La Era del Código

La Era del Código

Introducción a la Programación y al Sector del Desarrollo de Software

Rafael Gómez Blanes

Primera edición - Agosto de 2022 - #01#

La Era del Código: Introducción a la Programación y al Sector del Desarrollo de Software

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Rafael Gómez Blanes

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Foto de portada: Robo Wunderkind (Unsplash)

A mis padres, hermana y mis hijas, Luna y Beatriz

A mi pareja Mercedes

Introducción

Mi nombre es Rafael Gómez Blanes y en este libro te voy a contar en qué consiste la programación y todo lo relacionado con la industria del software actual.

Como profesional, programar es mi vocación, y como empresario, mi pasión es crear proyectos software con la suficiente calidad y rentables.

Aprendí a programar con un Amstrad cuando apenas tenía 12 ó 13 años, más tarde hice la carrera de Ingeniería Superior en Informática en la universidad de la ciudad donde vivía, y, a día de hoy, sigue siendo lo que más me apasiona hacer.

Escribo este libro porque veo un interés creciente en aprender a «programar», algo que me satisface enormemente, y mi propósito es ayudarte a comprender mejor de qué va todo esto, incluso antes de que hayas comenzado a formarte.

Tanto si estás pensando estudiar programación a través de cualquiera de las ofertas formativas que existen para ello actualmente como módulos, universidad, «bootcamps», etc., o si estás ya dando los primeros pasos aprendiendo los rudimentos, mi propósito con este trabajo consiste en que conozcas todas las áreas relacionadas con esta actividad y qué se mueve en la industria del software actual, cada vez más dinámica y con más oportunidades.

Todo lo que te cuento en los siguientes capítulo es importante para conocer bien este sector.

También te voy a dejar claro una cosa muy importante: «programar» no consiste en aprender a usar un lenguaje de programación y nada más, o hacer que una sencilla aplicación funcione en tu ordenador.

Eso, en realidad, lo puede hacer cualquiera a menos que ponga en ello un poco de interés. Aquí de lo que hablo es de todo aquello que hay que aprender (o al menos tener nociones) para aspirar a integrarte en el equipo de trabajo de una empresa o trabajar como freelance y hacer de ello tu profesión.

Por decirlo de alguna manera, aprender a escribir algunas líneas de código con un lenguaje en tan solo la punta del iceberg, y de un iceberg muy grande, y que debes conocer para que tu formación continúe por el camino correcto y te puedas convertir más rápidamente en un desarrollador profesional.

Puedes aprender a programar en unos meses, pero convertirte en un programador amateur, júnior y después sénior o profesional, te requerirá de más conocimientos y experiencia, tal y como te cuento en el resto de capítulos de este libro.

Del mismo modo que un escritor, sabiendo escribir aceptablemente bien, puede desarrollar novelas de ficción de diversos géneros, ensayos, biografías, trabajos de divulgación y un largo etcétera, hoy día, la programación es la base estructural de un conjunto creciente de profesiones y de actividades: desde programación web, desarrollo de aplicaciones para móviles, analítica de datos, inteligencia artificial y redes neuronales hasta la programación de juegos y todo lo relacionado con la creciente criptoeconomía.

Después de veinticinco años trabajando como profesional con experiencias de muchos tipos y de haber escrito unos diez libros relacionados con el desarrollo de software, sigo afirmando que «aprender a programar es fácil, pero programar bien no es sencillo».

La programación es una actividad incremental. Te explico.

Crear con éxito una aplicación profesional (programa), es como construir un edificio: se parte de unos «planos» básicos y se comienza poniendo unos cimientos bien sólidos, conociendo muy bien los materiales de construcción, sin eso, todo el edificio se desmoronará en algún momento; después hay que construir planta sobre planta y, por último, encargarse de todo ese duro trabajo de los exteriores, la fontanería, la electricidad, etc. Y todo ello debe estar bien organizado y planificado.

Con una enorme diferencia: a diferencia del edificio del ejemplo, el software que escribes es maleable, esto es, puedes modificarlo, eliminar partes, añadir mejoras, volver a plantearlo todo y hasta mejorar esos cimientos de los que hablaba, en cualquier momento.

También te voy a explicar que en el sector de la programación existen ya no solo diversas técnicas para programar, sino que también hay diferentes roles en un equipo de trabajo, así como «formas de trabajar» (metodologías) e incluso técnicas para probar que todo lo que haces (código) funciona correctamente, y todo ello son habilidades y conocimientos más allá de conocer cómo usar un lenguaje de programación cualquiera.

