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El Porton de la confianza
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El Porton de la confianza
Libro electrónico127 páginas2 horas

El Porton de la confianza

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El presente portón está compuesto por tan sólo un fragmento de la clásica obra maestra del judaísmo escrita por Rabenu Bejaye, el Jobot Halebabot, “El deber de los corazones”. “El portón de la confianza”, en particular, es un capítulo de lectura obligatoria para todo el que pretende transitar por este mundo sintiendo a su lado la presencia de Dios Todopoderoso. Confiar en Dios es uno de los requisitos indispensables para alcanzar el bienestar y la tranquilidad; la confianza en Dios es el imán más poderoso para atraer la bendición y la abundancia, como fue dicho: "Bendito es el hombre que pone en Dios su confianza”. Hoy más que nunca, en esta era tan evolucionada y globalizada, rebosante de información, avances tecnológicos y técnicas vanguardistas al alcance de nuestras manos para facilitárnoslo todo, nos damos cuenta de que los retos del ser humano son cada vez mayores y que las exigencias para concretar nuestros objetivos en este gran mundo —en el que parecemos tan pequeños— son muy altas. Cada ser humano puede caer fácilmente en la depresión y la preocupación, en la angustia y el temor, al descubrir lo minúsculo e insignificante que es en relación con los grandes y temibles problemas que enfrenta en el día a día. No hay lugar seguro en este mundo para nadie, ni siquiera con los agigantados avances científicos y tecnológicos; no hemos podido construir un solo refugio donde podamos protegernos y resguardarnos de todos los males que debemos combatir a toda hora. No existe ser humano sobre la faz de la tierra que no tenga absolutamente ningún temor o preocupación; hasta el hombre más rico y poderoso teme por su salud y su vida, su seguridad, su honor y reputación, su familia y el futuro de sus descendientes. Teme de sus enemigos y de la lealtad de sus supuestos amigos, sus subordinados y todos aquellos que tienen interés en él. No existe nada ni nadie en lo que podamos depositar a plenitud nuestra confianza, sino únicamente el Todopoderoso, el Creador del cielo y de la tierra. Todo puede fallar excepto Él. Y sin importar cuál sea nuestra posición económica o cuánto poder o fortaleza física tengamos, si Dios está de nuestro lado y nos acompaña en todo camino por el que transitemos, nada malo nos pasará, nada ni nadie podrá hacernos daño, ni en el presente ni en el futuro. Así lo dijo el sabio rey: “Aunque caminase por el tenebroso valle de la oscuridad, no temeré al mal, porque Tú, oh Eterno, estás conmigo”. Quien confía en Dios lo tiene todo, y el que no, no tiene nada.

IdiomaEspañol
EditorialJaime Shapiro
Fecha de lanzamiento30 nov 2011
ISBN9781466142053
El Porton de la confianza

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    El Porton de la confianza - Joseph Jaim Zonana Senado

    Chapter 1:Prólogo del traductor

    El presente portón está compuesto por tan sólo un fragmento de la clásica obra maestra del judaísmo escrita por Rabenu Bejaye, el Jobot Halebabot, El deber de los corazones. El portón de la confianza, en particular, es un capítulo de lectura obligatoria para todo el que pretende transitar por este mundo sintiendo a su lado la presencia de Dios Todopoderoso. Confiar en Dios es uno de los requisitos indispensables para alcanzar el bienestar y la tranquilidad; la confianza en Dios es el imán más poderoso para atraer la bendición y la abundancia, como fue dicho: Bendito es el hombre que pone en Dios su confianza¹. Hoy más que nunca, en esta era tan evolucionada y globalizada, rebosante de información, avances tecnológicos y técnicas vanguardistas al alcance de nuestras manos para facilitárnoslo todo, nos damos cuenta de que los retos del ser humano son cada vez mayores y que las exigencias para concretar nuestros objetivos en este gran mundo —en el que parecemos tan pequeños— son muy altas. Cada ser humano puede caer fácilmente en la depresión y la preocupación, en la angustia y el temor, al descubrir lo minúsculo e insignificante que es en relación con los grandes y temibles problemas que enfrenta en el día a día. No hay lugar seguro en este mundo para nadie, ni siquiera con los agigantados avances científicos y tecnológicos; no hemos podido construir un solo refugio donde podamos protegernos y resguardarnos de todos los males que debemos combatir a toda hora. No existe ser humano sobre la faz de la tierra que no tenga absolutamente ningún temor o preocupación; hasta el hombre más rico y poderoso teme por su salud y su vida, su seguridad, su honor y reputación, su familia y el futuro de sus descendientes. Teme de sus enemigos y de la lealtad de sus supuestos amigos, sus subordinados y todos aquellos que tienen interés en él. No existe nada ni nadie en lo que podamos depositar a plenitud nuestra confianza, sino únicamente el Todopoderoso, el Creador del cielo y de la tierra. Todo puede fallar excepto Él. Y sin importar cuál sea nuestra posición económica o cuánto poder o fortaleza física tengamos, si Dios está de nuestro lado y nos acompaña en todo camino por el que transitemos, nada malo nos pasará, nada ni nadie podrá hacernos daño, ni en el presente ni en el futuro. Así lo dijo el sabio rey: Aunque caminase por el tenebroso valle de la oscuridad, no temeré al mal, porque Tú, oh Eterno, estás conmigo². Quien confía en Dios lo tiene todo, y el que no, no tiene nada.

