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Las finanzas en la empresa: Combinando rigurosidad e intuición
Las finanzas en la empresa: Combinando rigurosidad e intuición
Las finanzas en la empresa: Combinando rigurosidad e intuición
Libro electrónico531 páginas7 horas

Las finanzas en la empresa: Combinando rigurosidad e intuición

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Este libro explica los conceptos más importantes de las finanzas en la empresa. Combina un enfoque práctico y coloquial con la necesaria profundidad conceptual; de este modo, los autores logran que el contenido pueda ser entendido por todos los lectores, sin sacrificar el rigor analítico de la materia. La presentación de los distintos conceptos y técnicas es complementada con numerosos ejemplos que ayudan a la comprensión. ¡Un libro que no puede faltar en la biblioteca de cualquier empresario!

Los profesores Virginia Sarria Allende, Guillermo Fraile y Lorenzo Preve han logrado construir con este libro una herramienta valiosa para las finanzas de cualquier empresa sin importar su tamaño ni el sector de la economía en el que se desempeñe.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2020
ISBN9789873887277
Las finanzas en la empresa: Combinando rigurosidad e intuición

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    Las finanzas en la empresa - Lorenzo Preve

    Guillermo Fraile, Lorenzo Preve y Virginia Sarria Allende

    Las finanzas en la empresa

    Combinando rigurosidad e intuición

    Fraile, Guillermo María

    Las finanzas en la empresa: combinando rigurosidad e intuición / Lorenzo Preve; Guillermo María Fraile; Virginia Sarria Allende. - 1a ed. revisada - Buenos Aires: Temas Grupo Editorial 2016

    Libro digital, Amazon Kindle.

    Archivo Digital: descarga y online

    ISBN 978-987-3887-27-7

    1. Administración Financiera. 2. Empresas. I. Fraile, Guillermo María II. Sarria Allende, Virginia III.

    Título. CDD 650

    Colección IAE Press

    Universidad Austral

    Título del libro: Las finanzas en la empresa. Combinando rigurosidad e intuición.

    © Guillermo María Fraile, Lorenzo Preve, Virginia Sarria Allende

    IAE, Universidad Austral

    Comité Editorial IAE: Roberto Luchi y Lucas Méndez Trongé

    © TEMAS Grupo Editorial SRL, 2015.

    Cerrito 136, tercer piso, Buenos Aires, Argentina

    www.editorialtemas.com

    1era edición, octubre 2015

    1era edición digital, julio 2016

    Comité TEMAS Grupo Editorial

    Dirección : Jorge Scarfi

    Coordinación general: Julieta Codugnello

    Producción: Inés Shute Dinamarca

    Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de este libro en cualquier forma y medio sin previo permiso por escrito de los autores y/o titulares de Copyright

    Conversión a formato digital: Libresque

    PRÓLOGO A LA EDICIÓN

    Las finanzas en la empresa

    Combinando rigurosidad e intuición

    Después de tres años y dos ediciones de Finanzas para la Pequeña y Mediana Empresa, y tras innumerables conversaciones con ejecutivos de empresas de todos los tamaños, varios sectores, y con operaciones en varios países de la región, hemos notado que el planteo que hacemos en este libro aplica a cuestiones que van mucho más allá de la dimensión de la empresa. Esencialmente, los conceptos aquí vertidos aplican a todo tipo de empresas, no solamente a las pequeñas y medianas. El aspecto diferencial de nuestro enfoque, hace más bien al modo de abordar las finanzas corporativas, buscando ser una ayuda especialmente dirigida a los ejecutivos que lideran organizaciones que operan en mercados financieros que distan de ser mercados perfectos. Otro rasgo del libro es –no haríamos honor a nuestros lectores si no lo destacásemos- el enfoque intuitivo y práctico que acompaña el análisis riguroso de las complejas decisiones y teorías financieras que aquí se presentan.

    Es interesante destacar que el concepto mercados imperfectos, solía aplicar casi con exclusividad a los llamados mercados emergentes, pero, a partir de la crisis de 2007/2008, vemos que las características de los mercados financieros de los países centrales, normalmente considerados eficientes, han tenido una interesante tendencia a redefinirse; parecerían quedar menos mercados eficientes en el mundo. Esto tiene algunas consecuencias interesantes en las finanzas corporativas ya que el marco conceptual sobre el que han sido elaboradas las principales teorías asume una cierta eficiencia de mercado que, en caso de que no se cumpla, puede generar dificultades de aplicación.

