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Noose: Road Kill MC
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Noose: Road Kill MC
Libro electrónico121 páginas1 hora

Noose: Road Kill MC

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Putas

Un banquete compuesto de ricos culos, uno para cada gusto.

Noose tiene un fino paladar y se rehúsa a renunciar a este: hay un puticlub para satisfacer cada una de sus necesidades.

Ser parte del club de motocicletas Road Kill MC es un placer para Noose. Al ser un exsoldado de la Armada y un experto anudador, él se ha enfrentado a situaciones bastante duras, en circunstancias que la mayoría de personas jamás llegaran a experimentar.

Las mujeres y la libertad de dominar las carreteras son varios de los beneficios de ser parte del mítico uno por ciento.

Hasta que Rose Christo aparece y le pone un freno a la vida de este bandido.

Asesinos

Rose Christo conoce muy bien a la muerte.

Su hermana fue asesinada, dejándola a cargo de su hijo.

El amor no viene en paquetes impecables, sino en la forma de un niño de cinco años.

En amor se presenta en la forma de un hombre que se apodera de su corazón por medio de su brutal sexualidad y destroza la promesa más sagrada de Rose.

Jamás cuentes con un hombre.

Nunca te enamores.

Nunca.

¿En quién confiara Rose cuando el asesino de su hermana toque a su puerta exigiéndole que le devuelva lo que es suyo?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento6 sept 2018
ISBN9781547546374
Noose: Road Kill MC

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    Noose - Marata Eros

    Sinopsis

    ––––––––

    Putas

    Un banquete compuesto de ricos culos, uno para cada gusto.

    Noose tiene un fino paladar y se rehúsa a renunciar a este: hay un puticlub para satisfacer cada una de sus necesidades.

    Ser parte del club de motocicletas Road Kill MC es un placer para Noose. Al ser un exsoldado de la Armada y un experto anudador, él se ha enfrentado a situaciones bastante duras, en circunstancias que la mayoría de personas jamás llegaran a experimentar.

    Las mujeres y la libertad de dominar las carreteras son varios de los beneficios de ser parte del mítico uno por ciento.

    Hasta que Rose Christo aparece y le pone un freno a la vida de este bandido.

    Asesinos

    Rose Christo conoce muy bien a la muerte.

    Su hermana fue asesinada, dejándola a cargo de su hijo.

    El amor no viene en paquetes impecables, sino en la forma de un niño de cinco años.

    En amor se presenta en la forma de un hombre que se apodera de su corazón por medio de su brutal sexualidad y destroza la promesa más sagrada de Rose.

    Jamás cuentes con un hombre.

    Nunca te enamores.

    Nunca.

    ¿En quién confiara Rose cuando el asesino de su hermana toque a su puerta exigiéndole que le devuelva lo que es suyo?

    Obras de Tamara Rosa Blodgett:

    The BLOOD Series

    The DEATH Series

    Shifter ALPHA CLAIM

    The REFLECTION Series

    The SAVAGE Series

    Vampire ALPHA CLAIM

    &

    MARATA EROS

    A Terrible Love (New York Times Best Seller)

    A Brutal Tenderness

    The Darkest Joy

    Club Alpha

    The DARA NICHOLS Series

    The DEMON Series

    The DRUID Series

    Road Kill MC Serial

    Shifter ALPHA CLAIM

    The SIREN Series

    The TOKEN Serial

    Vampire ALPHA CLAIM

    The ZOE SCOTT Series

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    DEDICACIÓN

    Brenda Lee Moreno

    1

    Noose

    Cerré mi puño alrededor del pelo de Crystal con fuerza y la embestí por detrás.

    Ella dio un par de chillidos, pero me encargué de minimizar el ruido, como un hombre hambriento.

    Todas las ricuras así de deliciosas son iguales. Todas quieren ser cogidas.

    Y yo quiero coger.

    Me encanta follar sin condón, pero incluso yo sé que son necesarios. En este coño han entrado más pijas de las que puedo contar, y sería como follarse a un hombre si no usara un gorro para protegerme de tanta lluvia.

    Incluso cuando no está lloviendo.

    Estoy harto de ser introspectivo. No tengo que «ser» en estos momentos. Solo follar. Por eso lo uso, para coger y no pensar.

    Es perfecto.

    Como los nudos que hago. Como los que he usado para matar.

    Crystal gime.

    La embisto más duro y comienzo a mover mi pija en semicírculos. Ella grita, su coño aprieta mi pene en intervalos largos y profundos.

    Mis bolas se preparan para disparar. Me corro desde lo más profundo, vaciando mi cañón doble sobre el objetivo.

