Las armas, las letras y el compás en Milicia y descripción de las Indias: La construcción del caudillo colonial a finales del siglo XVI y principios del XVII
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Las armas, las letras y el compás en Milicia y descripción de las Indias - Hernán Rodríguez Vargas
Reservados todos los derechos
© Pontificia Universidad Javeriana
© Hernán Rodríguez Vargas
Primera edición
Bogotá, D. C., abril de 2018
ISBN 978-958-781-320-3
Hecho en Colombia
Made in Colombia
Corrección de estilo
Laura Acero Polanía
Diseño de colección
Isabel Sandoval
Diagramación
Sonia Rodríguez
Montaje de cubierta
Claudia Rodríguez Ávila
Desarrollo ePub
Lápiz Blanco S.A.S.
Editorial Pontificia Universidad Javeriana
Carrera 7.a n.° 37-25, oficina 1301, Bogotá
Edificio Lutaima
Teléfono: 3208320 ext. 4752
www.javeriana.edu.co/editorial
Bogotá, D. C.
Pontificia Universidad Javeriana. Vigilada Mineducación. Reconocimiento como universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento como personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.
Rodríguez Vargas, Emiro Hernán, autor
Las armas, las letras y el compás en Milicia y descripción de las Indias: la construcción del caudillo colonial a finales del siglo XVI y principios del XVII / Hernán Rodríguez Vargas. -- primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018. – (Taller y oficio de la historia)
164 páginas ; 24 cm
Incluye referencias bibliográficas (páginas 159-163).
ISBN : 978-958-781-320-3
1. Vargas Machuca, Bernardo de, 1557-1622 - Crítica e interpretación. 2. Milicias – Historia - Colombia – Siglos XVI-XVII. 3. Colombia – Historia - Colonia, 1550-1810. 4. América Latina – Historia - Hasta 1600. I. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales
CDD 980.01 edición 19
Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J.
inp 23/03/2018
Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.
AGRADECIMIENTOS
Toda experiencia de escritura es siempre colectiva. El nombre del escritor figura porque es él quien se hace responsable de cada una de las ideas que en su texto se consignan. Cuando escribe, el historiador se debe primero que todo al tiempo y después a aquellos detalles de los cuales se ocupa y a los que les da vida desde un ángulo que siempre queda en deuda con la totalidad. El escritor se debe siempre a los afectos de los suyos: familia y amigos. A quienes somos además de investigadores, docentes, a nuestros estudiantes de ayer, hoy y mañana.
En este sentido, primero quiero agradecer a mis padres y hermana, por su apoyo incondicional. A Juliana Barrera, para quien he escrito este y muchos otros textos; a ella, por los días en que me ayudó a tomar fuerza cuando me faltaron los ánimos: por ser toda mi fuerza y mi ánimo.
Agradezco a mi director en este proyecto, el profesor Aristides Ramos, sus valiosos aportes en cada momento de la investigación. Fue su clase de Historia Colonial la que inspiró mi curiosidad por el caudillo que es Bernardo de Vargas Machuca y el original libro que produjo. Considero que buena parte de quienes investigamos la historia del mundo colonial estamos en deuda con el trabajo académico del profesor Aristides. Espero que este texto haga las veces de homenaje a todos sus años dedicados a la enseñanza de la historia.
Al Centro de Estudios Indígenas, Coloniales y de las Independencias, en especial a la profesora Juana Marín, por la pertinencia de sus comentarios desde el inicio del presente proyecto, cuyo producto final descansa ahora en estas páginas.
También, a la profesora Amada Carolina Pérez; a sus consejos debo la buena construcción de la primera parte de este texto, especialmente en lo que se refiere al análisis del frontispicio de Milicia y descripción de las Indias.
Finalmente, a cada una de las personas que a su modo contribuyeron a que fuera posible la realización de este escrito.
INTRODUCCIÓN
Tu, quis, qui, quare, Cui, qualiter, under, requiere.
