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Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá
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Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá
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Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá

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La escatología es el estudio de las últimas cosas. Para algunos esto quiere decir solamente "cosas futuras", pero todos estos autores anotan que ya viviemos en una época de cumplimiento inicial de las promesas acerca del Mesías, Jesús. Estamos en un mundo donde la escatología ya está presente.
Este libro participa en el debate de la escatología con un enfoque en el milenio y el más allá. Estos asuntos tienen que ver con la pregunta de si habrá un reino futuro intermedio sobre la tierra para que dure mil años en el cual Cristo reine antes del establecimeinto de los nuevos cielos y la nueva tierra.
Puesto que el enfique de este libro es el tema del milenio y más allá, ciertos temas normalmente prominentes en el libro sobre escatología y los tiempos finales no son prominentes aquí. Temas tales como el arrebatamiento y la tribulación reciben atención solamente cuando están relacionados con el debate sobre el milenio.
"Yo le prometo, como estudiante de las Escrituras, una lectura fascinante. La discusión presente muestra cómo y por qué los cristianos evangelicos tienen diferencias sobre los aspectos del futuro. Los ensayos también indican cómo cada punto de vista milenial impacta el entendimiento de la tarea y el destino del pueblo de Dios en el plan de Dios, tanto en el presente como en el futuro. La presentación de los diferentes puntos de vista uno al lado del otro le permitirá evaluar cada opción." Darrell L. Bock
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 jul 2020
ISBN9781629462271
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    Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá - Darell L. Bock

    Gracia

    PREFACIO DEL EDITOR

    Es un placer dar la bienvenida al lector a este estudio, en mi concepto, sin precedentes, que trata acerca de los aspectos de la escatología que tienen que ver con nuestro futuro. No sé de otra obra reciente donde expositores de los tres principales puntos de vista se reúnan para presentar sus posiciones en un ambiente de debate pacífico.

    La escatología es el estudio de las últimas cosas. Para algunos esto quiere decir solamente «cosas futuras», pero todos estos autores anotan que ya vivimos en una época de cumplimiento inicial de las promesas acerca del Mesías, Jesús. Estamos en un mundo donde la escatología ya está presente.

    Este libro participa en el debate de la escatología con un enfoque en el milenio y el más allá. Estos asuntos tienen que ver con la pregunta de si habrá un reino futuro intermedio sobre la tierra que dure mil años en el cual Cristo reine antes del establecimiento de los nuevos cielos y la nueva tierra.

    Esto también se llama «quilianismo». Los que creen que Cristo vendrá antes de tal reino se llaman premilenialistas. Los que creen que la época presente de la iglesia representa ese reino intermedio están divididos en dos clases. Los pos milenialistas ven a la iglesia como moviéndose hacia un cumplimiento pleno de las promesas del reino. Ellos creen que este movimiento gradual persiste hasta la manifestación de Cristo. Los amilenialistas dicen que no hay un futuro milenio literal, sino que cuando Cristo vuelva, entramos inmediatamente en un cielo nuevo y una tierra nueva. Sin embargo, los posmilenialistas no son iguales a los amilenialistas. Los posmilenialistas ven a la iglesia marchando gradual pero firmemente, hacia la victoria en esta época presente, mientras que los amilenialistas ven a la iglesia rescatada de las tribulaciones y persecuciones de un mundo caído hasta cuando Jesús vuelva.

    Los tres puntos de vista tienen también categorías subordinadas, como aclararán los autores, pero la responsabilidad básica de cada uno de ellos será trazar las razones hermenéuticas, teológicas, y exegéticas de su respectivo punto de vista acerca del milenio. Cada autor también debe proveer una historia breve de su posición.

    Puesto que el enfoque de este libro es el tema del milenio y más allá, ciertos temas normalmente prominentes en libros sobre escatología y los tiempos finales no son prominentes aquí. Temas tales como el arrebatamiento y la tribulación reciben atención solamente cuando están relacionados con el debate sobre el milenio. Otras obras en la serie «Contrapuntos», como las que tratan del arrebatamiento y el libro de Apocalipsis, prestan atención más detallada a aquellos.

    Yo le prometo, como estudiante de las Escrituras, una lectura fascinante. La discusión presente muestra cómo y por qué los cristianos evangélicos tienen diferencias sobre los aspectos del futuro. Los ensayos también indican cómo cada punto de vista milenial impacta el entendimiento de la tarea y el destino del pueblo de Dios en el plan de Dios, tanto en el presente como en el futuro. La presentación de los diferentes puntos de vista uno al lado del otro le permitirá evaluar cada opción.

