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Jesús, maestro interior 4: Reavivar la compasión
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Jesús, maestro interior 4: Reavivar la compasión
Libro electrónico170 páginas2 horas

Jesús, maestro interior 4: Reavivar la compasión

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Información de este libro electrónico

Este volumen orienta la lectura orante en una de las claves de la espiritualidad de Jesu´s: la de la compasio´n como principio de actuacio´n. "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo" (Lucas 6,36) no es propiamente una ley o un precepto ma´s. Se trata de introducir y actualizar en el mundo la compasio´n de aquel que es Padre y Madre de todos. Esta llamada a la compasio´n es la gran herencia de Jesu´s a la humanidad. El u´nico camino para construir en cualquier cultura y en cualquier e´poca un mundo ma´s justo, fraterno y solidario. El u´nico camino para renovar nuestra fe cristiana, caminando hacia una Iglesia ma´s evange´lica, humana y crei´ble.
IdiomaEspañol
EditorialPPC Editorial
Fecha de lanzamiento8 jun 2021
ISBN9788428836883
Jesús, maestro interior 4: Reavivar la compasión

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    Jesús, maestro interior 4 - José Antonio Pagola Elorza

    OBSERVACIONES ÚTILES

    PARA PRACTICAR LA LECTURA ORANTE

    DEL EVANGELIO

    1. Nota. Conviene que todos los que desean practicar la «lectura orante del Evangelio» lean detenidamente la presentación que hago de esta práctica en el volumen 1 de esta obra, capítulo 10 (pp. 121-135). Esto les ayudará a entender y practicar desde el comienzo la lectura orante del Evangelio, inspirada en la tradición de la lectio divina.

    2. Advertencia importante. Quien realiza la lectura orante del Evangelio no ha de olvidar nunca que todas las orientaciones y sugerencias que encuentre en este libro no han de sustituir o suplantar su propia actividad personal. Esto quiere decir que cada persona ha de decidir cuánto tiempo le dedicará a cada texto evangélico y a cada momento (lectura, oración…). Será también cada cual quien vea qué sugerencias le ayudan o cuáles deja de lado a la hora de meditar, orar… Esta responsabilidad personal es decisiva para una lectura eficaz del Evangelio.

    3. Ritmo semanal. Dado el estilo de vida actual y las dificultades que tenemos para encontrar un tiempo de recogimiento y silencio, esta propuesta está pensada para dedicar a cada texto evangélico una semana, de tal manera que cada persona pueda encontrar los días y los momentos más adecuados para hacer su lectura orante.

    4. Antes de iniciar la sesión. Al comenzar la sesión y antes de iniciar la lectura del Evangelio, cada cual se preocupará de recogerse. Cerramos los ojos… nos relajamos… respiramos con calma… despacio… sin forzar. Vamos acallando nuestro ruido interior. Tomamos conciencia de lo que vamos a hacer: «Voy a escuchar a Jesús; Dios me va a hablar por medio de él, ¿qué escucharé en estos momentos de mi vida?». Podemos repetir dos o más veces alguna invocación: «Jesús está en mí», «Tú me miras con amor», «Tus palabras son espíritu y vida», «Señor, muéstrame al Padre»… Es bueno que cada cual aprenda a recogerse y a hacer silencio de manera personal y creativa. Esta breve pausa para disponer nuestro corazón puede cambiar profundamente nuestro acercamiento al Evangelio.

    5. Lectura del texto evangélico señalado. Si es necesario, lo podemos leer más de una vez. Leemos el texto muy despacio. No tenemos prisa alguna. Lo importante es captar bien lo que el texto nos quiere comunicar. Si lo leemos despacio, muchas palabras que hemos escuchado tantas veces de forma rutinaria empezarán a tocar nuestro corazón. Después de leer el texto, se puede también leer el comentario que ofrezco para captar mejor lo que dice el autor.

    En cualquier caso, hemos de fijarnos en las «palabras» que más nos llaman la atención. Pero, sobre todo, centramos nuestra atención en Jesús. Tenemos que captar bien qué es lo que dice y qué es lo que hace. Hemos de grabar en nosotros sus palabras y sus gestos. Poco a poco iremos descubriendo el estilo de vivir de Jesús. Y poco a poco iremos aprendiendo de él a vivir como él.