Aprender C#, Java, Javascript, Python o PHP (por indicar algunos de los lenguajes más populares), es tan solo el comienzo de una carrera profesional mucho más rica y extensa: en las siguientes páginas te voy a describir los ingredientes más importantes de ella, para que tengas una visión correcta de nuestro sector y para que cuando termines de leer este libro seas capaz de ver el bosque completo.

También te quiero dar la enhorabuena por tu interés en esta actividad: a día de hoy, en el momento de escribir esto, y después de participar en más proyectos de los que recuerdo, continúa siendo lo que más me gusta hacer, aquello con lo que me gano la vida y se me pasan las horas en un estado de fluidez completo, y en un mercado cada vez más atractivo para los programadores.

Confío en que las siguientes páginas te ayuden o bien a decidirte si esta actividad es para ti o bien a comprender mejor que esto es una carrera a largo plazo y que tendrás que adquirir muchos más conocimientos además de dominar uno o varios lenguajes de programación.

Rafael Gómez Blanes

Sevilla, agosto de 2022

Y quién soy yo para hablar de todo esto

Me familiaricé con la informática en general en la época de los primeros ordenadores domésticos (Spectrum, Amstrad y maravillas similares).

Ahí nació mi interés por la programación cuando comprendí que todo lo que hacían esos ordenadores eran «programas» que se podían escribir, algo que para mí fue toda una revelación, pero, sobre todo, cuando descubrí que no era magia, sino que cualquiera podía hacer aplicaciones con los suficientes conocimientos y ganas.

Con apenas doce años, le pedí a mi madre durante un verano en el que me aburría especialmente, que me apuntara a una academia de mi barrio donde impartían clases de mecanografía y de «ordenadores»; te estoy hablando del año 86, y ya te digo yo lo que ha llovido desde entonces en lo relacionado con la tecnología el general y la computación en particular.

En aquella época, tener en casa uno de esos primeros equipos era considerado un lujo, sobre todo porque aún no se veía claramente para qué podía servir un pequeño ordenador aparte de jugar al «arkanoid», al «tetris» o al «pacman».

De modo que ese verano, y gracias a un excelente profesor que tuve, di los primeros pasos con ordenadores Msx y Commodore. Recuerdo que lo primero que escribí en uno de ellos (y me sonrojo ahora un poco al decirlo), fue: hola, así, buscando letra por letra en el teclado con mi dedo índice, pensando, en mi mente de niño abarrotada de películas futuristas, que el ordenador me respondería de forma inteligente…

En cualquier caso, esas fueron las primeras cuatro letras que escribí en un ordenador, en una academia de barrio durante un verano caluroso que pasaba aburrido, sin saber todavía que iniciaba así un interés creciente por la tecnología en general y la programación en especial, lo que daría forma no solo a mi carrera profesional sino también a mi faceta de autor técnico años más tarde.

En los años siguientes, aprendí a hacer programas en Basic (el lenguaje que venía con el Amstrad, en el que no existía la noción de sistema operativo), Cobol e incluso lenguaje ensamblador, hasta llegar a hacer un juego con mi Amstrad CPC464 con unidad de disco 3.5" externa (todo un lujo para la época).

Durante el instituto, tuve claro a lo que me quería dedicar, de modo que me esforcé al máximo para sacar buena nota y poder entrar en la Facultad de Informática de mi ciudad (Sevilla), cuya nota de corte en aquella época era bastante alta.

Terminé la carrera sin pena ni gloria con muchas asignaturas de matemáticas, estadística, electrónica, física y hasta derecho informático e inglés técnico, y también, cómo no, de arquitectura de ordenadores, sistemas operativos, programación, estructuras de datos, redes neuronales, etc.

Combiné esos años de estudio, bastante duros, por cierto, con mis primeros trabajos relacionados con la tecnología: en una empresa de informática industrial me dieron un PC con Windows 3.11 y una silla, un manual enorme en inglés sobre programación de unos dispositivos de control, y ahí me tiré todo el verano de segundo de carrera a tercero, mejorando mis conocimientos en C (un lenguaje de programación de bajo nivel) y todo lo relacionado con el sistema que había que programar, con una media de 8 ó 12