    Cada autor presenta un ensayo que resume las razones de su punto de vista. El ensayo premilenial es un poco más largo que los otros dos, debido a su tratamiento del aspecto histórico. Por eso, para equilibrar, las respuestas de los otros dos puntos de vista también son más largas de manera que los autores puedan responder tanto a los asuntos históricos como a los textuales. Después de cada ensayo hay respuestas cortas con el propósito de poder plantear preguntas y temas contrarios a la posición del ensayo principal. Es allí donde el lector verá expuestas con mayor claridad las diferencias en interpretación entre los puntos de vista. Como es evidente, los temas clave incluyen la interpretación de textos como Apocalipsis 20 y Romanos 11, el papel de la destrucción del templo en el pensamiento cristiano primitivo, la relación de textos del Antiguo Testamento con los del Nuevo Testamento, y cómo se debe interpretar el libro de Apocalipsis en cuanto a su mensaje y a su posición en el canon.

    Concluyo el libro con un ensayo que resume los asuntos discutidos cuando se considera el milenio y más allá. No trataré de resolver el debate en mi ensayo final, pero sí trataré de describir los aspectos hermenéuticos, teológicos, y exegéticos que están en el centro de la discusión de este tema y los desacuerdos que resultan. Cada punto de vista tiene que enfrentar estos aspectos a medida que intenta determinar lo que las Escrituras dicen acerca del tema. Usted merece saber que yo soy premilenialista, pero he tratado de escribir el ensayo final como un estudiante que está reflexionando sobre el tema, tratando de ayudar a otros estudiantes de la Biblia a viajar en el complejo terreno de los debates acerca de la escatología del futuro.

    Doy gracias a los tres autores por su cumplimiento fiel de lo asignado. He disfrutado estudiar los ensayos y reflexionar acerca de cada punto de vista en este formato paralelo.

    He aprendido mucho acerca de cada posición y por qué algunos mantienen cada punto de vista. Espero que usted tenga la misma experiencia, y además, reciba los recursos necesarios para «escudriñar las Escrituras» y ver cuál de estos puntos de vista refleja de mejor manera la Palabra de Dios.

    Darrell L. Bock

    Febrero 28, 1998

    Capítulo Uno

    POSMILENIALISMO

    Kenneth L. Gentry Jr.

    Fácil y frecuentemente, la escatología se utiliza de mala manera. Su importancia, sin embargo, es fundamental para tener una cosmovsión distintivamente bíblica. Aunque somos criaturas limitadas por el tiempo (Job 14:1-67) y el espacio (Hechos 17:26), Dios ha puesto la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11). Por eso, tenemos un interés innato en el futuro —cosa que necesariamente afecta nuestra conducta en el presente—.

    A la luz de estas verdades, la revelación bíblica del futuro tiene mucha importancia y relevancia para el pueblo de Dios.

    2 Timoteo 3:16-17 nos enseña que «Toda Escritura es inspirada por Dios» (y por lo tanto tiene importancia), «a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (y es por tanto, práctica). La no desdeñable tarea de la escatología es explorar la revelación entera de la Palabra infalible de Dios con el objetivo de discernir el curso de la historia del mundo. Dicho curso ha sido ordenado por Dios y revelado proféticamente desde la creación hasta la consumación. Esta tarea tiene como fin emitir «un llamado a la acción y obediencia en el presente».¹

    En este capítulo presentaré los fundamentos bíblicos y contornos básicos del sistema de escatología conocido como posmilenialismo. Empezaré dando una definición de la idea básica, a saber: el posmilenialismo espera que la proclamación del Evangelio de Jesucristo, bendecida por el Espíritu, ganará la vasta mayoría de seres humanos a la salvación en esta época presente. El éxito creciente del Evangelio producirá de manera gradual una época en la historia, antes de la segunda venida de Cristo, en la cual la fe, la justicia, la paz, y la prosperidad prevalecerán en los asuntos de personas y naciones. Después de una época extensa de tales condiciones, el Señor volverá visible y corporalmente, en gran gloria, poniendo fin a la historia con una resurrección general y el juicio final de toda la humanidad.² Por tanto, nuestro sistema es posmilenial porque el retorno glorioso del Señor ocurre después de una época de condiciones «mileniales». De esta manera, la persona que adopta el sistema de escatología denominado posmilenialismo proclama en una forma especial que la historia está bajo el control de Él.

    EL DESARROLLO HISTÓRICO DEL POSMILENIALISMO

    A pesar de frecuentes afirmaciones proféticas en los escritos de los padres de la Iglesia, se presenta un fenómeno curioso: ningún credo antiguo afirma un punto de vista específico sobre el milenio. Aunque están subordinados a las Escrituras, los credos tienen un papel importante en definir la ortodoxia cristiana. Protegen a la Iglesia, a lo interno de la corrupción de la fe, y a lo externo, de los ataques de la incredulidad.

    El posmilenialismo antiguo

    Las formulaciones tempranas de los credos del cristianismo proveen solamente los elementos más sencillos de la escatología. Por ejemplo, el Credo de los Apóstoles simplemente afirma, «Ascendió al cielo, y se sentó a la derecha de Dios Padre Todopoderoso; desde dónde volverá para juzgar a los vivos y a los muertos», y «Yo creo . . . en la resurrección del cuerpo, y la vida eterna». La escatología del credo de Nicea hace solo un pequeño avance, afirmando que Él «ascendió al cielo, y se sentó a la derecha del Padre; y volverá otra vez con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos; cuyo Reino no tendrá fin».

