El gran libro de las plantas carnívoras
Por Gerard Blondeau
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Información de este libro electrónico
* En este libro descubrirá cómo funcionan, qué técnicas utilizan para capturar a sus presas y cómo asimilan las sustancias nutritivas; cuáles son sus hábitats originarios en la naturaleza…
* Además, aprenderá cómo cultivarlas en casa o en un invernadero, gracias a sabios consejos técnicos sobre temperatura, luminosidad, humedad, sustrato; todo lo necesario para que la planta se sienta como en la naturaleza.
* Cómo se prepara el ambiente ideal para estas especiales plantas, invernaderos, turberas artificiales, viveros bajo techo… Y, como no, cuáles son las enfermedades y problemas más comunes que pueden padecer: hongos, insectos…
* Además, el libro contiene cincuenta fichas ricamente ilustradas con fotografías a todo color, en las que se exponen todos los detalles de las especies más comunes y más espectaculares.
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El gran libro de las plantas carnívoras - Gerard Blondeau
BIBLIOGRAFÍA
Primera parte
INTRODUCCIÓN A LAS PLANTAS CARNÍVORAS
LAS PLANTAS CARNÍVORAS: ESAS DESCONOCIDAS
Las plantas carnívoras han seducido con frecuencia la fantasía del ser humano, que las ha transformado en seres «diabólicos» con los que es mejor no tener relación alguna. ¿Acaso no es cierto que la literatura y los tebeos nos las han presentado siempre en forma de plantas gigantescas, dispuestas a capturar con sus enormes ramificaciones a los viajeros imprudentes?
La realidad es mucho más sencilla… ¡Ni siquiera la tristemente célebre higuera estranguladora de la India ha estrangulado nunca a nadie! Como mucho, sus raíces han rodeado en un abrazo ahogador las estatuas de piedra de los antiguos templos asiáticos, que han sido invadidos poco a poco por la selva.
La planta carnívora más grande es una nepente, trepadora de las selvas tropicales, cuya trampa, conocida como ascidio, alcanza un diámetro de 15 cm y puede aprisionar incluso pequeños animales.
Por otra parte, entre las plantas carnívoras más pequeñas que se conocen figuran las pertenecientes al género Utricularia, cuya trampa está constituida por una vesícula o vejiga que mide apenas unos milímetros.
Difusión mundial
Existen más de cincuenta especies de plantas carnívoras difundidas por todo el mundo, y regularmente nacen algunas nuevas: no es que aumente el «apetito» de las plantas, sino que son los científicos y los floricultores quienes, afinando las técnicas, descubren continuamente en algunas variedades una capacidad de asimilación hasta ahora desconocida.
Estas plantas, de hecho, saborean el «caldo» en el que ahogan a los insectos en la cavidad que forman sus propias hojas. Si una planta es capaz de asimilar las sustancias nitrogenadas mediante enzimas o bacterias, entonces se define como «carnívora», de forma que, últimamente, hasta el tomate y el cardo han sido «acusados» de presentar hábitos similares.
Hace poco se han descubierto nuevas especies en los tepuys (altiplanos) de Venezuela, y sin duda quedan aún muchísimas por descubrir —a menos que el ser humano, debido a su falta de conciencia, destruya irremediablemente sus hábitat naturales—, cuyo estudio podría conducir a importantes descubrimientos en el ámbito médico-científico.
Dionea
La transformación en plantas carnívoras
¿Cómo han llegado a ser carnívoras estas plantas? ¿Qué «demonio perverso» las ha empujado a transformarse en cazadoras y a devorar esos insectos que tan necesarios son para su propia reproducción?
Normalmente, también estas plantas obtienen el propio alimento del suelo, pero para sobrevivir en tierras muy pobres en sustancias nutritivas, como las turberas ácidas, algunas de ellas han tenido que ingeniárselas para hallar nuevas fuentes de alimento. De esta forma, han aparecido las trampas en el centro de sus hojas: algunas plantas se han provisto de profundas cavidades llenas de líquido o bien de trampas de mandíbula, mientras que otras han empezado a segregar una sustancia viscosa. Es interesante constatar que en las cavidades-trampa el líquido que permite a la planta digerir las presas contiene a veces larvas de insectos (moscas o mosquitos), que encuentran allí el alimento necesario para su crecimiento.
En el interior de los ascidios, además, es posible encontrar también arañas concentradas en tejer su propia tela.
¡Decididamente, no hay límites para la adaptación!
Pinguicula × sethos
Los insectos indispensables
Las plantas que atrapan insectos poseen flores que, en la mayoría de los casos, son polinizadas por esos mismos insectos. Sin la intervención de estos, las plantas no podrían producir semillas. Estas plantas, sin embargo, se las han ingeniado para no atrapar a los insectos polinizadores: de hecho, las flores están ubicadas en el extremo de unos largos pedúnculos bien alejados de las trampas mortales de las hojas. Además, no existen las flores carnívoras: las que atraen y aprisionan durante un breve instante a los insectos lo hacen exclusivamente para lograr la polinización, y, por tanto, están interesadas en dejarlos escapar sanos y salvos.
