Bájenme De Aquí
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Sara esta a punto de finalizar los trmites de adopcin y cristalizar su sueo de convertirse en madre, cuando la confesin del amante de su esposo rompe en pedazos su vida y la confronta con una realidad de la cual ni ella ni, nadie de la familia tena conocimiento alguno.
Las situaciones de homosexualismo, drogadiccin, abuso sexual, prdidas, abandono y traumas explotan en las manos de Sara mientras su vida da un vuelco de ciento ochenta grados, dejndola literalmente sin memoria ni conciencia y sumergindola en el mundo descontrolado de las enfermedades mentales, convirtindola en una mujer Bipolar
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Bájenme De Aquí - Rocío Guerra Rueda
Copyright © 2013 por Rocío Guerra Rueda.
Portada: Mariela Abreu.
Imagen: Photography Don Polo.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 13/06/2013
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470376
Índice
AGRADECIMIENTOS
Introducción
De Donde Vengo Yo
CAPITULO UNO: La Rata
CAPITULO DOS: El Hogar
CAPITULO TRES: La Época del Colegio, ¿La mejor época de tu vida?
CAPITULO CUATRO: Ángeles Cayendo del cielo
CAPITULO CINCO: El príncipe Azul… ¿Existe?
CAPITULO SEIS: Víctima o Sobreviviente
CAPITULO SIETE: Extrañando la Tierrita
CAPITULO OCHO: El Mentalista
CAPITULO NUEVE: Del Diario de Sara
CAPITULO DIEZ: Llegan Noticias
CAPITULO ONCE: Muñecos de Papel
CAPITULO DOCE: Recogiendo los Frutos
CAPITULO TRECE: Espejos
CAPITULO CATORCE: Buscando respuestas
CAPITULO QUINCE: Cuando te caes… del suelo no pasas
CAPITULO DIEZ Y SEIS: Bipolar ¿Quién, Yo? No, ¿Y Tú?… Visita al Siquiatra
CAPITULO DIEZ Y SIETE: Loca- Loca- Loca
CAPITULO DIEZ Y OCHO: De León a Tortuga
CAPITULO DIEZ Y NUEVE: Viviendo cada Etapa
CAPITULO VEINTE: ¿Quién Apagó la Luz?
CAPITULO VEINTIUNO: A la Ca-mi-ta, a la Ca-mi-ta
CAPITULO VEINTIDOS: El Precio de la Depresión
CAPITULO VEINTITRES: Porque me lo merezco
CAPITULO VEINTICUATRO: Aprendiendo a depender
CAPITULO VEINTICINCO: Había una vez…
CAPITULO VEINTISEIS: Aprendí
REFLEXIONES PROPIAS
REFLEXIONES PRESTADAS
AGRADECIMIENTOS
Gracias a todos y a cada uno de los personajes de esta historia gracias a ellos por de una manera u otra haber sido parte de las bases y la fundación de mi realidad.
Gracias a Janeth Guevara, mi compañera de colegio y amiga incondicional quien siempre escuchó con atención mi idea de escribir este libro y quien hoy veintitres años después caminando por las playas de Tenerife me dio la motivación que necesitaba para poner en papel mi gran sueño.
Gracias a Gabby por ser el motor de mi vida, la sonrisa de mi corazón y la felicidad de mi alma gracias mi chiquita por la manera sabia con que me halaste con tu amor para salir de las arenas movedizas de la depresión.
Gracias a Mariela Abreu, mi cubana querida quien con su incondicional ayuda como profesional y amiga me ayudó a ver mi vida plasmada en papel. Gracias amiga por ponerle azúcar a mi vida.
