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Los Salmos: Introducción a la interpretación del Salterio
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Libro electrónico210 páginas3 horas

Los Salmos: Introducción a la interpretación del Salterio

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Una introducción breve pero completa al libro de los Salmos, académica pero de fácil lectura. Suficiente para hacerse una idea general del Salterio hebreo, sus estilos y sus dificultades, y con ello proporcionar a cualquiera una comprensión mucho mejor de las composiciones poéticas que encontramos en uno los más importantes, más hermosos y más queridos libros de la Escritura.

Dice el autor:

"Desde hace tiempo sentía yo la necesidad de una introducción a los salmos al alcance de los estudiantes de licenciatura (y otros) que fuese a la vez exhaustiva y de fácil lectura, y confío en que este trabajo cubrirá esa necesidad".
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 abr 2007
ISBN9788482676692
Los Salmos: Introducción a la interpretación del Salterio

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    Los Salmos - John N. Day

    Capítulo 1

    INTRODUCCIÓN

    Los diferentes tipos de Salmos

    Cualquiera que lea el Salterio quedará sobrecogido por la variedad de composiciones que contiene, las cuales son el reflejo de diferentes estados de ánimo y situaciones. Al mismo tiempo, es fácil darse cuenta de que muchos salmos pueden ser incluidos juntos en grupos claramente diferenciados, como, por ejemplo, aquellos cuyo tema es «Alabad al Señor» (Aleluya), o aquellos en los cuales el salmista manifiesta su aflicción ante Dios y pide liberación. No obstante, hay algunos salmos difíciles de incluir en una determinada clasificación.

    Aunque en el siglo XIX se realizaron las primeras tentativas de clasificar los salmos –la más notable de las cuales fue la de W. M. L. de Wette– fue la obra de otro erudito alemán, H. Gunkel, a comienzos del siglo XX, la que se convirtió en el paradigma del análisis de los salmos dentro de diferentes categorías. Tanto en su Comentario a los Salmos como en su Introducción a los salmos –terminada tras su muerte por su discípulo J. Begrich– Gunkel se esforzó por definir, de manera rigurosa, todos los salmos que conforman el Salterio dentro de sus respectivas categorías (Gattungen) y por descubrir el contexto vital (Sitz im Leben) original de todos los tipos. Esta clase de estudio es conocida como «crítica de las formas», y analiza la literatura bíblica partiendo de la forma o de criterios estructuralistas.

    Gunkel dividió los salmos en cinco grupos principales como sigue:

    Himnos. Estos son los salmos de alabanza. Generalmente comienzan con una llamada a la alabanza, seguidos de los motivos para ésta, y concluyen con una nueva llamada a dicha alabanza. Pueden exaltar a Dios por su actividad creadora o por sus actuaciones en la historia. Algunos ejemplos serían los Salmos 33; 117 y 145-50. Dos sub-categorías dentro de este grupo serían, los salmos de entronización (Sal. 47; 93 y 96-99), los cuales celebran la entronización de Yahvé como Rey, y los salmos de Sión (Sal. 46; 76 y 87) que exaltan el monte de Sión, la morada santa de Yahvé en Jerusalén.

    Súplicas colectivas. Éstos son los salmos en los que la nación lamenta algún desastre público que ha venido sobre ellos, por ejemplo, la destrucción del templo de Jerusalén (Sal. 74; 79) o algunos otros desastres (Sal. 60; 80 y 126). Tras comenzar con una invocación a Dios, no hay un orden prefijado el cual sigan, aunque la mayor parte del salmo consiste en una queja dirigida a Dios y súplicas para que Él los libere.

    Salmos reales. Estos salmos están centrados en la figura del rey, que para Gunkel pertenecía a la monarquía israelita pre-exílica. Entre otras cosas tratan de su coronación (Sal. 2 y 110), del matrimonio (Sal. 45), y batallas (Sal. 18; 20 y 144). No forman estrictamente una categoría crítico-formal, puesto que no tienen una estructura típica, sino una clase delineada exclusivamente de acuerdo a su contenido.

    Súplicas individuales. Así como las súplicas colectivas lamentan el destino de la nación, las súplicas individuales lamentan el destino de las personas particulares que los profieren. Son, de lejos, el tipo más común de salmo en el Salterio, especialmente en la primera mitad (v. g. Sal. 3-7; 22; 25-28; 51; 51-57 y 139-143. Generalmente, estos salmos comienzan con una invo­cación a Yahvé, con frecuencia continúan con el lamento pro­piamente dicho y con una súplica de ayuda y, en algunas oca­siones, finalizan con una expresión de confianza. De todas ma­neras, no existe una regularidad absoluta en la ordenación o en la inclusión de los elementos particulares.

