Naufragios
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Tras pasar por la Española y Cuba muchos abandonaron aquella aventura. Los que decidieron continuar marcharon a la Florida, iniciando un viaje alucinante de tres mil kilómetros durante ocho años por el sur de los actuales Estados Unidos y el norte de México.
Enfrentaron numerosos ataques de los habitantes de aquellos territorios, huracanes, hambre, enfermedades endémicas y fueron víctimas del canibalismo y la esclavitud. Encontraron también la amistad de otros lugareños y aprendieron sus costumbres y algo de sus lenguas.
Al final de esta aventura solo quedaron con vida Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Castillo, Dorantes y Estebanico. Este último llamado «el moro», fue el primer hombre nacido en África que llegó a los Estados Unidos.
En 1537 lograron llegar a la colonia de Nueva Galicia, en el Virreinato de Nueva España, y allí terminó el viaje americano de Naufragios.
Álvar Núñez Cabeza de Vaca
Enrique Pupo-Walker is Centennial Professor of Spanish and Portuguese at Vanderbilt University. His edition of Naufragios was published in Spain in 1992. Frances M. López-Morillas is an award-winning translator living in Austin, Texas.
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- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5A fascinating read. It was amazing how he kept finding and losing his shipmates.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5This is the horrifying misadventure of Spanish explorer Cabeza de Vaca. He relates to the Spanish king what befell his fellow Spaniards in their exploration of the new world. The large host he began with, upon reaching Florida, was eventually destroyed by shipwreck, disease, malnourishment and the predations of the indigenous inhabitants. After spending many years making his way up Florida, across the Gulf Coast, through northern Mexico, down the Pacific coast before finally making it home again, only he and three others managed to survive. His detail of the never before seen flora, fauna and descriptions of the various tribes he encountered provided a wealth of detail regarding customs and general anthropology. The survivors went from being abused by the natives to being perceived as medical men with the power to heal and were followed by adoring tribes everywhere they went. When finally encountering fellow Spaniards again, he was horrified by their enslavement and mistreatment of the Indians. He provides new meaning to the word survival as his detail of the suffering they endured and what they had to do to survive makes one ache for them. This would make an excellent adventure film as it touches upon so many aspects of culture clash and wonder.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Expecting a tale of a voyage and mainland travels, the horrors detailed by Cabeza de Vaca were a shock.
From near starvation and slavery through bizarre customs to betrayal by "Christians," to becoming faith healers,
this was captivating despite a ton of repletion.
Given Cabeza's stance here against Spanish slavery, it was bewildering to read that he was
eventually sent home in dishonor from South America for allegedly mistreating native people. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5A fascinating read. This version is a translation of Cabeza de Vaca's account, but also lets us know where his account differs from the joint account by the few survivors of the journey. It also recounts some of the details unearthed by Carl Sauer and Cleve Hallenbeck in the 1930s which confirm many of the details in the journal.
The details of how little they ate and still survived amaze me. Not to mention the fact that the tribes would eat mostly one food while it was in season, then move on to the next. I wish the book had included a map to follow his trail. The insights of a person who lived among the various tribes not as a conqueror, but as a slave give perspective. He managed to better his situation by learning the languages of several tribes so that he could act as a go-between and do trading back and forth. In that way he was able to gain a little, and he was on the path most of the time alone, so avoided the beatings which were common. He described many of the customs of the people, which seem bizarre to our materialistic culture, such as that when a tribe brought a healer among their neighbors, they would go and pilfer everything they wanted from the homes, then when the pilfered people took the healer to the next tribe, they would do the same. Since the tribes didn't live in one place long, but constantly moved to find the next food source, I don't imagine there was much to pilfer.
In the end, the four survivors became healers. Not by choice, but because the tribes they were among at the time decided that they were. So, praying for the people, and blowing on them, then making the sign of the cross, they would pray for healing with all their hearts, because if the people were not healed, they would put the healers to death! The people were healed, many times and miraculously, so that these four became a legend. Rather than take advantage of that though, they seem to have grown compassion for the natives. I believe that their own faith was strengthened and refined, or at least Cabeza de Vaca's was. They did use their power to make the tribes take them to the "Christians" further on (down in Mexico), but they made sure that each tribe had food distributed evenly, and that they did not leave one person without a blessing. When they arrived to the place where the "Christians" were, they found that the land was deserted, the natives had fled in terror because they didn't want to be enslaved. Cabeza de Vaca and the others went to the Governor at that place and protested about the treatment and misunderstandings. In this one place, that changed the way the natives were treated. At least until these four men went home to Spain.
