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Obras: Conferencias, cartas, sentencias
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Obras: Conferencias, cartas, sentencias

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Esta nueva publicación de las Obras de san Doroteo de Gaza introduce algunos cambios importantes respecto de las precedentes ediciones impresas.
En la Introducción se han insertado algunos mapas a fin de facilitar la ubicación geográfica del Autor y sus Obras.
También en el texto se han efectuado diversas correcciones. Muchas notas han sido modificadas y no se han incluido las Cartas de Barsanufio y Juan.
Confiamos que la presente edición, que ofrecemos solamente en formato digital, contribuya a un renovado y mayor interés por la lectura de estos textos tan ricos e instructivos de Doroteo de Gaza.
IdiomaEspañol
EditorialSurco digital
Fecha de lanzamiento26 ene 2022
ISBN9789874792358
Obras: Conferencias, cartas, sentencias

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    Obras - Doroteo de Gaza

    Presentación

    Esta nueva publicación de las Obras de san Doroteo de Gaza introduce algunos cambios importantes respecto de la precedente edición impresa (Buenos Aires, Eds. Agape, 2019).

    En la Introducción se han insertado algunos mapas a fin de facilitar la ubicación geográfica del Autor y sus Obras. La lista de Abreviaturas ha sido ampliada. También en el texto se han efectuado diversas correcciones. Muchas notas han sido modificadas. Y no se han incluido las Cartas de Barsanufio y Juan.

    Confiamos que la presente edición, que ofrecemos solamente en formato digital, contribuya a un renovado y mayor interés por la lectura de estos textos tan ricos e instructivos de Doroteo de Gaza.

    ABREVIATURAS

    Otras abreviaturas

    Para las abreviaturas de las citas bíblicas seguimos a la Biblia de Jerusalén, Bilbao 1976.

    Introducción

    ¹

    A CONTEXTO HISTÓRICO

    1. Los orígenes del monacato en Gaza: Egipto.

    La ciudad de Gaza, al sur de Palestina y sobre el Mediterráneo, era el paso obligatorio para acceder o salir de Egipto rumbo a Oriente Medio u Occidente. Por eso, cuando la vida monástica en los desiertos de Egipto alcanzaba su plena madurez, y se vio sometida a una gran devastación por parte de los beduinos nómades (año 434), muchos monjes en su huida fueron a instalarse en Gaza y sus alrededores.

    Sabemos que abba Arsenio de Escete se limitó en su fuga a cruzar el río Nilo para instalarse en Troe (al norte de donde había vivido san Antonio ochenta años antes). Pero un tal abba Silvano, después de una estadía temporal en el Sinaí, regresó finalmente a su tierra natal, Palestina, instalándose definitivamente en Gaza. Seguido por un grupo de discípulos organizó la vida monástica en forma de laura, esto es, de celdas desperdigadas y una iglesia central para poder reunirse en ciertas ocasiones².

    Pero esto no significa que antes de esa fecha (450) no hubiese habido monjes en esta región. Por el contrario, san Jerónimo, siempre deseoso de encontrar los precursores de la vida monástica de cada región que visitaba, nos cuenta la vida de un tal Hilarión que hacia el año 308, después de haber pasado un tiempo junto a abba Antonio en Egipto, regresó a Gaza. Hilarión había nacido en Tavata, los alrededores de Gaza, y al regresar de Egipto se instaló en Maiuma, puerto de dicha ciudad. Poco a poco se le fueron juntando hermanos y la vida monástica empezó a florecer en Gaza, en el mismo momento en que abba Antonio alcanzaba la cumbre de su fama, y Pacomio daba los primeros pasos para organizar comunidades de hermanos en el Alto Nilo (año 320)³.

    La llegada de monjes de Egipto a esta región continuó: bien por huir de los bárbaros o de la fama, o bien para peregrinar a Tierra Santa, lo cierto es que hubo un continuo ir y venir de monjes, algunos de los cuales se establecieron en Gaza. Después de Hilarión llegaron entre otros un tal Porfirio, futuro obispo de Gaza (395), el ya mencionado Silvano, abba Focas, abba Ireneo que venía de Escete y otros más quienes hicieron que para fines del siglo IV o principios del V, Gaza contara ya con una organización y tradición monástica consolidada.

