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Bhakti sûtras: El sendero del amor a Dios
Bhakti sûtras: El sendero del amor a Dios
Bhakti sûtras: El sendero del amor a Dios
Libro electrónico275 páginas4 horas

Bhakti sûtras: El sendero del amor a Dios

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Información de este libro electrónico

Estos 84 sûtras o sentencias breves del sabio Nârada están dirigidos a aquellos que buscan el camino de salida del dolor a través de la devoción a Dios. Con extensas notas explicativas de Ada Albrecht.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 dic 2021
ISBN9789874038418
Bhakti sûtras: El sendero del amor a Dios

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    Bhakti sûtras - Ada Albrecht

    Imagen de portada
    Nârada

    Bhakti Sûtras

    — El Sendero del Amor a Dios —

    Con notas pedagógicas de Ada Albrecht

    2014

    Editorial Hastinapura

    Buenos Aires, Argentina

    Índice

    Portada

    Introducción

    Bhakti Sûtras

    Sûtra 1

    Sûtra 2

    Sûtra 3

    Sûtra 4

    Sûtra 5

    Sûtra 6

    Sûtra 7

    Sûtra 8

    Sûtra 9

    Sûtra 10

    Sûtra 11

    Sûtra 12

    Sûtra 13

    Sûtra 14

    Sûtra 15

    Sûtra 16

    Sûtra 17

    Sûtra 18

    Sûtra 19

    Sûtra 20

    Sûtra 21

    Sûtra 22

    Sûtra 23

    Sûtra 24

    Sûtra 25

    Sûtra 26

    Sûtra 27

    Sûtra 28

    Sûtra 29

    Sûtra 30

    Sûtras 31 y 32

    Sûtra 33

    Sûtra 34

    Sûtra 35

    Sûtra 36

    Sûtra 37

    Sûtra 38

    Sûtra 39

    Sûtra 40

    Sûtra 41

    Sûtra 42

    Sûtra 43

    Sûtra 44

    Sûtra 45

    Sûtra 46

    Sûtra 47

    Sûtra 48

    Sûtra 49

    Sûtra 50

    Sûtra 51

    Sûtra 52

    Sûtra 53

    Sûtra 54

    Sûtra 55

    Sûtra 56

    Sûtra 57

    Sûtra 58

    Sûtra 59

    Sûtra 60

    Sûtra 61

    Sûtra 62

    Sûtra 63

    Sûtra 64

    Sûtra 65

    Sûtra 66

    Sûtra 67

    Sûtra 68

    Sûtra 69

    Sûtra 70

    Sûtra 71

    Sûtra 72

    Sûtra 73

    Sûtra 74

    Sûtra 75

    Sûtra 76

    Sûtra 77

    Sûtra 78

    Sûtra 79

    Sûtra 80

    Sûtra 81

    Sûtra 82

    Sûtra 83

    Sûtra 84

    Glosario de términos sánscritos

    Bhakti Sûtras: El Sendero del Amor a Dios

    Con notas pedagógicas de Ada Albrecht

    Primera edición: 2007

    Segunda edición: 2014

    Imagen de la portada: Sri Krishna

    Todos aquellos que deseen profundizar sus estudios sobre los temas tratados en este libro pueden llamar o acercarse a cualquiera de las direcciones dadas al final del volumen.

    El tipeo, diseño y corrección del presente libro ha sido realizado íntegramente por Miembros de la Fundación Hastinapura.