Introducción
Si hoy tienes este libro en tus manos, pienso que es importante que te deje saber unas cuantas cosas antes de que empieces a leerlo. Mis historias están contadas en el orden en que las recuerdo, no necesariamente en el orden que sucedieron, soy mala para recordar fechas y eventos así que no te angusties si te sientes perdido en la lectura, te prometo que poco a poco vas a ir hilando la historia. Recuerdo muchas emociones y como las recuerdo te las voy a ir contando, estoy diagnosticada con (Bipolar and PTDS disorder) es decir como Maníacodepresiva, y con síndrome de desorden post traumático.
El día que fui diagnosticada sentí que me había quedado dormida y que alguien me había jugado una broma pesada colocándome en lo más alto de un montaña rusa que se encendió por si sola y a la cual no lograba detener. Di gritos de terror, pedí de auxilio, me llené de pánico, lloré, me di por vencida, y cada vez que creía la locura estaba punto de terminar, sencillamente volvía a arrancar. De allí salió el título de este mi primer libro: ¨Bájenme de Aquí.¨
El diario de mi vida no ha sido fácil pero lejos de verlo como una vida de tragedias la veo como un testimonio de vida. Cada eventualidad, desde haber sido abusaba sexualmente a muy temprana edad, hasta mi auto exilio a un país desconocido, han sido parte de la colcha de retazos de una vida que me ha llenado de experiencias.
Siempre he sido una convencida que la vida me ve como una mujer fuerte armada con escudo y lanzas capaz de superar cualquier monstruo o dragón por grande que sea y por imponente que se coloque frente a mi.
Las enfermedades mentales son como un oasis en el desierto donde ves cascadas cristalinas de agua cayendo sobre ti, pero a la vez te enfrentas a los túneles más oscuros y temibles jamás imaginados.
Por épocas de crisis llegué a olvidar donde vivía, quien era, desconocí a personas que han estado junto a mi toda mi existencia.
Algunos de los eventos que acá te voy a contar han sido narrados por personas que se encontraban junto a mi cuando los episodios sucedieron, en mi mente no hay recolección de ellos.
Contar mi historia es mi manera de entender lo que he pasado. He decidido no engañarme ni mentir acerca de mi realidad, las ideas de suicidio aun rondan en mi cabeza, la tristeza profunda aun es capaz de mantenerme lejana del mundo real. Mis tres estados emocionales; la depresión severa la manía y la cordura se turnan entre si tratando de jugarme malas pasadas, pero hoy casi dos años después de que algo o alguien me halla subido en esta montaña rusa puedo decir que gracias a mi aceptación a las medicinas a las terapias y al amor y aceptación incondicional de mi esposo, sigo aquí dando la batalla.
Agárrate que ya comienza el viaje…
De Donde Vengo Yo
Mi nombre es Sara, mi apellido puede ser cualquiera. Estoy en los cuarenta, pero vivo dentro de un cuerpo diminuto que luce de treinta, y he vivido tanto y tantas cosas que me siento de sesenta. Es decir, que como dice la canción del fallecido cantautor y poeta Facundo Cabral no tengo edad, ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad.
De donde soy… Nací en un suelo hermoso donde Dios unió dos océanos, y nos dio la pasión de ser felices a pesar de las vicisitudes de ser miembros de un país del tercer mundo. Pero vivo, hace más de una década en un lugar donde acumular pertenencias es la meta. Tener bote, moto acuática, casa, carro del último año, casa rodante y toda clase de objeto materiales, así la tarjeta de crédito esté a punto de explotar, es la felicidad. Es decir: no soy de aquí, ni soy de allá.
