Dios no está muerto 2
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Arkansas pareciera un lugar poco probable en donde presenciar una batalla sobre la libertad religiosa, sin embargo el conflicto que comenzó en una pequeña universidad se ha extendido a las instalaciones de una preparatoria, donde una joven maestra cristiana llamada Grace Wesley es el centro de atención por hablar abiertamente de Cristo en su salón de clases. Tom, un joven abogado que trabaja con el sindicato de maestros, ha sido asignado a representar a Grace para abogar por sus derechos de libertad de expresión religiosa. Muy pronto, la abogacía de Tom lo llevará a conocer a Amy Ryan, una reportera y anteriormente escéptica, quien ha sido encontrada por la fe después de combatir con cáncer y por el haber presenciado personalmente la batalla que se suscitó en la universidad de Hope Springs el año anterior. Tom descubre toda la verdad acerca del caso y al mismo tiempo empieza a ver lo que significa tener una fe genuina.
Tom, un héroe sinigual, parece estar destinado al fracaso cuando decide tomar el caso de un cliente sabiendo que seguramente no ganará. Y es así como un abogado no creyente, una reportera con innumerables dificultades y una maestra acosada comienzan a compartir sus experiencias del pasado y sus luchas del presente, convirtiéndose sorprendentemente en aliados en este viaje hacia la fe.
Dios no está muerto 2 [God’s Not Dead 2] tells the story behind the blockbuster film, going deeper into the characters’ backstories and showing a triumphant picture of the victory that comes from true belief in the face of adversity.
Arkansas seems an unlikely setting for a battle over religious freedom, but the conflict that started at a small local college has spread to a high school campus, where a young Christian teacher named Grace Wesley is on the hot seat with the school district for talking about Jesus in her classroom. Tom, a young lawyer on retainer by the teacher’s union, is tapped to represent Grace in her fight for her First Amendment rights. Soon Tom’s advocacy leads him to Amy Ryan, a reporter and former skeptic who found faith after battling cancer and watching the classroom battle unfold at Hope Springs College a year ago. Tom discovers the truth about the case while also learning more about what genuine faith looks like.
Tom, the unlikely hero, seems destined for failure as he takes on a case he surely can’t win. But as the disbelieving lawyer, the struggling journalist, and the persecuted teacher share experiences from their past and struggles of the present, they become reluctant allies in their journeys toward faith.
Travis Thrasher
Best-selling author Travis Thrasher has written more than fifty books and worked in the publishing industry for more than twenty years. He has penned fiction in a variety of genres, and his inspirational stories include collaborations with filmmakers, musicians, athletes, and pastors. Travis lives with his wife and three daughters in Grand Rapids, Michigan.
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Comentarios para Dios no está muerto 2
15 clasificaciones3 comentarios
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Based on the movie of the same name.
Teacher, Grace Westley answers a question about Jesus posed by one of her students during an AP history lesson on Ghandi and Martin Luther King Jr. and their nonviolence beliefs. She finds herself being reprimanded by the school and rather than apologize to end the incident, she insists she's done nothing wrong and finds herself in a courtroom.
Some characters from God's Not Dead make appearances. Pastor David Hill is a member of the jury for Grace's trial until appendicitis sidelines him. His Kenyan pastor friend covers the church while Hill is out. Amy Ryan is now in remission for her cancer--and (cheer) she rejects the guy who dumped her when he comes crawling back now that she's healthy again. She's got a new outlook on life but is still learning how to incorporate her faith in her life. Martin Yip is being tutored by Grace's attorney--and his Chinese family is not happy he's become a Christian--but Martin is convinced that Christianity is truth and refuses to back down.
The trial goes back and forth as to what exactly is on trial: Separation of Church and State, Freedom of Speech, Was Jesus a Historical Figure?, etc.
The movie was a bit more interesting to me than the book version.A 1 persona le pareció útil
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5I remember watching the first movie that the book was from and thinking how powerful it was. The challenge was to prove that God was real . I loved how the author gave the character strength and wisdom to fight for what he believes. In this second installment the same premise exists except it is now about a teacher.
Grace is a sweet and lovely young woman who teaches history at a high school. When she references Jesus in an answer , that starts a downward spiral for her job. It seems that everyone is so sensitive to words that were not really preachy , just making a statement. After a student complains Grace finds herself trying to save her career. I loved how Grace was not upset with the student and held her ground on what she believes . Could you stand up to others and claim God is not dead? Would you have others to support you?
