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Amar por arte mayor
Amar por arte mayor
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Libro electrónico139 páginas1 hora

Amar por arte mayor

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Información de este libro electrónico

Amar por arte mayor de estado es una de las comedias de capa y espada de Tirso de Molina, también llamadas comedias palatinas. Se basa en una historia de amor galante entreverada con aventuras, articulada en torno a una trama de comedia de enredo. -
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento13 nov 2020
ISBN9788726549324
Amar por arte mayor

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    Amar por arte mayor - Tirso de Molina

    Saga

    Amar por arte mayor

    Cover image: Shutterstock

    Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788726549324

    1. e-book edition, 2020

    Format: EPUB 3.0

    All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

    PERSONAS

    —fol. 1r→

    DON TELLO.

    DON MELENDO.

    DOÑA BLANCA.

    DOÑA SANCHA.

    DON GARCÍA.

    DON LOPE.

    BERMUDO.

    DON ORDOÑO.

    DOÑA ELVIRA.

    DON SANCHO, rey.

    [Acompañamiento.]

    Acto I

    Salen DON TELLO de camino y DON MELENDO.

    TELLO Don Lope² Iñíguez, biznieto

    del primer rey que en Sobrarbe

    constituyó, aunque entre riscos,

    reinos que el cielo dilate,

    primo de don Sancho Abarca, 5

    descendiente de la sangre

    del Estúñiga Primero,

    a quien debe España altares,

    privaba merecedor

    de blasones inmortales 10

    con su rey, siendo en la corte

    sin segundo, primer grande,

    dando causa a siglos de oro

    su valor, pues los alfanges

    del Africano oprimidos 15

    procuraban conservarse,

    sin atreverse a sus sierras,

    porque de su peso Atlante,

    pudiera don Lope ser

    el Jove destos Titanes. 20

    Un ivierno pues, Melendo,

    cuando el cielo en vez de estambres

    hilando nubes a copos

    viste los cerros y valles,

    puso los ojos don Lope 25

    en una dama, que alzarse

    pudiera a afectar diademas,

    con los desdenes de Dafne.

    ¡Con cuánta hermosura mienten

    los egipcios en sus Taide[s], 30

    los griegos en sus Elena[s],

    los persas en sus Alpaides,

    en sus Elisas los frigios,

    los libios en sus Onfales,

    los romanos en sus Porcias, 35

    los medos en sus Campaspes!

    Amábala el joven rey,

    mas como es tan arrogante

    —fol. 1v→

    la belleza en las mujeres,

    que no reconoce a nadie, 40

    ensoberbeciola el verse

    sobre esferas majestades,

    Faetón³ de su presunción,

    pues la obligó a despeñarse.

    Desdeñó amores altezas 45

    y antepuso calidades

    vasallas a afectos reyes;

    ¡qué locas son las beldades!

    Admitiendo pues servicios

    de don Lope, señalarse 50

    apeteció con él Venus

    y con don Sancho Anajarte⁴ .

    Paró el secreto amoroso

    en necias publicidades,

    que ocasionaron malicias 55

    en corrillos populares.

    Hasta que su rey lo supo,

    y si celos son gigantes

    en pretendientes humildes,

    ¿qué serán en pechos reales? 60

    Llamó a don Lope su primo

    y de[c]larándole aparte

    sentimientos de su ofensa,

    más que severo, amigable,

    le pidió que desistiese 65

    de deseos principiantes,

    sin competir con coronas

    jubiladas de rivales.

    Propúsole otros empleos,

    pero ya llegaron tarde, 70

    que vive amor de imposibles,

    mayor cuanto ellos más graves.

    Con todo eso prometió

    resistencias de diamante,

    que se quebraron de vidrio 75

    a los primeros combates.

    Porque quejosa Isabela,

    así se llama la fácil

    ocasión destas desdichas,

    de que más el poder mande 80

    que la belleza en don Lope,

    le notificó pesares,

    que en sus ojos hechiceros

    humedecieron corales.

    Creció con la resistencia 85

    el amor y así una tarde

    le escribió Isabela hiciesen

    atrevimientos; alarde

    de que amor solo tributa

    a hermosuras que adelanten 90

    su jurisdición rebeldes,

    más a más dificultades.

    Fuela a ver favorecido

    de tinieblas, que las partes

    hacen siempre a amantes robos, 95

    porque el sol no las declare;

    y con una escala aleve,

    cuyos pasos en el aire

    de tantas honras bellidos

    dieron muerte a tantos padres, 100

    profanar osó balcones,

    al tiempo que su rey sale

    notificando desvelos

    al silencio de una calle.

    Vio que la escala tercera 105

    admitida, su estandarte

    iba a enarbolar amor

    sobre el más alto homenaje

    de la fama, que es la honra.

    Y a los primeros umbrales 110

    de la ofensa el pie atrevido

    del determinado amante,

    llegó el rey, volcán de celos

    y cortando el cordel frágil

    de aquel insulto ministro, 115

    a don Lope prender hace

    por la guarda que convoca.

    Bien pudiera retirarse

    —fol. 2r→

    o a no estar su rey presente

    vestir de nuevos esmaltes 120

    el siempre tímido acero,

    porque la experiencia sabe

    que a sus filos generosos

    la misma muerte es cobarde.

    No lo hizo por leal, 125

    ni lo otro por turbarse,

    ocasionando tragedias

    y sirviéndole de cárcel

    la fuerza más enriscada

    que en la cerviz arrogante 130

    de aquellos ásperos montes

    cierra el paso a Roncesvalles.

    Preso en efeto y huyendo

    la dama a Francia, amistades

    vio don Lope quebradizas, 135

    que juzgaba incontrastables.

    Y faltaron a la prueba,

    que a tiro de adversidades,

    no hay Zopiros Babilonios,

    Sinones son los Acates, 140

    aumentaron lisonjeros

    indignaciones mortales,

    en el rey, que los dio oídos.

    Porque en fee de ser cobardes,

    las desdichas nunca vienen 145

    una a una, que los males

    se precian de acometer

    en cuadrillas como alardes.

    Aplaudioles el enojo

    de don Sancho y porque acaben 150

    de una vez celos y envidias,

    resolviéndose en matarle,

    lo hiciera, a no darle aviso

    amigos, que por librarle

    de aquel riesgo, le descuelgan 155

    por el muro y pisa el margen

    deseado de su foso,

    donde acudiendo parciales

    para el caso prevenidos,

    los obliga a que le saquen 160

    de aquel sitio y de aquel reino.

    Vengose el rey con quitarle

    los estados y opinión,

    y hay en León quien se alabe

    haberle visto en Asturias, 165

    puesto que en toscos disfraces,

    como los dos sois tan deudos

    y tan

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