El Movimiento Nacionalista Dominicano 1916-1924
Por Eduardo J Tejera
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El Movimiento Nacionalista Dominicano 1916-1924 - Eduardo J Tejera
EL MOVIMIENTO NACIONALISTA DOMINICANO
CONTRA LA OCUPACIÓN MILITAR NORTEAMERICANA
1916-1924
EDUARDO J. TEJERA
2016
Eduardo J Tejera
Published by The Little French eBooks
Copyright Eduardo J Tejera
License Notes
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Índíce
Capítulo I: Génesis de la Crisis Política y Financiera
Capítulo II: Proceso de Negociación de la Deuda Externa
Capítulo III: Gobierno de Ocupación Norteamericana
Capítulo IV: Acciones Iniciales de la Campaña Nacionalista
Capítulo V: Movimiento Guerrillero del Este
Capítulo VI: Primera Campaña Nacionalista en el Exterior
Capítulo VII: Campaña Nacionalista Interna 1919-1921
Capítulo VIII: Renovación de la Campaña Internacional
Capítulo IX: Nueva Campaña en Europa e Hispanoamérica
Capítulo X: Esfuerzo Final de la Campaña Nacionalista
Capítulo XI: Plan Hughes-Peynado, Elecciones y Desocupación
Capítulo XII: Trascendencia del Nacionalismo Ante la Ocupación
Anexos:
Bibliografía:
Introducción
Esta obra narra la historia de las luchas del movimiento nacionalista dominicano durante la Ocupación Militar por parte de los Estados Unidos de América de 1916 al 1924. Las actuaciones y grandes campañas nacionalistas de un puñado de patriotas en Estados Unidos, Hispanoamérica y en el país, en busca de la desocupación y el retiro de las tropas, fue un episodio singular de la historia dominicana. Desde que los norteamericanos ocuparon militarmente al país, mediante la Proclama del 29 de noviembre de 1916, eliminaron el Gobierno Provisional del Presidente Dr. Francisco Henríquez y Carvajal y al mismo tiempo el Capitán H. S. Knapp se constituyó en Gobernador Militar. Fue un hecho trágico para el país, pues perdió su soberanía durante ocho años.
Al principio de la obra se describen los graves e inestables sucesos políticos, las relaciones económicas y el excesivo endeudamiento externo, que hipotecaron a la nación y la colocaron en un camino previsible hacia el desastre desde 1868 hasta concluir el Siglo XIX. Se describen además, los numerosos Gobiernos de caudillos y presidentes efímeros que sucedieron del 1900 al 1916. El desorden político y financiero que predominó creó una situación totalmente vulnerable para el país. Fue una etapa caracterizada por los levantamientos del Concho Primo y la soldadesca. También se analiza el papel de los Gobiernos Militares norteamericanos sobre la política económica y sus efectos sobre la sociedad de la época. Es una historia compleja, más conocida desde la óptica militar norteamericana, que desde la historia doméstica dominicana.
Pero el centro de la obra es narrar la brillante obra política y diplomática de un selecto grupo de hombres, que desde el principio de la Ocupación Militar, comenzó a realizar una campaña nacionalista a favor del retiro de las tropas norteamericanas y el regreso a un Gobierno Constitucional dominicano. Fue una ardua tarea de ocho años, con diversas etapas de motivación y actividades, según las circunstacias internacionales e internas.
El movimiento nacionalista comenzó sus trabajos políticos en el plano internacional, primero en Cuba, y después en Estados Unidos, Hispanoamérica y varias ciudades de Europa. El líder y alma de este movimiento nacionalista fue el Dr. Francisco Henríquez y Carvajal, último Presidente Provisional en el 1916. Formaron parte de este selecto grupo: Don Federico Henríquez y Carvajal, su hermano, su hijo Max Henríquez Ureña, el escritor Tulio M. Cestero, el poeta Fabio Fiallo y su hijo René, Enrique Deschamps, Manuel M. Morillo, Rafael C. Tolentino, Manuel F. Cestero, M. Flores Cabrera, Fernando Abel Henríquez y muchos otros dentro del país.