In spite of our present feeling about the results of this period of history, I believe it is important to read this sort of first person material to gain perspective. In reading it, it becomes clear how the jumble of history can happen one person at a time through misunderstandings, differing personalities and distant uncomprehending governments with their own agendas. - Calificación: 3 de 5 estrellas3/5I can't add much to tinkettleinn's review of this book. De Vaca and his crew are essentially murderous Keystone Kops who more or less aimlessly wander around Southeastern America 500 years ago in search of food, shelter, and (unwilling) native guides while trying to find a way home. Along the way they enslave, murder, kidnap, torture, and steal all of the food of the natives (when they have the upper hand), and are themselves enslaved by, or work at minor jobs for, the natives (when they don't have the upper hand). De Vaca and his crew lose and find one-another over and over again throughout the narrative, bumbling around under the author and a few of his compatriots almost accidentally find their way back to "civilization."
De Vaca's account is not a pleasant read, but it gives insight into the biased world-view of a Spanish adventurer and the lives of the natives living in Southeastern America 500 years ago. It is an interesting read, and educational, but not light or enjoyable by any means. My star rating reflects a compromise between 5 stars for educational/historic merit and 1 star for enjoyable/happy reading.
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Naufragios - Álvar Núñez Cabeza de Vaca
Créditos
Título original: Naufragios.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica ilustrada: 978-84-9897-394-5.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-137-1.
ISBN ebook: 978-84-9953-3544.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 9
La vida 9
Capítulo I. En que cuenta cuándo partió la armada, y los oficiales y gente que en ella iba 11
Capítulo II. Cómo el gobernador vino al puerto de Jagua y trajo consigo a un piloto 15
Capítulo III. Cómo llegamos a la Florida 17
Capítulo IV. Cómo entramos por la tierra 19
Capítulo V. Cómo dejó los navíos el gobernador 23
Capítulo VI. Cómo llegamos a Apalache 27
Capítulo VII. De la manera que es la tierra 29
Capítulo VIII. Cómo partimos de Aute 35
Capítulo IX. Cómo partimos de bahía de Caballos 39
Capítulo X. De la refriega que nos dieron los indios 43
Capítulo XI. De lo que acaeció a Lope de Oviedo con unos indios 47
Capítulo XII. Cómo los indios nos trajeron de comer 49
Capítulo XIII. Cómo supimos de otros cristianos 53
Capítulo XIV. Cómo se partieron los cuatro cristianos 55
Capítulo XV. De lo que nos acaeció en la isla de Mal Hado 59
Capítulo XVI. Cómo se partieron los cristianos de la isla de Mal Hado 61
Capítulo XVII. Cómo vinieron los indios y trajeron a Andrés Dorantes y a Castillo y a Estebanico 65
Capítulo XVIII. De la relación que dio de Esquivel 69
Capítulo XIX. De cómo nos apartaron los indios 75
Capítulo XX. De cómo nos huimos 77
Capítulo XXI. De cómo curamos aquí unos dolientes 79
Capítulo XXII. Cómo otro día nos trajeron otros enfermos 83
Capítulo XXIII. Cómo nos partimos después de haber
comido los perros 91
Capítulo XXIV. De las costumbres de los indios de aquella tierra 93
Capítulo XXV. Cómo los indios son prestos a un arma 97
Capítulo XXVI. De las naciones y lenguas 99
Capítulo XXVII. De cómo nos mudamos y fuimos bien recibidos 101
Capítulo XXVIII. De otra nueva costumbre 105
Capítulo XXIX. De cómo se robaban los unos a los otros 109
Capítulo XXX. De cómo se mudó la costumbre de recibirnos 113
Capítulo XXXI. De cómo seguimos el camino del maíz 119
Capítulo XXXII. De cómo nos dieron los corazones de los venados 123
Capítulo XXXIII. Cómo vimos rastro de cristianos 129
Capítulo XXXIV. De cómo envié por los cristianos 131
Capítulo XXXV. De cómo el alcalde mayor nos recibió bien la noche que llegamos 135
Capítulo XXXVI. De cómo hicimos hacer iglesias en aquella tierra 139
Capítulo XXXVII. De lo que aconteció cuando me quise venir 143
Capítulo XXXVIII. De lo que sucedió a los demás que entraron en las Indias 147
Libros a la carta 151
Brevísima presentación
La vida
Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-1558). España.