    Estoy seguro de que este libro conducirá a cada uno de ustedes, queridos lectores, hacia el maravilloso Portón de la Confianza, el portón que nos conduce hacia el único lugar seguro, hacia el único lugar al que nada malo puede entrar. Es el portón que nos conduce hacia la seguridad, la paz y la tranquilidad, el portón que nos protege de todo lo negativo y nos mantiene resguardados bajo la Mano Protectora del Todopoderoso. Ruego al Eterno que lo abra para nosotros y que nos permita entrar en él y salvarnos por Su Bendita gracia.

    ¡Este es el portón de Dios! ¡Los hombres justos entrarán en él! ³

    Joseph Jaim Zonana Senado

    Chapter 2: Nota del traductor

    En este libro se han agregado subtítulos y muchas notas al pie de página con el fin de que el lector tenga un panorama más completo de los puntos a tratar. Algunas de estas explicaciones o comentarios están basadas en el comentario Pitjé Lev que se encuentra al piel del libro original, pero muchos otros son comentarios personales, por lo cual si llegara a haber un error les agradecería hacérmelo saber. Además, cabe destacar que para facilitar la lectura se han trasladado todas las citas al final del libro y en su lugar se ha colocado una referencia con números romanos para facilitar su localización.

    LA CONFIANZA EN DIOS

    La confianza es indispensable

    La confianza es más indispensable para el servidor de Hashem que cualquier otra cosa. La confianza en el Eterno es la que ayuda al individuo a alcanzar la integridad en la Torá y en el servicio a Dios, y además, a conseguir alegría en este mundo.

    En el Portón anterior⁴ discutimos sobre la obligación de aceptar el servicio a Dios. Considero que lo correcto es proseguir con lo que, sobre todas las cosas, necesita un siervo de Dios, y ello es: la confianza en Dios, porque resulta de gran beneficio en asuntos tanto religiosos como seculares.

    El que no confía en Dios confía en cualquier otra cosa

    Entre estos beneficios para la vida religiosa se encuentra la tranquilidad del alma en cuanto a la confianza en Dios, bendito sea. Pues si una persona no deposita su confianza en Dios, pone esa confianza en lo que es distinto de Dios; y a quien hace esto último, Dios le retira Su Providencia y lo deja en manos de aquello, sea lo que fuere, en que confía. Se convierte en uno de aquellos de quienes se dice: Dos iniquidades ha cometido Mi pueblo: me ha abandonado a Mí, que soy manantial de aguas vivas, y se han cavado pozos, pozos agrietados⁵ (Yirmeyahu [Jeremías] 2:13); Cambiaron a Dios, su gloria, por la imagen de un buey que come hierba⁶ (Tehilim [Salmos] 106:20).

    Bendito es el hombre que confía en Dios

    Las Escrituras también establecen: Bendito es el hombre que confía en Dios, el que hace de Dios su refugio⁷; Bendito es el hombre que pone en Dios su confianza, y no mira a los arrogantes o a aquellos que se extravían detrás de la falsedad⁸; Maldito es el hombre que confía en el hombre y hace de la carne⁹ su fortaleza, mientras su corazón se aleja de Dios¹⁰.