    2. El arrianismo, el monofisismo y Calcedonia

    El más importante emigrante del desierto de Egipto llegado a esta región fue abba Isaías de Escete, quien junto con su discípulo Pedro, vino a instalarse en la aldea natal de Hilarión, Tavata (actualmente existe el mismo nombre a unos 8 Km. de Gaza), en el año 449⁴. Los motivos de su venida los encontramos en su misma enseñanza espiritual: hacerse extranjero al mundo por amor de Cristo (xeniteia: exilio físico). La forma de organizar la vida monástica cambió. Anticipando lo que un siglo después va a ser la vida del monasterio de Doroteo, Isaías se encerró en una celda y todo contacto con él debía realizarse por intermedio de su discípulo Pedro. Se le unió una comunidad cenobítica, pero muy seguramente designó algún superior para gobernarla. Es muy probable que la obra que nos ha dejado se deba a las respuestas que Isaías daba desde su reclusión a los hermanos que le presentaban sus inquietudes, tal como sucederá más tarde con Barsanufio y Doroteo de Gaza.

    En el año 451 tuvo lugar el Concilio de Calcedonia. El monofisismo que afirmaba la absorción de la naturaleza humana de Cristo por su naturaleza divina fue condenado. Entre los monjes de Palestina el monofisismo contaba con grandes adeptos. Isaías de Gaza, gran autor espiritual en ese momento, era partidario de los monofisitas, aunque en toda su obra no se encuentre ningún reflejo de la herejía. Igualmente quedó siempre conceptuado como monofisita, lo que llevó un siglo después a que Doroteo de Gaza, citándolo muchas veces, nunca lo nombrará⁵.

    Entre los años 451 y 500 toda Palestina, y especialmente los monjes, se encuentran divididos entre los que aceptan y los que rechazan el Concilio de Calcedonia. Hay un continuo ir y venir de monjes entre Jerusalén y Gaza. Es en esos años cuando en los alrededores del Mar Muerto florece un gran movimiento monástico encabezado por san Eutimio y por su sucesor san Sabas (460). Pero mientras este grupo de monjes mantuvo una continua fidelidad a las enseñanzas de Calcedonia no podemos decir lo mismo de los monjes de Gaza.

    Junto con Isaías, que adhería a la posición monofisita, aparece en el año 444 en Maiuma (puerto de Gaza) un tal Pedro el Ibero. Toma claro partido por la doctrina monofisita, y después de ser nombrado obispo de dicha ciudad emprende la huida a Egipto para no tomar parte en reuniones conciliares que pudieran comprometer su posición (453).

    En torno a Isaías y Pedro el Ibero, junto con dos personajes más: Zacarías de Gaza y Severo de Sozópolis, se desarrolla un importante foco de pensamiento teológico y espiritual. Y es dentro de esta escuela de pensamiento donde aparecen por primera vez citas del conjunto de las obras místicas atribuidas a Dionisio Areopagita⁶. Muchos estudiosos llegan a afirmar que se trata del mismo Severo, el cual sería su autor. Recientemente se ha considerado como más probable la pertenencia a Pedro el Ibero. Sea como fuere, las obras del Pseudo Dionisio pertenecen a este contexto monofisita de Gaza y a esta fecha (480)⁷.

    3. Barsanufio y Juan

    Hacia esta fecha llega también, proveniente de Egipto, abba Barsanufio. Su fama de santidad hace que sea solicitado por distintos monasterios. Se estableció en el monasterio de un tal Séridos, fundado hacia fines del siglo V, al cual ha de entrar años más tarde Doroteo.