Era nieto de Pedro Vera, conquistador de las Islas Canarias. Fue educado por su tía y dejó la ciudad de Jerez (Andalucía) a los doce años de edad para unirse a los Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda. De allí partió en 1521 una flota al mando de Fernando de Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo.
En 1527, a los veinte años, Cabeza de Vaca fue autorizado por Pánfilo de Narváez para embarcar. Administraba dos navíos, sus aparejos y víveres. La primera parada fue en La Española (República Dominicana y Haití). Allí desertaron más de 150 hombres. Los que continuaron fueron a Cuba y consiguieron reclutar más gente.
Cabeza de Vaca estuvo casi diez años andando desnudo y descalzo y recorrió miles de kilómetros, antes de alcanzar el territoria de la Nueva España.
En su segundo viaje a América, el rey Carlos I de España le otorgó el título de segundo adelantado y lo nombró capitán general y gobernador del Río de la Plata y del Paraguay, Paranáguazu y sus anexos. Fue el primer europeo en llegar a las cataratas del Iguazú y explorar el río Paraguay.
Capítulo I. En que cuenta cuándo partió la armada, y los oficiales y gente que en ella iba
A 17 días del mes de junio de 1527 partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el gobernador Pánfilo de Narváez, con poder y mandato de Vuestra Majestad para conquistar y gobernar las provincias que están desde el río de las Palmas hasta el cabo de la Florida, las cuales son en Tierra Firme; y la armada que llevaba eran cinco navíos, en los cuales, poco más o menos, irían seiscientos hombres. Los oficiales que llevaba (porque de ellos se ha de hacer mención) eran estos que aquí se nombran: Cabeza de Vaca, por tesorero y por alguacil mayor; Alonso Enríquez, contador; Alonso de Solís, por factor de Vuestra Majestad y por veedor; iba un fraile de la Orden de San Francisco por comisario, que se llamaba fray Juan Suárez, con otros cuatro frailes de la misma Orden. Llegamos a la isla de Santo Domingo, donde estuvimos casi cuarenta y cinco días, proveyéndonos de algunas cosas necesarias, señaladamente de caballos. Aquí nos faltaron de nuestra armada más de ciento cuarenta hombres, que se quisieron quedar allí, por los partidos y promesas que los de la tierra les hicieron. De allí partimos y llegamos a Santiago (que es puerto en la isla de Cuba), donde en algunos días que estuvimos, el gobernador se rehizo de gente, de armas y de caballos. Sucedió allí que un gentilhombre que se llamaba Vasco Porcalle, vecino de la villa de la Trinidad, que es en la misma isla, ofreció de dar al gobernador ciertos bastimentos que tenía en la Trinidad, que es cien leguas del dicho puerto de Santiago. El gobernador, con toda la armada, partió para allá; mas llegados a un puerto que se dice Cabo de Santa Cruz, que es mitad del camino, parecióle que era bien esperar allí y enviar un navío que trajese aquellos bastimentos; y para esto mandó a un capitán Pantoja que fuese allá con su navío, y que yo, para más seguridad, fuese con él; y él quedó con cuatro navíos, porque en la isla de Santo Domingo había comprado un otro navío. Llegados con estos dos navíos al puerto de la Trinidad, el capitán Pantoja fue con Vasco Porcalle a la villa, que es una legua de allí, para recibir los bastimentos; yo quedé en la mar con los pilotos, los cuales nos dijeron que con la mayor presteza que pudiésemos nos despachásemos de allí, porque aquel era un muy mal puerto y se solían perder muchos navíos en él; y porque lo que allí nos sucedió fue cosa muy señalada, me pareció que no sería fuera del propósito y fin con que yo quise escribir este camino, contarla aquí. Otro día de mañana comenzó el tiempo a dar no buena señal, porque comenzó a llover, y el mar iba arreciando tanto, que aunque yo di