En los orígenes de las políticas sociales en Chile: (1850-1879)
Por Oscar Mac-Clure
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En los orígenes de las políticas sociales en Chile - Oscar Mac-Clure
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
A mediados del siglo XIX se inició en el mundo occidental una reducción de la mortalidad y un crecimiento de la población nunca antes experimentados en la historia de la humanidad, al mismo tiempo que se producía una elevación sin precedentes de los niveles educacionales de gran parte de la población. En ello tuvieron un papel las políticas públicas, a través de medidas como las relacionadas con la salud y la masificación de la educación.
Habían transcurrido solo tres décadas desde los traumáticos años de la caída del Imperio español y las independencias hispano-americanas, con su promesa de progreso político, social, económico y cultural. En Chile, hacia 1850, se experimentaron cambios políticos de importancia para el desarrollo de las políticas públicas. Asumió Manuel Montt como Presidente de la República, poniéndose fin al militarismo asociado al poder presidencial omnímodo, al mismo tiempo que fue fácilmente aplastada una primera amenaza al orden social, suscitada por la opositora Sociedad de la Igualdad, y restablecido el orden tras un levantamiento armado en provincias del país. Hasta entonces, la política había configurado a las instituciones políticas, principalmente al gobierno central, al parlamento, a las autoridades provinciales y locales. Con la generación de esa institucionalidad, se había dado un paso en la formación de un Estado nacional después de la caída del imperio español. En adelante, las instituciones ya relativamente formadas, consolidadas durante el período de gobierno autoritario de Montt, constituirían el marco de la propia política y darían forma a las
políticas públicas, continuando así la formación del estado poscolonial.
En lo económico, a partir de mediados de siglo se inició una expansión de las exportaciones en América Latina y en ese período de fuerte crecimiento del comercio internacional, entre 1850 y 1873, ocurrieron los mayores cambios hacia la modernización de las economías en toda la región, en comparación a la época precedente¹. También en Chile creció intensamente el comercio exterior, fuente de ingresos tributarios para el gobierno central. Ante ese incremento, una de las medidas gubernamentales consistió en iniciar la construcción de los almacenes fiscales de Valparaíso en 1851, la mayor obra de infraestructura construida hasta entonces en el país. Se trataba de un conjunto de grandes edificios que servirían como bodega de las mercaderías importadas a través del puerto. Permitirían la recaudación de los tributos aduaneros a las crecientes importaciones, aportadas por las decenas de barcos que cada día empezaron a poblar la bahía. Las importaciones venían aumentando desde un par de años antes y en 1850 los ingresos fiscales provenientes de ellas alcanzaron un nivel muy superior a las décadas anteriores. Con estos crecientes ingresos provenientes de la principal fuente de entradas fiscales, la falta de fondos dejó de ser una limitación tan importante como antes y el Estado pudo asignar mayores recursos a gastos sociales. Aumentó la capacidad estatal para impulsar políticas públicas e incluso se hizo viable una mayor intervención a través de políticas sociales.
Durante ese auge económico, el capital físico
, principalmente la tierra agrícola y los recursos mineros, así como el capital financiero
, se encontraban fuertemente concentrados, lo que se tradujo en la mayor riqueza relativa de unos pocos². En las páginas siguientes abordaremos el lugar que ocuparon en ese proceso ciertas iniciativas financiadas con los mayores recursos fiscales, orientadas al bienestar y el capital humano
de la población, en ámbitos como la salud y la educación pública.
Desde un punto de vista social y demográfico, ocurrieron importantes cambios cuando surgieron nuevos empleos no agrícolas que estimularon la emigración desde el sector rural, a partir de alrededor de 1850³. A los empleos en proyectos de obras públicas como mejoramiento de caminos, se sumaron edificaciones en las ciudades –entre estas, los almacenes fiscales de Valparaíso– y los trabajos para la instalación de los ferrocarriles⁴. La migración rural-urbana se constituyó en una tendencia permanente y el crecimiento de las ciudades planteó problemas que exigieron nuevas respuestas a las autoridades públicas.
A pesar de las protestas y del levantamiento armado contra la designación de Manuel Montt como Presidente en 1851, la situación social no generaba una amenaza de fondo al orden existente en el país. El naturalista francés Claudio Gay anotó en sus apuntes personales que las manifestaciones populares, organizaciones obreras y movimientos revolucionarios que se habían desarrollado en otros países, no provocarían una revolución social en Chile: (…) hasta el presente no es de temer una revolución social en la sociedad chilena. A pesar de la revuelta universal, la influencia del rico sobre los habitantes de las ciudades y del propietario sobre los inquilinos, la pone al abrigo de tal peligro […]
⁵. Un mejoramiento de las condiciones de vida de la población solo sería posible al interior del sistema existente. Resulta de interés averiguar en qué medida ocurrió aquello y de acuerdo a qué proceso histórico, acerca de lo cual creemos que sería insuficiente una interpretación basada exclusivamente en el dominio del rico
y del propietario
, aunque esto era fundamental en la época, según lo que ya entonces diagnosticó Claudio Gay.
La situación política y económica del país, así como la migración desde el campo, tuvieron una cierta estabilidad, aunque con recomposiciones y altibajos, hasta el cambio provocado por un conflicto bélico subregional, la guerra de Chile con Bolivia y Perú, en 1879. El conflicto mismo provocó alteraciones en las prioridades del Estado. Con el término del conflicto armado y la disponibilidad de mayores recursos aportados por los yacimientos salitreros obtenidos en la guerra, se modificó el escenario para la acción estatal y para las políticas sociales.