En Santiago de Cuba se creó en el 1918 el primer Comité Pro Santo Domingo, presidido por el empresario y amigo personal de Henríquez y Carvajal, Don Emilio Bacardí y muchos intelectuales y políticos que apoyaban la causa dominicana. Enseguida en La Habana a principios de 1919 se creó otro Comité Pro Santo Domingo, presidido por el ilustre escritor y filósofo Enrique José Varona y en el cual formaron parte las más notables personalidades políticas e intelectuales cubanas. Posteriormente, se crearon Comités en Nueva York y la famosa Comisión Nacionalista Dominicana en Washington, D.C., y en ciudades como Madrid y París. Fue una campaña diplomática admirable.
Después de la Primera Guerra Mundial, se creó en en Santo Domingo la Unión Nacional Dominicana en febrero de 1920, presidida por Don Emiliano Tejera y y vicepresidente Enrique Henríquez, acompañados del Dr. Américo Lugo, Andrés Pérez, Antonio Hoepelman, Fabio Fiallo, Armando Pérez Perdomo, Manuel Arturo Machado y otros. Se crearon igual Juntas Patrióticas regionales, y Juntas de Damas, que desempeñaron una gran labor proselitista de crear conciencia y entusiasmo a favor de la soberanía nacional.
En el libro se describen todas las actividades del movimiento nacionalista en el exterior y en el interior de la nación. Se presentan muchos documentos, informes y cartas, algunos publicads en otros libros de la época, y otros documentos inéditos encontrados en la Colección Tulio M. Cestero, que se encuentran en la Biblioteca Pedro Mir, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Hemos investigado en los libros de testimonios y documentación originales publicados por diversos autores durante la década de 1920. Han sido fuentes muy importante de informaciones.
En la obra se anexan varios valiosos informes y cartas al presidente Woodrow Wilson, al Departamento de Estado escritos por el Henríquez y Carvajal, Cestero y después por Francisco J. Peynado, arquitecto final del Convenio Hughes-Peynado de 1922. El Lic. Peynado logró el acuerdo de desocupación, con ideas similares a las ofertas sometidas por Henríquez y Carvajal en 1919.
La labor nacionalista de denuncias, presiones y cabildeos internacionales fue vital para movilizar la opinión pública y política en Estados Unidos y en toda Hispanoamérica. La campaña de artículos, ataques, viajes, contactos con las Cancillerías y Presidentes Latinoamericanos fue la mejor gestión coordinada de defensa del interés nacional. La campaña penetró en los poderes políticos de Estados Unidos, hasta que el presidente Wilson presentó su primer plan de desocupación, que por limitado, fue rechazado.
Después miembros de la Comisión Nacionalista influyeron en la campaña electoral a la presidencia de Warren G. Harding en 1922, y éste prometió sacar las tropas del país si ganaba las elecciones. Una vez se juramentó como presidente, Harding presentó la segunda propuesta modificada, conocida como el Plan Harding, que sirvió de base para la negociación definitiva del Lic. Francisco J. Peynado. La intensa labor patriótica del movimiento nacionalista fue el acicate para cambiar la posición norteamericana.
Somos de opinión que la dedicada campaña del líder del grupo, Francisco Henríquez y Carvajal y los demás nacionalistas, fuera y dentro del país, representa uno de los más brillantes episodios de la historia moderna dominicana. Estos hombres, apoyados con pocos recursos de donaciones, sacrificando sus vidas, nunca pararon de trabajar, cabildear y de crear un sutil vehículo de negociación diplomática.
Deseo expresar mi gratitud a varios amigos y colegas que me ayudaron con la investigación y por brindarme consejos y orientación. Al historiador Lic. Alejandro Paulino Ramos, que me enseñó y guió por la Colección Cestero y me brindó numerosos documentos en versión digital. Al Lic. Luis Cunillera, por corregir y mejorar el manuscrito. A mi asistente Ynés Rodríguez, que transcribió numerosos documentos. Al historiador Dr. Frank Moya Pons, porque como siempre me brindó sus consejos y me orientó con su erudición. Al Lic. Bernardo Vega quien me apoyó a ofrecer mi Discurso de Presentación ante la Academia Dominicana de la Historia sobre este mismo tema, para ingresar como Miembro Correspondiente Nacional.