    Tanto el amilenialismo como el posmilenialismo se adaptan fácilmente con estos y con otros credos antiguos. En cambio, es más difícil adaptar el premilenialismo a los credos antiguos, porque requiere dos resurrecciones y dos juicios separados en lugar de una resurrección y un juicio general que abarquen simultáneamente a todas las personas. Por esta razón, tal como admite el teólogo dispensacionalista Robert P. Lightner:

    «Ninguno de los credos importantes de la Iglesia incluyen el premilenialismo en sus afirmaciones».³ Sin embargo, ninguno de los credos tempranos afirma explícitamente alguno de los puntos de vistas sobre el milenio como la posición ortodoxa. Esto no es causa de sorpresa porque como explica Erickson, «Los tres puntos de vistas sobre el milenio han existido durante toda la historia de la Iglesia».⁴

    Tomando nota de esto, esperamos pues encontrar en la historia temprana del cristianismo, un desarrollo progresivo de los diferentes puntos de vista sobre el milenio, en lugar de un sistema ya completamente desarrollado. Por ejemplo, Walvoord confiesa, cuando se da a la tarea de defender el dispensacionalismo: «Es necesario conceder que una teología desarrollada y detallada de pretribulacionismo no se encuentra en los escritos de los primeros padres de la Iglesia, pero tampoco encontramos ninguna otra exposición detallada y establecida de otra variante del premilenialismo. El desarrollo de la mayoría de las doctrinas importantes duró siglos»⁵. Y aunque el premilenialismo se desarrolló un poco más temprano (especialmente en Ireneo, 130-202 d.C.⁶), el teólogo Donald G. Bloesch escribe: «El posmilenialismo fue anticipado ya en los escritos patrísticos de Eusebio de Cesarea (260-340 d.C.)⁷». Schaff le atribuye al posmilenialismo un origen aun mas temprano, notando que Origenes (185-254 d.C.) «esperaba que el cristianismo, debido a su crecimiento continuo, lograría dominio sobre todo el mundo».⁸

    Atanasio (296-372 d.C.) y Agustín (354-430 d.C.) son otros dos padres prominentes de la época temprana de la iglesia cuya confianza histórica parece expresar una forma incipiente de posmilenialismo.⁹ Tal como Zoba comenta, Agustín enseñó que la historia «será marcada por la influencia siempre creciente de la Iglesia al vencer la maldad del mundo antes de la venida del Señor».¹⁰ Esto eventualmente resultará en un «descanso futuro de los santos en la tierra» (Agustín, Sermón 259:2) «cuando la Iglesia sea libre de todos sus malos elementos, los cuales están en el presente mezclados entre sus miembros y Cristo reinará en paz en medio de ellos».¹¹ Este posmilenialismo temprano e incipiente contiene dentro de sí el elemento primordial sistemático de su desarrollo tardío: una esperanza firme en la victoria del evangelio antes del retorno de Cristo.

    Posmilenialismo en la Reforma

    Después, como afirma Bloesch: «el posmilenialismo experimentó un crecimiento en la edad media» como lo demuestran los escritos de Joaquín de Fiore (1145-1202) y otros.¹² Pero el posmilenialismo más completamente desarrollado aparece durante los siglos XVII-XIX, especialmente bajo influencia puritana y reformada en Inglaterra y Estados Unidos. Rodney Peterson escribe que «este punto de vista había sufrido cambios, especialmente desde el tiempo de Thomas Brightman (1562-1607)». Brightman es uno de los padres del presbiterianismo en Inglaterra.¹³ El libro A Revelation of the Revelation [Una revelación del Apocalipsis] publicado después de su muerte en 1609 explica en detalle su punto de vista posmilenialista y muy pronto llegó a ser una de las obras más traducidas en su tiempo. De hecho, algunos historiadores de la Iglesia consideran esta obra la «revisión más importante e influyente en inglés del concepto reformado y agustiniano del milenio»¹⁴. Fue por tanto Brightman el que sistematizó (no engendró) el posmilenialismo en el tiempo moderno.

