¿Qué dices?: Un viaje bíblico e histórico de la conexión entre el Espíritu Santo, la profecía y lenguas

¿Qué dices?

Un viaje bíblico e histórico de la conexión entre el Espíritu Santo, la profecía y lenguas

Jeremiah Campbell

Prólogo por Joseph Castleberry

¿QUÉ DICES?

Un viaje bíblico e histórico de la conexión entre el Espíritu Santo, la profecía y lenguas

Copyright © 2018 Jeremiah Campbell. Todos los derechos reservados. Menos las citas breves en las publicaciones críticas o revistas, ninguna parte de este libro pude ser reproducida de ninguna manera sin permiso previo del publicador. Escribe a: Permissions, Wipf and Stock Publishers, 199 W. 8th Ave., Suite 3, Eugene, OR 97401, USA.

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edición rústica isbn: 978-1-5326-5407-7

tapa dura isbn: 978-1-5326-5408-4

e-libro isbn: 978-1-5326-5409-1

Hecho en los EE.UU.

Todas las citas bíblicas, al menos si es indicado, son de la Santa Biblia, versión Reina Valera 1960 (RVR). Copyright por las Sociedades Bíblicas Unidas. Todos los derechos reservados.

Table of Contents

Title Page

Prólogo

Introducción: Un niño y un momento que le cambió la vida

Parte I: Entender el papel del Espíritu Santo dentro de la Trinidad

Capítulo 1: ¿Quién es el Espíritu Santo?

Parte II: La llenura del Espíritu Santo en el antiguo pacto

Capítulo 2: La experiencia del Antiguo Testamento

Capítulo 3: La experiencia del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento

Parte III: La llenura del Espíritu Santo en el nuevo pacto

Capítulo 4: ¿Qué dijo Lucas?

Capítulo 5: ¿Qué dijo Pablo?

Parte IV: La llenura del Espíritu Santo en la historia de la iglesia

Capítulo 6: La iglesia emergente

Capítulo 7: La iglesia establecida

Capítulo 8: La iglesia medieval

Capítulo 9: La iglesia reformada

Parte V: La llenura del Espíritu Santo en la renovación pentecostal

Capítulo 10: Algo nuevo surge en la iglesia

Capítulo 11: Al avivamiento pentecostal

Capítulo 12: Implicaciones

Bibliografía

A John Campbell

un increíble padre

quien me enseñó

qué significa

ser un hombre de Dios

Prólogo

El movimiento pentecostal que abrumó el mundo en el siglo XX cambió la faz del cristianismo para siempre. En breve, su énfasis desvergonzado en el poder inmanente del Espíritu Santo con señales consiguientes nos ha conducido al período más grande de expansión que la fe cristiana jamás haya visto. Como resultado, los teólogos de todo rincón de la Iglesia tuvieron que volver a las Sagradas Escrituras para ver si la enseñanza pentecostal se verificaba. Quizás no coincidieron en la distintiva pentecostal central de que el hablar en lenguas constituyera la evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo, pero, por la mayor parte, concluyeron que la Biblia no enseñaba una cesión de los milagros al final de la era apostólica y que la Biblia indica un rol más grande para el Espíritu Santo de lo que muchos habían pensado previamente. He hablado con teólogos eminentes de varias denominaciones, y sucede que un número creciente de ellos se criaron en hogares pentecostales o pasaron años congregándose en una iglesia pentecostal o carismática. Muchos de ellos hablan privadamente en lenguas.

Virtualmente todos están de acuerdo en el que el Espíritu Santo todavía obra milagros en respuesta a la fe audaz de los creyentes. Más importante, el pentecostalismo ha afectado la espiritualidad de las iglesias a través de la comunidad cristiana mundial, como un ojo entrenado puede observar en una visita al azar a casi cualquier servicio de adoración.

¿Por qué el pentecostalismo experimentó tal éxito impresionante alrededor del mundo? Este éxito no fluye del colocar al Espíritu Santo al centro de nuestra teología o aun de nuestra práctica. Por el contario, el éxito mana del hecho de que nuestra doctrina del Espíritu pone a Cristo en el centro. La cristología cuadrangular del pentecostalismo declara que Cristo salva, sana, dota con poder, y viene pronto. Al salvarnos, Cristo obra por el Espíritu Santo, quien nos convence del pecado y participa en el nuevo nacer. Al sanarnos, Cristo ministra el poder de Dios a nuestros cuerpos por medio del Espíritu. Jesús nos dota con poder al bautizarnos en el Espíritu, dándonos acceso al mismo poder del cual él dependía durante su ministerio milagroso y su resurrección de entre los muertos. Cuando Cristo regrese, él levantará tanto a vivos como a muertos por el mismo Espíritu que lo resucitó a él mismo. Los pentecostales no enfatizan al Espíritu Santo para bajar a Jesús de su lugar de pre-eminencia, sino para exaltarlo al frente y al centro de la vida cristiana.

La contribución teológica de los pentecostales al siglo pasado ofrece gran bendición a la Iglesia. Este libro presenta un resumen sobresaliente del pensamiento pentecostal sobre el Espíritu Santo, comenzando con su lectura de la enseñanza bíblica. Continúa leyendo la historia de la Iglesia según las perspectivas pentecostales en cuanto al Espíritu. Sea que los que leen encuentren este texto como estudiantes de seminario, como creyentes sedientos, o como teólogos profesionales plenamente formados, hallarán un tesoro de información y sabiduría. Oro a Dios por cada persona que lee este texto para que sean impulsados a la presencia de Dios, donde el Espíritu hará a Cristo conocido a ellos más que nunca

Joseph Castleberry, Ed.D.