Tom is a lawyer who takes Grace's case. It is ironic that Tom is going to defend Grace since he doesn't believe God exists. I thought that was really a great way to witness to him by having him research and listening to others about the existence of God. Will he change what he believes? What I really liked about the book was that I didn't feel like it was preachy but stated viewpoints from both sides. Isn't is nice that we live in a country where we can freely express our beliefs ? I think about those in other countries that have to hide that they are Christians.
The story is fascinating and there are other characters in the book that play a vital part in the story. As you read the book you feel the passion that people have . I kept thinking about the right we have for freedom of speech. I don't take that likely and I think we see that right being displayed everyday. I loved the book and thought the story was well written and gave readers issues to think about.
I received a complimentary copy of this book from Bookfun.org. The review is my own opinion. - Calificación: 1 de 5 estrellas1/5*Spoiler Alert* Having recently seen the first God's Not Dead and not being able to get out to the sequel, I jumped at the chance to read this novelization of God's Not Dead 2: Electric Boogaloo. Considering that this is a novelization of a film I have not seen, and that there is no novelization for the previous film (which was named after the non-fiction text by Rice Brooks God's Not Dead: Evidence for God in an Age of Uncertainty), I will do my best not to compare this to either of the God's Not Dead films, and instead treat this as a stand-alone work.
This is a bit more complicated considering that God's Not Dead 2 is a novelization of a film, it's questionable how much blame can be assigned to author Travis Thrasher for the major faults of the book. The weakness of the book lies not within the writing style itself, but rather the plot and characters that pass through it, neither of which Thrasher could have reasonably changed. But, that aside...
God's Not Dead 2 is balanced on the completely implausible premise that a teacher would be threatened with not only being fired, but having her teaching credentials revoked, merely for answering a question from a student about Jesus. It's a straw-man plot device used to support the film's main premise, which is that Christians are constantly being persecuted by angry atheists and the Godless secular state merely for having faith. In this case, the Christian being persecuted for her beliefs is high school history teacher Grace (get it?) Wesley, who is taken to court because she won't apologize and admit to being wrong for mentioning Jesus.
The story is told through the two main characters of book (alternating between first and third person, which I'm not a particular fan of), Grace's lawyer Tom Endler, and blogger Amy Ryan. These characters are going through their own crisis of faith, both having apparently abandoned their belief in God at a young age in rebellion against their religious parents. They're the only likeable non-believers in the book - spoiler alert, they both find God - as anyone associated with the Godless side of society is portrayed with some odious personality flaw. Most of them combine some level of success with a lack of emotion or overwhelming hostility. The principle of the school is a divorced power-hungry CEO, the ACLU lawyer is a manipulative bully hell-bent on removing Christianity from society, and even the parents of the girl who asked the Jesus question are greedy opportunists who hope that their daughter being involved in a constitutional court case will help her get into a good college (I'm not making this up). A Chinese student from God's Not Dead is brought back long enough for us to find out that his father has disowned him for accepting Jesus Christ into his life (The same thing happens to a Muslim girl in the original film). My personal favorite is the classmate responsible for the Jesus story getting out of the classroom in the first place, who spends his interview with Amy staring blankly into the distance and shoveling plates of buffet food into his face, because only a glutton with ADD would complain about religion in school.
None of this is being pointed out because I find it unfair or insulting, but because it's blatant propaganda disguised as a thought-provoking What If scenario. All characters that aren't sympathetic to the book's 'message' are oversimplified caricatures designed specifically to prove the author's point. This is true for the entire court-room drama itself, which spends most of the time 'proving' that Jesus was a real historical figure. This leads to Grace saying at one point: “And every credible historian admits Jesus existed. There’s just too much evidence to say otherwise.” This is a very debatable statement, but you wouldn't think so since the defense is the only side that bothers bringing two historians up to testify, and the crafty ACLU lawyer practically lets slide. But that makes perfect sense, because God's Not Dead 2 isn't interested in any kind of debate. Like all propaganda, it's only aim is to present the other side's argument the way they perceive it, and in a way that is easily refutable by their own logic.
This is exemplified by the ridiculous way in which the trial ends. (Spoiler Alert: Jesus Wins). Realizing that they're going to lose because the jury doesn't care that they've unequivocally proven that Jesus was real, Endler plays reverse-psychology on the jury by turning on his client and demanding that society wipe out all Christians to prevent them from spreading their faith, revealing the true spirit behind separation of church and state laws, which guilts them into returning a not guilty verdict. It would seem like a ludicrous solution if you hadn't already slogged through dialogue like: "It’s the truth that scares so many people. It’s fear of the truth that keeps the name of Christ out of the classroom. The truth that says Jesus is the only way." And: "Do you know how many men and women are threatened by the idea of walking through the doors of a church?" The book builds it's own little reality in which the only reasons not to be Christian are fear and hatred, so by the end the court drama is only following the rules of this propagandized universe.