    Bloesch nombra otras figuras importantes de esta época de oro del posmilenialismo: Samuel Rutherford (1600-1661), John Owen (1616-1683), Philipp Spener (1635-1705), Daniel Whitby (1638-1726), Isaac Watts (1674-1748), los hermanos Wesley (en los 1700), y Jonathan Edwards (1703-1758).¹⁵ A esta lista podríamos añadir a Juan Calvino (1509-1564) como un posmilenialista incipiente.¹⁶ En el prefacio del discurso al Rey Francisco I de Francia, Calvino escribe:

    Nuestra doctrina debe sobresalir invencible sobre toda la gloria y sobre todo el poder del mundo, porque no es de nosotros, sino del Dios viviente y de Cristo, a quien el Padre nombró Rey para «reinar de mar a mar, y desde los ríos hasta los confines de la tierra . . .» Y Él reinará de tal manera que quebrará la tierra entera con su fuerza de hierro y bronce, con su brillantez de oro y plata, haciéndola añicos con la vara de su boca como si fuera un vaso de barro, tal como los profetas profetizaron en cuanto a la magnificencia de su reino.¹⁷

    Calvino es un precursor del posmilenialismo de los reformadores Martín Bucer (1491-1551) y Teodoro Beza (1519-1605). A continuación de estos, pero aún con más claridad, están los puritanos William Perkins (1558-1602), William Gouge (1575-1653), Richard Sibbes (1577-1635), John Cotton (15841652), Thomas Goodwin (1600-1679), George Gillespie (1613-1649), John Owen (1616-1683), Elnathan Parr (¿?-1632), Thomas Brooks (1608-1680), John Howe (¿?-1678), James Renwick (¿?-1688), Matthew Henry (1662-1714), y otros.

    La forma puritana del posmilenialismo generalmente enseña, no solo la gloria futura de la Iglesia, sino también que el milenio en sí no comenzará hasta que los judíos se conviertan; y que progresará rápidamente después, prevaleciendo sobre la tierra literalmente durante mil años. Una Iglesia purificada y un gobierno justo regido por la Ley de Dios, se levantarán bajo esta efusión intensa del Espíritu. Todo esto culmina al fin, con el conjunto de eventos asociados con la segunda venida de Cristo. Muchos de los puritanos enseñaron también que los judíos volverían a su tierra durante este tiempo.¹⁸

    Posmilenialismo moderno

    Los posmilenialistas genéricos¹⁹ de los siglos XIX y XX generalmente no enseñaban que el pueblo judío volvería a su tierra en cumplimiento de la profecía —aunque Ian Murray y Erroll Hulse son excepciones notables y contemporáneas de esto—. Ellos también creen que el milenio abarca toda la fase de la historia de la Iglesia conocida como El Nuevo Pacto, desarrollándose gradualmente desde el tiempo de Cristo hasta su segunda venida.

    Algunos posmilenialistas genéricos prominentes incluyen: Jonathan Edwards (1703-1758), William Carey (1761-1834), Robert Haldane (1764-1842), Archibald Alexander (1772-1851), Charles Hodge (1797-1878), Albert Barnes (1798-1870), David Brown (1803-1897), Patrick Fairbairn (1805-1874), Richard C. Trench (1807-1886), J. A. Alexander (1809-1860), J. H. Thornwell (1812-1862), Robert L. Dabney (1820-1898), William G. T. Shedd (1820-1894), A. A. Hodge (1823-1886), Augustus H. Strong (1836-1921), H. C. G. Moule (1841-1920), B. B. Warfield (1851-1921), O. T. Allis (1880-1973), J. Gresham Machen (1881-1937), John Murray (1891-1975), Loraine Boettner (1903-1989), y J. Marcellus Kik (1903-1965). Defensores contemporáneos incluyen Norman Shepherd, John Jefferson Davis, Erroll Hulse, Ian Murray, Donald Macleod, Douglas Kelly, John R. deWitt, J. Ligon Duncan, Henry Morris III, y Willard Ramsey.

    Un desarrollo dentro de la tradición posmilenialista desde los años 1960 se llama Reconstruccionismo Cristiano, que involucra la ética teonómica (teonómia quiere decir Ley de Dios). El posmilenialismo teonómico (una característica del Reconstruccionismo Cristiano) combina la idea de un aumento gradual de justicia entre las dos venidas de Cristo con los intereses sociales de los puritanos. El posmilenialismo teonómico enseña un retorno lento a las normas bíblicas de justicia civil como una consecuencia del éxito de la predicación del evangelio por medio del evangelismo, misiones, y educación cristiana. La perspectiva político-judicial del Reconstruccionismo incluye la aplicación de los preceptos de justicia contenidos en las leyes del Antiguo Testamento, interpretados correctamente, adaptados a las circunstancias del nuevo pacto, y aplicados adecuadamente.²⁰

    A pesar de la incomprensión general del interés que muestra el Reconstruccionismo en los asuntos socio-políticos, el teólogo evangélico Ronald H. Nash afirma: «No son solamente los posmilenialistas los que pueden ver que su idea del papel central que juegan el evangelismo y la obediencia cristiana a la Palabra de Dios en la transformación de la sociedad está lejos de las repetidas distorsiones» que comúnmente hacen de ella ciertos oponentes.²¹ Como lo afirma Mark Noll: «La teonomía se parece mucho al liberacionismo populista, sin embargo, debido a que insiste en tener fundamentos teológicos cuidadosamente formulados para la acción política, también aboga por una reflexión política más responsable que lo que se acostumbra en la tradición evangélica».²²