Es mi interés que se conozca y aprecie el formidable trabajo de este selecto grupo de personalidades del movimiento nacionalista, los cuales realizaron una incesante campaña hasta lograr la desocupación estadounidense del país en 1924. Espero que también sirva de lección y recordatorio a la clase política nacional, que debe cuidarse de nunca colocar a la nación, en una situación vulnerable y débil por las ambiciones de poder, rebatiñas y el descalabro de las finanzas públicas.
Eduardo J. Tejera
Septiembre de 2016
Capítulo I
Génesis de la Crisis Política y Financiera
El propósito de esta obra es narrar y resaltar la gran importancia que tuvo el Movimiento Nacionalista, el cual agrupó a destacados políticos e ilustres intelectuales dominicanos, que desde el principio rechazaron la ilegal intervención militar norteamericana del 1916 al 1924 y la imposición de los diferentes Gobernadores Militares nombrados por los Estados Unidos en el país. Este grupo de patriotas dominicanos que lucharon desde el 1916 al 1924 provenían de distintas profesiones, ideas y partidos políticos, pero a todos los unió el común ideal de oponerse a la intervención y de formar una perseverante campaña nacional e internacional, que exigía el retiro puro y simple de todas las tropas norteamericanas que controlaban a la atribulada República. La campaña nacionalista tuvo un gran éxito, presionando a la opinión pública internacional y estadounidense, para que las tropas de ocupación se retiraran del país y se formara un Gobierno dominicano. Fue una hermosa y trascendental labor que realizó un puñado de patriótas en las circunstancias más difíciles.
Para escribir la historia de las múltiples causas y razones que culminaron con la Ocupación Militar norteamericana en el 1916, es necesario realizar un repaso a los graves acontecimientos que agobiaron a la naciente República desde su fundación hasta el desastre nacional de la intenvención extranjera. Para llegar al 1916 hay que hacer una síntesis de esta trágica historia de la República Dominicana. La Primera República de 1844 al 1861 tuvo doce presidentes y varias Juntas de Gobiernos militares. Eran gobiernos que duraban días, a veces menos de seis meses y muy pocos más tiempo. Nunca hubo gobiernos estables, institucionales y liberales. Después sobrevino el periódo de la Anexión voluntaria al Reino de España de 1861 al 1865, en la cual el país volvió a ser colonia de la Metrópoli. El Presidente dominicano Pedro Santana, entregó la nación y se convirtió en Capitán General de España. Fue un caso único en la historia Hispanoamericana. La soberanía fue recuperada por las heróicas guerras de la Restauración al lograr que los españoles se retiraran en 1865.
De este período de constantes guerras, caudillismo y dictaduras, surgió una tradición de autoritarismo militar, gobiernos efímeros y corruptos y un desorden de las finanzas públicas de la nación. El país no disfrutó de un período de paz y progreso duradero en el Siglo XIX. La Segunda República nació en 1865 y duró hasta el 1916, cuando desapareció el Gobierno Nacional y fue sustituido por los Gobiernos Militares de los Estados Unidos. Del 1865 al 1899 el país sufrió una etapa de profunda inestabilidad y desorden político y tuvo 36 gobernantes y Juntas Civiles o Militares. Este período estuvo dominado por dos presidentes dictadores, que gobernaron con mano férrea y desastrosa la política interna y las finanzas públicas durante esta calamitosa época. Buenaventura Báez, líder y caudillo fue dos veces presidente del país del 1844 hasta 1861. Después de la Restauración Báez fue tres veces presidente del 1865-66, después con el caótico y desastroso período de 1868-1874 y su última decadente presidencia de 1876 a 1878. El segundo líder que dominó este período se convirtió en un implacable dictador fue Ulises Heureaux, Lilís, que gobernó dos veces, la primera de 1882 al 1884, y la segunda prolongada del 1887 hasta el 1899, cuando la juventud revolucionaria lo mató en Moca para acabar con la dictadura y hacerle frente a la grave situación de quiebra de la nación. Lilís llevó al país al caos monetario con sus constantes emisiones de dinero inorgánico: las llamadas papeletas de Lilís
, que no tenían ningún valor. ¹
La historia de los préstamos internos y los créditos y emisiones de bonos colocados en Europa y luego en Estados Unidos fue una de las razones principales del colapso económico y político que culminó con la injerencia primero y protectorado financiero en 1905 y después con la Ocupación Militar de Estados Unidos en 1916. Claro está, además de las razones económicas y financieras, también fueron causas del desastre nacional, la tradición del caudillismo militar o civil, golpes de estado permanentes, el autoritarismo, los gobiernos inestables y corruptos, la falta de una institucionalidad mínima del aparato del Estado y el atraso social del país.