    Hecho el depósito que marca la ley 11.723

    © by Editorial Hastinapura

    Riobamba 1018 (C1116ABF)

    Buenos Aires, República Argentina

    Tel/Fax (0054-1) 4811-9342 / 4813-0685

    E-mail: [email protected]

    Internet: www.hastinapuralibros.com

    Primera edición en formato digital: octubre de 2021

    Versión: 1.0

    Digitalización: Proyecto 451

    ilustración Ganesha

    OM SRI GANESHAIA NAMAHA

    Reverencia a Sri Ganesha

    Deva de la Sabiduría Espiritual

    en la Religión de la India y

    Guía de los devotos de Dios

    foto ilustrativa

    Ada Albrecht durante uno de sus viajes a India

    INTRODUCCIÓN

    Querido lector:

    Todo el tiempo que dure para ti la lectura de este libro, recuerda la frase siguiente: La infinita compasión del Señor depositó en mi mente el pensamiento de que Él era la única Verdad, y todo lo demás, una mera ilusión. Estas palabras son las que el Rishi Nârada dijo al famoso Santo y Sabio Vedavyasa, autor del Mahâbhârata. Voy a repetirte: La infinita compasión del Señor depositó en mi mente el pensamiento de que Él era la única Verdad, y todo lo demás, una mera ilusión. De todas las frases escritas en los Libros Sagrados, esta es un diamante purísimo, cuyo fulgor ilumina el corazón de los hombres, y los extrae de las garras del dolor, de la tristeza, de la muerte, llenándolo de Eterna Bienaventuranza. Por lograr que Dios haga florecer en nosotros el pensamiento de la Devoción, del cual habla Nârada, los Santos sacrificaron sus vidas, y con ellas, sus apegos, conquistando sus instintos y los desvíos en los cuales incurre la personalidad humana cuando se conecta demasiado con el mundo. Dios, Nuestro Señor deposita este pensamiento sólo en el corazón de los hombres bienaventurados que lo eligen a Él como compañero de sus horas.

    Así pues, estos Bhakti Sûtras están dirigidos a aquellos que buscan el camino de salida del dolor, porque, como dice el Bhagavad Gîtâ, Si viniste a este mundo transitorio y aflictivo, adórame, y también Posa tu mente en Mí, sé Mi devoto, sacrifica en Mi honor, póstrate ante Mí, y de este modo llegarás a Mí. La mayoría de los hombres tienen amigos y compañeros ilusorios, mientras viven en esta Tierra; amigo dinero, amiga fama… las ambiciones de la mente son infinitas. Sólo unos pocos seres humanos son capaces de vislumbrar Quién es la compañía a la que debe aspirar el alma. Estos son los que reciben la compasión del Señor, estos, los espíritus que por hallarse deseosos de contactar con lo Real, se evaden del hechizo de los juguetes del tiempo, y conquistan su Sagrada Esencia, que es Aquello, Dios Padre, cuyo resplandor se oculta a la mente, demasiado pequeña para comprenderla.

    Hermano lector, ¡despierta! ¡Mira las estrellas en el regazo del Universo, mira los ojos de la Vida que a su vez te observan por los ojos de sus cuerpos innumerables, y descubre en ella la mirada de Aquel que todo lo ha creado! ¡Ámalo, búscalo, hermano lector! Si sigues las huellas de tu corazón, que siempre —lo sepamos o no— se encaminan hacia Él, entonces, sin duda alguna, a Él lo hallarás.

    ¡Que los Sûtras de Nârada sean amigos íntimos de tu alma, y que nunca las danzas de Mâyâ te separen de ellos!

    ¡Om Sri Ganeshaia Namaha!

    ¡Reverencia al Divino Señor Ganesha!

    ¡Reverencia al Dios de la Sabiduría Espiritual!

    Ada Albrecht

    Buenos Aires, 20 de Julio de 2007

    BHAKTI SÛTRAS

    imagen ilustrativa

    El Divino Sabio Nârada, Maestro del Amor a Dios

    y autor de los Bhakti Sûtras

    gráfico Om

    Om Sri Ganeshaia Namaha

    BHAKTI SÛTRAS

    Sûtra 1

    Ahora hablaremos del Amor a Dios.

    NOTAS:

    Es muy importante el adverbio de tiempo ahora, con el cual comienza este primer Sûtra. Ello nos recuerda a las palabras que el Señor Krishna emplea para revelarle a Arjuna la Gran Verdad en el último Capítulo del Bhagavad Gîtâ, cuando le dice: Escucha ahora mi última y más secreta palabra, que en tu provecho voy a declararte.