    De alguna manera, el espíritu inicial del libro, escrito para los dueños y ejecutivos de las pequeñas y medianas empresas, en cuanto estas no tenían acceso a un mercado de capitales perfecto, se amplía, y aplica a todas aquellas empresas que operan en mercados financieros que sufren todas las vicisitudes de un entorno complejo y cambiante, independientemente de la dimensión que hayan alcanzado.

    En virtud de esto, hemos considerado oportuno cambiar el titulo del libro, y llamarlo:

    Las finanzas en la empresa

    Combinando rigurosidad e intuición

    Creemos que este nuevo título refleja de manera más acabada el enfoque que le damos a las finanzas corporativas, donde nos dirigimos a un directivo que no necesariamente es especialista en temas financieros, sino que con su capacidad de generar negocios necesita este complemento para poder tener un apoyo en las nociones financieras indispensables para cumplir con éxito sus objetivos.

    Estamos convencidos que las finanzas corporativas necesitan de una gran rigurosidad para poder cumplimentar planes de desarrollo en la empresa, pero sin la imprescindible intuición de quienes lideran otras áreas de negocios, el proyecto quedaría trunco. Rigurosidad e intuición, dos capacidades impostergables en el mundo de los negocios y como consecuencia en lo financiero.

    Esta edición no agrega nuevo contenido a la versión anterior, sino que simplemente realiza algunos ajustes y correcciones menores.

    Por último, no queremos terminar este prólogo a esta nueva edición sin antes volver a expresar nuestro agradecimiento, a tantos estudiantes y amigos, que nos han hecho llegar sus comentarios y apoyo a lo largo de estos dos años.

    Pilar, Julio de 2013

    PRÓLOGO

    Ser un empresario Pyme es una de las experiencias más enriquecedoras en la vida social. La posibilidad de poder generar ideas para luego llevarlas a la práctica y ofrecerlas al mercado de una manera eficiente y rentable es un desafío en el cual viven constantemente quienes participan en este segmento de la vida económica. Precisamente por ese motivo y por la pasión que ponen en su tarea diaria, es habitual que el entendimiento acabado de las finanzas vaya muy por detrás del desarrollo de habilidades innovadoras y comerciales. Reconociendo que éstas son habilidades esenciales del empresario, la comprensión cabal de las finanzas de la empresa resulta también un aspecto fundamental de la vida del mismo. Es imperativo, para un hombre de negocios, entender el mundo de las finanzas desde una visión práctica y relevante para poder comprender las consecuencias de sus decisiones en la caja, la sustentabilidad y la rentabilidad de su compañía.

    Hemos dedicado una considerable cantidad de años al estudio de las finanzas y a su enseñanza a ejecutivos y empresarios de Latinoamérica. Nuestras clases se basan en la interacción con participantes de muy diversas procedencias y variada formación; una constante ida y vuelta de conceptos, vivencias y aplicaciones de la teoría a la realidad que los empresarios y ejecutivos de la región viven en el día a día de sus actividades profesionales. Las nuevas problemáticas y realidades que son aportadas por empresarios que operan en diferentes sectores y países son analizados a la luz de diversos modelos conceptuales, dando origen a un proceso altamente enriquecedor para todos. A nosotros, particularmente, el reiterado análisis de dichas experiencias nos permite descubrir patrones comunes a los problemas que se suelen presentar, ampliar sobre esa base los marcos conceptuales y ofrecer nuevas soluciones para estas nuevas realidades.

    Muchas de las empresas que operan en nuestra región son pequeñas y medianas (habitualmente llamadas PyMEs), y tienen una problemática que difiere de la de las empresas grandes, más asentadas, y con mayores posibilidades de interacción con los mercados de capitales. La realidad del empresario de la pequeña y mediana empresa suele generar situaciones y requerir soluciones que difieren considerablemente de las de los ejecutivos de empresas multinacionales. Si bien esto es cierto para todos los aspectos de la vida empresaria, se acentúa en los temas relacionados con las finanzas de la empresa. La teoría financiera tradicional de la que se derivan tanto los más conocidos conceptos de finanzas y como el herramental utilizado en las soluciones prácticas, se basa en una serie de supuestos de la economía que, en algunos casos, suelen ser difíciles de satisfacer en mercados menos desarrollados. Los efectos de esa falta de congruencia entre los supuestos de la teoría y la realidad, tiene un efecto especialmente importante en empresas más pequeñas.