licencia a la gente que saliese a tierra, como ellos vieron el tiempo que hacía y que la villa estaba de allí una legua, por no estar al agua y frío que hacía, muchos se volvieron al navío. En esto vino una canoa de la villa, en que me traían una carta de un vecino de la villa, rogándome que me fuese allá y que me darían los bastimentos que hubiese y necesarios fuesen; de lo cual yo me excusé diciendo que no podía dejar los navíos. A mediodía volvió la canoa con otra carta, en que con mucha importunidad pedían lo mismo, y traían un caballo en que fuese; yo di la misma respuesta que primero había dado, diciendo que no dejaría los navíos, mas los pilotos y la gente me rogaron mucho que fuese, porque diese prisa que los bastimentos se trajesen lo más presto que pudiese ser, porque nos partiésemos luego de allí, donde ellos estaban con gran temor que los navíos se habían de perder si allí estuviesen mucho. Por esta razón yo determiné de ir a la villa, aunque primero que fuese dejé proveído y mandado a los pilotos que si el sur, con que allí suelen perderse muchas veces los navíos, ventase y se viesen en mucho peligro, diesen con los navíos al través y en parte que se salvase la gente y los caballos; y con esto yo salí, aunque quise sacar algunos conmigo, por ir en mi compañía, los cuales no quisieron salir, diciendo que hacía mucha agua y frío y la villa estaba muy lejos; que otro día, que era domingo, saldrían con el ayuda de Dios, a oír misa. A una hora después de yo salido la mar comenzó a venir muy brava, y el norte fue tan recio que ni los bateles osaron salir a tierra, ni pudieron dar en ninguna manera con los navíos al través por ser el viento por la proa; de suerte que con muy gran trabajo, con dos tiempos contrarios y mucha agua que hacía, estuvieron aquel día y el domingo hasta la noche. A esta hora el agua y la tempestad comenzó a crecer tanto, que no menos tormenta había en el pueblo que en la mar, porque todas las casas e iglesias se cayeron, y era necesario que anduviésemos siete u ocho hombres abrazados unos con otros para podernos amparar que el viento no nos llevase; y andando entre los árboles, no menos temor teníamos de ellos que de las casas, porque como ellos también caían, no nos matasen debajo. En esta tempestad y peligro anduvimos toda la noche, sin hallar parte ni lugar donde media hora pudiésemos estar seguros.
Andando en esto, oímos toda la noche, especialmente desde el medio de ella, mucho estruendo y grande ruido de voces, y gran sonido de cascabeles y de flautas y tamborinos y otros instrumentos, que duraron hasta la mañana, que la tormenta cesó. En estas partes nunca otra cosa tan medrosa se vio; yo hice una probanza de ello, cuyo testimonio envié a Vuestra Majestad. El lunes por la mañana bajamos al puerto y no hallamos los navíos; vimos las boyas de ellos en el agua, adonde conocimos ser perdidos, y anduvimos por la costa por ver si hallaríamos alguna cosa de ellos; y como ninguno hallásemos, metímonos por los montes, y andando por ellos, un cuarto de legua de agua hallamos la barquilla de un navío puesta sobre unos árboles, y diez leguas de allí, por la costa, se hallaron dos personas de mi navío y ciertas tapas de cajas, y las personas tan desfiguradas de los golpes de las peñas, que no se podían conocer; halláronse también una capa y una colcha hecha pedazos, y ninguna otra cosa pareció. Perdiéronse en los navíos sesenta personas y veinte caballos. Los que habían salido a tierra el día que los navíos allí llegaron, que serían hasta treinta, quedaron de los que en ambos navíos había. Así estuvimos algunos días con mucho trabajo y necesidad, porque la provisión y mantenimientos que el pueblo tenía se perdieron y algunos ganados; la tierra quedó tal, que era gran lástima verla: caídos