En el escenario económico, político y social iniciado alrededor de 1850, las políticas sociales se hicieron viables y a la vez más necesarias que antes, lo que se mantuvo relativamente inalterado hasta 1879. Ese tercer cuarto de siglo constituirá el período objeto de nuestro estudio.
El origen de las políticas sociales ha sido visto frecuentemente en la historiografía y por el enfoque predominante en diversas disciplinas, como iniciado en el siglo XIX, cuando habrían surgido anticipos germinales de las políticas sociales modernas
del siglo XX. En el siglo XIX habría habido intentos exploratorios, preludios casi anecdóticos de las ideas y del instrumental posterior, cuando finalmente se establecieron políticas orientadas a los derechos sociales
de los ciudadanos, particularmente de los más pobres, así como instituciones estatales destinadas a producir los servicios necesarios. Progresivamente, desde el siglo XIX se habría producido un avance gradual, ascendente, de creciente racionalización impulsada por el Estado, lo cual habría sido intensificado por el surgimiento de la cuestión social
, culminando con las políticas sociales del siglo XX. De acuerdo a esta explicación progresiva
, las políticas sociales y las políticas públicas en general, solo pudieron desarrollarse plenamente en el siglo XX, pues antes hubieran sido anacrónicas
. Es decir, no habría habido condiciones para ellas en el siglo XIX y se descarta que hubieran existido políticas sociales propiamente tales. Sin embargo, esos aparentemente meros anticipos de políticas sociales en germen, en la práctica afectaron dramáticamente la vida de las personas en la época, como veremos en los capítulos siguientes. Iniciativas en ámbitos como la salud o la educación fueron impulsadas como respuesta a problemas de esos años y no orientadas hacia un futuro desconocido al cual se llegaría medio siglo después. Verlo todo en función del altar del progreso impide descubrir por qué en Chile se llevaron a cabo o no ciertas reformas educacionales, sanitarias y tributarias que se implementaron en algunos lugares del mundo occidental en la misma época. Por lo demás, ver el siglo XX como punto de llegada culminante en las políticas sociales, se contradice con los cambios experimentados por estas hacia los inicios del siglo XXI, justificados en una crítica a la ineficacia de políticas anteriores. Todo esto nos conduce a descartar definitivamente una comparación de tipo antes y después
. Estudiar las políticas del siglo XIX en su propio contexto decimonónico, implica enfatizar en las ideas predominantes en ese entonces, en los objetivos que se plantearon durante el período, en comparaciones con estándares de otras sociedades de su tiempo y con la situación de diversos grupos sociales en el mismo momento. Revisaremos las políticas sociales en el período de 1850 a 1879, independientemente de lo acontecido después. Esto haría posible explicar lo ocurrido con las políticas sociales en un período delimitado como el que examinaremos, desde 1850 a 1879, dejando de lado como objetivo central una perspectiva de más larga duración, a lo largo de todo el siglo XIX o en el largo siglo XIX
hasta entrado el siglo XX. Al delimitar el período y acotar los factores intervinientes, una explicación de las políticas y sus resultados parecería estar más al alcance de la mano, lo que eventualmente podría contribuir a comprender mejor el siglo XIX en su conjunto o el largo siglo XIX
, sin pretender abarcarlo directamente en toda su amplitud.
Desde el punto de vista de una historia de los conceptos, en ese tiempo no se utilizaba la expresión política pública
, que nació recién en lo años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando se buscó introducir racionalidad en la acción pública y asignar para ello un rol relevante a los expertos⁶. En la economía y la sociología, se ha situado frecuentemente el comienzo de las políticas sociales en Chile en el inicio del siglo XX o como máximo en el último tercio del siglo anterior ⁷. En cambio, en la mayor parte del siglo XIX habría descansado en la familia el enfrentamiento de estados de necesidad y la búsqueda de protección. Sin embargo, bastante antes hubo, por ejemplo, una política pública de culto religioso, a cargo de una institución gubernamental, el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, cuyos objetivos apuntaban a lograr un equilibrio entre el crecimiento de la población en el territorio y la actividad de las parroquias, con recursos fiscales para los gastos corrientes de la Iglesia católica y para la ejecución de inversiones en infraestructura de iglesias⁸. En el mundo noratlántico, se ha planteado que políticas como las de educación se remontan a mediados del siglo XIX, aunque el Estado de bienestar
fue posterior⁹. En las páginas siguientes habrá amplia evidencia de que hubo políticas sociales en Chile hacia mediados del siglo XIX, aunque el concepto no formó parte del lenguaje de entonces. El proceso histórico desarrollado en torno a esas políticas sociales fue más allá del uso de las palabras en esa época¹⁰. Ante esta tensión entre hechos y palabras, observaremos con especial atención el lenguaje utilizado en esos años en los documentos y otras fuentes de información.
Nuestras preguntas iniciales se refieren a cuáles eran los problemas sociales básicos a los que se buscó dar una respuesta pocas décadas después de la época colonial, qué alternativas se manejaron frente a ellos cuando se estaban debatiendo las primeras definiciones, en qué consistieron las opciones originarias. Durante el dominio español, hubo algunas escuelas y hospitales, pero lo diferente en el período poscolonial fue que pasaron a ser parte de la formación de un Estado nacional, lo que constituía un proceso fundacional en las sociedades latinoamericanas del siglo XIX. Como se estaba formando un Estado central a cuyo alero se unificaba la sociedad, ante necesidades y riesgos que afectaban a los habitantes del país, por primera vez era posible enfrentarlos a través de la intervención de un Estado menos ajeno que el de la época colonial. Resulta de especial interés averiguar qué ocurrió poco después de la caída del imperio español y la independencia: ¿Qué es la protección social?, ¿qué medidas de salud pública se requieren?, ¿qué educación y para quiénes? son preguntas a las que se dio una respuesta a mediados del siglo XIX y examinar las opciones adoptadas en ese entonces es como mirarnos ahora ante un espejo.