    Considerando estos aspectos, resulta llamativa la escasez de material de estudio que contemple adecuadamente la realidad de la empresa y de los empresarios en la región. En particular, los textos de finanzas disponibles suelen carecer de la necesaria adaptación a la problemática de la pequeña y mediana empresa. El péndulo ha tendido a oscilar entre textos de finanzas con énfasis en la presentación de modelos teóricos de alto rigor técnico, y una más reciente variedad de textos que buscan dar una versión simplificada de las finanzas para empresarios, omitiendo, las más de las veces, el nivel de profundidad necesario para que la comprensión de los temas tenga raíces profundas que permitan al lector un entendimiento acabado del concepto.

    En este trabajo nos proponemos acercar los conceptos de finanzas a los empresarios de las empresas pequeñas y medianas. Lo hacemos desde el entendimiento de la necesidad de contar con modelos de análisis sólidos, basados en los principios fundamentales, pero enfatizando, a su vez, el alcance de la importancia práctica y aplicada de los temas. Por ello, partimos desde los primeros conceptos fundacionales de la teoría financiera y vamos desarrollando sus aplicaciones de manera de que el lector pueda comprenderlo y aplicarlo a la realidad del día a día que le toca vivir en la empresa. La escritura de este libro significó un trabajo intelectual muy desafiante y nos obligó a revisar de manera muy profunda las raíces sobre las que se funda la teoría financiera y sus nexos con la realidad de las empresas y los empresarios que la aplican. Nos demandó pensar en detalle la importancia de la inclusión de cada uno de los temas y capítulos que componen el libro, considerando no solamente el fondo o contenido del concepto, sino también el modo de presentarlo para que sea entendible, aplicable y útil para el lector.

    Este libro se compone de siete partes. En la Parte I nos dedicamos al diagnóstico financiero y el análisis de tesorería de la empresa. Aquí fundamos una gran parte de las bases conceptuales de las finanzas que van a regir el análisis del resto del libro. Esta primera parte presenta además un modelo de análisis que permite al lector comprender las relaciones entre las decisiones operativas y sus efectos financieros en la empresa. La Parte II está dedicada al análisis de las inversiones. Una de las maneras de ver empresa es que como un portafolio de proyectos de inversión, que generará valor para sus inversores en tanto y en cuanto dichos proyectos hayan sido seleccionados adecuadamente. La Parte III se dedica al análisis de la manera en que la empresa financia sus inversiones. En particular presta especial atención a la relación entre la cantidad de deuda y la cantidad de capital propio y al costo del capital asociado a esa estructura de financiamiento. La Parte IV del libro está dedicada a la valuación de las empresas. El concepto de valor de la empresa, si bien se suele utilizar de manera casi cotidiana, no siempre es suficientemente comprendido, por lo que en esta parte del libro lo trabajamos en cierta profundidad. La Parte V analiza la gestión del valor de la empresa. En particular, analiza la generación o destrucción de valor implícita en las decisiones empresarias. La Parte VI analiza los aspectos más relevantes de la gestión de los riesgos de la empresa. Toda empresa tiene que asumir riesgos para tener un fundamento para existir y posibilidad de crear valor; en esta parte del libro analizamos los fundamentos del riesgo, su medición, las herramientas de coberturas disponibles y las razones para asumir o transferir un riesgo. La Parte VII se dedica a analizar al empresario como eje de todo el sistema empresa. En esta última parte del libro analizamos las diferencias entre un empresario y un ejecutivo, y cómo esto influye su vínculo con la empresa. Finalmente, incluimos un cuestionario de auto-evaluación que permitirá al lector reflexionar sobre los contenidos y verificar su aprendizaje.

    Este libro no hubiera sido posible sin el apoyo de todos nuestros colegas del departamento de finanzas del IAE. Sus contenidos han sido discutidos en repetidas oportunidades con nuestros colegas Javier García Sanchez, Gabriel Noussan, Florencia Paolini y Martín Perez de Solay y varios profesores de otras áreas académicas del IAE. Queremos también expresar nuestro agradecimiento a los cientos de alumnos y participantes de programas master y de formación de ejecutivos que, a lo largo de tantos años de trabajo, han pasado por nuestras clases. Ellos han contribuido, tal vez involuntariamente, a refinar y perfeccionar muchos de los conceptos que leerán en las páginas que siguen. Queremos destacar especialmente el apoyo de la Profesora Florencia Paolini, quien ha dedicado una gran cantidad de tiempo a ayudarnos con este proyecto. De hecho, los capítulos que componen la Parte II de este libro se nutren de trabajos anteriores que hemos co-autorado con ella. Por último, queremos agradecer especialmente a nuestras familias por haber sabido comprender, acompañar y, a veces, tolerar, las largas horas que dedicamos a la escritura de este trabajo. Mucho del tiempo que le dedicamos fue gentil y generosamente cedido por ellos.