La República Dominicana se mantuvo durante ese período como un país de agricultura de subsistencia y de pobreza generalizada, además, el 90 % de su población era analfabeta y vivía en las zonas rurales. No fue hasta la década de 1870 cuando comienzan a instalarse trapiches y pequeños ingenios azucareros y a construir vías de ferrocarriles. Pero hasta ese momento la economía era muy pobre, las regiones del país estaban aisladas y controladas por caudillos militares regionales. Examinemos ahora la historia de los préstamos y colocación de bonos que hipotecaron al país en el Siglo XIX.
Con el regreso a la presidencia de Buenaventura Báez en 1868 hasta el 1874, comenzó una etapa de dramáticas situaciones políticas y económicas que sacudirían a la nación. Varios eventos marcaron este período. Primero, desde el inicio Báez tuvo que enfrentar una revolución armada liderada por los Generales Luperón, Pimentel y Cabral, con la intención de derrocarlo. Segundo, el reiterado empeño en concluir la negociación del famoso empréstito con la casa financiera Harmont and Co., de Londres, para obtener un crédito de 420,000 libras esterlinas, cuya negociación y ejecución culminaron en una estafa y fraude para el país y resultó ser una fuente de generosas comisiones para Báez y su Ministros negociadores.
El tercer evento, fue la insistente negociación de Báez con los Estados Unidos con la finalidad de vender, anexar o arrendar la Península de Samaná y su intento junto con aventureros expansionistas norteamericanos de anexar y convertir al país en parte de la Unión Norteamericana. Por dinero Báez gestionó la firma de un tratado para que la República Dominicana fuera anexada a los Estados Unidos. Esta fue su actuación más entreguista y fatal.²
El 21 de junio de 1868, el Gobierno de Báez otorgó poderes al Coronel norteamericano Adolphe Mendes, Encargado de Negocios del país en Francia, para que gestionara un empréstito por 420,000 libras esterlinas en París, en Londres o cualquier otra capital de Europa. El Secretario de Estado dominicano, Manuel María Gautier, se dirigió a Mendes encargándole que gestionara el crédito con el agente financiero Edward H. Harmont, ciudadano alemán, que para la fecha tenía 31 años. Finalmente, el 1 de mayo de 1869 se firmó el infausto contrato de préstamo entre la República Dominicana, representada por su Ministro de Hacienda Ricardo Curiel y por Edward H. Harmont como representante de la Casa Harmont y Cía, de Londres. Inmediatamente, el Secretario Gautier comunicó al negociador en París Adolphe Mendes que dejara sus gestiones, ya que el contrato se había finalizado y firmado por las 420,000 libras esterlinas. ³
Pero el empréstito se convirtió en un escándalo y fuente de comisiones ilegales. El especulador de Harmont solo llegó a avanzar al Gobierno la suma de 38,095 libras, de modo que ni siquiera llegó a la cantidad de 50,000 libras esterlinas estipuladas en el contrato. El préstamo tenía un plazo de 25 años, al 6 % de interés y se amortizaba mediante un pago anual fijo de 58,900 libras esterlinas. Lo más funesto y escandaloso fueron las garantías y comisiones permitidas por el presidente Báez a sus Ministros y los agentes externos, quienes se vieron implicados en acusaciones de dolo por las inmensas comisiones que Hartmont repartió de 100,000 libras, casi el 25 % del empréstito.