Entenderemos por políticas públicas durante la época, en un sentido amplio, todo lo que el Estado hizo o no hizo, es decir, gran parte de la acción estatal¹¹. Desde la perspectiva de las actividades estatales que afectaron las condiciones sociales y las oportunidades de vida de grupos, familias e individuos, los estados siempre tuvieron políticas sociales, pero a mediados del siglo XIX alcanzaron mayor preeminencia políticas masivas de educación, salud y salubridad¹².
Nuestro análisis del caso chileno se concentrará preferentemente en esas políticas de mayor cobertura. Por lo mismo, enfatizaremos en la educación primaria más que en la secundaria, la cual abarcó a una cantidad bastante menor de alumnos. Considerando la cobertura de las políticas públicas respecto de la población en la época, enfocaremos principalmente la salud pública, las políticas orientadas a mejorar las condiciones sanitarias y la educación primaria, por sobre otras menos masivas como las dirigidas a los huérfanos o las pensiones militares y civiles. A modo de ilustración, los huérfanos ingresados a la Casa de Expósitos de Santiago, alcanzaron una cifra dramática pero muy inferior, por ejemplo, a la cobertura de la educación primaria en la población de niños y jóvenes, como veremos en el capítulo sobre este último tema¹³. Las pensiones beneficiaron a una muy pequeña cantidad de personas, lo que analizaremos en el último capítulo del estudio. Las medidas orientadas a favorecer la inmigración extranjera tuvieron escasos resultados en comparación, por ejemplo, a la masiva migración a Argentina. A pesar de que muchos de los hechos en estos ámbitos representaron acontecimientos humanamente críticos y de profundo interés cultural, alcanzaron una cobertura cuantitativa de menor importancia en comparación con las políticas sociales de carácter masivo que revisaremos a fondo.
Lo que nos interesa comprender históricamente consiste principalmente en los resultados en la población que fueron generados por las políticas sociales impulsadas, más que cómo fueron ejecutadas o quiénes fueron sus ejecutores, a lo cual se refieren diversos estudios sobre políticas específicas. En las páginas siguientes observaremos las políticas desde la perspectiva de esos resultados en la población y no exclusivamente desde el punto de vista de las intenciones de quienes las definieron. Nuestras interrogantes se referirán a la historicidad de esos resultados, a lo que significaron para la mayor parte de los habitantes en esa época, más que a juzgarlos a la luz de las políticas públicas posteriores, sea del siglo XX o del XXI. Nos interesará averiguar los cambios provocados por las políticas en los destinatarios de estas y no prioritariamente en quienes fueron sus ejecutores, como los médicos, matronas, preceptores o profesores, o bien en las instituciones que eran un medio para atender a la población, ya fuesen la escuela o el hospital. Por esto, nos concentraremos en las políticas que produjeron mayores impactos, es decir, cambios importantes en las condiciones y oportunidades de vida de gran parte de la población; a modo de ejemplo, a través del enfrentamiento de las epidemias de viruela, en lugar de estudiar otros aspectos relacionados con la salud, como los escasos medicamentos eficaces disponibles en la época.
Las preguntas que procuraremos resolver en los capítulos siguientes se referirán principalmente a los impactos de las políticas sociales¹⁴. Es decir, en primer lugar, en qué medida la población logró acceder a los servicios brindados, cuál fue la cobertura de estos. En segundo lugar, cómo percibió la población esos servicios o al menos cómo reaccionó la gente a la oferta pública. Tercero, en qué medida las políticas respondieron a las necesidades, aspiraciones y demandas de las personas, de las familias, de sectores sociales específicos. Sobre todo, nos interesará observar, en cuarto lugar, si hubo un cambio en las condiciones de vida de la gente, en los aspectos abarcados por las políticas sociales. En fin, examinaremos qué componentes de las políticas implementadas generaron esos resultados obtenidos, tanto positivos como negativos.
Responder esas preguntas sería insuficiente si asumiéramos un historicismo extremado, reduciendo el enfoque a lo percibido o lo experimentado por actores de la época y dejando de lado un antecedente crucial, acerca del cual hay abundante evidencia: la fuerte desigualdad social durante el siglo XIX, agudizada en la mayor parte del mundo decimonónico, al mismo tiempo que una marca estigmática, central y constante del desarrollo de los países latinoamericanos¹⁵. Por ello, preguntarnos por los resultados que tuvieron las políticas sociales implicará también averiguar qué podemos concluir acerca de sus efectos tanto buscados como no buscados en los sectores más pobres de la población y respecto de la desigualdad social en la etapa analizada. Aun cuando las autoridades no se lo propusieran de modo explícito y ni siquiera implícitamente, examinaremos los efectos de las políticas sociales respecto de la desigualdad social en el período estudiado.
En definitiva, buscaremos aclarar si el acceso a bienes colectivos como los proporcionados por esas políticas sociales, proporcionó una protección a los más vulnerables e incidió en el bienestar de los más pobres. Revisaremos en qué medida esto compensó la desigualdad en los ingresos económicos y en la distribución de la riqueza, en una época durante la que se mantuvo o incrementó la concentración del capital físico
en tierras y recursos minerales. A juzgar por indicios disponibles, no aumentó el capital humano
de la población respecto de sus oportunidades de actividad laboral y de generación de ingresos para el hogar, pero esta hipótesis debiera ser examinada con rigor histórico a la luz de las políticas implementadas, tarea que acometeremos en las páginas siguientes.