    Pilar, Abril de 2010

    Parte I

    Diagnóstico Financiero

    y Gestión de Tesorería

    Capítulo 1

    Articulando Activos y Pasivos

    La Lógica de las Empresas

    Las organizaciones cumplen un papel decisivo dentro del entorno donde operan, no solamente creando valor para la sociedad a través de la producción de bienes y servicios, sino formando comunidades que, generan un proceso de aprendizaje permanente. En el mundo de las empresas, esa dinámica no deja de ser apasionante, flexible, y con capacidad de respuesta ante un entorno que envía permanentemente señales nuevas y cambiantes. Es frecuente identificar a la empresa con la figura de un líder, cuyas características influyen profundamente el rumbo de la actividad empresaria. Además, en la mayoría de los casos se juntan en una misma persona la condición de manager y accionista; esto plantea objetivos particulares que impactan especialmente en todo el marco de la tarea directiva.

    En definitiva, esta comunidad de personas, motivada por un líder que por lo general conoce muy bien el producto que ofrece y el mercado que lo demanda, desarrolla gran parte de su vida intentando dar un servicio específico a la sociedad donde participa, satisfaciendo al mismo tiempo sus necesidades fundamentales. Cumplir los objetivos requiere continuidad en el tiempo; tiempo a lo largo del cual las empresas, como organismos vivos, crecen, se desarrollan y se consolidan, a través de sus decisiones, aciertos y errores, de sus inversiones, sus planes de negocio, y de su aprendizaje.

    Por todo esto, en este capítulo, queremos avanzar en la reflexión de la dinámica de las empresas como creadoras de valor económico y de aquellos factores que determinan su sustentabilidad en el tiempo, de modo que puedan seguir creciendo en el mercado donde operan.

    Los Activos ¿qué son?

    Las empresas necesitan tener una serie de bienes, tangibles o no, para poder apoyarse en algo concreto que facilite la llegada de sus productos o servicios al mercado. Comencemos por ponerle nombre a estos bienes para poder hablar un idioma común con el mundo de la empresa.

    Vamos a la Real Academia Española: ésta define a los activos como al conjunto de todos los bienes y derechos con valor monetario que son propiedad de una empresa, institución o individuo, y que se reflejan en su contabilidad. Si bien esta definición nos puede dar una aproximación a la definición general de los activos, en la práctica, usamos este término de una manera más concreta que intentaremos clarificar en los próximos párrafos.

    Si preguntáramos a un auditorio de empresarios ¿qué es un activo?, seguramente surgirían, probablemente en un tono con un dejo de duda y misterio, frases como las siguientes: lo que tengo…, lo que me sirve para hacer algo…, las herramientas que me ayudan a producir…, las máquinas… Quizás con menos frecuencia se piensen frases como: lo que le financio a mis clientes..., lo que tengo guardado en el galpón…, etc. Y mucho menos, si somos honestos, responderemos: mis capacidades…, mi gente…, mi equipo directivo… Alguna vez han surgido respuestas tan opuestas como: mi estado de ánimo…, o no lo veo un concepto imprescindible para llevar adelante mi negocio… Ambas, provistas por dueños de empresas exitosas, con mucho conocimiento de su negocio pero, por lo visto, con visiones poco contables de los activos.

    ¿Son acertadas las frases que surgen de las respuestas anteriores? ¿Son los activos todo eso o por lo menos la suma de cada una de esas definiciones? Podemos decir que, en general, casi todas las respuestas hacen referencia a ciertos activos y, más aún, no todos los activos están detallados en ese listado. Esto refleja el hecho de que muchas veces resulta más fácil entender las cosas pensando en su finalidad –preguntándonos para qué sirven – que por la descripción objetiva de qué son o cómo están conformados. Entiendo mejor una cuchara como un utensilio que me ayuda a tomar alimentos líquidos o blandos, que como un utensilio que se compone de una parte cóncava prolongada en un mango (también definición el Diccionario de la Real Academia Española).

