El Duende Y El Planeta Azul: Una Fábula De Fe... Para Seres De Cualquier Planeta

Copyright © 2017 por Renato Fámulo.

Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2017903653

ISBN:    Tapa Dura                        978-1-5065-1925-8

               Tapa Blanda                     978-1-5065-1924-1

               Libro Electrónico             978-1-5065-1923-4

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Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

Fecha de revisión: 09/03/2017

Palibrio

1663 Liberty Drive

Suite 200

Bloomington, IN 47403

Gracias Evelyn y Edlyn, por la gran colaboración e inspiración que han derramado en esta humilde obra, que intenta rendir tributo a El Gran Creador y a su máxima creación en tiempos de una precaria moralidad…

Las amo,

Renato

EDITADO POR: EDLYN M. VEGA RODRÍGUEZ

27 DE FEBRERO, 2017

Revisión 33.99

Índice

Dedicatoria

Prólogo

Capítulo 1 EL FIN DEL PLANETA AZUL

Capítulo 2 DESAPARECEN A SALTARÍN

Capítulo 3 LA CAÍDA DEL DUENDE

Capítulo 4 BUSCANDO EL CAMINO

Capítulo 5 EL DUENDE Y EL VIEJO ORÁCULO

Capítulo 6 SALVAN A SALTARÍN

Capítulo 7 SE DERRUMBA LA MINA

Capítulo 8 LLEGADA A LA ESPERANZA

Capítulo 9 CAYENDO AL VACÍO

Capítulo 10 ATRAPADOS SIN SALIDA

Capítulo 11 DESCUBREN UN NUEVO MUNDO

Capítulo 12 LOS SORPRENDE EL PARAÍSO

Capítulo 13 PREPARANDO EL CAMINO

Capítulo 14 LECCIÓN 1: LA EXISTENCIA DE EL GRAN CREADOR

Capítulo 15 LECCIÓN 2: EL AMOR AL PRÓJIMO

Capítulo 16 LECCIÓN 3: EL LIBRE ALBEDRÍO

Capítulo 17 LECCIÓN 4: EL EJEMPLO ES LA CLAVE

Capítulo 18 LECCIÓN 5: CON LA FE TODO ES POSIBLE

Capítulo 19 LECCIÓN 6: LOS NUEVOS DOCE

Capítulo 20 PRUEBA 1: A LOS LEONES

Capítulo 21 PRUEBA 2: SERVIR HASTA EL FINAL

Capítulo 22 PRUEBA 3: LA HERMANDAD NOS FORTALECE

Capítulo 23 LO PROMETIDO ES DEUDA

Capítulo 24 LA INESPERADA DESPEDIDA

El mundo del Amor al prójimo es el más magnánimo y misericordioso de todos los mundos. Sin él no puede haber un mundo de Perdón, y mucho menos uno de Arrepentimiento, de Paz o de una Amistad profunda con nuestro Gran Creador…

Renato Fámulo

Dedicatoria

E ste libro está dedicado a todos los niños ─ de todos los Mundos ─; a los que están por crecer, a los que están creciendo, y en especial para aquellos que no perciben la natural necesidad de crecer… Sin olvidar, a los niños de mi familia: Evelyn, Edlyn, Chelo, Angelo, El Gordo, Dilan, Wilnelia, Freddy, Edwin, Claudia, Herminia, Miño, Atilano, Nicole, Cloti, Gretchen, Iris, David, René, Renato y sirva este de un humilde homenaje a mi amado Padre Celestial …

Prólogo

E l Planeta Azul es un cuerpo celeste, orbitando dentro de la Galaxia Borión, muy similar a nuestra galaxia y para colmo, es un planeta muy parecido al nuestro, o a cualquier planeta. Pero la humanidad de ese planeta está mucho más adelantada que la nuestra, al punto, que se encuentra al borde de declarar su cuarta guerra mundial. Y al igual que nosotros, el ego de sus mandatarios mundiales es arrogante e inmisericorde, y debido a esto, El Gran Creador ha decidido dar por terminada la existencia de los hombres en ese planeta.

Sin embargo, a petición de su Amado Hijo se le ha concedido una última oportunidad a este planeta; creando un nuevo Paraíso Superficial, donde vivirá un grupo de diez niños escogidos por sus magnánimas virtudes. Pero esta vez, los jóvenes corazones recibirán Las Doctrinas de El Gran Creador, las Experiencias de Vida del Duende Saltarín y El Amor del Hada Azul mucho antes de heredar el paraíso. Y, siempre y cuando estos niños llegasen a pasar todas las terribles pruebas de El Arcángel Miguel … Solo entonces esta nueva semilla de la humanidad representará al nuevo hombre sobre la superficie de El Planeta Azul …

La Fe se exacerba cuando creemos en los recursos recibidos…

Capítulo 1

EL FIN DEL PLANETA AZUL

E n el reinado de La Galaxia Borión se encontraba el rey David hablando en un tono muy triste y acongojado con su fiel consejero Lemuel. Conversaban sobre la gran preocupación que le aquejaba a su alma por la total potencial destrucción del Planeta Azul en esta galaxia tan parecida a la nuestra.

