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Cómo dejar de roncar
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Libro electrónico207 páginas2 horas

Cómo dejar de roncar

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Una de cada tres personas ronca. A partir de los sesenta años, una de cada dos sufre este tipo de molestia respiratoria. Sin embargo, hasta hace muy poco, el mecanismo del ronquido era impreciso y su tratamiento resultaba complejo en la mayoría de los casos. En la actualidad, el ronquido está considerado como una afección completa, la roncopatía, para la cual existe curación. El ronquido es una señal de alarma a la que se debe prestar una atención extrema, para poder actuar con eficacia sobre sus causas, locales o generales. Gracias al doctor Dervaux, en este manual hallará una descripción de los diferentes tipos de ronquido, los tratamientos, la importancia del sobrepeso y la necesidad de una buena alimentación, las medidas preventivas y todo lo que usted debe saber sobre el ronquido infantil. Cómo luchar contra los diferentes tipos de ronquido: posturas, masajes, gimnasia muscular, tratamientos médicos... Este libro, ilustrado con muchas tablas y dibujos, responde con precisión a todas las preguntas que se pueden plantear las personas afectadas. Jean-Loup Dervaux, antiguo médico internista del hospital de París, es otorrinolaringólogo. En sus consultas ha llegado a curar a bastantes pacientes afectados de ronquido crónico mediante la cronodietética. Está muy interesado en las técnicas y hábitos que permiten disfrutar de una vida sana.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 abr 2016
ISBN9781683250241
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    Cómo dejar de roncar - Dr. Jean-Loup Dervaux

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    Prólogo

    Cuando el doctor J. L. Dervaux me solicitó un prólogo para su libro, acepté con placer. Fue un médico internista brillante, despierto; un excelente cirujano y consultor, incansable y amable. Acabo de leer este libro y he vuelto a encontrarme con el mismo hombre. ¡Qué síntesis tan brillante ha hecho!

    Pero, ¿por qué tratar un tema como este? Se han escrito muchos libros y realizado muchos informes sobre el ronquido. El del doctor Dervaux es una síntesis imprescindible. Nos encontramos con el médico, el cirujano, el homeópata, el dietista y también con el humanista. El lector no sólo aprenderá lo esencial, sino que adoptará un modo de vida diferente que tal vez le haga cambiar profundamente.

    ¿Dónde está aquel joven de veinte años que era usted antes? Si se ha olvidado, J. L. Dervaux, con su sentido común y su entusiasmo, le ayudará a recuperarlo para seguir siéndolo.

    Por todo ello, le doy las gracias.

    Charles Frèche

    ORL del Hospital de París,

    antiguo jefe del servicio de ORL del Hospital de Foch,

    responsable de la unidad de ORL del Hospital Americano de París,

    miembro de la Academia de cirugía

    Introducción

    Entre el 30 y el 40 % de las personas roncan, sobre todo los hombres. Este porcentaje alcanza el 50 % después de los sesenta años tanto en los hombres como en las mujeres.

    Hasta hace muy poco tiempo no se había hablado abiertamente del ronquido. Antiguamente era objeto de burla y, en el mejor de los casos, era considerado un defecto que se sufría en silencio. Algunos veían en él la imagen de una persona que gozaba de buena salud, plácida y floreciente; otros, una señal de descortesía.

    Hacer un historial completo y detallado del ronquido sería demasiado prolijo y no presentaría un interés esencial para el lector. Sin embargo, se pueden señalar algunos aspectos útiles para la comprensión y el conocimiento del fenómeno. Para ello se ha tomado el ejemplo de dos personajes famosos cuyo ronquido pudo alterar su vida diaria e incluso marcar su destino. Por otro lado, la evocación de este fenómeno por parte de los autores clásicos refleja la opinión de los observadores de la época sobre el ronquido en sí, el roncador y las reacciones de su entorno inmediato. Finalmente, se hará un breve recordatorio de los informes médicos sobre el ronquido, informes que no siempre han sido comprensibles ni útiles.

    Son muchas las personas afectadas por el ronquido. Sin embargo algunos autores han hecho famosos los ronquidos de personajes históricos o de ficción en la medida en que estos han modificado sus vidas.

