Los árboles sin bosque
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Este libro no sólo nos acerca a diversas voces derivadas de las pulsaciones de aquel sur, sino a las inquietudes y a la temática de fondo afines a cualquier lector lúcido y contemporáneo.
EL AUTOR
Federico Nogara define su estilo con la seguridad del vencimiento de una deuda y el análisis de Jorge Valdano sobre las Aptitudes de los Centrocampistas y su Juego Determinante: “En mi estilo propio, después de años de búsqueda incesante, vigilo tanto lo que digo como cómo lo digo. Yo no soy un escritor realista; la realidad es un concepto complejo. No hace falta enseñarla, todos vemos la situación, y es compleja, como digo, porque incluso la situación mundial…”.
Darle cordura a este galimatías es tarea harto difícil: “Yo escribo los mecanismos que llevan a esa realidad, mecanismos humanos…”.
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Los árboles sin bosque - Federico Nogara Castro
Un árbol es el bosque.
Tenderse bajo su follaje
es escuchar todo el sonido,
conocer todos los vientos
del invierno y del verano,
recibir toda la sombra del mundo.
Detenerse bajo sus ramas sin hojas
es rezar todas las oraciones posibles,
callar todos los silencios,
tener piedad por todos los pájaros.
Pararse junto a su tronco
es levantar toda la meditación,
reunir todo el desapego,
adivinar el calor de todos los nidos,
juntar la solidez de todos los reparos.
Un árbol es el bosque.
Pero para eso hace falta
que un hombre sea todos los hombres.
O ninguno.
Roberto Juarroz
GERMÁN MACHADO
BOSQUES
hay un bosque adentro de este bosque
y en el claro hay un claro
lo tremendo no se detiene
la voluntad
atraviesa la luz
trasluce
soporta la mirada
hay un bosque de formas inestables
la tierra se ha movido en un temblor de ramas
y en la fronda beatífica los bronquios
exhalan un hado de desastres
hay un bosque de efigies que reclaman
un pensamiento lúcido
la oscura voluntad del viento
el implacable devenir del aire
las fuerzas sobrehumanas
en este bosque un claro
y en el claro un albor
mano que ahora se extiende
pierna que se adelanta
ya no avasalla el miedo
el día no se escapa
y un destello en el aire
a tiempo se descalza
un bosque adentro de este bosque
y en el claro otro claro
ELEGÍA
abrazaste daños que no correspondían
y una causa doliente
túmulo, tumba
seca mujer que en tus aliños desfiguras
al que mira de lejos y maldice
decir de fruta seca, árbol caduco
ramo siniestro de flores y cenizas
estropicio de épocas mejores
cuando el viento rozaba
la piel como una dicha
de estar al sol, saber
que era posible
el cuerpo erguido
los pechos garbos
esa forma de esbelta gallardía
dije mujer
y ahora me corrijo:
nombré la macilenta
dolencia del que vive
Le pide al agua…
le pide al agua que se quede quieta
que no siga fluyendo
que detenga
la burbuja y el círculo
la onda
el movimiento
orilla en una orilla
esa quietud incierta
le pide al agua que lave su conciencia
ÁLVARO OJEDA
NARCISO
Entre espejos, los corredores penumbros
perdieron a Narciso repetido,
lo perdieron los ecos de los espacios
en la galería del barquero,
el mar que trepaba a sus ojos
era pulcra criatura reflejada,
vivida por acaso de ruego
en negarse consecutivamente
Viajero imposible de sustancias
(todo es uno y probable)
no respetó la indiferencia,
el tañido lejano de la lluvia
que deja o muere en silencio
su propina chasqueada,
no desligó su razón de la engañosa
fibrilla del paredón calcado
siendo el destino suma de igualdades
Rapsodia de imprecaciones conocidas,
hasta su belleza fue recuerdo,
y nadie agrietó la ceniza que lo cubre,
su cubierta también era ceniza,
y fue amado y llorado por las retenidas
Proserpinas de la inmensidad girada
Los rastros de su brillo nos están concedidos
[sabiamente,
una hilera de fuegos filtrados en los goterones
que deja la lluvia donde se posa monótono el
[caracol,
la fruta escanciada por anónimos puñales,
las mujeres que fruncen sus pañuelos en las
[puertas de las oficinas,
y enmudecen los espejos rubios de las farmacias.
Estas dos mujeres…
estas dos mujeres que recogen ramas secas para
[el fuego
y se agachan como horneros y miran sigilosas
[los límites
del imaginario terreno que las contiene
y vuelven a trillar el mismo predio con
[pormenorizado
detalle
llevan menos de lo que dejan
son trabajadoras del infinito
una de ellas todavía deslumbra y se opaca
[quedamente
bajo un pino del que ha tomado despojos
la otra huye del sol del mediodía y es gruesa
como el desencanto
la que aguarda el duelo por su vida en el horizonte
no me ha mirado
la que masca el mal gusto de haber sido
ya no sabe mirar
HISTORIA / III
Soy un hombre que mide la esperanza
por el débil bajío de una vela,
todo lo consumido se revela
infiel alucinado de balanza
Aquello ya perdido y sopesado,
en el acto de ser se maravilla
de haber sido la forma más sencilla
que tuvo el horizonte en el pasado
La mano desgajada en el madero,
hexámetro, bastilla, dictadura,
el instante preciso en que la cura
teofanía será de un carpintero
su atavío fatal. La historia cuece
un antes y un después que es indistinto,
porque es torpe el boyero y el instinto
es fingido recuerdo que decrece
Ya no estamos aquí, ya no deseamos
más que el abrigo, el sueño, la palabra,
el sésamo anhelado que nos abra
la aldaba del elíseo que inventamos
Entonces vuelve el cielo y la frescura,
enceibado confín, vientre que acecha,
silencio primigenio, miel, cosecha,
y la hoz queda en vilo y la negrura.
SELVA CASAL
POEMA
Hasta ahora nadie ha podido convencerme de
[nada
nadie ha podido enseñarme nada
que yo ya no tuviera en mí escondido
por más que abrían de par en par las puertas
llegaban flores y telegramas
pistilos goces lunas
indagué la luna y lloré su esqueleto
lo único que deseo es un jardín
casi sin flores poca luz
cartas que se derrumban
por qué despierto así por qué no muero
y si muero renazco siempre
los malvados Menfis conocen ya de sobra el
[camino
algo en mí florece sin cesar
ay los rostros que dejé perdidos en la niebla
los pasos
los mundos que por mi culpa han muerto.
Y AHORA TODOS ME PREGUNTAN SI TRABAJO
Y ahora todos me preguntan si trabajo
y en qué
yo no sé hacer nada
es una pena
porque podría qué diablos de existencia
tomar un día a la deriva
y emborracharme bien de lluvia hastío
yo tenía sangre para mil hijos
podría haber tenido en mí todos los sexos
mil pies como las orugas
si pudiera vivir en carne viva como los locos
si pudiera tener la inocencia de los animales
odio la corrección el orden
y quisiera quedarme muchas muertes tendida
mirando las estrellas
es desesperante
chinches botas de agua perchas
en 1980 la inmobiliaria el semen
en 1980 casi parece normal
miro a la gente