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Libro Trés - Sobrenatural: La Vida De William Branham: El Hombre Y Su Comisión (1946-1950)
Libro Trés - Sobrenatural: La Vida De William Branham: El Hombre Y Su Comisión (1946-1950)
Libro Trés - Sobrenatural: La Vida De William Branham: El Hombre Y Su Comisión (1946-1950)
Libro electrónico367 páginas8 horas

Libro Trés - Sobrenatural: La Vida De William Branham: El Hombre Y Su Comisión (1946-1950)

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El ángel dijo, "Tú has de llevar un don de sanidad Divina a las gentes del mundo." Cuando William Branham argumentó que nadie creería que un ángel realmente se había encontrado con él, el ángel le dijo que le serían dadas dos señales para probar su llamamiento.   Poco después de la visita del ángel, apareció la pr

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2021
ISBN9781955401357
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    Libro Trés - Sobrenatural - Owen Jorgensen

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    SOBRENATURAL
La Vida de
William Branham
Libro Tres

El Hombre y Su Co misión

    (1946 – 1950)Owen Jorgensen

    
SOBRENATURAL:

    La Vida de William Branham

    Libro Tres: El Hombre y Su Co misión

    (1946 – 1950)

    Derechos Reservados © 2021

    Todos los derechos reservados bajo las Convenciones Internacional y Panamericana de Derechos de Autor. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida en cualquier forma sin primero haber obtenido el permiso por escrito del autor. Esto abarca todos los medios de duplicación, ya sea electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, grabado o cualquier otro almacenamiento de información y sistema de recuperación. El duplicar este libro sin permiso es una violación de las leyes internacionales de derechos de autor.

    ISBN: 978-1-955401-35-7

    Publicado por: Supernatural Christian Books

    560 S 8th St. Silsbee, Texas 77656

    [email protected]

    +1 409 234 3921

    Distributed by:Supernatural Christian Books

    
En algún lugar del mundo, un adolescente sincero está buscando respuestas a preguntas como: ¿Existe Dios realmente? Si es así, ¿quién es Él? Y donde esta el ¿Y este Dios está interesado en mi vida?

    A ti, joven buscador, está dedicado este libro. Por una vez lo fui yo.

    INTRODUCCIÓN

    Han pasado veinticinco años desde que Sobrenatural: La vida de William Branham se imprimió por primera vez en 1993. Sus lectores y su influencia continúan expandiéndose. Escrito en inglés, ahora se ha traducido a más de una docena de idiomas. Algunos de estos idiomas se hablan ampliamente, como el chino, el francés, el alemán, el ruso y el español. Pero la gente de países más pequeños también ha deseado compartirlo, traduciéndolo a idiomas tan diversos como el noruego, el farsi y el vietnamita.

    En el otoño de 2015, viajé por Europa del Este donde conocí a algunos de estos traductores. Partiendo de Alemania, visité la República Checa, Eslovaquia, Polonia, Croacia, Rumania y Hungría. Nunca le he pedido a nadie que traduzca mi biografía de William Branham. La gente simplemente ve su valor y se ofrece voluntariamente. En los últimos seis meses he recibido una solicitud de Suecia para traducirlo al sueco y de Pakistán para traducirlo al urdu. La lista de idiomas sigue creciendo. Esta biografía se ha convertido en un proyecto mundial. (Mi más sincero agradecimiento a todos los que han contribuido a este proyecto en cualquier capacidad.) Un hombre en Zimbabwe incluso ha desarrollado una aplicación para que estos libros se puedan leer o escuchar de forma gratuita en un teléfono inteligente para ayudar a quienes se encuentran en países desfavorecidos.

    ¿Por qué hay tanto interés en la vida de William Branham? Por supuesto, es una historia emocionante, una de las historias reales más intrigantes que jamás haya leído. Pero hay muchas historias interesantes en el mundo. ¿Qué distingue a esta historia? La razón es simple. Su historia le habla al corazón de una manera que muy pocas otras cosas lo hacen. A la gente le parece infinitamente aplicable a sus propias vidas, tanto que muchos lo leen más de una vez. Con un poco de pensamiento y oración adicionales, la historia de William Branham puede responder a muchas de las preguntas más importantes de la vida, tanto espirituales como prácticas.

