La Regenta
Por Clarín (Leopoldo Alas) y Magoz
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¿Sigues pensando que los clásicos son cosas del pasado?
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La Regenta - Clarín (Leopoldo Alas)
Introducción
Claves de La Regenta
ARGUMENTO
Ana Ozores es una mujer joven casada con Víctor Quintanar, el exregente de la Audiencia Provincial de Vetusta. Ella se siente profundamente frustrada e infeliz y se debate entre su fuerte entusiasmo espiritual y religioso, alimentado por el magistral Fermín de Pas, y la tentación erótica a la que la arrastra el seductor Álvaro Mesía. Finalmente, la protagonista se deja llevar por sus instintos sexuales y termina defraudada y en la más profunda soledad.
ESTRUCTURA
La obra se sucede básicamente de manera lineal, con algunos saltos al pasado. Se puede dividir en dos partes:
• La primera abarca los primeros seis capítulos, en los que el autor presenta a los personajes en su espacio y tiempo, con saltos al pasado (de los personajes principales: Ana Ozores y Fermín de Pas). Esta primera parte se desarrolla en tres días, por lo que la acción transcurre con lentitud.
• La segunda parte comprende desde el capítulo siete hasta el final. Se desarrolla en cuatro años. La novela transcurre en esta parte de forma más acelerada y en ella predomina la acción, sobre todo en los últimos capítulos, en los que se suceden acontecimientos de gran importancia.
La Regenta es una de las obras más importantes del siglo XIX español.
ESPACIO
La historia se desarrolla en un espacio ficticio, Vetusta, ciudad de provincias que se identifica con Oviedo y que juega un papel muy importante en la trama. Es Vetusta una ciudad «dormida» en la que los canónigos cantan sus alabanzas «entre bostezo y bostezo», mientras que en el casino «tres generaciones habían bostezado». Es un lugar monótono, dominado por un sopor que cala en sus habitantes y los hace ruines, vulgares y envidiosos. Aquel que destaca por su decencia, como la Regenta, es objeto de una conspiración para degradarlo. Eso sí, siempre guardando las apariencias, ya que la hipocresía es una de las cualidades más comunes entre las gentes de Vetusta.
Los espacios que se configuran como centro de la vida social aparecen descritos con detalle: el casino, la catedral, la casa de los marqueses, el teatro... En ellos se reúnen aristócratas, burgueses y hombres de Iglesia, y son ellos quienes dirigen la sociedad en estos años de la Restauración.
Estatua de la Regenta frente a la catedral de Oviedo.
ESTILO
La Regenta es una de las obras más importantes del siglo XIX español. Se puede definir como una novela naturalista, aunque también posee rasgos propios de la novela psicológica, en tanto que profundiza en la interioridad de los personajes.
• Análisis de la realidad: como toda novela naturalista, en esta se parte de la observación minuciosa y objetiva de la realidad con el fin de juzgarla y mejorarla. Por ello se describe con detalle tanto la realidad más noble como la más desagradable y vulgar, tratando de transmitir al lector una enseñanza moral y la motivación necesaria para la transformación social.
• Tratamiento de los personajes: no son arquetipos, sino que aparecen bien definidos y de manera individualizada. Su destino está condicionado por la herencia recibida y por las circunstancias en las que viven, el medio y el ambiente que los rodea. El autor los describe con maestría y logra que el lector los conozca en profundidad, no solo a través de las descripciones, sino también a través de sus acciones y pensamientos.
• Diversidad de ambientes y personajes: todas las clases sociales están representadas en la novela, puesto que esta trata de ser testimonio fiel de la realidad. Aparecen aristócratas, burgueses, clérigos, marginados… El lenguaje se adapta a la condición social del personaje.
• Narrador: se trata de un narrador omnisciente que actúa como un ser moralmente superior a los personajes, intercalando opiniones y juicios sobre la realidad. Una de las técnicas que utiliza Clarín en su narración es el estilo indirecto libre, que consiste en introducir las reflexiones de los personajes en el discurso narrativo. Esta pluralidad de puntos de vista hace que el lector permanezca activo para identificar las voces de los personajes.
• Ironía: presente a lo largo de toda la obra y de la que se sirven tanto el narrador, que adopta una actitud crítica ante la realidad, como los personajes, para referirse a su propia realidad. Mediante ella, Clarín pretende atacar los males de la sociedad.
PERSONAJES
Los personajes principales masculinos forman un triángulo en cuyo centro se encuentra la protagonista, Ana Ozores. El resto de los personajes gravitan alrededor de ellos.