    Los reconstruccionistas afirman fuertemente la separación entre la Iglesia y el estado.²³ Por eso, rechazan la relación a veces tan cercana entre ellos, promovida por los puritanos de Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, admiran el interés profundo de los puritanos en la aplicación de toda la Palabra de Dios a todos los asuntos de la vida, incluyendo la justicia civil. Un ejemplo de un puritano que anticipó el movimiento de Reconstrucción es el prominente teólogo de Escocia, George Gillespie, quien fue una de las estrellas más brillantes de la Asamblea de Westminster.²⁴ Gillespie argumenta:

    «El magistrado cristiano está igual de obligado a guardar la ley jurídica de Moisés como lo estaba el magistrado judío». También nota que las palabras de Cristo en Mateo 5:17-19 (un texto favorito de los reconstruccionistas) «se pueden aplicar a la ley jurídica, pues son parte de la Ley de Moisés».²⁵ Debido a que muchos oponentes del Reconstruccionismo reconocen la semejanza entre este y el puritanismo, al Reconstruccionismo también se le conoce como «neo-puritanismo».²⁶ Otra característica del posmilenialismo teonómico (aunque no es un tema esencial para él) es el trato preterista a un gran número de los pasajes del gran juicio en el Nuevo Testamento. El enfoque preterista (palabra que viene del latín y significa pasado) de ciertas profecías, enseña que la Gran Tribulación (Mateo 24:21) ocurrió en la generación que vivía cuando Cristo habló (Mateo 24:34); el libro de Apocalipsis espera que los eventos que relata acontecerán pronto (Apocalipsis 1:1, 22:7, 12), porque en el día de Juan, «el tiempo está cerca» (Apocalipsis 1:3; 22:10); y el Anticristo fue un fenómeno del primer siglo (1 Juan 2:18,22; 4:3; 2 Juan 7).²⁷

    El preterismo coloca las profecías de maldad intensa y oscuridad sombría en el primer siglo, concentrándose en los acontecimientos de la persecución de Nerón que duró cuarenta y dos meses (64-68 d.C., cf. Apocalipsis 13:5), la guerra de cuarenta y dos meses entre los judíos y los romanos (67-70 d.C., cf. Apocalipsis 11:1-2), y la destrucción del templo (70 d.C., cf. Mateo 23:6-24:34). El punto de vista preterista no pertenece exclusivamente al posmilenialismo teonómico; fue promovido por ejemplo por Eusebio, uno de los padres de la Iglesia, John Lightfoot, un erudito puritano de estudios talmúdicos, Milton S. Terry, un teólogo metodista y autoridad de la hermenéutica del siglo diecinueve, y J. Marcellus Kik y Jay E. Adams, escritores reformados modernos.²⁸ Sin embargo, este punto de vista está grandemente enfatizado por la rama teonómica del posmilenialismo.

    FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS DE POSMILENIALISMO

    El posmilenialismo espera que la vasta mayoría de la población del mundo se convierta a Cristo como consecuencia de una proclamación del Evangelio bendecida por el Espíritu. En vista de las condiciones actuales del mundo, sin embargo, muchos cristianos se sorprenden que la esperanza posmilenialista todavía exista. Antes de proveer evidencia exegética positiva de la posición posmilenialista, mostraré brevemente que la teología básica de las Escrituras la apoya, aunque parezca extraña al evangélico moderno. De hecho, estos factores sugieren la probabilidad contundente del posmilenialismo.

    El propósito de la creación de Dios

    En Génesis 1 encontramos el registro de la creación del universo por parte de Dios en el transcurso de seis días.²⁹ Como resultado del propósito y poder creativo de Dios, todo era originalmente «bueno en gran manera» (Génesis 1:31). Por supuesto, esto se sigue del hecho que Dios creó el mundo para su propia gloria: «Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén» (Romanos 11:36). «Todo fue creado por medio de él y para él» (Colosenses 1:16b). Frecuentemente, las Escrituras afirman el amor que Dios tiene para el mundo que creó y su derecho de ser dueño de todo: «De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan».³⁰ El posmilenialista afirma que el amor que tiene Dios por la creación es causa de su preocupación por hacerla volver al propósito original de traer gloria a Él. Por eso la expectativa llena de esperanza del posmilenialista está fundada en la realidad de la creación.

    El poder soberano de Dios

    Nuestra tarea evangelística en el mundo de Dios debe cobrar ánimo de la certeza que Dios «hace todas las cosas según el designio de su voluntad» (Efesios 1:11). Creemos con confianza que Dios controla la historia por medio de sus decretos, por medio de los cuales Él determina «lo por venir desde el principio» (Isaías 46:10). Por eso, los posmilenialistas afirman que la Palabra de Dios, como Él mismo dice, «no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié» (Isaías 55:11), sin importar la oposición de seres humanos o de demonios, a pesar de fenómenos naturales o circunstancias históricas.