    Ahora significa que el discípulo se encuentra capacitado para comprender la enseñanza que se le dará a continuación, puesto que en estudios previos se hizo merecedor de lo que se le entregará. Ahora su alma puede concientizar la infinita grandeza del Amor a Dios. No cualquiera puede hacerlo. Si se vive en el mundo inmerso en experiencias que no se relacionan con lo espiritual, difícilmente se logre la comprensión sagrada del por qué es necesario este Amor a Nuestro Señor. Amar a Dios parece una enseñanza trivial, para los que se hallan espiritualmente desorientados. Para ellos estas palabras no tienen eco en su ser; de este modo, están sordos y ciegos ante las verdades que conmueven el alma de aquel que ya se halla preparado para el Camino. Por eso, Nârada dice Ahora hablaremos… y hablaremos porque anhelamos entender aquello que los Maestros enseñan y que es la cumbre de todo conocimiento: el Amor a Dios. Ahora es la invocación —en este caso— del amanecer más sagrado al que puede aspirar el espíritu del hombre. Este último ha pasado por mares de infortunios, recorrido las cavernas de la angustia, soportado los cilicios de la incertidumbre. De tanto en tanto, ha sentido la caricia de alguna efímera felicidad, de alguna monedilla de placer que la vida depositó en sus manos de mendigo, ya que todos nosotros ejercemos la mendicidad mientras habitamos la Casa de Mâyâ. La "Casa de Mâyâ, la verdadera Casa de Mâyâ, es el olvido de Dios. Nuestro Amanecer, la reconquista espiritual, se produce cuando alguien nos despierta, y con amor misericordioso nos dice hablemos del Amor a Dios. Si estamos atentos, si somos concientes de qué hablaremos —porque en ese qué" se hallan comprometidos para nosotros, nuestra resurrección o nuestra muerte—, podremos comenzar a andar el camino hacia la salida de la Caverna del Minotauro: ¡Ariadna ha llegado! ¡El hilo de luz que nos dejan sus manos, en ese lóbrego mundo de piedras filosas y grises, heridoras y horrendas, por donde transitáramos durante tanto tiempo, ha comenzado a aparecer!

    Sûtra 2

    La Devoción a Dios es Amor Intenso por el Señor.

    NOTAS:

    Difícilmente hallaremos a alguien que no pronuncie el nombre de Dios diariamente. Dios quiera que me salga ese negocio, viajaré si Dios quiere, etc. Dios está en nuestros labios, pero rara vez, un destello de Amor a ese Ser Infinito, logra abrirse paso en la selva de nuestra indiferencia. Las garras del mundo son poderosas para la extrema fragilidad del cordero humano que siempre sucumbe ante ellas. Pocos son los que logran escabullirse de este trágico infortunio. Es por eso que debemos tener muy en cuenta la palabra Intenso, de este Sûtra. Ello equivale a lo que decíamos previamente, o sea, el constante nombrar a Dios nada tiene que ver con la esencia de Bhakti o Devoción. La Devoción es un estado espiritual infinitamente elevado. Devoción es Amor por lo Divino, Amor total, entrega total, como la que posee el avaro por su dinero. Nadie puede convencerlo de que lo abandone, y es porque todo su ser está radicado en él. Vaya donde vaya, el oro tintinea en su cerebro, como en el cerebro del santo lo hace la Sagrada Ansiedad por Dios. Su Amor es inmenso, es intenso, es Bhakti.

    Sûtra 3

    Ese Supremo Amor es Inmortal Bienaventuranza, la cual nos es otorgada sin que la busquemos y sólo a través de la Gracia de Dios y la auto-purificación.

    NOTAS:

    Inmortal Bienaventuranza significa Liberación o Moksha. ¿Liberación de qué? De Mâyâ; uno cree ser ese Mâyâ, esa ilusión, pero ella es inexistencia, es vacío. Cuando se diluye, uno nace a Vijñâna o Auto-Conocimiento del Ser. El Auto-Conocimiento del Ser no se puede buscar como si fuera una fórmula química o el fraseo de una sonata. La mente cesa de ser en ese estadio de la vida, de modo que nada puede conquistarse con ella, con la mente. Es una Gracia de Dios, y es producto de dos pasos previos del discipulado: acción y devoción. Esto es: Karma Yoga y Bhakti Yoga.

