Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad: Biografía
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Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad - José Antonio Millán
José Antonio Millán es autor de obras de divulgación lingüística: Tengo, tengo, tengo: los ritmos de la lengua; Perdón imposible: guía para una puntuación más rica y consciente y El candidato melancólico: de dónde vienen las palabras, cómo viajan, por qué cambian y qué historias cuentan. Ha atendido también a las creaciones textuales al margen del sistema (Húmeda cavidad, seguido de Rosas y puerros y Flor de farola: los textos del margen) y a la comunicación icónica (No, Contra). Dirigió la primera edición electrónica del Diccionario de la lengua española de la Real Academia (CD-ROM, 1995) y ha ejercido la crítica lexicográfica en El País. Dirigió estudios sobre lectura y edición (los tres volúmenes colectivos sobre La lectura en España: 2017, 2008 y 2002). Es autor de novelas y libros de relatos, así como de obras infantiles, a las que ha llevado algunos de sus temas preferidos: el ritmo, la puntuación, la semiótica o la indagación sobre qué es un libro. Lingüista de formación, es doctor en Literatura Comparada.
Elio Antonio de Nebrija (Lebrija, 1444-Alcalá de Henares, 1522) fue conocido entre nosotros sobre todo por su malinterpretada frase «siempre la lengua fue compañera del imperio». Desde su cátedra de Salamanca quiso aumentar el conocimiento del latín, la lingua franca de la cultura europea. Escribió una gramática española (la primera publicada de una lengua vulgar) y elaboró diccionarios latín-español y español-latín, y una ortografía de nuestra lengua. Se interesó por la fonética del castellano, del latín y del hebreo, y lamentó la catástrofe cultural de la expulsión de los judíos.
Por su ansia de profundizar en la obra de los clásicos es equiparable a los humanistas italianos, con quienes se formó. Se preocupó de cuestiones prácticas y científicas, como el valor real de las medidas de la Antigüedad, en un momento en el que Colón disputaba en Salamanca sobre el tamaño del globo. Su espíritu crítico le llevó a revisar la traducción canónica de las Escrituras. Cuando Nebrija detectó problemas en su transmisión (siguiendo el rastro textual), la Inquisición intentó acallarle. Nebrija fue de los primeros autores europeos en escribir casi exclusivamente para la imprenta, y el primero que usó la nueva estructura de protección de los derechos de autor que proporcionaban los privilegios y tasas reales.
Esta biografía quiere borrar los rasgos imperiales en el Nebrija recibido, y a cambio darnos al humanista orgulloso y brillante, que no vaciló en enfrentarse a su tiempo en su búsqueda de la verdad.
www.fundacionnebrija.org
Publicado por:
Galaxia Gutenberg, S.L.
Av. Diagonal, 361, 2.º 1.ª
08037-Barcelona
www.galaxiagutenberg.com
Edición en formato digital: enero de 2022
© José Antonio Millán, 2022
© Galaxia Gutenberg, S.L., 2022
Imagen de portada:
© Estudio Pep Carrió, 2022
Conversión a formato digital: Maria Garcia
ISBN: 978-84-19075-05-5
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede realizarse con la autorización de sus titulares, aparte las excepciones previstas por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45)
A Susana
Índice
Al lector
Introducción
Lecturas sugeridas
Primera parte
UNA FORMACIÓN
1. Nace Antonio
2. Hacia Salamanca
3. Los estudios
4. Bolonia
5. El humanismo boloñés
Segunda parte
EL RETORNO
6. Vuelta a casa
7. En el oleaje de la vida
8. Autor salmantino
INTERLUDIO CELESTE
9. Escrito en las estrellas
10. Judíos y genoveses
Tercera parte
LAS OBRAS
11. Por tierras extremeñas
12. La Gramática
13. Letras y orden
Cuarta parte
LAS ESCRITURAS
14. La vigilancia inquisitorial
15. Inquisición
16. Un impresor de cabecera
17. Nace una efigie
18. La Biblia Políglota
Epílogo
Cronología
Procedencia de las ilustraciones
Al lector
Poco podía imaginar, cuando allá por 1986 tuve que cuidar de la edición de De vi ac potestate literarum (dentro de mis tareas editoriales en la colección «Historiografía de la lingüística española» de la SGEL), poco podía pensar –digo– que la figura de Nebrija me iba a ocupar largos meses tantos años después. No muchos recuerdos conservo de esa edición, salvo, tal vez, el rechazo de su autor principal a la preciosa viñeta xilográfica (procedente de un pliego suelto catalán) que había seleccionado para la cubierta su creadora Susana Narotzky: un burrito que pronunciaba con determinación: «A E I O U».