    El cristiano, pues, no debería usar factores históricos del pasado o circunstancias culturales del presente para juzgar la posibilidad del éxito futuro del evangelio. Mas bien, debería evaluar la posibilidades solamente basado en la revelación de Dios en las Escrituras —porque el éxito del evangelio vendrá «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu» (Zacarías 4:6). Por eso la confianza del posmilenialista está en el Dios soberano.

    La provisión bendita de Dios

    Además, el Señor de señores capacita a su Iglesia ampliamente para la tarea de la evangelización del mundo. A continuación se mencionan algunas de las abundantes provisiones divinas para la Iglesia:

    (1) Tenemos la presencia de Cristo resucitado con nosotros.³¹ Él es quien nos manda, «id, y haced discípulos a todas las naciones», al mismo tiempo que promete, «he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:19-20). Por eso podemos confiar «que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).

    (2) El Espíritu Santo de lo alto mora en nosotros.³² Por eso creemos que «mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4b). Entre sus varios ministerios, Él causa el nuevo nacimiento, capacita a los creyentes para vivir en justicia, y bendice la proclamación del Evangelio para atraer a los pecadores a la salvación.³³

    (3) El Padre se deleita en salvar a los pecadores.³⁴ En verdad, «no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él» (Juan 3:17).

    (4) Tenemos el Evangelio, que es el «poder de Dios» para salvación.³⁵ También tenemos la poderosa Palabra de Dios como nuestra arma espiritual: «porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:4-5).³⁶

    (5) Para apoyarnos y fortalecernos en la victoria del Evangelio, tenemos acceso sin límite a Dios en oración³⁷ por medio del nombre de Jesús.³⁸ Cristo incluso nos manda a orar al Padre, «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mateo 6:10).

    (6) Aunque tenemos oposición sobrenatural de parte de Satanás, él es un enemigo vencido como resultado de la primera venida de Cristo. «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo» (Hebreos 2:14).³⁹ Consecuentemente podemos resistirlo y él huirá de nosotros (Santiago 4:7; 1 Pedro 5:9); podemos aplastarle bajo nuestros pies (Romanos 16:20). En verdad, nuestra misión divina es hacer volver la humanidad «de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios» (Hechos 26:18). Pues el Salvador de gracia da recursos amplios a la Iglesia.

    Entonces, puesto que Dios creó el mundo para su gloria, lo gobierna en su inmenso poder, y capacita a su pueblo para vencer al enemigo, el posmilenialista pregunta: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Romanos 8:31). Nuestra confianza está en el ministerio del Señor Jesucristo, «el soberano de los reyes de la tierra» (Apocalipsis 1:5). Él está sentado «a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia» (Efesios 1:20-22). Tenemos confianza que la resurrección de Cristo tiene más poder que la caída de Adán.

    Por supuesto, todo esto no comprueba que Dios quiera ganar el mundo por medio de la victoria del Evangelio. Pero, debería disipar cualquier idea prematura y caprichosa de descartar el posmilenialismo como una opción evangélica viable, abriendo así paso para volver a reflexionar sobre la causa de nuestra esperanza evangelística. Ahora la pregunta es, ¿está enraizada esta esperanza posmilenial en la Palabra inspirada e infalible de Dios? Consideremos este tema a continuación.

    EL MOVIMIENTO HISTÓRICO-REDENTOR DEL POSMILENIALISMO

    En la sección principal después de esta, proveeré anotaciones breves exegéticas sobre varios textos prominentes que apoyan el posmilenialismo. Luego de haber levantado un marco teológico general dentro del cual el posmilenialismo se desarrolla, ahora quiero trazar a grandes rasgos, su movimiento histórico-redentor.

    La Creación y los Pactos del Edén

    El Dios de la creación es un Dios de pacto. Las Escrituras presentan la relación de Dios con la humanidad y con la creación, y su soberanía sobre estos, usando la terminología del pacto.

    Aunque el término «pacto» (Hebreo berit) no aparece en Génesis 1, los elementos constitutivos de un pacto están presentes allí. Jeremías utiliza la palabra «pacto» cuando habla de la creación. En Jeremías 33:25-26 el pacto de la creación, que asegura la regularidad de los días y estaciones, sirve como una base de esperanza en la fidelidad de Dios a su pacto para con la gente de este mundo: «Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia».⁴⁰ Oseas 6:7 también indica un marco basado sobre el pacto para la experiencia de Adán en el Edén, «Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí».

    En el pacto de la creación, Dios nombra a la humanidad como sus administradores sobre la tierra. El Señor crea a los seres humanos a su imagen y pone a toda la creación debajo de ellos para que su desarrollo glorifique a Dios.⁴¹ Aunque hay un rico conjunto de ideas alrededor del concepto de imagen de Dios, textualmente sabemos que al menos una de las principales es el dominio de la humanidad sobre la tierra:

    Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:26-28, letra cursiva añadida)

    Ya que fueron hechos a la imagen de Dios bajo las obligaciones del pacto, Adán y Eva deben desarrollar la cultura humana para la gloria de Dios, ejercitando un dominio justo sobre toda la tierra. Esto, por supuesto, Adán y Eva no lo pueden hacer solos, entonces Dios les bendice y les manda «fructificad y multiplicaos» y «llenad la tierra», para que ellos puedan «sojuzgarla» en obediencia (Génesis 1:28a). Al poder para señorear (la imagen de Dios), para el bien de la humanidad (Dios les bendijo) le sigue la autorización (sojuzgad) y la obligación (Dios les dijo... señoread) de ejercer dominio.