    Al final, probablemente las respuestas eternas sean las más convincentes. Lo he encontrado así en mi vida. Espero que tú también.

    -Owen Jorgensen, 2018

    CONTENIDO

    Introducciónvii

    31. El Sueño Extraño De Un Ciego11

    32. Desafiando A La Locura19

    33. Una Fila De Oración De Ocho Días De Duración31

    34. El Sobresalto Al Regreso45

    35. Rechazando Un Cheque Por Por $1,500,000 Dólares53

    36. La Fe Apache63

    37. La Reprimenda Del Ángel71

    38. La Fila Milagrosa 77

    39. Las Montañas Rocallosas De Colorado85

    40. La Gran Prueba93

    41. La Relación Con Bosworth105

    42. Quebrantado De Salud Y Repuesto117

    43. Aparece La Segunda Señal127

    44. Entendiendo Su Ministerio135

    45. Los Fenómenos En Fort Wayne149

    46. El Ángel Fotografiado En Houston165

    47. Un Vuelo Desesperado De Nightingale183

    48. Resucitando A Un Niño Por Medio De Visión191

    49. Amigos Y Enemigos207

    50. Una Lavandera Obliga A Permanecer En Tierra Su Vuelo219

    51. Visiones Explicadas225

    52. Un Águila En La Vereda Del Río Troublesome233

    Fuentes Y Notas Finales243

    Sobre El Autor249

    CAPÍTULO 31

    EL SUEÑO EXTRAÑO DE UN CIEGO

    1946

    INSPIRADAS por las sanidades asombrosas en St. Louis, las noticias se esparcieron como una vid, extendiéndose por los estados sureños y del medio oeste, publicando la historia de cómo un ángel se había encontrado con un predicador desconocido de Indiana llamado William Branham y lo comisionó para que llevara un don de sanidad Divina a la humanidad doliente. Poco tiempo después que Bill llegara a casa de St. Louis, llegó un telegrama de otro ministro que él no conocía— un tal Reverendo Adams de Camden, Arkansas, que deseaba patrocinar a Bill en una campaña de sanidad de una semana de duración en su ciudad. Bill estuvo de acuerdo y los arreglos fueron finalizados para la primera parte del mes de Agosto de 1946.

    A causa de que Bill no tenía un traje propio, él aceptó un traje usado de uno de sus hermanos. Este traje estaba estropeado a causa de un accidente automovilístico y había resultado roto del accidente en varios lugares. Meda acondicionó los pantalones con algunos parches pegados con plancha mientras Bill remendaba un largo, bastante obvio desgarrón en el bolsillo derecho del frente del saco del traje. Luego Meda tomó las dos camisas blancas de él, cuidadosamente removió las puntadas de los cuellos gastados, volteó los cuellos, y los volvió a coser en su sitio. Bill hizo una maleta pequeña, la subió en la parte trasera de su viejo Ford, y se dirigió al sur.

    Cuando llegó a Camden, Bill saludó al Reverendo Adams con un apretón de mano al revés, diciendo, Dispense que sea con mi mano izquierda, pero está más cerca de mi corazón. Realmente, él tan sólo estaba apenado de la desordenada tarea de remendar que él le había hecho al bolsillo del saco de su traje y quería mantenerlo

    cubierto con su mano derecha. Esta sería su práctica normal durante los próximos pocos meses.