El artículo 10 del contrato fue una enajenación de la República. Se le concedió a la casa bancaria como garantía de repago, las recaudaciones directas de las Aduanas de Santo Domingo y Puerto Plata, y por el artículo 11, se autorizó a los prestamistas a designar empleados en ambas Aduanas, para contrafirmar: los recibos expedidos por los receptores
y además colectar los derechos hasta la concurrencia de la suma necesaria para el pago de los intereses y de la amortización del empréstito, y enviarlo al Consulado Británico en la ciudad de Santo Domingo, quien los remitirá mensualmente a Londres
. ⁴
Al final, todo fue una total estafa de Harmont quien colocó los Bonos sin ninguna autorización entre agentes y el público londidenses por la elevada suma de 757,700 libras esterlinas en la Bolsa de Valores de Londres.⁵ Este empréstito de Báez fue el primero de una serie de emisiones de Bonos y créditos del país, que contribuyeron al colapso y la peor crisis de la deuda externa en la nación. El historiador César Herrera, escribió: "La soberanía nacional quedaba en poder de los prestamistas.
El oneroso proceso de tan turbias negociaciones, a lo largo del tiempo, culminaría en 1916 con una dominación exótica, en nombre de acreedores extranjeros, cuyo origen era el empréstito Hartmont…Al concluir fríamente la vasta estafa, logró aniquilar la vida financiera del Estado dominicano durante más de medio siglo, con sus terribles consecuencias para la vida general del país". ⁶ En resumen, con esta funesta operación se hipotecó a la nación y se constituyó en el permiso de entrada a la injerencia extranjera de acreedores privados y de sus respectivos gobiernos, que en aquella época protegían con su diplomacia directa o buques de guerra los intereses de sus ciudadanos.
Durante los siguientes trece años, de 1874 al 1887 existieron 22 gobiernos en el país, algunos de muy corta duración y otros de uno a dos años. Eran los tiempos de las peleas políticas entre los partidos rojos y azules, representando los dos principales movimientos políticos de la época. Igual fue un período de desbordada corrupción y hechos fraudulentos, que frenaba el desarrollo de la incipiente nación. Desde que ascendió al poder en 1887 hasta el 1899 el dictador Ulises Heureaux (Lilís) volvió a repetir la historia de los préstamos onerosos y fraudulentos que enajenaron aún más al país y quebraron la moral y la soberanía nacional.
Fue una época desastrosa, de falta de integridad y patriotismo de sus gobernantes. El dictador empeoró el estado de las finanzas públicas al convertirse en el campeón de las emisiones monetarias inorgánicas, llamadas por el pueblo las papeletas de Lilís
. En el 1885 el presidente Heureaux designó como agente fiscal para conseguir préstamos en Europa al hábil ministro Eugenio Generoso de Marchena,⁷ el cual había trabajado con Buenaventura Báez en el proceso de obtener el préstamo Hartmont. ⁸
Finalmente para e1 1888 se terminó de firmar el crédito con la firma bancaria Westendorp & Co., de Holanda. Esta casa financiera gestionó la venta de Bonos dominicanos en varias capitales europeas. El Gobierno de Lilís realizó con la Westendorp dos importantes operaciones de préstamos, ambas muy onerosas para la nación. El primer préstamo en 1888 fue de 770,000 libras, a un plazo de 30 años al 6 % de interés. El instrumento final firmado por De Marchena en Amsterdam el 16 de agosto de 1888, en su artículo quinto, expresaba:
Se creará en Santo Domingo el 1 de noviembre de 1888, una Caja General de Recaudaciones de Aduanas, --- llamada La Regie --- que será encargada de efectuar el ingreso de los derechos de importación y exportación percibidos en todos los puertos de la República actualmente abiertos al comercio exterior, o que puedan serlo en lo adelante. Esta Caja General de Recaudaciones será administrada por los delegados nombrados por los señores Westendorp & Co., o los que representen sus derechos hasta la extinción del empréstito
. ⁹ Esta entrega de las Aduanas dominicanas y la Regie a una compañía extranjera fue algo insólito que cercenó la soberanía nacional y profundizó el poder de los europeos en el país.