Vengo de una familia compuesta por Severo, un hombre que hace honor a su nombre, el cual nació en el seno de una familia disfuncional, acarreando con él la misma característica a mi familia. Su madre, dicen que fue una mujer bella, alta y con mucho porte, quien fue entregada en matrimonio a la edad de trece años por su padre, un ganadero prestigioso, que de caballos y vacas sabía de todo, pero nada de crianza de hijos. La madre de mi abuela murió dejándola de trece años, razón por la cual su padre la entregó en matrimonio a uno de los terratenientes de la región. A un hombre cualquiera quien una tarde de sol llegó al rancho a recoger ganado, y con él se llevó, sentada a lomo de caballo a la que fuese mi abuela. De aquella forzada y para nada deseada unión con un hombre 30 años mayor que ella, mi abuela tuvo siete hijos, entre ellos mi padre. El recuerdo que tengo de mi abuela, es de una mujer diminuta, de imagen opaca, con vestimentas oscuras y gafas bifocales. Llevaba siempre su escaso cabello gris recogido en la nuca en una moña hecha con desgano, su cuerpo pequeño por los años, la amargura y seguramente también por el dolor. Recuerdos dulces de ella no me acompañan, solo la recuerdo como una mujer tacaña, malgeniada y severa, la cual en su lecho de muerte dijo por última vez… ¿Donde está Humbertico?…. y cerró sus ojos, llamando a su hijo menor (que para ese entonces rozaba los cincuenta años de edad), el que más penas y dolor le causó gracias a su adicción por las drogas y el alcohol. Aquel día, con mis escasos catorce años de edad, entendí que una madre JAMAS deja de velar y sufrir por sus hijos. Con los años también aprendí a entenderla, a comprender porqué solo salía dolor de su boca y porqué jamás recibimos una caricia o una muestra de afecto de su parte… ¿Cómo puede una anciana que queda huérfana a los trece años, y es desterrada por su propio padre de su hogar, de sus hermanos y de su tierra, sin aun haberse siquiera convertido en mujer y que además es obligada a casarse con un hombre que jamás había visto en su vida, tener algo para dar más que dolor?….
Donde quiera que estés, se que estarás mejor que en esta vida. Un abrazo Abuelita.
Mi padre, Severo, fue un hombre emprendedor, echao pa’ lante
como se dice en mi tierra. Salió muy joven a ganarse la vida, su habilidad para los negocios y sus ganas de surgir lo llevaron a cruzar sus caminos con los de Miranda, mi madre. Miranda es una mujer dulce y serena, que creció en el seno de una familia llena de amor, sus padres, mis abuelos la hicieron creer en los cuentos de hadas, donde las parejas se aman y se respetan hasta que la muerte los separa (hay casos pero cada día son menos). Mi abuela materna partió muy joven de este mundo, estaba en sus cuarenta y mi madre apenas si cumplía sus quince años.
A diferencia de Severo, Miranda conoció una madre amorosa, dulce, que junto a mi abuelo la cuidaron y mimaron, por ser la niña menor era a la vez la princesa de la casa. Al igual que mi abuela paterna, mi abuela materna tuvo también siete hijos, los cuales aun hoy en día mantienen los lazos de amor entre ellos. Mi abuelo partió muchos años después, lo único que de él recuerdo es a un hombre dulce, con mirada serena, que me dejó el legado de saber qué significa tener un abuelo. Sus visitas estaban siempre llenas de alegrías, verlo, oírlo, sentarme en su regazo eran momentos mágicos, que hoy aun después de muchas décadas siguen vivos en mi mente. Lo recuerdo siempre de corbata, oliendo rico, a diferencia de otros ancianos él, hasta el último de sus días se bañó. No se que es esa cosa de los ancianos que con la edad le cogen pavor al agua.
El día que el abuelo partió al encuentro con la abuela fue un día normal, sin sol y sin lluvia. Recuerdo que sobre el medio día recibimos la llamada de la clínica informándonos que el abuelo ya no regresaría a casa. Aún lo voy a visitar al cementerio y lo invoco para que interceda por mí antes Dios cuando tengo necesidades (casi a diario), el pobre no ha podido descansar. Entre mis tesoros se halla su diario, sus bellos y románticos escritos, donde narra cómo se enamoró de mi abuela, y las pericias que como notario del pueblo tuvo que hacer para mantenerse amigo de los partidos políticos que se enfrentaban con garras entre si. Jamás se le oyó un grito, jamás levanto la voz, nunca se le vió ofendiendo ni golpeando a nadie y menos a uno de sus hijos. Hace unos años atrás, entendí porqué para mi madre fue una pesadilla vivir junto a mi padre, de la cual no sabía cómo salir ni como sacarnos a nosotros. Gracias Abuelito por darle tanto amor a mi madre y por heredarme el buen hábito de escribir. Donde estés, sigue intercediendo por mí. Te Amo.
