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La tierra de Immanuel
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Libro electrónico70 páginas1 hora

La tierra de Immanuel

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El propósito de este ensayo es ofrecer una visión de la tierra de Emanuel; exhibir algunas de las poderosas atracciones de ese mundo de gloria. Para aquellos que están pidiendo el camino a Sión, con sus rostros hacia allí, el autor sabe que su tema actual será en todo momento refrescante. La felicidad futura en el cielo es el tema más alentador que puede presentarse para la contemplación del cristiano en este valle de lágrimas. ¿Qué puede ser más delicioso que para el cansado peregrino que se apresura a las mansiones en los cielos, meditar en las glorias de su futuro hogar?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 may 2022
ISBN9798201255664
La tierra de Immanuel

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    La tierra de Immanuel - David Harsha

    PREFACIO.

    El propósito de este ensayo es ofrecer una visión de la tierra de Emanuel; exhibir algunas de las poderosas atracciones de ese mundo de gloria. Para aquellos que están pidiendo el camino a Sión, con sus rostros hacia allí, el autor sabe que su tema actual será en todo momento refrescante. La felicidad futura en el cielo es el tema más alentador que puede presentarse para la contemplación del cristiano en este valle de lágrimas. ¿Qué puede ser más delicioso que para el cansado peregrino que se apresura a las mansiones en los cielos, meditar en las glorias de su futuro hogar?

    Hay mucho en este tema para animarnos en el espinoso camino hacia la inmortalidad. Ofrece esperanza en la hora más oscura de la vida; señala con su gloriosa luz los reinos de la dicha, donde nunca se derrama una lágrima y donde nunca entra el dolor. Hay muchas cosas en la tierra de Emanuel para que nuestros corazones mediten santamente mientras permanecemos aquí como extranjeros y peregrinos. Las brillantes mansiones de la casa de nuestro Padre, las muchas coronas de gloria que nos esperan allí, el gozoso descanso que queda para nuestras cansadas almas, el dulce empleo de los redimidos en la gloria, la entrañable sociedad en el hogar celestial, todo se presenta para atraernos al cielo, para inducirnos a poner nuestros afectos en las cosas de arriba.

    Entonces, fijemos nuestros corazones más firmemente en las alegrías celestiales, en las glorias de la tierra de Emanuel. Al tratar este delicioso tema, la Palabra de Dios ha sido nuestra guía. A este bendito volumen estamos en deuda por todas las revelaciones que se han hecho de la gloria del mundo celestial. En la Biblia obtenemos una visión de la tierra gloriosa. Que Aquel cuyo amor infinito ha creado esas brillantes moradas de felicidad, bendiga nuestro presente esfuerzo para las almas de los hombres, llevándolas a acumular sus tesoros en el Cielo, y a elegir esa mejor parte que nunca les será arrebatada.

    La meditación celestial es un trabajo delicioso, en el que nuestras almas deberían ocuparse diariamente, hasta que entremos en los portales de la gloria, y comencemos nuestro canto interminable en el paraíso de Dios. Que esa dulce hora llegue pronto.

    "Que el cielo se abra pronto para mí.

    Que pronto pueda ver esa gloria.

    Y que mi débil y cansado espíritu se encuentre

    Dentro de esa feliz, feliz tierra".

    EL LUGAR

    Voy a prepararos un lugar. Juan 14:2

    Hay un mundo de rico deleite

    Donde brillan los afectos cálidos;

    Donde reina la luz eterna,

    Donde fluyen aguas cristalinas.

    Allí habitan los santos felices con seguridad

    Del poder mortal de Satanás;

    Su felicidad no puede ser contada por ninguna lengua mortal,

    que se despliega a cada hora.

    Moran con Jesús, y contemplan

    Las bellezas de su rostro;

    Seguros en el redil celestial,

    Y coronados por la gracia soberana.

    De la tierra y de todas sus vacías alegrías,

    Bendito Jesús, libérame;

    Qué vanos son los juguetes dorados de los mundanos,

    comparados con el cielo y contigo.

    Tú eres mi esperanza, mi camino, mi dicha,

    Mi gloria y mi corona;

    Desciende, oh bendito Príncipe de la Paz,

    y haz de mi corazón tu trono".

    ¡Qué llenas de consuelo están las Sagradas Escrituras! Animan al cristiano en su peregrinaje por la tierra; señalan el camino de la salvación a través de un Jesús crucificado; conducen al pecador rescatado a las puertas de la ciudad celestial, y lo asientan en medio de las indecibles e inconcebibles glorias del Paraíso. Las Escrituras nos instan a poner nuestros afectos en las glorias del hogar eterno del cristiano. Para aquellos en cuyos corazones se ha formado la esperanza de gloria en Cristo, ¡qué hermoso, qué tierno, qué revolucionario es el lenguaje de la inspiración! Está escrito: Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Poned vuestro afecto en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

    En cumplimiento del sagrado mandato nos esforzaremos, con la ayuda divina, en elevar nuestros pensamientos a esas escenas de dicha que los redimidos disfrutan perpetuamente ante el trono de Dios y del Cordero. Contemplaremos el lugar mismo, donde todo el precioso rebaño de Cristo ha de morar durante un día interminable. En relación con esto, notaremos algunas de las poderosas atracciones de esa bendita morada.

    El cielo es un lugar y un estado. Entre las últimas palabras de nuestro Redentor antes de dejar este valle de lágrimas, encontramos esta declaración y promesa alentadoras: Voy a prepararos un lugar. Y si me voy y os preparo un lugar, vendré otra vez y os recibiré conmigo, para que donde yo esté, estéis también vosotros. ¡Preciosas palabras de un amoroso Amigo! Pero síganlo a la tierra de la promesa. Cristo ha ido a preparar ese lugar para nosotros. ¡Oh, qué lugar preparará Jesús para sus queridos hijos! ¡Qué lugar hará el amor infinito! ¡Qué atractivo será! Bien podemos confesar nuestra absoluta incapacidad para describir las regiones de

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