There are also some peculiarities to the book that defy even a religious explanation, such as how nearly every woman in the book takes the time to mention at least once how they have to be careful with calories so they watch what they eat. Is this something that all god-fearing women mention in casual conversation? And what's with the relentless plugging of Duck Dynasty and The Newsboys? Aren't there any other Christian entertainers out there? And if you're familiar with God's Not Dead, you have to wonder why there's an ongoing fascination with elderly dementia.
In the end, God's Not Dead 2 is nothing more than the pointless kind of simplistic propaganda that is geared towards the already converted, and even then only those incapable of rational thought or nuanced logic. Even if you do believe that God's Not Dead, you probably won't believe this book.
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Dios no está muerto 2 - Travis Thrasher
1
POR UN MOMENTO, Amy Ryan no se puede mover.
Mira su celular, el que cometió el error de revisar un momento antes de salir del estacionamiento. El breve mensaje publicado por una amiga en Facebook le atraviesa el corazón y la obliga a detenerse, aunque el aire acondicionado ni siquiera ha comenzado a refrescar su Prius.
El mensaje la traslada al año anterior, a todo lo ocurrido, a lugares de dolor y de paz.
¿Por qué publicaría alguien ese mensaje justamente hoy?
Las cuatro palabras ya no la tranquilizan. Le generan interrogantes y curiosidad: precisamente aquello sobre lo que ha construido su vida y su carrera profesional. Ser inquisitiva es un rasgo necesario para una periodista y bloguera. Pero esas preguntas vienen de otro lugar, un lugar que muy pocos llegan a percibir.
Suspira y deja a un lado el teléfono, mirando el destello del sol que se refleja en el capó de su coche. Ahí está otra vez esa sensación inquietante, como una nota dejada sobre el mostrador que le recuerda las cosas que debe hacer. Sencillamente, no parece ser capaz de leerla.
En vez de eso, una voz resuena en su cabeza, un recuerdo mental de una conversación que tuvo un año atrás, cuando intentaba encontrar una cita de la que pudiera burlarse en Internet. Pero en lugar de eso, estas palabras se le habían pegado.
«Todo esto es temporal: el dinero, el éxito, incluso la vida es temporal. Jesús: eso es lo eterno».
Había sido un sentimiento tonto en boca de alguien igualmente ridículo. Así lo había considerado ella entonces. Pero la verdad detrás de esa afirmación se pondría de manifiesto ese día y en los días siguientes.
Dios no está muerto.
Muchos habían pronunciado esas palabras, haciendo de ellas su mantra, enviándolas por mensaje de texto o correo electrónico a todos sus conocidos. Publicándolas en las redes sociales, como lo acababa de hacer la amiga de Amy en Facebook.
Pero eso fue el año anterior. Y desde entonces, mucho ha cambiado.
¿Cambiará Dios?
Amy no lo sabe. Tiene miedo de preguntárselo... porque ha comenzado a pensar que él sí puede hacerlo.
O, lo que es peor, quizás algunas veces él simplemente decide seguir adelante.
2
LA VIDA TIENE UNA curiosa manera de humillarnos. Nos hace sentir que somos parte de una elaborada broma, pero no nos da a conocer el desenlace.
Estoy de pie frente a la puerta, sujetando mi maletín que todavía tiene el mismo aspecto que cuando me lo regalaron hace diez años. El Capitán está a un metro de mí, sentado en su silla de ruedas, simplemente observándome. Nadie jamás me ha dicho cómo es que este hombre anciano y arrugado obtuvo el sobrenombre de «Capitán» y, francamente, nunca me he ocupado de averiguarlo. La primera vez que vi esos ojos amargados observarme de esa manera, lo saludé con un comentario ligero. Me arrojó un libro a la cabeza. Esa fue la última vez que intenté siquiera hablar con él.
Se oyen pasos en la puerta, y aparece la enfermera Kate.
—Está lista para recibirlo, señor Endler.
Asiento y sonrío por la formalidad en la voz de Kate, luego le echo una última mirada al Capitán. Parece preparado para salir en cualquier momento con algo áspero al estilo Willie Nelson como: Te voy a tumbar aunque esté atado a esta silla. Y, para ser sincero, apuesto a que lo haría. Decido entrar a la habitación.