Sea como fuere, ésta es la biografía que años después, y beneficiado por el auténtico alud de investigaciones y publicaciones que se ha venido produciendo, he tenido el honor de que se me encargara. Tengo por tanto que agradecérselo a la Comisión del Quinto Centenario de Antonio de Nebrija (empezando por Diego Moldes), a mi editor Joan Tarrida (que ya era hora de que lo fuera), y sobre todo a los amigos que me han ayudado con bibliografía y resolviendo mis dudas: es de justicia reconocer el apoyo de Pedro Martín Baños (autor, además, de una obra sobre Nebrija sin la que ésta no habría podido existir), y a José Chabás (guía eficaz en los aspectos más arcanos de la ciencia del XV). Darío Villanueva, cómplice y amigo en ya numerosas lides, ha hecho también su aparición en ésta. Gabriel López Guix, Eduardo Manzano, Inés Miret, Ana Rodríguez y José Antonio Sanchez Paso me han ayudado de muy diversas maneras.
Investigar en la época del acceso vía Internet a fondos como los de la Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el Internet Archive o Google Libros es un auténtico lujo; pero en estos meses de confinamiento que nos han retrotraído a la época de las pestes medievales constituye además una verdadera bendición. El acceso bibliográfico que me proporcionó (como cónyuge de una investigadora) el Institute for Advanced Study de Princeton, y a través de él la Firestone Library, ha sido también muy valioso. La Wikipedia (a la que denigran los exquisitos, aunque ¡a quién se le ocurre usarla sin comprobaciones cruzadas!) me ha proporcionado pistas y bibliografía en muchos temas.
El lector que, seducido por el personaje de Nebrija y su época, quiera ampliar sus conocimientos más allá de los límites de estas páginas, encontrará en las páginas 19-21 de este volumen una breve sección de lecturas sugeridas. Al final, un «Índice de nombres propios y conceptos» permitirá rastrear algunos elementos presentes en el libro.
A su vez, estas y otras obras dedicadas al sabio de Lebrija no habrían podido escribirse sin el trabajo gris y minucioso de muchos estudiosos que han rebuscado en documentos universitarios y notariales a la búsqueda de alguna referencia a nuestro biografiado o a miembros de su familia, muchas veces para certificar la ausencia de cualquier noticia. Estudiosos que han leído documentos escritos en letras especialmente enrevesadas y que han traducido de un latín muchas veces pintoresco contratos, dedicatorias, versos... que contienen noticias preciosas. Puede que éste sea el momento de decirlo, coincidiendo con la desaparición casi total del latín de los planes de estudio de España: la ignorancia de esta lengua deja «en tinieblas sepultadas» la obra y la vida de una gran parte de los autores de siglos pasados.
Introducción
Por usar un lugar común contemporáneo, «el pasado es un país extranjero». Podemos visitarlo, incluso disfrutarlo, pero siempre nos quedará la sensación de que se nos escapa algún elemento básico, o correremos el riesgo de malinterpretar algo de lo que vemos. Quizás el mayor riesgo sea el de asimilar hechos lejanos a algunos de los que nos rodean (aunque, ¿cómo podríamos entenderlos si no?). Por poner un ejemplo inmediato, hablamos de «universidad», «rector» en el siglo XV, y nos costará reconocer que en lo que respecta a los estudios de Bachiller en Artes se trataba más bien de un Instituto de Segunda Enseñanza, donde jóvenes alumnos de uniforme votaban qué catedráticos querían tener, y donde el rector (sin responsabilidad académica) era otro estudiante.
La excursión que propone este libro nos llevará cinco siglos atrás, y ello hace que la propia lengua en la que vamos a sumergirnos sea también en cierta medida una lengua extranjera. Ésa es la tesis de Steiner en su lectura de Shakespeare, pero podemos situarnos más cerca (y a la vez más lejos): cuando Nebrija en el Prólogo de su Gramática piensa en la lengua castellana de su momento afirma que
a recebido en pocos siglos muchas mudanças por que, si la queremos cotejar con la de oi a quinientos años, hallaremos tanta diferencia y diversidad cuanta puede ser maior entre dos lenguas.