JEAN GERSON
Durante el medioevo, Jean Gerson, en un texto llamado De distinctione verarum visionarum a falsis, crea algo semejante a un método para distinguir las verdaderas de las falsas visiones y así los verdaderos de los falsos profetas. Lo interesante es que a lo largo de su texto sintetiza, en la expresión que aquí sirve de epígrafe, una de las tareas más importantes del historiador: buscar el quién, el qué, el porqué, a quién, qué clase, de dónde de todo cuanto investiga. En este caso, a diferencia de Gerson,¹ el trabajo que sigue no emprende tal búsqueda para distinguir un verdadero de un falso profeta, sino para indagar a profundidad sobre la persona y el contexto de un hijodalgo español, Bernardo de Vargas Machuca, quien encontró una manera particular de hacerse a sí mismo en su carrera por las Indias y de crear una obra como Milicia y descripción de las Indias, publicada en el último año del siglo XVI. Allí, establece el ser y el deber ser del sujeto tanto biográfico como ideal del caudillo, es decir, el sujeto de la iniciativa militar de su tiempo, aquel que, a su vez, consideró fue él mismo.
La tesis que defiende este trabajo sugiere que Bernardo de Vargas Machuca, además de ser consciente de su propia autonomía y de la legitimidad de sus acciones, pudo realizar toda una taxonomía de estas en términos de las facultades que convierten al caudillo, además de líder militar, en gobernador. Hablo de una especie de príncipe sin corona
, puesto que su libro, aparte de servir como probanza de méritos y servicios e inscribirse a su modo en este género de escritura, fue toda una labor por convertir la vida militar de las Indias en ciencia y por poner al caudillo como la quintaesencia de la misma. Según la tradición occidental en el manejo de las artes, un saber completo y profundo sobre algo se traducía en la redacción de textos como el Ars amandi (todo el Ars amatoria de Ovidio, por ejemplo) o el Ars moriendi (relativo al arte del buen morir). Para el caso de Vargas Machuca, quien no debió ignorar esta tradición, su esfuerzo sería el de hacer un Ars bellica, con todo el contenido de su aventura como conquistador tardío, y el manual para otros que quisieran seguir sus pasos en las Indias.² Se trata de un ejercicio de orden textual en el que, más allá de las simples evidencias, se ahonda explícitamente en las intenciones de un sujeto textual, que, para el caso, es Bernardo de Vargas Machuca.
En ese sentido, este libro responde al objetivo principal de indagar sobre la identidad del caudillo y su liderazgo en el marco de la dimensión política del mundo colonial, a través del análisis de Milicia y descripción de las Indias. Examinar la situación de autonomía de los caudillos de finales del siglo XVI y principios del XVII, así como la complejidad de sus relaciones –en particular con la Corona y, en general, con toda la sociedad de la época– a partir de esta obra concreta es el aporte que se pretende realizar a los estudios en historia colonial.
Este es uno de esos esfuerzos por recuperar y potenciar una obra y un autor que, lejos de ser irrelevantes, aportan nuevas formas de examinar a fondo una serie de asuntos de gran envergadura. En tal caso, hablo de la dimensión política de este caudillo que hizo carrera a lo largo de una buena parte de Hispanoamérica, luego se asentó en el Nuevo Reino de Granada y realizó allí la mayor parte de lo que él concibió, con sus especificidades, como una vida de continua iniciativa militar.³ En este contexto, como dice James Lockhart, al tratarse del trabajo de leer e interpretar una fuente
nos interesa un campo mucho más amplio que las intenciones conscientes o subconscientes del escritor de la fuente, o la llamada voz
, o cosas semejantes, entramos en una región donde hay criterios distintos, donde puede ser que algunas cuestiones en la superficie queden sin resolver o aun sin acabar, pero por otro lado cosas no sospechadas, importantes, se descubren y se demuestran de una manera casi incontrovertible.⁴
Para cumplir con el objetivo de este trabajo, el documento se divide en dos partes. Cada una, a su vez, se compone de dos capítulos. La primera parte lleva por título: "La construcción de sí y las tensiones sociales del autor de Milicia y descripción de las Indias. Por su parte, la segunda sección se titula:
La cuestión del Imperio y el liderazgo del caudillo".