Nuestras interrogantes sobre los resultados de las políticas sociales, sus impactos y su efecto en la desigualdad social en la época, requieren ser resueltas a través de una revisión del conjunto de esas políticas, pues un análisis de cada una de ellas aisladamente mostraría efectos parciales y previsiblemente de escasa relevancia debido a su carácter delimitado. La desigualdad social no podría haber sido aminorada significativamente a través de una sola política específica. Abordando al mismo tiempo las diversas políticas sociales, examinaremos si tuvieron un efecto frente a la desigualdad. Evitando una visión sectorial de las políticas, podremos entender su resultado de conjunto sobre la población, comprendiendo así cuál fue la relevancia del proceso histórico que se generó.
Al poner la mirada en los resultados de la acción estatal sobre la gente, más que en una mera revisión de procesos institucionales, ofreceremos un criterio para valorar su importancia. Desde ese punto de vista, lo relevante no fueron las políticas en sí mismas, sino sus resultados para la población y su eventual efecto sobre la mitigación de la desigualdad social. Uno de los medios para comprender cuáles fueron esos resultados, consistirá en establecer comparaciones entre distintos lugares del país, así como con otros países en esos mismos años, abarcando un contexto más amplio que el nacional.
Esos resultados no ocurrieron como producto del azar, sino que fueron parte de un proceso histórico. A menudo se busca una explicación causal de un proceso histórico en coyunturas políticas específicas o bien en las estructuras económicas y de clases sociales, descuidando el desarrollo mismo del proceso, es decir, el encadenamiento de la acción; a modo de ejemplo, la caída del imperio español de la que formó parte la independencia hispanoamericana¹⁶. Buscaremos desentrañar el proceso histórico del que formaron parte las diversas políticas sociales en el período que analizaremos. Mal podríamos comprender una política social, dejando de lado, por ejemplo, el modo de funcionamiento del aparato estatal y la situación de las finanzas públicas en esos años, que incidían sobre el conjunto de las políticas sociales. Una perspectiva similar ha sido aplicada también al estudio del origen de las políticas sociales en Estados Unidos, para identificar los procesos determinantes de las políticas, aunque sin indagar mayormente en sus efectos sociales y redistributivos¹⁷. Para entender los resultados de las políticas sociales en la población, evitando una sobresimplificación, examinaremos procesos de diversos tipos y en distintos niveles, buscando descubrir sus encadenamientos básicos con dichos efectos, contribuyendo así a la comprensión de un proceso histórico, a una explicación de conjunto y no solamente de partes aisladas.
La
política tuvo un lugar relevante entre los procesos que incidieron en las
políticas. Se ha sostenido que el Estado y no la sociedad civil como en otras sociedades, fue el que dio forma a la sociedad chilena después de la independencia, a partir de la imposición del poder presidencial, autoritario en sus inicios, por parte del ministro Diego Portales en 1833¹⁸. El centralismo habría sido una tradición en América Latina y Chile desde la colonización¹⁹. Según un paradigma teórico similar, el Estado nacional emergió en Argentina a partir de un centro decidido que avanzó hacia la dominación de desafiantes competidores nacionales y periferias provinciales²⁰. Desde otra perspectiva, partiendo de los procesos económicos conformadores de la clase dominante, se ha sostenido que burguesías emergentes tomaron control del Estado, arrebatándoselo a los propietarios latifundistas y estableciendo lazos de subordinación con los centros hegemónicos en la economía internacional²¹. Considerando los procesos políticos, lo que en realidad se habría logrado fue la marginación de la sociedad civil del proceso de construcción del Estado²². En cuanto a las
políticas públicas, de ese conjunto de enfoques se deduce que habrían sido parte de la sociedad construida bajo el impulso de la
política en un Estado donde se concentraba el poder de unos pocos.
Sin embargo, a lo largo de la historia, el Estado no ha sido monolítico y los estados modernos surgieron como un conjunto de organizaciones interrelacionadas²³. Así, la nación
poscolonial en la América hispánica tuvo su origen en una tensión inicial entre el peso de las comunidades locales y de un poder central²⁴. Hubo una negociación al interior de la elite durante varias décadas, que culminó con la conformación del Estado liberal en Chile en la segunda mitad del siglo XIX²⁵. En el período que recorreremos, el orden liberal chileno se construyó atravesado por un conflicto a la vez político y religioso²⁶. Los liberales en México en esos mismos años, se entroncaron con las comunidades locales e indígenas, en un proceso bidireccional de formación del Estado y no solamente de arriba hacia abajo ni siempre contra los de abajo²⁷. Con ese enfoque multifacético acerca de la formación del Estado en la época, observaremos la
política de la que fueron parte las
políticas públicas.
¿Cuál fue la relación entre la
política y las
políticas sociales? En las páginas siguientes dejaremos de lado una visión de las
políticas públicas como si fueran un fenómeno aislado de la
política o como si esta fuera expresión de un Estado monolítico. Necesitamos una mirada amplia para encontrar una explicación de las
políticas públicas en la
política al interior de la elite en el poder, pero también más allá de ella, tanto en la voluntad de los actores como en procesos no volitivos. Con esa perspectiva, en lugar de partir de la
política, partiremos de las
políticas sociales para llegar a ella²⁸. Así, podremos comprender mejor esas políticas, aportando además, con sus particularidades, al conocimiento de la
política en la época, contribuyendo en especial a la comprensión de la formación del Estado poscolonial.