Presidente, Northwest University

Kirkland, Washington, Estados Unidos de América

Introducción

Un niño y un momento que le cambió la vida

Mi historia

Recuerdo la primera vez que me corté un dedo y casi lo pierdo. De pequeño, la navaja de cazar de mi padre siempre me parecía muy grande. Él me enseñó que las navajas son herramientas y que las tenemos que mantener afiladas, como una hoja de afeitar. Si quisiera, mi padre podría afeitarse con su navaja. Una de las memorias más claras de mi niñez pasó con esa misma navaja. Mi padre me llevó a acampar y como cualquier niño de ocho años, yo estaba en el cielo. Él me enseñó a usar una navaja correctamente mientras yo tallaba un palito al lado de la fogata. Al luchar con el palito, cambié la dirección del cuchillo hacia mi mano. La navaja se deslizó y me corté el nudillo de mi mano izquierda. Hasta hoy, décadas después, aún tengo la cicatriz.

Es increíble cómo las cosas se quedan contigo por toda la vida, como una cicatriz. A mí me encanta acampar y estar en el bosque. Al crecer en la iglesia, teníamos un programa que se enfocaba en exactamente en eso—Exploradores del Rey (Royal Rangers). El programa era muy semejante a los Boy Scouts, pero con el añadido del énfasis espiritual. Resultó que mi padre era el comandante mayor de mi destacamento. Recuerdo otro momento cuando él me llevó a acampar, tan claro en mi mente como el otro evento. Sin embargo, esta vez, había más de mil niños que acamparon con nosotros. Teníamos competencias de tiro libre, tiro con arco, tiro de hachas, canotaje, armar nudos, construir y encender fogatas, primeros auxilios y muchas otras destrezas de sobrevivencia. ¡Me encantaba!

Cada noche en el campamento también teníamos un culto. Una noche, cuando tenía nueve años, recuerdo que yo alababa y buscaba a Dios con todo mi corazón. Al orar, algo que no era inglés empezó a salir de mi boca. Me invadieron el mismo miedo y la sorpresa que el día en que casi pierdo el dedo. Experimenté una sensación nueva y no sabía cómo procesarla. Afortunadamente, esa noche también estaba mi papá. Él me sonrió y empezó a enseñarme de lo que la Biblia dice acerca del don de hablar en lenguas.

Al crecer, me di cuenta de que hay muchas perspectivas diferentes del don de lenguas y su papel dentro de la iglesia hoy. Durante los años, varias personas me decían que yo tenía que hablar en lenguas para ser salvo; otros, me decían que las lenguas cesaron cuando la gente del Nuevo Testamento murió y que yo era poseído por demonios si hablaba en lenguas. Realmente, no sabía qué hacer con este don y me quedé con más preguntas que respuestas. Al preguntarle a la gente qué pensaba, supe que la mayoría de ellos solo repetían lo que otros les enseñaron. Algunos solo hablaban de sus experiencias, o falta de las mismas, y aún otros hasta ofrecían apoyo bíblico pero, a menudo, fuera del contexto.

Por eso, cuando era joven, comencé a escudriñar las Escrituras y leer todo lo que podía del asunto. No quería solo creer algo porque era lo que alguien me enseñó, o porque era algo que yo había, o no, experimentado. Yo quería creerlo porque era lo que la Palabra de Dios me enseñaba. A consecuencia, este libro ha estado en proyecto por más de dos décadas como resultado de mi propio viaje. De ninguna manera pretendo tener todas las respuestas. Sin embargo, la perspectiva que doy es una vista panorámica de esta experiencia controversial del bautismo en el Espíritu Santo, y su conexión con la profecía y las lenguas a través de toda la Biblia y aún hasta hoy. Es mi esperanza y oración que te dé algo que considerar en tu camino con Dios y lo que su Palabra dice del asunto.

Parte I

Entender el papel del Espíritu Santo dentro de la Trinidad

Antes de meternos hasta los codos con este libro y la obra del Espíritu Santo, necesitamos tomar un momento para entender quién es él y cuál es su papel dentro de la Trinidad. Hay muchas malas interpretaciones del Espíritu Santo y a algunos les faltan mucho conocimiento de él. Así que, comenzaremos con lo básico aquí. Esta primera parte del libro, de ninguna manera es un estudio pneumatológico comprensivo (una manera elegante de decir estudio del Espíritu Santo), pero sí nos da un buen fundamento para entender el resto del libro.

Capítulo 1

¿Quién es el Espíritu Santo?

La Trinidad

Muchas personas, cuando hablan del Dios de la Biblia, piensan en el Padre y el término Jehová, o Jesucristo. Pocas personas piensan en el Espíritu Santo. Así que, para comprenderlo tenemos que comenzar con un entendimiento de la Trinidad.

Muchas personas fácilmente piensan en Dios como el Padre y en Jesús el Hijo porque él vino en forma humana. Sin embargo, les cuesta pensar en el Espíritu Santo como una persona. Debemos entender que Dios está mucho más allá de nuestra compresión. Por eso, como humanos sencillos, relacionamos las distintas personas de la divinidad a cosas que podemos entender. Un padre es algo tangible y Jesucristo andaba con la humanidad; por eso, lo podemos comprender. Sin embargo, muchas personas entienden el