En lo que se refiere a la primera parte, para poder indagar a fondo en la figura del caudillo, será necesario examinar la vida de Bernardo de Vargas Machuca en las Indias, su experiencia militar, su contexto y su situación social. El presupuesto rector de este apartado es que Bernardo de Vargas Machuca gozó de una serie de características que lo convirtieron en un personaje singular con relación a otros personajes similares de la época. Para ello, en primer lugar, se dará cuenta brevemente de los estudios hechos a propósito de su figura en la historiografía del siglo pasado y comienzos de este, para así iniciar con el primer capítulo del estudio –apoyado por el retrato de sí mismo que aparece en el frontispicio de su obra–. Es decir, este trabajo comienza examinando literalmente lo primero que nos encontramos al abrir su libro, a saber, la imagen que aparece allí, con el fin de analizarla en calidad de artefacto histórico.⁵
Más adelante, aprovechando las estrechas relaciones que Vargas guarda con personajes emblemáticos de su tiempo y lugar de origen como el Cid, don Quijote y Garcilaso de la Vega, este texto propenderá por evidenciar toda su singularidad. Nótese que los dos primeros son personajes ficcionales representativos de la cultura hispana, mientras que el último fue el famoso poeta, tan audaz con la pluma como con la espada, que se convirtió en el paradigma humano según el cual le hubiera gustado a Vargas Machuca haber sido reconocido y recordado. En este sentido, el segundo momento del primer capítulo consistirá en aprovechar la relación que estableció nuestro caudillo con las imágenes heroicas de estos personajes.
Por ejemplo, el vínculo de identificación de Vargas con el Cid, como se verá, es doble. Por una parte, hablamos del héroe que conquistó Valencia y la amistad con el rey, motivos suficientes para haber sido erigido digno modelo a seguir por Vargas Machuca, al mismo tiempo asiduo lector de historias de caballerías y figura española por excelencia. Por otra parte, asunto con el cual se abre el segundo capítulo, nos referiremos a la relación del caudillo con el Cid todavía más invencible que fue Fray Bartolomé de las Casas, llamado Cid campeador
por uno de sus apologistas.
A partir de estos presupuestos, se profundizará en los puntos de cercanía y de distancia de Vargas con el caballero de la triste figura y con Garcilaso de la Vega. Al final del segundo capítulo, a modo de apéndice, se tocarán unos aspectos llamativos e importantes de examinar en las dedicatorias de las obras de Vargas Machuca, a saber, su astucia para moverse dentro de la sociedad de la época y, por último, su relación con un héroe aún más lejano en el tiempo, Odiseo, el héroe de Ítaca, quien, a diferencia de un héroe local como el Campeador, fue un héroe cuya vida después de Troya consistió en hacer del viaje un puro deseo de conocimiento.
En últimas, lo que busca esta primera parte, enriquecida por el estudio juicioso del frontispicio y de las relaciones literarias que hay de la construcción de sí en Milicia y descripción de las Indias, es echar un vistazo sobre la compleja posición de Vargas Machuca ante la Iglesia, el rey, la nobleza peninsular, los indios de las Américas, los otros caudillos y ante sí mismo, desde que inició su carrera militar en Italia hasta obtener su puesto de gobernación en 1602.⁶ Así, a partir de los puntos en común con otros encomenderos en situación semejante, es decir, inscrito en un contexto social, se evidenciarán sus diferencias y, como se ha dicho, su singularidad. Igualmente, de este modo se mostrará que para asomarnos a una historia se debe conseguir una comprensión más profunda de toda una sociedad compleja y multiétnica
.⁷
En la segunda parte, una vez que se ha contextualizado el mundo social del caudillo junto con sus aspiraciones dentro de él, todo ese mundo se pone en la escena de lo que J. H. Elliott y Kamen han denominado monarquía compuesta
. Esta categoría pone en evidencia el hecho de que los Habsburgo, aunque encabezados por un solo monarca, mantenían un tipo de organización individual según sus leyes y sus formas de administración local
;⁸ es decir, que aceptaban las lógicas gubernamentales de cada reino inscrito al imperio bajo la condición única de la evangelización. De aquí que esto permita a un historiador como Anthony Pagden hablar de imperio
, no en el sentido de la dominación de un estado sobre otro –como se va a entender en el siglo XIX–, sino en calidad de un mandato, para este caso y como se ha dicho, el de la evangelización.⁹
Lo anterior abre la perspectiva para poder analizar una parte de la dimensión política del mundo colonial y el papel que jugaron en ella caudillos como Bernardo de Vargas Machuca. En este horizonte, si bien se reconocía la dominación del monarca como figura imperial, no hay que descuidar el hecho de que otras formas de dominación eran más que plausibles. Junto con los historiadores John Phelan y el mismo Pagden es posible hacer un estudio de estas otras formas para el caso de la dominación de Carlos V y los reyes Felipe II y Felipe III en Europa, y, como es el caso también, de sus particularidades en América, lugar donde los caudillos, más que ser hombres subordinados a la autoridad del rey de turno, mantuvieron una diferencia social por su calidad
o, como se insistirá a lo largo del trabajo, por su liderazgo
en la lógica de las conquistas postergadas que abren diversas dinámicas de pacificación a finales del siglo XVI y principios del XVII. Como se verá, fue su calidad la que los caracterizó y los distinguió socialmente.
