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Exo
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Libro electrónico270 páginas2 horas

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Información de este libro electrónico

«Gracias a EXO tenemos la oportunidad de encender la llama de la curiosidad por la biología.» Del Prólogo de Sónia Fernández-Vidal.

Ziggy es un adolescente extraterrestre amante de la música de la Tierra, que gana la opción de viajar a nuestro planeta para conocerla. Muy pronto se enamorará de una joven bióloga terrícola. Pero las relaciones con personas de otro planeta están completamente prohibidas. A través de sus investigaciones descubriremos algunos de los conceptos más importantes de la biología... entre risas y suspiros.

Ver el booktrailer: http://youtu.be/WWTKlUcoqEM
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 oct 2014
ISBN9788424652661
Exo
Autor

Jordi Olloquequi González

Más conocido como Jordi Medianoche, es líder del grupo de metal siniestro Glory Hole. Ha trabajado en otros proyectos musicales de éxito como Nikosia. También es doctor en biología, profesor de biología celular e investigador en el campo de la biomedicina, actualmente en la Universidad Autónoma de Chile.

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    Exo - Jordi Olloquequi González

    La biologia nunca ha sido tan sexy

    Jordi Olloquequi

    Amor.

    Biología.

    Y mucho,

    mucho,

    rock n’ roll.

    Ziggy, ves a la Tierra.

    Pasa desapercibido.

    Estudia la biología del planeta.

    Y sobre todo,

    sobre todo,

    SOBRE TODO,

    no te enamores de una humana.

    Adivina cuál es la primera regla que rompe Ziggy.

    Una comedia romántica

    con la que aprenderás mucho

    sobre la vida.

    Literalmente.

    Jordi Olloquequi es doctor

    en biología, profesor de biología

    celular, investigador en el campo

    de la biomedicina... y un

    apasionado del rock.

    Actualmente trabaja en la

    Universidad Autónoma de Chile.

    A mis padres

    Un viaje a los secretos de la vida

    Sonia Fernández-Vidal

    Hace unos cinco años recorría las callejas del barrio de Gracia, en Barcelona, buscando la dirección de un pequeño estudio en el que esperaba pasar una peculiar velada.

    Francesc Miralles, autor de múltiples libros de gran éxito, me había invitado a dar una conferencia en su casa. La trama de su última novela se centraba en la hija perdida de Einstein. Aquello le llevó a adentrarse por primera vez en el fascinante mundo de la física cuántica.

    Entender un poco más este atractivo pero desconocido campo de la física moderna fue el motivo por el que había organizado aquella «noche cuántica» en su estudio. Quería que les explicase, de un modo muy sencillo, el cambio de paradigma que la ciencia había vivido en este último siglo.

    Al llegar me sorprendió ver que había un grupo de unas diez o quince personas. No dudaba del poder de convocatoria de Francesc, sino de que gente totalmente ajena al mundo de la ciencia quisiese pasar un viernes por la noche escuchando una conferencia sobre física cuántica.

    La velada, que empezó siendo una introducción a la ciencia, se transformó en una fascinante charla filosófica. Recuerdo perfectamente la satisfacción que sentí al ver tantas caras entusiasmadas por lo que la ciencia tenía que contarles, por las preguntas sin respuesta que les planteaba. Pude notar el gusanillo que crecía en el interior de aquellas personas. Por primera vez se adentraban en un mundo que les era desconocido, que no les había parecido atractivo a priori, y, sin embargo, habían quedado atrapados en sus redes como si de un agujero negro se tratase.

    A lo largo de la noche fui descubriendo que los amigos de Francesc eran todos escritores y editores. En aquel entorno se gestó la idea de crear un libro. Idea que se transformaría en La puerta de los tres cerrojos.

    No fue mi intención en ningún momento escribir un ensayo de divulgación científica, pues ya existen extraordinarias obras muy precisas y rigurosas sobre física actual.