    En Karma Yoga, es decir, en el trabajo inegoísta por los otros, o como dice el Bhagavad Gîtâ, deseosos del bienestar del mundo, en la labor sacrificada y constante que realiza el Discípulo en bien de los demás, olvidado de sí mismo, lluvias de purificaciones sumergen su corazón en las aguas sagradas e inmaculadas de la Devoción. Primeramente, esta Devoción es débil, mas, a medida que el Discípulo persevera en su labor, y no se detiene en la ayuda que prodiga a los otros, florece el Sentimiento Divino y finaliza poseyendo a todo su ser. El Bhakti, el Amor a Dios, se transforma en su verdadera naturaleza. El mundo le es indiferente, el mundo —Mâyâ, ilusión— con todos sus oropeles pasajeros, con sus triunfos, glorias, fortunas, le es indiferente. Nada quiere ya de él, como no desea la débil llama de un fósforo aquel que ha sido capaz de conquistar la luz del Sol. Se halla pletórico de infinitos esplendores. Ama. En ese Amor conquistó el Gran Misterio, se abrazó a la Sabiduría Total, su adoración lo hizo uno con Dios, Nuestro Señor. Todo esto le fue otorgado sin buscarlo, le fue otorgado a través de su vida en Karma Yoga. Este Karma Yoga, esta purificación perfecta lograda a través de la acción correcta, lo llevó a Bhakti Yoga —Devoción—, y este Bhakti Yoga lo depositó a los pies de Moksha o Liberación de la ignorancia.

    Para que todo esto nos quede más claro, narremos un breve cuentecillo:

    El discípulo Lalo

    Cierto día, un joven llegó hasta el Ashram del Sabio Devananda, y le dijo:

    —He venido hasta tu hogar, deseoso de saber quién soy. Tú puedes iluminarme. Me han dicho que eres el Sabio más grande de la comarca, y es por eso que he llegado hasta ti.

    —Toma una escoba y barre el piso de las habitaciones donde habitan tus otros compañeros —dijo el sabio Maestro.

    El discípulo, de nombre Lalo, quedóse atónito. Se sintió desolado. Había llegado ante la presencia del Gran Maestro con la pregunta de preguntas, y por respuesta obtuvo el mango de una escoba.

    —De todos modos, haré lo que me pide —pensó para sus adentros, y dirigiéndose hacia las habitaciones señaladas, comenzó a barrerlas.

    Hay que decir que Lalo era un holgazán consuetudinario. No le gustaban las tareas domésticas, y el servicio a los otros le era indiferente. Con mucho sacrificio, logró hacer lo que su Maestro le decía. Al finalizar su tarea, se sintió reconfortado al ver el piso de las habitaciones sin mácula alguna. Fue nuevamente a su Maestro y con todo orgullo le dijo:

    —He terminado mi labor. Considero que nunca esas habitaciones estuvieron tan resplandecientes.

    El Maestro lo miró sonriendo y le dijo:

    —Ahora barre la habitación de tu ego, donde habita el orgullo.

    Una vez más, Lalo quedóse sin saber qué decir.

    —Lee el capítulo duodécimo del Bhagavad Gîtâ; algo sacarás de él que te haga más humilde —dijo Devananda.

    Lalo fue a su habitación en el Ashram y leyó el capítulo duodécimo con dificultad. En él había muchas cosas que no entendía, y como lo único que sí comprendía era el último verso, se quedó repitiéndolo una y otra vez. El último verso de ese capítulo decía:

    Más, en verdad, aquellos devotos llenos de Fe, para quienes Yo soy el Supremo Objeto y participan de esta vivificadora sabiduría que aquí te revelé, ellos son a quienes predilectamente amo.