    En la antigüedad, Dionisio, tirano de Heraclea, era famoso por su obesidad, sus molestias respiratorias nocturnas y sus crisis de somnolencia diurna. La gente que le rodeaba, para que se mantuviera despierto o para despertarle, tenía que pincharlo con largas agujas que atravesaban su grasa hasta llegar a los músculos. Este es el ronquido patológico más antiguo que se conoce y que recoge la literatura en la actualidad.

    Napoleón, un personaje más cercano a nosotros y más conocido, poseía el morfotipo idóneo para roncar de manera grave: cuello ancho y corto, mandíbula inferior prognática, obstrucción nasal y obesidad creciente en el transcurso de la vida. Sus biografías y los cuadros de la época ponen de manifiesto su sobrepeso progresivo, sus somnolencias diurnas con fatiga, y el descenso de la vigilia y de la actividad intelectual. Podría decirse, pues, que el ronquido de Napoleón le condujo más o menos directamente de Austerlitz a Santa Elena.

    Las referencias de la literatura clásica al ronquido son muy numerosas; a lo largo de los capítulos del libro citaremos algunos de los autores más importantes, de Balzac a Zola pasando por Flaubert, Maupassant, Mauriac, Pagnol y Dickens, quien ha dado nombre a un estadio evolutivo del ronquido.

    Los puntos de vista que desarrollan son múltiples y variados:

    — descripción de la persona afectada;

    — importancia y diversidad de los ruidos que emite:

    — importancia del sobrepeso en el ronquido;

    — relaciones del afectado con su entorno (el único problema que se abordaba en la época) y, particularmente, las reacciones de su acompañante más próximo;

    — connotaciones de ansiedad y angustia unidas al ronquido; incluso al sueño.

    Medicina y ronquido

    Hasta principios de los años ochenta del siglo xx, las relaciones entre la medicina y el ronquido eran ambiguas. La existencia del ronquido es muy conocida, pero su proceso es impreciso y su tratamiento simplista: descongestionar la nariz y dormir boca abajo. El velo del paladar se presenta, sin embargo, ante el observador quien, aunque localice más o menos la causa, no reconoce todavía que se necesita un principio de tratamiento. Esta falta de interés puede estar relacionada con la ausencia de gravedad aparente y con una cierta reticencia a tomar en consideración un síntoma que no le ha solicitado personalmente el paciente.

    La única referencia quirúrgica conocida de la época es la de Morand, cirujano real del siglo xviii, que fue el primer médico que trató una complicación del ronquido, el edema de la campanilla, que en la época se llamaba campanilla extraída debido a la ablación de esta última (uvulectomía). En efecto, la medicina ha descubierto hace relativamente poco tiempo que el ronquido se corresponde con una asfixia que puede ocasionar complicaciones graves y que, en realidad, se trata de una señal de alarma. El ronquido se ha convertido en una afección completa designada por los médicos como roncopatía crónica que comprende el fenómeno propiamente dicho y sus complicaciones. La evaluación de su gravedad se ha realizado a menudo retrospectivamente mediante el ensayo terapéutico: la operación, que además de detener el ronquido, hace que el estado anímico general sea más satisfactorio, según han declarado espontáneamente muchos de los pacientes operados.

    Ha sido necesario que los médicos tomaran conciencia de las graves consecuencias que podía tener el ronquido para el organismo del paciente y que las soluciones, entre ellas la cirugía, aparecieran y se desarrollaran. De esta evolución médica podría hacerse un análisis feminista: mientras el ronquido era sólo un ruido ambiental para la mujer, nadie se preocupaba por él; a partir del momento en que empieza a ser perjudicial para el hombre, se busca la solución. De todos modos, no me arriesgaré a hablar en estos términos, pues no quiero acusar de manera injustificada al cuerpo médico de misógino.

    En cualquier caso, el hecho de hablar del ronquido ha contribuido a que los afectados y sus acompañantes salieran a la luz. Ha permitido que se les tenga en cuenta y que se responda a las preguntas siguientes: «¿qué es el ronquido?», «¿qué se puede hacer contra él?» y tratar particularmente el caso del ronquido infantil.