    Camden, cerca de la frontera sureña de Arkansas, tenía una modesta población de 15,000 personas. Pero cuando las reuniones se abrieron, pronto fue obvio que las personas venían de todo el Sur. El Pastor Adams había rentado un enorme gimnasio de una escuela, y la mismísima primera noche estuvo lleno al máximo. Bill trató de animar a la gente a que creyera en Dios, recordándoles que con Dios todo es posible; pero la disposición de la muchedumbre permanecía rígida y poco convencida. Ellos parecían haber salido de la curiosidad y ahora estaban sentados con la actitud de demuéstralo. Bill les suplicaba que abrieran sus mentes, diciendo, Estimados amigos, soy tan sólo un hombre; pero estoy intentando explicarles que Dios ha enviado Su ángel y ha estado conmigo.

    En un momento Bill percibió el cambio de atmósfera. Él podía sentir aquella presencia que había sentido en su cueva cerca de Tunnel Mill. Evidentemente la audiencia también la sentía, porque la gente comenzó a mirar alrededor con perplejidad. Entonces Bill vio aquel círculo de fuego que giraba entrar por las puertas en la parte de atrás del gimnasio, No tendré que hablar nada más al respecto, dijo Bill, porque aquí viene ahora.

    Aquel fuego sobrenatural subió por el pasillo apenas arriba de las cabezas de la gente. Gritos de asombro se esparcieron a través de la muchedumbre. Mujeres y niños gritaban, se desmayaban o se echaban hacia atrás en sobresalto. Allí estaba un ministro Bautista sentado en una silla de ruedas colocado en el pasillo parcialmente hacia el frente. Cuando la Columna de Fuego pasó encima de él, saltó de su prisión rodante y empujó la silla de ruedas por el pasillo enfrente de él, alabando a Dios tan fuerte como podía gritar. Eso sacó a la muchedumbre de su escepticismo.

    Mientras tanto, la luz ámbar había continuado en su camino hasta el frente, donde se detuvo, cerniéndose apenas arriba de la cabeza de Bill. El Reverendo Adams estaba de pie en el otro lado del púlpitocuando un fotógrafo de un periódico sacó una fotografía, capturando la luz sobrenatural en la película.⁴³ Un momento después, el Reverendo Adams se movió hacia el fenómeno como si estuviera yendo a tocarlo, gritando, ¡Yo veo eso! La luz resplandeció más brillante y el Pastor Adams se tambaleó hacia atrás, cegado temporalmente. Entonces la estrella desapareció.

    Desde ese momento en adelante, el escepticismo de la multitud se desvaneció; y durante el resto de la noche, la fe se aumentó como una marejada. Bill les pidió a aquellas personas que deseaban oración que hicieran una fila en el costado del edificio. Centenares se levantaron y se metieron a apretujones a la tosca apariencia de una fila. Bill deseaba que las personas se acercaran a él por su derecha, porque él podía sentir la presión del ángel del Señor parado allí. Bill tomaba la mano derecha de una persona con su izquierda. Aquellos que tenían enfermedades relacionadas con microbios hacían que su mano se hinchara y se pusiera roja cada vez. Después de la oración, él sabía que estas personas estaban sanas si su mano regresaba a la normalidad. Para aquellos con otros problemas, la fe golpeaba tan fuertemente en los corazones de ellos que una oración sencilla en el Nombre de Jesús era a menudo todo lo que se requería para alcanzar lo que antes hubiera parecido imposible.

    Esa noche, milagros acontecieron en centenares de vidas. Bill oró por los enfermos, uno por uno, hasta ya muy avanzada la media noche. Para la hora que finalmente se detuvo, su brazo izquierdo se sentía tan entumecido que una vez de vuelta en el cuarto del hotel, tuvo que mantenerlo bajo agua corriente durante media hora para lograr recuperar la sensibilidad dentro de sus músculos.

    A la mañana siguiente después del desayuno, mientras Bill estaba orando en su habitación del hotel, oyó por casualidad una conversación apenas en el exterior de su cuarto. Un hombre estaba diciendo, Pues, tan sólo deseo hablar una palabra con el Hermano Branham. Soy un reportero y tengo algo que mostrarle.

    Un empleado del hotel, asignado para vigilar la puerta de Bill, contestó, No puedo remediar quién sea Ud. Mis órdenes son el no permitir que nadie entre allí. Es la hora de la oración.