Fuera de la
política, las
políticas sociales de ese tiempo deberían ser vistas considerando la situación de la economía. Las diversas interpretaciones sobre el desarrollo económico en la época han enfatizado en las exportaciones y los mercados internacionales como su fuerza motriz principal²⁹. En los siguientes capítulos discutiremos si ese tipo de crecimiento económico requería una inversión en capital humano
a través de políticas sociales o si esto fue particular a una época posterior³⁰. A la inversa, revisaremos si había una relación costo-efectividad positiva en los gastos sociales o si en realidad el logro de mejores condiciones sociales dependía solamente del crecimiento económico. Por otro lado, debido al incremento de las exportaciones hacia 1850, se inició una época de prosperidad económica que aumentó los ingresos fiscales, de modo que la falta de recursos para la implementación de políticas sociales dejó de ser una limitación tan importante como antes, gracias a lo cual se incrementó el gasto público social. Sin embargo, resulta indispensable aclarar si los gastos sociales fueron suficientes respecto de las necesidades identificadas en la época, si tuvieron alguna importancia en el gasto público total, cuál fue su magnitud en comparación a otras políticas públicas. Lo anterior nos permitirá comprender la relación entre la economía de esos años, los ingresos fiscales y los gastos en políticas sociales.
Las políticas públicas de la época han sido descritas exclusivamente como producto de una oferta estatal cada vez mayor y de la hegemonía de una clase dominante definida genéricamente. Esto ha sido criticado debido al crucial papel de la demanda social, en ámbitos como la educación primaria³¹. Extenderemos esta última perspectiva al conjunto de las políticas sociales, buscando establecer si hubo sectores de la población que incidieron en la acción del Estado y cuáles fueron ellos. Examinaremos quiénes fueron los actores sociales con mayor influencia en las políticas y cuáles fueron los efectos sobre estas.
Para quienes intervinieron en las políticas, sin duda tuvieron importancia las ideas y concepciones predominantes sobre la educación o la salud. Las políticas sociales se habrían orientado a finalidades aparentemente tan diversas como contribuir a mantener la estabilidad de la economía nacional y modificar la relación de las personas con su cuerpo³². Esos referenciales
de las políticas, su marco general, pueden constituir un potente lenguaje con que se les ha dado un sentido³³. Pondremos atención a esas ideas en la época analizada, verdaderas
o imaginarias, explícitas o subyacentes, sustentables y perdurables.
Las ideas y los factores materiales, causas en principio opuestas, en lugar de competir como explicaciones de la acción pública, podrían haber interactuado en los contextos institucionales en que se desarrollaron las políticas³⁴. Así, en un nivel operativo de las políticas públicas, la Universidad de Chile ha sido descrita como un medio institucional que habría facilitado la transferencia de ideas y conocimientos desde los países europeos³⁵. El período que estudiaremos fue una época de nuevos descubrimientos científicos e innovaciones tecnológicas en los países más avanzados, algunos de los cuales fueron aplicados en campos como la medicina. ¿Qué recepción tuvieron esos usos del conocimiento, en otros lugares del mundo como Chile? Abordaremos cómo fueron utilizados ideas y conocimientos importados
en las políticas sociales implementadas. Examinaremos también si acaso algo no fue incorporado en ese proceso de absorción y por qué. En un sentido más amplio, revisaremos el papel de las ideas y conocimientos a nivel de los procesos necesarios para la ejecución de las políticas; por ejemplo, la incidencia de los diagnósticos acerca de los problemas sociales, como determinantes de los resultados buscados y los medios utilizados para ello. El conjunto de estos procesos políticos, económicos, sociales, culturales y cognoscitivos nos permitirá comprender por qué se produjeron ciertos resultados de las políticas sociales en la población. De este modo, observar el proceso histórico común a estas políticas, contribuirá a superar una visión unidimensional y segmentada de estas, evitando separar sus causas de sus efectos en la vida de las personas.
La dinámica de un proceso histórico, incluyendo hechos completamente impredecibles, se asemeja más al análisis de tipo cinematográfico que al estrictamente causal, como se pudo observar en el caso de la independencia hispanoamericana³⁶. Por otro lado, tan interesante como una ecuación simplificadora de las relaciones causales, capaz de proporcionar una pretendida explicación a partir de un número reducido de variables, sería apreciar cómo vivieron esas políticas diversos actores y sectores sociales contemporáneos, incluyendo la gente común y corriente
a nivel local y los de abajo
, desde su propia perspectiva en esos años. Para ello, como en el formato audiovisual, nos aproximaremos a algunas de sus historias particulares y seriales a la vez que encadenadas, obteniendo con esto una comprensión distinta, más amplia y de mayor interés acerca de los procesos ocurridos y de sus resultados en la gente.
Utilizaremos la bibliografía disponible sobre el tema en Chile, aunque abarca preferentemente el período postsalitre. Revisaremos antecedentes de tipo cualitativo, el panorama general y diversos puntos de vista. Utilizaremos información cuantitativa en forma exhaustiva, para descubrir las tendencias de larga duración, de conjunto y estructurales, someter diversas afirmaciones a la estricta prueba de los números, así como proporcionar un importante volumen de datos hasta ahora desconocidos y fuentes inéditas, incluyendo las Cuentas de las entradas y gastos fiscales anuales, los registros censales efectuados por los empadronadores, las sepultaciones en el cementerio. Estos datos permitirán establecer de modo verificable qué se puede sostener acerca de los resultados de las políticas sociales en la época y sus efectos sobre la desigualdad social.
