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La devoción del rosario
La devoción del rosario
La devoción del rosario
Libro electrónico140 páginas1 hora

La devoción del rosario

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La devoción del rosario es un auto sacramental de Lope Vega.
Fragmento de la obra
Jornada primera
(Sale Pedro Germán, monje, solo.)
Pedro Germán: ¡Dios sin principio y sin fin,
cuyos soberanos pies
pisa el mayor serafín!
¡Dios uno y Personas tres,
que entender quiso Agustín,
y en el ejemplo del mar,
que el niño encerrar quería
en tan pequeño lugar,
vio que ninguno podía
tan gran piélago aplacar!
¡Dios, de quien solo creer
es más justa reverencia
que no intentaros ver,
cuál impulso, qué violencia
aquí me pudo traer!
Señor, en mi celda estuve:
¿cómo me traéis aquí?
Mas… ¿qué prometida nube
de oro y Sol se acerca así
que sobre mis hombros sube?
Como si en una linterna
su cuerpo el Sol se encerrara,
le alumbra la luz interna
y la superficie clara,
bañada en su lumbre eterna;
juntos caminan los dos
al monte de vuestro cielo.
¿Qué es esto, divino Dios?
O es que Vos bajáis al suelo
o sube algún santo a Vos.
(Suspéndese el monje, y con música sube por una canal una figura de papa, con capa y tiara.)
¡Válgame el cielo!, podré
decir por este varón
que por las nubes se ve:
¿Quién es éste, que de Edón
sube, puesto que no fue
con vestidura vestida?
Sí, que es el alba ceñida,
y la capa y la tiara
vencen del Sol la luz clara
por el oriente esparcida.
¿Quién serás, confesor santo,
con ese precioso manto,
tú que por corona tienes
tres esferas en las sienes
que tus canas honran tanto?
Tu luz apenas resisto;
más bien muestras, verde cedro,
ya sobre el Líbano visto,
que eres sucesor de Pedro,
aquel Vicario de Cristo.
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento31 ago 2010
ISBN9788498977196
La devoción del rosario

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    La devoción del rosario - Félix Lope de Vega y Carpio

    9788498977196.jpg

    Félix Lope de Vega y Carpio

    La devoción del rosario

    Barcelona 2024

    Linkgua-ediciones.com

    Créditos

    Título original: La devoción del rosario.

    © 2024, Red ediciones S.L.

    e-mail: [email protected]

    Diseño de cubierta: Michel Mallard.

    ISBN rústica: 978-84-9816-188-5.

    ISBN ebook: 978-84-9897-719-6.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Brevísima presentación 7

    La vida 7

    Personajes 8

    Jornada primera 9

    Jornada segunda 51

    Jornada tercera 95

    Libros a la carta 131

    Brevísima presentación

    La vida

    Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562-Madrid, 1635). España.

    Nació en una familia modesta, estudió con los jesuitas y no terminó la universidad en Alcalá de Henares, parece que por asuntos amorosos. Tras su ruptura con Elena Osorio (Filis en sus poemas), su gran amor de juventud, Lope escribió libelos contra la familia de ésta. Por ello fue procesado y desterrado en 1588, año en que se casó con Isabel de Urbina (Belisa).

    Pasó los dos primeros años en Valencia, y luego en Alba de Tormes, al servicio del duque de Alba. En 1594, tras fallecer su esposa y su hija, fue perdonado y volvió a Madrid.

    Entonces era uno de los autores más populares y aclamados de la Corte. La desgracia marcó sus últimos años: Marta de Nevares una de sus últimas amantes quedó ciega en 1625, perdió la razón y murió en 1632. También murió su hijo Lope Félix. La soledad, el sufrimiento, la enfermedad, o los problemas económicos no le impidieron escribir.