    Ignoramos cuándo el monje egipcio Barsanufio se encerró en su celda y puso a su asistente Séridos a la cabeza de los ascetas que lo seguían. El Gran Anciano normalmente no salía de su reclusión y se comunicaba con el mundo exterior, especialmente con los hermanos que lo consultaban, por intermedio de abba Séridos que lo servía y guardaba hacia él una obediencia absoluta (ya señalamos que Isaías de Gaza observaba la misma organización y lo hacía a través de su discípulo Pedro). Hacia el año 525 el Gran Anciano se retira a una nueva celda y deja la anterior al otro Anciano, abba Juan, que llevaba un género de vida semejante al suyo desde hacía dieciocho años, y tenía también un monje que lo asistia y hacía de intermediario. La comunidad se consolida en forma de cenobio contemporáneamente al establecimiento de san Benito en Montecasino (Italia), rodeada por celdas de anacoretas con distinto grado de reclusión. Se establece una correspondencia asidua de los distintos monjes y hermanos con los dos ancianos reclusos, que gozaban de los más altos carismas de clarividencia y profecía, y que tenían a su vez un mismo modo de ver y resolver las cuestiones que les planteaban. De esta correspondencia nos han quedado unas novecientas cartas en forma de pregunta y respuesta⁸, las que fueron editadas por un monje de la comunidad, cuya identidad nunca se nos revela, y que nos dice haber sido testigo de la única vez que Barsanufio salió de su celda para lavar los pies a los hermanos con el objeto de terminar con las dudas de un hermano escéptico, que se preguntaba si ese Anciano a quien nadie veía, no era un personaje ficticio creado por abba Séridos para dirigir con su autoridad a la comunidad.

    La riqueza de estas cartas para conocer toda una época es de un valor incalculable. Un centenar de ellas está dirigida a un cierto Doroteo, de quien trazan todo su itinerario espiritual, desde su entrada al cenobio de Séridos, y nos dan a conocer su docilidad y fidelidad a la guía de los dos Ancianos.

    B. VIDA DE DOROTEO DE GAZA

    1. Los comienzos en el monasterio de abba Séridos

    Gracias a esta correspondencia entre Doroteo y los ancianos reclusos Barsanufio y Juan, es como podemos llegar a enterarnos de los detalles de su vida: de su noviciado, de sus tentaciones y pruebas diversas.

    Así, sabemos que al ingresar al monasterio y distribuir los bienes que poseía, su falta de salud le obligó a reservarse algo para sus necesidades⁹. Pasados los meses iniciales de su nueva vida volvieron a acosarle las inclinaciones y pasiones que tenía en el mundo, sobre todo señala la lujuria¹⁰, quitándole la paz a su alma, atormentándole con múltiples pensamientos que no podía controlar y llevándolo al borde de la desesperación¹¹. Llegó a concebir como única solución para sus tentaciones huir del monasterio¹².

    Más adelante cayó presa de la tristeza y la depresión¹³, de la cual fue librado en forma milagrosa por la oración de su padre espiritual.

    En todo esto Doroteo nos cuenta que fue progresando gracias a un cada vez mayor abandono a las enseñanzas de los dos Ancianos y de abba Séridos, al punto de llegar a preocuparse por no ser asaltado por ninguna tribulación¹⁴. Esta experiencia de la filiación espiritual será fundamental para Doroteo. Barsanufio y Juan le trazaron un camino muy claro: la renuncia a sí mismo en todas las cosas a través de la obediencia y, sobre todo, de la humildad¹⁵.

    La docilidad de Doroteo a los ancianos y a abba Séridos¹⁶ fue el motivo por el cual le confiaron diversos cargos de responsabilidad en el monasterio: la enfermería (construida con el financiamiento de un hermano de Doroteo¹⁷) fue ocasión para Doroteo de un gran crecimiento en la caridad y pureza de espíritu¹⁸. También estuvo a cargo de la hospedería la que le exigió una atención sin horarios¹⁹. Pero más allá de esas ocupaciones, Doroteo se convirtió muy rápidamente en objeto de las confidencias de los hermanos, quienes se dirigían a él para contarle sus problemas y tentaciones.