Nuestra opción de prestar especial atención a los datos cuantitativos obedece además a otra importante razón. Se dispone de una amplia información sobre las ideas y acciones de quienes formaban parte de las clases dominantes en la época: documentos oficiales, periódicos, correspondencia personal. En contraste, quedan escasos vestigios acerca de los puntos de vista de quienes componían la mayor parte de la población, quienes eran destinatarios de las políticas sociales. Entre los pocos indicios disponibles se encuentran los datos cuantitativos recopilados por funcionarios y autoridades de la época: personas ingresadas a los hospitales, personas fallecidas, niños asistentes a la escuela, población analfabeta de acuerdo con los censos. Algunos de estos datos cuantitativos proporcionan una imagen resumida de las experiencias de vida de miles de personas que componían los estratos menos privilegiados, como los datos sobre fallecidos de diversas edades del ciclo vital, a lo largo de los meses del año, durante varias décadas. Se trata de información con los sesgos propios de la visión de quienes establecían la forma de recopilarla y procesarla, pero al explicitarlos y reprocesar los datos, es posible avanzar en el conocimiento histórico acerca de lo ocurrido con las políticas sociales respecto de sus destinatarios. Como estos últimos eran sectores mayoritarios en la población respecto de los cuales quedan pocos vestigios, esos datos cuantitativos nos proporcionan una importante información histórica.
El libro corresponde básicamente a mi tesis de doctorado en historia en la Universidad Católica de Chile (Santiago), con algunos ajustes menores y dejando fuera los anexos metodológicos. Las páginas siguientes se estructuran en cuatro capítulos sobre temas específicos como la salud o la educación, siguiendo por separado el hilo de su historia desde principios de la década de 1850 hasta 1879, permitiendo así apreciar la importancia de la secuencia de acontecimientos sobre los resultados de las políticas sociales. Cada uno de los capítulos es en buena medida autocontenido, sin que se requiera acudir a otro para entenderlo, pero los límites de la historia de la salud o de la educación están más allá de las páginas del capítulo referido a cada una de ellas, como se puede apreciar a través de la lectura de los restantes capítulos. Por esto, la lectura en orden sucesivo proporciona una comprensión superior al efecto acumulativo de una suma de partes.
Notas
¹ Carlos Marichal. Money, taxes and finance
. Victor Bulmer-Thomas, John Coatsworth, Roberto Cortés (ed.). The Cambridge economic history of Latin America. Cambridge, Cambridge University Press, 2006, vol. 1, p. 457.
² Utilizamos el término capital físico
de acuerdo con su significado más general en economía, incluyendo tanto recursos naturales como infraestructura.
³ Ann Johnson. Internal migration in Chile to 1920: its relation to the labor market, agricultural growth and urbanization. Davis, University of California, Ph. D. Dissertation, 1978, pp. 518-519.
⁴ La construcción del ferrocarril de Valparaíso a Santiago se inició en 1852 y la inversión en mejoramiento de caminos experimentó un salto a partir de 1854, de acuerdo a la Cuenta jeneral de las entradas y gastos fiscales de la República de Chile, 1850-1860.
⁵ Archivo Nacional, Archivo Claudio Gay, vol. 39 (ex 48), hoja 68, 1863.
⁶ Harold Lasswell. The policy orientation
. H. D Lasswell, D. Lerner (eds). The policy sciences: recent developments in scope and method, Stanford CA, Stanford University Press, 1951, pp. 3-15.
⁷ José Pablo Arellano. Políticas sociales y desarrollo. Chile 1924-1984. Santiago, CIEPLAN, 1985, pp. 20. Pedro Güell. Políticas sociales e historia
. Revista latinoamericana de desarrollo humano. Santiago, PNUD, Nº 45, junio 2008, p. 3.
⁸ Sol Serrano. ¿Qué hacer con Dios en la República? Política y secularización en Chile (1845-1885). Santiago, Fondo de Cultura Económica, 2008, p. 177.
⁹ Peter Flora, Arnold Heidenheimer (eds.). The development of welfare states in Europe and America, New Jersey, Transaction Publishers, 1990.
¹⁰ Kosellek sostiene que la historia efectual
, aunque posibilitada y mediada lingüísticamente, va más allá de lo que es asequible con el lenguaje. Presenta como ejemplo Mi lucha, que quedó superado por los hechos del Holocausto, adquiriendo su discurso un nuevo sentido. Reinhart Koselleck. Historia y hermenéutica. Barcelona, Paidós, 1997, p. 93.
¹¹ Siguiendo el enfoque de diversas tendencias en el análisis de las políticas públicas. Thomas Dye. Understanding public policy. New Jersey, Prentice-Hall, 1998. Bruno Jobert, Pierre Muller. L’état en action. Paris, PUF, 1989.
¹² Theda Skocpol. States and social policies
. Annual review of sociology. 1986, vol. 12, p. 132.
¹³ Los huérfanos ingresados a la Casa de Expósitos alcanzaron a un promedio de 477 niños cada año entre 1850 y 1878, fluctuando entre un 6% y un 9% de los niños bautizados anualmente en las parroquias de la ciudad, de acuerdo con el Anuario Estadístico de la República de Chile, 1850-1878.
¹⁴ El impacto, en el marco lógico de uso habitual en los proyectos, programas y políticas, corresponde a lo logrado respecto al propósito u objetivo central buscado en la población objeto de la intervención. La falta de datos hace imposible medirlo con técnicas cuantitativas complejas aplicadas a la época, pero buscaremos evaluarlo tanto cualitativa como cuantitativamente, sin efectuar estrictamente una evaluación de impacto.
¹⁵ John Coatsworth. Economic and institutional trajectories in nineteenth-century Latin America
. John Coatsworth, Alan Taylor. Latin America and the world economy since 1800. Cambridge, Harvard University Press-David Rockefeller Center for Latin American Studies, 1998. François Bourguignon, Christian Morrison. Inequality among world citizens: 1820-1992.
American economic review, 92 (4), 2002, pp. 727-744.