    Entonces, propongamos un segundo interrogante: ¿Cuál es la finalidad de los activos? Ayudarme a producir, diría uno; poder vender, otro; tener bienes que den mayor solidez en la empresa, diría un tercero. Cierto, en parte también. Pero todos esos son objetivos intermedios; en definitiva, las empresas tienen sus activos con el fin de conseguir sus beneficios. En las compañías, es necesario, aunque a veces no suficiente para garantizar la sustentabilidad, lograr, como mínimo, un beneficio que permita su sostenimiento y crecimiento. En vistas a esto, podemos decir que los activos son las herramientas, tangibles o no, que tiene la empresa para conseguir sus beneficios. En términos más genéricos, a estas herramientas se las llama inversiones. Es decir: los activos son las inversiones de la empresa.

    ¿Y cómo puede definirse un proceso de inversión? Sobre la base de lo anterior, podemos decir que invertir implica renunciar a un consumo hoy con la esperanza de poder consumir más en un futuro. En definitiva, lo que nos seduce a renunciar a ese bien presente, es la rentabilidad esperada del proyecto que encaramos; sea éste un proyecto que recién se inicia, o parte de una empresa en marcha. Esto es así ya que las empresas son, como sabemos, la suma de los proyectos en ejecución que la componen.

    De qué depende la rentabilidad esperada de los proyectos es un tema que veremos más adelante; de todos modos, está claro que no hablamos de un valor absoluto sino que será una referencia porcentual. Así como los campos se venden en pesos por hectárea, la verdura en pesos por Kg. y las bebidas en pesos por litro, el dinero tiene un precio que está dado en pesos por peso. Es decir, cuando queremos medir lo que rinde (que es la otra cara de ‘lo que cuesta’) un uso concreto del dinero, relacionaremos los ‘pesos’ obtenidos, con los ‘pesos’ empleados. Esto nos da un porcentaje, que es el retorno (precio) de ese dinero. Más específicamente, la rentabilidad de una inversión surge del monto (en dinero) ganado por la operación, medido con respecto al dinero invertido en pos de conseguirlo.

    Entonces, podemos decir que una medida de la rentabilidad podría ser la relación entre los beneficios operativos de la compañía y los fondos invertidos para obtenerlos (que según vimos, eran los activos). Es decir: 

    Rentabilidad = Beneficio Operativos/Activo

    Como veremos más adelante, esta es solamente una de las posibles medidas de rentabilidad; según qué zapatos nos pongamos, surgen mediciones alternativas, también relevantes. La medición de la rentabilidad es algo que interesa tanto a una gran multinacional, a una empresa PyME, como a una señora que decide ir al banco a hacer un plazo fijo con sus ahorros. Cuando alguien pregunta acerca de la tasa de ganancia, lo que está haciendo es pensar solamente en la rentabilidad de su inversión aunque no tenga tan clara de manera explícita la definición de inversión que vimos anteriormente.

    Si volviéramos a reunir a nuestro grupo de empresarios y les preguntáramos acerca de la rentabilidad de sus negocios, muy probablemente varios hablarían de una rentabilidad sobre ventas del tanto por ciento… Vimos, sin embargo, que ese concepto difiere de la definición de rentabilidad discutida en los párrafos anteriores. Si bien tiene en cuenta el concepto de beneficio (qué se obtuvo), no considera el concepto de la inversión realizada para obtenerlo. ¿De dónde surge esta aparente confusión? Sin duda, del atractivo que tiene para el empresario el conocer el fruto que le deja su operación (venta). Sin embargo, aquí ya no estaríamos hablando de rentabilidad, sino de margen. El margen se define como el resultado obtenido por peso de ventas (en términos comparativos, podríamos pensarlo como la cantidad de jugo que se logra sacar de cada naranja). Pero, ¿qué tan relevante es el margen y cuál es su relación con la rentabilidad?

    El margen, si bien no deja de ser clave para un buen seguimiento de la gestión de costos y de precios y, por tanto, el indicador que más habitualmente uno tiene en la cabeza, por si solo no sirve como medida de rentabilidad. Es necesario complementarlo con alguna referencia acerca del monto invertido, para que llegue a constituir una medida completa de rentabilidad. Entonces, intentemos dilucidar cómo es que se relacionan los conceptos de margen y rentabilidad.