    A lo largo de su obra, Doroteo recuerda episodios y personas de la comunidad de abba Séridos, donde vemos convivir la santidad llevada a su máximo grado de inocencia²⁰, la falta total de sensibilidad²¹ y las fijaciones de personas claramente desequilibradas²².

    2. Doroteo en la enfermería: el joven Dositeo

    Pero fue en la enfermería donde Doroteo vivió uno de los acontecimientos más determinantes de su vida. Abba Séridos le encargo el cuidado espiritual de un joven paje del general de la región, quien acababa de convertirse con ocasión de una visita a Tierra Santa, y que solo sabía decir quiero salvarme. Se llamaba Dositeo²³. Doroteo, después de consultar a Barsanufio recibe esta respuesta del Anciano: Acéptalo ya que es por medio de ti que Dios lo salvará²⁴.

    El joven, vestido todavía de militar, era de aspecto delicado y gracioso²⁵, y como no podía entregarse a trabajos duros ni a grandes austeridades, bajo la guía de Doroteo puso todo su empeño en combatir la voluntad propia en las pequeñas cosas, en desprenderse de todo, en ejercitar la humildad, la obediencia, la mansedumbre y la paciencia, la caridad fraterna, y en vivir en el recuerdo continuo de Dios y en la oración. Por esta constante docilidad a los más humildes deberes de la vida cotidiana, en un lapso de cinco años llegó a la santidad. Una santidad desprovista de dones extraordinarios pero muy auténtica, tal como lo revelan las circunstancias que rodearon su prematura muerte.

    Atacado por la tuberculosis lo vemos soportar los últimos meses de vida con una paciencia heroica. Imposibilitado hasta de recitar la oración de Jesús, en forma de jaculatoria continua, se mantiene sencillamente en la presencia de Dios. Recurre a Barsanufio para pedir que oren por el perdón de sus pecados y recibe en respuesta que todo le ha sido perdonado desde su infancia hasta el día de hoy. Pide entonces el permiso al Gran Anciano para poder morir, pero éste le aconseja la paciencia. Unos días después se lo pide de nuevo y recibe el consentimiento del Anciano: ¡Vete en paz! Ve junto a la Santa Trinidad e intercede por nosotros²⁶. Y Dositeo se fue en paz²⁷.

    Tiempo después un venerable monje que estaba de paso por el monasterio de Séridos tuvo una visión donde contempló a Dositeo en medio de los Santos Padres a los que había sido asemejado por la perfección de su obediencia²⁸. Tal como lo había predicho el Gran Anciano, Dositeo se había salvado por medio de Doroteo.

    3. El deseo de la soledad y la lucha interior

    Después de esto, Doroteo fue encargado de la atención directa de abba Juan, llamado el Profeta, al que asistió hasta su muerte.

    Todas estas actividades llevaron a Doroteo al borde de un conflicto interior. Por un lado el deseo de mantenerse en la oración continua y un sentimiento de compunción²⁹, y el deseo de una vida humilde y oculta impedida por el continuo trato con los hermanos que lo venían a consultar. Lo llevaron a pensar en la conveniencia de abrazar la vida eremítica³⁰. En tres cartas consecutivas abba Juan el Profeta le muestra lo engañoso de sus intenciones de recluirse. La vida contemplativa permanente es para los perfectos, le dice, para aquellos que todavía no han triunfado sobre sí mismos puede ser motivo de orgullo y ruina³¹. El objeto de la vida monástica es crecer en la humildad: «En cuanto el hombre crece en la humildad, progresa. Encerrarse en la celda no sirve de nada porque allí te encuentras sin aflicciones, y si en forma prematura te encuentras sin preocupaciones el Enemigo te traerá la turbación más que el reposo, para llevarte a decir: hubiese sido mejor no haber nacido. En cuanto a la importunidad de los hombres los Padres han dicho: ¿Hay algún hombre que al borde de la muerte se ocupe de las amistades de este mundo?»³². Los ancianos fueron muy claros con Doroteo. Su vida debería ser una vida mixta, consistente en unir la contemplación y el retiro con las obras de caridad y la obediencia, guardando la humildad en el retiro y la paz en las preocupaciones cotidianas. La caridad fraterna es preferible a los esfuerzos ascéticos de la soledad. El Señor ha dicho: Prefiero la misericordia a los sacrificios (cf. Mt 12,7). Y los ancianos le repitieron: Inclina tu corazón a la misericordia³³.