En cuanto entro, oigo a Pat Sajak diciendo:
—Una R.
Recuerdo, no hace tanto, durante los malos tiempos, cuando miraba mucho Wheel of Fortune y me burlaba abiertamente del hombre que se dedicaba a eso como medio de vida. Supongo que estaba enojado porque Pat tenía un empleo. En aquel tiempo, siempre estaba enojado. Ahora miro la pantalla y pienso que Pat debe ser el hombre más afortunado de la tierra. Bien pagado por hacer esa cosa tan común mientras conoce gente nueva cada día y contempla a la bella Vanna White «abrir» las letras.
—Buenos días, señorita Archer —digo al acercarme a la mujer sentada en su cama.
Tiene ochenta y cinco años, y sujeta dos animales de peluche entre los brazos. Un oso panda blanco y negro y una gatita rosada. Tiene los ojos muy abiertos, y no parpadean cuando me siento en una silla al lado de su cama.
—Soy Tom Endler —digo—, su abogado.
Evelyn Archer me echa una mirada tan poco acogedora como la del Capitán. Estoy acostumbrado a eso, y sé que su expresión se ablandará mientras más tiempo pase aquí.
—Así que tiene su panda y su gatita esta vez —digo con el tono que usaría con un niño de cuatro años—. ¿Cómo se llaman?
Sus ojos se vuelven hacia el televisor. Miro la pantalla y veo que se aproxima un momento dramático. Alguien perdió su turno. Hay mucho en juego. Totalmente emocionante.
—Creo que me gusta más el panda —le digo con el tono más calmado que puedo exhibir.
Sus manos estrechan los animales y, cuando lo hace, observo que sus brazos están cubiertos por un pijama que ya no le queda. Es como si se marchitara un poco más cada vez que la veo.
—No se preocupe, no me los llevaré —le aseguro.
Se inclina hacia atrás y, al hacerlo, su frágil cuerpo parece hundirse en su cama reclinada y en su interminable capa de sábanas. Me pongo de pie y tomo una almohada de una cómoda, luego se la muestro y la coloco cuidadosamente de manera que ayude a Evelyn a enderezarse.
—Ahí... ¿está mejor así?
—¿Qué hace usted? —dice ásperamente.
—Soy abogado —le explico.
—Detesto a los abogados.
—Soy de los buenos.
—Entonces ya sé que está mintiendo. No hay abogados buenos.
Me río ante su actitud. Me encanta. Nunca estoy seguro de si está tratando de ser graciosa o no, pero no importa. Tienes razón, pequeña y dulce dama. Efectivamente hay abogados que no son buenos. Muchos de ellos.
Le lleva cierto tiempo ablandarse un poco. Pero siempre lo hace. La última vez que estuve aquí, me quedé media hora más para escucharla hablar sobre los buenos viejos tiempos. Su memoria del último año en la preparatoria es increíble. Daba detalles del aroma de algunas cosas, el aspecto del cabello de alguien, de cuán corta era su falda de porrista, lo bien que se veían sus piernas. Me hubiera gustado grabar sus relatos. Sonaban demasiado buenos para ser ciertos.
—¿Se trata de Bob? ¿Qué hizo esta vez?
—No se trata de Bob —le afirmo—. No tiene que preocuparse por él.
Veo que su mano se mueve y tiembla. Es una pena que alguien tan fuerte con el tiempo se convierta en poco más que huesos nerviosos cubiertos de piel descolorida. Sus ojos marrón oscuro me miran otra vez, con escepticismo, de modo que la tranquilizo.
—Sigue viviendo con Stanley.
La sola mención del nombre suaviza todo en ella. Está a salvo nuevamente. Y puede confiar en mí porque pocos saben acerca de Stanley. Es el hermano de Bob, con el que solía quedarse en ocasiones.
Ya hemos pasado por esto; por lo tanto, no me sorprende ni me intriga.
—Pensaba sentarme aquí y anotar algunos detalles para los archivos.
Coloco el maletín sobre mis rodillas y lo abro. En realidad, intento abrirlo, pero me lleva algunos segundos. Ella no presta atención mientras que finalmente lo abro a la fuerza y aparecen un montón de carpetas con muchas páginas en ellas. Espero que se fije en los archivos.
—¿Qué es todo eso?
Asiento con la cabeza, sosteniendo las carpetas con ambas manos.
—Esto es su testamento.
—No tengo un testamento.
—Bueno, eso es justamente lo que estamos haciendo.
—¿Para qué es el testamento? ¿Fue Bob quien se lo pidió?
—No. Él ya no forma parte de su vida.