¹⁶ François-Xavier Guerra. El ocaso de la monarquía hispánica: revolución y desintegración
. Antonio Annino; François-Xavier Guerra. Inventando la nación. Iberoamérica siglo XIX. México, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 118-119.
¹⁷ Theda Skocpol. States and social policies, op. cit., p. 132. Theda Skocpol. Los orígenes de la política social en los Estados Unidos. Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 1996.
¹⁸ Mario Góngora. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Santiago, Ed. Universitaria, 1986. Con otro enfoque: Jocelyn-Holt, Alfredo. El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica. Santiago, Editorial Planeta, 1999.
¹⁹ Claudio Véliz. The new world of the gothic fox: culture and economy in English and Spanish America. Berkeley, University of California Press, 1994.
²⁰ Tulio Halperin. Una nación para el desierto argentino. Buenos Aires, Editores de América Latina, 2004.
²¹ Hernán Ramírez Necochea. Balmaceda y la contrarrevolución de 1891. Santiago, Editorial Universitaria, 1969. Charles G. Pregger-Roman. The origin and development of the bourgeoisie in nineteenth-century Chile
. Latin American perspectives, Vol. 10, Nº 2/3, (Spring - Summer, 1983), pp. 39-59. Charles G. Pregger-Roman. Nineteenth-Century Chile: a case study. Subordination, the class process, and the relative autonomy of states.
Latin American perspectives. Issue 67, vol. 18, N°1, Winter 1991, pp. 113-135.
²² Gabriel Salazar, Julio Pinto. Historia contemporánea de Chile. Tomo I. Estado, legitimidad y ciudadanía. Santiago, LOM, 1999.
²³ Desde las concepciones originadas en Max Weber, esta perspectiva ha tenido múltiples desarrollos teóricos.
²⁴ François-Xavier Guerra. Las mutaciones de la identidad en la América hispánica
. Antonio Annino; François-Xavier Guerra. Inventando la nación. Iberoamérica siglo XIX. México, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 185-220.
²⁵ Simon Collier. Chile: la construcción de una república 1830-1865: política e ideas. Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005.
²⁶ Sol Serrano. La estrategia conservadora y la consolidación del orden liberal en Chile, 1860-1890
. Marcello Carmagnani (coordinador). Constitucionalismo y orden liberal. América Latina, 1850-1920. Torino, Otto Editore, 2000.
²⁷ Florencia Mallon. Campesino y nación. La construcción de México y Perú poscoloniales. México, CIESAS-El Colegio de San Luis-El Colegio de Michoacán, 2003.
²⁸ En esa línea, en la historiografía contemporánea destaca Richard Evans. Death in Hamburg. Society and politics in the cholera years. New York-London, Penguin Books, 2005.
²⁹ Entre los trabajos recientes más completos: Luis Ortega. Chile en la ruta al capitalismo. Cambio, euforia y depresión 1850-1880. LOM-DIBAM-Centro de Investigaciones Barros Arana, Santiago, 2005. Carmen Cariola, Osvaldo Sunkel. Un siglo de historia económica de Chile, 1830-1930. Editorial Universitaria, Santiago, 1991.
³⁰ Según teorías como la de Barrow, que enfatiza en la influencia del capital humano sobre el crecimiento económico contemporáneo. Robert Barrow. Determinants of economic growth: implications of the global evidence for Chile
. Cuadernos de Economía, año 36, N° 107, abril 1999, pp. 443-478. Robert Barrow. Determinants of economic growth. A cross-country empirical study. Cambridge, Massachussetts Institute of Technlogy, 1997, pp. 19-22.
³¹ Esto último ha sido sostenido por Sol Serrano. ¿Quién quiere la educación? Estado y familia en Chile a mediados del siglo XIX
; Gonzalbo, Pilar (ed.). Educación y Familia en Iberoamérica, México, El Colegio de México, 1999, pp. 153-171.
³² Como los fines examinados en la Introducción
de María Soledad Zárate (compiladora). Por la salud del cuerpo. Historia y políticas sanitarias en Chile. Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2008.
³³ Bruno Jobert, Pierre Muller, op. cit. Giandomenico Majone. Evidencia, argumentación y persuasión en la formulación de políticas. México, Fondo de Cultura Económica, 1997.
³⁴ Kathleen Thelen, Sven Steinmo. Historical institutionalism in comparative politics
. Sven Steinmo, Kathleen Thelen, Frank Longstreth. Structuring politics. Historical institutionalism in comparative analysis. Cambridge, Cambridge University Press, 1998, pp. 1-32.
³⁵ De acuerdo con la tesis de Sol Serrano. Universidad y nación: Chile en el siglo XIX. Santiago, Ed. Universitaria, 1994.
³⁶ Según el tipo de análisis propugnado por François-Xavier Guerra. El ocaso de la monarquía hispánica: revolución y desintegración
, op. cit.
CAPÍTULO I
P
ROTECCIÓN DE LA SALUD A TRAVÉS DE LOS HOSPITALES Y EL ENFRENTAMIENTO DE LA VIRUELA
Las historias tradicionales sobre la medicina en Chile han enfatizado en el desarrollo de los conocimientos médicos que hicieron posibles las políticas de salud pública. Se ha sostenido que en forma progresiva, principalmente desde las décadas de 1850 y 1860, las autoridades mejoraron la infraestructura de los hospitales y estos se beneficiaron con los conocimientos de los médicos que se fueron formando en la Universidad de Chile¹. El progreso económico y una política sanitaria impulsada por los gobiernos liberales habría permitido la construcción de nuevos hospitales a partir de la década de 1870, lo que junto al desarrollo de los conocimientos médicos contribuyó a mejorar la atención médica de los enfermos y el enfrentamiento de las epidemias de viruela². Todo esto habría constituido un antecedente y un avance gradual hacia una política pública de salud que solamente en el siglo XX habría asumido el Estado³.