A diferencia de mi abuela paterna, mi madre tuvo el privilegio de escoger y no lo hizo muy bien, porque el amor es ciego y entre más nos digan que las cosas no convienen pues más queremos revelarnos y demostrar que es el mundo el que se equivoca y no nosotros. De esta historia curiosamente no tengo muchos detalles, solo sé que mis tíos, los tíos de mi madre y mi abuelo, se opusieron rotundamente a tan loca idea. Creo que al final mi madre se fugó con mi padre para consolidar su amor, trayendo al mundo cuatro hijos. Bueno, somos cuatro por parte de mi madre, porque por cuenta de mi padre éramos seis, y recientemente salió otro, veremos el día que se dé lectura a su testamento cuantos hermanitos más tengo por ahí rondando en este mundo. Mis hermanos y yo crecimos en medio del sufrimiento, de los golpes, el trago, las infidelidades y los abusos por parte de mi padre. A cambio nos llenó de viajes, de joyas, de regalos, de lujos que otros niños envidiaban, mientras nosotros irónicamente lo hubiésemos entregado todo por una noche de calma y un padre con el cual hablar, pero cuando naces en el seno de una familia como la de Severo, es muy difícil romper la tradición. Afortunadamente, estuvo mi madre, quien compensó con amor la pesadilla del inmenso horror que nos cobijaba cada vez que sentíamos a mi padre llegar. Mi madre logró protegernos y hacernos creer que se puede vivir feliz a pesar de los pesares. Gracias mamita, nos has dado lo que tú recibiste y siempre serás mi heroína, Dios nos permita tenerte muchos años más a nuestro lado, para cuidarte, protegerte y compensar los años de dolor y sufrimiento que pasaste para hacer nuestra vida mas fácil.
CAPITULO UNO
La Rata
Aún estaba oscuro cuando el timbre anunció la intervención del piloto: Señoras y señores, buenos días, les habla su capitán. En estos momentos estamos haciendo nuestro descenso final sobre la ciudad de Bogotá. Las condiciones del clima son favorables, la ciudad se encuentra en los dieciocho grados centígrados, cielo despejado. Estaremos arribando en aproximadamente cuarenta y cinco minutos
.
Sara abrió lentamente sus ojos a la vez que ansiosa levantaba la ventanilla para ver ante ella, el más bello amanecer, en una gama de tonos azules, rojizos y naranjas que le daban la bienvenida a lo suyo, a lo más amado y añorado: su tierra, su patria.
Como deseaba cada vez que empezaba el descenso del avión oír tocar las notas del himno nacional de su país, era maravilloso como aquellas palabras tenían el poder de encoger su corazón y avivar lágrimas de felicidad y orgullo patrio. Lentamente bajó de nuevo la ventanilla para encogerse en posición fetal sobre la incómoda silla y tratar de dormir un poco más antes de arribar.
Sara! Sara! Gritaba su madre desde el comedor. Sara se esforzaba en apurar su ritmo y bajar rápidamente las interminables escaleras en forma de caracol que separaban los cuatro niveles de su casa. Mientras avanzaba en su carrera por llegar pronto al comedor, su corazón se agitaba al ritmo de galopes. Sara sabía que al llegar al último escalón la esperaba su madre con una bandeja rebosante de panes, café, jugo, y mermeladas para ser entregados al otro lado de la mansión a Severo. Esta cita diaria antes de partir al colegio la llenaba de sentimientos encontrados. Por un lado sentía repudio y asco hacia su padre y por otro los morbosos deseos que en su cuerpo se venían anidando como una venenosa ponzoña desde sus once años de edad.