El historiador César Herrera expresó esta opinión: La República, por obra y gracia de sus gobernantes, daba un nuevo paso hacia el abismo. Este empréstito constituyó un fraude mayor que el de Hartmont…La operación con Westendorp fue de consecuencias incalculables, porque la República no pudo desligarse de sus ataduras hasta el 1947
.¹⁰ Lo más lamentable fue que en pocos años la Westendorp para salir de los fuertes compromisos con el país decidió vender sus derechos y buscó un grupo de financistas y aventureros norteamericanos para que formaran una compañía y traspasarle todos sus derechos y concesiones. Fue entonces que se realizó la peor y más criticable de las operaciones, con graves consecuencias políticas para la nación, al entrar en escena la firma prestamista la Improvement Co., de Estados Unidos con tentáculos e influencias con funcionarios dentro del Gobierno norteamericano.
La Improvement Co, creó también una firma financiera llamada Santo Domingo Finance Co., filial 100 % suya, para colocar Bonos en los mercados bajo otro nombre. El dictador Heareaux buscó por esta vía la colocación de 300,000 libras. Se justificó este nuevo préstamo para financiar la prolongación del ferrocarril de La Vega a Moca y otras inversiones y pagar deudas internas. El Gobierno garantizó un beneficio de 4 % sobre la inversión del ferrocarril calculada en 80,000 libras, cifra que después se triplicó y fue el resultado de malversaciones de las dos partes. Cada operación crediticia era un saqueo oneroso a la nación. Pero la transacción más audaz y un verdadero robo fue la idea de emitir nuevos bonos para canjearlos y extender las deudas.
El dictador Lilís hizo que el Congreso aprobara el 9 de agosto de 1897 la Ley de Reconversión, con el objetivo de que la Santo Domingo Finance Co., comprara e intercambiara las deudas y bonos de Westendorp al valor descontado de 28 centavos el dólar. Fue una operación de intercambio de deuda vergonzosa, que dejó grandes beneficios a Lilís y sus Ministros. Con esta operación la Improvement y su filial financiera se convirtieron en los dueños de casi toda la deuda externa y de varios proyectos de transporte e infraestructura en el país.¹¹ A continuación se presenta un cuadro que contiene una síntesis de los préstamos y emisiones de bonos más importantes de la segunda parte del siglo XIX. Es una trágica historia de irresponsabilidades y fraudes, que hipotecaron la nación y al final fue la causa directa de la futura ocupación militar norteamericana del 1916.
RESUMEN DE PRÉSTAMOS INTERNACIONALES SIGLO XIX

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AutoShape 4Préstamo Hartmont 1-Mayo 1869 420,000 25 Años
Primer Préstamo Westendorp Octubre 1888 770,000 30 Años
Segundo Préstamo Westendorp 14-Mayo 1890 900,000 50 Años
Primeros Bonos Improvement 23-Marzo-1893 1,250,000
Segundos Improvement 25-Marzo-1893 225,000
Terceros Bonos Improvement 28-Abril-1894 2,500,000
Cuartos Bonos Improvement 3-Mayo-1895 1,750,000
Santo Domingo Finance Octubre-1896 300,000

AutoShape 3Fuente: César Herrera. Las Finanzas de la República Dominicana. Santo Domingo. 1987,págs. 175-87.
El presidente Lilís al final estaba atrapado y sin salida con el gobierno quebrado y sin recursos y con una grave inflación y recesión. Ante esta parálisis del país, los líderes políticos e intelectuales comenzaron a conspirar para salir del dictador y derrocarlo. Finalmente, varios jóvenes cibaeños de Moca, se agruparon bajo el nuevo liderazgo de Horacio Vásquez, su enérgico primo Ramón Cáceres, los hermanos Jacobo y Manuel de Lara y otros jóvenes rebeldes. Estando Lilís en Moca en visita a comerciantes, el grupo se preparó para matarlo. Ramón Cáceres se acercó a él en el momento que el dictador estaba sentado en la galería de la casa de un amigo comerciante y le disparó los tiros mortales, el día 26 de julio de 1899. El complejo y traicionero dictador terminó sus días ajusticiado, con lo cual comenzó a girar en la política un nuevo período y una nueva generación que se inició con el Siglo XX. Ramón Cáceres y Horacio Vásquez de inmediato se convirtieron en héroes nacionales y símbolos del liderazgo de la nueva generación y de la llamada Revolución del 1899.
