcamiento del trabajo con las llaves dentro y el seguro echado. Obviamente, fue una etapa en la que me encontraba desorientada, asustada y avergonzada.
Y aquí viene la parte interesante: también empecé a experimentar momentos de increíble felicidad. De vez en cuando, entraba en estos fascinantes estados de expansión en los que podía ver y sentir cosas mucho más allá de mi percepción normal y corriente. Durante esos episodios, era muy sensible y empática. Veía lo mejor en los demás como si emanara de forma natural de su interior. Tuve estas maravillosas experiencias durante unas seis semanas y, en esos momentos, parecía como si recibiera una tremenda descarga de compasión y conocimiento.
Lamentablemente, esa expansividad también dio lugar a algunas experiencias difíciles e inesperadas. De repente, se produjo un giro en una dirección negativa, como si cayera por el hueco de un ascensor directamente en la noche oscura del alma. A decir verdad, tuve bastantes dificultades durante los siguientes tres o cuatro años. El accidente activó recuerdos de mi infancia, antecedentes traumáticos de los que me había disociado hacía mucho tiempo. Me resultaba complicado integrar los diversos altibajos que experimentaba. Según parece, todo esto (especialmente lo de recuperar recuerdos traumáticos) es frecuente en personas que sobreviven a accidentes de alto impacto.
Hice todo lo que se me ocurrió para dar sentido a lo que me pasaba. Busqué diversos profesionales en las páginas amarillas (para los que tengan edad suficiente como para recordarlas) y fui a verlos. Probé todo tipo de terapias y leí todo lo que pude encontrar sobre trauma y recuperación. Asistí a infinidad de charlas y talleres. En suma, llevé a cabo una búsqueda en todo el país para localizar a alguien que pudiera ayudarme, pero nada funcionó realmente. Encontré cositas aquí y allá, e intenté enlazarlas todas, pero ninguna me aportó la comprensión y el alivio que necesitaba.
Entonces, conocí a Peter Levine y asistí a uno de sus talleres de Somatic Experiencing (SE).* En aquel momento, no entendía bien lo que hacía Peter, pero sabía que tenía que ver con volver a regular el sistema nervioso. Y, lo que es más importante, me di cuenta de que me funcionaba. Con su ayuda, poco a poco me fui recuperando y empecé a apreciar la relación entre la fisiología y el trauma. Aprendí formas de trabajar con mi sistema nervioso de manera eficaz y de reducir la intensidad de ciertos síntomas del trauma, además de muchos métodos para desentrañar e integrar experiencias extremas. El trabajo de Peter con la SE me sigue resultando enormemente provechoso y esclarecedor.
Durante mi proceso de sanación, decidí estudiar con él y me convertí en una de las primeras facilitadoras de SE. Tuve la inestimable oportunidad de enseñarla por todo el mundo durante más de veinticinco años. Aprendí muchísimo sobre cómo se regula el sistema nervioso autónomo, cómo los síntomas mantienen bajo control la hiperactivación debida a acontecimientos abrumadores en nuestra vida, cómo evocar y consumar respuestas de autoprotección inacabadas o inhibidas, y mucho más. Estaré por siempre agradecida.
Con el tiempo, empecé a centrarme en la forma de reconectar en las relaciones a pesar del aislamiento y la disociación que acompañan a las experiencias traumáticas. Con la ayuda de Peter (y las lecciones aprendidas con tanto esfuerzo durante mi propia recuperación), he podido encontrarme y trabajar con otras personas en algunos lugares realmente oscuros. Las he ayudado a reducir la intensidad de sus síntomas, a aumentar su resiliencia y, con frecuencia, a recuperarse por completo. Es un verdadero privilegio embarcarse en este viaje con otros y ver cómo empiezan a disfrutar de nuevo de la vida. Esto se ha convertido en mi trabajo, y pretendo dedicar el resto de mi vida a explorar las cuestiones relacionadas con el trauma y la resiliencia, así como a ayudar a los demás a recuperar la vitalidad y el bienestar. Estos son los temas y las cuestiones principales con los que me suelo encontrar en mi trabajo:
¿Cómo restablecer las conexiones interrumpidas con nosotros mismos y con los demás, y cómo recuperar la sensación de plenitud?
¿Cómo integrar las diversas experiencias que tenemos y todas esas partes nuestras que parecen tan maltrechas y fragmentadas?