• Ana Ozores, la Regenta: es una mujer con inquietudes espirituales y de naturaleza sensual, reprimida por la ciudad de Vetusta. Se siente encarcelada y trata de compensar sus insatisfacciones mediante dos vías: la espiritualidad (conducida por el magistral) y el goce de sus instintos naturales (despertados por Álvaro Mesía). Se deja llevar por este último y queda defraudada y sola, pues Vetusta y el magistral la rechazan. Es una víctima de la sociedad, que le impuso el matrimonio negándole la felicidad.
• Fermín de Pas, el confesor: vive en conflicto entre su ambición personal (alimentada por su madre) de ocupar altos cargos en la Iglesia y sus inquietudes espirituales y sentimentales (reprimidas hasta la aparición de Ana). Ana solo le ofrece su espiritualidad, no su cuerpo. El magistral la quiere para él por completo y queda insatisfecho y frustrado al saber que se ha entregado a Mesía.
• Víctor Quintanar, el marido: hombre mayor incapaz de satisfacer los deseos de su esposa, pues le une a ella un amor paternal más que conyugal. Se debate entre conservar la comodidad y tranquilidad de su vida y su sentido teatral del honor, que le obliga a vengarse del adulterio en un duelo contra quien consideraba su amigo.
• Álvaro Mesía, el seductor: es un don Juan decadente, cobarde y frívolo, incapaz de amar. Es el producto de una sociedad burguesa mezquina e hipócrita. Ve a la Regenta como un trofeo difícil de conseguir, pero por el que obtendrá la fama eterna entre sus vecinos.
• Hombres de la Iglesia: se pueden dividir en dos grupos: los enemigos del magistral, que procuran su caída (Custodio, Glocester), y los que lo protegen y admiran (el obispo, el arcipreste).
• Familia Ozores: el padre de Ana se casa con una humilde modista italiana, que muere pronto. Ana se cría con sus tías y un aya severa, que le niegan su amor y reprimen sus instintos.
• Doña Paula, la madre del magistral: mujer controladora que ha impuesto a su hijo las normas por las que debe dirigir su vida.
• Petra, la doncella: es la gran beneficiada de la historia. Goza de los tres hombres de la vida de la Regenta y consigue alcanzar su provecho, aun sabiendo que ocasiona grandes males.
• Frígilis, el amigo fiel: personaje bondadoso, amigo íntimo de Quintanar y compañero de caza. Es el único vetustense que no juzga a la Regenta.
• Clase alta de Vetusta: entre ellos destacan los marqueses, Visitación, Obdulia, Robustiano… La mayoría esperan ansiosos la caída de la Regenta, a la que contribuyen con sus habladurías. La envidia y el odio los dominan.
De Clarín a nuestros días
Personajes fuera de serie
Televisión Española emitió una serie llamada La Regenta, que adapta con fidelidad la novela de Clarín.
En ella se da voz a los conflictos de los grandes personajes de la historia, protagonizados por Aitana Sánchez Gijón y Carmelo Gómez, en el papel de la Regenta y Fermín de Pas respectivamente.
Escena de la serie La Regenta.
De paseo por Vetusta
Para conocer los lugares que los personajes de La Regenta recorren en la novela, nada mejor que acercarse a Oviedo y disfrutar de las vistas desde la torre de la catedral. Pero si no quieres esperar, puedes dar un paseo virtual gracias a la Ruta Clariniana. No esperes más y ubica a los grandes personajes de la historia en su ambiente:
www.e-sm.net/ruta_clariniana
¡Este no es mi lugar!
Tanto Ana Ozores como la protagonista de la conocida novela Madame Bovary son dos mujeres incapaces de adaptarse a la sociedad en la que les ha tocado vivir. Su lucha contra las convenciones pone de manifiesto la rigidez de las normas sociales. O te adaptas o fracasas.
Ilustración de CHARLES LEANDRE para Madame Bovary (1931).
¿Por qué dejarse influir por el qué dirán?
Siempre Ana
Otro de los personajes femeninos característicos del siglo XIX, y muy cercano a Ana Ozores, es Anna Karenina, protagonista de la novela de Tolstói que lleva su nombre. La adaptación al cine del director Joe Wright cosechó buenas críticas. Disfruta de esta historia sobre amores prohibidos e imposiciones sociales.
Fotograma de la película Anna Karenina, 2012.
¡Todos somos iguales!
