Un objeto se mueve de izquierda a derecha a una velocidad constante de 1 metro por segundo. ¿Qué tendría que ocurrir para que se moviese del mismo modo, pero de derecha a izquierda? Nuestra respuesta obvia será: la velocidad tendría que ser de
-1 metro por segundo, ir en el sentido contrario para deshacer el camino. Pero la física nos permite otra solución más: que el tiempo vaya hacia atrás, sin necesidad de invertir el signo de la velocidad. Puede parecer extraño, pero no hay nada en las leyes fundamentales de la física que nos diga que el tiempo vaya hacia delante o hacia atrás. De hecho, desde las leyes de Newton o las de la teoría de la relatividad, hasta los desarrollos de la mecánica cuántica, las ecuaciones funcionan del mismo modo hacia el pasado que hacia el futuro.
La mayor revolución en el concepto físico del tiempo llegó en la transición del siglo XIX al xx, como un proceso derivado de la publicación de las leyes fundamentales del electromagnetismo (ecuaciones de Maxwell, concebidas por James Clerk Maxwell {1831-1879}). Dicho proceso consistió en la comprensión de cómo debemos adaptar las ecuaciones para que dos observadores, uno en movimiento con respecto al otro, puedan describir correctamente la misma realidad. Si vamos por