¿Cómo superar las grandes pérdidas, los miedos y la impotencia para recobrar el empoderamiento y la resiliencia?
Cuando el trauma nos desconecta de nuestro propio físico a través de la disociación o la pérdida de límites, ¿cómo volver a habitar nuestro cuerpo y a sentirnos conectados de forma segura?
¿Cómo reivindicar el derecho natural de estar enraizado y centrado, de sentir conexión y compasión, de tener acceso a todas las facetas de nuestra humanidad y nuestra naturaleza espiritual?
He llegado a la conclusión de que una posible clave para responder a estas preguntas es comprender de forma compasiva los patrones relacionales tempranos, tanto propios como ajenos, y, posteriormente, realizar intervenciones o crear experiencias reparadoras relevantes destinadas a poner en práctica la teoría del apego. La apreciación del valor de la teoría del apego en el trabajo con parejas, en la sanación individual mediante terapia, y en parejas o progenitores abiertos a su sabiduría es verdaderamente revolucionaria y sorprendentemente eficaz.
La finalidad de este libro es ayudar a responder a algunas de estas preguntas mediante la revelación del historial personal de apego temprano, la comprensión de los diversos estilos de apego y la aplicación de enfoques prácticos para sanar las heridas relacionadas con el apego. Es un análisis profundo de nuestra capacidad humana para conectar de forma verdadera y enriquecedora. Concretamente, examinaremos cómo las heridas de apego afectan a las relaciones adultas y cómo podemos mejorar nuestra capacidad de disfrutar del apego seguro, independientemente del tipo de experiencias que hayamos tenido en nuestra niñez. Esta obra revela qué hace falta para crear relaciones íntimas profundas y duraderas.
✦✦✦
No nos engañemos: la vida a veces resulta bastante difícil. Seas quien seas, todos nos enfrentamos inevitablemente a retos y adversidades que escapan a nuestro control. Si pasas suficiente tiempo en este planeta, te encontrarás con alguna forma de falta de sintonía, una pérdida, un abuso, un divorcio, una enfermedad, un accidente de tráfico, un desastre natural, una guerra o cualquier otra adversidad. En ocasiones, estos acontecimientos son tan abrumadores que ni siquiera somos capaces de reaccionar o responder a ellos. No podemos evitar que estas cosas ocurran, ya que forman parte de lo que significa ser humano. Y, para complicarlo todo aún más, los estudios epigenéticos ahora sugieren que, por así decirlo, podemos heredar las dificultades de nuestros antepasados. De una forma u otra, nos vemos afectados por todo lo que pasaron y sufrieron nuestros abuelos, bisabuelos, etc., pero también somos el resultado de su resiliencia. A lo largo del tiempo y de nuestra evolución como especie, hemos experimentado adversidades y hemos hecho lo posible por sobrellevarlas y perdurar.
Por tanto, la vida es dura y tú no eres la causa. Simplemente, así son las cosas, es decir, que puedes dejar de echarte la culpa como si fueras el único responsable. Hay innumerables formas en las que cada uno puede llegar a experimentar el trauma, y la mayoría no tienen nada que ver con cómo vivimos nuestra vida o qué tipo de personas somos. Esta es la mala noticia.
Pero también hay una buena noticia: podemos hacer algo al respecto. Todos nacemos con una capacidad asombrosa para sobrevivir, sanar y salir adelante, que es precisamente el motivo por el cual hemos llegado hasta aquí en un principio. Estamos diseñados para ello.
Antes de continuar, me gustaría aclarar a lo que me refiero con la palabra trauma. Sin entrar en muchos tecnicismos, el trauma es el resultado de vivir una experiencia sobre la que no tienes mucho control; en ocasiones (como en el caso de los accidentes importantes), ni siquiera te da tiempo a prepararte para el impacto. Estos acontecimientos sobrepasan la capacidad de funcionar normalmente, lo cual puede hacer que pierdas la confianza en los sentimientos, los pensamientos e incluso el cuerpo. Por ende, el trauma es una forma de terror agudo, pérdida de control y profunda indefensión.
También he empezado a considerar el trauma en términos de conexión. El tema de la conexión perdida ha aparecido en mi trabajo repetidamente a lo largo de los años: conexión perdida con el cuerpo, con la conciencia de uno mismo, con los demás (especialmente con los seres queridos), con la sensación de estar centrado o enraizado en el planeta o