    —Dios en mí, Dios en todos —se dijo Lalo, y agregó:

    —Es de lo que debo tener conciencia, si deseo despertar espiritualmente.

    Con el tiempo, Lalo se acostumbró al servicio. Hizo trabajos de huerta, cuidó a los enfermos, enseñó a los niños, cuidó de los animales del Ashram, etc. Era tal su trabajo que terminó amándolo, pues, tras cada acción que realizaba, sentía que su alma agradecida se tornaba más pura, y así, Lalo llegó a ser un ejemplo en el Ashram.

    Un día dijo:

    —Gracias Señor, gracias por haberme otorgado este sitio en el mundo tuyo, que es el de ayudar a los otros. Es cierto que sigo sin saber nada de mí, es cierto que he venido aquí preguntando quién soy, y sólo he recibido la orden de trabajar, realizando tareas humildes. De todos modos, otra vez, gracias Señor.

    A partir de ese momento, Lalo se acostumbró a dar gracias a Dios cada tarde al finalizar sus tareas. Luego tomó otra costumbre: la de agradecer al Señor por el día por venir, en el cual ocuparía todo su ser en obras para los otros. Después sintió que orar dos veces diariamente era algo muy pobre, y comenzó a hacerlo también al mediodía. Por fin, Dios se instaló en él como un Rey en un trono inmaculado, y ya no pudo realizar acción alguna sin nombrarlo constantemente. De nombrarlo pasó a amarlo, y de amarlo pasó a constantes éxtasis, repitiendo, entre lágrimas de profunda devoción, el adorado Nombre del Señor.

    Devananda, a veces lo veía arrodillado ante un árbol de mango, abrazado a sus ramas, dando gracias al Todopoderoso por sus frutos. Y lo vio un día también abrazado a su escoba, a la que llamaba Maestra y Guía en el Camino Espiritual.

    —Nada es grande, nada es pequeño —decía Lalo, y agregaba:

    —Esta escoba fue un altar, donde aprendí el arte sagrado del servicio a los demás.

    —¿Quién eres, Lalo? —le preguntó cierta vez su Maestro.

    —Soy humilde servidor, humilde esclavo del Sagrado Rey Servicio, mi Padre Espiritual, después de ti, Maestro. Soy también esclavo del Amor a mi Señor, y espero serlo toda la vida. Sólo servir y amar, sabio Padre Devananda, no quiero nada más.

    Y Devananda le dijo, repitiendo las palabras de algunos Libros Sagrados:

    —Ahora la sagrada fruta del árbol de la Liberación caerá en tu mano. Estás preparado para recibirla, y su dulzura inundará tu corazón, volviéndolo bueno y sabio. Has cumplido con los dos pasos previos para el logro de la Sabiduría Inmortal, has cumplido con la Acción, y te has realizado como Devoto.

    Sûtra 4

    Habiendo logrado esto, el ser humano realiza su perfección espiritual y se torna profundamente feliz.

    NOTAS:

    Al Amar a Dios con todo su ser, el espíritu salta las barreras del tiempo para vivir su propia naturaleza, que es beatífico estado de Bienaventuranza. En ella radica su Perfección y también su Felicidad. Los santos hindúes la llaman Ananda; es sumirse en Aquello, en Dios, lo que se logra luego de haber superado toda atracción mundana en virtud del Amor al Señor, y no por mera ambición de crecimiento espiritual. Ningún deseo que provenga de la mente puede llevarnos a éxito alguno en el Sendero.

    Sûtra 5

    Cuando el ser humano obtiene ese Divino Amor, ya no posee deseos de ninguna otra cosa. Se libera de la tristeza y el odio. No se regocija con nada. No se compromete realizando actividades que lo auto-gratifiquen.

    NOTAS:

    El deseo es hijo de la carencia, de la ausencia de algo. Deseamos lo que no tenemos y nos agradaría poseer, mas, ¿qué anhelo por algo puede existir en quien, por amor, se hizo dueño del Todo? En el estado devocional, el regocijo del corazón es indescriptible. ¿Cómo pueden

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