    Primera parte

    ¿QUÉ ES EL RONQUIDO?

    A propósito de las definiciones históricas del ronquido, podemos retener la que hace Nodier en su Dictionnaire raisonné des onomatopées (Diccionario razonado de las onomatopeyas*) de 1808: «Roncar, ronquido: el sonido que produce el aire fuertemente inspirado en la garganta y en la nariz de un hombre dormido»; y la de Littré en su Dictionnaire de la langue française (Diccionario de la lengua francesa) de 1863: «Ronquido: sonido que produce algunas veces durante el sueño la vibración del velo del paladar cuando el aire atraviesa la faringe, sobre todo durante la inspiración».

    En cualquier caso, hay que señalar que Nodier es un autor de tendencia claramente literaria y que su definición se refiere sobre todo al sonido, mientras que la de Littré, que es lexicógrafo, es más técnica y precisa.

    * Los asteriscos remiten al glosario.

    CAPÍTULO I

    El origen del ronquido

    Como tenía la cabeza echada hacia atrás, podía verse

    su cuello delgado, arrugado, en mitad del cual la nuez de la garganta,

    saliente y de un rojo ladrillo, subía con cada ronquido.

    Émile Zola

    Thérèse Raquin

    ¿Qué es un ronquido? ¿Cuál es su definición? O más exactamente, ¿cuáles son sus definiciones? Las que se han hecho sobre el ronquido varían según el punto de vista empleado.

    La definición del diccionario es la más inmediata: «El ronquido es un sonido (supuestamente desagradable e inoportuno) originado por la nariz y la garganta que producen algunas personas cuando duermen». En esta definición se desarrolla el punto de vista del entorno: el ronquido está considerado como un ruido ambiental. Esta definición ha tenido en cuenta el aspecto performativo del ronquido, al menos al principio de la afección.

    La definición médica adopta un punto de vista más técnico: el ronquido es un «sonido respiratorio relacionado con la vibración de los tejidos de la garganta». Esta definición nos proporciona una idea del mecanismo del ronquido propiamente dicho.

    Para finalizar, una definición más pragmática podría considerarlo como una señal de alarma, de alguna manera una afección que puede tener solución. Esta definición desarrolla un punto de vista práctico que demuestra la utilidad indirecta del ronquido al tiempo que alarma ante sus complicaciones evolutivas.

    Las vías aéreas superiores condicionan el trayecto que recorre el aire que respiramos, tanto en la espiración como en la inspiración. Se extienden desde la entrada de las fosas nasales a los alveolos pulmonares, lugar de intercambio entre el gas carbónico que expulsamos y el oxígeno indispensable para nuestra existencia.

    Por definición, las vías aéreas superiores están situadas entre el orificio de entrada de las fosas nasales y las cuerdas vocales de la laringe*. La tráquea, que sigue a continuación, es el primer segmento de las vías aéreas inferiores.

    Los tres niveles de las vías aéreas superiores

    Las VAS se distribuyen en tres niveles reconocibles desde el exterior gracias a tres órganos: la nariz, la boca y la nuez.

    Nivel superior

    En él se encuentran la nariz y la parte trasera de la nariz.

    La nariz está formada por dos fosas nasales separadas por una pared ósea y cartilaginosa. Cada fosa nasal tiene un orificio anterior, o ventana, en cuya entrada se sitúa una corona de pelos cuyo papel es filtrar las impurezas del aire que respiramos.

    El orificio posterior, también llamado embudo, desemboca en la parte trasera de la nariz. En la pared lateral de cada fosa hay unas masas carnosas llamadas cornetes. Son muy ricos en tejido circulatorio y pueden congestionarse fácilmente. Su misión es calentar y humedecer el aire; están recubiertos de una mucosa* portadora de pequeños cilios que evacuan el moco nasal y las partículas de polvo que contiene el aire. Por tanto, el papel que desempeña la nariz es filtrar, calentar y humedecer el aire que respiramos.

    La

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