    Si partimos de la fórmula de rentabilidad anterior y multiplicamos y dividimos en el lado derecho por las ventas, nos queda:

    Esta operación, obviamente, no altera el resultado de la ecuación. Luego, usando el criterio matemático que dice que el orden de los factores no altera el producto, cambiamos el orden en el denominador:

    Esto es:

    Surgen entonces dos nuevos conceptos en los que pareciera descomponerse nuestra medida de rentabilidad.

    El primer factor que tenemos del lado derecho de la ecuación es el comúnmente llamado margen. Como vimos, el margen sobre ventas es la relación que existe entre el beneficio operativo de la empresa y el nivel de facturación. El beneficio operativo es el dinero que gano por vender el producto o el servicio que estoy comercializando; el que obtendría la empresa si no estuviese endeudada.¹ Por tanto, el margen sobre ventas nos dice cuántos pesos de beneficio obtenemos por cada peso que vendemos.

    El segundo factor es típicamente conocido como rotación. La rotación es la cantidad de veces que la compañía vende sus activos por año. Este concepto me orienta a saber cuantas veces por año giran mis activos, en función de mi nivel de facturación y de mis inversiones. Si vendo $300 y tengo activos por $100, tendré una rotación de 3, que me dirá el número de veces que rotaron mis activos en el año.

    Sin duda que el margen de ventas es clave en una empresa, y cuidarlo es una tarea esencial de los responsables de la empresa, pero el margen no puede separarse de la rotación. Juntos dimensionan el nivel de rentabilidad que tienen los activos; es decir, son variables que deberían estar siempre emparentadas. Si buscamos mejorar nuestra rentabilidad, deberemos trabajar al menos uno de estos conceptos; o bien buscamos la rentabilidad a través de vender muchas veces cada peso de inversión que volcamos en la empresa, o bien buscamos vender nuestros productos con una buena ganancia.

    Las estrategias de margen y rotación dependen mucho de las estructuras de negocio de las compañías. De hecho, es muy común que empresas de diferentes industrias tengas diferencias importantes en cuanto a la manera en la que obtienen su rentabilidad. Tomemos el ejemplo de un supermercado. Sabemos que el margen que éste recarga a sus productos es bastante bajo. De hecho, los supermercados (y las compañías de retail en general) viven de lograr un alto índice de rotación en su negocio. Por el contrario, hay otras industrias que, por su estructura de negocio, logran un alto margen, sacrificando algo en términos de rotación. En ambas alternativas resulta factible lograr una rentabilidad adecuada, pero es importante comprender cómo ésta se obtiene.

    Las diferencias entre margen y rotación dependen también mucho de la manera en que la empresa lleve adelante sus negocios. Es común encontrar que empresas de un mismo sector manejan estas variables de forma totalmente distinta, con estrategias de alto margen y baja rotación de activos y viceversa. Es más, es posible que ambas tengan similar rentabilidad sobre activos, pero obteniéndola por caminos diferentes.

    Surge así otra pregunta: qué prefiere ¿ser dueño de una empresa que vende relojes de lujo de alto precio (Empresa A) o de otra que lo hace en forma masiva a precios sustancialmente menores (Empresa B)?

    La respuesta inmediata, consecuencia del concepto bien incorporado que tenemos de margen sobre ventas, podría ser: obviamente preferiremos la Empresa A. Por cada reloj que vende gana el 25%, mientras que la segunda no llega al 5%. Además, uno puede tentarse y pensar que ser accionista de una marca importante es más negocio que serlo de una baratija. No obstante, si incorporamos el análisis de rentabilidad recientemente aprendido, vemos que nos falta tomar en consideración los niveles de rotación: deberíamos pensar en hacer rendir lo más posible la inversión, y no la facturación. Por eso, antes de responder a la pregunta anterior, necesitamos conocer el nivel de inversiones que cada compañía requiere con vistas a conseguir ese margen.

    Pidamos entonces más información:

    De estos resultados ya podemos sacar el segundo dato que nos sirve para analizar el rendimiento de la inversión: podemos calcular la rotación.