    Como un apéndice de los lamentos individuales, Gunkel incluyó los salmos de confianza (v. g. Sal. 11, 16, 23). En estos salmos, el salmista expresa su confianza en que Dios le librará de la maldad y de sus enemigos, que son los causantes de la lamentación en los salmos de súplica individual.

    Salmos de acción de gracias individual. No son tan comunes como las súplicas individuales, éstos, no obstante, forman su reverso, puesto que en ellos el salmista agradece a Dios que le haya librado de la angustia personal. Este grupo incluye salmos tales como el 30; 32; 34; 41; 116 y 138. De nuevo nos encontramos con que no manifiestan una regularidad total en su estructura, pero pueden incluir una introducción (en la cual el salmista pone de manifiesto su intención de dar gracias a Dios), una sección narrativa (en la cual describe su angustia previa, así como la oración pidiendo ser librado y su cumplimiento) y, finalmente, una conclusión.

    Además de estos cinco grupos principales, Gunkel también reconoce la existencia de otros tipos menos comunes. Éstos incluirían los salmos de acción de gracias colectiva (v. g. Sal. 124), una muy pequeña categoría, en la cual toda la nación da gracias a Dios por alguna liberación puntual; los salmos de sabiduría, que son poemas de naturaleza didáctica en los que se refleja la influencia de la tradición sapiencial del Antiguo Testamento, algunos más de confianza en la justa acción del mundo (v. g. Sal. 1 y 112) y otros son interrogaciones (v. g. Sal. 37 y 49); los salmos de peregrinaje (Sal. 84 y 122) que eran cantados por los pe­re­gri­nos en su viaje a Jerusalén; y salmos litúrgicos (más comúnmente conocidos como «liturgias de entrada»), en los cuales el adorador que busca la entrada del Santuario era instruido en los requisitos necesarios (Sal. 15 y 24), así como las liturgias proféticas en las cuales fueron detectados oráculos proféticos (v. g. Sal. 75 y 85). Finalmente, aquellos salmos que no pueden ser asignados a ninguna de las categorías arriba mencionadas, fueron llamados por Gunkel poemas mixtos, éstos poseen diferentes formas y estruc­turas (v. g. Sal. 119).

    A grandes rasgos, el bosquejo principal que de los distintos tipos de salmos realizó Gunkel ha sido seguido por la mayoría de los eruditos siguientes. Por supuesto que en algunos detalles ha sido matizado, por ejemplo si un salmo debía ser incluido en ésta o en aquella categoría; pero esto es comprensible, porque la crítica de las formas no es una ciencia exacta. Los escritores de salmos eran libres de componer cualquier salmo que eligieran, y no estaban constreñidos por rígidas normas formales, por tanto, la inscripción de un salmo dentro de una categoría determinada no es siempre un asunto sencillo. Gunkel se equivocó proba­blemente al ver los «salmos de confianza» como un simple apéndice de los «salmos de súplica individual», porque aunque tienen conexiones con ellos, también tienen puntos de contacto con los «salmos de acción de gracias individuales», pero no pertenecen a ninguna de esas clases y deben ser considerados como un género totalmente distinto. Gunkel puede ser también acusado de inconsecuencia, puesto que algunas de sus categorías están basadas en la forma de los salmos, o en su estructura; (v. g. los himnos, los salmos de acción de gracias y los salmos de súplica) mientras que otras tienen como base criterios de contenido (v. g. Los salmos reales y los salmos de sabiduría, y las subclases de los himnos conocidas como salmos de entronización y salmos de Sión). Sin embargo, éste es probablemente el precio que tenemos que pagar a cambio de una clasificación realmente útil de los salmos: no sería posible ignorar totalmente los contenidos y, en ningún caso, hay una absoluta rigidez de formas, ni siquiera en los himnos, en los salmos de súplica o en los salmos de acción de gracias.

    La terminología relativa a los salmos de lamento y de acción de gracias y a los himnos, ha estado sujeta a discusión, así como la existencia real de los salmos de acción de gracias colectiva (ver los Capítulos 2 y 3). La crítica más radical al sistema clasificatorio de Gunkel ha sido realizada por H.-J. Krauss. Él defiende que debe crearse un sistema de clasificación totalmente nuevo, tomando como base los términos usados en el propio Salterio, espe­cial­men­te en los encabezamientos. Éste no es el lugar para dis­cutir detalladamente su propuesta. Basta con decir que ésta está lejos de ser satisfactoria. Por ejemplo, su sexta categoría «salmos de fiesta y liturgias» no está basada en ninguna terminología usada en el Salterio, y su segunda categoría «Canciones de oración» (tepillâ) –un término usado en el enca­be­za­miento de los Salmos 17; 86; 90; 102 y 142– es empleada por Krauss para abarcar un número demasiado extenso de salmos como para que resulte útil, máxime incluyendo, como él hace, todos los salmos de lamento y de acción de gracias, tanto individuales como colectivos.