La Improvement siguió controlando las Aduanas y se convirtió en un peligroso poder en el país. La persistente injerencia y presiones diplomáticas de los Estados Unidos de Norteamérica comenzaron a sentirse desde 1899, cuando asumió la presidencia Juan Isidro Jimenes, con la finalidad de proteger los intereses de la Improvement. Desde ese momento, la República Dominicana cayó por la corrupción y el entreguismo de sus gobernantes en la órbita del naciente imperialismo norteamericano que predicó el presidente Theodore Roosevelt con su política diplomática del Gran Garrote.
Como el Gobierno no le pagaba a la Improvement, sus representantes buscaron la protección del Gobierno estadounidense para lograr los cobros atrasados. Lo lamentable fue que por la falta de pagos a la Improvement y por la constante inestabilidad política, entró en escena el Gobierno norteamericano y comenzó el proceso de mayor injerencia al forzar las negociaciones y ajustes de la deuda externa con el gobierno dominicano y la implementación de un mecanismo para cobrarla de manera automática.
Toda la inestabilidad política, malos manejos económicos, golpes de estado, corrupción y el exceso de préstamos y colocaciones de bonos llevaron al país al caos y a un desorden fuera de control. Tales dolorosos acontecimientos crearon una tradición de caudillismo, gobiernos débiles y corruptos, la montonera y el militarismo regional y presidentes irresponsables y corruptos que sobre endeudaron al país con préstamos y emisiones de bonos internacionales, hasta que a finales del Siglo, la nación estaba quebrada, dividida y sin posibilidad de pagar sus obligaciones financieras. El país vivió una etapa formativa conflictiva y desastrosa que al final tuvo consecuencias graves para la república. Los errores y fracasos de los Gobiernos y dictaduras militares y civiles, crearon las causas que culminaron en el control financiero en 1905 por parte de los Estados Unidos y después por su intervención militar en el 1916.¹²
Capítulo II
Proceso de Negociación de la Deuda Externa
Con la revolución de 1899 que siguió tras la muerte del dictador Ulises Heureaux se abrió un nuevo capítulo en la política dominicana. Una juventud cargada de ideales tomó las riendas del poder, junto a numerosos viejos políticos antililisistas. Se despertó una gran confianza en el porvenir de la nación y los dominicanos creyeron que vendría un cambio en la forma de hacer política, administrar las finanzas públicas y en respetar la libertad y el orden Constitucional. La sociedad estaba ansiosa por un cambio hacia un sistema político estable y respetuoso de las leyes y la libertad. Se creyó inocentemente que con la muerte del dictador se acabaría también con el sistema de los caudillos militares y políticos inescrupulosos que dominaban pueblos y regiones y que vivían de las luchas y las constantes revoluciones.
Al conocerse la muerte de Lilís el 26 de julio de 1899, su vicepresidente el General Wenceslao Figuereo ascendió a la presidencia y trató de reorganizar las fuerzas lilisistas y mantenerse en el poder. Pero su esfuerzo fue inútil y en breves meses el Gobierno sin base popular y política fue derrocado. Los remanentes del viejo sistema de controles de Lilís no pudieron mantener la paz y el poder político y la extensa maquinaria del dictador cayó precipitadamente.
Con el triunfo revolucionario Horacio Vásquez asumió la presidencia provisional de la República con treinta y nueve años de edad, seguido de toda la juventud entusiasta con el mandato de pacificar el país y organizar unas elecciones libres para escoger al nuevo presidente y Gobierno Constitucional. Vásquez gobernó solo por cuatro meses, del 18 de agosto al 15 de noviembre de 1899. El país siguió muy inestable y dividido y Vásquez no pudo mantener la presidencia en medio de tantas intrigas sectarias.
En sus primeros decretos eliminó la censura, levantó el impedimento de entrada a todos los exiliados, acabó con las persecuciones políticas y trató de armonizar