    Yendo hacia la puerta, Bill invitó a pasar al reportero. El reportero se introdujo ansiosamente. Sacó una fotografía y se la ofreció. Hermano Branham, mire aquí.

    Tomando la foto, Bill estudió sus contenidos. Era una fotografía en

    blanco y negro de la reunión de la noche anterior. Bill se veía a sí mismo de pie detrás del púlpito. Arriba de él pulsaba aquella luz sobrenatural y a la izquierda estaba el Reverendo Adams.

    Hermano Branham, dijo el reportero, tengo que admitir que anoche empecé como un escéptico. Pensaba que toda esta plática respecto a un ángel y sanidad era tan sólo psicología. ¡Pero aquí está en la foto! Fíjese en las cuatro luces separadas igualmente apenas abajo del balcón. Esas eran las únicas luces detrás de Ud. Eso significa que esta luz brillando arriba y alrededor de su cabeza tiene que ser sobrenatural.

    Bill asintió con la cabeza. Se parece definitivamente a la luz que vi.

    El reportero dijo, Yo mismo pertenezco a la iglesia Bautista, pero deseo al Espíritu Santo en la manera que Ud. lo ha recibido.

    Antes que Bill pudiera responder, hubo un toque en la puerta. Esperando que fuera una recamarera, Bill se sorprendió cuando resultó ser la administradora del hotel. Ella entró, nerviosamente haciendo girar una llave alrededor de su dedo. Bill le mostró la foto del ángel del Señor.

    Esa es la razón que vine a verle, dijo ella. Hermano Branham, yo estuve allí anoche y también vi esa luz. Mire— Ella parecía inquieta, como si tuviera dificultad en encontrar las palabras apropiadas. Hermano Branham, yo—yo deseo nacer de nuevo."

    En respuesta, Bill levantó la persiana de la ventana y le señaló algunas lomas afuera de la ciudad. Ve aquel camino blanco bajando por aquellos pinos. Hace unos cuantos días permanecí como cuatro horas allá, orando fervientemente que Dios permitiera que Su ángel visitara esta ciudad y conmoviera los corazones de la gente como nunca antes. Ahora ha sucedido. No es difícil nacer de nuevo. Es tan sólo una simple cuestión de rendir su vida completamente a Jesucristo.

    Los tres se arrodillaron en el piso del cuarto del hotel, y tanto la administradora y el reportero nacieron de nuevo dentro de la familia de Dios.

    Una hora más tarde un joven vino a la puerta con un telegrama de otro ministro, el Reverendo G. Brown, pidiéndole a Bill que viniera a celebrar reuniones en Little Rock, Arkansas. El joven que entregó el telegrama se quedó en la entrada como si tuviera algo más que decir. Bill le preguntó si había algo más. El joven dijo, "Mi papá ha

    tenido algo mal en su espalda durante años. Anoche él fue sanado, y hoy está diferente. Es como si yo tuviera un papá nuevo. Yo también deseo conocer a Jesús."

    Dios bendiga tu corazón, hijo. Entra aquí y cierra la puerta. Tú puedes encontrar a Jesús aquí mismo. No es difícil.

    El joven se puso de rodillas, puso su gorra en el piso, y entregó su corazón a Cristo.

    Por todo el resto de su semana en Camden, las multitudes crecían cada vez más a medida que las personas testificaban de sus sanidades a amigos y vecinos y los exhortaban a venir y ver por sí mismos cómo Dios estaba visitando su ciudad con un ángel. Noche tras noche Bill oraba por una interminable fila de personas hasta que el reloj pasaba la media noche. Para la hora que Bill celebró el último culto de sanidad de la semana el Sábado, él se sentía exhausto.

    El Reverendo Adams había programado que Bill predicara en una iglesia local el Domingo por la mañana. Ya que sería tan sólo predicación, y no el orar por los enfermos, Bill sintió que tenía fuerza suficiente para hacerlo. Desde luego, vinieron más personas a la iglesia de las que podían acomodar en el interior.