En este libro examinaremos las principales especies de plantas carnívoras que se pueden conseguir para dar vida a una colección de plantas originales. Le recomendamos que admire la ingeniosidad de las trampas y la originalidad de los métodos de captura, pero no pretenda utilizar dichas plantas para deshacerse de los insectos que infestan su cocina: como hemos visto, si bien es cierto que atrapan algunos animales, también es cierto que atraen a otros necesarios para la producción de sus semillas.
Drosera aliciæ
LOS DIVERSOS TIPOS DE TRAMPAS
De la hoja a la trampa
Las plantas, como decíamos, no nacieron siendo carnívoras. Suponemos que su transformación ocurrió de manera ocasional.
Probablemente, algunos insectos, que permanecieron atrapados en un recoveco entre las hojas y mojados por cierto líquido, fueron poco a poco asimilados por la planta que, satisfecha con esta nueva fuente de alimento, ha desarrollado a lo largo de la evolución diversas formas para atraer, capturar y digerir a sus presas.
Gracias a esta capacidad de integrar su propio alimento habitual, las plantas carnívoras se han podido difundir en un ambiente muy pobre en sustancias orgánicas asimilables, donde la mayoría de las plantas tiene dificultades para arraigar.
Sarracenia × courtii
LA EVOLUCIÓN DE LA HOJA A LA TRAMPA
Podemos suponer que, a lo largo de una extensa evolución, algunas hojas se han transformado progresivamente en trampas.
Para sobrevivir en un hábitat pobre en materia orgánica, las plantas carnívoras han transformado sus hojas con el fin de atraer, capturar y digerir pequeñas presas, constituidas principalmente por insectos.
Las trampas activas
Trampas de mandíbula (o de cepo)
La trampa más interesante, sin duda, es la de la dionea, que funciona como un cepo. El cierre se produce en dos fases:
— una primera fase rápida, en la que los largos pelos que rodean las hojas se pliegan unos sobre otros hasta formar una jaula;
— una segunda fase un poco más lenta, en la que la hoja se cierra por completo.
Seis pequeños pelos sensibles situados en el centro de la hoja dirigen el cierre de la trampa. Se trata, en efecto, de un fenómeno excepcional, puesto que pocas plantas presentan una movilidad tan acentuada: a la hoja le basta una trigésima de segundo para cerrarse. Si el cierre es provocado por un objeto no comestible, las «mandíbulas» se abren de nuevo al cabo de dos o tres días; en caso contrario, las células de la trampa reaccionan a las proteínas animales y segregan unas enzimas digestivas. A continuación, entran en acción las células de las glándulas asimiladoras. Para una digestión completa son necesarias unas dos o tres semanas: cuando la trampa se vuelve a abrir, del insecto no queda más que una carcasa seca. A lo largo de su vida, la hoja efectúa entre tres y cuatro digestiones, luego se marchita y muere. No obstante, la planta produce continuamente nuevas hojas que sustituyen a las que desaparecen.
Dionea
DIONEA: HOJA-TRAMPA CON PELOS VISIBLES
1. limbo de la hoja; 2. zona de las glándulas nectáreas; 3. espinas delgadas que aprisionan al insecto después del cierre; 4. pelos sensibles; 5. zonas digestivas
CÓMO FUNCIONAN
Esta pregunta ha permanecido sin respuesta durante mucho tiempo. Gracias a la investigación llevada a cabo con la dionea, actualmente se piensa que el fenómeno es eléctrico-químico. Cuando se tocan dos pelos, las células receptoras situadas en la base reaccionan modificando el propio potencial eléctrico y, como consecuencia, tiene lugar una reacción en cadena que alcanza las células de la charnela; el agua contenida en estas células se vacía entonces a través de los poros, y dicha pérdida de volumen comporta el cierre de la trampa. Luego, cuando la planta crece, las células se llenan de nuevo de agua y la trampa recupera la posición inicial de espera.
Una curiosidad: la aldrovanda tarda entre una cincuentena y una milésima de segundo en cerrar su trampa, algo absolutamente extraordinario en un vegetal.
ALDROVANDA: TRAMPAS MINÚSCULAS EN TORNO AL TALLO PRINCIPAL
Trampas de succión
Las utricularias, muchas de cuyas especies crecen en aguas ácidas, están dotadas de unas pequeñas vejigas hinchadas, que podrían ser confundidas con flotadores, pero que, en cambio, son trampas.
La presión en el interior de la vesícula es inferior a la externa, de manera que cuando un animal, como la pulga de agua, toca un pelo sensible, se abre una válvula y el agua es aspirada bruscamente, llevándose consigo hasta el interior al inoportuno animalillo.
Estas plantas han evolucionado para expulsar progresivamente el agua presente en el interior de la vesícula: así se crea una depresión que favorece la aspiración del agua que se halla en el exterior.
Asimismo, existen otras utricularias terrestres cuyas trampas están situadas en el nivel de las raíces.
Utricularia alpina
UTRICULARIA: TRAMPAS EN FORMA DE VEJIGA