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El primer modelo de aparato psíquico: Proyecto de psicología de S. Freud, 1895
El primer modelo de aparato psíquico: Proyecto de psicología de S. Freud, 1895
El primer modelo de aparato psíquico: Proyecto de psicología de S. Freud, 1895
Libro electrónico161 páginas2 horas

El primer modelo de aparato psíquico: Proyecto de psicología de S. Freud, 1895

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"A lo largo de las distintas lecturas de la obra de Freud, estudié el 'Proyecto' con mis maestros Ricardo Avenburg, Guillermo Brudny y Jorge Carpinacci.
Esta inigualable posibilidad y el placer que me despertó su comprensión y la articulación que pude hacer con el resto de la obra, fue el motor central de mi motivación para escribir este libro,
Por otra parte, y pensando que las futuras generaciones no van a tener ese privilegio, quiero transmitir sus enseñanzas y de esta manera permitir que disfruten, como lo hice yo, de un texto algo difícil de entender en una lectura solitaria, distinto a otros textos, donde Freud usa un lenguaje y un estilo más amigable con el lector" (Adolfo Zonis).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 ene 2022
ISBN9789878362540
El primer modelo de aparato psíquico: Proyecto de psicología de S. Freud, 1895

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    El primer modelo de aparato psíquico - Adolfo Miguel Zonis

    Cubierta

    Adolfo Miguel Zonis

    EL PRIMER MODELO DE APARATO PSÍQUICO

    Proyecto de psicología de S. Freud, 1895

    PRIMERA EDICIÓN

    Ediciones Biebel

    Índice

    Cubierta

    Portada

    Dedicatoria

    Presentación

    A manera de prólogo

    1 Introducción

    Clave de las abreviaturas utilizadas en el «Proyecto de psicología»

    2 parte I. Plan general

    3 [1.] Primera proposición principal. La Concepción Cuantitativa

    4 [2.] Segunda proposición principal: la teoría de las neuronas

    5 [3.] Las barreras-contacto

    6 [4.]. El punto de vista biológico

    7 [5.] El problema de la cantidad

    8 [6.] El dolor

    9 [7.] El problema de la cualidad

    10 [8.] La conciencia

    11 [9.] El funcionamiento del aparato

    12 [10.] Las conducciones ψ

    13 [11.] La vivencia de satisfacción

    14 [12.] La vivencia de dolor

    15 [13.] Afectos y estados de deseo

    16 [14.] Introducción del «yo»

    17 [15.] Proceso primario y secundario en ψ

    18 [16.] [17.] [18.]

    19 [19.] Procesos primarios - Dormir y sueños

    20 [20.] El análisis de los sueños

    21 [21.] La conciencia del sueño

    Parte II. Psicopatología

    Psicopatología de la histeria

    [1.] La compulsión histérica:

    [2.] La génesis de la compulsión histérica

    [3.] La defensa patológica

    [4.] La proton pseudos histérica

    [5.] Condiciones predisponentes

    [6.] Perturbación del pensar por el afecto

    Parte III. Intento de figurar los procesos ψ normales

    [1.] Atención

    [2.] La teoría del pensamiento

    1.Pensamiento práctico

    2. Pensamiento teórico

    Referencias bibliográficas

    Sobre Adolfo Miguel Zonis

    Sobre este libro

    Sobre el autor

    Créditos

    Dedico mi primer libro:

    A mis queridos padres, que con amor y mucho respeto han compartido y respaldado cada una de las decisiones que desde muy temprano he tenido que tomar en mi vida.

    A mi hermana y mejor amiga Marta Alicia, fuente inagotable de amor y solidaridad.

    A mi querida esposa Silvia, compañera incondicional en mis últimos 53 años, que junto a nuestros hijos Luciana, Diego y Leticia, Leandro y Paula, y los adorables nietos Sofía, Martín, Malena y Eugenia constituyen lo más valioso de nuestra vida.

    A mis primos y sobrinos con los que compartimos el cariño heredado de las generaciones anteriores y que supimos cultivar con inigualable sentido del humor.

    A mis suegros Mario y Margarita, que suplieron la ausencia geográfica de mis padres y me albergaron cálidamente durante la dificultosa integración en mis primeros años en Buenos Aires.

    A mis cuñados y consuegros con los que disfrutamos el privilegio de una respetuosa y afectiva familia ampliada.

    A mis queridos amigos, con los que hemos compartido lo mejor y lo peor de nuestras vidas, siempre presentes y solidarios, algunos con intercambios más frecuentes y otros que, aun a la distancia, sabemos que estamos profundamente ligados.

    A mis maestros, especialmente a Ricardo Avenburg, con gratitud y el dolor de no poder pedirle que presente este libro.

    A mis condiscípulos, alumnos y pacientes que le dan sentido a nuestra profesión.

    Al Policlínico Evita de Lanús, que me ayudó a consolidar mi vocación en el área de la Salud Mental, en especial al querido jefe Valentín Baremblit, modelo de identificación trascendente por su ética inquebrantable y su enorme generosidad.

    A la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires que me posibilitó adquirir mi identidad analítica y me permite sostenerla en nuestros permanentes intercambios.

    Al pueblo de Morteros (Córdoba) donde están mis raíces.

    Todos ellos integran la constelación afectiva que me constituye y acompaña en esta hermosa experiencia de vivir y que me ha permitido enfrentar con templanza y humor las adversidades que he encontrado en mi camino.

