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Las edades de la senectud
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Las edades de la senectud
Libro electrónico170 páginas1 hora

Las edades de la senectud

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Cuando la experiencia, la sabiduría, el amor y la solidaridad, felizmente se unen en la literatura, con toda certeza estaremos frente a una obra interesante, pero sobre todo humana. Su contenido, sus consejos, su preocupación latente por enviar un mensaje de optimismo y amor a la vida para todas las personas, la hacen viva y perdurable. Para aquellos que ya han cruzado el umbral y viven la tercera o la cuarta etapa de la vida van dirigidas inteligentes recomendaciones, que incluyen a la familia en primer lugar y a la sociedad, por eso es un libro para todos, sin distinción de edad, escolaridad o profesión. Sin duda alguna, "Las edades de la senectud", tocará la fibra de las personas sensibles, pues a sus méritos se une el disfrute de poemas de Martí, Neruda y Benedetti.
IdiomaEspañol
EditorialRUTH
Fecha de lanzamiento29 sept 2016
ISBN9789590507977
Las edades de la senectud

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    Las edades de la senectud - Elsa Gutiérrez Baró

    Capítulo 1. Actualización de las edades

    Los más grandes Estados han sido agitados por los jóvenes, pero sostenidos y engrandecidos por los viejos… No es por la energía física o por la agilidad y rapidez de las piernas y los brazos por lo que se llevan a término las cosas grandes, sino mediante la reflexión, el pensamiento y el juicio, cualidades que no pierde

    el hombre en la vejez, sino que más bien suelen aumentar.

    Cicerón

    La senectud en Cuba

    Nos llegan las últimas noticias procedentes del Censo de Población y Viviendas realizado en Cuba en septiembre de 2002. En nuestro país hay más de once millones de habitantes y el 14,7 % de la población cubana tiene 60 o más años, o sea, en números absolutos hay 1 689 326 personas entre esas edades y se registran 138 000 con una edad superior a los 85 años.

    02

    El Morro de La Habana, tan cubano como las palmas.

    La pirámide poblacional se ha invertido, porque los índices de natalidad han ido bajando progresivamente y las personas mayores cada día viven más años. No es extraño encontrar sujetos con más de 80 años que se encuentran con vitalidad y buenas condiciones de salud, otros, por el contrario, sufren enfermedades y viven con dificultades que tal vez podrían haberse evitado con una mentalidad más previsora (Tab. 2).

    Tabla 2-1

    A partir de 1959, el Estado cubano ha implementado políticas de salud y de educación que han dado lugar, progresivamente, a excelentes índices de salud: baja mortalidad infantil, aumento de la expectativa de vida, desaparición de 13 enfermedades gracias a la vacunación masiva de la población infantil y un mayor nivel cultural de toda la población.

    Hay una larga lista de estos logros e iniciativas entre las que sobresalen los círculos de abuelos, la Universidad del Adulto Mayor en todas las provincias, la seguridad social y algo que sorprende, en septiembre de 2003 se creó en el país el conocido Club de los 120 años, una apuesta por la longevidad sana. Su fundación demuestra el interés nacional por una mejor calidad de vida.

    Cuando estábamos finalizando el libro conocimos que la juventud se había integrado a este movimiento, lo cual me pareció magnífico, porque no puede existir una real cultura integral si los niños y los jóvenes no están involucrados en los nuevos empeños. Ellos necesitan conocer más sobre sus padres y abuelos. Sus aportes tienen un valor incalculable y su entrega amorosa para los que antes lo dieron todo por su existencia, desarrollo y felicidad tendrá, sin duda, una repercusión muy positiva para todos.

    Conocemos del estudio que se realiza actualmente con un grupo de centenarios, hombres y mujeres cubanos que gozan de excelente salud. Esperamos ansiosos por los resultados. Todo esto sugiere posibilidades impensadas hace unos años atrás, cuando el promedio de vida no rebasaba los 40 años, sin embargo, existe un gran reto: hay que construir una cultura acerca de la vejez, que aún no existe.

    ¿Cómo explicar este hecho?

    Es interesante señalar que en 1918 el promedio de vida en los Estados Unidos de América era de 50 años. En Cuba era de algo menos. Freud, en la segunda mitad del siglo xix, presentó su método sobre el psicoanálisis ante el Colegio Médico de Viena y marcó la edad de 50 años como la máxima aceptable para cualquier persona que estuviera o aspirara al análisis psicológico por el famoso método antes mencionado. Desde hace años esto no se cumple de tal manera, pero así comenzó en su tiempo.

    Los estudios sobre el climaterio se iniciaron en la segunda mitad del siglo xix, y es lógico que esto sucediera porque las mujeres se morían antes de que ocurrieran los cambios hormonales.

    La tercera edad era poco o nada conocida, solo existían infancia y juventud. No hace tanto, a una mujer o un hombre de 40 años se le consideraba un anciano o un viejo. Esa vivencia la tenía cualquier niño o persona más joven. Hoy no se le ocurriría pensar así a nadie, aunque siempre hay mucho de subjetividad en estas valoraciones.

    En mi experiencia personal he atendido a muchos niños y adolescentes y casi siempre acompañados por el padre, la madre, los abuelos u otros familiares. Inevitablemente, al trabajar con las familias me he percatado de la existencia de los adultos mayores y de la dinámica de las edades.

    Aquellos jóvenes que iniciaron la especialidad, mis primeros alumnos, hoy profesionales con una excelente experiencia, avanzan hacia las Edades, así casi sin darnos cuenta. Nos separan más de 20 años, pero ahora tenemos inquietudes, proyectos y problemas parecidos.

    ¿Qué ha pasado? Esta franja poblacional tiene ya una magnitud que hay que plantearse, no hay solamente una tercera edad, es evidente que existe una cuarta y una quinta... son las Edades de la senectud, que le dan el título a este libro.

    Alguien ha dicho que solo se vive una vez, pero si se hace bien, con una vez basta. De eso se trata.

    Hay mucho que estudiar e investigar en las Edades, porque de lo que se trata ahora es de hacerlo bien. La calidad de la vida es asunto de vital importancia y aquí están implicados muchos aspectos tales como: la responsabilidad individual, los mitos y prejuicios existentes, las condiciones sociales y los hábitos adquiridos en los años jóvenes.

    Nadie se engañe pensando que la promoción para esa calidad de vida se inicia con la tercera edad. La vida es un continuo y todas las etapas están íntimamente relacionadas. Somos o seremos los viejos o las viejas que hemos sido como personas a lo largo de la vida. De aquí la importancia de la prevención desde las etapas tempranas de la existencia.

    La personalidad es irrepetible y sus bases se inician desde antes de

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