    La puerta de los tres cerrojos tenía como objetivo llegar a personas que quizá jamás se habían planteado leer un libro sobre teoría cuántica, ya fuera porque les parecía aburrida o bien porque les asustaba que fuese demasiado complicada. Es por eso por lo que este libro nació en forma de cuento-aventura para atrapar a cualquier niño, de 9 a 99 años.

    Entre los editores que asistieron a aquella velada cuántica se encontraba Iolanda Batallé, directora editorial de la Galera. Ella es tan apasionada como valiente, pues en el duro momento que vivía la industria del libro, poca gente hubiese apostado por un autor desconocido, y menos aún que escribiese sobre física.

    Sin embargo, la idea de presentar la cuántica desde este ángulo fue novedosa y acertada. Después de cuatro años el libro sigue reimprimiéndose, cuenta con más de diez ediciones en castellano y catalán, y ha sido traducido a más de quince idiomas.

    El éxito de La puerta de los tres cerrojos demuestra que la ciencia interesa a muchas más personas de las que se cree. Quizá solo sea necesario mostrarla desde un enfoque lúdico que la haga atractiva.

    Los investigadores deberían tomarse muy seriamente la responsabilidad de divulgar la ciencia. Los maestros, lograr que nuestros alumnos disfruten de ella. Los editores, promover la literatura científica. Los políticos, destinar presupuestos para la innovación y el desarrollo. Los responsables de prensa, tenerla presente en los medios. Los padres, despertar en los hijos, el futuro de nuestra civilización, la pasión por aprender y el espíritu crítico.

    El desconocimiento de los hallazgos de la ciencia, de lo que suponen para que sigamos evolucionando como seres humanos, lo podemos «pagar muy caro». Como decía Carl Sagan: «Creo que nuestro futuro depende del conocimiento de nuestro cosmos, en el que flotamos como una mota de polvo por la mañana».

    La gran pregunta que se plantea, en estos momentos de cambios tan decisivos, es la siguiente:

    ¿Qué es lo que interesa a la sociedad?

    La mayoría reconoce sin dudar a los personajes mediáticos: futbolistas, presentadores de televisión, actores, etcétera. Son famosos y millonarios. Interesa saber qué coches se han comprado, adónde van de vacaciones, qué ropa llevan…

    Pero hay otras personas que dejarán una huella mucho más profunda y duradera. Un colectivo que quizá no sea rico ni famoso, pero nos ayuda a evolucionar como civilización. Nos han dado la penicilina y vacunas contra la malaria. Desarrollan medios para luchar contra el cáncer, aparatos de rayos X o de resonancia magnética… Incluso lo que nos permite conectarnos diariamente a internet forma parte de estos regalos que la ciencia lega a la humanidad.

    Cuentan que Toots Shor, dueño de un restaurante que frecuentaban cantantes y deportistas famosos en Manhattan, estaba un día sentado con Sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina y premio Nobel de medicina, cuando entró en su local Mel Ott, entrenador de los Giants de Nueva York.

    —Disculpe, Sir Fleming —le dijo Shor interrumpiendo su conversación—, pero acaba de entrar alguien importante y tengo que atenderle.

    Y le dejó ahí plantado con su café.

    Escenas como esta indican que debemos revisar nuestro sistema de valores y creencias sobre los modelos a seguir. Del mismo modo que cuidamos los alimentos que damos a diario a nuestro organismo, es esencial que vigilemos nuestra dieta mental y seamos conscientes de los contenidos que ingerimos.

    Quizá Jean de la Fontaine estaba en lo cierto cuando afirmaba que todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier tontería que esté de moda…

    Al principio yo me rebotaba contra esa frase, no quería aceptar este hecho. Después me resigné a aceptar que era verdad. Pero mi reflexión continuó y me dije… ¿por qué no cambiar las tornas? Si se trata de seducir al gran público, hagamos de la ciencia algo sexi que despierte el interés y sea divertida… ¡Pongámosla de moda!