    Presentación

    Los amigos suelen marcar nuestra vida. No puedo pensar la mía sin la presencia de Adolfo, con quien nos acompañamos desde hace muchos años, desde cuando éramos estudiantes de Medicina en Rosario, más precisamente cuando nos plantamos en una larga huelga intentando resistir a la intervención militar de la Facultad, durante el gobierno de Onganía. Allí, entre fogosas discusiones, nos conocimos más y luego, juntos, migramos a Buenos Aires para terminar la carrera. Nos recibimos y al poco tiempo volvimos a encontrarnos en el Policlínico Lanús, en la Residencia de Psicopatología, haciendo las primeras letras con los maestros Goldenberg y Barenblit.

    Adolfo siempre estuvo fascinado por Freud, vocación que casi seguramente había heredado de su padre, culto médico cardiólogo que, en su pueblo natal, Morteros, en la provincia de Córdoba, se había convertido en una gran lector y entusiasta del psicoanálisis. Asimismo, la dulce dedicación de su madre, Dora, agregó el sostén emocional para apoyarse al comenzar su carrera como profesional de la salud.

    En Buenos Aires, nuestra segunda casa fue APdeBA. Allí continuamos estudiando psicoanálisis y la obra de Freud en profundidad, que ya habíamos investigado previamente de la mano de Carpinacci, Apter, Dematine, Avenburg. Luego de esta base en común, cada uno se orientó según sus preferencias. Adolfo realizó su segundo análisis, ya con características de didáctico, con Ricardo Avenburg. Su interlocución con él abarcó toda su vida –Ricardo murió hace muy poco tiempo– siendo fundamental para el desarrollo y la maduración de Adolfo como analista. Después de estudiar detenidamente la obra de Freud, en APdeBA, nos sumergimos en M. Klein y en sus discípulos, y nuestra formación se abrió y adquirió complejidad gracias a algunos de los maestros de la casa que nos fueron acercando a diversos autores: los inolvidables Etchegoyen, Painceira, Wender, Puget, Liberman, Lancelle, Serebriani.

    Adolfo desde hace muchos años bucea profundamente en la historia de Freud recurriendo más allá de los textos originales, a exégesis minuciosas de su obra. Es un experto y desarrolla con precisión los conceptos freudianos, dándole un valor agregado a la letra del vienés. Él, como todo investigador serio, necesita encontrar los orígenes y articular lo histórico con lo actual, lejos de toda rigidez dogmática. Como somos amigos y nos conocemos, diría que Adolfo es un historiador nato, desbrozando lo escrito y con cierta desconfianza en cuanto a lo novedoso. Para él, si no lo interpreto mal, la historia del psicoanálisis evoca a catáfilas de cebollas –tomando en este sentido la conocida metáfora freudiana– que se van agregando como parte de una evolución sostenida a partir de un núcleo. Difiere de mi visión del psicoanálisis, que es quizá más desarticulada, que evoluciona de acontecimiento en acontecimiento, modelada desde la época y por las geografías por las que va desenvolviéndose, generando a lo largo de la historia ciertos cambios epistemológicos y rupturas paradigmáticas que atraviesan zonas de caos y desorientación, al decir de Morin. Pero esta es mi manera de ver y no la de Adolfo, que es la que aquí nos concierne. Así como somos amigos entrañables, diferimos en nuestras perspectivas, pero con una particularidad notable: cuando hablamos apasionadamente de la clínica solemos coincidir en nuestras miradas: hablando de nuestra práctica, ¡estamos muy cercanos!

    Nos quedan aún muchas charlas y discusiones con eje en los conceptos clásicos de represión, Edipo, deseo, memoria deliberativa, reedición, y su relación con ideas que han aparecido especialmente después de los años 80 como las de déficit, edición, memoria procedimental, enactment, surgidas de epistemologías constructivistas basadas en diversos sistemas motivacionales. Estas cuestiones las dejamos para futuros encuentros.

    Quizá entre mate y mate podremos plantearnos coincidencias y diferencias como ha sido hasta ahora, con buena fe y en un clima siempre amigable.

    Adolfo coincidiría con Azorín cuando el escritor español señala que un clásico "es un autor que siempre se está formando. No han escrito las obras clásicas sus autores; las va escribiendo la posteridad", agregando luego: Todo lo que no cambia está muerto. Queramos que nuestro pasado clásico sea una cosa viva, palpitante, vibrante. Veamos en los grandes autores el reflejo de nuestra sensibilidad actual. Otras generaciones vendrán luego que vean otra cosa. También Ítalo Calvino nos recuerda que un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.

    Mientras leo las letras de este libro, evoco lo que algunos exégetas del Talmud cuentan del término Rosh Hashaná –año nuevo– señalando que tiene, en su raíz lingüística, el doble significado de nuevo y otra vez; y es porque en eso consiste la relación con el texto: una invitación a renovar interminablemente su voz y a recrear el sentido inagotable de un Libro que no cesa de reiterar su novedad.

    Este libro, agudo y profundo, seguramente se transformará en un clásico que ayude a leer a Freud como otro clásico.

    Es necesario e interesante poder ver el fenómeno del psicoanálisis desde diferentes tiempos y también desde diferentes vertientes: no solo como una formidable herramienta terapéutica, sino también como una propuesta que amplía nuestra mirada de la realidad y se constituye en un fenómeno político.

    Recomiendo este libro, extraordinario, acerca de los orígenes de nuestra disciplina que se proyecta hasta nuestros días y aconsejo su lectura en los diferentes estamentos formativos. Aprenderemos mucho si lo leemos detalladamente y sin prisa.

    Carlos Nemirovsky

    A manera de prólogo

    Mi relación con Freud y mi formación como analista

    La original caricatura de tapa forma parte de mi historia familiar. Es un cuadro que estuvo colgado en el consultorio de mi padre, el Dr. León Zonis, médico rural en Morteros (provincia de Córdoba), desde que puedo recordar (post amnesia del complejo de Edipo) en los años 50, hasta su fallecimiento en 1974 mientras asistía a un paciente.

    La relación de mis padres

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