    Y porque la cultura humana es la suma de las actividades normativas en el mundo, es necesaria la actividad corporativa de todo ser humano trabajando en unidad. Esto requiere orden social y político para promover el desarrollo de la civilización y el progreso de la cultura. Contrario a las teorías evolutivas y humanistas, la Biblia registra sin error el desarrollo temprano de la cultura humana. En verdad, procede a un paso marcadamente rápido: el inicio de la ganadería, la creación de instrumentos musicales, y el trabajo con metales mientras Adán todavía vive (Génesis 4:17-22). Este es el llamado santo de la humanidad, el impulso ordenado por Dios desde la creación: «El hombre tiene que ejercer dominio. Es parte de su naturaleza hacerlo».⁴² Trágicamente, sin embargo, el pecado entró al mundo

    Como resultado de la caída . . . el impulso del hombre a ejercer dominio ahora está pervertido, ahora no ejerce la autoridad bajo Dios y por su gloria, mas bien tiene el deseo de ser igual a Dios. Esta fue precisamente la tentación de Satanás, que cada hombre fuera su propio dios, decidiendo por sí mismo lo que está bien, y lo que está mal (Génesis 3:5).⁴³

    En respuesta a la traición rebelde de la humanidad, Dios, quien creó el mundo para su gloria, actua en misericordia soberana para iniciar la redención según el pacto y así poder efectuar la reconciliación con sus criaturas caídas. En el contexto histórico de la caída, Dios promete redención y jura que aplastará a Satanás, quien incita la rebeldía de la humanidad. Dios dice a la serpiente, usada por Satanás y representante de él, (Génesis 3:15):

    Y pondré enemistad

    entre ti y la mujer,

    y entre tu simiente y la simiente suya;

    ésta te herirá en la cabeza,

    y tú le herirás en el calcañar.

    Este es el pacto edénico, que es la fuente de redención y que complementa el pacto de la creación.

    Aquí tenemos el proto-evangelio, la primera promesa del Evangelio. Este pasaje anticipa que habrá lucha en la historia: las simientes de los participantes representativos en la caída se trenzarán en un combate mortal. En suma, esta es la lucha cósmica entre Cristo y Satanás, un conflicto desarrollado sobre la tierra y en el tiempo entre la ciudad de la humanidad (bajo el dominio de Satanás) y la ciudad de Dios. Es crucial entender su naturaleza histórica: la caída ocurre en la historia; la lucha ocurre en la historia; la simiente de la mujer aparece en la historia (el Cristo histórico, quien es la encarnación del Creador trascendente, Juan 1:1-3, 14).

    Es significativo para el debate escatológico, que esta lucha histórica termina en una victoria histórica: la simiente de la mujer (Cristo) aplasta la simiente de la serpiente (Satanás). Sabemos por la evidencia del Nuevo Testamento, que la crucifixión y resurrección históricas de Cristo fueron causa legal de la ruina de Satanás: «y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz» (Colosenses 2:15). Verdaderamente, esto es una razón fundamental de la encarnación, porque «Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del Diablo» (1 Juan 3:8b; cf. Hebreos 2:14). Además aprendemos que la obra redentora de Cristo tendrá consecuencias en la historia: «Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo» (Juan 12:31-32). El hecho histórico de que Cristo fue levantado, hecho sobre el cual está fundada su victoria, ocurrió ya sea en su crucifixión, o en su resurrección, o en su ascensión, o quizás lo mas probable, en los tres eventos, considerados estos como una sola unidad redentora.

    Los posmilenialistas enfatizan la derrota de Satanás en la historia con la primera venida de Cristo, con el desarrollo progresivo de su resultado en la historia en el contexto de la rebeldía original de Adán, la lucha subsiguiente de Satanás, y la llegada en carne de Cristo. El proto-evangelio promete en forma simbólica la victoria de Cristo en la historia, tal como la caída y sus efectos están en la historia. El levantamiento del segundo Adán superará la caída del primer Adán. Dios no abandona la historia.

    El pacto con Abraham

    Aunque hay varios pactos significativos en las Escrituras que están relacionados con la redención, la falta de espacio no me permite resaltar cada uno. Sin embargo, voy a considerar el pacto con Abraham, un pacto importante que tiene que ver con la redención. La esencia del pacto con Abraham aparece en Génesis 12:2-3 (aunque después la Biblia desarrolla más el concepto del pacto; cf. 15:5-7):

    Y haré de ti una nación grande,

    y te bendeciré,

    y engrandeceré tu nombre,

    y serás bendición.