Al llegar al último escalón Sara miró fijamente a su mamá para disculparse por su matutina tardanza. Pero en lugar de una disculpa, Sara emitió un despavorido grito que resonó como el aullido de un animal herido. Miranda, su madre dejo salir un gemido que sonó entre mezcla de asco y burla, al ver que Sara por poco pierde el control de sus pies. De manera lenta y aterradora Sara bajó su mirada hasta llegar a ver que algo coleaba con signos de vida bajo sus recién lustrados zapatos escolares. Lentamente levantó su pie y de un solo brinco acompañado de un mortal grito saltó sobre los escalones de la escalera nuevamente.
Allí, al descubierto, bajo su recién lustrado zapato de colegio, ensangrentado y luchando entre sobrevivir o caer rendido a tan fatídica muerte, un pequeño, flacuchento y desorbitado ratón agonizaba. Fue allí donde germinó la semilla de la fobia que acompañaría a Sara de por vida hacia todo animal similar o igual a una Rata.
CAPITULO DOS
El Hogar
De manera abrupta el avión aterrizo y Sara sobresaltada abrió sus ojos, ya había llegado. De nuevo en tierra firme, la tierra, su tierra, el lugar donde su alma la conectaba con su cuerpo de manera mágica su corazón sonreía y su ser se sentía plena, segura y parte de algo. Cada reencuentro era igual, lleno de felicidad, de gozo de agradecimiento con la vida por permitirle volver a reencontrarse más que con su país, consigo misma. Siempre fue irónico para Sara ver cómo mientras sus amigas y su familia añoraban poder salir de la pobreza, de la violencia, de la falta de oportunidades, para ella era un regalo de cielo poder después de tantos años volver y sentir por unos días que de nuevo vivía en su país.
Reunida con sus amigas de toda la vida, Sara oía con paciencia la larga lista de quejas y pesares de cada una: Ay no nena, la situación está terrible, vieras el desempleo, yo estoy desesperada en la empresa, mi jefe es un imbécil, pero me toca aguantármelo porque no hay para donde coger, tengo empapelada la ciudad con mi hoja de vida y de ningún lado me han llamado
. Mientras la otra añadía: No, y eso no es nada; el tráfico cada vez está peor. Vieras todas la calles están rotas, a este alcalde le dio por destruir la cuidad por todos lados y al mismo tiempo
. Mientras Edith y Norma no paraban de actualizar a Sara quejándose de el horror que para ellas implicaba tanto desorden cívico y falta de oportunidades, Sara se alejaba de sus voces, regocijándose viendo las calles llenas de gente, parejas tomadas de la mano, niños riendo a carcajadas, vendedores ambulantes tratando de ganar el sustento de sus familias pidiendo limosnas haciendo actos malabáricos, o simplemente limpiando vidrios en los semáforos. Todos con una cosa en común…Felicidad. La alegría sobresalía por encima de las dificultades y ellos eran realmente felices. Estar allí sentada en un café, de frente a un parque, respirando el aire lleno de vida, hizo que las lágrimas brotaran en sus ojos. Angustiadas Edith y Norma lentamente fueron acallando su larga lista de inconformidades y tomando de la mano a Sara, Edith agregó – No nena, pero tampoco es tan terrible, no te aflijas
–.
Sara soltó una sonora risotada que dejó perplejas a sus amigas – ¡NO!, si yo estoy llorando es de felicidad amigas, qué bello es estar de vuelta en mi país
–. Edith y Norma no pudieron evitar mirarse entre sí, y al unísono se rieron de manera estruendosa con Sara. Edith agregó abrazándola fuertemente – Bienvenida amiga
–.