    Precisamente en eso se centra el proyecto editorial que está impulsando la Galera. La puerta de los tres cerrojos fue solo la primera que se abrió. Quantic Love siguió con la misión de «enamorar» de la física a muchos más. Y ahora Exo toma el relevo para acercarnos y apasionarnos por la biología, la ciencia que nos acerca a la magia de la vida.

    Del mismo modo que la física vivió su cambio de paradigma durante el siglo pasado, la biología tiene todos los números para revolucionar este siglo. Probablemente será la protagonista de los descubrimientos más apasionantes. Muchos hallazgos que parecían ciencia ficción son ya hoy una realidad: hemos descifrado el genoma y desarrollado la clonación, entre muchos otros logros que se creían imposibles.

    Gran parte de lo que ha llegado y de lo que está por venir lo descubre, con frescura y precisión, Ziggy, el entrañable protagonista de Exo, a través de su guapa y simpática amiga terrestre. De su mano aprenderemos las condiciones necesarias para que se dé la vida, reflexionaremos sobre el cambio climático, conoceremos los transgénicos y viajaremos al interior de una célula. En suma, accederemos a los últimos avances del excitante campo de la biología.

    Algunos de los temas más controvertidos de la ciencia provienen precisamente de la biología. Los transgénicos y la manipulación genética, entre otros muchos avances, son tan polémicos como desconocidos.

    Como ciudadanos del siglo XXI, es esencial tener una opinión formada respecto a nuevos campos en los que tendremos que decidir activamente y que determinarán la dirección de nuestra sociedad.

    Gracias a Jordi Olloquequi, tenemos la oportunidad de encender la llama de la curiosidad por la biología, de comprender la maravilla de nuestra propia existencia y de cuestionarnos nuestro futuro. Todo ello mezclado con una aventura divertida, trepidante y enriquecedora.

    Tuve la suerte de conocer al autor hace unos tres años. Quedé maravillada al descubrir que, bajo su apariencia de rockero duro, su personalidad era tan dulce como cautivadora. No tuve ninguna duda de que sería la persona indicada para contagiar su pasión por la biología a niños y jóvenes.

    El círculo se completa al participar en este proyecto no solo Iolanda y Marcelo con la editorial la Galera, sino el sherpa Francesc Miralles, constructor de sueños.

    Gracias, lector, por acompañarnos en este viaje a través de los secretos de la vida que está a punto de empezar.

    DRA. SONIA FERNÁNDEZ-VIDAL

    En el punto donde se detiene la ciencia

    empieza la imaginación.

    JULES DE GAULTIER

    1

    EMISIONES LEJANAS

    Las estrellas salpicaban de oro el cielo violeta. Parecían millones de lámparas que se hubieran encendido a la vez, primero arrojando una luz tenue para acabar brillando como faros en la noche infinita.

    Ziggy se acomodó en su cama. Le gustaba tanto mirar el firmamento que sus padres le habían cedido el piso superior de la casa, cuyo techo era de cristal.

    Para ganar aquel espacio, hubo que desprenderse de todo lo que se almacenaba en aquel desván desde antes de nacer él. Sus padres vendieron o cambiaron todo lo posible con los vecinos de su colonia.

    La jugada le salió redonda a Ziggy, que pudo trasladarse a su observatorio de estrellas, mientras en el mercadillo volante cambiaba el viejo aeropatín de su padre por el radiotelescopio de un vecino. La operación resultó cuanto menos curiosa, ya que este tenía 114 años y apenas podía moverse. ¿Para qué diablos querría un patín volador?

    Lo que Ziggy no sabía era que aquel trueque estaba a punto de alterar su vida de un modo que aún no podía imaginar.

    We had a lot of luck on Venus We always had a ball on Mars Meeting all the groovy people We’ve rocked the Milky Way so far

    ¹

    La primera vez que Ziggy captó aquella señal lejana se quedó helado. No se trataba solo de una lengua desconocida para él, sino que se ajustaba a misteriosos ritmos.