Ponte las gafas violeta
¿Por qué los chicos tienen que tomar la iniciativa en asuntos amorosos? ¿Por qué las chicas tienen que arreglarse más que los chicos? Estas cuestiones, y más, se plantean en El diario violeta de Carlota, un libro de Gemma Lienas que da respuesta a muchos interrogantes sobre la desigualdad entre géneros.
Un triángulo amoroso
En la película La duquesa nos encontramos con un triángulo amoroso. Aquí la protagonista se siente atrapada en un matrimonio impuesto y sin amor, del que trata de escapar en brazos de su amante. Una amiga de los cónyuges, un joven pasional, un marido duro y mujeriego y una mujer de gran carácter protagonizan esta película.
Fotograma de la película La duquesa, 2009.
La Regenta
Personajes
Se presentan organizados por ámbitos para facilitar la comprensión de la obra. Hay que tener en cuenta que los entornos no siempre están claramente delimitados.
Principales
Ana Ozores: la Regenta
Fermín de Pas: magistral de la catedral y provisor
Álvaro Mesía: político del partido liberal de Sagasta
Víctor Quintanar: exregente y esposo de la Regenta
Entorno de Ana Ozores y Víctor Quintanar
Petra: doncella que sirve en la casa
Tomás Crespo o Frígilis: amigo de Víctor Quintanar
Carlos Ozores: padre de la Regenta
Madre de Ana Ozores: modista italiana
Tías de Ana Ozores: hermanas de Carlos Ozores
Camila: aya de la Regenta
Robustiano Somoza: médico de la nobleza de Vetusta
Benítez: médico joven, sustituto de Robustiano Somoza
Anselmo: sirviente en la casa de los Ozores
Servanda: sustituta de Petra en la casa de los Ozores
Entorno de Fermín de Pas
Paula: madre del magistral, regenta la tienda La Cruz Roja
Restituto Mourelo, Glocester: arcediano de la catedral
Custodio: clérigo de la catedral
Cayetano Ripamilán: arcipreste de la catedral
Petronila Rianzares: devota que ofrece su casa para las reuniones del magistral
Fortunato Camoirán: obispo
Santos Barinaga: expropietario de una tienda de objetos religiosos
Teresina: asistenta doméstica del magistral
Bismarck: monaguillo y campanero
Celedonio: monaguillo y sacristán
Francisco Carraspique: presidente de la Junta Carlista de Vetusta
Rosa (o Rosita) Carraspique: sor Teresa,
hija de Francisco Carraspique
Lucía Carraspique: esposa de Francisco Carraspique
Francisco Páez: dueño del Hotel Páez
Olvido: hija de Francisco Páez
Belisario Zumarri, Vinagre: maestro de escuela, nazareno
Entorno de Álvaro Mesía y el casino
Paco (o Paquito) Vegallana: hijo de los marqueses de Vegallana (también conocido como el marquesito)
Visitación o Visita: vecina de Vetusta
Rufina Robledo: marquesa de Vegallana
Obdulia Fandiño: viuda
Saturnino Bermúdez: erudito
Joaquín Orgaz: asiduo al casino
Orgaz (padre): asiduo al casino
Pompeyo Guimarán, el Ateo: liberal
Foja: exalcalde liberal de Vetusta
Pepe Ronzal, el Trabuco: diputado liberal
Otros
Matrimonio Infanzón
Bedoya: anticuario, asiduo a las tertulias de la marquesa
Pepe: casero de la quinta del Vivero
Edelmira: sobrina de la marquesa de Vegallana
Juan: esposo de Visitación
Fulgosio: coronel
Barón: amigo de los marqueses de Vegallana
Baronesa: esposa del barón
Gobernador civil
Capítulo 1
La heroica ciudad dormía la siesta. Vetusta, la muy noble y leal, descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana que retumbaba en lo alto de la catedral. Su torre era como un poema de piedra que se alzaba haciendo equilibrios de acróbata en el aire. [Nota]
En lo alto de la torre, el campanero Bismarck empuñaba el formidable badajo de la Wamba¹, la gran campana que llamaba a coro a los canónigos. Con él estaba Celedonio, el monaguillo ayudante de campanero, que escupía con desdén a la plazuela y disparaba chinitas sobre algún transeúnte que le parecía del tamaño y de la importancia de un ratoncillo. Aquella altura se les subía a la cabeza a los pilluelos.
–¡Mia tú, qué puntería! [Nota]–dijo el monaguillo, y disparó media patata asada y podrida a la calle apuntando a un canónigo–. ¡A que le doy!