    Como vemos, las conclusiones no parecen ser tan obvias como al principio. Si bien la empresa A tiene grandes márgenes sobre ventas, se ve que los activos que necesita para conseguir ese margen son muy grandes (no simplemente en valor absoluto, sino también en relación a las ventas). Probablemente, esas inversiones no sólo incluyen las plantas, la maquinaria, el inventario y las cuentas por cobrar. Seguramente, para llegar al nivel de posicionamiento que tiene esta empresa, ha invertido mucho en activos intangibles (marca, investigación y desarrollo, etc.).

    Podríamos incluso considerar la hipótesis que la empresa A atiende un mercado exclusivo, mientras que la empresa B seguramente vende a un mercado masivo, no brindando un servicio comparable, y requiriendo por tanto sustancialmente menores niveles de inversión. Quizás también, la empresa B corresponda al caso de una empresa que terceriza su producción en países de mano de obra sustancialmente más baja.

    Según nuestra fórmula anterior, la rentabilidad sería:

    Rentabilidad = Margen sobre ventas × Rotación

    ¿Cómo resulta su aplicación en este caso?

    Los números de la Tabla 1.4., nos muestran que altos márgenes de ventas no garantizan la mejor rentabilidad. El ejemplo muestra claramente que la rotación es un complemento clave, cuya consideración no debe excluirse. Es más, al analizar los resultados de este sencillo ejemplo, se ve que la eficiencia del uso de las inversiones de la Empresa B es superior al de la Empresa A. Tanto es así, que seguramente se evaluará como atractiva la posibilidad de invertir en ella. De esta forma quizás, un inversor de la Empresa B pueda comprarse con más facilidad un reloj de la Empresa A…

    Surgen así distintas alternativas de negocio que muestran diferentes combinaciones de margen y rotación:

    A esta altura surge espontánea otra pregunta: ¿Existen empresas que tengan bajo margen y baja rotación? ¿Qué las caracteriza? La respuesta es claramente afirmativa, suele ser el caso de empresas dedicadas a atender mercados estancados, con productos muy maduros y sin innovación. Es común que tengan un management desactualizado y no adaptado a las nuevas exigencias de los mercados. En muchos casos, estas compañías tienden a la desaparición.

    Claramente, podríamos plantearnos la pregunta sobre el caso opuesto. ¿Existen empresas con alto margen y alta rotación? Naturalmente, éstas serán las empresas más apetecibles para todos. No sólo venden mucho respecto a su inversión, sino que ganan mucho por cada unidad vendida. ¡El paraíso del empresario! ¡La gallina de los huevos de oro! ¿Será posible este desafío? Sin duda el mercado actual presenta muchas de estas compañías que han sabido detectar una necesidad y han generado las barreras de entrada a su negocio para poder sostener alto crecimiento con altas rentabilidades. La era de Internet ha dado claros ejemplos de que esto es posible. La industria del conocimiento está liderando este segmento de compañías con altísimo valor en el mercado. No es necesario irse a temas tan virtuales para detectar estas empresas. Muchas compañías han conseguido que sus productos sean altamente demandados, con márgenes más que satisfactorios. El secreto ha sido muy buenas campañas de posicionamiento de marca, muy buena innovación y creatividad en sus ofertas, generalmente acompañado de un muy buen management que entiende las tendencias del mercado y se anticipa a ellas. Contrariamente a lo que muchos pueden presuponer, en este grupo no sólo hay grandes compañías multinacionales, sino que también encontramos pequeñas empresas que han encontrado un nicho bien diferenciado y lo explotan de manera eficiente. Se trata de encontrar las oportunidades de negocio y de saber protegerlas adecuadamente.² Como es de suponer, permanecer en esta condición no es un desafío sencillo y demanda de una capacidad de innovación e inversión muy importante.

    Una vez internalizados estos conceptos, el desafío es el de poder armar estrategias cuyos resultados optimicen el rendimiento de la inversión, y no solamente el margen. Existen rasgos que nos ayudan a tipificar los negocios en cuanto a su habilidad para generar rentabilidad vía margen o vía rotación, según se ilustra en la Tabla 1.6. Vemos que las decisiones estratégicas no dependen solamente del cuadrante seleccionado para competir con su empresa, sino, fundamentalmente, de las capacidades que la empresa pueda desarrollar para sostener en el tiempo un determinado criterio de negocio. Siempre es conveniente asegurarnos de que, para conseguir resultados adecuados de inversión, por lo menos una de las dos variables (margen o rotación) sea satisfactoria, de lo contrario podemos correr el riesgo de hacer de la empresa una especie en extinción.