    Frente a la inquietud por mantener la oración continua en medio de múltiples actividades, abba Barsanufio le contesta: Muchos oyen hablar continuamente de una ciudad y les sucede que entran en ella sin darse cuenta de que es la ciudad en cuestión. Hermano, estás todo el día en el recuerdo de Dios ¿y no te das cuenta? Porque en efecto, tener un mandato y aplicarse a realizarlo es a la vez sumisión y recuerdo de Dios³⁴.

    4. La madurez espiritual: Superior de su propio monasterio

    Doroteo había llegado a la plena madurez espiritual. Comprende que para alcanzar las altas cumbres de la vida espiritual no es necesario ir al desierto y llevar vida eremítica. La pureza de alma que él buscaba la había alcanzado por el camino firme de la humildad y docilidad a los Ancianos. La continua renuncia al amor de sí mismo y a todas las pasiones lo habían llevado al amor perfecto hacia todos, Padres y hermanos³⁵. Esa era su manera de vivir, conforme a su objetivo: hacia los Padres, el renunciamiento total de las cosas materiales, la sumisión según Dios, la límpida apertura de alma. La delicadeza de conciencia, y sobre todo la inmediatez de la obediencia ‘con sabiduría’, apoyada en la fe y hecha perfecta por la caridad; hacia los hermanos, sus compañeros de ascesis, la veneración unida a la afabilidad sin orgullo ni familiaridad, y sobre todo la expulsión de las sospechas, curiosidades indiscretas y las rivalidades, lo que es la raíz de una piadosa bondad y la madre de la concordia más dulce que la miel³⁶. Recorrió el paradojal camino, a la vez estrecho y espacioso (cf. Mt 7,13-14): estrecho porque no tiene desvíos ni salidas, e impide caer en el precipicio que lo bordea a ambos lados -y es de este modo que el amigo de Dios, el gran Basilio, definió la estrechez del camino que lleva a la salvación-; camino también espacioso en razón de la liberación de las pasiones y la total confianza en aquellos que lo llevan a Dios, y sobre todo a causa de la exaltación de la humildad, que es la única, según el gran Antonio, que puede resistir todos los engaños del diablo³⁷.

    Fue así como hacia el año 540, muertos abba Juan y Séridos, Barsanufio se recluye definitivamente, sin tener más contacto con los monjes. Doroteo funda su propio monasterio, cerca del de Séridos. Es muy probable que en el monasterio de Séridos, Doroteo hubiese experimentado cierta oposición, sobre todo de los campeones de la ascesis, que veían su espiritualidad como relajada. Un testimonio de ello nos queda en la Vida de Dositeo, donde se dice que al oír hablar de la santidad del joven Dositeo ya muerto, los hermanos se oponían diciendo que nunca ayunaba ni se levantaba antes de las Vigilias para orar a solas. Y su maestro era Doroteo.

    El mismo Doroteo, de salud delicada, debió llevar un régimen de vida que seguramente escandalizaba a muchos por parecerles relajado, y para evitar estos problemas es muy probable que Doroteo haya optado por la fundación de un nuevo monasterio, previa consulta, como siempre fue su modo de obrar. Como superior de este monasterio dirigió a sus hermanos las enseñanzas que nos han llegado bajo el nombre de Conferencias o Instrucciones a sus discípulos.

    C. DOCTRINA ESPIRITUAL

    1. Su originalidad

    La incomprensión que sufrieron las enseñanzas de Doroteo, especialmente de sus mismos hermanos de comunidad, nos da una prueba de la originalidad de su doctrina espiritual. Originalidad que

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