–¡Qué le vas a dar! –respondió Bismarck, que en el campanario adulaba a Celedonio y en la calle le trataba a puntapiés.
–Mia, chico, ¿quies que l’atice al señor magistral que entra ahora?
–Pero... ¿L’identificas tú desde ahí?
–Claro, bobo; le conozco en el menear de la sotana y de la capa. Mia, ven acá. ¿No ves cómo al andar le salen pa’trás y pa’lante? Es por la fachenda² que se me gasta. Ya lo decía el señor Custodio: «Ese don Fermín tie más orgullo que un pavo real».
–Don Custodio l’aborrece porque don Fermín es magistral, y desde mu joven. Es su mayor enemigo aquí dentro.
–No, su mayor enemigo es Glocester.
–T’equivocas. Es don Custodio quien calumnia al magistral y...
–Sí, pero el magistral le desprecia. Además, don Custodio es el perro faldero del Glocester. Ese sí que le puede resultar más peligroso al magistral...
–¡Pero si siempre le hace buena cara a don Fermín!
–¡Pues por eso, bobo, por eso es más peligroso!
Se inició entre ellos una acalorada conversación sobre las rencillas entre los canónigos, hasta que sonó una campana que los llamó al orden.
–¡El Laudes³! –gritó Celedonio–; toca, que nos avisan que es hora de oración.
Y Bismarck [Nota] empuñó el cordel y azotó el metal con la porra del formidable badajo. Tembló el aire mientras Celedonio hacía alarde de su imperturbable serenidad oyendo las campanadas graves, poderosas, que el viento arrebataba de la torre para llevar sus vibraciones por encima de Vetusta a la sierra vecina y a los extensos campos, que brillaban a lo lejos. Empezaba el otoño. Los prados renacían, la yerba había crecido fresca y vigorosa con las últimas lluvias de septiembre.
Alguien subía por la escalera de caracol. Los dos pilletes se miraron estupefactos.
–¿Quién será? –preguntó Celedonio entre airado y temeroso.
–Es un cura, ¿no oyes el manteo de los faldones?
El manteo apareció por la escotilla; era el de don Fermín de Pas, el magistral de la catedral y ayudante del obispo. El campanero sintió escalofríos.
–¿Vendrá a pegarnos?
No había motivo, pero eso no importaba. Él vivía acostumbrado a recibir bofetadas y puntapiés sin saber por qué. A Bismarck se le figuraba don Fermín como un personaje engreído y que usaba y abusaba de su autoridad para repartir cachetes. Allí no había modo de escapar. O tirarse por una ventana del campanario, o esperar el chaparrón.[Nota]
Apareció don Fermín con su perfecta y rica vestimenta, que Bismarck admiraba en secreto. ¡Aquello era señorío! ¡Ni una mancha! Si los pilletes hubieran osado mirar cara a cara a don Fermín, le hubieran visto turbado al notar la presencia de los campaneros.
El canónigo sacó de un bolsillo interior de la sotana un catalejo. Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir al campanario y contemplar todo cuanto había a sus pies como si fueran juguetes, y se imaginaba a las personas como vulgares microbios. Con su espíritu altanero, paseaba lentamente su mirada por la ciudad escudriñando⁴ con esmero sus rincones en una inspección minuciosa. La conocía palmo a palmo, por dentro y por fuera.
De Pas había soñado con más altos cargos dentro de la Iglesia. Pero esos sueños, según pasaba el tiempo, se iban alejando. No renunciaba a llegar cuanto más alto pudiese y, a veces, sentía rabia de no llegar tan rápidamente como hubiera querido. Para olvidar esa rabia, se entregaba con furor al poderío que sentía cuando devoraba a Vetusta, su presa. Se contentaba, de momento, con dominar toda la diócesis. Él era el amo del amo. Hasta al mismo obispo tenía bajo sus garras.
Don Fermín contemplaba la ciudad. Ya que no podía conseguir más poder, se tenía que contentar con el dominio de la roñosa ciudad de Vetusta. Aquel mezquino imperio era suyo. También al magistral se le subía la altura a la cabeza; también él veía a los vetustenses como hormigas. ¿Qué habían hecho los dueños de aquellos palacios arruinados que él tenía a sus pies? Heredar. ¿Y él? ¿Qué había hecho él? Conquistar. ¡Él, que había sido pastor, era quien ahora mandaba a su manera en Vetusta!
Media hora empleó el magistral en su observatorio aquella tarde. Cansado de mirar, o no