—No tengo hijos. Ninguno que deba recibir algo. ¿Me oye? Ambos me abandonaron. Mi hijo se fue por trabajo. Mi hija sencillamente se fue. Creo que está con alguien. Con un hombre. Viviendo con un hombre.
—Esto es solamente por precaución. Es solo una formalidad.
—¿Está por sacarme de aquí? —pregunta con voz frágil pero obstinada.
—No, señora —digo—. Está segura aquí en Lake Village.
—¿Dónde es eso?
—Es este lugar.
Lake Village es una residencia para la vida asistida. Evelyn ha estado aquí los últimos dos años. La observo mientras clava esa mirada severa y firme sobre la cara atractiva de Pat Sajak. Sé que él siempre le ha gustado a ella. Simplemente, jamás lo ha admitido en público.
Con la pila de papeles sobre las rodillas, comienzo a hacer preguntas, y con cada una, ella comienza a abrirse como una de esas letras que revela Vanna White. En poco tiempo, puedo ver la palabra con todas sus letras.
Me gustaría resolver el enigma, Pat. ¿Es abuela la palabra?
Por supuesto que lo es.
No es una palabra larga, y de hecho no tuve que intentar adivinarla. Sencillamente tuve que hacer el papel de abogado en esta farsa para que ella se sintiera segura y finalmente se abriera. Al menos un poco.
Todavía hay ciertas partes de mi abuela que siguen allí. La demencia senil se ha llevado la mayor parte de su recuerdo de mí y del resto de su familia. Pero hay momentos que vuelven como ráfagas de viento sobre un lago. En ocasiones, ella habla de recuerdos de su infancia. Otras veces, habla de su esposo abusivo o de sus dos hijos. Los mejores momentos son aquellos en que puedo vislumbrar algo de la vida de mi madre. A veces, puedo ver y oír a mamá cuando Evelyn la recuerda. Sin embargo, todo el tiempo, soy simplemente un abogado con quien habla.
Claro que esa no es una mentira. Soy, efectivamente, un abogado, y sé cuánto los detestaban mi abuela y mi madre. Pero esa es una de las muchas razones por las que decidí serlo.
A veces, uno sigue los pasos de su padre para pintar un cuadro mejor que el que él dejó.
Esa es la respuesta fácil a la pregunta de por qué elegí esta profesión, la que he usado en forma un tanto excesiva cada vez que relato mi historia. Pero por ahora, sentado en esta silla con papeles sin sentido sobre las rodillas y un maletín en desuso en el piso, estoy escuchando a mi abuela relatar algunas de sus historias. Cada vez que vengo a Lake Village, ella me sorprende con algunas nuevas.
Experimento un extraño sentido de santuario en las tardes de visita como esta.
Cuando me retiro una hora más tarde, no beso ni abrazo a mi abuela ni hago nada inusual. Sencillamente, le sonrío, anhelando y esperando que en algún lugar en el fondo de ese complicado universo al que llamamos cerebro pudiera haber un destello de recuerdo. Estoy esperando el día que llegue ese recuerdo y su rostro se ilumine al decir: «Tommy». Hoy no es ese día.
Me dirijo hacia fuera, y veo al Capitán observándome como si fuera algún tipo de monitor en el corredor. Esta vez, sí le sonrío porque la visita fue buena. Él permanece sombrío e impenetrable.
Una vez afuera, en la tarde inusualmente cálida de abril, reviso mi celular. Zumbó un par de veces cuando estaba en la habitación. Me he acostumbrado a los números 1-800 que llaman alrededor de la misma hora del día. Bancos y compañías de tarjetas de crédito. Juraría que Banana Republic me llama por una tarjeta de crédito que no he utilizado en diez años. Se puede cortar la tarjeta, pero la deuda permanece vigente. Y a las empresas no les gusta que uno se salte un pago.
Resulta que ambos números tienen nombres conectados a ellos. Uno me genera curiosidad. El otro me pone inquieto.
Escucho el primer mensaje de voz: «Hola Tom. Soy Len. Llámame. Tengo un posible caso para ti. Uno bien controvertido. Un asunto de separación entre iglesia y estado. Una maestra fue suspendida por hablar de Jesús. Sé que eres un hombre religioso, por eso te llamé».
Oigo una risa unos segundos antes de que se corte el mensaje.