Porque los hombres de este planeta se jactaban de su gran conocimiento y de su gran autosuficiencia, olvidándose de Las Doctrinas de El Gran Creador; para dar paso a la avaricia, la vanidad, el egoísmo, la maldad y lo inmoral. Solo pensaban en su propio bienestar y en esclavizar a los otros hombres. La Cuarta Guerra Mundial y la destrucción total del planeta eran inminentes. Pero al Rey David, regente de esta hermosa galaxia, no se le era permitido intervenir con esta gran fatalidad.

Durante la conversación de los dos hombres en el salón de reuniones del Rey, se comenzó a escuchar una discusión muy fuerte y acalorada, que provenía del salón comedor conjunto:

─  ¡Yo no he tocado ninguna copa del rey!

─  ¡Eso es mentira, ayer en la cena al recoger la mesa de su majestad, me preguntaste sobre el peso de la copa del rey, y te vi muy interesado en ella!

─  ¿Se puede saber por qué discuten esta vez?

─  El delgado Duende Saltarín y el fornido copero callaron, a la misma vez que doblaban sus rodillas en el suelo y le pedían disculpas a su Majestad; y sin perder tiempo el duende procedió a abrir su enorme bocota: ─

─  ¡Su majestad le pido nos disculpe, pero su copero Felipe dice que yo tomé su copa, como si yo fuese un vulgar ladrón, pero ese no es el caso! ¡Yo solo soy un virtuoso de la magia!

─  Entonces, el Rey David lo miró fijamente a los ojos, y después de un gran suspiro, le replicó: ─

─  Bueno Saltarín, digamos que utilizaste tu magia para transportarla y ahora no puedes regresarla a donde pertenece. ¿Podría ser algo así? Mi estimado aprendiz de la magia…

─  Algo parecido su Majestad, El Gran Mago Nazork me ha estado enseñando a transportar objetos livianos de un lugar a otro, más al parecer la copa no era tan liviana, como yo creía. Pienso que podría estar abajo en los calabozos del castillo. ¡Mil perdones su Majestad…!

─  Y, ¿qué están esperando para ir a buscarla?

─  Los dos hombres se apresuraron a ponerse de pie y bajaron de inmediato a los calabozos. Fue en ese momento de inspiración que al consejero del rey se le ocurrió una alocada y descabellada idea: ─

─  ¡Su Majestad…! ¿Por qué no enviamos al Duende Saltarín?

─  El Rey se le quedó mirando a su consejero, como si este estuviera delirando y poseído por un espíritu maligno o con algún tipo de extraña fiebre galáctica, y le contestó: ─

─  ¿Te estás volviendo loco o estás tomando alguna poción que te recetó Nazork?

─  ¡No, ninguna de las dos su Majestad! Píenselo bien, a él no se le puede enviar, pero se le puede motivar para que vaya por su propia cuenta; puesto que los duendes no son parte de ningún reino y solo reciben órdenes de El Gran Creador. ¡Además de ser el único duende disponible en toda la Galaxia!

─  El rey se quedó paralizado por unos segundos… y muy nervioso le recordó a su consejero: ─

─  Sabes que no podemos intervenir con ese planeta y mucho menos con los mandatos del Padre Supremo, ¡me puede costar mi reino y mi destierro…!

─  Sin embargo, como dices, nada nos impide que podamos influenciar un poco.

No sería responsabilidad nuestra, si el duende Saltarín decide ayudar a esos niños del pueblito La Esperanza. Y así demostrarle al reino que en su gran corazón hay cabida para los niños de cualquier planeta o galaxia.

─  De inmediato el consejero agregó con picardía: ─

─  ¿Y, qué tal si su majestad lo motiva un poquito más, ofreciéndole una clase semanal de magia con El Gran MagoNazork, si es que tuviese éxito en su encomienda en El Planeta Azul? ¡Usted sabe que la magia y jugar con los niños son su vida…! ¡No nos caerían mal unas cortas vacaciones sin Saltarín!

¿No lo cree usted su majestad…?

─  Me parece muy interesante tu propuesta, aunque a veces lo más que me preocupa de Saltarín es su demasiada y particular creatividad, sin mencionar, sus impredecibles e infantiles trucos de magia…

─  ¿Cuánto tiempo nos queda para salvar el planeta?

─  ¡Su Majestad, apenas nos quedan tres días en tiempo nuestro y unos catorce días en tiempo del Planeta Azul, de acuerdo con la Profecía!

─  ¡Pues no perdamos más tiempo, traedme al Duende Saltarín! ¡Debe partir cuanto antes! Esta