    Me salgo de ella y exhalo del cansancio.

    Al bajarme, le doy una nalgada a su delicioso culo y me alejo, deslizando el condón mientras camino. Luego de botarlo en el bote de basura me doy la vuelta. Ella sigue ahí, sus tetas todavía montadas en la sobremesa sobre la que la empujé, su coño con ese color rosa brillante y aún hinchado.

    Está abierta de piernas y lista para el siguiente tipo. Claro, de haber alguno lo suficientemente estúpido como para entrar en mi guarida. Sonrío. No debería haber imbéciles de tal calibre.

    Suelto un suspiro y me paso mis callosos dedos por el pelo. Necesito fumarme un cigarro ya mismo.

    Le echo otro vistazo al coño de Crystal. Es una lástima cuando una vagina tan rica no está chorreando semen. Sacudo la cabeza, es una pena.

    No puedo tenerlo todo.      

    Ella levanta su cabeza de la superficie y se mueve a un lado. Sus enormes tetas se deslizan por la sobremesa. Crystal apoya su cabeza sobre la palma de su mano, estudiándome. Continúo admirando la vista mientras me pongo mis jeans. Voy en pelotas. Me pondré ropa interior cuando ella se vaya de aquí y tras darme una ducha. Lo único que quiero ahora es tener mi culo cubierto y mi usual cigarro postcoital. 

    Hurgo entre toda la mierda que está encima de mi abollada cómoda y me fijo en la cajita dura de cigarrillos que está debajo de un par de calzoncillos limpios.

    Abro la caja y con un movimiento de mi muñeca tres cigarros se asoman por encima de los demás. Tomo uno con mis labios.

    Tras cerrar la tapa, lanzo la caja sobre el aparador. Agarro el encendedor que está en mi bolsillo y lo enciendo. Ahueco la llama con mi mano y tomo mi primera calada, luego suelto un anillo de humo hacia el techo grisáceo; la pintura se está desconchando.

    El alivio se apodera de mí. Ya me corrí, ahora toca reunirme con los demás y luego tengo que regresar al trabajo. Estoy listando todas las cosas que tengo que hacer hoy cuando Crystal se pone a parlotear.

    Se me había olvidado que estaba acá.

    Está frunciendo sus labios. Algunas mujeres creen que hacer pucheros se ve lindo. Yo, por otro lado, sé que eso indica que en un futuro no muy lejano me va a salir con una mega bronca.

    No me voy a aguantar eso.

    Crystal se pasa la mano por su rubio cabello, que claramente está blanqueado, dándole forma al lado que estuvo apoyado contra la mesa.

    Sonrío levemente. Su intento de ser sexi es gracioso, como entretenimiento gratuito.

    —Cielo, déjame quedarme por un rato —dice ella, su voz trata de ser suave, como de estrella porno, y se pasa un dedo por la teta, dándole un apretón a su pezón.

    Exquisito. Sujeto el cigarro entre mis labios con más fuerza y sacudo mi cabeza.

    —Nada de eso. Afuera. —Mi dedo le señala la puerta del dormitorio.

    Hace pucheros una vez más, esta vez sacando su labio inferior y todo.

    —Pero... —Se sienta y al hacerlo sus tetas se mueven de un lado al otro. Ahora camina con rapidez tras de mí—. Pensé que podíamos...

    —No —repito, dejando caer la ceniza de mi cigarro sobre un cenicero. Me dirijo hacia el baño. La mayoría de la ceniza cae en el fondo de un vaso que dice Road Kill MC. ¿Qué clase de propaganda de mierda es esa? El presidente del club cree en este como si se tratara del Santo Grial.

    Yo también lo hago. Es todo lo que hay para los que pertenecemos al «uno por ciento», para los que estamos al margen de la ley.

    La carretera, la moto y las mujeres. Aunque no siempre en ese orden. Yo no necesito nada más que eso, siempre ha sido así.

    Me giro rápidamente y Crystal choca con mi pecho. Mi mano está sobre el pomo de la puerta que da al baño.

    —Mira, eres linda. —Le doy un pequeño tirón a su barbilla—. Pero no estoy buscando nada a largo plazo. —Levanto mis hombros y vuelo a exhalar un óvalo de humo hacia el techo. Crystal está a punto de llorar. Maldita sea.

    Aplasto el cigarro en el cenicero, doblándolo por la mitad. Pequeñas espirales de humo se elevan hacia arriba. Tras tomar mi billetera de la mesita de noche que está junto a la puerta, saqué dos billetes de

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