Len Haegger es un director regional de UniServ, una repartición de la Asociación Educativa de Arkansas que se enfoca en los derechos y la representación de los maestros. Su zona abarca gran parte del occidente de Arkansas, incluyendo nuestra pequeña y hermosa ciudad de Hope Springs. Cuando los asuntos de alguna escuela pasan por encima y van más allá de la jurisdicción del gremio de maestros, se involucra la AEA, y entra en acción UniServ. La mayoría de los casos que termino tomando para el gremio provienen de Len. Muchos son casos que se me asignan sencillamente porque estoy contratado, pero este podría ser algo diferente.
Antes de procesar plenamente lo dicho por Len, aparece el siguiente mensaje, y oigo la voz de mi padre. «¿Has oído las noticias? Frederick acaba de convertirse en socio de Merrick & Roach. Dudo que sigas en contacto con tus antiguos compañeros escolares, así es que quería hacértelo saber».
Es lo único que dice. Nada de hola, ni hasta luego o algo parecido. Solo me clava un tenedor en la parte de atrás de la cabeza.
¿Será Merrick, Roach & Carlson? ¿O el apellido de Frederick irá en medio?
Debería ser Merrick, Roach & Rata.
Todavía recuerdo la primera vez que vi a Frederick Carlson III en la Universidad de Stanford. Era el mejor ejemplo de un abogado engreído y turbio para quien todo es cuestión de dinero.
A veces, quisiera tener la memoria borrosa de mi abuela. Sé que este es uno de esos momentos no tan buenos de la vida, en el que uno desea ser anciano y sufrir de demencia senil. Vaya que ese es un sentir enorgullecedor. Pero, en este momento, siento que la opción es o eso o ponerme terriblemente furioso.
No puedo negar la ironía aquí; es como un libro de dieta sobre el mostrador de una tienda de rosquillas. Todo este asunto de la iglesia y el estado y una maestra que habla de Jesús. Una maestra a quien ahora se supone debo representar. Sé todo sobre Jesús. Me han enseñado mucho, especialmente un hombre con el que no soporto estar más de cinco minutos.
Es triste tener que decir que odio a alguien; mucho más triste decir que es mi padre. Pero he perdido a mi madre, y a veces creo que en verdad fue él quien la envió a la tumba. Mis lecciones sobre Jesús y Dios y el infierno y el pecado y todas esas cosas buenas vienen de George Endler, mi padre, también mi principal crítico desde que todo eso ocurrió. Desde que mi carrera... dio un giro.
A papá le encantaría saber sobre este caso.
Miro mi celular. No tengo dudas de que responderé al primer llamado e ignoraré el segundo. Eso no significa que ambos no me perseguirán más tarde esta noche cuando intente conciliar el sueño.
No hay abogados buenos.
Tal vez mi abuela tenga razón. George Endler con seguridad no lo es. Tampoco Frederick Carlson III mismo.
¿Y qué hay de ti, Thomas? ¿Te consideras un abogado bueno?
A medida que más edad tengo, parece que menos lo sé.
Eso es lo que creo que significa la sabiduría.
No se trata de saber en qué consistirá la culminación de la broma de tu vida.
No.
La sabiduría consiste en ser paciente, y en saber que la culminación nunca llegará.
3
¿DÓNDE ESTÁS?
Amy no responde al mensaje de texto. Posiblemente sea el número doscientos que ha dejado pasar. Cada vez los recibe con más y más frecuencia, lo cual la deja pensando en qué estará pasando con Marc. Pero ella sabe que eso es exactamente lo que él quiere.
Estoy viva y bien, y él quiere volver a la forma en que estaban las cosas antes.
Solo quiero hablar.
No es el enojo lo que hace que ella no responda. Es la claridad. Es el recuerdo de esos días y esas noches luchando sola con el cáncer. Sola, por su cuenta, sin nadie más, con su soledad.
Me he convertido en una balada country.
Su ex —el siempre exitoso, siempre pendiente de sí mismo, Marc Shelley, de la renombrada firma de corredores Donaldson & Donaldson— es demasiado profesional para comenzar a cantar country. Pero ahora que Amy sigue en pie y, después de todo, no ha muerto, parece que a él le está cambiando la tonada.
Dejando a un lado las metáforas tontas, Amy no puede olvidar la respuesta seca de Marc cuando ella le informó que tenía cáncer. Había estado demasiado ocupado hablándole de su ascenso a socio de la firma. Cuando ella le contó lo del cáncer, él de hecho ignoró el tema para seguir compartiendo sus buenas noticias.
—¿Eso no podía esperar hasta mañana? —tuvo la audacia de decir.
Tal vez contárselo a él podía esperar, pero el cáncer no esperaba. Ni un segundo.