    En líneas generales, por tanto, el bosquejo principal de la clasificación de Gunkel puede ser todavía seguido, aunque existe siempre la posibilidad de estar en desacuerdo en los detalles. Nosotros vamos a examinar los diferentes tipos de salmos más detalladamente en los Capítulos que siguen.

    El lugar de los salmos en el culto

    Tanto los escritores antiguos como los eruditos críticos del siglo XIX y de principios del XX se inclinaron a considerar los salmos como pruebas evidentes de la devoción privada e individual en Israel. Las antiguas autoridades estaban, por supuesto, supe­ditadas a los encabezamientos tradicionales de los salmos; pero los especialistas anteriores, aunque rechazaron la autenticidad de dichos encabezamientos, todavía se inclinaban a considerar los salmos como composiciones individuales, que reflejaban cir­cuns­tancias históricas particulares. Incluso Gunkel –que jugó un significativo papel en el análisis crítico formal del Salterio– fue incapaz de conseguir una interpretación completamente cúltica de los salmos. Mientras que él, acertadamente, vio que la salmografía debía retrotraerse a los tiempos pre-exílicos y que algunos de nuestros salmos datan de ese período, creyó que la mayoría de los salmos existentes son imitaciones «espiritualizadas» post-exílicas de salmos cúlticos más antiguos, y que esos salmos provenían de pequeños «conventículos» más o menos privados de laicos piadosos. Supuso que las muchas referencias a cuestiones cultuales en el Salterio eran solamente metafóricas.

    No obstante, como resultado del trabajo de Mowinckel, esta opinión ahora es generalmente rechazada. En los salmos aparecen esparcidas gran cantidad de alusiones al culto, que sólo tendrían sentido si fueran utilizadas en la alabanza pública del templo de Jerusalén. Por ejemplo; se incluyen referencias al templo en los salmos 23,6; 26,8; 27,4; 63,2; 96,6 y 122,1; también en los Salmos 24; 68; 118 y 132 se hacen alusiones a procesiones cúlticas, así también el Salmo 48,12 alude a la procesión alrededor de las paredes del Monte Sión. También pueden encontrarse referencias a diferentes tipos de sacrificios, por ejemplo, sacrificios en general (Sal. 4,5; 27,6), ofrendas quemadas (Sal. 20,3), un sacrificio de pacto (Sal. 50,5), y una ofrenda voluntaria (54,6). También se menciona la danza (Sal. 30,11; 87,7; 149,3 y 150,4), el canto (Sal. 9,11; 30,4; 33,2 y 47,6-7), y varias clases de instrumentos musicales (Sal. 33,2; 47,5; 81,2; 98,6 y 150,5).

    Se puede encontrar una base para la interpretación cúltica de los salmos en la Mishnah y en otras fuentes rabínicas, las cuales estipulan diversos acontecimientos cúlticos para la utilización de los salmos. Algunos de los encabezamientos de los salmos ates­tiguan un uso litúrgico, aunque también contienen algunas incertidumbres. Cuando llegamos al último período, encontramos, de hecho, salmos compuestos por círculos piadosos y con fines no cultuales, especialmente los Salmos de Salomón y el Hodayoth de Qumrán (salmos de acción de gracias). Éstos se diferencian notablemente de nuestros Salmos del Antiguo Testamento en diversos aspectos, y su orientación no cúltica resalta más aún la naturaleza cúltica de los salmos bíblicos.

    E. S. Gerstenberger recientemente ha defendido que una gran mayoría de los salmos no derivarían del templo de Jerusalén, sino, en primer lugar, de pequeñas comunidades locales de alabanza, principalmente de la sinagoga del período post-exílico. No obs­tante, las bases para esta teoría no resultan convincentes. No sabemos nada acerca de la alabanza en la sinagoga durante el período persa –ni siquiera estamos seguros de que ya existieran las sinagogas en aquel momento– y Gerstenberger concede una importancia insuficiente tanto a las indicaciones de un origen cúltico como a la evidencia de que un buen número de salmos pertenezcan a la época anterior al exilio. Debe también señalarse que algunos eruditos que aceptan un lugar en el culto del templo para los salmos, hacen generalmente una excepción con los salmos de sabiduría y de la Torá, colocándolos en un contexto escolar, pero incluso esto es en algunos aspectos dudoso (ver el Capítulo 4).