Situados, pues, a cinco siglos de los hechos que relataremos, nuestro protagonista principal ya nos formula una llamada a la cautela: podrían estar hablándonos en una lengua extranjera...
A los problemas lingüísticos y antropológicos tenemos que añadir otros más (pero el lector no debe desanimarse; procuraremos que nuestra exposición no deje traslucir las profundas dudas que nos acechan casi en cada vuelta de camino): el filtro académico y aun escolar por el que nos acercamos al pasado. En nuestro caso, será de dos tipos: por una parte la periodificación heredada: podríamos decir que Antonio de Nebrija nació al final de la Edad Media y su vida se desenvolvió en el Renacimiento. Pero ambas son categorías forjadas mucho después de los hechos a los que se refieren: lo único que intentan es tranquilizarnos y darnos la impresión de que estamos en terreno conocido. Además, la situación en la península Ibérica, que mantiene guerras, desafíos, talas y tributos cuando en el resto de Europa están en otra cosa, no contribuye precisamente a homologar los periodos.
Y el segundo filtro que deberemos despejar es el de nuestra historia reciente. ¿Qué hace la Editora Nacional en 1942 («Tercer Año Triunfal») publicando la biografía de Nebrija? ¿Por qué el Ministerio de Educación Nacional convoca en 1947 la «Semana nebrisense de Sevilla»? ¿Qué le gustaba al franquismo de la figura de Antonio? Tal vez su famosa frase de «la lengua compañera del imperio» (sobre la que habremos de volver): al régimen que había cogido como lema «Por el imperio hacia Dios» sólo podía complacerle...
La idea imperial en pleno siglo XX tenía aires fascistas: podemos rastrear su origen en la Italia mussoliniana. En España aparece formulada en 1934, dentro de los Puntos Programáticos de Falange: «Tenemos voluntad de Imperio. Afirmamos que la plenitud histórica de España es el Imperio». Giménez Caballero proclamaba en la Barcelona recién liberada en 1939: «el aire huele a flores y a Imperio». Un gran lingüista, muy próximo a la Falange, Antonio Tovar (al que podemos considerar sucesor de Nebrija, porque ocupó la cátedra de Latín de la Universidad de Salamanca), había declarado en su libro de 1941 El imperio de España que la nuestra era «una nación hecha para mandar». La obra del mismo año de José María de Areilza y Fernando María Castiella, Reivindicaciones de España (premio Francisco Franco) reclamaba un imperio español en el norte de África, que abarcaría Gibraltar, Marruecos, Orán en Argelia (¡la conquista del cardenal Cisneros!), con expansión en el África Ecuatorial. Valgan como ejemplo estas muestras de los años en que los niños cantaban «Voy por rutas imperiales».
Y estaba también, por supuesto, el nacionalismo lingüístico: al régimen instaurado en la guerra civil le interesaba destacar que la «primera gramática de un idioma europeo moderno» (como inexactamente se la considera muchas veces) era también «la primera gramática del español». Así pues, a base de «lengua» e «Imperio» bien se podía jalear al pobre filólogo lebrijano, cuyas hazañas en la enseñanza del latín y en la filología bíblica pocos recordaban. Sí, Ramón Menéndez Pidal había creado en la Segunda República el Instituto de Filología Antonio de Nebrija (dentro del institucionista Centro de Estudios Históricos), pero ¿habría bastado la fama filológica para catapultar a Nebrija al estrellato que alcanzó en el franquismo? Probablemente no...
En este libro vamos a hablar de hechos y de personas situados muy lejos en el pasado. De muchos de ellos no tenemos conocimiento de primera mano, pero podemos inferirlos de otros análogos. En otras ocasiones no hay más que la oscuridad total. Aunque numerosos documentos de Nebrija y su época se han editado y traducido del latín en los últimos años, otros quedan aún inéditos. Desde el punto de vista de una biografía (que es un género literario), nos permitiremos licencias en las que la obra científica de un especialista no podría incurrir, pero trataremos de dejar claro en qué momentos nos apartamos del terreno seguro para adentrarnos en zonas hipotéticas.
Ésta es –y no podía ser de otra manera– una biografía intelectual. Si