CAPITULO TRES
La Época del Colegio,
¿La mejor época de tu vida?
Una mala imagen cuenta más que mil palabras
Esto dicen muchos con nostalgia: ¡Ay! que épocas aquellas cuando estábamos en el colegio y nada nos preocupaba, la vida era fácil
. Bueno no para todos la mejor época es la escolar., es una época en la que eres susceptible al cambio y a la aceptación. Para algunos fue: La peor época de la vida.
Era el mes de mayo y Sara cursaba el último año de la elemental, corría feliz por los corredores camino al salón de clases cuando su atención fue cautivada por los carteles anunciando el cumpleaños de María. – ¿Qué? ¿María está de cumpleaños y nadie me dijo?
pensó Sara. María era su profesora preferida: María BELEN, era su nombre, era dulce, cariñosa, bella y esbelta. Sara se sentía querida y acogida por su profesora, razón por la cual se aferró con un amor sincero hacia ella.
Aligerando el paso Sara logró llegar al salón de clases antes que el profesor de turno. Y en segundos se dio a la tarea de organizar a cuarenta compañeros de clase: María Belén esta de cumpleaños, y le vamos a hacer una fiesta sorpresa
Sin pedir opinión, sino informándoles como un mandato Sara delegó funciones, encargó a unos del pastel, otros de las bebidas, las bombas, la decoración, la música. En fin, en un momento organizó toda una fiesta. Sería el lunes siguiente; así todos tendrían tiempo de comprar y preparar su parte.
El fin de semana pasó y el lunes llegó, todos hicieron su parte del trabajo. Fue una fiesta maravillosa, Sara fue la gran ausente; ese fin de semana le atacó un virus contagioso que no le permitió atender al colegio. Estaba muy triste, quería demostrarle a María Belén cuanto la quería, y lo agradecida que estaba por tenerla como profesora. María Belén se sorprendió con la fiesta, pero la sorpresa fue también para Sara cuando la rectora fue informada que en el salón había música a todo volumen y un desorden que transcendía las paredes de los otros salones impidiendo a los demás profesores dictar su clase.
La monja rectora, llegó con su diminuta presencia mirando siempre al piso como buscando hormigas y cara de quien no rompe un plato, pero que se lleva por delante la vajilla entera, a exigir una explicación. Y al unísono los alumnos proclamaron el nombre de Sara, dando detalles de cómo la semana anterior les había dado instrucciones claras en qué y cómo hacer para celebrar el cumpleaños de María. No faltó quien saltara como renacuajo en charco, agregando que Sara no había atendido al colegio ese día porque sabía muy bien que no debían haber formado semejante desparpajo y escándalo.
Encendida en furia, la monja llamó y citó a los padres de Sara. Bien podría decirse que allí comenzó la pesadilla de sus años de colegio. El enfrentamiento entre Sara, sus padres y la rectora fue candente. Sara argumentando con su verdad: Era por su cumpleaños, los carteles estaban por todos lados anunciando el cumpleaños de María
, la monja con cara de soberbia, sentía que Sara se estaba burlando de su inteligencia, aseverando que los carteles eran por el mes de mayo, el mes de la virgen María. SOR-PRE-SA, Sara JAMAS imaginó que a las monjas les diera por hacer cartelitos anunciando… ¿El cumpleaños de la Vírgen?
Allí firmó Sara lo que sería por seis años su sentencia durante el bachillerato al ser considerada una niña problemática y revolucionaria. Sobre Sara pendía la amenaza de que al menor descuido o la más mínima falta perdería el cupo del colegio y saldría por la puerta de atrás, lo que significaba agregar al abuso del cual ya era víctima por parte su padre, también el abuso físico y verbal sin riesgo alguno de salvarse de ello.
Es decir, que a partir de este momento debería caminar sobre huevos para no caer en desgracia, su único consuelo era pensar que por lo menos al año siguiente saliendo de