La noticia no tardó en penetrar, incluso a través de la dura cabeza de Marc. Se habían sentado a la mesa en uno de esos restaurantes caros, de cuatro estrellas, donde siempre cenaban. Marc ni siquiera había pedido su bebida. La decisión no le tomó mucho tiempo. Ninguna de las decisiones de Marc demoraba.
—Mira, la pasamos bien —dijo Marc—. Fuiste mi novia atractiva con una carrera chic aunque no tan provechosa económicamente. Yo fui un novio encantador, exitoso y con movilidad social ascendente. Estuvimos juntos porque cada uno sacaba de nuestra relación lo que necesitaba. Fue bueno... no, fue estupendo. Pero ahora... se acabó.
Amy casi se sintió más aturdida por la reacción de Marc que por la noticia del cáncer mismo.
—¿Sabes que puedo morir? —intentó hacerle comprender.
—Sí, y lo lamento. Pero no pienso estar ahí para verlo.
Después de eso, él sencillamente salió del restaurante y de su vida.
Amy ahora logra comprender todas las cosas que no vio antes. Es fácil ser persuadido por una cara atractiva e ingresos interminables. Por la idea de ser esa pareja que todos envidiarían. De vivir en un pequeño mundo propio.
Pero ese pequeño mundo fue creado para una sola persona: Marc Shelley.
¿Por lo menos podrías hablarme?
En el silencio de su pequeño departamento, Amy simplemente observa la pantalla de su celular. El solo hecho de pensar en llamarlo le parece ridículo. Pero estar solo, lleno de preguntas y ansiedad, predispone a cualquiera al desastre. La soledad genera que una persona haga el ridículo.
No pienso estar ahí para verlo.
Eso le dijo.
Ha sido lindo compartir tu tiempo, tu energía y tu afecto, pero lamento no poder compartir tu dolor y tu partida.
Amy deja el teléfono sobre el mostrador de la cocina y se dirige al dormitorio. Puede estar desesperada por tener a alguien en su vida ahora, pero no está desquiciada.
Dios le permitió vivir por algún motivo que no comprende. Pero está lo suficientemente lúcida como para saber que no la salvó para Marc.
4
LA OFICINA HUELE A un local de McDonald’s. Juro que les ponen algún aroma especial a las papas fritas para marcar siempre su presencia, incluso un par de horas después de haberlas comido. Len Haegger está sentado frente a mí, la carpeta abierta sobre su escritorio y apenas visible entre las pilas de papeles e informes. Veo un certificado sobre la pared con la imagen de una manzana: es el logo de la Asociación Educativa de Arkansas.
—Se llama Grace Wesley —dice Len, leyendo el archivo—. Veintiocho años de edad. Vive y se ocupa de su abuelo de ochenta y tantos años. Profesora de historia en la preparatoria Martin Luther King Jr. durante los últimos seis años. Fue elegida profesora del año el año pasado.
La cara regordeta de Len me echa una mirada que dice: «Ahora entiendo». Asiento y sonrío, pero no estoy totalmente seguro a qué estoy reaccionando.
—Estaba en clase hablando de Gandhi y Martin Luther King Jr., y luego terminó informalmente en un pasaje bíblico y algunos pensamientos sobre la fe cristiana.
—¿Qué tipo de pensamientos? —pregunto.
Len encuentra otra página sobre su escritorio y me la alcanza.
—Este es el mensaje de texto inicial que envió uno de los alumnos.
Observo la fotocopia que reproduce una serie de textos de ida y vuelta.
La señorita Wesley acaba de decir algo como que Jesús es el espíritu y Gandhi el método.
¿Por qué estás mensajeando en clase?
Obviamente, el mensaje de respuesta viene de algún padre.
Solo digo, ¿esto es una clase o una iglesia?
¿Qué más dijo?
Dijo algo sobre Jesús, quien dijo en el Evangelio de Mateo: amar a todo el mundo y estar en el cielo y shake it off.
¿Realmente dijo todo eso?
No la canción de Taylor Swift. Pero sí.
—Este estudiante parece realmente ofendido —opino yo.
—Conocemos al chico, le gusta hacerse el payaso. Pero su madre puso este mensaje en Facebook, y no pasó una hora antes de que explotara.
Me alcanza otra fotocopia, esta vez de una página de Facebook. Es la típica frase casual con una larga lista de comentarios abajo.
No puedo creer que la profesora de historia de mi hijo ande hablando de Jesús y el Evangelio de Mateo en clase. #SePasaDeLaRaya.
—¿La gente no se da cuenta de que Facebook no es el lugar adecuado para publicar un hashtag? —pregunto, intentando poner algo de humor.