    Como libro de canciones para el culto, el Salterio ha sido considerado ocasionalmente en el pasado como «el himnario del segundo templo», es decir, del periodo post-exílico. Esto resulta justo si recordamos que una parte considerable de ese himnario fue también el himnario del primer templo, es decir, del período anterior al exilio. Discutiremos los problemas de la cronología en los Capítulos siguientes, pero, en términos generales, se puede decir que parece haber un predominio de los salmos anteriores al exilio en los primeros dos tercios del Salterio y de los salmos post-exílicos en el último tercio. Aunque estuvo de moda al final del siglo XIX y al comienzo del siglo XX considerar la mayoría de los salmos como tardíos (hasta el punto de que B. Duhm consideró el Salmo 137 del exilio como el salmo más temprano) poste­riormente se hizo general la opinión de que hay un gran número de salmos pre-exílicos (postura llevada al extremo por I. Engnell quien consideró el Salmo 137 como el más tardío). Aunque du­rante los últimos años, algunos especialistas han intentado de­fender nuevamente la postura que el Salterio es mayo­ri­ta­ria­mente post-exílico (v. g. Gerstenberger, O. Loretz), en la actuali­dad, la mayoría reconocería que de hecho existen un gran número de salmos tanto anteriores al exilio como post-exílicos.

    Los salmos y la música

    Los salmos fueron compuestos para ser cantados, como la propia palabra salmo (heb. mizmôr) indica. Diversos tipos de ins­tru­mentos musicales aparecen mencionados en el Salterio. Entre los instrumentos de cuerda se encuentran la lira (heb. kinnÛr, v. g. Sal.: 33,2 y 43,4) y el arpa (heb. nÂbel o nebel, v. g. Sal. 33,2 y 57,8), siendo este último, el instrumento más grande y ruidoso. Los instrumentos de viento incluían el corno (heb. ëÜpªr, v. g. Sal. 33,2 y 57,8), la trompeta (heb. Êaîoser≤, Sal. 98,6) y la flauta (heb. õgªb Salmo 150,4). El corno, en ocasiones equi­vo­ca­damente traducido «trompeta» en caste­lla­no, funcio­naba más como una señal que como un instrumento musical. Los instru­men­tos de percusión incluían los címbalos (heb. îelîelΔm, Sal. 150,4) y un tipo de tambor de mano o pandereta (heb. tÜp, v. g. Sal. 149,3 y 150,4).

    Desgraciadamente, nunca sabremos cómo sonaban los salmos cuando eran cantados en el Antiguo Israel. De hecho, es muy poco lo que sabemos acerca de la música antigua en el Oriente Próximo. No obstante, hace unos pocos años, un salmo hurrita de Ugarit en Siria fue descubierto junto con detalles de su notación musical, fechado en la segunda mitad del segundo milenio a. C. Se ha realizado una grabación del salmo hurrita reconstruido y la música ha sido interpretada con una lira tomando como base antiguos patrones musicales (véase A. D. Kilmer, R. L. Crocker, and R. R. Brown, Sounds from Silence: Recent Discoveries in Ancient Near Eastern Music). Aunque no podemos saber hasta qué punto este salmo musical hurrita se aproxima a los del Antiguo Israel, eso al menos nos permite obtener una vislumbre de la música cúltica de su entorno.

    Hay un número de oscuras expresiones musicales en los encabezamientos de los salmos. En algunas ocasiones pueden indicar una melodía, por ejemplo «según los lirios» (Sal. 45 y 69). Esparcida entre los salmos aparece la palabra Selah. La opinión más extendida es que se trata de una expresión que se refiere a un intervalo musical (instrumental); esta opinión cuenta con el apoyo de la versión griega de los Setenta, la cual siempre traduce esa palabra por diapsalma, «intervalo musical». Un apoyo adicio­nal para este punto de vista proviene del hecho de que Selah generalmente aparece al final de una estrofa o donde hay una división natural o cambio de la disposición anímica del salmo (cf. Sal. 44,8; 46,7,11 y 89,37).

    Lecturas adicionales

    Sobre los distintos tipos de salmos (la mayor parte de los comentarios de los salmos tratan de esta materia en sus intro­ducciones):

    GUNKEL, H. y BEGRICH, J. Einleitung in die Psalmen.

    JOHNSON, A. R. «The Psalms» en The Old Testament and Modern Study. H. H. Rowley, editor. Clarendon, Oxford, 1951, pp. 162-209.

    MOWINCKEL, S. The Psalms in Israel’s Worship.

    Como una alternativa radical al sistema tradicional de clasificación

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