    Después del culto, cuatro policías fornidos ayudaron a Bill y al Reverendo Adams a avanzar a través de la multitud hacia el automóvil rojo del pastor. La gente se apresuraba para ver a Bill, algunos tratando de tocarle, los oficiales conteniéndolos. El corazón de Bill parecía despedazarse ante la gran cantidad de lisiados y madres con niños enfermos de pie en una llovizna, teniendo hambre de ser sanados. Él deseaba tocar a cada uno de ellos y orar por ellos hasta que la respiración dejara su cuerpo, pero sabía que no podía hacerlo. Después de un breve descanso, él tenía obligaciones que cumplir en Little Rock.

    Por encima del murmullo de la multitud, Bill escuchó a alguien gritando, ¡Tenga misericordia! ¡Tenga misericordia! Miró alrededor y vio a un anciano de color y a una mujer de pie sobre un pequeño montículo detrás de la iglesia— muy alejados de la multitud de puros blancos. (En este entonces, las leyes Jim Crow todavía estaban vigentes en el Sur, prohibiéndole a la gente negra mezclarse con la gente blanca en lugares públicos.) Este anciano negro sostenía su gorra en las manos, permitiendo que las gotas de la lluvia le mojaran un ralo borde de cabello en la coronilla de su cabeza. Él continuaba con su sonsonete lastimoso, ¡Misericordia! ¡Misericordia! ¡Tenga misericordia!

    Pobrecita persona, pensó Bill, mientras se ponía en marcha. De

    pronto se detuvo abruptamente y miró hacia atrás al anciano. Algo poco común estaba ocurriendo. Bill podía sentirlo, como una presión apretando contra su piel, zumbando sus sentidos. Era una sensación buena, no mala, y Bill percibía que estaba relacionada de alguna manera con aquel hombre de color clamando por él en la cima de aquella elevación. Bill se puso en marcha en dirección de aquel anciano.

    Uno de los policías en su escolta preguntó, ¿A dónde va, reverendo?

    El Espíritu Santo quiere que yo me acerque a donde está aquel hombre de color, respondió Bill.

    El oficial le advirtió, No haga eso, hombre. Con todas estas personas blancas tirando de Ud., Ud. provocará un disturbio racial. Este es el Sur.

    Bill desestimó el peligro. No puedo remediar lo que son las leyes de Uds. El Espíritu Santo me está diciendo que vaya a platicar con aquel hombre.

    Los cuatro policías siguieron a Bill hasta aquel montículo a donde estaban aquel hombre y mujer de color. A medida que Bill se acercaba escuchó a la mujer decirle al hombre, Amorcito, aquí viene el pastor.

    Bill subió muy cerca, mientras los oficiales formaban un anillo alrededor de ellos para que no se acercara la multitud. ¿Puedo servirle en algo, tío? preguntó Bill.

    El hombre irguió la cabeza en el ángulo equivocado para mirarlo. Bill se dio cuenta que el anciano estaba ciego. El hombre tartamudeó, ¿Es—es Ud. el Pastor Branham?

    Sí, tío.

    El anciano alzó las manos y poco a poco palpó el rostro de Bill. Oh, Ud. es un hombre joven.

    No muy joven, dijo Bill. Tengo 37 años.

    Pastor Branham, ¿dispone de un momento para escucharme?

    Adelante, tío.

    "Yo he estado percibiendo una pensión por ceguera durante diez años. Vivo como a 200 millas [321.86 kilómetros] de aquí. Nunca escuché de Ud. en mi vida hasta esta mañana. Desperté como a las tres en la habitación —desde luego, no puedo ver nada— pero al mirar, parada allí delante de mí yo podía ver a mi madre anciana.

    Ahora ella ha estado muerta durante muchos años; pero cuando estaba viva, ella tenía la religión como la que Ud. tiene. Mi mamita nunca me dijo una mentira en su vida. Esta mañana ella se paró allí y dijo, ‘Hijito mío, levántate, ponte tu ropa, y ve a Camden, Arkansas. Pregunta por alguien con el nombre de Pastor Branham, y recibirás la vista.’ Así que aquí estoy, pastor. ¿Puede Ud. ayudarme?"