    En otras palabras, si confiamos en nuestra sabiduría e ingenio, nuestra fuerza física y nuestros propios esfuerzos, trabajaremos en vano, nuestra fuerza se desvanecerá y nuestro ingenio resultará inadecuado para alcanzar nuestras metas, tal como se dice en las Escrituras: Atrapa al sabio en su astucia¹¹ ¹²; De nuevo vi bajo el sol que la carrera no es para los veloces, ni la batalla para los poderosos, ni el pan para el sabio¹³; Los leones jóvenes están pobres y hambrientos, pero aquellos que buscan a Dios no carecen de nada de lo bueno¹⁴.

    Si confiamos en nuestra gran riqueza, ella nos será quitada y entregada a alguien más, tal como se dice en las Escrituras: Él yace rico, pero por última vez; abre los ojos, y todo se ha ido¹⁵ ¹⁶; No te fatigues por obtener riqueza; de tu propio entendimiento desiste. Antes de que puedas poner los ojos en ella, se habrá ido¹⁷; Aún joven lo dejará, y en su final él será una desgracia¹⁸. O tal vez se nos niegue la oportunidad de disfrutarla, como el Hombre Sabio [el Rey Shelomó, Salomón] dijo: Pero el Todopoderoso no le da el poder de gozarla¹⁹. Tenemos esa riqueza meramente como un depósito para mantenernos lejos de todo daño, hasta que llega a alguien que es merecedora de ella, como está dicho: Pero al pecador Él le da el trabajo de reunir y amasar, para entregarlo al que es bueno delante de Dios²⁰; Él lo prepara, por el hombre justo lo usará, y el hombre inocente dividirá la plata²¹ ²². Esa riqueza quizá resulte también la causa de nuestra perdición y de que perdamos nuestra alma, como está dicho: Hay una malvada aflicción que he observado bajo el sol: la riqueza reservada para su propietario, para su desgracia²³ ²⁴.

    El que confía en Dios no se somete ante nadie

    Otra ventaja de depositar nuestra confianza en Dios es que tiene el siguiente efecto: aquel que lo hace no se somete a nadie; no deposita sus esperanzas en cualquier hombre o pone su confianza en los seres humanos. No será siervo de ninguno sólo con el fin de obtener sus favores, ni tampoco los halagará. No estará de acuerdo con ellos en lo que no constituya algún servicio a Dios. Sus acciones no lo atemorizarán y no sentirá miedo de enfrentarlos. Se despojará de sus mejores galas, es decir, de los favores de aquellos, y [se liberará] de la carga de expresarles gratitud y de la obligación de corresponderles cuando ello implique tener que darles la razón cuando están equivocados. Cuando les reproche algo no temerá ofenderlos, si es necesario; si los humilla, no será tímido delante de ellos ni adornará lo que es falso. Como dijo el profeta: Pero Dios, me socorre; por tanto, no fui humillado; por tanto, he puesto mi rostro como una roca, y sé que ya no seré tímido²⁵; No sientas temor de ellos, y no temas a sus palabras... No temas a sus palabras, y no te sientas intimidado por ellas²⁶; No sientas temor de ellos²⁷; Que no te intimiden²⁸; He convertido tu frente en diamante, más dura que el pedernal; no les temas y no te sientas intimidado por ellos²⁹.

    Diez diferencias en relación con el alquimista

    He aquí otra ventaja: la confianza que depositamos en Dios nos permite alejar nuestro corazón de las preocupaciones mundanas y dedicarlo por completo a Sus caminos para servirlo. Entonces, con esa tranquilidad en el alma, esa paz mental y esa ansiedad mínima, seremos como los alquimistas: aquellos que saben cómo transformar la plata en oro y el cobre y el plomo en plata, por medio de la ciencia y la habilidad. Aún más, los superaremos en 10 aspectos:

    Primero. Para su trabajo, los alquimistas requieren ciertos materiales, sin los cuales no pueden hacer nada. Y estos materiales no están disponibles en todo momento o lugar. Pero quien confía en Dios tiene asegurado el sustento por cualquier medio disponible en el mundo, tal como se dice en las Escrituras: A fin de enseñarles que no solamente de pan puede vivir el hombre; sino que el hombre puede vivir de todo aquello que proviene de la boca de Dios³⁰ ³¹. Porque no en todo momento o lugar el hombre tiene a su disposición los medios de ganarse la vida, como sabemos por la historia de Eliyahu y

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