A lo largo de Milicia y descripción de las Indias, Bernardo de Vargas Machuca realiza todo un estudio y una defensa de lo que significa el caudillo para las Indias y para el rey. Incluso, desarrolla toda una filosofía –o un Ars bellica, según hemos dicho– acerca de lo que representa esta figura a priori por sus cualidades naturales, a posteriori por su aprendizaje y sus vivencias en las Indias, y a fortiori por añadidura. Cabe mencionar que desde el lenguaje de la obra se mencionan y revelan muchos detalles acerca de una gran diversidad de la gente, que incorporan, en palabras de veras usadas en textos, centenares de los conceptos organizadores de la sociedad y la cultura
.¹⁰
En este contexto aparece, como correlato a la idea de caudillo propuesta por Vargas Machuca, la concepción de Weber sobre los tipos de dominación y, en particular, el tipo de dominación carismática –del que nuestro autor ya habla y da desde muy temprano una muestra– desplegada con el fin de legitimar su merecimiento como gobernador de alguno de sus lugares más deseados en las Indias, entre ellos, el Nuevo Reino de Granada, que tan bien presumió conocer. Esto, además, acompañado de la noción de calidad, mencionada anteriormente, que defenderá con vehemencia un autor como Pedro de Bolívar y de la Redonda en su libro Memorial, informe y discurso (1667), donde aparece una serie de coincidencias con buena parte de los atributos que Vargas Machuca da a su caudillo y que aquí se mencionarán cuando sea pertinente.¹¹ La importancia de Weber es, como señaló Durkheim en la revista L’Année Sociologique (1898), haber señalado el influjo de la sociología sobre la disciplina histórica, el cual se basa en la sencilla pero pragmática idea de que la historia solo es científica cuando es capaz de trascender lo individual y se adentra en la dimensión sociológica de la realidad
.¹²
A lo largo de los dos capítulos que componen esta segunda parte, el lector podrá apreciar la manera como el liderazgo o la calidad
del caudillo se completan cuando logra integrar, no solo a los aventureros peninsulares y a los sacerdotes bajo su potestad militar, sino también a los indios e incluso al paisaje mismo. Todo esto, en un texto que parte de sus merecimientos –los cuales hacen de él una figura tan grande como Hernán Cortés o Cristóbal Colón–, luego pasa por la caracterización del ideal de caudillo, y finaliza con la descripción de las Indias y el completo conocimiento de la geografía americana. En esencia, allí se configura el ser y el quehacer del caudillo colonial de finales del XVI y principios del XVII, particularmente en lo que fueron todos los procesos de aquellas conquistas postergadas cuando la generación de primeros conquistadores ya había desaparecido.
En ese sentido, como puede verse, la línea discursiva de este texto maneja un solo punto de convergencia para el análisis: Milicia y descripción de las Indias. Sin embargo, hace su lectura desde diversos lugares del saber en el ámbito de las ciencias sociales, más que con fines interdisciplinares, con el fin de explorar según diferentes ángulos teóricos la riqueza histórica de una obra y de un periodo que, en sí mismo, puede ser leído a partir de múltiples perspectivas. Lo importante en cada momento ha sido dejar hablar a la fuente y buscar recursos para hacerla hablar, puesto que, como dice Marc Bloch: ¿Qué historiador no ha soñado, como Ulises, que podría alimentar a las sombras con sangre a fin de interrogarlas?
.¹³ Aquí, en lugar de la sangre, la diversidad de fuentes –que van desde la literatura hasta la sociología, sin salir del lugar de enunciación del texto de Vargas Machuca– ponen de manifiesto el hecho de que el trabajo