    Sintiendo el corazón dolerle con simpatía, Bill puso una mano a través de los ojos del anciano y oró, Padre Celestial, yo no entiendo el que su madre haya venido a él en un sueño, pero te pido en el Nombre de Jesús que le devuelvas la vista.

    La multitud estaba empujando. Los policías estaban teniendo dificultades para contenerlos. Bill sabía que tenía que llegar al automóvil tan pronto como pudiera, así que se dio la media vuelta para irse.

    El anciano sonrió y comenzó a asentir con la cabeza, diciendo tranquilamente y con satisfacción, Gracias, Señor, gracias.

    Su esposa lo miró, con los ojos muy abiertos. Amorcito, ¿sí ves?

    Claro, que veo. Yo te dije que si llegaba aquí, vería. Mira. Él señaló hacia el automóvil que era el destino de Bill. Ves aquel automóvil allá. Es rojo.

    Su esposa exclamó, ¡Oh, Jesús! mientras los dos se abrazaban el uno al otro en gozo.

    Apretujando su aro protector, los cuatro policías escoltaron a Bill apresuradamente a través de la multitud emocionada y lo introdujeron en la seguridad del sedán rojo.


    43 Vea la fotografía # 19 en el libro William Branham, Un Hombre Enviado de Dios, por Gordon Lindsay. [En inglés]

    [La fotografía a la que aquí se hace referencia aparece al final de este capítulo.] El Sueño Extraño de un Ciego

    CAPÍTULO 32

    DESAFIANDO A LA LOCURA

    1946

    DESPUÉS DE CAMDEN, William Branham celebró una campaña de sanidad de una semana de duración en Pine Bluff, Arkansas, luego siguió su camino hacia Little Rock, la capital del estado. El Reverendo Brown había rentado un auditorio grande no lejos del edificio de gobierno de la capital. Para este entonces la reputación de Bill se había difundido hasta allí de forma oral que las multitudes acudiendo a las reuniones de Little Rock eran mayores de las que estuvieron en Camden. El auditorio se llenó a su capacidad rápidamente, con muchas personas que se quedaron de pie en el exterior.

    En la primera noche Bill explicó la comisión del ángel y compartió los testimonios de Camden y Pine Bluff. Luego les pidió a aquellos que deseaban oración que formaran una fila a su derecha. Centenares de personas se pusieron de pie de inmediato y gradualmente, con una gran cantidad de confusión, formaron una fila. Una y otra vez el organista tocaba la melodía de Sólo Creed, mientras estas personas pasaban al frente una a la vez por oración.

    Cuando una persona se paraba delante de él, Bill apretaba la mano derecha del paciente con la propia mano izquierda de él. Si esa persona tenía una enfermedad, instantáneamente Bill sentía las vibraciones vibrando hacia arriba de su brazo parecido a una corriente eléctrica de bajo voltaje. Entonces su mano izquierda se hinchaba hasta ponerse roja como si estuviera infectada y una serie de chichones blancos aparecían a través del dorso de su mano. Dependiendo de la forma de estas ronchas Bill podía decir qué enfermedad tenía la persona. Hablando por el micrófono de modo

    que la audiencia pudiera escuchar, él identificaba el problema: úlcera, tuberculosis, cáncer, etc. Su diagnóstico siempre era correcto. Luego oraba, reprendiendo a los demonios en el Nombre de Jesucristo. Tan pronto como los demonios abandonaban al paciente, la mano de Bill volvía a su tamaño y color normal. Entonces él declaraba sano al paciente, y se daba media vuelta a recibir a la siguiente persona en la fila.

    Al llegar a este punto un murmullo espontáneo de asombro a menudo se escapaba de los labios de aquellos que observaban. Estos hombres y mujeres nunca habían visto antes nada parecido. Aquí estaba la evidencia visible de Dios en sus medios. Ello inspiraba a muchos a verter lágrimas reverentes.