    Bendeciré a los que te bendijeren,

    y a los que te maldijeren maldeciré;

    y serán benditas en ti

    todas las familias de la tierra.

    Aquí la revelación de la simiente del pacto se va enfocando cada más, pasando de la simiente de la mujer en general (es decir, un ser humano), a una familia específica (es decir, esta será de la familia de Abraham). Al final, por supuesto, la línea de la simiente se hará más estrecha hasta llegar a un individuo: Jesucristo, «el Hijo de David, el Hijo de Abraham» (Mateo 1:1; cf. Juan 8:56; Gálatas 3:16, 19).

    Para mi propósito presente, note que «serán benditas en ti [en Abraham] todas las familias de la tierra». El Nuevo Testamento nos explica esto:

    Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones... Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. (Gálatas 3:8,16, letra cursiva añadida)

    O, como Pablo lo relata en otro lugar, la promesa a Abraham es «que sería heredero del mundo» (Romanos 4:13).

    Esto apoya el optimismo histórico del posmilenialista. Esta condición de Abraham como heredero del mundo, se desarrolla por medio de la extensión del Evangelio. La posibilidad histórica de la victoria del Evangelio, la cual trae bendición sobre todas las naciones, viene por medio de la conversión gradual, no por medio de la imposición catastrófica (como en el premilenialismo) o conclusión apocalíptica (como en el amilenialismo). Esta manera de proceder ha sido el método de Dios y la experiencia del pueblo de Dios en las Escrituras por mucho tiempo. Dios dio a Israel la tierra prometida por medio de un proceso: «Y Jehová tu Dios echará a estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten contra ti» (Deuteronomio 7:22; cf. Éxodo 23:29-30). La profecía también espera el progreso gradual de la victoria redentora entre todas las naciones: vemos el agua de vida fluyendo en forma gradual cada vez más profundamente (Ezequiel 47:1-12), y el Reino del Cielo creciendo lentamente (Daniel 2:35) y extendiéndose (Ezequiel 17:22-24; Mateo 13:31-32), diseminándose más completamente (Mateo 13:33), y produciendo más fruto (Marcos 4:1-8, 26-28).

    La meta histórica del pacto de Abraham brilla claramente en los Salmos y los profetas (ver la aclaración que sigue). Permítame el lector ahora avanzar hasta el conclusivo nuevo pacto.

    El nuevo pacto

    Jeremías 31:31-34 profetiza un nuevo pacto venidero, el cual también anticipa un tiempo de gran gloria:

    He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

    Por la destacada influencia del pacto con Abraham, y por las circunstancias históricas de su audiencia, Jeremías orienta el pacto a «la casa de Israel y la casa de Judá». Pero ya que el pacto con Abraham contiene bendiciones para «todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3), podemos esperar que el nuevo pacto haga lo mismo. Verdaderamente, en el primer siglo, Cristo establece este nuevo pacto en su muerte y lo representa en la cena del Señor (Lucas 22:20; 1 Corintios 11:25; 2 Corintios 3:6; Hebreos 8:8; 9:15; 12:24), lo cual el cristianismo ortodoxo reconoce es para todo el pueblo de Dios, tanto judíos como gentiles. Todos los que confían en Cristo, consecuentemente, son descendientes de Abraham (Romanos 4:16; cf. Gálatas 3:7, 9, 14, 29), porque estamos en Cristo, y Él es el descendiente postrero de Abraham (Gálatas 3:16). En resumen, los cristianos son actualmente, participantes del nuevo pacto.

    Este nuevo pacto será muchísimo más glorioso que el viejo: asegurará el guardar la justicia de Dios con más profundidad y seguridad (Jeremías 31:33b), una relación más firme y más completa con Dios (v. 33c), y un conocimiento de Dios más poderoso y más extenso (v. 34). Así pues, podemos esperar una manifestación maravillosa del reino de Dios en la historia por medio de este pacto glorioso.

    EVIDENCIA EXEGÉTICA QUE APOYA EL POSMILENIALISMO

    Permítame ahora analizar algunos pasajes específicos que apoyan e ilustran esta expectativa gloriosa. A pesar de algunas quejas, el posmilenialismo no es un sistema teológico sin fundamento exegético.⁴⁴ No está enraizado solamente en unos pocos textos cuidadosamente seleccionados,⁴⁵ tampoco depende principalmente del Antiguo Testamento, sin apoyo del Nuevo.⁴⁶ Numerosos pasajes en ambos testamentos apoyan el sistema posmilenial, demostrando que la Escritura entera respira el aire optimista de la esperanza.⁴⁷ Por supuesto por la falta de espacio, solamente podré resaltar unos pocos pasajes.

    De especial importancia en el debate escatológico son los Salmos mesiánicos. El posmilenialismo cobra gran ánimo por el optimismo histórico de estos himnos gloriosos.

    Por ejemplo, el Salmo 22:27 anticipa un tiempo cuando «Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, Y todas las familias de las naciones adorarán delante de

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