    6. La meditación. No basta con entender bien el texto escrito por el evangelista. Esa lectura es todavía algo exterior que puede quedar solo en nuestra mente. Ahora, en la meditación, nos disponemos a escuchar interiormente el mensaje que nos llega de Jesús, nuestro Maestro interior. Lo hacemos repitiendo y saboreando las palabras y los gestos de Jesús; escucharemos de él llamadas, verdades que nos dan luz, caminos nuevos que nos atraen hacia él…

    En el libro se ofrecen diversas sugerencias para escuchar interiormente el mensaje que nos llega de sus palabras o sus gestos. Cada cual puede seleccionar las que le ayuden a escuchar mejor lo que Jesús le comunica a él personalmente.

    7. La oración. Hasta ahora hemos estado escuchando el Evangelio y acogiendo y meditando el mensaje de Jesús, nuestro Maestro interior. En este momento le respondemos. Lo hacemos desde nuestro corazón. Nuestro agradecimiento despertará en nosotros un diálogo sencillo con Jesús. Esta oración puede ser de gran variedad: agradecimiento por la luz que hemos recibido, invocación para que reavive nuestra fe, deseo sincero de caminar por los caminos concretos que se nos van abriendo, decisión de seguir liberándonos de nuestro falso ego…

    En el libro se ofrecen sugerencias para despertar esta oración dirigida a Jesús, pero cada persona ha de ver si le ayudan a mantener con Jesús un diálogo sincero, auténtico, nacido desde su propio corazón.

    8. La contemplación. De esta oración agradecida vamos pasando de forma casi natural a lo que la tradición llama «contemplación», es decir, una oración de quietud y descanso solo en Dios. A esta contemplación nos vamos acercando cuando vamos acallando todos nuestros ruidos y permanecemos en silencio interior, descansando en el misterio del amor insondable de Dios.

    Esta contemplación no es algo reservado a personas selectas. No hemos de preocuparnos de si hemos llegado o no a una oración realmente contemplativa. Si nos distraemos, volvemos con paciencia a recogernos. En el libro se ofrecen algunas breves invocaciones, tomadas de los salmos, para disponer nuestro corazón a un silencio contemplativo.

    9. El compromiso. La lectura orante del Evangelio no termina en la contemplación, sino en nuestra vida concreta de cada día, pues el verdadero criterio de nuestro encuentro con Jesús, nuestro Maestro interior, y con Dios es la conversión práctica. A lo largo de nuestro recorrido, la lectura orante del Evangelio nos invitará de manera permanente a tomar decisiones para renovar interiormente diversos aspectos de nuestra vida cristiana.

    Esta renovación interior se concretará, sobre todo, en una doble dirección: aprender a vivir específicamente la espiritualidad de Jesús en estos tiempos de crisis y, en consecuencia, aprender a vivir abriendo caminos concretos al proyecto humanizador del Padre: lo que Jesús llamaba el «reino de Dios». Las sugerencias que ofrece este libro solo tienen la finalidad de recordarnos a todos la invitación a concretar y revisar nuestros compromisos personales. Así evitaremos practicar una lectura del Evangelio vacía de verdadera conversión.

    10. Las sugerencias que aparecen al final de cada tema sobre plegarias para pronunciar juntos o información de cantos, aunque pueden servir para todos, son para ser utilizadas más precisamente en las sesiones que se realizan en grupo en parroquias, monasterios o casas de ejercicios.

    ENCUENTRO EN GRUPO

    1. Antes del encuentro

    1. Preparar y cuidar el lugar

    – Oratorio

    – Capilla en algunas parroquias

    – Monasterio

    2. Ambientar con algún signo, si parece oportuno

    – Biblia

    – Icono

    – Cirio encendido

    3. Música suave, si parece oportuno

    4. Asientos cómodos

    5. Entrar y sentarse en silencio

    2. Rasgos del encuentro

    1. Conducido por un guía

    2. Duración: en torno a una hora

    3. Texto evangélico: trabajado en el propio hogar

    4. En silencio: solo interrumpido para cantar o pronunciar alguna oración

    3. Guion del encuentro

    1. Preparación inicial

    – Canto de entrada

    – Invitación (guía)

    – Breve silencio

    2. Proclamación del Evangelio (el tiempo oportuno)

    – Breve invitación (guía)