    Bill estaba tan asombrado por su don como lo estaba cualquier otro. Antes de su comisión, nunca le había ocurrido que microbios vibraran con vida. Ahora no solamente podía sentir las vibraciones, él podía observar las reacciones físicas que ellos causaban en su mano izquierda— tanto la hinchazón roja y los pequeños chichones blancos los cuales formaban un modelo de acuerdo a cada enfermedad. Cuanto más Bill usaba este don, más aprendía acerca de los aspectos de los demonios. Por ejemplo, ya sabía que la razón que estas ronchas circulaban en el dorso de su mano era por causa de que la vida demoníaca de la enfermedad se alborotaba por la presencia del ángel.

    El significado espiritual de estas vibraciones inducidas por microbios o virus también estaba llagando a ser más claro. En sus ratos libres entre los cultos, Bill estaba leyendo y releyendo el Nuevo Testamento, intentando entender los ministerios de sanidad de Jesús, Pedro y Pablo (y por consiguiente entender el suyo.) Comparando las Escrituras con sus propios pensamientos respecto a la medicina moderna, le parecía a él que las enfermedades tienen dos aspectos—uno físico y el otro espiritual. El nivel físico era el verdadero microbio o virus que un científico médico podía ver a través de un microscopio. Pero ¿de dónde procedían aquellos microbios o virus? No de Dios naturalmente. Los microbios y virus estaban extrayendo su vida de la vida dada por Dios de la persona que invadían. Al leer los relatos Bíblicos del propio ministerio de sanidad de Jesús, Bill reconoció que los microbios o virus eran los aspectos físicos de los poderes demoníacos. Así como cualquier criatura viviente tiene un aspecto físico y espiritual en su vida, así es de igual manera con cada

    enfermedad. Los doctores en medicina se interesaban en la fisiología de una enfermedad, en tanto que Bill estaba ocupándose de la demonología. La señal en su mano estaba captando las vibraciones de esa vida demoníaca la cual estaba atacando a la vida dada por Dios en un ser humano.

    Bill sabía que la hinchazón de su mano no podía sanar a nadie, pero sí podía fundamentar fe. El ver a una enfermedad revelada sobrenaturalmente podía elevar la fe de una persona al punto donde él o ella podían creer a Dios por su sanidad. Jesús dijo, Si puedes creer, al que cree todo lo es posible.⁴⁴ Y era Jesús llevando a cabo la sanidad tanto en aquel entonces y ahora.

    Desde luego, no todas las enfermedades de las personas necesitaban una señal sobrenatural para revelarlas. Algunos problemas eran obvios. Un hombre tenía un gran bocio rojo sobresaliendo de su cuello. Tan pronto como Bill le pidió a Jesús la sanidad del hombre, el bocio se volvió blanco, cayó al piso, y rodó entre los pies de Bill. El reportero de un periódico destelló su cámara y al día siguiente apareció una fotografía de este milagro en la página principal.

    Un anciano lisiado, que había cojeado en muletas durante años, fue sanado a la vista de todos y se marchó de la plataforma llevando sus muletas sobre su cabeza, mientras él expresaba a voz en grito alabanzas a Jesucristo. Cuando comenzó el culto la noche siguiente, este hombre estaba sentado allá cerca del frente con un letrero en su espalda que se leía: JESUCRISTO ES EL MISMO AYER, Y HOY Y POR LOS SIGLOS. Mientras Bill salió al estrado, este hombre se puso de pie y gritó, Oiga, predicador, deseo preguntarle algo.

    Bill reconoció al hombre. ¿Qué es, papá?

    "Soy Nazareno, y cuando le escuché a Ud. predicar por primera vez pensé que Ud. también era Nazareno. Luego cuando vi cuántas personas Pentecostales están en las reuniones, pensé que seguramente Ud. debía ser un Pentecostal.

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