    Bum-bum-pa… Bum-bum-pa… Catacrash…

    Sobre aquellos golpes, unas voces imposibles eran acompañadas por frecuencias agudas y distorsionadas que nunca antes había oído. A Ziggy se le erizó la piel y, sin quererlo, empezó a mover la cabeza al ritmo de aquellos sonidos que procedían del espacio exterior.

    Emocionado, ajustó los parámetros del radiotelescopio pa-ra captar mejor la transmisión. En la pantalla apareció el nombre del mundo emisor:

    PLANETA TIERRA

    Ziggy recordaba vagamente haber oído aquel nombre en las clases de universografía. Pese a que su radiotelescopio era antiguo, tenía incorporado un traductor para los idiomas de las galaxias más cercanas; entre ellos, el de la extraña lengua terrícola.

    ¡Bienvenidos a Metal-on-Metal, vuestra emisora de rock que emite las 24 horas! Acabamos de escuchar Space Truckin de Deep Purple y ahora vamos con otro clásico de David Bowie: Starman.

    Aquellas palabras pronunciadas a gritos, tras el cese del golpeteo, no hicieron más que aumentar su estupor. ¿Así que aquello se llamaba «rock»? ¿Sería porque surgía de un planeta rocoso en la periferia de la Vía Láctea?

    Desde aquel preciso instante, Ziggy sintió la necesidad de conocer más sobre aquel mundo lejano que emitía tan sublimes sonidos.

    —Entonces… ¿no se sabe nada de los habitantes de la Tierra? —preguntó, al día siguiente, a su profesora de historia de civilizaciones del universo.

    —La información que tenemos es muy escasa. Ese planeta se halla a millones de años luz de aquí y su aparición en el cosmos es muy reciente. Quizás podrías encontrar algo en los archivos de la Sociedad Krokusiana de Ciencias, pero no sé si te dejarán entrar. ¿Por qué te interesa tanto?

    —Simple curiosidad —dijo Ziggy sin revelar su descubrimiento sonoro.

    —Ahora que recuerdo… en una conferencia de exobiología oí que los habitantes de la Tierra guardan un gran parecido con nosotros, sobre todo en el aspecto fisiológico. Sin embargo, el hecho de que jamás nos hayan visitado demuestra que no han desarrollado una tecnología avanzada.

    —Tampoco nosotros hemos ido hasta allí. Ellos pueden creer lo mismo que usted.

    La historiadora, célebre entre sus alumnos por sus largas piernas, cruzó los brazos y contempló a Ziggy con asombro. Hasta aquel momento no había demostrado ningún interés por lo que se cocía fuera de su galaxia. Finalmente dijo:

    —Dudo que en los registros galácticos encuentres gran cosa sobre la Tierra. Está catalogado como un planeta menor, pero podrías probar.

    —¡Pero hay vida inteligente!

    —Como en muchos otros mundos. ¿A qué viene este repentino interés por un planeta tan mediocre?

    Lejos de apagarse, la curiosidad de Ziggy por la Tierra crecía día tras día, al igual que su pasión por el rock. Por las noches dejaba encendido el radiotelescopio y se dormía escuchando aquella emisora descubierta en la inmensidad del cosmos.

    Así, pudo averiguar que el rock era un estilo de algo llamado «música», de lo que existían muchas variedades diferentes. Por las descripciones del locutor, supo también que los rockeros se dejaban crecer el pelo, vestían ropa ajustada y tenían una actitud rebelde.

    Esto fascinó a Ziggy, que empezó a dejarse el pelo largo, cuando la costumbre de los varones en su planeta era llevar la cabeza rapada, exceptuando el flequillo. En su unidad educativa todo el mundo lo miraba como si fuera un bicho raro.

    Fueron pasando los meses y descubrió muchas «bandas» —así se llamaba a los grupos de terrícolas unidos por la música— que le entusiasmaron.

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