    – Proclamación del texto por un participante

    – Silencio: los participantes pueden leer el texto en su libro

    – Canto

    3. Meditación del Evangelio y diálogo con Jesús (15 minutos)

    – Invitación (guía)

    – Silencio

    4. Compartir la experiencia que hemos vivido al hacer la lectura orante del texto (el tiempo oportuno)

    5. Despedida

    – Canto o plegaria

    – Padrenuestro (todos juntos, de pie, con las manos unidas)

    – Abrazo de paz

    SUGERENCIAS PARA EL GUÍA

    Nota. La mejor preparación para guiar el encuentro es hacer previamente la lectura orante del texto que será proclamado en la parroquia, monasterio o casa de espiritualidad.

    1. Sugerencias para el inicio del encuentro

    1. Primeras palabras:

    – Nos sentamos cómodamente, nos relajamos.

    – Nos hacemos conscientes de nuestra respiración. Respiramos despacio, con calma, sin forzar nada.

    – Vamos acallando nuestro ruido interior. Hacemos silencio.

    2. Repetir:

    – Señor Jesús, estás en mi corazón (dos, tres, cuatro veces).

    – Señor Jesús, estás en lo íntimo de mi ser (dos, tres, cuatro veces).

    3. Repetir estas u otras frases:

    – Jesús, tú me miras con amor.

    – Me quieres como soy.

    – Me amas con ternura.

    – Te siento cerca.

    – Necesito tu ayuda.

    – Me das paz.

    2. Al proclamar el Evangelio:

    – Tus palabras son espíritu y vida.

    – Tú tienes palabras de vida eterna.

    – Maestro, ¿dónde vives?

    – Señor, que se me abra mi corazón.

    3. Al iniciar la meditación del Evangelio:

    – Creo, Señor, ayuda a mi poca fe.

    – Hágase en mí según tu palabra.

    – Señor, si quieres, puedes limpiarme.

    – Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero.

    – Maestro, que vuelva a ver.

    – Ten compasión de mí, que soy pecador.

    – Señor, dame de esa agua y no tendré más sed.

    4. Acción de gracias al final del encuentro:

    – Es bueno dar gracias al Señor.

    – Dios mío, te daré gracias por siempre.

    – Damos gracias al Señor, porque es bueno.

    – Te damos gracias, porque nos has escuchado.

    – Alma mía, recobra tu calma, que el Señor ha sido bueno contigo.

    – El Señor ha estado grande con nosotros y estamos contentos.

    PRESENTACIÓN

    En el volumen tercero hemos orientado nuestra lectura orante del Evangelio a recuperar en nosotros y en nuestras comunidades la espiritualidad de Jesús, marcada por una confianza absoluta e incondicional en un Dios al que experimenta como Padre-Madre. Esta confianza en Dios es clave en la espiritualidad de todo seguidor de Jesús. Así, antes de nada, hemos tratado de despertar en nosotros la experiencia de Dios vivida por Jesús (capítulo 5); luego, nos hemos detenido en meditar concretamente la confianza de Jesús en el misterio de Dios (capítulo 6); después, hemos reafirmado nuestra confianza descubriendo que Dios ha amado tanto al mundo que nos ha regalado a su Hijo querido (capítulo 7); por último, hemos escuchado a Jesús, que nos invita a todos a no vivir agobiados, sino confiando siempre en ese Padre que nos ama con entrañas de Madre (capítulo 8).

    En este volumen cuarto vamos a orientar nuestra lectura orante en otra clave de la espiritualidad de Jesús, centrada en la compasión como principio de actuación. Según la tradición bíblica de Israel, la ordenación religiosa y social del pueblo elegido estaba regida por un principio formulado así en la tradición bíblica: «Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo» (Levítico 19,2). Sin embargo, Jesús, con una lucidez y audacia sorprendentes, introdujo para siempre en la historia humana un principio nuevo: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo» (Lucas 6,36).

    Estas palabras no son propiamente una ley o un precepto más. Se trata de introducir y actualizar en el mundo la compasión de aquel que es Padre y Madre de todos. Esta llamada a la compasión es la gran herencia de Jesús a la humanidad. El único camino para construir en cualquier cultura y en cualquier época un mundo más justo, fraterno y solidario. El único camino para renovar nuestra fe cristiana, caminando hacia una Iglesia más evangélica, más

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