Estudios más recientes han transitado de una historia institucional y apologética a una historiografía donde se enfocan aspectos sociales y culturales más amplios⁴. Se ha abordado el origen de profesiones relacionadas con la salud como las matronas o el papel de la caridad privada en la atención de salud⁵. También se ha enfatizado en el papel de la salud pública como instrumento de control de las clases dominantes⁶.
La atención de la salud de las personas hacia mediados del siglo XIX abarcó la atención brindada por los hospitales, las vacunaciones contra la viruela, la actividad ambulatoria de las dispensarías, la atención de los partos, las prestaciones otorgadas por profesionales de la salud formales o informales, incluyendo parteras y matronas tituladas, flebotómanos o sangradores, practicantes, cuidadores y veladores, boticas o farmacias y yerbateros o vendedores de hierbas tradicionales, las redes familiares y sociales de apoyo a quienes sufrían una dolencia.
En este capítulo, nuestro foco de atención estará concentrado en las políticas públicas en el ámbito de la salud que tuvieron un mayor impacto en la población, durante el período de 1850 a 1879. Como veremos, estas políticas fueron principalmente la atención en los hospitales y las medidas frente a las epidemias. Nuestra perspectiva aspira a incorporar enfoques actuales que van más allá de una historia de la medicina y de la salud como campos cerrados, buscando incluir además el punto de vista de los pacientes, de los afectados por problemas de salud como las epidemias y de la población en general⁷. Esto implica, adicionalmente, insertar la historia de la medicina y de la salud en los procesos económicos, sociales, políticos e internacionales de los cuales formó parte. Desde la perspectiva de los resultados en la población, lo ocurrido con la salud pública en esos años tuvo una enorme importancia en términos de vidas humanas, independientemente de las políticas que se aplicaron en el siglo siguiente. Lo que entonces estuvo en juego no puede ser minimizado ni sobresimplificado, si aspiramos a comprender las tendencias de fondo.
En la época, desde luego, las personas acudían normalmente por su propia voluntad en busca de atención de salud; no concurrían por obligación a los establecimientos hospitalarios que existían en las principales ciudades del país, ni eran vacunadas por la fuerza contra la viruela. Resulta importante analizar cuáles eran los problemas de salud más apremiantes para la población y cuál era su demanda de atención en ese plano. Por otro lado, para comprender mejor lo ocurrido en la época, es clave conocer también qué necesidades se buscaba enfrentar a través de la acción pública y en qué medida se correspondían con la demanda de la población. Es decir, podemos conjeturar que los objetivos definidos no respondían meramente a la voluntad de las autoridades y de los médicos, sino también a la demanda de la población⁸. En las páginas siguientes nos internaremos en ambos aspectos, tanto en la demanda de la población como en la oferta pública de salud. Esto implica observar con particular atención quiénes eran atendidos y quiénes intervenían en la salud pública.
El desarrollo de la medicina y la influencia de los médicos, los objetivos buscados por las autoridades, pero también las demandas de la población, configuraron un proceso histórico que nos permitirá examinar y buscar una explicación a los resultados obtenidos en el ámbito de la salud de la población, principalmente de los sectores sociales más postergados. En un sentido más amplio, revisaremos si lo ocurrido tuvo un efecto sobre las personas y la sociedad de la época, en cuanto a las expectativas de vida de las personas y en el plano político. Sobre todo, propenderemos a aclarar la crucial pregunta de si la salud pública fue un nivelador de las diferencias sociales⁹. Estas interrogantes se refieren específicamente a la historia de las políticas públicas de salud y sus resultados, más que a una historia sociocultural de la enfermedad¹⁰.
En el período abarcado por nuestro estudio, cuando todavía se desconocían aspectos tan básicos para la medicina como la existencia de las bacterias y la importancia de la antisepsia y la asepsia, los médicos disponían de técnicas terapéuticas de efecto muy limitado y casi nulo. Los doctores y los hospitales tenían un escaso resultado efectivo en la curación de los enfermos, aunque eran bastante demandados por la población. Solamente la vacuna contra la viruela era un instrumento real de protección de la población, pues no había otras medidas médicas específicas, preventivas o curativas, con un impacto significativo en la mortalidad¹¹. La vacunación contra ese virus fue en realidad, por primera vez, una acción de salud pública efectiva impulsada por el Estado. Por ello, examinaremos no solamente lo ocurrido con la atención de salud en general, sino de modo muy especial la acción desarrollada frente a la amenaza de esa mortífera enfermedad. Revisaremos algunas epidemias de viruela poco conocidas y utilizaremos conocimientos recientes sobre la epidemiología de esa enfermedad para renovar nuestra comprensión de lo que se hizo en esos años para enfrentarla.
La forma de asumir los problemas de salud de la población no se desarrolló en forma aislada en Chile, sino en un contexto internacional donde en Europa aumentaron los conocimientos médicos y se impulsaron similares medidas de salud pública. En el país, así como en todo el mundo, las enfermedades infecciosas eran una importante causa de muerte y frente a ellas se desarrollaron medidas públicas como la vacunación contra la viruela. Surge la interrogante de si se replicó el desarrollo noratlántico de la salud pública¹². Las comparaciones con otros países en algunos aspectos centrales, como los resultados obtenidos en la salud de la población, nos permitirán comprender mejor y de modo más amplio lo ocurrido en Chile, contribuyendo además a una historia comparativa más allá de los límites nacionales.
En síntesis, para la comprensión histórica de lo