Len me mira como si acabara de entonar el himno nacional danés. En danés. Sigo echando un vistazo a la página y leyendo algunos de los comentarios.
¿Fue la señorita Wesley?
¿Te lo envió Zack?
No tiene nada de malo hablar de Jesús, fue una figura histórica, ¿qué hay de malo en eso?
La iglesia y el Estado, búscalo.
Le devuelvo la fotocopia a Len.
—¿Así que la suspendieron por esto?
—Unos veinte comentarios más abajo, hay uno que sobresale. Solamente dice, en mayúsculas: ABSOLUTAMENTE INACEPTABLE
. Es uno de esos padres que amamos.
—¿Y qué dijo la profesora?
—Admitió todo. Dijo que había respondido a una pregunta sobre las enseñanzas de Jesús. Pero que estaba dentro del contexto de la lección que estaba enseñando.
—¿Cuándo ocurrió esto? —pregunto.
—Hace un par de semanas. La pelota viene dando vueltas desde entonces. El administrador y el abogado de la escuela se involucraron. La junta se la mandó a la AEA, y así me llegó a mí. Intentamos hablar con los padres y la profesora, pero ninguno se echó atrás. Por eso te llamé.
—Y como siempre, Len, te lo agradezco.
Se ríe.
—Sí, sé que te gusta padecer con estos casos difíciles.
—No. Es mi colega con quien estoy padeciendo —digo bromeando a medias.
Len solamente asiente. Conoce a la otra mitad de mi firma.
—¿Y cómo anda Roger?
—Es el mismo Roger de siempre.
—Por eso vuelvo siempre al mismo Tom de siempre con estos casos.
—La profesora tiene que aceptar que la represente —le recuerdo.
Se rasca la parte de atrás de la cabeza, poniendo en peligro el poco cabello que le queda.
—Sí, pero, vamos. ¿Quién le va a decir que no a Thomas Endler, procurador judicial?
—Comienzas a sonar como mi padre.
—Vamos... escucha, ¿cuándo podemos acordar un encuentro con la señorita Wesley?
—Bueno, no puedo reunirme esta noche para cenar —respondo.
—¿Tienes una gran cita?
Lo miro y dejo escapar un suspiro.
—En realidad sí, pero no estoy seguro de que la llamaría gran
cita.
—¿Quieres enviarme un informe después del asunto? —dice, riendo nuevamente.
—Sí. Serás el primero en quien piense cuando termine la cita.
—Buscaré algún momento en que la profesora esté disponible. Pero la cosa es así, Tom. Esto puede ser noticia. ¿Te importaría estar en el centro de un posible circo mediático? —Su expresión se vuelve seria otra vez.
Me encojo de hombros, en señal informal de que todo está bien.
—Soy bueno en eso de decir frases llamativas que suenan interesantes pero que, en realidad, no significan nada cuando las analizas.
Suelta otra risa. Creo que le caigo bien a Len porque siempre le doy motivos para reírse.
—¿Lo haces conmigo también? —pregunta.
—¿Contigo? Vamos... Cuando alguien pone un patrón tan elevado como tú, no hay razón justificable para intentar siquiera ir más allá.
Le lleva un momento captar esta linda pieza de sinsentido; luego sacude la cabeza.
—¿Vas a utilizar ese material esta noche?
—Espero no tener que hacerlo.
5
$28.439,32
Amy observa la cuenta médica que acaba de abrir, y se siente un poco mareada. $28.439,32 es el total después de recibir la ayuda económica que solicitó.
Me pregunto a qué corresponden los treinta y dos centavos.
Desliza la factura entre una pila de boletas que guarda en la carpeta roja titulada Cuentas médicas. Se pregunta si debería haber elegido otro color. Celeste, tal vez. O rosado. Algo un poco más pacífico y esperanzador. No rojo sangre.
Amy no tiene el tiempo ni la energía para dedicarse a ese montón de cuentas y facturas y registros. Sabía desde el principio que el seguro solamente cubriría algunos de los gastos, incluso apenas una parte de esos ridículos cargos por la quimio. Ella misma les dio la autorización para intentar un tratamiento más agresivo. Eso, claro está, también implicó un gasto mayor.
Eso sucedió cuando suponía que Marc regresaría y estaría con ella. Cuando pensaba que la vida le seguiría dando todo en bandeja de plata como siempre lo había hecho. Ella no sabía que la suerte finalmente la abandonaría.
Pero todavía estoy viva, ¿no es así?
Tal vez es afortunada, o sencillamente