    Personajes

    Aja, mora

    Alberto, cautivo

    Alesio, cautivo

    Antonio

    Archima Amet

    Beceba, alcaide moro

    Camilo, pasajero

    Celimo, moro

    Cosme

    El Auxilio Divino

    El rey de Túnez

    Filipo, soldado

    Fray Antonino, prior

    Lucifer

    Marcela, cautiva

    Nicolo, cautivo

    Pedro Germán, monje. Una figura de papa con capa y tiara

    Rosa, mora

    Rosio, soldado

    Satanás

    Sultán

    Un Ángel

    Un Capitán

    Un Mercader

    Vivaldo, cautivo

    Jornada primera

    (Sale Pedro Germán, monje, solo.)

    Pedro Germán ¡Dios sin principio y sin fin,

    cuyos soberanos pies

    pisa el mayor serafín!

    ¡Dios uno y Personas tres,

    que entender quiso Agustín,

    y en el ejemplo del mar,

    que el niño encerrar quería

    en tan pequeño lugar,

    vio que ninguno podía

    tan gran piélago aplacar!

    ¡Dios, de quien solo creer

    es más justa reverencia

    que no intentaros ver,

    cuál impulso, qué violencia

    aquí me pudo traer!

    Señor, en mi celda estuve:

    ¿cómo me traéis aquí?

    Mas... ¿qué prometida nube

    de oro y Sol se acerca así

    que sobre mis hombros sube?

    Como si en una linterna

    su cuerpo el Sol se encerrara,

    le alumbra la luz interna

    y la superficie clara,

    bañada en su lumbre eterna;

    juntos caminan los dos

    al monte de vuestro cielo.

    ¿Qué es esto, divino Dios?

    O es que Vos bajáis al suelo

    o sube algún santo a Vos.

    (Suspéndese el monje, y con música sube por una canal una figura de papa, con capa y tiara.)

    ¡Válgame el cielo!, podré

    decir por este varón

    que por las nubes se ve:

    ¿Quién es éste, que de Edón

    sube, puesto que no fue

    con vestidura vestida?

    Sí, que es el alba ceñida,

    y la capa y la tiara

    vencen del Sol la luz clara

    por el oriente esparcida.

    ¿Quién serás, confesor santo,

    con ese precioso manto,

    tú que por corona tienes

    tres esferas en las sienes

    que tus canas honran tanto?

    Tu luz apenas resisto;

    más bien muestras, verde cedro,

    ya sobre el Líbano visto,

    que eres sucesor de Pedro,

    aquel Vicario de Cristo.

    (Tocan cajas destempladas; sale un Capitán y cuatro soldados, que son Vivaldo, Nicolo, Alesio y Antonio, con cruces en los pechos.)

    Capitán Ya no hay que hacer aquí; cubrid de luto

    las cajas, las trompetas y las armas.

    El general murió; cesó la guerra.

    Vivaldo Desdicha general de Italia ha sido,

    de España y Francia y las naciones todas

    que del nombre católico se precian.

    Nicolo Descanse el fiero turco, crezca el número

    de mamelucos y de zapas fieros;

    discurra el mar de Ebrón, ya con sus naves,

    pues faltó ya quien le pusiese freno.

    Vivaldo Ya el otomano, casa prodigiosa,

    su nombre ensalce y su corona aumente.

    Antonio Duerme en Constantinopla, turco fiero,

    del acero católico seguro,

    pues el nuevo Godofre parte al cielo.

    Pedro Germán Soldados generosos, caballeros

    ilustres, que mostráis en la cruz roja

    serlo de Cristo, ¿dónde vais tan tristes?

    ¿Quién es el capitán que lloráis muerto?

    Capitán El muerto general que nos preguntas,

    que, como en soledad estás, lo ignoras,

    es el Sumo Pontífice, el gran Pío.

    Pío segundo es muerto, y el primero,

    que, después de las armas celestiales,

    con las humanas quiso echar del mundo

    el fiero turco, destrucción de Hungría,

    llevósele la muerte; el pastor muerto,

    las ovejas se esparcen.

    Pedro Germán ¡Triste caso,

    aunque para el bendito Padre alegre,

    pues ya sus obras y deseo santo

    el ciclo premia

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