    Para concluir este primer análisis acerca de la inversión en activos, es interesante destacar que los procesos y estrategias aquí descritos no son estáticos. Por ejemplo, los grandes cambios en las variables económicas mundiales –con la incorporación a los mercados de grandes países en desarrollo con enormes poblaciones que empiezan a consumir cada vez más alimentos con proteínas – han hecho que los tradicionales commodities agrícolas ya no sean productos de grandes volúmenes con bajos márgenes. Podemos ver hoy cómo los sectores agroindustriales se han convertido en una parte muy dinámica en el desarrollo de las economías de muchos países.

    Hasta el momento nos hemos dedicado a pensar, al menos de manera introductoria, en los activos de la empresa, y fundamentalmente, en la discusión de su rentabilidad. Esos activos y su rentabilidad tienen como contraparte los recursos (pasivos) que los financian y su costo. A este tema nos abocamos a continuación.

    La Historia de los Pasivos

    Ahora bien: ¿de donde surgen los activos? De plata que puse yo para comprar la primera máquina y a partir de ahí no se bien de donde pero siempre tuve que estar poniendo algo…. Esta respuesta tan sensata y de tanto contenido financiero, no hace más que abrirnos una puerta para empezar a entender el mundo de los pasivos. ¿Qué es un pasivo? Volvamos a la Real Academia Española. Pasivo es el valor monetario total de las deudas y compromisos que gravan a una empresa, institución o individuo, y que se reflejan en su contabilidad. También dice: Dicho de una persona que deja obrar a los demás, sin hacer por sí cosa alguna; (traducción: un vago). Evidentemente, el contenido de este libro se focaliza más en la primera definición.

    Para entender el sentido de los pasivos, debemos hacer el ejercicio mental de pensar en la empresa como una organización que busca recursos en el mercado, para poder invertirlos (en sus activos), ofrecer un bien o servicio determinado, y conseguir una rentabilidad satisfactoria. Claramente, este simple enunciado trae consigo el armado de la organización a través de su gente, de sus estrategias y de sus planes de acción.

    ¿Se condice este comentario con la respuesta dada a la pregunta "de donde surgen los activos" que hicimos anteriormente? Por supuesto que sí. De hecho, podemos decir que los pasivos son los recursos que tiene la empresa para poder financiar sus activos. Y estos recursos pueden venir de una gran variedad de fuentes que iremos presentando y caracterizando de a poco en esta sección.

    ¿Cuáles son los recursos de los que dispone una compañía? Podemos seguir dos grandes esquemas a la hora de clasificar los recursos que las empresas usan para financiar sus operaciones.

    Una primera clasificación se puede hacer sobre la base del tipo de contrato realizado entre las partes; una segunda, sobre la base del esquema de negociación necesario para obtenerla.

    En relación al tipo de contrato entre las partes encontramos:

    Deuda. En este caso, el inversor aporta sus fondos al financiamiento de la compañía, a cambio de la promesa de un repago en unas condiciones determinadas en el momento inicial.

    Acciones. En este caso, el inversor aporta fondos a la empresa contra la promesa de recibir todos los derechos sobre la inversión realizada por la empresa, una vez satisfechos los pagos adeudados a otros inversores.

    En relación al tipo de negociación entre las partes, podemos caracterizar:

    Recursos Espontáneos. Son aquellos recursos que surgen de manera espontánea con la operación de la empresa.

    Recursos Negociados. Son aquellos recursos que debemos ir a buscar al mercado cuando se requieren recursos adicionales para financiar los niveles de inversión que demanda la gestión de la empresa.

    En este capítulo trabajaremos fundamentalmente sobre la base de la categorización entre recursos espontáneos y recursos negociados. Nos ocuparemos de la deuda y el capital propio cuando tratemos el costo y la estructura de capital, en los capítulos 7 a 10 del libro.

    Recursos Espontáneos

    La gestión misma de la operatoria de la empresa, tanto en sus ventas, compras, pago de salarios, pago de impuestos, inversiones, etc. hace que los proveedores de esos servicios, por una cuestión comercial (de ventas) o una cuestión meramente operativa (pago de impuestos), no demanden por los servicios o bienes que entregan, un pago contado. Esto determina un plazo convenido de cancelación de las obligaciones contraídas, que representa recursos que sirven para financiar parte de las inversiones de la compañía. Si este plazo no existiese, algo debería cambiar: o bien la empresa dispondría de menos fondos en la caja

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